CAPÍTULO 11. Más preguntas que respuestas
Pov Rámses.
Desperté con la misma ropa con la que llegué a la casa. Pude haberme ido temprano hoy, pero preferí adelantar algunas de las horas de práctica y así disfrutar unos días más de vacaciones en diciembre, fue la oportunidad que nos dieron los profesores y no pensaba desaprovecharla.
Apenas abrí los ojos busqué mi teléfono y le marqué a Amelia.
—Hola—su voz ronca y el bostezo que dio me dejó claro que también acababa de despertarse—¿Cómo te fue anoche?—'preguntó entre un nuevo bostezo, que casi me hizo ver sus amígdalas.
—Bien, adelanté algunas horas. ¿Y a ti como te fue? ¿A qué hora llegaron?.
—No finjas que no sabes—rio.
—Solo te doy la oportunidad de que me cuentes tú y de no confesar que estuve acosándote un poco.
—No tienes ningún tipo de vergüenza.
—Sabes que no.
Ella se levantó de la cama con el teléfono en mano y la vi mientras caminaba hasta el baño. ¿Sigue con la misma ropa de anoche puesta?.
—Despertaste con la ropa de Gabriel
—Si lo dices así suena muy mal.
—Suena muy mal para él, es quien se quedará sin esa camiseta apenas vaya.
—Me la regaló
—Entonces muy mal para ti.
Rodó los ojos y después de un nuevo bostezo silenció la llamada aunque aún podía verla. Estaba orinando, podía verla orinar a través de la pantalla pero no escucharla. Me daba gracia.
Me contó todo lo del juego y de la fiesta, incluido la visita al baño que tuvo que hacer junto con Gabriel. No me sorprendí, era lo que le había pedido que hiciera, lo que si me sorprendió fue que ella no se molestase sino que por el contrario fuese algo normal entre ellos.
Quizás la convivencia ha ampliado la confianza entre ellos. No me gustaba para nada eso.
—¿Qué harás hoy?—preguntó en cuanto salió del baño.
Hoy, por primera vez desde que iniciamos el curso, no tendríamos ni prácticas, ni clases.
—Iremos al parque estatal Don Carter para acampar.
—Pasarás la noche fuera de casa.
—Si—respondí, aunque ella no estaba preguntando.
—Bien, está bien, es bueno que salgas, no todo puede ser estudio y trabajo.
Pareciera que intenta convencerse a sí misma y no a mí.
—Voy porque los chicos insistieron.
—Lo sé. Yo salí anoche, es justo que tú también lo hagas.
—No voy por eso y lo sabes.
—Y yo regresé a dormir a mi casa y salí con mis amigos gays y tu hermano. Tú dormirás fuera de la casa con Susana
Respiró profundo y escondió su rostro en la almohada.
—Amelia, confía en mí.
—Lo hago—escuché su voz contenida a través de la almohada—, pero no puedo evitar estar celosa. Sé que es injusto, pero ¡arg! ¿no puede ser una noche de puros chicos? Tus partes encajan con las partes femeninas...
Apreté mis labios para no reírme, siendo completamente justo si la situación fuese al revés yo estaría fuera de mí. Bueno, estaría en un avión rumbo a Boston para ir con ella o evitarlo en el proceso.
—Me portaré bien, bombón.
—No es en ti en quien no confío.
—Confía en que sigo siendo el mismo de siempre y que sabré quitármelas de encima con mi usual encanto.
Amelia rio.
—Bien, lo lamento.
—No te preocupes. Ahora dime algo, es muy importante que seas absolutamente sincera y especifica.
Ella me miró con su atención renovada.
—Necesito que respondas a todas las preguntas que te haré. ¿Puedes prometerlo?.
—Claro, lo prometo. ¿Qué pasa?.
¡JA! Caíste, bombón.
—Amelia Maggio Gatica—futura O'Pherer—¿Qué ropa interior tienes puesta?.
—Caí—concedió rodándome los ojos pero con una sonrisa en su rostro.
Dejó el teléfono sobre la cama y me encontré mirando el techo. Apareció a los pocos segundos, con su sonrisa ancha y el cabello suelto.
—Ninguna—respondió y mi polla palpitó.
—¿Y tú?.
Maniobré para quitarme el short y el bóxer con rapidez antes de responderle: —Voy como Dios me envió al mundo.
