CAPITULO 42. FINITO
—Ya estoy acá—gritó Ameth en cuanto llegó a la casa.
—¡Voy! Me retrasé hablando con Rámses—respondí y terminé de colocarme los zapatos.
—¿Cómo están ellos?
—Bueno, es un viaje muy distinto a los que han hecho antes, estarán de regreso en dos días.
—¿Y cómo fueron los viajes de antes?
—Iban a los sitios preferidos de la mamá y finalmente al cementerio. El último lo hicimos alrevés, fuimos primero al cementerio y después a todos los sitios que a ella le gustaban. Fue mejor de esa manera. Sigo sin entender por qué no lo hicieron igual este año ni por qué no quisieron ir por más días.
Yo no había querído ir porque no quería alejarme de Hayden. Rámses no estaba nada feliz con la idea, pero no logró hacerme cambiar de opinión. El pasaje comprado, quedó guardado en mi mesa de noche.
—¿Qué te parece si pasas unos días con nosotros en el rancho?.
Así llamaba mi papá a la casa que tenían para vacacionar en el campo, tenía todo el aspecto rústico que adoraba y estaba frente una gran laguna. Las fotos que me había mostrado eran maravillosas. Pero no me imaginaba pasar las vacaciones lejos de los chicos, ni mucho menos lejos de Hayden.
—Me puedo encargar de que tus abuelos también vayan.
Esta idea me hizo dudar, pues tenía tiempo sin verlos. Hablábamos casi a diario, pero no dejaba de extrañarlos, más ahora que mi abuela estaba tan enferma. Siempre tenía un dolor, un malestar, una gripe, una alergia. Obviamente tenia las defensas muy bajas y aunque el resto de la familia los cuidaba y atendían muy bien, no veía mejoras. "Es la edad" me decía mi abuelo y creo que habían llegado a una edad, donde esa era toda la explicación que podíamos conseguir.
—Mi abuela ha estado delicada de salud—le recordé.
—No te preocupes, puedo conseguir uno de esos aviones clínicos. Viajarían acostados y mejor que en primera clase. Anda, hija, mereces unas buenas vacaciones después de todas estas locuras. Rámses y Gabriel también pueden venir.
Asentí, mientras tomaba mi cartera y las llaves de la casa, pero no sabía si era lo que quería, tendría que seguir pensándolo. En este tiempo la relación con Rámses seguía siendo extraña sin que pudiéramos tocar el tema de Hayden, ni siquiera sabía que iba a visitarlo al centro donde se encontraba 4 veces por semana.
A Hayden lo veía mas cambiado, distinto y mejorado algunos días, la verdad era que no podía dejar de preocuparme por él. La depresión parecía ser contagiosa pero ¿Cómo no? Si no podía estar bien, viendo lo miserable que él se sentía; yo ya no podía ni siquiera disimular mi preocupación. Rámses, aunque era dulce y me abrazaba cuando mas lo necesitaba, nunca me decía ni una sola palabra de aliento. Por esas cosas es que no podía evitar sentir cierto resentimiento por él, por todos. Alexa me decía que no podía culparlos de la depresión de Hayden, pero en ese punto no lograba avanzar ni un poco con la terapia.
—Hola bombón, ¿que tal tu día?
—Bien, la película estuvo muy buena y comí a reventar. Adiós a la dieta.
—De seguro conseguiré una forma de que quemes esas calorías—respondió el muy cachondo francés.
—¿Y que tal tu día?
— A Merde! Comme si ce n'était pas suffisant d'être dans le cimetière avec ma mère, nous devons écouter mon père se disputer avec Mike pour qu'il ne vienne pas lui rendre visite. Ce qu'il n'a pas fait. Le monter dans l'avion, sachant que Mike arrivait au cimetière, exigeait toute notre force et notre patience— Una mierda. Como si ya no fuese suficiente tener que estar en el cementerio con mi mamá, tenemos que escuchar a mi papá discutiendo con Mike para que no se acerque a visitarla. Cosa que no hizo. Montarlo en el avión, sabiendo que Mike estaba llegando al cementerio requirió de todas nuestras fuerzas y paciencia.
Tuve que pedirle a Rámses que me tradujese porque no entendí nada de lo que dijo, por más que hubiese mejorado mi francés, no era tan buena. Era mejor con el portugués cosa que Rámses odiaba y que Gabriel disfrutaba enormemente.
Cuando me tradujo respiré profundo y me contuve de decirle mi verdadera opinión, de como Fernando y Mike eran unos niños, egoistas, que no deberían estar discutiendo por eso el día mas doloroso para todos.
¿Qué habría pensado Karen de todo esto? ¿Cómo lo habría solucionado?.
Ahora entendía un poco lo que ella pudo sentir cuando Mike y Fernando se enemistaron la primera vez. No solamente por encontrarse en el medio y atada de manos, frustrada, dolida; sino porque verlos siendo tan infantiles sabiendo todo lo que se aman, era devastador.
Lo que sabía de la historia era que Karen se había cansado de esa pelea y le pidió a Fernando que la terminase, pero dudaba mucho que eso hubiese sido solo una conversación. Imaginaba una gran discusión, incluso una amenaza de acabar con todo.
Quisiera saber lo que hizo Karen para lograr reunirlos.
POV Gabriel.
—No te puedes ir sin decir a donde vas. Sigo siendo tu papá—insistió.
—Lo lamento papá, igual puedo decirte que estaré en Alaska y no sabrías si realmente estaré allí, así que prefiero no mentirte—lo estaba haciendo enojar, pero ya no había caso, tenía el pasaje comprado.
—Dije no y ese es el fin de la discusión
Mi papá se dio media vuelta y caminó hasta el mostrador de la aerolínea donde entregó su pasaje. Era nuestra hora para abordar el avión.
—Déjalo, no es contigo con quién está enojado. Yo te cubro en cuanto bajemos, pero me tienes que decir donde estarás. Son nuestras reglas—y Rámses tenía razón.
Me acerqué para susurrarle donde estaría y me reí de su cara.
Mi papá nunca fue él mas conversador, sin embargo cuando veníamos de estos viajes intentaba por todos los medios conversar con nosotros. Pero no en esta oportunidad. No bien se hubo sentado, se colocó sus audífonos, se tapó los ojos y se dispuso a dormir. Estaba más delgado y sabia que no era por ejercicios, la situación con Mike lo estaba afectando mucho más de lo que reconocería.
