Capítulo 36. Ya te cobraste la deuda



POV FERNANDO

( Tres días antes de la inauguración)

—Señor O'Pherer, el presidente le envió los últimos documentos. Su vuelo a Boston ya está organizado.

—Muchas gracias Ana.

—¿Necesita algo más?—preguntó antes de marcharse.

—Que imprimas los documentos, obviamente—le respondió Johana.

La odia y no lo disimula. La chica salió de la oficina y Johana resopló molesta.

—¿En qué falló Recursos Humanos cuándo la contrato como secretaria?—me preguntó por enésima vez.

—No lo sé, francamente—reconozco—. La pobre no sabe hacer nada y por más paciencia que el resto del equipo le tiene, menos tú obviamente, no logra integrarse.

—Tengo una paciencia muy medida y créeme que no la gastaré con esa niñata. ¿Cuándo la despedirás?.

—No me gusta despedir a la gente, ya lo sabes.

—Tampoco te gusta aceptar renuncias, la mía la sigues teniendo en el escritorio.

—Le compraré un marco y la pondré en la pared—me burlé y ella me volteó los ojos.

—La despediré por ti, entonces.

—¿Ves? Somos un excelente equipo. A mí no me gusta despedir a la gente y tú lo disfruta de forma muy morbosa.

—Dame una hoja, escribiré la carta de despido a mano, para que note el desespero que tenemos en que se vaya.

Me hizo reír con fuerza, como siempre ella lo lograba. Y reí más fuerte aun cuando vi que no bromeaba y escribió la carta de despido a su puño y letra. Incluso tuvo la desfachatez de firmarla por mí. Solo me dejó colocarle el sello de la embajada y que por fines legales.

Ana, volvió a entrar a la oficina con un grupo de papeles desorganizados en una carpeta. Las hojas estaban desiguales e incluso me pareció ver algunas dobladas. Johana casi se infarta.

—¿Qué es esto?—le preguntó con innecesario asco cuando vio los documentos.

—Lo que envió el presid...

—No, me refiero a ¿Qué es este desorden? ¿Acaso reprobaste recorte y pega en el colegio?.

—Johana...—le advertí pero ella me ignoró.

La pobre chica balbuceó y tratando de que Johana no la atacase tomé la carpeta y me dispuse a revisar los documentos. Era un desastre y de esta nadie la salvaría porque incluso colocó algunas hojas al revés. Johana lo vio y se giró con tanta rapidez que hizo saltar a Ana un paso hacia atrás.

—Imprímelo otra vez, tómate el tiempo necesario en organizarlo, que las hojas queden derechas, en el mismo sentido, no desiguales. Y cuando las sujetes, en el escritorio de Sofia hay un aparato milagroso, que cuando colocas las hojas y presionas se sujetan todas. Se llama grapadora o engrapadora, como gustes decirle. Úsala. Porque si el documento tiene más de 10 hojas, definitivamente un clip de Hello Kitty, no es lo más idóneo para sujetarlo.

Johana arrancó el clip rosado con la enorme cabeza de gato y se lo entregó. La chica apenada salió de la oficina y Johana se giró una vez más para encararme.

—Despídela ya. Ahora mismo.

—¿Y perderme la nueva entrega de los documentos? Que va, yo espero aquí para ver si sabe usar la engrapadora o si ahora me traerá un clip de snoopy.

—Eres de lo último. Malgasta el presupuesto del ministerio en un día de trabajo para esa niña.

—¿Por qué la odias tanto?—le pregunté.

Ella bufa: —Claro, ahora hazte el tonto y dime que no has notado como se te insinúa.

Y si lo había notado, pero me gustaba el camino que estaba tomando esta conversación.

—Creo que exageras, no se me ha insinuado.

—¡Ay Fernando por Dios!. Eres un terrible mentiroso. Y casi le duplicas la edad.

—Casi te la duplico a ti, y no fue gran problema.

Johana no me respondió, por el contrario tomó la carta de despido y salió de la oficina. Pocos minutos después regresó con una carpeta, perfectamente organizada con los documentos apilados, con algunas notas ya colocadas y me la entregó.

—Como siempre haciendo el trabajo sucio por ti. Ana recibirá una buena compensación con lo que espero le sirva para hacer algún curso que le haga ganarse la vida mejor que como secretaria.

—No redactes tú las recomendaciones

—¿Estás loco? ¿Qué podría la embajada recomendar de ella? Ni siquiera sabe preparar el café.

—Me refiero a recomendaciones de vida, pero siendo así tampoco de la embajada.

