POV Rámses. GOLPE DE ESTADO



No pensé que lo de Daniel hubiese sido tan grave. Jamás imagine que... ¡Dios!. Sus palabras aun retumbaban en mi cabeza, repitiéndose una y otra vez. Tantas cosas ahora tenían sentido para mí.

En el recorrido hasta el centro comercial permanecí callado, tratando de asimilar todo lo que me había dicho, todo lo que tuvo que vivir y todo lo estúpido que me comporté con ella.

Por supuesto que se creía rota. La virginidad está sobrevalorada, pero una cosa es dársela a quien se quisiera y otra es que te la robasen.

Me mantengo firme en que la repararé, aunque no esté rota. Haré que deje de pensar en ella de esa forma, pero ¿Cómo? Si a mí me cuesta lidiar con lo que ella me contó.

No la trataré diferente, haré mi mejor esfuerzo en no sentir que es una muñequita de fino cristal que se romperá en cualquier momento, porque es fuerte.

Amelia es fuerte

La llevé tomada de la mano hasta la joyería del papá de German, donde fui a retirar los piercings que le encargué. Ella estaba distraída viendo las joyas

Je cherche des boucles d'oreilles de dame - Estoy buscando unos aretes para dama—le dije al papá de Germán, haciéndole una seña con mi cabeza hacía Amelia, él la entendió a la perfección.

Me buscó un pequeño estuche de terciopelo donde me mostró algunos modelos. Escogí unos de sharowski que parecían brillar en todos los colores.

Envoyez-les à Germán - Envíeselos a Germán—él asintió y mientras pagaba le escribí a mi tatuador.

—Tú papá te hará llegar un pedido mío para Amelia. Guárdalos, estoy seguro de que los necesitarás muy pronto. Es sorpresa.

Su respuesta no tardó en llegar: —Esta bien. ¿Ya ha pensado en el tatuaje?

Recordé la última conversación de anoche, donde confesó querer hacerse uno pero no dio más detalles.

—Lo está considerando. Tú solo inclúyele de alguna forma una rosa en el diseño que ella escoja.

Pagué los aretes y me acerqué hasta Amelia colocando mi mano en su cintura. Le dije que le quedarían bien otras perforaciones en sus orejas. Espero que me tomase la palabra.

Estaba haciendo un gran esfuerzo en tratarla como si no me hubiese contado que había sido violada y como si yo no hubiese estado actuando como un loco obsesionado con el sexo, provocándola, tentándola...

Accedió más rápido de lo que pensé a hacerse las otras perforaciones y vi la oportunidad para saber más sobre el tatuaje que se quería hacer.

Mis sentimientos eran un torbellino, una locura que volvería loco al más sano. Seguía muriéndome por besarla pero ahora más que nunca tenía miedo de ir muy rápido después de lo que me contó. En mi interior mi cerebro y mi corazón libraban una batalla campal, yo solo esperaba que mi entrepierna no quisiera participar, porque lamentablemente esto se podría salir de mis manos y terminar en alguna cárcel por acoso, un hospital por una erección que nunca me bajase o en un psiquiátrico.

Suspiré tratando de relajarme. Si tan solo supiera con certeza lo que ella siente por mí, sobre todo que no me rechazará o que no la presionaré, podría sentirme más tranquilo. El aire a mí alrededor se sentía denso, la lucha dentro de mí me estaba causando náuseas y mareos.

Salimos de la tienda y subimos por las escaleras mecánicas hasta el nivel de los cines, donde Marypaz y Gabriel nos esperaban.

—Quiero un ave fénix, pero aún no consigo una imagen que me guste lo suficiente—su respuesta me sorprendió y alegró, porque yo tenía un ave fénix y me gustaba la idea de que compartiésemos algún tatuaje.

La miraba explicarme lo que quería para su tatuaje, con sus labios abrillantados moviéndose con lentitud. Ella estaba muy cerca de mí, gracias a la cantidad de personas que llevaban la misma ruta que nosotros. Me costaba concentrarme en no besarla y en darle espacio, con las palabras de esta mañana traumándome una y otra vez. Mis manos sudaban como si fuese un niño de once años hablando por primera vez que con su crush.

