CAPÍTULO 10. Team Gamelia
Pov Rámses
—Vine a darte una mano.
—Sal de mi habitación, Elisa.
Con total descaro y como producto del alcohol que corría por sus venas, se arrodilló sobre la cama y comenzó a toquetearse los senos mientras me lanzaba miradas que seguramente creían que eran sexy, pero que no, no lo eran ni un poquito.
—Vamos, mi novio también está lejos. Ni el mío, ni la tuya tienen por qué enterarse.
Gateó con cierta torpeza, acercándose hasta mí, lamiéndose sus labios. Nada sexy, nada. Yo estaba en bóxer y cuando reaccioné tomé el short que mantenía cerca y me lo coloqué.
Me giré hasta el closet y saqué la primera camiseta que conseguí.
—Susana me contó de tu novia, que está viviendo con Gabriel, tu hermano, ese con él que ya tuvo algo. ¿De verdad crees que estando ellos dos solos no pasará nada? Porque déjame decirte que si pasará y tú no te enterarás. De seguro en estos momentos duermen muy juntos, mientras tú estás aquí rechazando esta oportunidad.
Ignoré sus palabras y le lancé una de mis camisetas para que se la pusiera, no quería seguir viendo sus senos.
—Vístete y lárgate.
—Estoy muy cómoda aquí—se tumbó sobre mi cama y extendió sus brazos.
Respiré profundo y apreté el puente de mi nariz, me provocaba sacarla a empujones de mi cuarto pero era una mujer, no me atrevería a tocarla, menos desnuda.
—Te diré qué haremos. Llama a Amelia, demuéstrame que está en su cama acurrucada con sus peluches y yo me iré. Si resulta ser que está con tu hermano, como yo sé que es seguro que estará, tú te acuestas aquí conmigo, ya lo que después pase entre nosotros quedará de tu parte. Prometo ser una chica buena.
—No tengo nada que demostrarte. Vístete y lárgate, o lárgate desnuda, como quieras. Pero vete.
Ella no se movió así que lo hice yo. Tomé mi celular, la sabana y mi almohada, haciendo que su cabeza cayera sobre la madera del respaldar. Salí del cuarto y lo lancé con molestia en el sofá.
Solo entonces caí en cuenta que era una mala idea eso. Si se metió en mi cuarto, nada le costaría meterse en el sofá.
Me levanté una vez más y caminé hasta el cuarto de Hayden. Abrí sin ni siquiera tocar, solo llamándolo.
—Hazme espacio—dije empujándolo para que se moviese.
—¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Es Amelia? ¿Quién se peleó ahora?—peleaba con su sueño para despertarse.
—Nadie, Elisa está desnuda en mi cuarto y no quiero follármela. Toda tuya si quieres.
—¿Qué? No. ¿Cómo?¿Y qué haces tú aquí?.
—No dormiré en el sofá porque volverá a abordarme. Muévete un poco, estás ocupando toda la cama.
—Es mi cama—se defendió, pero se rodó un poco.
—Y ella está en la mía. Tienes 3 opciones, o vas y la sacas de mi cama, o vas y te quedas con ella o me abres espacio. Tú decide.
—¡Nojodas!, Rámses, no duermo con ninguno de ustedes desde que eran bebes.
—No te pediré que me acurruques y no hago cucharitas sino con Gabriel.
Tironeé de su sabana, era una noche fría.
—Soy tu tío ¿no respetas?.
Intentó evitar que le quitara la cobija, pero tarde, de verdad tenía frio y la zorra de Elisa estaba acostada con la mía.
—Solo te lo aclaro, no se cuáles son tus hábitos de sueño. Ahora duérmete—lo apremié y él bufó molesto.
—¿Qué mierda hace esa tipa desnuda en tu cama? Tendré que hablar con Susana.
—Si, hazlo. Si tengo que explicarte lo que ella hacía desnuda en mi cama, entonces de verdad te urge ir con ella y follártela.
—No me la tiraré, pero te concedo que tengo mucho tiempo sin hacerlo.
—Mantén tu polla lejos de mi culo y si al caso vamos tu culo lejos de mi polla también.