A veces me provoca simplemente olvidarme de todo lo ocurrido, pasar la página de una sola vez y seguir adelante. Pero me costaba hacerlo y no ayudaba ni un poco que nadie más pusiera de su parte.
—Amelia me dijo que quiere pasarse las vacaciones en la casa de mi suegrito. Estamos invitados.
—Insisto que cuando dices suegrito, suena con un poco de sarcasmo.
—Me cae bien Ameth, la mayoría de las veces. Cuando no me mira con ganas de asesinarme.
—En defensa de Ameth, te mira con esas ganas cuando le recuerdas que te acuestas con su hija.
Mi hermano se encogió de hombros. En su loquita cabeza, eso no era motivo suficiente para que se enojara porque era la verdad.
—Me prefiere como yerno—le recordé y me gané un golpe en el brazo—. Hasta sonríe cuando lo llamo suegro.
— Foda-se - Vete a la mierda —me dijo en portugués y me sacó el dedo del medio.
—¿Iremos o no?—pregunté y Rámses torció el gesto.
—Técnicamente, nos invitó Ameth, no Amelia. Creo que ella preferiría ir sin nosotros.
Coloqué mi mano en el pecho y aspiré tanto aire que un pequeño grito agudo salió de mi boca. Mi hermano sonrió pero entendió mi indignación.
—¿Quién se cree ella que es? ¿Cree que se manda?
—Allí estamos de acuerdo, aunque ella no nos invite igual iremos, pero me preocupa que no lo hiciera.
Nos quedamos callados un rato hasta que rompí el silencio.
—¿A veces no te provoca hacer borrón y cuenta nueva con todo lo de nuestros papás?. Es agotador aferrarme a todo este resentimiento. Me encantaría soltarlo.
—No es tan fácil soltar.
Pov Rámses
—Se enojó bastante y estamos castigados por 3 meses. Pero hasta allí—le expliqué
—Con esos tres meses, sumamos unos 57 años castigados.
—Es una cadena perpetua.
—Creo que moriremos y le deberemos días de castigo.
Me reí con él pero un poco de melancolía me asaltó al recordar que esos castigos fueron impuestos también por Mike y por Hayden.
—¿Cómo te va con tu novia misteriosa?—pregunté para alejar la melancolía de mí.
—Muy bien. Alquilamos una habitación en una pequeña posada. Es limpia y bastante cerca de la playa.
—Si te hace falta algo, avísame.
—Tu siempre tan bello—se burló lanzándome besos, y para su sorpresa se los respondí.
—¿Debo preocuparme?—Amelia apareció detrás de mi y me miraba extrañada.
—¡Él siempre será mio Beleza!—gritó a través del teléfono y ella rodó los ojos, sonrió y se marchó.
—¿Y a tu novia le parece tan gracioso como a Amelia?
—No mucho, pero se acostumbrará. Es nuestra dinámica familiar. Ademas estoy aquí con ella, no allá con Amelia.
—Hay tantos errores en esa frase que ni siquiera me molestaré en corregirla. Entre otras cosas, estuve investigando sobre ese sueño que tuviste, al parecer significa problemas, traición, conflictos; y como no la mataste, sino que te muerde, el conflicto te consumirá.
—Pero yo no era yo en el sueño—me recordó—, era como una mezcla de nuestros papás.
—Bueno, entonces creo que pudiera significar que el conflicto explotará.
—¿Más? ¿Qué más podría pasar? ¿Cómo se podrían empeorar las cosas?—Gabriel lucía genuinamente preocupado y aunque no quise reconocerlo, yo también.
—Ni siquiera lo preguntes. Vamos a aferrarnos a la idea de que solo fue un sueño—mentí.
—¿Cuándo mis sueños solo han sido eso?—preguntó y le gruñí en respuesta porque nunca sus sueños solo han sido eso.
Mi mamá era creyente de los sueños y sabia interpretarlos. Con el tiempo no pude negar los significados ocultos en los de Gabriel, mucho menos cuando la interpretación de uno de sus sueños era que un familiar cercano moriría y entonces mamá murió. Y aunque yo no creía en muchas cosas, podía creer en ellos. Era un secreto de ambos que no compartíamos con nadie, y sobre esto ni siquiera Amelia sabía.
—Los llamaré—cedí al final.
—¿Incluyendo a Hayden?.
Dudé antes de responder: —Le preguntaré a Amelia por él, quizás así también logre ganar puntos con ella.
Y necesitaba todos esos puntos.
Ella no entendía y yo no sabía como explicarle lo que nos ocurría con Hayden. Si, me sentía traicionado, burlado, engañado. ¿Acaso no confiaba en nosotros? ¿Dónde quedan todas las enseñanzas de tolerancia que nos inculcó? ¿Eran patrañas?. Amelia tenía razón en algo, estábamos en duelo porque el Hayden que conocíamos ya no existía. Quizás debamos conocerlo nuevamente. No es que fuese gay, era que nuestra relación estaba construida en base a su supuesta heterosexualidad.
Hayden fue quien me dijo como debía complacer a una mujer, a quien le conté de mi primer beso, la primera vez que besé un seno o toqué una vagina. Todos esos recuerdos con él ahora los sentía como una mentira.
—Vamos bombón, tú puedes—le animé.
—¡Vamos Amelia! Te tengo fé—gritó Mika.
Desde que Amelia había querido quitarse unos kilos adicionales, que a mi no me molestaban pero al parecer ella si, tomamos como rutina trotar juntos los fines de semana y coincidíamos con Ryan, Megan, Mika y Alejandro.
Terminábamos un circuito en un terreno a donde nos trajo Ryan, mientras que Alejandro y Mika nos miraban desde donde estaban sentados.
Alejandro estaba en la computadora, en un momento para él de paz y estudio. Mika devoraba un helado como recompensa por haber terminado una vuelta al circuito. Amelia llevaba 4 vueltas y estaba por terminar la quinta. Estaba orgulloso de ella, porque para ser una persona que nunca había hecho ejercicio se estaba esforzando.