Y entonces me dijo que quería un tatuaje con muchos colores, que empezara en el hueso de la cadera y que subiese por el costado y sobre las costillas, dibujando el recorrido con su mano, invitándome a mirarla, a ver la curvatura de su cintura, a imaginarme un tatuaje en esa zona y mi boca besándolo.

Alcé la vista hasta sus ojos marrones y me perdí en ellos.

Mi mente hizo una vez más corto circuito, mi corazón se declaró en huelga y se alzó con la victoria, mi sistema respiratorio dejó de funcionar y mi entrepierna se apretó contra mis pantalones.

¡Ay mierda!

Mi cuerpo entero se revelaba en contra de mí, exigía a gritos que la besara, se negaba a mantenerme vivo si no lo hacía... y pronto.

Ni siquiera mis pies quisieron seguir caminando, quedé estático con ella a mi lado, en medio de un mar de personas que poco me importaban, porque en estos momentos solo sentía su mano tibia sujeta a la mía, su mirada derritiéndome y sus malditos labios rosados tan provocativos perturbándome.

Mi corazón tomó el mando, le dio una orden a mi boca de hablar, anuló por completo a mi cerebro, y entonces después de tanto tiempo hablé:

—Iremos al ritmo que tú quieras ir.

Mi rebelde corazón bombeaba con rapidez la sangre a mi organismo. Cada célula esperaba su respuesta, ansiosa y necesitada.

—¿Y si no sé a qué ritmo quiero ir?—preguntó

—Entonces lo averiguaremos juntos. Solo debes decirme si voy muy lento o muy rápido. ¿Está bien?

Y ella sonrió y asintió. No habían mariposas en mi estómago, eran fuegos artificiales, explotando sin control, derritiéndome desde adentro hasta afuera. No había vuelta atrás, era ahora o nunca. Y mi corazón gritó con fuerza su orden, enviando escalofríos a todo mi cuerpo:

—Me gustas mucho Amelia

Parpadeó sorprendida. ¿Cómo podía aun estar sorprendida de mi declaración?

—¿Muy rápido?—mi corazón se mantuvo firme en su posición, mi cerebro estaba asustado y mandaba señales de huida a todo mi cuerpo, pero ellos estaban con el corazón, esperando una respuesta

—Muy lento—me dijo y se acercó hasta mí, se puso en puntillas y rozó sus labios con los míos.

Ella profundizó el beso y mi cuerpo siguió sus ordenes. Ya no mandaba ni siquiera una parte mía en mi cuerpo, era Amelia la que tenía el absoluto control. Siempre lo tuvo, y se sentía tan jodidamente bien, que no sé por qué me resistí por tanto tiempo cederme a ella.

Sus manos se enredaron en mi cabello y unió nuestros cuerpos. Abracé su cintura y eliminé cualquier distancia que pudiese quedar. La alcé del piso y nos moví lejos del flujo de personas que continuaban tropezándonos. Mi corazón celebraba una victoria enviando cualquier cantidad de químicos por todo mi sistema que me hacían sentir eufórico, pleno, feliz y... enamorado.

Sentí su respiración tan acelerada como la mía, su corazón retumbando junto al mío, como si también quisiese escapar de su pecho. Bordeé sus labios con mi lengua y cuando ella me lo permitió exploré dentro de su boca. Su sabor era dulce y su aliento fresco.

—Tú también me gustas—me dijo y sonreí pletórico—. Pero Pacita no deja de llamarme con insistencia.

***

—Bueno, ya veo que por fin diste el paso—Gabriel se burlaba de mi cara de idiota como la llamó

—Si bueno, digamos que fue algo en lo que no tuve control.

—¿Por eso estabas tan callado esta mañana?—avanzábamos en la fila para comprar las palomitas de maíz, las bebidas y algunos chocolates.

—Amelia me contó sobre su ex novio. Daniel.—decir su nombre me llenaba de ira.