—Un comentario más como ese y tendrás que ir a lidiar con la calenturienta que tienes en el cuarto.
—Entonces no hables de que tienes ganas de tirar cuando tienes a un sexy joven en tu cama semidesnudo.
—¿Qué mierda? ¡Rámses!. Por lo menos vístete.
—Estoy en bóxer y me da calor cuando duermo. Y yo no te critico que duermas así.
—¡Porque estoy en mi cama! ¡En mi cuarto!—Hayden se levantó y se colocó un short y una camiseta y se volvió a tumbar molesto.
Me reí
—No sabía que eras tan pudoroso.
—En serio, cállate. Duerme Rámses, como te corra de este cuarto y Amelia se entere...
—No quiero que se entere de esto. Estamos muy lejos para que ella esté creyendo que mujeres desnudas se colan en mi habitación todas las noches.
Él asintió.
Me despertó el repique de mi teléfono. Abrí los ojos y Hayden ya no estaba en la cama. Mi teléfono había quedado sobre la mesa de noche de Hayden, sin cargarse, por lo que la batería estaba casi vacía. Atendí la llamada de Amelia cuando comenzó a titilar anunciando su muerte inminente.
—Buenos días—me saludó y de inmediato me sentí mejor.
—Bonjour, bonbon. comment te réveilles-tu? - Buenos días, bombón. ¿Cómo amaneces?.
—Muy bien de hecho, hoy iré a clases. Ya me siento bastante mejor.
—Deberías guardar reposo. ¿Dónde está Gabriel?. Tienes que guardar reposo.
—Está preparando el desayuno. Estoy bien, en serio. No puedo seguir perdiendo clases y no me quiero quedar todo el día aquí sola. Hoy solo tengo tres materias, saldré temprano y Gabriel me irá a buscar.
Si hubiese estado allá la hubiese obligado a quedarse en la casa descansando, pero a tantos kilómetros no tenía caso discutir con ella.
—En cualquier momento me quedaré sin batería. Te llamo en cuanto vuelva a agarrar carga.
—¿Se te olvidó cargar el teléfono anoche?.
—Si—mentí—, lo conectaré apagado y terminaré de cargarlo en clases.
Hayden estaba en la cocina preparando algo de desayuno y café, me ofreció una taza cuando estuvo listo. No sé cómo podía tomarse con tanto gusto el café que Amelia preparaba, y que el de él fuese aceptablemente bueno.
—¡Qué asco!—se quejó con el primer sorbo—. Nunca me queda como el de Amelia.
—Gracias a Dios—murmuré mientras soplaba el líquido humeante en mi taza.
Susana salió de su cuarto, iba vestida lista para irse a clases, pero unas grandes gafas oscuras ocultaban su vista del sol.
—Buenos días—la saludé más fuerte de lo necesario y ella gruñó en respuesta.
Me asomé en mi cuarto y vi a Elisa dormida en mi cama todavía.
—Il obtient sa mère putain - Le cae su puta madre—espeté.
—¿Puedes ir a despertar a tu zorra amiga y decirle que salga de una vez de mi puto cuarto?.
—¿Sigue allí?—preguntó sin una pizca de sorpresa en su voz.
Y Hayden también lo notó.
—Sí, sácala ahora mismo o la sacaré yo y créeme... no querrás eso.
—Es tu problema, eres el que la puso así cuando llegaste sin camiseta anoche.
—Susana...—Hayden advirtió y bastó una sola mirada para que la aludida se levantase.
Pocos segundos después salió Elisa envuelta en mis sabanas y sus mejillas sonrojadas, que casi explotan cuando vieron a Hayden.
—Buenos días, Elisa—la saludó mi padrino con toda la seriedad y malicia posible.
Si bien él era el papá de su amiga, también era su profesor, jefe de cirugías en el hospital donde hacía el curso y la práctica, si hubiese sido conmigo estaría muerto de vergüenza, bueno quizás no conmigo, pero si cualquier otra persona debería estar avergonzada.
Ella pasó por mi lado y yo entré a mi habitación. Arranqué todas las sabanas de la cama, las fundas de las almohadas que quedaron y que ella usó y salí de la habitación. Se las lancé en la entrada de la habitación de Susana. Elisa, que venía saliendo ya vestida en ese momento las miró con cara de horror.
