POV Fernando - Mike - Hayden. NO SABES LO QUE HICISTE, KAREN.
POV Fernando
—Papis, les envié sus pasajes a sus correos, por favor confirmen si los recibieron—intenté ponerle orden a la conversación.
La video llamada rutinaria se había desviado a Mike tratando de sacarle a Hayden quien era su novia menor de edad, y a Hayden insultándolo en su mejor venezolano.
—Lo recibí—confirmó Mike.
—Ya también llegó—respondió Hayden.
—Uff menos mal, no queremos que la dejes embarazada y te llamen abuelo de tu propio hijo.
—¡Chúpamelo, Mike!—gritó Hayden mientras mostraba su dedo corazón a la pantalla. El abogado solo se reía.
—¡Joder! ¿Pueden parar? Necesitamos organizarnos. El vuelo de los abuelos de Amelia llegará el mismo día pero un par de horas después del de ustedes. Contraté un servicio que los busque a todos y los traigan a la casa.
—¿Quién arreglará a Amelia?—preguntó Hayden.
—¿Qué?
—Dime que contrataste a alguien, Fernan—agregó Mike.
—Mierda, mierda, mierda. ¿Hayden, por qué no me dijiste? Tú eres el que tienes una hija desde hace más tiempo, yo tengo práctica con dos chicos que mientras más despeinados estén al parecer están más sexys.
—Depois de puxar...—Mike recordó y comenzó a reírse.
—No caigas en pánico. Ya estoy encendiendo la pc para buscar a alguien.
—Haré lo mismo—agregó Mike.
En poco tiempo los tres navegábamos por los distintos salones de belleza de la ciudad tratando de hacerle una cita a Amelia, pero no teníamos éxito alguno.
—Esperen, solo conozco a una persona que puede ayudarnos.
Marqué el número de Johana y me atendió a los pocos repiques. Hablábamos por altavoz para que Hayden y Mike pudiesen escuchar.
—Hola, ¿todo bien?.
—No mucho en realidad, no tengo a nadie contratado para que ayude a Amelia a prepararse. Todos en la ciudad parecen estar ocupados. ¿Conocerás a alguien?.
—Aquí no, conozco a alguien, pero en otra ciudad.
—¿Estará disponible?—preguntó Mike—, ya estamos desesperados.
—Hola Sr. Oytar y asumiré que también está el Dr. Michia— ambos contestaron sus saludos—. Le consultaré y te aviso Fernando.
—Yo quiero pagarlo—se apresuró a decir Mike—, quiero dárselo de regalo a Amelia.
—Bien, entonces pásale la información directamente a Mike. Muchas gracias Johana, te recuerdo la invitación para la celebración.
—Claro, no te preocupes, allí estaré.
—Bueno, un asunto menos—concluyó Hayden cuando Johana colgó la llamada.
—Bueno, los chicos ya tienen sus trajes, esto les encantará: irán los tres combinados.
—Awww—burló Mike, pero sé que también estaba conmovido, él era uno de los que le encanta vestir a Rámses y a Gabriel iguales cuando estaban pequeños.
—No puedo creer que lo logramos. Se graduaron por fin. En muchos momentos pensé que no lo harían, lo confieso. Sobre todo después del caso de las drogas—confesó Hayden.
—Yo había perdido mi fe desde que Gabriel incendió el auto—Mike no lo podía superar.
—Que fue accidente, te dije—insistí.
—Como haya sido, mi fe se perdió ese día.
—Cuando entraron en este instituto y yo ni siquiera pude estar, juro que creí que al regresar tendría que buscar algún tutor privado para que pudieran sacar el título, pero vaya sorpresa que me llevé.
—¿Tú?, te recuerdo que estaba seguro de que el fin del mundo llegaría. Rámses con novia... no lo creí sino hasta que yo mismo lo vi con mis propios ojos.
—Me pasó igual—coincidió Hayden—, cuando Rámses viajó para la entrevista era distinto pero cuando lo vi con Amelia. Me recordó tanto a Karen.
—Los dos tienen tanto de ella que ya no sé quién se parece más—seguía doliendo la ausencia de Karen.