Le conté a mi hermano lo que Amelia me había contado recién. Su ira se hizo evidente, pero le tocaba fingir tranquilidad y no decir ni una palabra.

—Quizás por eso el candado...

—¿Qué quieres decir?—pregunté mientras pagaba la orden

— Quizás tiene miedo de que Daniel regrese y entre otra vez en su cuarto

—En ese caso cerraría la ventana, no su puerta...—un pensamiento oscuro pasó por mi pero Gabriel lo interrumpió

—Si, es verdad, pero quizás tiene problemas serios con la invasión de privacidad y si está teniendo problemas con padrastro, pues por allí esta drenando

Caminamos a la sala de cine donde las chicas nos esperaban

—Es probable. Esta haciendo transferencia de lo que le pasó con Daniel con su padrastro. Se desquita con él porque no lo puede hacer con Daniel.

—Y si a eso le sumas que su padrastro también engañó a su mamá...

—Si, tiene sentido...

***

Después del cine, comimos antes de irnos y estábamos por llegar a la camioneta cuando noté a Amelia caminar hacía un chico con una chica que reían a varios pasos de nosotros. No le di importancia, quizás eran algunos conocidos que quisiera saludar. Sin embargo cuando ella llegó a su lado, la cara del chico no fue de alegría, sino de sorpresa y quizás algo de terror. Fruncí mi ceño y miré a mi hermano.

—¡¿Cómo te llamas?!—gritó y me apresuré para llegar a su lado. Algo iba mal.

Y como si fuese en cámara lenta y aunque me faltaban aún muchos pasos por llegar a su lado, la vi alzar su brazo y estrellar su puño cerrado en la nariz del sujeto, enviándolo al piso de un solo golpe con la nariz sangrando.

—¡Amelia!—grité y corrí hasta ella, justo cuando se giró en sus talones y con una inmensa sonrisa caminó de regreso a la camioneta, pasando a nuestro lado como si no existiéramos, o mejor aún, como si ella fuese la dueña del mundo.

De mi era dueña, definitivamente. Porque apartando las miles de preguntas que tenía y la rabia naciente en mi, eso fue endemoniadamente sexy.

Se subió al auto y cuando todos estuvieron en sus puestos arranqué. La miraba de soslayo, su sonrisa no se borraba de la cara, su mano estaba enrojecida y con algunas gotas de sangre. Apreté con fuerza el volante pero era imposible que permaneciese más tiempo callado, así que pregunté que mierda había sido eso y los demás también explotaron en preguntas, no era el único molesto por lo menos

—Ese... era Daniel—respondió.

Hinqué mi pie en el freno con tanta fuerza que sentí dolor en la planta de mi pie.

Conduit Gabrielconduce Gabriel—bramé bajándome del auto, Gabriel sabía quien era, fingía muy bien su ignorancia, pero no me detendría, su mirada me lo confirmó cuando pasé por su lado y me asintió levemente.—Llévatelas de aquí.

Amelia corrió detrás de mí y maldije a mi hermano su incapacidad de haberla mantenido en el auto. No quería que presenciara lo que iba a hacerle a ese infeliz. Ella se posicionó delante de mí, tratando de evitar que llegase a Daniel, pero no lo lograría, lo mataría.

—No me pidas que pare, porque ese fue el maldito que...—siseé a su insistencia para que parase.

—No fue él. Él era la persona a quien yo veía en las fotos y en los videos, y él que mandaba las notas de voz y habló conmigo por las llamadas. Pero él no fue el Daniel que se presentó en mi casa. A éste, que se llama Andy, lo conocí hoy.

Estaba parado en medio del estacionamiento completamente perdido. Recordé otra vez las conversaciones que había tenido con Amelia al respecto. Esta mierda era demasiado para mi cerebro en este momento, sobre todo si aún no se recuperaba del golpe de estado que le hizo el corazón para besarla. Mi cabeza comenzó a dolerme.

¿Dónde mierdas estaba Gabriel? Ya tenia que estar aquí y sujetar a Amelia para para poder ir a deformarle el rostro al imbécil ese.