Comencé a leer rápidamente los documentos con los cuales ya estaba algo familiarizado. Era el quinto borrador que intercambiaba con la presidencia y solo buscaba los puntos donde pedí que fuese modificado. El presidente entregaría estas sugerencias a la mesa de trabajo que estaba elaborando el proyecto de ley de inversión para emigrantes en el extranjero, con el cual pretendía ayudar mediante préstamos a tasa preferencial a todos los emigrantes, no solo de América, sino del resto del mundo, para que pudieran emprender actividades licitas de comercio en el país que los recibiera. Si era aprobado, lo siguiente que tendría que hacer el presidente era fortalecer los vínculos de relaciones comerciales con los distintos países, quizás algunos acuerdos de comercio que beneficiaran a estos pequeños futuros comerciantes.

—Léelo todo, deberías saber que pudieron haber cambiado otro párrafo aunque no estuviese en discusión.

La misma recomendación que me dio Mike cuando recibió el primer borrador y me lo entregó.

Cuando me sentí conforme con el documento firmé.

—Esto es bueno, Fernando. Excelente. Deberías considerar la presidencia.

—No está en mis planes, además no califico.

—¿Qué no calificas? Por Dios, si tienes mejor currículo que el presidente actual.

—Y también dos hijos que están vetados de más países de los que nadie sabe. Es una gran manchita en mi expediente.

—Exageras, como siempre.

—No exagero, Mike aún está en conversaciones con el gobierno de Colombia y el de Chile.

—¿Tienes los pasajes aéreos?—preguntó Johana.

—Si, me los consiguió Ana.

—Voy a revisarlos, esa niña no debe ni saber cómo recargar la tarjeta para los autobuses.

—Y yo soy el exagerado. Pero si, revísalo. Nunca está de más.

El teléfono de mi oficina comenzó a repicar y Sofia anunció la llamada del presidente.

—¿Y bien? Dime que ya no tiene más correcciones—dijo en cuanto saludé

—Ninguna, de hecho ya lo firmé y el mensajero lo está llevando en este momento para su envío—le entregué la carpeta a Johana para que cumpliera la mentira que acababa de decir y que enviara los documentos con urgencia.

—No los envíes, es mejor que los traigas personalmente.

—¿De qué hablas? Te dije que no podía ir, tengo otros compromisos

—Te apuesto el cargo a que no son ni la mitad de importantes que los míos. Escucha Fernando, el proyecto es tuyo, hemos tenido meses de conversaciones y logramos crear la mesa de trabajo para el anteproyecto, y yo no podré estar para explicar lo que buscamos, lo que buscas, porque yo no puedo aparecer por ese documento en ningún lado. Siendo así, es tu única oportunidad de presentarlo porque el congreso cierra a fin de mes y entrará en sesión el siguiente, solo con los anteproyectos de ley que se tengan. Es ahora o para dentro de un año.

Dicho esto me colgó, sabía que no me podía negar, lo que estaba en juego con esa nueva ley era muy importante y beneficiaría a todos los nacionales emigrantes que estaban desperdigados por el mundo.

Con este nuevo cambio de planes, no me quedó de otra que reorganizar mi agenda. Lo primero que hice fue cancelar el vuelo a Boston y pedir uno nuevo para Portugal. Lo segundo que hice fue más complicado aún, porque llamar a Mike para decirle que no podría asistir a la inauguración de su oficina resulto ser más problemático.

Por supuesto que dejo salir su lado más dramático y después de varios gritos y amenazas fugaces con no hacerse cargo de los problemas de los chicos, entendió que tenía en mis manos un gran proyecto que finalizar.

No estuvo nada feliz pero finalmente lo entendió. Acordé compensarlo con una buena salida cuando llegase a Boston e incluso me dijo que tenía algo importante que decirme y que esa salida sería el momento idóneo para hacerlo.

Mike por fin me presentaría a su novia.

—¿Y cómo se lo tomó?—preguntó Johana.

—Dramáticamente bien, como siempre. Creo que por fin me contará quién es esa novia que lo lleva loco.

Ella se paralizó en seco por un segundo, estaba ayudándome a arreglar todos los documentos que debía llevar aprovechando mi viaje. Ya que estaría en Portugal, bien podía aprovechar de gestionar algunos asuntos directamente.

—Qué bueno, ya era hora—respondió mientras revisaba que llevase todos los papeles.

De Johana admiraba muchísimo su organización y precisión, cuando ella gestionaba mis viajes medía meticulosamente que nada fallase, ni la logística de mi traslado, ni los documentos, ni las reuniones. Era un trabajo de asistente que ya no le correspondía hacer, sin embargo ella insistía en hacerlo. Ninguna otra asistente que me asignaron fue tan buena como ella, y después de tantos despidos, mandaban lo último en el rango de selección. Por eso Ana llegó a las oficinas.

—Si, bueno, no lo pienso presionar con eso. Mi hermano se merece ser feliz. Cuando se sienta listo, me presentará a la afortunada.

