CAPÍTULO 28. "Testigos"
El día del juicio llegó y yo estaba en el baño encerrada, muerta de nervios, creyendo que vomitaría todo lo que comí en estos días.
—Vamos, bombón, abre la puerta.
Las arcadas no desaparecían y cuando volví a sentir la necesidad de vaciar mi estómago, la puerta de mi habitación se abrió y Rámses entró. Me sujetó el cabello y acarició mi espalda mientras el poco aire que tenía abandonaba mi cuerpo.
No tenía nada que vomitar, pero las náuseas y las arcaras eran reales.
—Vamos, bombón, no tienes nada que vomitar. Un poco de agua te ayudará.
—Me ayudaría no ir, no tener que verlo—me lamenté mientras Rámses me ayudaba a ponerme en pie.
—Lo sé, pero tienes que ir, Mike dijo que sería algo sencillo y rápido.
—Gracias—murmuré tratando de contener las nuevas arcadas
—Cuando lo desees, bombón. Pero la próxima vez que quieras que entre al baño contigo solo pídemelo, no tienes que fingir vómitos.
Le golpeé en el pecho y él fingió sentir gran dolor en una mueca que me hizo reír.
Los últimos días seguimos compartiendo habitación y cama, porque Hayden, Mike y Fernando continuaban en nuestra casa. Al parecer tenían problemas con el departamento que compraron para cuando estuvieran en la ciudad, un dato que se les escapó decir un día mientras cenábamos; y Keithan aún no conseguía un nuevo departamento para ellos, ni para nosotros, tal como habíamos hablado de compartirlo con Jeremy.
Todos logramos inscribirnos de forma exitosa en la universidad y ese día celebramos todos, incluyendo a Jeremy quién cada vez me caía mejor y mejor. Era un chico bastante agradable y divertido cuando dejaba de un lado su timidez.
En cuanto a Rámses y a mí, seguía siendo complicado. Todas las noches eran una tortura mutua y no ayudaban ni un poco las provocaciones de Rámses, como aquella vez que se le olvidó la toalla cuando salió de la ducha, o cuándo se puso a hacer ejercicios en la habitación solo usando pantaloncillos negros muy apretados. Ni hablar de que si me conseguía en espacios reducidos me recostaba todo lo que tuviese en su cuerpo. Vivía hiperventilando, y a este ritmo sufriría del corazón a mis veinte años, pero no mentiría diciendo que no me gustaba porque me encantaba. Lo que si era cierto es que no tocábamos el tema de nuestra relación ni la pausa que estábamos viviendo. Teníamos una pausa de la pausa, si es que eso era posible.
Pero él iba a mi ritmo, como prometió alguna vez.
—¿Estás lista muñeca? Es hora de irnos.
—Vámonos, no estaré lista nunca.
En el camino me acurruqué contra Rámses, era un instinto básico que no había perdido y que a pesar de lo complicado de nuestra relación hoy lo necesitaba como nunca. Nos bajamos en los Tribunales y mis piernas se volvieron de gelatina de forma automática, pero gracias a la ayuda de mi francés sobreprotector, logré no solo llegar a los Tribunales, sino a la sala del juicio y sentarme al lado de Mike, sin caerme, tropezar o desmayarme en el proceso.
Como siempre el grupo de abogados, de mis abogados como siempre recalcaba Mike, se sentaron de tal forma que yo quedara tapada de la visibilidad de Stuart, sin embargo cuando entró a la sala pudo verme aunque giré mi rostro evitándolo a toda costa.
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Mike entregó una copia del listado de los testigos que presentaríamos y la defensa colocó algunas excepciones que en las palabras de Mike resultaban "redundantes, innecesarias y exageradas", razón por la cual el juez les pidió a ambos abogados que se acercaran hasta el estrado.
Me giré para ver a mi familia y recibir un poco de aliento, porque francamente la situación era emocionalmente agotadora y tener un poco de contacto visual con ellos siempre me ayudaba, pero cuando lo hice noté a un hombre sentado al final de los asientos. Su rostro se me hizo muy familiar y recordé que era el mismo que una vez me estuvo siguiendo en la universidad.