—... te estoy rogando que vengas conmigo, en vez de ir con él—su mirada se clavó en la mía, envolviéndome, engatusándome y lográndolo.

Estas batallas internas acabarían conmigo. Quería ir a desfigurar al mal nacido eso, pero ella me rogaba que fuese con ella. Me rogaba. ¿Dónde mierdas estaba Gabriel? Si el estuviese aquí, se quedaría con Amelia y podría ir a reorganizar los órganos de ese bastardo.

—Quédate a mi lado—susurró la pequeña sexy tramposa manipuladora que tenía a mi lado.

¿Cómo podía negarme a eso?, sus manos acariciaban mi pecho, sus ojos amenazaban con llenarse de lagrimas. No quería que volviese a llorar nunca, menos por mi.

La envolví en un abrazo tan fuerte como pude. Quería anclarme a ella porque sería la única forma de que no fuese en la búsqueda de Daniel... Andy. Maldición, todo es tan confuso.

—Tú eres mi ancla a la sensatez pero también mi camino a la locura—le confesé.

La locura que me mantiene vivo.

Por fin apareció Gabriel y se frenó a nuestro lado. Se bajó del auto y de inmediato vi su mano enrojecida.

—Ya se fue—anunció y con su mirada me dejó claro que había algo más que contarme, pero que podíamos irnos.

***

—Le dije a Marypaz que se bajase e intentase llegar a ustedes corriendo entre los autos, porque yo tardaría más dando la vuelta y apenas se perdió de mi vista aceleré en sentido contrario. Ese desgraciado no se quedaría allí, menos después de ver que Amelia no estaba sola. Estaba por subirse a uno de los ascensores cuando lo intercepté—Gabriel hizo una mueca de dolor cuando sumergí su mano en agua helada para ayudar a la hinchazón. Para mañana no quedaría ni rastros del golpe.

—Lo estampé contra la pared y le di mi mejor izquierda, no se lo esperó venir. Son las ventajas de ser zurdo. Le dije que nunca se le volviese a acercar a Amelia y salí de allí cuando vi llegar a la seguridad del centro comercial. Recogí a Pacita pocos metros antes de llegar con ustedes.

—Gracias. Amelia no me iba a dejar llegar a él. Lo hubiese matado hermano, lo juro.

—Lo sé, por eso quise llegar primero—confesó mientras abría y cerraba la mano y arrugaba la cara. Le estaba doliendo. Le tuvo que dar muy fuerte y eso me dio alivio.

—¿Marypaz sospechó algo?—pregunté, no queríamos decirle a Amelia lo que había ocurrido.

—No, pero si me preguntó por la mano. Le dije que había golpeado el volante molesto cuando la fila no avanzaba.

—Es horrible esa excusa—reí

—No tenía una mejor—encogió sus hombros y también rió.

—¿Cómo está la mano de tu pequeña Tyson?

—Bastante mal, pero ya le dije como debía cuidársela y me dijo que se tomaría un ibuprofeno

***

—Será mejor que le veas la mano a Amelia, cuñado, no te gustará nadita—la llamada de Marypaz me hizo hervir la sangre.

Maldito Andy de mierda, ojala no se le pare nunca.

No entré a clases, mi hermano me cubriría, después de ir a la farmacia, caminé directo al salón donde Amelia veía Laboratorio

Pasé al salón y todos voltearon a verme. La cara de Amelia palideció, yo estaba molesto y ella lo sabía. Bien.

—Ven conmigo. Ahora—susurré y cuando no se movió sonreí con malicia—. Soy más que capaz de cargarte sobre mis hombros y sacarte del salón Amelia, ¿quieres verlo?

Por favor Dios, que me lleve la contraria, que la pondré sobre mis hombros y palmearé ese trasero hasta que aprenda a no cuestionarme cuando de su salud se trata.

***

El viernes apenas nos bajamos de la camioneta entrelacé nuestros dedos mientras Gabriel llegaba a nuestro lado, él era quien conducía esta mañana.