—Todo listo. Tu vuelo saldrá tarde en la noche, así que el transporte pasará por ti a las seis de la tarde. Tienes una reservación para comer en Gourmet's a las ocho, será tiempo suficiente para que puedas chequearte en el vuelo y llegar hasta allí.

—Gracias Joha, pero una vez más te recuerdo que este no es tu trabajo. Ya dejaste de ser mi asistente personal

—Claro, porque la carta de renuncia sirve solo cuando te conviene.

—Tú renunciaste a tu cargo, y yo acepté la renuncia al cargo de asistente personal. Pero no acepté la renuncia a tu puesto dentro de la embajada.

—Y desde entonces estoy en este ridículo limbo, donde no tengo un puesto definido.

Un pequeño tecnicismo jurídico con el cual Mike me ayudó y que me permitió aceptar solo una parte de su renuncia. No quería perder a una buena trabajadora solo porque cruzamos el límite profesional. Además, tenía otros planes para Johana y su renuncia los dañaba.

POV MIKE

—¿Qué te puedo decir? Algo se le tuvo que pegar a Fernando en todo este tiempo.

—¿Entonces no podré renunciar nunca?

—No entiendo por qué tienes que renunciar a un buen trabajo, que te encanta.

—Porque me acosté con mi jefe.

—Y yo lo superé, no entiendo por qué no puedes superarlo tú.

Ella me refunfuñó.

Cuando me confesó que se había acostado con mi mejor amigo, enloquecí. No quería estar repitiendo ninguna historia del pasado, ni mucho menos comenzar a pagar el karma por todo lo que he hecho en mi vida; así que me alejé. Le dejé el camino libre para que estuviese con Fernando si era lo que ella quería.

Y eso solo me duró un par de horas.

No quería vivir sin ella. Y me negué a dejarla ir, si quería mantenerla en mi vida tendría que buscar una forma de aceptar y perdonar lo que pasó con Fernando. Lo que más me ayudó a sobreponerme fue saber que ella me amaba y que quería estar conmigo.

Eso y que yo lo tengo más grande que Fernando. Las cosas como son.

—Estaba pensando que ahora que él no va, quizás podría ir a la inauguración de tu oficina.

Sostuve la respiración sin saber que responderle. Claro que la quería a mi lado en ese momento. Fernando no estaría, una reunión con el presidente ganó en importancia, pero si bien Fernando no se encontraría si lo estaría Hayden y mis hijos. Por el primero no me preocupaba, ya me había ganado un puñetazo cuando lo descubrió, pero por mis hijos si temía.

—Iré como invitada, no como tu novia ni algo más. Solo quiero estar a tu lado—su voz fue un pequeño murmullo, la conocía muy bien para saber que no me estaba manipulando, sino que por el contrario tocaba el tema que tanto dolor le causaba.

Odiaba tenerla a escondidas porque nuestro amor no era impuro, no era prohibido. Por lo menos no lo fue hasta que se enrolló con mi mejor amigo, pero aparte de ese error, tal como ella decía, no debíamos esconderlo.

Pero lo hacíamos porque yo temía volver a perder a mi familia. Ya había pasado una vez y casi me costó el nacimiento de Rámses, no quería volver a pasar por esa etapa, una que recuerdo como las depresivas de mi existencia.

Pero por otro lado, ella, Johana, mi Johana, la mujer de mi vida, no se merecía estar oculta. Cada vez se acercaba más el día de decirle a Fernando y a todos de mi relación con ella. Lo había alargado demasiado, empeorando la situación con cada día que pasaba. Pero cuando me mudase definitivamente a Boston con Johana, ya no lo podría ocultar y ese día estaba cada vez más cerca.

Solté el nudo de mi corbata. El tema siempre me hacía sudar y una sensación de asfixia me embargaba.

—Olvida lo que dije. Prometí respetar tus tiempos con Fernando y no es justo para ti que te pida ir a la fiesta donde estará toda tu familia.

¿Justo conmigo? No era justo con ella, con quien yo quería formar mi propia familia.

Y la verdad sea dicha, la quería allí a mi lado.

—Ven, quiero tenerte allí, para que cuando de mi discurso pueda mirarte a los ojos.

Ella ahogó un grito de sorpresa y emoción.

—¿Estás seguro?—y el entusiasmo se filtró en su voz.

—Estoy seguro, pero...

—Ni lo digas, iré como invitada, lo sé.

—Lo lamento—dije con sinceridad

—No, yo lo lamento, fui quien te puse en esta situación. Nos puse a ambos en realidad. Ya llegará el día y aunque suene a amenaza, te aclaro de antemano que no lo es, pero ese día cada vez está más cerca.

—Lo sé. ¿Estas segura de que Fernando...?

—Estoy segura, yo misma me encargue de la agenda de su visita. La nueva asistente que le mandaron es un desastre, pero él confió en ella con los pasajes.

—¿Ves? Te gusta tu trabajo, no sé para que renunciar.