Cuando cruzó la meta, Amelia boqueaba por aire y se frenó.
—Lo has hecho excelente y sudada te ves tan sexy...
Ella sonrió y caminó hasta el árbol, debajo del cual Mika y Alejandro nos esperaban.
—¿Quieres helado?—pero Amelia, fuerte de voluntad se negó y tomó su botella de agua.
—Vamos Rámses, déjala descansar y corre con nosotros.
Amelia me despidió con la mano y se tumbó en el césped. Se veía tan follable que guardaría la dirección en el gps para regresar otro día y con mas privacidad sacarle unos cuantos orgasmos.
La dejaré tan sudada como hoy y seguramente quemará mas calorías.
Comencé a correr con Ryan y Megan, tratando de seguirle el paso a Ryan, quién corría como si lo estuviesen persiguiendo.
—Quema esas calorías, ese trote suave fue nada para ti—me dijo el rubio y tenía razón, pero acompañé a Amelia en su circuito con el mayor de los gustos.
Megan nos seguía el ritmo con facilidad y cuando terminamos las cuatro vueltas que nos dijo Ryan, disminuimos el ritmo hasta que finalmente llegamos hasta donde estaban nuestras parejas.
—No te mataría entrenar—bromeó Ryan con Alejandro.
—Él está perfecto, así como está—Megan quitó la laptop del regazo de Alejandro y recostó su cabeza sobre sus piernas.
Ryan en cambio se tumbó al lado de Mikaela quien le dio una cucharada de helado tan grande que el pobre no podía ni hablar.
Creo que Ryan se mataba el doble ejercitándose para quemar las calorías adicionales que Mikaela lo obligaba a comer.
—¿Cómo te sientes?—le pregunté a Amelia cuando la obligué a sentarse en mis piernas.
—Ya puedo respirar sin creer que moriré. Es un avance.
La acomodé con disimulo sobre mi regaño para que su trasero quedara justo encima de mi pene. Su rubor la hubiese delatado sino estuviese toda roja por el entrenamiento. Hice que mi pene palpitara en contra de sus nalgas solo para hacerla sufrir y la retuve cuando intentó levantarse.
—Se me notará la erección si te levantas—le murmuré y se quedó estática.
Me daba muchísimo morbo y placer ponerla en esas situaciones.
—¿Qué vamos a almozar?—preguntó Alejandro.
—Mexicano—sugirió Mika pero arrugué el gesto, hice lo mismo cuando Megan sugirió Venezolano.
—Rámses no quiere comer nada de latinoamérica que le recuerde a Hayden—explicó Amelia y noté el resentimiento en su voz.
Pero no lo negaría.
—Moriremos en McDonalds, ya lo vi todo. Cuando comenzamos a dudar que comer, todos terminamos allí y adiós al esfuerzo que acabamos de hacer—Ryan se levantó y comenzó a estirar sus músculos.
Mikaela lo miraba con la misma lujuria en que yo miraba a Amelia siempre.
—¿Ryan y Mika siguen sin acostarse?—le pregunté a Amelia cuando caminábamos al auto. Moriríamos en McDonalds como predijo Ryan.
—Eso, francés chismoso, no es de tu incumbencia.
—Entonces no. Ryan está en problemas, Mikaela se le lanzará encima en cualquier momento.
—Ha pasado y ha resistido. ¿Por qué crees que estamos todos acá hoy? Mika se controlará delante de testigos.
—Y el chismoso soy yo... Apenas si pregunté y cantaste como pajarito.
Amelia me sacó la lengua justo antes de subirnos al auto.
—¿Si te invito a las vacaciones en casa de Ameth, vendrás?—preguntó.
—Aunque no me invites igual iré, bombón.
—¿Lo prometes? ¿Prometes que irás conmigo en las vacaciones?.
—Claro que si Amelia. ¿Por qué lo dudas?—la luz del semáforo roja me dio la oportunidad para voltear a mirarla.
—Júralo por tu mamá.
Y sus palabras me sorprendieron y me asustaron en partes iguales.
—Nunca me habías pedido un juramento así.
—Esto es muy importante, no lo haría si no lo fuese.
—Está bien. Juro por mamá que iré a las vacaciones contigo.
—Gracias—dijo con una sonrisa tan amplia. ¿Cuándo fue la ultima vez que la vi sonreír de esa manera? Y me sentí culpable por no tener una respuesta y sobre todo porque sospechaba que hacía muchísimo tiempo que no sonreía así—. Hayden también irá.
—Me siento en esa película de las gemelas pelirojas—su cara ahora era un reflejo de travesura y no pude evitar sentirme contagiado por su sonrisa.
—No puedes faltar a tu juramente—me recordó.
—No lo haré. Iré, pero dejaré constancia que aunque no me lo hubieses hecho jurar, también hubiese ido bombón—y no le mentí, creo que ya era hora de que me sentara a hablar con Hayden.
Y ahora ella si estaba completamente feliz.
Pov Amelia.
—Beleza—susurró en mi oído Gabriel—, Mike ha estado llamándote pero no le atiendes.
—Mi teléfono, está en silencio—dije incorporándome en la cama—. ¿Cuándo regresaste?.
—Esta madrugada.
—¿Qué tal te fue con tu novia?—preguntó Rámses comenzando a despertarse.
—Bien, la pasamos genial. Nos hacían falta esos días.
—Me alegro que volvieran. ¿Y ya nos dirás como se llama?—pregunté mientras iba al baño a hacer pipí.
Gabriel se había bajado del avión, después de visitar a su mamá, y se subió en uno nuevo que lo llevó a donde sea que vive su novia. Se comunicaba diariamente con nosotros, pero nunca vimos ni una foto de donde se encontraba, mucho menos de con quien.
El portugués sonrió como siempre lo hacía, con la travesura danzando en la comisura de sus labios.
—Si Mike no nos dijo quien era su novia, yo no tengo por qué hacerlo. Confórmense con saber que no es una Johana.
Arrugué el gesto de mi cara, la forma como se seguían expresando de ella, me molestaba y eso era una de las tantas cosas que me continuaba tragando día a día para no empeorar el ambiente tenso que ya vivíamos.
—Llamaré a Mike—anuncié en cuanto salí del baño únicamente para cambiar el tema.