Pacita nos esperaba en la entrada y su sorpresa fue grata cuando me vio caminando de la mano con Amelia. Muchos nos miraban, quizás algunos lo sospechaban, y no se sorprendieron, pero para otros fue todo un impacto.

Pasamos al lado de Karianni y ella cruzó sus brazos sobre su pecho, mirando con rabia ese punto donde nuestras manos se unían. Atraje a Amelia hacía mi con mi brazo sobre sus hombros, ella rodeó mi cintura, y besé su cabeza.

—¿Tienes hambre?—le pregunté mientras caminábamos al comedor, ella asintió—. Buscaré algo y nos vemos en el laboratorio. Te toca limpieza de mano

—De verdad no es necesario...

Le lancé una mirada de advertencia y ella rodó los ojos. Le di un beso en los labios sin importarme que estábamos en medio del pasillo lleno de estudiantes y la vi contonearse mientras se iba con Marypaz. Caminé con mi hermano y nos pusimos en la fila para comprar la comida. Él conversaba con algunos chicos de nuestro salón y yo solo asentía esporádicamente sin que me importase mucho lo que hablaban.

—Hola guapo ¿Qué tal si tú y yo salimos este sábado?—Karianni apareció a mi lado, llevaba un escote más profundo que el de esta mañana, pero el mismo exceso de maquillaje.

—No—le respondí

—Oh vamos, te apuesto que te divertirás más conmigo—insistió

La miré y volví mi mirada al frente. Ni siquiera gastaría saliva en ella. Pero ella no aceptaba un no por respuesta, se acercó hasta mí y acarició mi brazo con sus manos.

Me zafé de su agarre y bufé molesto.

—Oye preciosa, si no quieres ver lo muy mal humorado que se pone mi hermano te recomiendo que no insistas—mi hermano salió en mi defensa, conocía muy bien como me libraría de Kariannis y quería evitarlo.

—Sí él no quiere venir, puedes hacerlo tú—le respondió a Gabriel.

Mi hermano soltó una fuerte carcajada que me sorprendió: —No soy plato de segunda mesa de nadie preciosa, pero cuando yo necesite un segundo plato en la mía, te llamaré

Dejamos a Kariannis en la fila roja de la furia y seleccionamos la comida que llevaríamos para nosotros y las chicas.

—Pensé que yo era el que soltaba veneno por la boca—le dije mientras caminábamos al salón

—Siempre te he dicho que eres una mala influencia para mi—bromeó Gabriel—. Creo que Kariannis seguirá insistiendo.

—¿Por qué en todos los institutos hay una loca? ¿Te acuerdas de Eleonor en México?

—¿Cómo olvidarla? Tuve una gastritis por una semana por los chiles que me hizo comer. Aunque no me fue tan mal como a ti con Ivette.

—Bueno, en su defensa me lo merecía.

—¿Por qué no te la tiraste? Nunca lo entendí...

—Tenía un altar tuyo dentro de su closet—le confesé lo que nunca le había dicho.

—¿Qué? Y hasta ahora me lo dices...—refunfuñó

—Estaba loca hermano, te hice un favor.

—Discúlpame si lo pongo en duda, no tienes idea lo fogosas que son las obsesiones de las personas.

Rodé los ojos y él se rió.

***

Nuestro sábado sería una noche tranquila viendo películas, hasta que Cólton, Aztor, Franco y Marié decidieron pasarse por la casa.

Hice la paces con Cólton después de la ultima fiesta, lamentablemente quien organizó esa orgía no había sido él sino Aztor, quien no sabía que ni Amelia y yo queríamos estar ni cerca de algo parecido y Cólton estaba demasiado drogado como para oponerse.

Improvisamos la fiesta, decididos a pasarla bien. Siendo en nuestra casa la situación debería estar controlada.

—Así que andas de novio ahora—se burló Cólton—, no imaginé que viviría para ver este día

—¿Qué dices? Si estuvo de novio con Marié—terció Franco

—Si bueno, pero pareciera que con Amelia la cosa va en serio, con futuro de casa de cercas blancas, niños jugando en el patio...