—No volveré a tener la misma conversación contigo—gruñó enojada, pero me encantaba verla y escucharla así.

POV GABRIEL

—Así que estás varado en el aeropuerto de España, esperando la conexión a Portugal. 9 horas de espera.

—Cuando Johana se entere, la despedirá por mí, si es que no lo hizo ya. Escribió la carta de su puño letra.

—¿Y qué hiciste?—pregunté curioso. El nombre de Johana me ponía nervioso desde que descubrí el verdadero papel en la vida de mis papás.

—Primero llamé a la oficina esperando que Johana pudiese ayudarme pero pidió permiso por unos días para pasarlo con su hermano.

—¿Él que vive en Los Ángeles?—donde convenientemente también vivió mi padrino.

—No, él que vive en Boston. Quizás se acerque hasta la inauguración de la oficina de Mike—dijo mi papá sin entender todo lo que le ocultaban—. Lo cierto del caso es que me tocó usar no solo mis mejores encantos, sino también mi identificación diplomática para que el supervisor de la aerolínea pudiera ayudarme a regresar a casa.

Me atraganté con el chiclet que estaba masticando y me reincorporé con rapidez en la cama.

—¡¿Vendrás?!.

—Ya estoy aquí de hecho—respondió entre pequeñas risas—. Nunca pongas en duda mis encantos y mi diplomacia.

—¿Le dijiste a Mike?— por favor que diga que si, que diga que si.

—No. Le daré la sorpresa.

Mierda, mierda, mierda.

Me sentí mal repentinamente, el mundo girándome, las gotas de sudor frío.

—Descansaré esta noche, pero mañana temprano estaré en el departamento de ustedes para irnos juntos.

—¿Y si no te dejan entrar? Es por invitación—me golpeé mentalmente por la tontería que acababa de decir.

—Tengo mi invitación, igualmente dudo mucho que me prohíban ingresar.

Repasé rápidamente en mi cabeza lo que podía decirle para que desistiera de esa idea loca de darle la sorpresa a Mike, sobre todo cuando estaba muy seguro de que también asistiría Johana, pero no lograba dar con una excusa lo suficientemente buena. Algo me decía que todo saldría muy mal.

Colgué la llamada en cuanto mi papá bostezó agotado por su pequeña travesía.

Caminé de un lado al otro de mi habitación. Era un secreto que tenía guardado desde hace algún tiempo, uno que francamente confirmó mis sospechas. Me estaba matando y carcomiéndome por dentro, pero ahora que podía ver con claridad el desastre que se avecinaba, dudaba lo que debía hacer.

¿Le avisaba a Mike?

¿Ponía sobre aviso a mi papá? No, esto era más complicado.

Le avisaría a Mike.

Pero no me atendió todas las miles de llamadas que le hice. Estaba aclarando el día cuando me quedé dormido y desperté cuando mi papá me llamó insistentemente. Sin haber descansado nada entre sueños angustiantes y pesadillas.

Almorzamos en la calle, y regresamos a la casa para alistarnos. Mike seguía sin atenderme el teléfono, los mensajes no los recibía ni siquiera y no quería poner a nadie en alerta sobre mi creciente desespero.

Una parte de mi creía que no serían descarados de lucir su noviazgo estando nosotros en la misma fiesta, pero quería evitar un posible desastre.

POV MIKE

—Me dirás quién es ese fulano Alex que te está escribiendo—insistí y ella volvió a reírse—. Como no me lo digas, mira todo lo que dejarás de comerte—abrí la toalla que llevaba en mi cadera y la dejé caer en el suelo.

Acababa de salir de la ducha e iba completamente desnudo. Sus ojos brillaron y se humedeció los labios.

—Primero: es Alexa, si me vas a revisar el teléfono por lo menos hazlo bien. Es la terapeuta que me recomendó Keithan, para que pudiéramos visitarla y continuar con nuestras sesiones de pareja acá en Boston. Segundo: Eso de que presumes es mío, y me lo como cuando yo quiera; y Tercero: Ya me lo comí hoy tres veces.

Se levantó de la cama, tan desnuda y sudada como la había dejado envuelta entre las sábanas y entró al baño.

La vi contonearse incluso cuando ya había entrado al baño. Su esencia siempre se quedaba conmigo por horas y días.

—¿Cuándo te dijo Keithan que nos entregarían el departamento?—le pregunté cuando salió de la ducha.

—Esta noche ya podemos ir al departamento. Desperté con un mensaje de él diciéndome que ya terminaron las reparaciones de la tubería rota y que el equipo de limpieza hará su magia hoy.

—A veces odio ese departamento, es más lo que he tenido que cambiar y reformar que lo que me hubiese costado un departamento en mejor zona.

—Pero....