—Las quiero limpias.
Me di media vuelta y aventé la puerta con fuerza cuando me encerré en mi habitación, trancándola con seguro.
Tomé una larga ducha y después me vestí.
Cuando salí las sabanas ya no estaban en el piso y Susana y Elisa habían desaparecido.
—Eso no era necesario—me dijo Hayden finalmente, mientras sacaba el auto del estacionamiento.
—Si lo era, paso más tiempo con ella que con mi novia, pasamos horas durmiendo en una sala de doctores a veces sentados todos apretados y es amiga de Susana, de venir a quedarse a la casa. Tenía que hacerlo si no quería volver a conseguírmela desnuda en mi cama.
—La humillaste
—Que no se exponga a eso.
—La trataste como una zorra.
—Hayden, es lo que es. ¿Qué mujer se mete en la cama de otro desnuda y le dice "vine a darte una mano"?.
Le conté las otras cosas que me dijo y el finalmente asintió con un largo "ahhh".
—Lo que más te dolió fue lo que dijo de Amelia y Gabriel. Y ni se te ocurra decirme que no.
—¡¿Cómo coño no va a afectarme?! Pero eso no quita que ella es una zorra.
—Falta cada vez menos para que vayas para allá y lo que es más importante Amelia te ama y Gabriel te adora. No te harían eso jamás, lo sabes.
—Lo sé, pero igual quiero ser el hombre que esté todas las noches en su cama, no otro.
Pov Amelia.
Un día de reposo significó un atraso total en este curso intensivo. Sacrifiqué toda la semana poniéndome al día en los estudios. Después de lo que conversé con Isaack, no volvimos a tocar el tema, pero seguía sin decírselo a Rámses y conforme pasaban los días, solo empeoraba el secreto. Cuando por fin llegó el fin de semana solo quería descansar.
—Vístete, vienes con nosotros.
Gabriel estaba en la puerta de mi cuarto, llevaba unos jeans desvencijados, con el botón suelto y deslizaba por su cabeza una camiseta vinotinto y dorado del equipo de futbol americano de la universidad.
—Estoy cansada y no he podido hablar con Rámses.
—Tiene guardia larga hoy. No hablarás con él sino hasta la madrugada y para ese entonces ya estaremos de regreso. Vamos.
—Pero...
—Pero nada Beleza, eres una universitaria, no puedes pasarte todos los fines de semana de estos seis meses encerrada en el cuarto. Vamos, vístete.
—Gabriel, yo no-
—Hoy jugará Donovan, confirmó que lo meterían en el juego.
Grité emocionada, sabía que era lo que mi amigo más quería. Me levanté apresurada y corrí al closet.
—¡No tengo que ponerme!—grité mientras lanzaba ropa a la cama.
—Ten, ponte la mía. Yo tengo otra pero esa te quedará más grande.
Gabriel se quitó su camiseta y me la tendió. Su abdomen definido quedó a mi vista, aunque ya estaba acostumbrada a verlo sin camisa, igual era impresionante ver sus músculos considerando lo que comía.
Desvié la mirada y él salió para que pudiese vestirme. Pocos minutos después estaba lista. La camiseta me venía bastante grande pero la anudé a un costado para que se entallase un poco más a mi figura. Gabriel llevaba puesta una exactamente igual a la mía, pero un poco más grande.
Llegamos al estadio con excelente tiempo. Eran muchos los estudiantes que caminaban apresurados para no perderse el partido inaugural, eran ríos de estudiantes que iban en la misma dirección. Gabriel me tomó de la mano con fuerza y me guió junto con Isaack por entre la gente.
—Por acá, Donovan nos reservó asientos en la primera fila—anunció Isaack y nos condujo entre las graderías hasta nuestros sitios.
Tres sillas estaban apartadas con papeles de reservados del equipo y en nuestro caso con el nombre de Donovan. Nos sentamos y esperamos que el partido iniciara. Gabriel me tendió un vaso con una coca cola y le entregó uno igual a Isaack pero con cerveza.