—¿Y con mi hermana qué?—Franco era muy tranquilo, pero adoraba a su hermana con locura

—Bueno con Marié el futuro era sexo y rock&roll. La casa sin cerca, muchos niños corriendo en el césped destruido...

—Mejor cállate—le dijo Aztor a Cólton y se guindó de los hombros de sus amigos—Franco tiene un excelente gancho hermano.

—¿Y que me dicen de Gabriel? Ese si fue una verdadera sorpresa... Maria Paz esta muy bella...

—Es Marypaz y deja de mirar a mi novia de esa manera—advirtió Gabriel.

—¿Este gel antibacterial es de ustedes?—preguntó el dependiente de la licorería y asentí.

Los chicos me miraron confundidos: —¿Qué? A Amelia se le está acabando

—No se si burlarme o enamorarme de ti—dijo Aztor batiendo sus pestañas en mi dirección, me lo quité entre risas—Pero es que hasta sonríe más y todo. Te ves tan bello cuando sonríes cariño

Regresamos a la casa y el ambiente tensó que había con las tres chicas allí solas desapareció. Amelia me dio las gracias y recibió mi beso y gel que le compré.

—No sé que le ves, de verdad Rams—dijo Marié recostada en el mesón de la cocina mientras yo colocaba las cervezas en la nevera.

—No tienes que verle nada tú, yo le veo todo.

—Algo me dice que a esa niña no le has visto ni el color de su sostén.

Tensé mi mandíbula, no caería en su juego de provocación, pero mi silencio solo se lo confirmó.

***

—Muy bien. ¿Perdiste tu virginidad con Daniel?—preguntó Cólton por insistencia de Marié.

Maldita Marié.

No tenía idea de como dio con el nombre de Daniel y su relación con Amelia, pero si no hubiese sido por Amelia que seguía sentada en mis piernas, hubiese golpeado a Cólton por ser tan estúpido como para dejarse influenciar por Marié.

—Amelia no tienes que responder—si las miradas mataran tendría dos cadáveres en este momento en la sala.

—Daniel es mi propio Hans, y no diría que perdí la virginidad con él, diría más bien que me la arrebató—Amelia estaba fuera de si como nunca la había visto, reconocí en ella la misma ira que me cegaba los sentidos y que tantas veces me metió en problemas— ¿Estas contento o quieres los detalles escabrosos de cómo fue que ocurrió? ¿Jugamos ahora a veinte preguntas de violación?.

Dio zancadas hasta el cuarto donde azotó la puerta con violencia.

Fue cuando aproveché de encarar a Cólton: —¡¿Qué mierdas tienes en la cabeza?!—bramé empujándolo contra la pared.

—Tu juro que no lo sabía. Pensé que era un ex novio. No imaginé qué...—miró a Marié y lo mismo hice yo. Ella no lucía ni un poco arrepentida.

Si no fuese mujer le partiría la boca, pero considerando la furia con que Marypaz la miraba, creo que debía cuidarse de ella.

—¿Por qué mierdas no me dejas en paz? ¿Crees que regresaré contigo?—bufé—.

—Ya se te pasará lo que sientes por ella, a todos le gusta una princesita en el día y una fiera en la noche. Y ella de fiera no tiene ni las uñas, te aburrirás, solo te ayudo a ahorrar tiempo.

Me acerqué hasta ella y aunque no se intimidó por mi cercanía la noté nerviosa: —Es cierto, todos quieren una princesa en el día y una fiera en la noche, pero no una zorra—espeté liberando todo el veneno que sentí en mis venas—.

Gabriel me tomó del brazo y me hizo retroceder. Nadie pudo escuchar lo que le dije.

Irmão, vá com Amelia- Hermano, ve con Amelia—subí las escaleras.

—Amelia es su limite, así que o lo respetan o se van—el tono de Gabriel fue firme.

Amelia estaba en el baño, enrojecida de la rabia, caminando en círculos. Quería huir, lo supe solo por sus gestos. Era una leona encerrada. Despotricaba su odio contra Marié, en una verborrea que no solía tener.