Marque el numero de mi abogado favorito mientras me sentaba en el mueble de la sala. Los chicos se habían quedado en el cuarto conversando. Mantener individualizado los sentimientos que tenía por cada uno era difícil, sobre todo porque a todos les resentía en distintas medidas el deterioro de la salud de Hayden, porque ellos eran los culpables, todo por sus idioteces e inmadurez.
—Hola, Mike. ¿Cómo estas?—saludé en cuanto atendió.
—Hola muñeca, te estuve llamando, tengo varias cosas que hablar contigo. ¿Tienes unos minutos?.
—Claro, dime.
—Lo primero que quiero decirte es que el tema de tu adopción se encuentra listo. Fue revocada la adopción que hizo Stuart y aparece Ameth, como siempre debió ser.
Esa noticia me hizo dar un pequeño grito de alegría que asustó a los hermanos, haciéndolos salir de la habitación.
—Mike dice que ya se arreglaron los papeles de la adopción—les expliqué y respiraron aliviados y tan felices como yo.
—Lo segundo no es tan alegre, pero quiero que lo escuches por mi— en este punto puse la llamada en speaker para que los chicos que se habían sentado a mi lado, pudiesen escuchar—. Rosalía ha presentado una moción para que cambien a Stuart de prisión y lo acordaron. Lo trasladaran de la prisión de máxima seguridad a una de mínima seguridad. Tendrá una celda para él solo, una muy pequeña, y podrá recibir visitas.
—¿En las prisiones de máxima no permiten visitas?—estaba confundida.
—Visitas conyugales, Beleza.
—¿No tienen?.
—No, bombón. En las máximas no tienen visitas conyugales, en la que lo trasladarán, si.
—Oh...—fue lo único que pude decir.
—Por lo que sé, siguen en una relación muñeca. Lamento ser yo quien te lo informe.
—No lo lamentes, no es tu culpa que ella sea una loca de mierda, enferma, sádica, masoquista que...
—Ok, Rámses, entendimos tu descripción muy exacta de Rosalía.
—El tercer punto es mas complicado. He intentado hacerle llegar unas cosas a Hayden, pero están en su departamento desde hace demasiado tiempo, así que..
—Él no está allí, está fuera de la ciudad—mentí parcialmente.
—Si, así me dijeron en el edificio. Pensé que quizás Ulises entonces pudiera hacerle llegar los documentos...
—No, yo no pienso hablar con él—Rámses se adelantó a responder—. No le hablo desde que descubrimos que es un cazafortuna que solo buscaba el dinero de Hayden.
—¡Eso no es así, Rámses!. Lo que Ulises y Hayden tienen no es platónico, el hecho de que tú no lo entiendas no significa que debas minorizarlo y juzgarlo de esa manera.
Que aceptara ir a las vacaciones conmigo, que supiera que estaría Hayden y que estuviese mas que claro de mis intenciones de reconciliarlos, era lo que evitaba que estallase cuando hacía comentarios como ese. Antes del viaje le pondría las reglas claras, y hablar mal de Ulises estaría completamente prohibido.
—El caso es—interrumpió Mike—, es que tampoco está en el departamento. Y Jeremy, menos.
—Están quedándose en sus residencias mientras Hayden está fuera de la ciudad— ninguno de los dos soportaba estar en esa casa sin Hayden, porque las paredes supuraban depresión, tristeza, dolor. El ambiente era tan nocivo para todos, que no regresamos allí ni una sola vez desde que Hayden se marchó.
—Si, eso es lo que me dijeron también. ¿Puedes dejarle entonces un recado? Dile que le envié los documentos para la disolución de la empresa y que necesito que los firme lo más pronto posible. Necesito la firma de todos. Los documentos están en la recepción de su departamento.
—Lo haré.
Pero le mentí, no le diría una noticia de esa magnitud a Hayden, perjudicando su tranquilidad. La firma de ese estúpido papel, tendría que esperar.
Pasó una semana entera antes de que Mike volviese a llamarme por el mismo asunto. Me explicó la importancia de que Hayden firmara pero le dije lo mismo que le seguiría respondiendo hasta que se cansara de insistir, que no había podido contactarlo.
Y es que a los efectos de todos, mis continuas salidas eran con Mikaela y el gimnasio. Nunca les dije que iba a ver a Hayden al centro donde estaba recluido.
Pov Fernando
—Es la quinta asistente que tienes en dos meses—me recordó Marcelo—. ¿Ésta por qué duró solo 2 días?.
—Era excesivamente lenta—me quejé.
—Y Andrea era demasiado rápida, Claudia muy presumida, Alejandra demasiado amable y Maite... bueno Maite si estaba loca de verdad. Francamente estas siendo un dolor de cabeza para Recursos Humanos.
—¿Para ellos? Son casi las 11 de la noche y estoy organizando unos documentos que ninguna de las 5 pudo hacer.
Marcelo se rio. Habíamos mantenido una amistad a través de los años y a pesar de la distancia y su alto cargo. Pero después de haber perdido a mis hermanos, él se convirtió en mi nuevo confidente y lo agradecía porque a pesar de su apretada agenda presidencial, logró hacerse espacio para tomar un par de noches. Claro que tuve que viajar hasta Francia y esperarlo por dos horas en la casa presidencial, pero valió la pena.
—¿Entonces la embajada también necesita un nuevo asesor jurídico? Quisiera que reconsideraras mantener a Michael Oytar.
—Ya te dije que no quiero volver a tener que ver con él.
—Eres tan inmaduro Fernando, que hasta me sorprende—soltó un suspiro de cansancio—. ¿Qué tal si lo mantengo como asesor jurídico pero no lo contactarás tu sino directamente el abogado de la embajada?.
—Mientras que no tenga que ser yo quién hable con él, está bien.
—¿Y ya lo bloqueaste del Instagram?¿Lo borraste del Fb?. Esa discusión entre ustedes debe acabarse y lo sabes. Son par de orgullosos.
—Tu no entiendes...
—Si entiendo. Ambos rompieron un código. Tu te acostaste con Johana sin saber que él ya lo había hecho, y él se reconcilió con ella y nunca dijo nada. No te quitó una novia Fernando y aunque lo hubiese hecho, son adultos y tienen una familia y negocios juntos. Siento que debo castigarlos y encerrarlos en una habitación hasta que se hagan amigos otra vez. Con respecto a Hayden, creo que salió herido en fuego cruzado.