—Hoy quiero acabar junto contigo. Y, Rámses, quiero verlo.
Como si estuviésemos sincronizados buscamos los audífonos y los conectamos.
—Yo también quiero ver.
Ella acomodó la cámara y yo hice lo mismo. El trípode que Hayden me compró era muy práctico para estos momentos.
—Guía mis manos—me pidió y dicho eso comencé a darle indicaciones de lo que ella debería hacerse, como si fuesen mis manos las que vagaban por su intimidad.
Amelia tampoco se quedó atrás. Me daba directrices tan precisas que me hacía suspirar. No me costaba imaginar que eran sus manos las que me presionaban la entrepierna, porque ella no dejaba de susurrármelo con su voz ronca y entrecortada por sus propios jadeos. Podía lograr que me transportase, hasta esa habitación donde ella estaba, con gran facilidad.
Las primeras llamadas picantes que hicimos eran más graciosas que excitantes, pero conforme practicábamos nos salían cada vez mejor, por supuesto que no podía compararse con estar tocándola de verdad, pero debía conformarme con imaginarme dentro de ella o que era su mano la que me masturbaba. Lo único positivo de esta situación es que creció en mí una nueva fantasía de verla tocarse a sí misma delante de mí. Ya llegaría el día de que lo hiciera.
—Eres un desastroso—se burló de mí mientras limpiaba una vez más la pantalla del celular.
—Si tú eyacularas también hicieras un desastre así.
—Probablemente, pero como no lo hago y como mi teléfono no es él que está lleno de orgasmo, puedo burlarme.
—Si mi teléfono estuviese lleno de tu orgasmo, probablemente me daría morbo y te follara sin clemencia en castigo.
—Recuérdame que lo haga entonces. En navidad te marcaré a ti y a tu teléfono también.
—Tenemos un trato bombón.
La escuché reírse pero yo hablaba en serio.
***
—¡Don Carter, aquí estamos!—exclamó alegre Ulises.
El viaje en carretera duró un par de horas. Íbamos distribuidos en varios vehículos y yo me subí de copiloto al auto de Ulises, con Susana y Elisa. Me quedé dormido casi de inmediato y poco me importó.
En un segundo auto, el de Ava, iban Alfred, Rust, James y Mathew.
Hicimos solo una parada para comprar todas las cosas que necesitaríamos para pasar la noche.
—Busquemos nuestras cabañas—dijo Ava.
Caminamos hasta la cabaña que fungía de recepción y entregamos nuestras documentaciones.
Las cabañas eran de dos habitaciones, para ser ocupadas por 4 o 5 personas, así que solo rentamos 2.
—No sé si tienes esperanzas de cogerte a alguna de las chicas, pero tú dormirás conmigo. No me dejarás solo—le aclaré a Ulises.
—Tampoco cogeré contigo, valga la aclaratoria—me dijo y reí.
Mientras las chicas iban a una de las cabañas para soltar su equipaje, Alfred y Rust fueron con ellas. En mi cabaña dormiríamos Ulises, James, Mathew y yo.
Apenas entramos, tomamos habitación y comprobé que mi teléfono no tenía una buena cobertura de señal. ¡Me lleva la mierda!. Le había escrito a Amelia hasta hace no más de media hora cuando me quedé sin señal, pensé que podría ser por las montañas que atravesábamos, pero ahora seguía igual de muerto.
—¿A quién le huyes tú?—preguntó Ulises.
—A Elisa, se metió la otra noche en mi cama y no quiero problemas con ella.
—¿Y qué hiciste?—preguntó sorprendido.
—¿Qué voy a hacer? Me fui a acostar con Hayden a su cama.
Ulises se sorprendió un poco, pero no me extrañó, sabía que la relación estrecha con mis tíos no todos la entendían.
—¿Y tú por que no estás intentando meterte en la cama de una de ellas?.
Ulises es mexicano, sus padres con mucho esfuerzo lo enviaron a estudiar a América. Consiguió una beca parcial para medicina en Boston y estaba haciendo el curso para prepararse mejor; era el segundo que tomaba, el primer fue el que estaba haciendo cuando lo conocí hace unos meses cuando vine de visita. Tiene el cabello negro y crespo, aunque se esfuerza en mantenerlo muy bien peinado hacía atrás cuando estamos en el hospital.