Quise avisarle a alguien, pero Mike regresó a la mesa y el juicio se reanudó.
—Rechazaré las consideraciones de la defensa hasta que presente mejores sustentos—indicó el Juez—. Les diré algo a los abogados, este es un juicio lo suficientemente difícil como para alargarlo más de forma innecesaria, este Tribunal no tolerará esa situación. Sigamos, ambas partes presentaron el listado de sus testigos y también las objeciones, sin embargo este Tribunal deberá posponer dos de las fechas. Abogados, por favor acérquense al estrado.
Una vez más Mike se levantó y caminó hasta el estrado obedeciendo al juez. Llevaba un traje a la medida que a simple vista era muy costoso, pero jamás presumiría innecesariamente de ello. Sabía que era adinerado de cuna, pero jamás lo decía o comentaba. Si, se vestía bien, comía, viajaba, disfrutaba, pero jamás podría acercarme a saber su fortuna, porque para él eso no era importante, por algo tenía varios días compartiendo cama con su ahijado, cuando bien podría pagarse una suite en el mejor hotel del estado. Esas cosas eran las que más me gustaban de Mike, tenía un corazón inmenso y aunque él mismo lo sabía, no lo presumía.
Mientras miraba a Mike conversar con el abogado de Stuart y con el Juez, pasé la vista por el escritorio y una hoja llamó mi atención. El titulo era claro "Testigos". Era un gran número de nombres y fechas en que serían presentados. Reconocí varios nombres, no me extrañó ver a todos los O'Pherer, a Hayden, ni siquiera a Marypaz o a mi mamá; sin embargo un solo nombre me frenó el corazón: "Ameth Maggio".
Nunca había escuchado ese nombre, pero el apellido era el mío. ¿Acaso...? No, no es posible.
Intenté recordar las cosas que mis abuelos y mi mamá me dijeron sobre mi papá o su familia, recopilando en todos los archivos de mi mente. No era mucho, pero lo más significativo fue una conversación que escuché a escondidas entre mis abuelos. Era el día del padre en el colegio, fue la primera vez que pregunté por mi papá, y mi abuelo no había sabido responder mis preguntas.
—¿Entonces nunca le diremos? Hoy podemos evitar la respuesta, pero no mañana. Está creciendo.
—¿Cómo hacemos? Rosalía no quiere decir nada del papá y no podemos torcerle un brazo para que lo haga. Ya se lo he preguntado demasiadas veces.
—Pero un nombre... algo! Mia merece saber quién era su papá, aunque no lo conozca o él no sepa de ella. ¡Yo que sé! ¿Sabe que fue papá? ¿Sabe de Amelia?.
—Ella dijo que nunca quiso saber de ella o de Amelia. Ay amor, tu sabes muy bien cómo se cierra en ese tema.
—Buscaré su partida de nacimiento; Amelia lleva su apellido, así que allí debe decir sus datos.
Mis abuelos no sabían nada de quién era mi papá y de esa conversación me quedó el sabor amargo del que era mi papá no quiso saber nada de mí. Nos abandonó sin que le importase nada. Eso fue razón suficiente para no preguntar más nunca por él.
Pero entonces ese nombre... Ameth Maggio, ¿Quién era?. Mi abuelo había dicho que buscaría mi partida de nacimiento, y yo recordaba haberla visto muchas veces, pero no mencionaba a ningún papá, sin embargo ya aparecía mi nombre como Maggio. Entonces recordé que en algún momento, Stuart habló de adoptarme como su hija, un plan que no era descabellado en aquel entonces y dijo que se le podía hacer una enmienda a mi partida de nacimiento, para también cambiar los apellidos. ¿Y si mi partida de nacimiento ya contaba con una primera enmienda?.
Quizás en esa primera enmienda aparecía el nombre de mi papá.
Mike regresó a la mesa y me vio con la hoja en las manos, su cara palideció un poco y entonces supe que ese nombre no era cualquiera; y él supo que yo lo sabía.
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POV MIKE OYTAR.
—Señor, tenemos a una persona acercándose a ustedes. No identificada, posible periodista.
—Nada de periodistas, que no se acerque—ordené y esperé pocos segundos por la confirmación.