—Rámses me diría que no acepte bebidas abiertas, siempre cerradas.
—Pero te la estoy dando yo y él no está aquí para decirme exactamente lo mismo. Bueno en realidad me diría algo como "no le des alcohol a mi novia"—dijo imitando el acento de Rámses de forma exagerada, frunció su ceño y puso cara de malote, o eso creía él que hacía.
Antes de que empezara el juego aproveché para escribirle a Rámses, contándole donde estaba y le envié una foto que me tomé junto con Gabriel e Isaack.
—Que bueno ma vie, ¿Y esa camiseta?—respondió.
Él a su vez me mandó una foto suya en uno de los pasillos del hospital, llevaba una bata blanca y el rostro agotado.
—Es de Gabriel. Eres el doctor más sexy de ese hospital.
—¿Quieres ser mi sexy enfermera?. Mándame una foto, pero ahora solo de ti.
Le pedí a Gabriel que me tomase una foto para Rámses, me levanté del asiento, ajusté más mi camiseta para verme mejor, no quería quedarme atrás considerando que él me acababa de mandar una tipo doctor sexy.
—Puedo ser tu sexy universitaria—le escribí y adjunté la foto.
Gabriel a mi lado atendió el teléfono y me avisó para que escuchase cuando colocó el altavoz.
—No le des alcohol a mi novia y más te vale que lo que sea que le hayas dado haya venido en un envase cerrado.
Tapé mi boca para que no escuchara mi risa.
—Hola hermano, ¿Cómo estás? Yo bien. Hoy le daré todo el alcohol a Amelia que su cuerpo pueda soportar, haré que tome directo del barril y la llevaré a una fiesta de fraternidad llena de tipos calenturrientos.
—Sé que me estás mintiendo, pero por si acaso, más te vale que estés mintiendo.
Gabriel se rio con fuerza.
—Pon a Amelia al teléfono, la llamada a su número no me cayó.
El partido fue muy emocionante. No es mi deporte favorito pero tampoco soy una completa neófita en la materia, menos después de escuchar a los chicos hablar sin cesar sobre el tema. Por fortuna Los Crimson de Harvard mantuvieron el liderazgo del juego en todo momento, los Tigres de Princeton no tuvieron oportunidad, sin importar cuantas jugadas se improvisaron. La participación de Donovan fue muy buena, en el Instituto era el mariscal de campo, pero en este equipo estaba nuevo y debía ganarse ese puesto, sin embargo creo que lo hizo. Jugó como defensa y realizó tres excelentes bloqueos que impidieron el avance en yardas de los Tigres.
Cuando el silbato final retumbó, el estadio retumbó con la algarabía de la celebración. Los jugadores se abrazaban entre sí, también celebrando su victoria. Donovan trotó hasta donde nos encontrábamos y retiró el casco de su cabeza. Fui la primera en abrazarlo y felicitarlo, le siguió Gabriel palmeando su espalda y finalmente Isaack. Para nuestra sorpresa también le dio un pequeño abrazo, de esos que se daban en público y que Isaack consideraba adecuados y no gays.
No gays aunque suspiraban el uno por el otro.
—¿Estás bien? Vi el bloqueo que te hizo el número 15 del otro equipo.
—Si, lo estoy, tranquilo—Donovan le sonrió complacido y feliz por la preocupación que demostraba Isaack.
—Escucha, harán una fiesta en la fraternidad Alfa Gama. ¿Quieren venir?.
—Iremos—respondió con seguridad Gabriel omitiendo mi negativa
—Gab, no lo sé.
—Me encanta cuando me dices Gab, pero a pesar de eso, iremos. Vamos, solo será un rato y además—agregó en un susurro para que Isaack no escuchase— Isaack se muere por ir y no irá solo.
Terminé accediendo.
—Si te separas de mí, o me dejas sola por irte con alguna chica...
—No lo haré—me aseguró.
—Si lo llegas a hacer, Rámses te matará.
—Rámses no tiene ni por qué enterarse de que estamos aquí.
Me acerqué a Gabriel solo por instinto, mi experiencia con fiestas caseras era desastrosa, así que tenía un trauma que veía muy difícil que superase.