Le gusta trotar, es delgado y nada musculoso. Acordamos un día en entrenar juntos, pero no vivimos nada cerca como para intentarlo. Cumplirá el próximo mes la mayoría de edad y eso lo carga bastante entusiasmado.
—Ya estoy en una relación.
—¿Con alguien de tu tierra?.
—No, vive aquí pero eso no lo hace menos complicado. Nuestros horarios no ayudan para nada.
—No te quejes, debes verla más seguido de lo que yo veo a Amelia.
—Lo hago, pero si mi horario es complicado deberías ver el de ella. Demasiadas responsabilidades que atender.
—Suena mayor que tú...
—Es mucho mayor que yo, así que técnicamente parte de las complicaciones es la ilegalidad.
¡Mírenlo pues!
—¿Qué tan mayor?—me pudo la curiosidad.
—Lo suficiente para que sea escandaloso—dijo riendo con fuerza—, pero ¿Qué te puedo decir? "a mí me gustan mayores"—tarareó y me hizo reír.
—Bueno, nos cuidamos mutuamente. He visto cómo te mira Ava.
—Yo también lo he visto y francamente... me asusta. Creo que si la llego a saludar comenzará a planear nuestra boda.
Me reí, porque había descubierto a Ava bromeando con lo que bien que sonaría su nombre junto al apellido de Ulises: Bravo.
Salimos de la cabaña y nos encontramos con el resto de los chicos y comenzamos a recorrer la zona. En el medio del parque había una laguna que hacía las veces de playa, estábamos llegando a invierno por lo que no era del todo recomendable que nos bañáramos.
El parque también tenía construida varias parrilleras para los que querían hacer comida al aire libre, lugares especiales para hacer fogatas de forma segura. Nosotros habíamos traído de todo un poco para cocinar en las cabañas y más bebida de la que creo que podríamos tomar.
No éramos los únicos en el lugar, este era uno de los lugares por excelencia para la familia y universitarios, por lo que cada cierto tiempo veíamos a un grupo con música y bebidas.
Seguía sin señal y me urgía comunicarme con Amelia así que dejé al grupo decidiendo lo que íbamos a comer y caminé hasta la recepción, donde nos avisaron que habría un teléfono a disposición. Utilicé la tarjeta de crédito para pagar la llamada.
—Hola bombón. Ya estamos en el parque pero no tengo nada de señal, te llamo desde un teléfono público desde la recepción.
—Sí, leí que no habría señal, así es Rámses, no eres el único que sabe acosar. ¿Qué tal el trayecto? ¿Y las cabañas?.
Me reí por su acoso.
—Aburrido y dormiré con Ulises en un mismo cuarto y en el otro James y Mathew.
—Bien, no tendré que ponerme celosa, pero tu hermano será otra cosa...—ella guardó silencio mientras le repetía lo que le acababa de decir al portugués—. Gabriel te manda a decir que el único hombre con la que puedes dormir de cucharita es con él y que te comportes bien o te tendrá que cortar el pene.
—Dile que mi pene es tuyo, pero que si algún día decido ser gay, será solo suyo.
Amelia se rio pero le retransmitió el mensaje.
—Dice que cuando eso ocurra, porque al parecer está muy seguro de que ocurrirá, el será el activo.
—¡Hecho!. ¿Y tú que harás hoy?
—Bueno... saldré con Gabriel y unos compañeros de universidad. Ellos tienen un grupo de estudio y yo llegaré más tarde.
—Recuérdale a Gabriel que si algo te pasa, yo seré el que le corte el pene.
—Lo sabe, pero se lo recordaré.
—Te amo bombón, ya tengo que irme, hay gente esperando por el teléfono.
—Te amo, Rámses. Has que se porten bien contigo.
—Es increíble como Amelia te cambia el humor. Quiero conocerla definitivamente.
Ulises me caía bien y eso era decir mucho. No era de tener muchos amigos pero en esta nueva etapa de mi vida, Amelia me hacía querer ser mejor persona.
—¿Qué harás en las vacaciones de navidad?
—Nada planeado. No tengo familia en la ciudad y mi novia se irá con su familia.
—¿Quieres pasarla con mi familia? Eres más que bienvenido.
—Suena bien, pero los pasajes...
—Tú dime si quieres venir y yo me encargo del resto. Hemos viajado por medio mundo, me sobran muchas millas por cambiar en vuelos.