—Señor, se marchó pero le dejó una tarjeta de contacto. Querrá ver esto.
Lo siguiente que me llegó fue una foto, cuyo nombre heló mi sangre. No sabía qué hacer, así que mantuve la calma hasta que estuve solo para llamar a Fernando y a Hayden. Cuando les pasé la imagen quedaron tan mudos como yo. Mi opción era llamar de una buena vez, pero la de Fernando fue la más sensata, investigar primero.
Pero no fue sencillo, si conseguí muchas cosas en relación al dueño de la tarjeta, pero no lo que realmente necesitaba. ¿Cuál era la relación verdadera con Amelia?.
Fue entonces cuando viajé hasta Los Ángeles y personalmente me sumergí en el Registro Civil. Conseguí la constancia de nacimiento original de Amelia, la misma que ya tenía, pero en ese libro figuraban las modificaciones, y en la que fue reconocida por su padre señalaba su nombre y demás datos. Con el número de su seguridad social fue mucho más sencillo investigar realmente a profundidad.
Un mes estuve investigándolo, su pasado y su presente, sus empresas, su familia. Todo. Mantuve informado de cada nuevo dato a Fernando y a Hayden que compartían la misma angustia que yo: ¿Qué sería de Amelia con esta noticia?.
Ella era fuerte, pero no le correspondía llevar tanto peso sobre sus hombros, pero lo que todos pensábamos pero ninguno se atrevió a decirlo en voz alta era: "¿se irá Amelia con su papá?".
Egoístamente hablando, esperaba que no, ella era ahora parte de nuestra familia, no dejaría de serlo porque quisiera conocer a la familia de su padre, que por lo que alcanzaba a investigar era bastante normal y cariñosa; era justo que ella compartiese con su padre, con su hermano y francamente con la fortuna que venía con su apellido, aunque con nosotros no le faltaba ni le faltaría nada.
—¿Entonces conseguiste algo?—preguntó Hayden.
—Conseguí todo, pero muy limpio, ni siquiera puedo decir que está tan limpio que parece sospechoso. Es una buena familia, conservadora y tradicionalista, buenos valores, actividades familiares y todo. Intentan mantenerse fuera del foco público y pasar bajo perfil, algo que han logrado con su hijo.
—¿La buscó?—Fernando había permanecido callado en todo ese momento.
—Si, por todos lados, pero en Venezuela. Creyó que Rosalía se la había llevado a Venezuela, seguramente siguió alguna pista falsa que ella misma habrá implantado. Conseguí algunas viejas declaraciones y hasta donde él sabía los abuelos de Amelia se habían regresado a Venezuela hace mucho tiempo.
—No sé qué hacer—confesó Fernando—. No podemos ocultarle esto a Amelia, pero quisiera que fuésemos nosotros lo que tuviésemos el control de esa situación. Él ya intentó acercarse una vez, ya la consiguió y no desistirá, creo que es hora de que hablemos con él y veamos sus verdaderas intenciones.
—¡No nos quitará a nuestra muchacha!—dijo Hayden—. ¡Me sabe a mierda que sea su papá!, es un desconocido para ella y suficiente familia loca con Stuart y Rosalía como para que caiga en una familia que quién sabe cómo la van a tratar. Pasará a hacer una heredera, y yo ya he visto muchos culebrones de venevisión y televisa para saber que puede terminar como una cenicienta moderna. Y si le hacen algo a nuestra muchacha, allí si que...
—¡Ay por Dios!, primero deja de ver tantas novelas, segundo deja el drama y tercero no creo que Amelia se vaya con él, no nos dejará, menos a Rámses ni a Gabriel. Está estudiando, no dejará su carrera, es posible que se quiera ir unas vacaciones para conocer a su familia, pero no nos abandonará—le respondí, Hayden solía ser realmente dramático cuando quería.
—Bueno, entonces contáctalo. Hablemos con él. Organicemos una cita, en su terreno, no en el nuestro.
—¿No es mejor que él venga?
—No, si las cosas no salen bien, nosotros llegaremos más rápido a casa para hablar con Amelia, porque tendremos pasajes comprados.