—Él sabía que Mike estaba con Johana y aun así me animó a ir tras ella. Fue cruel de su parte.
—Sé que no eres abogado, pero para establecer la culpa de una persona además de la evidencia que tienes, necesitas definir una línea de tiempo. ¿Cuándo lo hizo?
—No recuerdo el día, pero lo hizo.
—No él día, el tiempo. ¿Te incitó a ir tras Johana después de que se enteró de lo de Mike o antes? Porque déjame decirte, mi muy testarudo amigo, que si te incitó antes de saber que Mike y Johana estaban juntos, pues también fue engañado.
—Debió decírmelo.
—Allí coincido, pero si me preguntas a mí, yo no te lo hubiese dicho porque no me correspondía hacerlo. Ni siquiera sabes porque no te has tomado la molestia de hablar con ninguno para saber sus versiones.
—¿Qué versión puede haber?—di por terminado el trabajo por la noche de hoy y comencé a tomar mis cosas para irme a casa.
—¿Y si Hayden presionaba a Mike para que te lo dijera? No sabes si lo hacía.
Y esa pregunta me la había hecho algunas veces.
—Tu orgullo, Fernando, acabará con tu familia. No permitas que eso pase. Por lo menos has un juicio justo y escucha a todas las partes involucradas.
Refunfuñé.
—Y no me refunfuñes, que sigo siendo el presidente, por lo que con la autoridad conferida en mí por la constitución de nuestra gran nación, te ordeno que hables con Mike y con Hayden.
—Señor presidente, no puede ordenarme eso.
—Tenía que intentarlo. Pero como tu amigo, te digo que hables con ellos. Fernando por Dios santísimo, parecen unos niños, están siendo inmaduros a mas no poder, mi hijo de cinco años se sienta a hablar con sus compañeros cuando le quitan los juguetes, ustedes ni eso. Un trío de viejos que son incapaces de tragarse su orgullo y hablar. No saben cuanto tiempo estarán en esta vida y están desperdiciando tiempo.
Y las palabras de Marcelo no se me habían olvidado a pesar de los días, porque fueron palabras de Karen.
Estamos desperdiciando tiempo juntos con esta estúpida pelea.
Feo, no sé cuanto tiempo nos queda en esta vida y no quiero pasar los minutos con ningún tipo de rencor.
Nunca mi orgullo será mas grande que yo. ¿Qué le enseñaría a nuestros hijos?.
Pero sobre todo me recordaba de las que fueron las ultimas palabras que nos dio.
Lamento todo el tiempo que estuvimos separados, ninguna discusión lo vale. No valió la pena. Nunca pierdan tiempo juntos, enséñenle a Rámses y a Gabriel a no dar las cosas por sentado. El orgullo no puede ser mas grande que el amor.
Y a pesar de todos los años que habían pasado y todas las cosas que guardaba de ella en mi memoria, esas eran las palabras que recordé de Karen mientras estuve parado frente a su tumba.
Estaría enfurecida con los dos, quizás volvería a lanzarnos todos sus zapatos como aquella vez. Estaría triste y sobretodo decepcionada.
Tenía ya varios días luchando contra mi orgullo, doblegándolo porque Karen tenía razón. Sin embargo un día recibí los documentos de la disolución de la empresa. Una nueva asistente los llevó hasta mi escritorio. Ella tampoco duraría mucho en el cargo porque había abierto el sobre a pesar de decir confidencial.
Así que allí tenía delante de mi los papeles que oficializaban nuestro divorcio. Karen se había burlado mucho de los tres, diciendo que ese papel parecía más un acta de matrimonio que otra cosa. Miré y miré los papeles sin saber que hacer. Los guardaba hasta el final de la pila de documentos que tenía que revisar y cuando estaban otra vez sobre mi escritorio, los volvía a guardar.
—Si tanto te ha costado firmarlos, creo que no deberías hacerlo—me dijo Marcelo.
Estaba sentado frente a mí. Hizo un tiempo para encontrarse conmigo en mi oficina, antes de partir en su gira internacional.
—Pero Mike los mandó, para él está mas claro que para mi.
—¿Y que es lo que Mike tiene claro? Porque yo no lo entiendo.
—Obviamente quiere acabar con todo.
Marcelo comenzó a reírse de forma frenética, pensé por un momento que lo había emborrachado, pero si acaso habíamos tomado una copa cada uno.
—Dime Fernando. ¿Cuál es el protocolo para la aprobación de un decreto ley?.
—¿Y eso que tiene que ver?.
—Dímelo.
—Se discute en congreso, se aprueba con mayoría, se firma y se publica.
—¿Quién lo firma?
—Los representantes del congreso y tú.
—¿Quién firma primero?.
—El representante que presentó el proyecto o tú, si es que tu lo presentaste.
—¿Y por qué firman primero ellos?.
Medité la pregunta por un momento. No estaba claro a donde quería llegar Marcelo con todo esto.
—El que presentó el proyecto es el principal interesado, así que firma primero.
—El que firma de segundo, concede lo pedido—agregó Marcelo—. He firmado muchos decretos sin estar convencido de lo que hacía, pero la mayoría de votos me obligaba. Pero aunque mi pulso titubeara para firmar, el principal interesado nunca titubea. Estampa su rubrica con total seguridad porque obtendrá lo que quiere y está feliz por ello.
>>Es por eso que cuando te llega algún documento mío, ya viene con mi firma, es la señal que tu tienes para saber que yo lo apruebo. En una venta primero firma el vendedor, es quien está manifestando su voluntad inicial de vender, y el segundo que firma es el comprador, porque acepta la voluntad del primero. Incluso está en la redacción del documento: Yo Marcelo decido vender y tu Fernando aceptas comprar. Mike sabe todo esto.
—Ajá Marcelo, pero ¿A dónde quieres llegar con todo esto?.