Ulises se emocionó, creo que pensaba pasar estas fechas solo.
—Solo si de verdad no seré una molestia.
—Ninguna—aseguré.
Regresamos con el grupo, quienes ya habían decidido hacer una pequeña barbacoa de hot dogs, incluso ya estaban preparando los panes y las salchichas.
Y mientras continuamos preparando la cena y cocinándola llegaron las primeras cervezas. Cuando nos sentamos a comer y las cervezas se habían acabado así que abrimos el tequila.
—No jugaré—repetí mientras llevaba el vaso a mis labios.
—Vamos, Rámses. No seas aburrido, solo es girar la botella.
—Dije que no
—¿Por qué no?—insistió Elisa.
—Porque tengo novia y es más que capaz de matar a cualquiera de ustedes que me bese.
—¿Y si solo besas a los chicos?—bromeó James.
—También tengo un hermano muy territorial. Jueguen ustedes.
Los vi girar la botella y contestar preguntas incómodas, darse besos de los cuales se arrepentirían después y hacer retos ridículos. Me reí con ellos.
Son los efectos del alcohol, sin el en mi organismo estuviese completamente aburrido.
Me levanté a servirme otro trago y trastabillé con mis propios pies. Hace mucho tiempo que no tomaba con mi hermano o con Amelia, siempre estaban presentes uno de los dos, esto se me hacía completamente raro.
Raro y peligroso.
Me alejé del grupo que seguía jugando a girar la botella, en dirección a la laguna. Sabía que no era profunda porque además de tener indicadores de profundidad, vi temprano a unos niños zambullirse en el agua.
Me sentí mareado así que tomé un último trago y boté el resto en la arena. Me quité los zapatos, los calcetines, el suéter manga larga que llevaba y el pantalón, quedándome solo en bóxer.
Y entré al agua. No había ninguna prohibición de nadar en la noche, creo que era solo sentido común, pero después del quinto trago de tequila y las 4 cervezas, no quedaba mucho de eso en mí.
El agua estaba helada y me quitó el mareo de forma inmediata, no era nada profundo, de hecho el agua apenas me llegaba a las rodillas, así que me senté, mojé el cabello y la cara y me quedé allí sin moverme, con los ojos cerrados disfrutando del frio.
Las temperaturas en Francia eran más heladas que ésta, así que aunque hacía frio, era realmente soportable.
—¿Qué haces aquí tan solo?—dijo Elisa desde la orilla.
No le respondí.
—¿Debo recordarte las desventajas de nadar en aguas frías en la noche? O ¿las de nadar con alcohol en tu organismo?.
La volví a ignorar.
Escuché algunos ruidos y luego los pasos que daba en el agua. Pensé que se detendría al lado mío y sin embargo siguió caminando. Iba completamente desnuda y tuve que voltear la cara.
Se lanzó en el agua helada en una de las partes más profundas y emergió riéndose.
—Anda, Rámses, ven hasta aquí. No es profundo.
Quise levantarme e irme, pero no pude, la zorrita estaba tomada y nadando en un lago, temí que ocurriese un accidente si la dejaba sola, así que permanecí en el mismo lugar, sin moverme. Exasperado y molesto porque interrumpiera mi momento de paz.
En otro momento no lo hubiese dudado, ya estaría en el agua con ella fallándomela para después despedirme y evitarla a toda costa al día siguiente; ya había pasado antes, en una laguna también, con una chica que ni recuerdo el nombre. En ese momento me la follé porque no había nada mejor que hacer, porque tirar me hacía sentir vivo y que no desperdiciaba mi vida solo en la tristeza.
Hoy no me la follo porque estoy con Amelia, pero aunque estuviese soltero tampoco me la follaría, porque ya no necesito pruebas de que sigo vivo, sé que lo estoy y no tengo tristezas en mi vida que quisiera ahogar con ninguna desesperada.
—¡Rámses, tengo un calambre!.
Bufé molesto, de verdad no quería ir hasta donde estaba ella. Pero la vi luchar por mantenerse a flote en el agua. El recuerdo de Amelia en aquella playa, con un calambre que casi hace que se ahogue hizo que me pusiera en movimiento. Caminé con rapidez entre el agua hasta que llegué hasta el punto donde ella estaba, solo que se había sumergido.