—Pero que sea sorpresa, pide una cita a nombre de otra persona. Ya me tengo que ir, búsquenme pasaje y avísenme con tiempo—agregó Hayden y seguidamente se despidió porque debía reintegrarse a la guardia.
—Mike, redobla la seguridad, que Albert esté atento, que no se acerque a ella antes que nosotros.
—Ya lo hice, papi, tranquilo.
—Le diré a Johana que nos busque pasajes. También tengo que irme. Mike...
—Lo sé, lo sé. Tranquilo, lo tengo todo controlado.
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—¿Qué parte de tener todo controlado implica que Ameth buscara a Amelia en la universidad?.
—No necesito tus regaños, Fernando. ¿Crees que soy el único con trucos? ¿El único que puede contratar un equipo de investigación?. No sé si sabía que éramos nosotros lo que acudiríamos a esa cita, pero en cualquier caso ya no hacemos nada lamentándonos. Vamos a concentrarnos en la reunión de ahora.
—Sigo creyendo que deberíamos hablarlo con Amelia primero; pero ese peo no lo asumiré yo, cuando ella se entere, porque se enterará, no se pondrá Blair conmigo.
—No tiene por qué enterarse si hacemos las cosas bien—insistí.
—Entre el cielo y Facebook no hay nada oculto, Mike.
—Entonces... ¿Están listos? ¿Le digo que pase?—Fernando estaba impaciente, y cuando asentimos, presionó el comunicador que le anunciaba a Johana que podía entrar nuestra cita.
—Buenas tardes caballeros
Ameth Maggio entró en la habitación con paso firme, su rostro dibujaba una sonrisa de satisfacción, pero no parecía ni un poco feliz. Detrás de él entró un hombre que doblaba su tamaño y su peso, que me hizo recelar.
—Espera afuera, por favor—le indicó por encima de su hombro.
Su guardaespaldas nos miró con detenimiento, revisó la oficina e inconforme salió cerrando la puerta detrás de él. Sabía que permanecería parado junto a la puerta, en total estado de alerta porque fue más que notorio que no estaba acostumbrado a dejar a su cliente solo, mucho menos con desconocidos, pero estaba muy bien entrenado en obediencia.
—Lo lamento, sufrí un atentado hace unos años y desde entonces llevo guardaespaldas conmigo, estoy acostumbrado a su presencia, pero reconozco que es intimidatorio para todos. Un placer por fin conocerlos. Soy Ameth Maggio, el papá de Amelia.
Nos tendió la mano a todos y se sentó en una de las sillas. Por la ocasión, estábamos en la sala de reuniones de la embajada, una gran mesa redonda, con café, té y algunas galletas, nos servían de escenario.
—Señor Maggio, soy Fernando O'Pherer, le presento al Doctor Hayden Michia y al Doctor Mike Oytar, todos somos los tutores de Amelia y en lo que respecta, sus padres.
—Sé muy bien que padre no es el que engendra, sino el que cría, pero ninguno aquí ha criado a Amelia.
Empezábamos muy mal si esa sería su actitud porque nosotros hemos tenido más presencia en la vida de Mia, que él.
—Pero les concederé el título porque han hecho más por ella, que lo que he hecho yo, aunque no por elección propia, pero les diré que quiero ganarme también ese título. ¿Por qué tardaron tanto en contactarme?
—Teníamos que investigarte un poco—respondí, él no era tonto, así que no perdería tiempo creyéndolo—. Tanto como tú nos investigaste a nosotros. ¿Qué tal lo que conseguiste?.
Él rio con genuina diversión y se relajó en la silla.
—Mucho, pero en realidad lo que más importa de todo lo que averigüé de cada uno es que han sido excepcionales con mi hija y eso nunca podré pagarlo.
Miré a mis hermanos de vida y la cara de confusión debía ser la misma que yo tenía. Entre todas las cosas que habíamos leído de él, la prepotencia lo describía, sin embargo no era lo que teníamos en frente.