Marcelo me quitó los documentos de la mano y sonriendo divertido comenzó a leer:
—"Yo, Fernando bla bla bla, y yo Hayden bla bla bla, manifestamos nuestra voluntad de dar por terminada la sociedad con Michael bla bla bla". Ajá y aquí dice: "Y yo Michael bla bla bla, viendo la declaración de voluntades de mis socios, acepto los términos indicados"—Marcelo lanzó los documentos sobre el escritorio y con su dedo índice señaló la parte final del mismo—.Mike no lo firmó. Está esperando que confirmen que eso es lo que quieren y él aceptará porque la mayoría lo obliga.
Enmudecí
Pov Mike
—No quiero saber nada de este tema Michael. Ya te he dicho que es lo que pienso al respecto y francamente estoy cansada de tener que repetirlo siempre. Mi opinión no va a cambiar. No quiero hablar contigo.
Johana lanzó la puerta de la oficina que tenía en nuestra casa con tanta fuerza que hizo temblar los cuadros que colgaban en las paredes. Ella se molestaba cada vez que tocaba el tema de Fernando y Hayden. No compartía mi opinión y ni siquiera me apoyaba. En mi defensa, yo tampoco estaba conforme con el como estaban dándose las cosas, pero ¿Qué podía hacer?.
Fernando se rehusaba a hablar conmigo y Hayden no atendió mis llamadas. Con Fernando quería explicarle mi versión de los hechos y francamente pedirle perdón porque había fallado, lo reconocía. Con Hayden, con él tardé mucho mas tiempo en tragarme mi orgullo. Seguía enojado con él, pero necesitaba escucharlo, saber lo que pasó. ¿Por qué no me dijo nada? ¿Por qué ocultarlo?. De Hayden merecía la explicación que yo quería darle a Fernando.
Y no acepté sus llamadas porque no estaba listo para hacerlo, pero ahora que quiero escuchar su versión, es él quien no me atiende. ¿Por qué yo si me puedo tragar el orgullo y ninguno de ellos no?.
Por eso hice los documentos y por eso los envié.
—¿Sabes que? SI quiero hablar contigo—entró tan estrepitosamente que me hizo saltar en la silla—. Eres un imbécil Michael Oytar, esos títulos que tienes no te sirven para nada. Como se nota que la universidad no pasó por ti, por mas que tú hayas asistido. Eres un inmaduro y un infantil. Te dije que no decirle a Fernando de nuestra relación traería problemas, te lo dije mil veces, te dije, rogué y exigí que se lo dijeras y te negaste. Y por culpa de tus ridículos miedos la situación empeoró a tan nivel que aquí estamos, tu despechado por tus hermanos aunque no quieras reconocerlo, despechado por tu familia aunque digas lo contrario y yo sin empleo. Perdí el empleo de mis sueños por ti y por tu estupidez. ¿Cuándo madurarás? ¿Qué más nos costará tu ego?.
—Yo me tragué mi ego, he intentado hablar con los dos hasta el cansancio.
—¿El cansancio? No me hagas reír Michael. Lo intentaste un par de veces y listo. ¡La cagaste! En grande. No debías cansarte de intentar ir tras Fernando, deberías seguir haciéndolo. La cagaste y es solamente tu culpa, y tienes que remediarlo. ¿Pero que haces en cambio? Te tomas una botella de whisky y finges que todo está bien. ¡El es tu hermano! Y lo lastimaste, se sintió traicionado y con toda la razón. Tienes que buscarlo, insistirle.
—¿Rogarle?—pregunté con mi ceja alzada. Yo no le rogaba a nadie.
—¡Si, tu estúpido abogaducho de pacotilla que sacó su titulo en una caja de cereales de mala calidad!. Claro que tienes que rogarle, implorarle. Maldición Mike, arrodíllate si hace falta porque estás perdiendo a tu hermano, a tu familia y te estas perdiendo a ti mismo. ¿Eso vale tu orgullo?. Porque te diré algo, eso no lo vale. ¡¡¡¡Yo no lo valgo!!!!
Estaba acelerada con su rostro lleno de lagrimas.
—No digas eso...
—Lo digo y lo reafirmo. No puedo soportar esta culpa sobre mis hombros y tu que serás mi esposo deberías aliviármela. Yo he intentado por todos los medios contactarlo, y lo sabes. Pero él no necesita perdonarme a mi, sino a ti. La amistad y la hermandad que ustedes tienen no puede perderse por ninguna mujer, y menos si esa mujer soy yo.
—Él no atiende mis llamadas...—intenté explicarme.
—Sabes donde vive, sabes donde trabaja, sabes donde come, sabes hasta cuando va al baño. No me veas la cara de imbécil. Perderás todo lo que tienes porque tus bolas no son lo suficientemente grandes para pedir perdón como realmente se lo merece. Y aunque después de que pidas perdón él aun así no quiera saber nada de ti, por lo menos podrías tener la conciencia tranquila. Te pregunto Mike ¿tienes la conciencia tranquila de que has hecho todo lo que está a tu alcance para que te perdone?.
Y no pude responderle, porque no lo había hecho.
—¿Y Hayden?—me apuró en responder.
—¿Qué con el? Tampoco me atendió mis llamadas.
—Tampoco lo intentaste lo suficiente—acertó.
—Pero debería ser él quién quiera explicarme lo ocurrido.
—Una relación es de dos, Mike. A veces, unos deben dar el porcentaje que el otro no puede dar. Despreciaste tantas veces los intentos de Hayden de hablar contigo, que ahora que si estas listo, te toca a ti acercarte. ¿Dejarás también que esa relación se pierda?.
—Pero lo que es....
—¡No es nada!. Sigue siendo Hayden, tu compadre, tu hermano, tu mejor amigo.
—Me traicionó—espeté enojado, Hayden aun me dolía.
—No eres el puto sol, Mike. Tienes que hablar con él, escucharlo. Bastante que tu la has cagado y él te escuchó. Incluso después de que nos descubrió y por mas enojado que estaba contigo te dio el beneficio de la duda y te escuchó.
Giré el rostro porque no quería reconocérselo.
—Hayden también te dijo que debíamos decirle, tu fuiste él que no lo escuchó. Es por tu culpa que Fernando también lo desprecia.
—¿Soy el culpable de todo, entonces?.
—Lo eres. Tu comenzaste todo esto.
—Son dos cosas distintas. Lo que pasó entre Fernando y yo, nada tiene que ver con Hayden.