Entré en pánico, el agua me llegaba al pecho, no era posible que se hubiese ahogado en esa altura, pero no sabía cuánto licor había consumido.
Cuando me disponía a sumergirme en el agua helada y oscura, ella salió a flote riéndose del juego de mal gusto y saltó sobre mí.
Su pecho desnudo chocó contra el mío y sus piernas se envolvieron mis caderas.
—Sabía que vendrías por mí.
— Tu est un idiot - Eres una idiota. Bájate.
—¿Qué? Me parece súper sexy cuando hablas en francés, no importa lo que digas. Háblame en francés por favor.
—Suéltame.
La tomé por los brazos y comencé a forcejear para desprenderla de mí mientras ella se reía. A mi tercer intento logré quitármela de encima y la lancé sobre el agua.
—Eres un imbécil. ¿Estás seguro de que Amelia es mujer? Quizás lo que tienes es un novio esperándote.
—Oh, ella es mujer y una mucho mejor que tú—espeté furioso mientras caminaba a la orilla.
—No puedes dejarme sola, estoy tomada y nadando en un lago.
—Es tu problema. Mandaré a alguien por ti.
Ella golpeó el agua molesta pero también caminó a la orilla.
No me molesté en vestirme, la verdad es que no quería que ella volviese a acercarse a mí. Tomé mi ropa, los zapatos y el vaso donde estuve bebiendo y caminé hasta la cabaña.
—¿Y a ti que te pasó?—preguntó Mathew cuando me vio llegar, pero detrás de mí caminaba Elisa, con su ropa humedecida—Oh, ya entiendo—y me guiñó el ojo.
—No entiendes nada—gruñí y entré a la cabaña.
Ulises estaba tumbado en su cama leyendo un libro de Carlos Sisi, un escritor español cuyos libros de zombies me generaron pesadillas cuando los leí.
—¡Vaya amigo que eres tú!—espeté furioso con mis brazos en jarra.
—Primero vístete y luego me dices que te pasó. Pensé que te habías venido para la cabaña y cuando llegué no estabas.
—Fui a la laguna un rato y Elisa me abordó.
Me quité el bóxer mojado y lo lancé en una esquina, rebusqué entre mis pertenencias por uno limpio y mi toalla. Me tenía que dar una ducha.
—Ella dijo que iría al baño. ¿Qué quería que hiciera, que la siguiera a ver si orinaba o no?.
—Pues para la próxima tendrás que hacerlo. Se desnudó y se metió a la laguna, fingió un calambre y cuando fui a ayudarla se me guindó al cuerpo. Maldición, Amelia querrá matarla cuando le cuente. ¡Dios, ella me va a castigar! Será una puta tortura por culpa de esa zorra.
—¿Puedes vestirte? No quiero estar viendo tu pene. ¿Amelia te castiga?
—Sí, sus castigos son... Dios... son buenos, pero una tortura. Preferiría que me gritase.
—¡Rámses, tapate!—me arrojó mi almohada y con ella cubrí mi entrepierna—. ¿Cómo te castiga? No me digas que eres de los que le gusta que le den con un látigo o que te caminen encima con unos tacones.
—No soy de esos. Amelia me castiga con el sexo. Lo usa como un arma y maldición, me vuelve loco. La última vez estuve erecto más de doce horas, ¿sabes lo doloroso que es eso?.
—Pobre, no quiero saberlo. Ve a bañarte de una buena vez y sal vestido. Esta confianza entre nosotros comienza a hacerme sentir incómodo.
Me desperté temprano y salí de la habitación directo a la recepción, quería hablar con Amelia, la extrañaba una barbaridad. Tomé la decisión de no decirle lo de Elisa sino hasta que estuviese en casa.
Su teléfono repicó hasta el cansancio pero no atendió. Intenté un par de veces más pero me rendí. Quizás anoche habían llegado muy tarde y seguía dormida. Cuando ya me marchaba vi a Ulises en la fila para usar el teléfono, me dijo con la mano que me adelantase.
—No te atendió—dijo Mathew en cuanto me vio.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque sigues igual de amargado.
Bufé y me acerqué hasta Susana que comenzaba a preparar el desayuno junto con James y Ava. Ulises entró con una sonrisa en su rostro.
—¿Ves? A él si le atendieron el teléfono—se burló Mathew, haciendo ojitos exagerados.