—Les rellenaré algunos vacíos que deben tener en lo que consiguieron— se inclinó para tomar algunas galletas de la mesa antes de proseguir—. Conocí a Rosalía porque trabajaba para mí, ella se enamoró perdidamente y yo era lo suficientemente estúpido en aquella época para creer que lo que sentía por ella era amor o podía llegar a serlo. Estaba en una relación desastrosa, que me dejaba vacío e insatisfecho en demasiados aspectos, y ella era atenta, divertida, complaciente y hermosa. Estuvimos saliendo por mucho tiempo y conocí varias facetas de ella, algunas me hacían creer que era amor, otras me hacían querer huir de ella lo más rápido que pudiera. El amor que Rosalía me profesaba era puro y sincero, pero cuando comencé a poner distancia entre nosotros cambió, se volvió posesiva, problemática e incluso obsesiva. Pero ella era un vicio, una adicción que me costaba arrancar de mi vida. Fue en una de esas tantas recaídas que ella quedó embarazada.
>> Si, Amelia fue un accidente. Hasta el día de hoy estoy seguro de que ella se embarazó con toda la intención de mantenerme unido a ella, sin embargo no soy un hombre que se doblega por nadie, ni siquiera por una mujer embarazada de mi hija; pero mucho antes de tener a Amelia en mis brazos, ya estaba enamorado de ella, por lo que no me importaba como llegó a mi vida, solo que había llegado. Pero no me podía fiar de Rosalía, sobre todo cuando comenzó a manipularme e incluso chantajearme con la niña.
>>Tuve que ceder a todos sus caprichos, incluso cuando comenzó a afectar mi vida entera. Me pedía cosas absurdas en la madrugada alegando antojos, cuando en realidad era que quería convencerme a pasar la noche con ella, me decía que se sentía mal y yo corría siempre a su lado con el corazón en la boca. Aguanté todo el embarazo con el miedo que un día abortase porque no tenía toda la atención que quería, así que le daba todo lo que me pedía. Cuando Amelia por fin nació, fue el día más feliz de mi vida hasta ese momento.
>>Es impresionante como un ser tan pequeñito te puede cambiar tanto la vida y la forma de pensar. De por si cuando supe que estaba en camino, comencé a cambiar mi forma de vida y como procedía con otras mujeres; pero cuando la tuve en brazos me di cuenta lo pequeño que yo era en el mundo, porque la magnitud de ese amor fue algo inexplicable.
>>Y entonces un día cometí el error de no seguir cayendo en las manipulaciones de Rosalía y le dejé en claro que ella y yo no seriamos la familia feliz que ella esperaba, que yo sería el padre de Amelia, pero de ella no sería nada más. En el momento no me di cuenta de mi error, pero ahora cuando miro ese recuerdo puedo ver en su mirada los planes, en ese momento tuve que darme cuenta de lo que pretendía, porque hoy en día lo veo tan claramente que me enerva. Ella se marcharía y yo no me di cuenta.
>>Y cómo cuándo las cosas van mal siempre pueden ir a peor, una de las sedes de la empresa sufrió la explosión de una de las maquinarias, tuve que viajar de inmediato, varios heridos, gracias a Dios ningún fallecido. Fue un accidente que me mantuvo ocupado por varios días y cuando regresé ella ya no estaba. Se había ido con mi Amelia.
Los recuerdos eran dolorosos para Ameth, lo llenaban de tantos sentimientos que su cara se distorsionaba en una mueca que iba de enojo, frustración, dolor, perdida.
—Creo que lo demás ya lo pudieron averiguar con sus investigaciones. Todo lo que busqué a Amelia y de cómo estuve años como un imbécil buscándola en Venezuela. Hasta que un día, en mi oficina, revisaba el periódico y allí estaban ustedes y Amelia.
—¿Y decidiste venir hasta acá para presentarte?.
—Si bueno, no es el plan más brillante del mundo y francamente entré en pánico—dijo riéndose de su propia torpeza.
Estaba impresionado con la simpleza con la que hablaba, porque definitivamente era una persona muy distinta a la que la prensa describía.
—Así que dejé la tarjeta para que me contactaran pero como no pasó francamente tuve miedo de que la escondieran de mí, por eso intenté acercarme otra vez, pero considerando como huyó, creo que la terminé asustando y hasta allí mi ilusión de no traumatizarla con la noticia, porque finalmente no tengo ni idea si Rosalía le contó de mí, o peor, si le contó toda una película de terror.