—Pero luego me acuerdo que fue el único departamento donde coincidimos y se me pasa. Creo que Keithan renunciaría si le hubiese dicho que no a ese departamento también. Fue el décimo que nos mostró.

—¡Ja! Decimo. Ese departamento fue como el número 18.

—Me tiene preocupado mi teléfono. No ha sonado en tanto tiempo que creo que cuando lo tome tendré que sacar de la cárcel a Amelia.

Pero cuando saqué el teléfono del sacó de mi chaqueta donde lo había dejado en cuanto entré a la habitación con Johana, estaba muerto. Lo coloqué a cargar y bajé con mi prometida a cenar.



—¿Señor Oytar?. Que coincidencia. Soy Basir Sazze, seré su anfitrión para la inauguración de mañana. Disculpe, lo reconocí por las fotos que la empresa de catering me envió.

—Mucho gusto—dije estrechando su mano. La empresa de catering me aseguró haber contratado al mejor y considerando que había estado conduciendo la conferencia que estaba realizándose en el hotel, no dudada de su currículo ni trayectoria.

Entonces él miró a Johana, me instaba silenciosamente a presentarla, como si se me hubiese olvidado y no lo había hecho, pero era la primera vez que algún conocido me encontraba con ella.

—Johana Ehrenfeld—dijo ella para sacarme del aprieto en que estaba.

—Encantado señorita, debo decirle que hacen una excelente pareja.

Y no lo contradije, no podía hacerlo. Además de que si me estuvo mirando cinco minutos antes de que se presentara, también vio como la besaba y como no podía tener mis manos alejadas de ella.

Negarle su status de pareja, la dejaría muy mal parada y no la expondría a eso.



—Tu teléfono estará listo mañana a primera hora. Lo entregarán en el departamento nuevo.

—No entiendo que le pasó. Un minuto estaba bien y al otro, muerto.

—En realidad.... Un minuto estaba bien, al siguiente volaba por los aires junto con tu saco y el resto de la ropa, y al otro minuto estaba estrellado contra el piso... muerto.

Me había quedado sin teléfono en el peor momento que podía ocurrir. Sin embargo la asistente que tenía contratada para mi oficina de Los Ángeles, se estaba encargando remotamente de todo y se comunicaba conmigo al teléfono de Johana. Mi familia ya sabía a qué hora debían llegar y contaba con que todos fuesen sin mayor problema.

Johana estaría en el público junto con Alexa y Keithan, no quería que estuviese sola y me sentiría muy nervioso si tuviese que pasar la noche con ella y mi familia, porque no podía asegurar que no terminara delatándome.

Bajamos del auto y subimos al edificio. Johana me acomodaba la corbata y yo contemplaba lo deslumbrante que se veía esa noche en particular.

En cuanto las puertas se abrieron ingresamos a las oficinas tomando rumbos distintos, ella se encontró rápidamente con Alexa y solo cuando las vi sonreír y comenzar a charlar, me relajé. No quería que ella pasara una mala noche, menos por mi culpa.

Basir Sazze era un excelente profesional, había memorizado los rostros de los asistentes, sus nombres y parte de sus currículos. Así que cuando me acompañó por toda la oficina me presentaba a la cada persona con la información suficiente para poder entablar una pequeña conversación y hacer sentir a mi invitado importante.

Y entonces llegó el momento de la presentación del equipo de trabajo. Me mantuve en la parte de atrás de lo que se ideó como escenario, esperando que mi equipo también brillase. Eran todos excelentes profesionales y personalmente me encargaba de que fuesen también personas con gran sentido de empatía. No buscaba ningún santo, pero si que entendiesen que si existía una persona a la que pudiéramos ayudar, tenía que hacerlo.

Era lo que me había enseñado mi papá, no porque él lo hiciera, sino porque yo aspiraba a ser mejor profesional de lo que él fue, contribuir con mi trabajo más que a ganar casos. Las leyes eran un asco en su gran mayoría, por ser más procesos burocráticos y políticos; y acceder a un sistema de justicia realmente protector de la víctima, era costoso. Le cobraba al que podía pagar, pero la gran mayoría de nuestros casos lo tomábamos no porque nos reportaran ganancias, sino porque eran personas que nos necesitaban.

Ryan y Megan era prueba de ello. Dos niños que necesitaban protección contra sus papás. Amelia era otra prueba, si ella no fuese familia, tampoco le hubiese cobrado.

—Regresa a mí—murmuró Johana a mi espalda, sacándome de mis pensamientos.

Le sonreí y miré a los lados antes de darle un beso. Ella se alejó nerviosa.

—¿Te diviertes? Allá afuera está Daphne Kurt.

—No he recorrido el salón. Francamente no quiero toparme con tu familia. Me he mantenido bajo perfil.

—Escondida...—corregí divertido.

—Escondida—confirmó mientras me volvía a acomodar el traje y quitaba algunas pelusas de el.