—¿Envidia por qué no tienes a nadie a quien llamar?—terció Ulises y todos brotamos en risas.
—Para que sepas no me afecta no tener a quien llamar, estoy disfrutando mi vida de soltero.
—Pícala más pequeña, Rámses—me pidió Ava.
Comencé a picar la cebolla en cuadros más pequeños tal como me pidió. Susana troceaba unas salchichas mientras Ava abría varios huevos. Haría tortillas con tostadas para el desayuno.
Elisa salió del baño donde estuvo duchándose. Rust y Alfred regresaron con el jugo y el hielo que fueron a comprar. Comimos desperdigados por toda la cabaña y luego nos alistamos para salir. Queríamos hacer senderismo por la zona.
—¿Cinco idiomas? Yo si apenas hablo uno—se quejó Mathew.
—Y lo mal hablas—burló James.
—Debió ser divertido viajar tanto y vivir en tantos países—agregó Alfred—, yo no he salido del país nunca.
—No es tan divertido cómo crees. No podíamos apegarnos nunca a un sitio—respondí.
Llevábamos cierto tiempo caminando entre los árboles. Las chicas iban delante de nosotros enfrascadas en alguna conversación o complot, a juzgar por los murmureos constantes.
—¿Y si te tocaba mudarte, como hubieses hecho con tu novia?—preguntó Alfred.
—Me la hubiese llevado conmigo o me hubiese quedado con ella—desde que me enamoré de Amelia, sabía que eso sería así.
—Pero entonces estarías viviendo con ella—James puso cara de horror.
—Ya vivimos juntos. Bueno, vivíamos y viviremos.
—¡¿Cómo que vivirán juntos?!.
—Rámses, vivía con Amelia mientras iban al Instituto, y cuando terminemos el curso, vivirán juntos nuevamente—explicó Susana.
—Bro, tú no tienes novia, sino una esposa.
Sonreí y su cara de horror empeoró, creo que pensaba que me asustarían sus palabras.
—Yo no le veo nada de grave. Mis papás se casaron súper jóvenes y siguen juntos a la fecha—agregó Rust—. Si él ya consiguió a la chica perfecta ¿Por qué debe seguir buscando?.
—Eres todo un romántico, ¿no?—agregó Elisa.
—Siempre—respondió Rust con orgullo.
—¿En qué les gustaría especializarse?—preguntó Ava.
Habíamos terminado el sendero y ahora descansábamos en un claro, mientras comíamos los bocadillos que nos llevamos y tomábamos la poca agua que nos quedaba.
—Pediatría—Ulises fue el primero en responder.
—Estoy entre Cardiología y Neurología—meditó Alfred.
—Yo creo que me iré por medicina interna—respondió Ava.
James y Mathew coincidieron con traumatología. Susana quería ser ginecóloga, Elisa no lo tenía claro todavía.
—¿Y tú, Rámses?.
—No lo sé aún, cuando cambié a medicina quería ser cirujano plástico y especializarme en reconstrucciones faciales, pero ahora no lo sé—respondí después de sopesarlo muy bien.
—Es normal que eso pase, pero tienes tiempo para decidirte—acotó Ulises.
—Pensé que dirías Oncología—Susana me miraba confundida.
Solo porque mi mamá murió de cáncer no implica que quiera ahora descubrir la cura. En realidad, no quisiera tener nada que ver con esa enfermedad, porque solo sería un eterno recordatorio de la muerte de mi mamá. Jamás sería objetivo.
—No podría, sería demasiado—le respondí y a pesar de que quise ser discreto, Elisa logró escuchar.
—¿Y por qué no podrías?—curioseó.
—Porque su mamá falleció de cáncer—le murmuró Ulises.
Y aunque no sabía en qué momento se lo había comentado, agradecí que fuese él quien respondiera.
Regresamos a la cabaña y sin perder tiempo abrimos las botellas con las que pasaríamos nuestra última noche. Rust y Ulises prepararon una fogata y nos sentamos alrededor de ella. Escuchábamos la música de las cabañas vecinas y al ritmo de ella Ava y Susana bailaban con Rust y Mathew.
—Mi abuelo falleció de cáncer, es una espantosa enfermedad—me dijo James—, todos esperaban que yo estudiara para oncólogo, pero no quiero estar rodeado de eso todos los días. Yo era muy unido a mi abuelo.