—Es verdad, Rámses tiene su carácter, Gabriel su humor. Y sin embargo, Gabriel molesto es idéntico a Karen, y la sonrisa de Rámses es la copia de la de ella.
—Ella estaría muy feliz este día—me dijo Hayden—, y estaría orgulloso de ti Fernan, lo has hecho muy bien.
—No lo hice solo, les recuerdo que ustedes eran los que me levantaban de la cama los primeros meses.
—Bueno, bueno, no nos pongamos tristes o romanticones, no me sale bien sin un par de tragos encima. Además tanta cursilería de Hayden, ahora que tiene un amor juvenil, es enfermizo.
—¿Vas a seguir?.
—Sí, hasta que nos presentes a la menor, no te dejaré en paz. Oh, ya me llegó la información de Johana. Me desconectaré, para concretar eso. Nos vemos mis amores.
—Mike nunca cambiará—terció Hayden cuando este desapareció de la pantalla dividida donde nos estuvimos viendo.
—¿Traerás a la chica? Es un buen momento, Mike es un idiota pero sabes que jamás haría nada para molestarla.
—Lo sé... pero no la llevaré. Es muy pronto y todo es demasiado complicado como para hacer esa presentación en una fiesta familiar.
—Llegamos mi rey—gritó Mike en cuanto cruzó la puerta de la casa acompañado de Hayden.
Amelia corrió escaleras abajo y se lanzó a los brazos de ambos para saludarlos, emocionada. Mis hijos aunque un poco menos efusivos, también bajaron para recibirlos. Amelia volvió a correr escaleras arriba, estaba nerviosa y se quería preparar desde temprano.
—Hola Fernando, tenemos un problema—la abuela de Amelia me llamaba desde su teléfono, lo que no debía ser una buena señal considerando que debería estar en estos momentos en su avión, a miles de kilómetros de altura, volando para acá.
—Ay no... no me digas que...
—Sí, el vuelo está retrasado, pero logramos hacer el cambio con otra aerolínea y saldremos en unas dos horas más. Llegaremos sobre la hora.
—No se preocupen, tienen tiempo, la ceremonia siempre empieza un poco más tarde. Lo que sí creo es que perderán el transporte para que los trasladen, pero no-
—Nosotros los buscamos—Hayden se ofreció de inmediato.
—Hayden y Mike los irán a buscar al aeropuerto. No se preocupen que llegarán con tiempo, no se perderán la graduación.
Intenté tranquilizarla, pero yo estaba muy lejos de estar calmado.
La puerta volvió a sonar y Mike abrió. Johana apareció en el umbral, llevaba unos jeans ajustados y una camiseta de tirantes blanca, se veía sexy y fresca.
Mike la saludó con un beso en la mejilla, Hayden hizo lo mismo. También nos presentó a su prima, Maritza, una mujer muy maquillada y arreglada, la estilista que se encargaría de preparar a Amelia. Según lo que Mike me dijo estaba cobrando una pequeña fortuna, por lo que él esperaba que el resultado lo reflejara.
—Muchísimas gracias, Joha, no sabría que hubiera hecho. Ayer justamente, Amelia estuvo bastante deprimida cuando cayó en cuenta de que su mamá no estaría para ayudarla.
—Ni lo menciones, Fernan. Llevaré a Maritza con Amelia y me marcharé. Tengo algunas cosas que hacer y quiero estar lista a tiempo para la celebración.
Vi cuando Johana subió las escaleras de mi casa como si siempre hubiese ido, cuando en realidad esta fuese probablemente la segunda vez que viniese, la primera cuando visitó el lugar por mí antes de rentarlo por la embajada. Ladeé mi cabeza para tener mejor vista de su trasero.
—Ya veo porque esa mujer te trae tan mal—Hayden murmuró a mi lado y también ladeó la cabeza.
—Más respeto ¿quieren?— pidió Mike y lo miré confundido—. Allá están Gabriel y Rámses, tendrán que ser ustedes quienes les expliquen lo que hay entre tú y tu asistente.
Y era cierto, Gabriel no quitaba los ojos de encima de mí y Rámses no se quedaba atrás. Tratando de disimular caminamos a la cocina para comenzar nuestra celebración.