—Es tu hermano... ya debe saber exactamente donde estoy. Quizás una alarma le avisa cuando salgo del perímetro acostumbrado o algo así.
—Eres una exagerada, no tiene una alarma para eso. Solo le vibra el teléfono.
No sabía si eso era cierto o no, pero preferí no saberlo.
La casa era todo lo que la fraternidad ofrecía: Música, alcohol y desenfreno.
Me negué a recibir ninguna bebida, me sentía realmente incómoda mientras que Gabriel e Isaack saludaban a muchas caras conocidas para ellos.
—Ven, te presentaré a unos amigos—Gabriel me condujo hasta un grupo, el más tranquilo de los que pude ver, que conversaban y reían en las afueras de la casa.
—¡Gabriel!—exclamaron casi al unísono cuando lo vieron llegar.
Estrechó las manos de los chicos y besó en la mejilla a las chicas. Me mantuve un poco apartada mientras él saludaba, entonces sentí un fuerte empujón que me catapultó hacia el frente y terminé estrellándome contra la espalda de mi cuñado, mientras que el mastodonte que me atropelló volteó su bebida sobre mi ropa.
El imbécil ni siquiera se molestó en disculparse, estaba tan tomado que creo que no notó ni siquiera cuando Isaack lo empujó lejos de mí.
Estando en los brazos de Gabriel lo escuché murmurar algunos insultos en portugués.
—Você está bem, beleza? – estás bien, Beleza?
—Sim, más ele jogou sua bebida em mim - Si, pero me echó su bebida encima.
Gabriel me giró para comprobar la magnitud del daño pero me indicó que no fue mucho.
—Chicos, ella es Mía Beleza—finalmente me presentó.
—Beleza, ellos son Scott, Conner, Pamela y Maddie.
—Y Fabiana—agregó una chica integrándose al grupo.
—Vaya, no pensé que fueses del tipo de fiestas—burló Gabriel saludándola.
—Piensa fuera de la caja Gabriel, nunca juzgues a un libro por su portada. Mucho gusto Amelia, me han hablado mucho de ti.
—¿Ella es Amelia?—exclamó sorprendido el que creo que se llamaba Scott—. Hasta que por fin te conocemos, este idiota no deja de hablar de ti. Llegamos a pensar que eras una novia falsa.
—¿Novia?—exclamé sorprendida.
—Ya les dije que me tienes friendzoneado y cuñazoneado, pero sus esperanzas viven.
—Somos del team Gamelia.
—Rámses te va a matar—le siseé y él rió, este portugués nunca maduraba su instinto suicida.
—Ten, conseguí esto—Isaack regresó con unas servilletas y me ayudó a limpiar un poco la camiseta mientras saludaba al grupo—. ¿De qué hablaban?.
—De como las esperanzas son lo último que muere—respondió Connor y corearon un Gamelia que hizo reír a Isaack, al parecer él también estaba enterado del chiste.
—Pues yo les diré algo, he visto al hermano de Gabriel en fotos, a Rámses, y soy del team Ramelia, pero si eso no funciona no apoyaré mi propio team Raddie.
—Ignóralos Amelia, cuando están tomados hablan más idioteces que nunca—agregó Fabiana.
Maddie se perdió en la pista de baile con Connor, luego Scott desapareció con una morena de vestido rojo y Pamela se fue en cuanto llegó el equipo de futbol, porque su novio era uno de los jugadores.
Quedamos solamente Gabriel, Isaack, Fabiana y yo conversando hasta que Donovan llegó a donde nos encontrábamos, alegre de vernos allí.
Conocía muy bien a mi portugués, le encantaba bailar y sus pies picaban por irse a la pista de baile. Ya había rechazado varias invitaciones por cumplir su promesa, pero estando con Isaack y Donovan a mi lado, no temí en quedarme sola.
—Ve—le dije cuando Fabiana lo invitó a bailar, algo que lo sorprendió hasta a él mismo—. Estaré bien con los chicos.
Me miró por un segundo para asegurarse de que no le mentía, con la misma mirada advirtió a Donovan que me cuidase y finalmente tomó a Fabiana de la mano y se alejaron hasta la pista de baile.