Asentí y alcé mi vaso a modo de brindis. Entendía perfectamente cómo se sentía.
—¿Te molestarías si voy tras Elisa?—preguntó al cabo de un momento de silencio.
—¡Por favor, hazlo!—le respondí desesperado y él rio.
—Tenía que preguntar, esta mañana estuvo diciendo que tú y ella nadaron juntos anoche, pero en una versión muy distinta a lo que yo vi.
¡Esa zorra!. Si Amelia se entera...
—Se me lanzó encima y ya se me ha colado en la cama. No sé qué le ves, pero allá tú.
—No la quiero para novia, pero si es tan fácil así, me sirve para lo que busco.
Me gustaba su sinceridad y en respuesta me encogí de hombros. En algún momento yo también buscaba presas fáciles, hasta que una chica se empeñó en friendzonearme.
En cuanto regresamos de hacer senderismo intenté volver a Amelia sin obtener respuesta. Llamé entonces a Gabriel y tampoco de respondió. Allí si comencé a preocuparme. SI tuviese acceso a internet lo solventaría muy rápido porque necesitaba un solo click para saber dónde estaba.
—Regreso ahora—le dije y me levanté de la fogata para ir a la recepción, necesitaba hablar con mi bombón.
Cuando entré a la recepción Ulises estaba al teléfono, así que me tocó esperar. No lo presionaría para que terminase pronto su llamada, así que para darle tiempo tomé mi teléfono y después de abrir la aplicación, comencé a leer.
—Si bueno, no hicimos mucho anoche, nos acostamos relativamente temprano—Ulises rió—, ¿Celos?—volvió a reír—. Bien, me acosté en mi cama completamente solo.
Apreté los labios para no reírme, la novia de Ulises estaba celosa.
—Beberemos un rato y tendremos que acostarnos temprano, mañana estaremos de regreso. ¿Nos vemos cuando regrese?. Genial, te esperaré en el departamento, no te apures, yo tengo cosas que estudiar.
Él se giró y me vio esperando, me guiñó el ojo y volteó los ojos, en dirección al teléfono.
—Ya te dije que no tienes por qué estar celosa mi reina. Mi compañero de cuarto es Rámses y tampoco está buscando nada con ninguna chica. Hicimos un pacto de cuidarnos mutuamente. ¡Por supuesto que no! ¿por quién me tomas?.
Ulises me dio la espalda y bajó la voz, no quería que lo escuchara. Volvió a reír con fuerza ante lo que sea que la novia le decía.
—Yo te digo como yo quiero mi reina. Ya deja los celos. Si quieres te comunico a Rámses y él te lo confirma, ¿quieres? Está por aquí cerca.
Su risa reverberó en toda la recepción.
—Te quiero, ya relájate. Tengo que dejarte, Rámses está esperando el teléfono—volvió a reír con fuerza.
Colgó el teléfono y pasó por mi lado mientras seguía riéndose.
—Espero que Amelia no sea tan celosa como mi novia.
Me reí, pero yo sabía muy bien cuan celosa podía llegar a ser mi chica. Marqué su número un par de veces y por fin me atendió.
—Espero que tengas una excelente explicación...—estaba molesto, no dudé en dejárselo claro.
—¡La tengo!. Nos quedamos durmiendo en la casa de Scott y mi teléfono estaba en mi bolso, en su cuarto y no podía simplemente entrar y buscarlo.
—¿Quién mierdas es Scott? ¿Qué hacían en su casa? ¿Cómo que se quedaron a dormir? ¿En dónde dormiste? Ni me molestaré en preguntar con quién porque espero que haya sido sola y además Gabriel tampoco me atendió.
Su excelente explicación me dejó más preguntas que respuestas.
~ ~ ~ ~ ~ ~
Nota de Autora:
Mi vida es una locura y estoy tratando de ponerle orden, no se sorprendan si no actualizo en la fecha acordada, pero no duden de que lo haré!.
Aunque tarde... FELIZ CUMPLEAÑOS kathiacielito Lamento la demora y lamento que no haya sido exactamente en la fecha!! Un abrazo
Dejen aquí su odio a Elisa.
Dejen aquí sus teorías.
¿En donde está Amelia?...
Voten, comenten y compartan.
Suscríbanse al grupo de FB, se llama NO JUZGUES LA PORTADA.
Baisers et Abraços
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