—Lo tiene que ver todo, porque lo que te impide solucionar las cosas es tu orgullo.
—¿ Y el de ellos que?.
—Yo no me casaré con ellos, me casaré contigo. Y no quiero un hombre a mi lado, cuyo orgullo pese más que cualquier cosa. Si yo tuviese la mitad del orgullo que tu tienes, no estaríamos juntos y lo sabes.
Johana respiraba agitada por la nariz, con sus manos colocadas en las caderas. Estaba tan enfurecida como siempre que tocábamos el tema, quizás más. Todo comenzó cuando le dije que había enviado los papeles y desde ese día discutíamos sin parar. Era una guerra que librábamos hora a hora y que francamente ella iba ganando porque tenía razón en todo lo que decía.
Y esa forma de decirme "abogaducho" como me decía Karen, me hizo recordarla más que nunca, porque el orgullo era lo que más despreciaba en la tierra y me decía que yo tenía demasiado. Y fue el orgullo lo que me separó de ella por tanto tiempo. Aun me lamentaba de todas las cosas que me perdí, y dolían cuando escuchaba algún cuento de Hayden o Fernando donde yo no estaba por imbécil.
Me arrepentí y me arrepiento hasta el día de hoy. No quería que eso me pasara con Fernando ni siquiera con Hayden. Los documentos estaban enviados, pero no era definitivo, no mientras no firmaran y aunque lo firmaran tampoco lo sería.
—Estoy decepcionada de ti. Pensé que habías cambiado, pero vuelves a ser el mismo arrogante, el abogado petulante que se cree el centro del universo. O arreglas esta situación con Fernando y Hayden, o no habrá boda.
Sus palabras me cayeron como una ducha de agua fría. Johana se quitó el anillo de compromiso y lo colocó sobre el escritorio.
—Aceptaré otra vez casarme contigo el dia que cuentes con la bendición de ellos, hasta entonces estaré con mi familia.
Esa misma noche se fue de nuestro departamento.
Pov Hayden
Estaba despierto, aunque con los ojos cerrados. No quería abrirlos porque el único sitio donde encontraba paz era mientras dormía. Allí podía ser quien sea, estar con quien quisiera y vencer a mis demonios; pero cuando abría los ojos no podía.
Tenía otra vez quince años sin querer levantarme de la cama.
Escuchaba al resto de los habitantes del centro caminar por los pasillos, algunos saludaban mas animadamente que otros, esos eran los que mas tiempo llevaban acá y los que probablemente saldrían pronto. Yo pertenecía a la población que no estaba listo para irme.
Me tocaron la puerta de la habitación. La primera advertencia de que debía levantarme era a las 9 de la mañana, la segunda a las 9.30 y la tercera a las 10, en la ultima no eran nada amables y podían hasta sacarte a las fuerzas. Suspiré y abrí los ojos. La pared gris me dio los buenos días como siempre y volví a suspirar para sentarme en la cama y alistarme para salir.
Aquí no era el doctor Hayden, solo era Rob, el seudónimo con el cual ingresé. No me gustaba el nombre, no tenía cara de Rob, pero Ameth no tiene mucho ingenio, aunque lo compensa con toda la ayuda que ha dado desde que estoy acá. Por él no he perdido mi licencia medica.
—Rob, ¿Cómo amaneces hoy?—Kimy era la psicóloga que estaba con nosotros en todo momento.
Era uno de los mejores centros de rehabilitación del país, lo que implicaba atención y vigilancia 24 horas. Atendía a drogadictos, alcohólicos y depresivos. Me senté en una esquina, mi mesa habitual y comencé a leer el periódico mientras esperaba el desayuno. Aquel cantante famoso con muchos problemas de drogas estaba en el otro extremo, no le gustaba que lo molestaran. El político alcohólico hablaba sin cesar con un grupo que parecía bastante aburrido de sus discursos, por suerte el político pertenecía al grupo que se marcharía pronto.
Las noticias era casi las mismas que todos los días, pero fue la fecha del periódico lo que me sorprendió. Intenté ignorarlo, y por eso comí lo más rápido posible y salí del comedor.
Después de desayunar podía hacer uso de cualquiera de las instalaciones del centro. Por insistencia de Amelia me anoté en natación, por Ulises me anoté en pilates y por Jeremy me sentaba en el patio por media hora. Después de nadar un par de veces en la piscina y participar obligado en una de las actividades que hicieron, me duché, me cambié y fui a la clase de pilates.
No lo entendía. No me gustaba pero hacía lo posible por mejorar.
Porque la verdad sea dicha es que una persona con depresión no quiere estar deprimida, pero luchar con ese sentimiento es tan agotador que uno se cansa y solo quiere dejarse sentir toda esa miseria que nos embarga. Así que cumplía con mis actividades porque quería mejorar por mi, por Ulises, por mis hijos, por mis hermanos.
Y allí estaba otra vez esa puntada de dolor que me colocaba otra vez al borde de mis emociones. Ya no me quedaban mis hermanos, ya había perdido a Rámses y a Gabriel. El tiempo había pasado como dijeron que pasaría y aun así no hablaron conmigo. Siguieron rechazándome una y otra vez hasta que por fin entendí.
Los había perdido.
Pero no me acostumbraba a su ausencia, mucho menos a su rechazo.
Sabía que confesar que era gay sería un error, sabia que lo perdería todo, por eso no dije nada; y sin embargo guardaba la esperanza de que mi familia lo entendiera. Nunca fueron homofóbicos, nunca discriminaron a nadie, ¿Por qué a mi si?.
Y para agraviar las cosas Fernando me hacía cómplice de ocultarle lo de Mike.
Todo era una mierda, pero quizás me lo merecía. Quizás no, me lo merecía.
No todos nacen para amar y ser correspondidos, algunos, como yo, no nacemos para ser amados. El amor es efímero, no es duradero, no es infinito. Te aman por un tiempo y luego se acaba.
Creí que no me pasaría con Rámses, Gabriel, Fernando y Mike. Pero me equivoque.
Pero también tengo a Amelia, Ulises y Jeremy, me recordaba siempre.
Y es por ellos que intentaba mejorar, que ponía lo mejor de mi.
Los días pasaban y yo seguía sintiéndome tan triste como el primer día, pero aprendí a disimularlo mucho mejor.