—...¡Estoy tan furiosa! Y no sé cómo calmarme

—Bueno, cuando estoy así de frustrado suelo tomar un baño—le recomendé, si me tomaba la palabra, le buscaría una toalla y ropa limpia. De seguro un baño la relajaría

Pero jamás imaginé que se metería en la ducha con la ropa puesta y abriría el grifo. Su ropa se pegó a su cuerpo y ella pasaba sus manos por su cabello húmedo y su cara. Mi amigo del sur se despertó, no tenía sentido de la decencia o la imprudencia.

Estaba celosa y eso me encantaba. Me quité los zapatos y entré a la ducha, el agua estaba fría y ni con eso mi erección se bajó. Le dejé bien claro que por Marié no sentía nada, y lo mismo me aclaró ella con Daniel. Lo sabía, pero siempre era bueno escuchárselo decir.

Mi ropa estaba también empapada. Pegué mi cuerpo al suyo sin poder dejar de mirarle su boca, se veía tan sexy toda mojada delante de mí. La iba a besar, de eso no tenía duda, solo quería que ella lo deseara tanto como yo. En cuanto abrió su boca y botó un fuerte suspiro, la besé con fuerza.

Mi lengua exploró su boca y mis manos navegaron debajo de su ropa húmeda, donde su piel hervía a mi contacto. La pegué contra la pared y recosté de su pierna mi erección, sintiendo un alivio momentáneo.

Ella me quitó la camiseta y repasó los músculos de mi pecho y mis brazos con sus manos, erizándome con su contacto, excitándome con cada caricia.

Escuché sus jadeos cuando besé su cuello y cuando mordisqueé su mandíbula. Gimió mientras hincaba sus uñas en mi espalda.

Acaricié sus senos en el borde del sostén, mi erección dolía, así que una vez la estoqué con ella, haciéndola que jadeara. Le gustaba que hiciera eso.

Ella me dio la vuelta y ahora estuve arrinconado entre ella y las frías baldosas. Me encantaba que ella tomase el control, porque me evitaba el miedo de saber si iba muy rápido con ella. Me acarició con una mirada morbosa que me encendió.

Se quitó la camisa para mí, una clara invitación a que siguiera besándola y no lo dudé. Colisioné con su boca, desesperado, necesitado, urgido. Mis manos apretaron sus senos por encima de su sostén rosa, me estorbaba, quería arrancárselo y succionar sus pezones hasta que gimiera mi nombre y me rogase por más.

Sus jadeos se intensificaron, su respiración era tan irregular como la mía, mordí su labio y la sentí estremecerse en mis bazos.

Entonces Pacita entró en el baño y se consiguió con una escena bastante tórrida. Y lejos de molestarme, lo agradecí, quería hacer mía a Amelia, pero no lo haría en ningún baño por un momento de lujuria después de una discusión. Quería tener el tiempo suficiente para adorar cada parte de su cuerpo, tomarme mi tiempo para volverla loca de placer y que se quedará dormida de cansancio en mis brazos



Nota de Autora:

YOLOOO!

Bueno, medio Yolo, porque mañana me reintegro al trabajo y estaré muy ocupada para poder actualizar, así que lo hago hoy. Es un capítulo largo y que para mi es muy especial porque es el primer beso de #Ramelia contado por Rámses. El pobre tuvo un colapso nervioso que hizo posible que se alejase de todos los miedos que lo consumían. 

El próximo capítulo será el domingo  y será MUY especial :)

Yo disfruto escribir los POV pero sé que no permiten avanzar la historia como todos quieren; aunque vamos conociendo cosas nuevas de los personajes, escenas que no sabíamos que habían ocurrido, suele ser confuso en el hilo general de la historia. Les pido paciencia, en algún momento los POV irán a la par de la historia, y también vendrán los POV de otros personajes, que no puedo dar en estos momentos porque serían spoilers para la historia contada por Amelia.

Gracias a todos por sus votos y comentarios! He estado poniéndome al día con todos ellos, pero son muchísimos (lo cual es excelente!) solo tengan paciencia :)


Baisers et Abraços


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