—Esto lo has construido solo, porque yo no he estado a tu lado, pero estoy impresionada y orgullosa de cada hoja y lápiz que hay en esta oficina.

Le agradecí con un gran beso, no era algo que escuchaba muy seguido.

Me separé de ella y me acerqué hasta el escenario, porque mi momento de subir se acercaba. Johana, se mantuvo lo suficientemente cerca, para transmitirme su apoyo.

Y Basir Sazze comenzó mi presentación.

—...Y sin más preámbulos, porque si les leo el currículo no terminaríamos nunca...

Me erguí cuando comenzaron los aplausos, busqué a Johana, ella me guiñó el ojo y le respondí con el mismo gesto.

Cuando miré a Basir, leí en su mirada lo que iba a hacer. Él también notó a Johana y ajeno a todo lo que ocurre en nuestra relación, lo correcto era presentarla. Y yo no podría negarla, no podría exponerla de esa forma. No la humillaría así.

—...con ustedes el creador de esta oficina, Michael Oytar

Y los ojos de Basir se posaron en Johana, lo haría, la presentaría sin que pudiese evitarlo. Él no me miraba a mí, así que no se dio cuenta cuando intenté negar lo que estaba por hacer, evitarlo.

—Acompañado de esta preciosa señorita, su novia.

Así que la tomé de la mano en el momento justo en que Basir finalizó la presentación, porque no la dejaría en vergüenza delante de todos.

Ella temblaba como hoja de papel al viento, tanto como yo.

Saludé a todo mi equipo de trabajo, incluyendo a Gabriel que se encontraba formado junto con ellos, era un gran orgullo verlo allí entre los mejores, porque él era de los mejores.

—Aquí está mi papá—murmuró cuando lo abracé y sentí como el alma abandonaba mi cuerpo.

Me giré con rapidez, asustado. No era lo que quería, no era la forma correcta.

Esto era un desastre.

Y lo confirmé cuando la mirada de odio de Fernando me atravesó. Estaba tan iracundo que me sorprendía que no saltase encima de mi a golpearme.

Basir rompió nuestro contacto visual cuando me condujo al centro del escenario y le ofreció su brazo a Johana. Ella tenía los ojos brillosos, estaba a punto de romper a llorar, asi que me alegré de que la sacaran del campo de visión de Fernando.

No aceptaría que la mirase ni siquiera con la mitad de crueldad con la que me miraba a mí. No me importaba un carajo si se lo merecía o no, yo no lo permitiría.

El discurso que estuve preparando se borró de mi mente y menos mal, porque ya no era adecuado. No podía bromear con esta situación delante de mí, no podía sonreír cuando mi hermano, compadre y mejor amigo, me odiaba.

Miré una vez más a Johana, comprando tiempo con los aplausos que no paraban, tratando de calmarme. Y ella me dio una tímida sonrisa justo antes de que una pequeña lágrima se escapara. Sabía perfectamente por qué lloraba, pero quién la viese solo vería una lágrima de orgullo.

Ya no había nada que hacer. Todo se sabía y no importaba si pudiese explicar que todo fue un error.

—Gracias a todos por venir, a mi familia por siempre apoyarme, a mi novia por creer en este proyecto y seguirme hasta acá; A todos los clientes y amigos que se tomaron la molestia de venir a celebrar conmigo este nuevo logro. Gracias.

Me bajé de inmediato de la tarima, luchando con las manos de mi equipo que me felicitaban, mientras algunos aplausos confundidos confirmaban que esperaban un discurso mayor.

Vi a Fernando apurarse a la salida y me decidí a alcanzarlo

—¡Fernando!—grité y sé que tuvo que escucharme, pero decidió ignorarme. Maldición.

Corrí para alcanzarlo. Necesitaba hablar con él, darle todas las explicaciones que merecía. Fernando desapareció detrás de la puerta que lo llevaba directamente a los ascensores, y por esa misma puerta salí yo.

POV FERNANDO

—...con ustedes el creador de esta oficina, Michael Oytar. Acompañado de esta preciosa señorita, su novia.

Estaba parado cerca del escenario, quería darle la sorpresa a Mike pero el sorprendido fui yo.

Ella como siempre lucía radiante con el color negro, era mi color preferido en ella y recordaba para mi lamento el día que llegó a la oficina con el vestido que tiene puesto, lo acababa de comprar y me dijo que tenía que estar preparada por si salía algún evento importante al que asistir. ¿Era éste?

Jamás imaginé que este sería ese novio que tanto la hizo llorar y con el cuál me sentí competir.

Recordé con gran precisión, para mi lamento, todas las veces que me pidió permiso para visitar a su hermano en Los Angeles. ¿En realidad tenía un hermano allí o solo viajaba para verse con Mike?. ¿Desde cuándo estaban juntos? ¿Habrá sido antes de acostarnos o después?. ¿Y si se acostó conmigo durante su noviazgo?.