—Bueno, si la asustaste, pero porque le notó el arma a tu guardaespaldas, al principio creyó que podrías ser algún periodista insistente, pero ningún periodista va armado.
Ameth se pasó las manos por su cabello varias veces y respiró profundo. Estaba preocupado.
—¿Qué buscas en Amelia?—preguntó Fernando.
—Si crees que te la llevarás...—comenzó a decir Hayden bastante a la defensiva, sin embargo el aludido lo interrumpió.
—Solo quiero conocerla, que me conozca, que no soy todo lo que Rosalía pudo haberle dicho de mí. Me gustaría que conociera a su familia, a su hermano, sus tíos, primos; pero no la presionaré para que lo haga, no pretendo arrancarla de lo que es su hogar, interrumpir sus estudios. No quiero que mi llegada a su vida la desestabilizara.
—Amelia ha pasado por mucho. Entenderás que cuando supimos quién eras quisimos mantenerla alejada del dolor y el desequilibrio que esa noticia puede traerle a su vida. Creemos que la presión del juicio ya es razón más que suficiente como para que vayamos con mayor delicadeza con ella—explicó Fernando y Hayden bufó.
—Tú me vas a disculpar Fernando, pero nuevamente subestimas a Amelia, ella es mucho más fuerte de lo que crees. Y francamente, estás tomando una decisión, estamos tomando una decisión que no nos corresponde. Ni siquiera a Ameth acá. Es Amelia quien debe decidir si quiere conocerlo y en qué términos, no nosotros.
—¿Qué propones?—Ameth estaba interesado en la postura de Hayden, creo que vio en él, el apoyo que no vio ni en Fernando ni en mí.
—Que le demos la oportunidad de elegir si quiere conocerte. Creo que deberíamos darle la noticia, contarle la verdad y esperar que ella analice y se sienta segura en tomar una decisión. Definitivamente no presentarte de sorpresa. Busquemos la oportunidad más idónea para hablarle del tema y que ella tome una decisión.
—¿Y cuándo sería esa oportunidad perfecta?—consultó Ameth.
—San Valentín. Estaremos todos reunidos, y estará Rámses.
Fernando y Hayden estuvieron de acuerdo conmigo.
—Estoy dispuesto a esperar, lo he hecho tanto que no me cuesta unas semanas más. Ahora, con respecto al juicio quiero saber cómo va. Sé que eres uno de los mejores abogado del país, pero quiero ponerte a la orden a los míos, aunque sea para que sean tus lacayos.
—Eso no hará falta, tengo a mis propios esclavos y discúlpame Ameth, pero no quiero manos desconocidas en este juicio. Pero si quisiera tu declaración en contra de Rosalía.
—Cuenta con ello.
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POV AMELIA MAGGIO.
—Mike...
—Muñeca, primero terminemos con el juicio, luego responderé tus preguntas.
Mike se sentó a mi lado mientras el juez revisaba los documentos que tenía delante de él. Volví a voltear a buscar ese rostro conocido pero ya no se encontraba en la sala, miré a mi familia y estaban tensos y nerviosos. Rámses tenía la mandíbula apretada con tanta fuerza que podría partirse los dientes y cuando hice contacto visual con él, giró el rostro evitándome. Gabriel en cambio, tan diplomático como su papá, me dio una sonrisa, pero lo conocía tan bien que sabía que estaba nervioso.
—Empezaremos con las declaraciones de los testigos la próxima semana. Abogados, les pido por favor, encarecidamente, que no hagamos de este juicio un show. Ahora bien, estuve revisando el informe psicológico presentado por ambos y debo decir...
—¡Objeción!. ¿Qué informe psicológico?—dijeron Mike y el abogado de Stuart al unísono.
El Juez, comenzando a perder la paciencia se masajeó la sien y respiró profundo.
—Si perdiesen menos tiempo en poner trabas en el juicio o fastidiar a la otra parte, podrían haberse enterado que ambos enviaron informes psicológicos de Amelia.