El dolor del pecho no desaparecía, era la puntada de la ansiedad y pánico. Como doctor sabia que era un desequilibrio químico, pero como una persona con tendencia a la depresión desde pequeño, a pesar de tener esa información, no la procesaba igual.
Cuando conocí a Fernando y él me presentó a Mike, fue la primera vez que pude realmente empezar de cero, mostrar una parte de mi sincera, aunque nunca me mostré por completo. A ellos me aferraba en mis días grises para darle luz. Luego conocí a Karen y fue la primera persona a quien se lo confesé y quien me juró nunca revelar mi secreto.
Se libre, Hayden. La vida es muy corta para que no lo seas.
Fueron sus ultimas palabras para mi y se llevó el secreto consigo. Y aunque después de sus palabras me permití tener sentimientos por alguna persona de mi sexo, no fue hasta Ulises que me enamoré.
El amor me volvió descuidado y así fue como acabé con mi propia felicidad, mis rayos de colores en mi mundo gris. Porque eso eran para mi Rámses y Gabriel, los colores que me faltaban. Sin ellos era daltónico, ciego mejor dicho. Eran mis hijos tanto como si yo los hubiese engendrado y su rechazo me dolia en la parte mas profunda de mi ser.
Y sin embargo, soy culpable de eso. Quizás deba entender que no merezco ser amado, porque si lo entiendo, si lo comprendo, si lo asumo y si lo acepto, dejará de dolerme.
Quisiera sumergirme en este punto negro que me consume desde adentro, porque allí no hay luz, si no hay luz no dolerá su ausencia. Allí no hay dolor tampoco.
—Rob. Rob. ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes hoy?.
Salí de mis pensamientos y me costó entender que se había ido otro día más y que estaba en la reunión de grupo. Kimy me hablaba y a juzgar por su cara tenia rato haciéndolo.
—¿Qué colores ves hoy?—era la pregunta que nos hacia para identificar nuestro estado de depresión.
—Gris—respondí como siempre.
—Ayer veías algunos colores—me recordó.
—Ayer ya pasó.
—¿Qué cambió hoy?.
—Hoy recordé la fecha.
—¿Olvidaste algo importante?.
—Olvidé el transcurso del tiempo y no recordé que hace unas semanas se cumplió un año más de la muerte de mi mejor amiga. Normalmente para estas fechas la visito en su tumba, junto con mi familia.
Kimy y el grupo sabía cual era el detonante en mi depresión, tanto como yo sabía que el detonante de Angelina era la muerte porque había perdido a su esposo, o que a Gian le detonaba su ansiedad y posterior depresión hablar de la empresa que tuvo que cerrar y que implicaba todo su futuro.
—Lo lamento Rob, entonces lo que realmente hace el día gris es que no pudiste cumplir con tu tradición de visitar a tu amiga.
—No—respondí porque algunos años tuve que perderme el viaje cuando el trabajo no me permitía viajar.
—¿Es la actividad que no realizaste con tu familia?—y negué con la cabeza para responderle—. ¿Entonces que es lo que hace este día gris?.
—Karen, asi se llamaba, era una persona que todo el mundo amaba y él que no lo hacía la odiaba tanto que terminaba amándola. Ella despertaba amor, cariño, respeto, también despertaba la locura en muchas personas. Era sincera, graciosa, detallista, especial en su forma única de ser. Ella era la única que supo mi secreto, lo guardó como propio, me ayudó en tantas veces que no puedo ni contarlas, ni siquiera recordarlas todas; y a pesar de todo eso yo la olvidé. Si ella siendo así logró ser olvidada, yo que no soy ni la quinta parte de lo que ella fue, soy efímero. Y si soy finito entonces ¿para que seguir?.
—Todos somos efímeros, nadie es inmortal. No es cuanto tiempo tengas de vida, es que la vivas por el tiempo que dure—respondió Kimy.
—¿Pero que he vivido? Una vida de secretos que me hizo perder todo lo que coseché. Perdí a mis hijos, mis hermanos.
—Tienes a Amelia, Jeremy y a Ulises. Ellos no son nada, son personas que te aman.
—¿Por cuánto tiempo me amaran? ¿Cuánto mas se acordarán de mi?. Eso también llegará a su final y ¿debo solamente sentarme a esperarlo?.
—El amor de familia no tiene fin. El amor de pareja, en algunos casos puede acabar, pero no creo que sea tu caso con Ulises.
—Todos morimos, claro que tiene un fin.
—¿Acaso dejaste de amar a Karen porque murió?.
Y tenía razón. Así era como Kimy me enseñaba a luchar con mis pensamientos, acababa con esas premisas autodestructivas con lógica irrefutable. Porque aunque se me haya olvidado el día de su muerte, nunca he dejado de amarla a pesar de los años. Entonces el amor no moría.
¿Pero por qué el amor de mi familia se había acabado? Quizás nunca fui lo que creí que era para ellos.
Salí de la reunión tratando de ver colores, poniendo en practica todo lo que Kimy me había pedido que hiciera.
Y entonces llegué a mi habitación y conseguí un sobre sellado encima de mi cama. No solía recibir correspondencia por eso me extrañó tanto que no dudé ni un segundo en abrirlo.
Eran los documentos para disolver la sociedad con Mike y Fernando. Los papeles de nuestro divorcio.
Y allí no hubo gris, todo fue negro y me dejé arrastrar hasta este sitio que prometía acabar con mi dolor.
~ ~ ~ ~ ~ ~
Nota de Autora:
Y así llegamos al final de un nuevo libro. Gracias a todos y todas por acompañarme en este viaje, por su paciencia, por todos sus mensajes y por sobre todo por soportar las grandes esperas para los capítulos.
La vida es una montaña rusa de emociones, y cada persona, un mundo en si mismo, puede reacciona distinto a cada situación. Los humanos no somos perfectos, forma parte de nuestra naturaleza fallar y a veces lastimar a los que amamos en nuestro proceso de crecimiento, evolución y aprendizaje. Lo mejor de ser humanos, es poder darnos cuenta de eso y saber pedir perdón y rectificar.
Mañana el Epilogo
Suscríbanse al grupo de FB, se llama NO JUZGUES LA PORTADA.
Baisers et Abraços
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