Comenzaba a entender un poco más a Amelia cuando me decía que todas las preguntas que tenía hacia Ameth la abrumaban.

Cada permiso, cada sonrisa que le vi con el teléfono en mano, cada comentario, cada anécdota que ella me contaba... todos eran Mike. Mi mente comenzó a rellenar los espacios en blanco dónde ella deliberadamente omitía darle nombre a su novio. Era Mike, siempre fue Mike.

¿Qué clase de juego perverso tenían? Él me aconsejaba constantemente, ¿era él, el abogado de confianza con quién ella consultaba las cosas? Claro que era él. Fue Mike quién me dio la idea para que no le aceptara la renuncia, ¿con qué fin?. Muchas cosas no tenían sentido en el juego que este par insistió en meterme. ¿Para qué renunciar y luego hacer que tu novio consiga un vacio legal para mantenerte en el puesto?

¿Acaso sabia mi intención de nombrarla primera secretaria de la embajada? ¿Acaso fue una artimaña para conseguir el ascenso?.

¿Por qué?

¿Por qué no me lo dijeron? ¿Por qué Mike decidió ocultarlo?. ¿Desde cuándo estaban juntos?. ¿Lo estaban cuándo le dije que iría tras ella?.

Hacía muchísimo tiempo que no sentía una rabia tan grande como esta. La última vez fue cuando Stuart secuestró a mis hijos, y antes de eso, fue cuando Amelia confesó quién la había abusado. Más allá de esa época, salvo algunas rabietas que mis hijos me hicieron agarrar, nunca estuve tan encolerizado como hoy.

Bueno, si, una vez. Con Mike, hace mucho tiempo, y también por una mujer, por Karen.

No podía creerlo y una parte de mi creía que estaba durmiendo aún esperando aquel puto vuelo a Portugal, uno que definitivamente tuve que haber tomado en vez de regresarme para conseguirme al que consideré mi mejor amigo, viéndome la cara de estúpido.

¿Era acaso todo esto una muy elaborada venganza?

¿Qué era esto?

Mike fue la persona a la que llamé la primera vez que estuve con una mujer y que acabé a los pocos minutos, también fue la persona a quién acudí preocupado cuando mi pene no respondía ¿Qué puede ser mas vergonzoso que eso?. Yo he estado a su lado en sus peores momentos, apoyándolo incondicionalmente. Le llegué a despegar sanguijuelas de su cuerpo cuando tuvo la brillante idea de meterse en aquel pozo.

¿Por qué no pudo decirme que su novia era Johana? La única mujer en la que me he interesado desde Karen. ¿Lo hizo a propósito?

No podía despegar mi vista de Mike y al parecer él tampoco de mi. No quería ver a Johana, porque no podría evitar transmitirle todo lo zorra que consideraba que era, pero como caballero que soy, lo pensaría pero no se lo diría.

—Gracias a todos por venir, a mi familia por siempre apoyarme, a mi novia por creer en este proyecto y seguirme hasta acá; A todos los clientes y amigos que se tomaron la molestia de venir a celebrar conmigo este nuevo logro. Gracias.

Me tomé el resto de la bebida que estaba en mi copa y sin decir ni una sola palabra a mis hijos, quiénes estaban tan sorprendidos como yo, me dirigí a la salida, sabiendo que Mike intentaría alcanzarme. Lo escuché gritar mi nombre y apresuré el paso, era su gran inauguración y aunque se mereciera un puñetazo de mi parte, no haría ningún show, menos con la prensa presente.

Salí por las grandes puertas de madera que me separaban del ascensor y maldije por encontrarme en un piso tan elevado, que evitaba que pudiese irme por las escaleras.

—Nando...—me llamó Mike.

Y no pude ni siquiera responderle, no me volteé, su cara era lo último que quería ver en este momento, porque lo que me provocaba era partírsela.

—Fernando, hablemos.

La puerta se abrió una vez más y escuché la voz de Hayden: —Salgamos de aquí. No es el lugar para hablar de esto.

—Yo saldré de aquí, pero no iré a ningún lado con este imbécil.

—Fernando, no es lo que estas creyendo.

—¿Es tu novia?—pregunté girándome sobre mis talones para verlo a la cara, quería medir si sería capaz de continuar mintiéndome tan descaradamente como lo ha hecho todo este tiempo.

—Si y mi prometida también—respondió irguiéndose de pecho.

No sabía si era de orgullo hacia ella o de orgullo hacia el logro de la burla en que me había convertido.

—¿Desde cuándo ?—comenzaba a tartamudear de la cólera que fluía por mi organismo.

—¿Desde cuándo es mi prometida o mi novia?.

No le respondí y él supo que era lo que quería saber.