Todo el grupo de Mike estalló en murmullos hasta que el juez los mandó a callar. Mike los fulminó con la mirada, ese desliz les saldría caro.
—Les concederé un receso de treinta minutos para que puedan leer el informe presentado por su contraparte.
El alguacil entregó copia de los mencionados informes a los abogados de Mike y al de Stuart, y el Juez salió de la sala.
—Mike...—no era el momento, pero yo no podía esperar.
—Muñeca... prometo responder todo lo que tengas que preguntar, pero necesito leer este informe, por favor.
Los minutos más eternos que tendría que esperar; mi mente divagaba tratando de buscar cualquier otra posibilidad que no fuese la que ya sabía muy bien que era.
Ameth Maggio.
Mi papá.
¿Por eso me llamaba Amelia? El "Ame" era por su nombre?.
¿Por qué se fue?
¿Por qué me dejó?
¿Por qué no me buscó?
¿Por qué ahora?
¿Qué hace aquí?
—Vamos muñeca, no te carcomas el cerebro. Responderé todas tus preguntas, solo ten un poco de paciencia.
El Juez ingresó nuevamente a la sala y todos guardaron silencio.
—Bien, como les decía antes del receso, estuve leyendo los informes psicológicos y ambos ofrecen puntos de vista validos e interesantes, sin embargo, no puedo considerar el informe psicológico presentado por la defensa porque el profesional que lo emitió lo hizo solo en base a sus percepciones del perfil de Amelia Maggio, no la entrevistó. ¿Cómo puede presentar un informe psicológico de alguien a quien no ha conocido y no ha analizado?. Si su informe fuese un perfil de víctima o culpable, podría aceptarlo, sin embargo, un informe completo, incluso con recomendaciones tan fuertes como lo hizo, me hace cuestionar completamente su profesionalismo. El informe presentado por la defensa se rechaza.
Un golpe en la mesa, dejó definitivamente firme esa postura del juez. No sé qué decía el informe, pero me alegraba que lo hubiese descartado.
—Ahora bien, con respecto al informe presentado por la fiscalía, lo permitiré, pero el estrado, de oficio, llamará a Alexa Lassen a rendir declaraciones que versarán sobre lo indicado en el informe.
Me sorprendí, no sabía que Alexa realizaría un informe sobre mí, mucho menos que lo presentaríamos al juicio. Quería leerlo, me llamaba la atención ver lo que escribió. En las pocas sesiones que habíamos tenido había aprendido a valorar su opinión y a darme cuenta que muchas de los pensamientos que tenía sobre algunos asuntos, y que usualmente obviaba, resultaba ser acertados. Como cuando con cierta vergüenza le confesé que sentía que quizás yo debía dejar de luchar tanto con la sobreprotección de los O'Pherer, porque no debía sentir vergüenza de dejarme amar como familia, de forma incondicional. Ese pensamiento siempre lo bloqueaba porque me seguía sintiendo un tanto aprovechadora, sin embargo, Alexa me recomendó seguirlo, porque esa parte de mi pensamiento, era la que luchaba al sentimiento de "No merecer ser amada" que muchas veces expresaba.
El juez dio por terminada la sesión del día y una vez más los abogados de Mike me sirvieron de escudo para que Stuart no pudiese verme cuando el alguacil se lo llevaba a los calabozos, de donde nunca debía salir. Finalmente salimos de la sala y antes de que los O'Pherer pudieses interrumpir a Mike para preguntarles sus opiniones del juicio, me planteé delante de él.
—¿Es... mi papá?
—Si, Amelia, es tú papá.
Y pensé que cuando lo confirmara estallaría en una cascada interminable con todas las preguntas que quería hacer, y sin embargó enmudecí.
Era mi papá...
Aquí...
Y como si no fuese suficiente para mi estado de shock...
—Amelia, hay muchas preguntas que necesitas responder y créeme que podemos hacerlo, pero quizás sería bueno que escucharas las respuestas directamente de él. Si no quieres conocerlo ahora, si quieres esperar para hacerlo, estará bien. Apoyaremos lo que sea que decidas.