Francamente los cuidados O'Pherer eran un tanto excesivos, pero yo los disfrutaba.
—Jugaste genial Dov, no tardarán en nombrarte mariscal—le comenté.
—Eso espero pero la competencia es fuerte.
—Fuiste el que mejor jugó, es lo único que importa—Isaack se colgó de sus hombros, llevaba su cuarta cerveza y definitivamente estaba más desinhibido.
—¿Y tú cuando jugarás?—pregunté
—La próxima semana. Hoy me nombraron campo corto, no estaré en banca—estallamos en felicitaciones, era muy bien merecido ese logro.
Conforme pasaban las horas, la fiesta se fue descontrolando. Gabriel iba y venía de la pista de baile con regularidad, más de una vez también fui a bailar con él, Donovan o con Isaack. Fabiana resultó ser muy agradable y divertida, estudiaba con Gabriel y me comentó que lo ayudaría también con algunas materias. A Pamela no volví a verla, a Maddie solo un par de veces más, incluyendo cuando regresó para despedirse de todos.
—Necesito ir al baño—le anuncié a Gabriel.
—Te acompaño—se ofreció de inmediato.
—No hace falta, puedo ir sola.
—Lo sé, pero le tengo mucho cariño a mi pene y como se me ocurra dejarte ir sola, mi hermano me lo corta, así que andando.
El interior de la casa era realmente caótico, muchos chicos bebiendo y jugando competencias de bebidas entre gritos y algarabía. Subimos al segundo piso donde estaban los baños y Gabriel me pegó a si cuando vio a las parejas besándose sin ningún pudor, tropezando a cualquiera que se interpusiera en su camino a la habitación más cercana. Vi más ropa interior en ese pequeño recorrido, que lo que había visto toda mi vida.
Esperamos a que el baño se desocupara y una pareja salió de él riéndose: —Es un baño de doble puerta, tengan cuidado.
En efecto el baño tenía doble ingreso, lo que significaba que una puerta comunicaba al pasillo, donde nosotros estábamos, y la otra a una habitación. Entré y cerré la puerta que comunicaba a la habitación, cuando me giré para mi sorpresa Gabriel también había ingresado.
—¿Qué crees que haces?.
—Ya te dije, cuidándote.
—¿No puedes cuidarme desde afuera?
—No quiero que nadie entre en el baño contigo aquí. Y si tienes dudas habla con tu novio celoso. Si quieres te muestro el mensaje donde me dice que no te deje sola "ni para ir al baño".
Rodé los ojos, no pondría en duda su palabra, aunque si la sanidad mental de Rámses.
—Voltéate y tapate los ojos, como se te ocurra espiar, yo te cortaré el pene. Ah, y tararea una canción, no quiero que me escuches orinando.
Gabriel se rio y obedeció al pie de la letra lo que dije, incluso se tapó los oídos. Me costó orinar a pesar de las ganas inmensas que tenía. Estaba molesta por la situación, pero mi rabia se esfumó cuando alguien comenzó a forcejear la puerta desde el cuarto y finalmente entró.
Gabriel con rapidez los empujó fuera del pequeño recinto y volvió a trancar la puerta.
—Bien, le concederé ésta a Rámses. Tenía razón.
—Es mi turno, espero que me des la misma privacidad.
Esto no lo vi venir, pensé que bromeaba pero me apuró a que me voltease mientras hacía el típico bailecito de "tengo que orinar rápido".
Cerré mis ojos, tapé mis oídos y tarareé la primera canción que me vino a mi mente.
Fue una excelente noche, agradecí que Gabriel me hubiese insistido. Llegamos a la casa tarde en la madrugada y Rámses aún ni siquiera salía del hospital. Donovan se había venido con nosotros, llevaba del brazo a un Isaack que se tambaleaba constantemente.
—Mañana te regreso tu camisa.
—No te preocupes, quédatela. Se te ve mejor a ti que a mí.
Me dio un beso en la frente y entró a su cuarto. Estaba cansada y con mucho sueño, así que me tumbé en la cama sin ni siquiera desvestirme y así amanecí el día siguiente.
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Nota de Autora:
DOBLE ACTUALIZACIÓN...
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