—Dentro de poco cumpliremos cuatro años.

Mi menté se blanqueó por completo. No había imágenes, no había recuerdos, no había preguntas. Ya no hacían falta porque Mike conoció a Johana mucho antes que yo, y deliberadamente no me contó de su novia. Estuve con ella, mientras ellos eran novios.

No sabía a que estaban jugando conmigo, pero no me gustaba.

Acorté nuestras distancias en dos largos pasos y lo empujé con todas las fuerzas que tenía estrellándolo con fuerza contra la pared.

Ya no era el mismo chico enclenque que peleaba con él. Ahora si tenía fuerza no solo para golpearlo, sino para devolver el golpe si es que intentaba defenderse.

Hayden apareció en medio de nosotros para poner distancia.

—Salgamos de acá—insistió

—No iré a ningún lado con él—repetí,

—Entonces, larguémonos tú y yo.

—Fernando, escúchame, esto tiene una explicación—dijo Mike.

Me di media vuelta y marqué con desespero el botón del ascensor, pero visto que no llegaba decidí bajar por las escaleras. Hayden me pisaba los talones y detrás de él Mike, insistía en que lo escuchara. Pero ya tenía todo muy claro en la cabeza, con cuatro años de novios, yo definitivamente fui la burla.

Los imaginaba riéndose a mis espaldas de todas las veces que lograron engañarme con algún cuento de sus andanzas.

Mike sorteó a Hayden y me alcanzó. Habiamos bajado casi dos pisos, cuando en el descanso de la escalera, mi ex mejor amigo me exigió que lo escuchara.

—Tienes que escucharme—demandó.

Y en respuesta me burlé en su cara: —Yo no tengo ninguna obligación de escucharte. No te debo nada, ya te cobraste la deuda.

—¿Qué deuda? ¿De que hablas?. Fernando, escúchame, no eramos novios cuando ella estuvo contigo, ha sido una relación muy complicada y ...

Y no lo dejé terminar de hablar, cuando le lancé un golpe que Mike esquivó y terminó estrellándose en el rostro de Hayden.

—¡Coño de tu madre, Fernando!—exclamó el rubio—. Yo no tengo velas en este entierro. Por lo menos apunta bien, desgraciado.

Hayden se sobaba la mandíbula y tuve que reprimir una pequeña sonrisa, pero desapareció cuando vi que Mike también intentaba no reírse.

—Aléjate de mí Michael, no quiero volver a verte.

—Fernando, por favor. Se racional.

—¿Racional? ¿Me estás jodiendo?. Eres tú el que me ocultó por cuatro años una relación. ¿Qué clase de enfermo eres?—escupí todo mi odio en cada silaba.

Y antes de que pudiese decir algo, que en realidad no podría justificar ninguna de sus acciones o inacciones, decidí dejar salir de mi todo el odio que le tenía.

—Ten una buena vida al lado de ella, pero siempre que te acuestes a dormir a su lado, recordarás que yo también lo he hecho, con su vestido rasgado en el piso y después de hacerla mía varias veces.

No vi venir su mano, así que solo sentí el dolor punzante en mi pómulo que me hizo retroceder hasta el borde de las escaleras.

Mike me sostuvo por la solapa del traje para evitar que rodase hasta el siguiente nivel pero en cuanto recuperé el equilibrió lo empujé para que me soltase.

Ayudé a Hayden a bajar las escaleras conmigo, el muy idiota decía que estaba mareado por el golpe que le di, pero estaba siendo exagerado como siempre. Mike no nos siguió esta vez, escuché sus pasos alejarse en dirección a su fiesta.

Una vez en la calle, paramos el primer taxi que vimos y le pedimos que nos llevara a un bar. Ni siquiera nos molestamos en decir a cual, solo quería beber y tratar de olvidar que en una sola noche fui un imbécil, un juguete, que fui burlado y traicionado por mi mejor amigo.

Mi ex mejor amigo.

Esa noche bebí hasta que perdí el conocimiento, tratando de ocultar el dolor de su traición. No me dolía Johana, me dolía él. Obviamente ella se quedó sin trabajo, que se joda por perra, y él se quedaría sin su compadre y mejor amigo. Hayden me repitió varias veces que era el dolor y la rabia hablando, que mañana pensaría mejor las cosas, y sin embargo cuando me levanté al día siguiente, sin una gota de alcohol en mi organismo, sabía claramente que no quería saber nada más de Michael.

Ya no lo quería en mi vida. 

~ ~ ~ ~ ~ ~

Nota de Autora:

Dejen aquí sus impresiones. Estamos de acuerdo en que Mike hizo muy mal en no contarle. Creen que Fernando pueda entenderlo y perdonarlo?

Suscríbanse al grupo de FB, se llama NO JUZGUES LA PORTADA.

Baisers et Abraços  

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top