Una copa después Mike subió a ayudar a los chicos a arreglarse.
—Hola—Hayden atendió el teléfono un tanto incómodo—, si, el vuelo estuvo bien. ¿Qué tal te fue en el examen?. Qué bueno. Sí, me portaré bien, no deberías ni dudarlo—comenzó a reírse y avergonzado se levantó de la silla y se alejó—. ¿Te portarás tú bien?. Solo me gusta asegurarme. Bien. Te mando una si tú me mandas una. Hecho.
Entre risas terminó colgando la llamada y se encogió de hombros cuando alcé mi ceja a manera de burla cuando se tomó una selfie para mandársela a su novia. Sonrió cuando le llegó la respuesta y se guardó el teléfono en el pantalón.
—Me gusta verte feliz, deberías presentárnosla, debe ser una excelente mujer para tenerte así. Creo que ni con tu ex esposa llegué verte así de tranquilo.
—No lo estaba. Ella era una buena mujer, pero demasiado controladora y celosa. Respiraba con miedo de que cualquier cosa que hiciera pudiese entenderlo como una infidelidad. En cambio con ella... no hay desconfianza y de por sí ya eso es un gran cambio.
Mike bajó las escaleras con mis hijos detrás de él. Eran atractivos, no había duda de eso.
///
—¿Cómo se le ocurre decirme eso? Vieja verde, sádica.
—No es para tanto.
—¿Qué? Tú eres feo, no estúpido Fernando. Dijo que nuestros hijos eran atractivos y que deberíamos mantenernos en contacto para cuando sus hijas estuviesen mayores.
—Pero si son atractivos.
—¡Tienen 10 años!. A esa edad son dulces, tiernos, lindos. No atractivos. No, además sus hijas son espantosas y dominantes, no dejarían que pasen las fiestas con nosotros porque deben estar con sus novias.
—Ah... ya veo. Estás celosa.
—Pst... idiota.
—Ellos nunca te cambiarán, eres su mamá. Y los criaremos para que sepan que la familia es lo primero.
—¡Nuestra familia! Nu.Es.Tra.
—Bien... Pero debes acostumbrarte, son niños muy atractivos, ¿acaso no ves al papá que tienen?.
—¡Tú eres feo!
—No lo soy, pero tú si eres fea. ¡Horrible!.
///
—Se ven perfectos.
Gabriel sonrió y se giró pavoneándose. Rámses le rodó los ojos, se quitó la chaqueta y se subió las mangas de la camisa.
—Yo soy el más atractivo de los dos, confiésalo de una buena vez—dijo el portugués y Rámses bufó.
—Como niñito bueno de catálogo. Yo soy el chico malo que todas desean.
Fue el turno de Mike de bufar.
—Me caía mejor cuando no sabía el tamaño de ego que tenía.
Nos tomamos un par de fotos y finalmente Mike y Hayden se marcharon al aeropuerto para buscar a los abuelos de Amelia y yo subí a ducharme y cambiarme, cuando salí de la ducha escuché a Rámses en el pasillo. .
—Anda, bombón. Déjame entrar.
—¡Que no, Rámses! No seas acosador. Tienes que esperar.
Mi hijo se marchó escaleras abajo, tenía su sonrisa torcida cuando pasó por frente de mí. Le encanta tanto molestar a Amelia.
Terminé de vestirme y me miré en el espejo por última vez, ajustando el nudo de mi corbata.
///
—Me perderé la graduación. Odio esto feo, lo odio.
—Yo también lo odio.
—Hice una lista... de todas las cosas que me perderé.
—¿Colocaste en la lista la perdida de la virginidad?—pregunté sorprendido cuando revisé lo que había escrito—. Eso tampoco era que lo ibas a presenciar.
—Pero no estaré para preguntarte si hablaste con ellos, si les distes la charla de los bebés, si se cuidaron.
—Fea, no pienses en eso.
—Lo único en lo que pienso es en todo lo que me perderé.