¿Podía rechazar conocerlo? ¿Seguía aquí? ¿Se marchó? ¿Esperaba mi respuesta para volver?
—Pero... ¿él...?
—Él está aquí, solo espera que le digamos que está bien acercarse a ti—Rámses intervino y nuevamente me dio la tranquilidad que necesitaba.
Todas las preguntas se evaporaron de mi mente, solo una quedó bailando en ella.
—¿Me buscó?—si la respuesta resultaba ser no, no querría verlo, pero si él...
—Si, te buscó todos y cada uno de los días que no estuvo a tu lado—respondió Fernando.
Mis ojos estaban llenos de lágrimas, mi corazón martillaba con fuerza en una mezcla de ansiedad y miedo.
—Beleza, que responda todas las preguntas que tienes.
—Mia, escúchalo, créeme que no te arrepentirás—Hayden también me ofreció su apoyo.
—Yo haré lo que tú me digas que hagas. Si quieres que lo saque de acá y no se te acerque nunca, lo haré—Mike, sonaba tan seguro de poder hacerlo que eso me dejó cierta tranquilidad.
—Habla con él, si en algún momento ya no quieres seguir haciéndolo, si quieres parar y marcharte, dinos y te sacaremos de allí en un segundo, bombón.
No pensé en repercusiones, en si era o no correcto, si pensaría mal, si le daría alas, si... nada. No pensé en nada, solo erradiqué la distancia que existía entre los dos y apoyé mi frente en el pecho de Rámses y lo dejé abrazarme con fuerza.
—Je t'aime ma reine, je serai toujours là pour toi— Te amo mi reina, siempre estaré aquí para tí.
—Bien—dije al cabo de unos segundos que se sintieron eternos en los brazos de Rámses—. Hablaré con él.
Mike hizo un pequeño gesto, tan imperceptible que hasta dudé de que pudiese significar algo, sin embargo, todos se apartaron un poco de mí, solo Rámses se mantuvo a mi lado, sosteniéndome de la mano. Me giré con lentitud, asustada, nerviosa.
Su rostro familiar caminaba hacía mí, no era porque fuese un periodista que reconociera de algún canal, era familiar porque pude ver en él parte de mis propios rasgos. Había heredado su nariz, los ojos y la barbilla. Me era familiar porque se parecía a mí, o mejor dicho, yo me parecía a él.
Iba con un traje gris, una camisa purpura que combinaba perfectamente, sin corbata. Sus manos en los bolsillos y un tanto cabizbajo mientras daba pasos seguros hasta mí. Estaba nervioso. Detrás de él iba el mismo grandulón de la última vez, pero dejó de avanzar cuando mi papá le dijo algo por encima del hombro, sin dejar de mirarme ni por un segundo.
Y entonces un muchacho apareció detrás de él, era alto, su cabello castaño corto, sus ojos grandes y café. Me miró y sonrió. Su rostro también me era familiar, demasiado de hecho. Apresuró el paso y adelantó a Ameth, quien lo miró extrañado, como si no fuese lo esperado, como si ni siquiera supiese como llegó a su lado. Acortó con rapidez nuestras distancias y me estrechó en sus brazos.
—Soy, Enrique, tu hermano.
~ ~ ~ ~ ~ ~
Nota de Autora:
Y regresé de mis vacaciones!! Costa Rica es genial y como ya sabrán asistí a la boda de mi mejor amiga, lo cual fue increíble!. Tenía más de 3 años y medio sin verla, el mismo tiempo que tenía sin bañarme en la playa. Pensé que escribiría muchísimo, pero la electricidad en Costa Rica es muy distinta a la de Chile, por lo que tenía conectores para mi celular, pero no para mi computadora. Gracias a todas por estar pendiente de mí y por sus buenos deseos.
Y por fin llegó Ameth y Enrique. Yo opino igual que Hayden, la decisión no le correspondía a ellos, ¿ustedes que creen?.
Dejen aquí todas sus teorías para los capítulos venideros.
¿Como se imaginan a Ameth? Empecemos el casting para el actor
Suscríbanse al grupo de FB, se llama NO JUZGUES LA PORTADA.
Baisers et Abraços
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