///
¿Acaso algún día dejarían de atormentarme los recuerdos de Karen?. En cada momento importante de nuestros hijos ella haría su acto de presencia en mi memoria y yo jamás dejaría de lamentarme por lo que ella se perdió.
Busqué la caja donde guardaba las que fueron las pertenencias de Karen. Saqué los pequeños botones dorados que había escogido para ellos para este día.
Suspiré profundamente y les pedí que subiesen.
—Siéntense—les pedí.
No estaba seguro como empezar, pero tiempo era algo que no teníamos.
—Su mamá les dejó un regalo a cada uno para este momento.
Ellos me miraron y se miraron confundidos. Sus expresiones pasaron de alegría a tristeza. Tendí las pequeñas cajas que ella había cuidadosamente escogido para cada uno y cada quien la tomó.
—Su mama odiaba tener que perderse tantas cosas en la vida de ustedes, así que decidió tomar algunas previsiones. Esos botones son para que los usen el día de hoy solo si quieren, me hizo jurar que no era obligatorio que los usaran así qu-
No había terminado cuando ya se los estaban colocando. Rámses corrió escaleras abajo a buscar su chaqueta y cuando regresó ya los tenía puestos y se veía en el espejo.
Gabriel forcejeó nervioso con los suyos y me acerqué para ayudarlo. Rámses me abrazó con fuerza, estaba feliz con el regalo, me los enseñó y aunque la verdad que no combinaban mucho con el traje que tenían, ellos no se lo quitarían.
Mi hijo menor, en cambio se limpiaba sus lágrimas con cierto disimulo y terminó, con ayuda de su hermano, sonriendo cuando Rámses, buscando alegrarlo de alguna forma, modeló su traje tal como minutos antes él lo había hecho.
Ellos salieron de la habitación y yo volví a guardar la caja en un lugar donde no estuviese tentado a ver cada uno de los recuerdos que allí colocamos.
///
—Será una capsula de tiempo para ellos. Abrirán un obsequio en cada momento especial. Así sabrán que aunque no esté físicamente con ellos, quería estar allí y sabía que lograrían cada una de sus metas, que mi fe y confianza en ellos es infinita.
—Fea...
—No, feo, déjame que lo haga. Por favor, me hace sentir bien creer que podré estar presente en su mente ese día.
///
Finalmente salí de la habitación solo para quedarme paralizado con la visión de Amelia. Lucía perfecta en su vestido azul, adorable, bella. No parecía ser la misma chica que fue violada, la que huyó de su casa, la que fue secuestrada. Lucía fuerte y segura.
Me sentí automáticamente orgullosa de ella y feliz de poder ser parte de este día, que estaba muy seguro no hubiese sido posible si no nos hubiésemos cruzado en su camino.
—Estas bellísima, Mia—le di un beso en la mejilla con cuidado de no dañar su perfecto maquillaje.
—Tú pareces todo un galán de Hollywood.
Le ofrecí mi brazo para ayudarla a bajar las escaleras.
Abajo, mis hijos esperaban por nosotros. Cuando Rámses alzó la vista y miró a Amelia no sentí que la bajaba por las escaleras para asistir a su graduación, sino que la estaba entregando en un altar para que mi hijo la mirase con esa misma cara de adoración por todos los días de su vida.
Lo sé, porque era la misma cara que yo tenía con Karen.
Amelia se adelantó unos pasos para saludar a los chicos y entonces vi su espalda completamente descubierta.
Santísima madre, matará a Rámses.
—Odio ese vestido—dijo mi hijo más suicida.
No, hará que maten a Gabriel, me corregí a mí mismo.
Intenté salvarlo tratando de que saliera primero de la casa, pero entonces se retrasó y sin querer presenciar un homicidio que arruinara mi día tan feliz como padre orgulloso, me adelanté.
Buscaría el titulo con ellos o sin ellos. ¡Me lo he ganado a pulso!.
—Mi pene no es suicida, sabe que es tuya, soy su cuñado pero no estoy ciego—escuché a Gabriel responderle a su hermano, bueno hasta los momentos seguía vivo.
En eso también se parecía Gabriel a su mamá, ambos sin ningún tipo de sentido de auto preservación.
Estando en camino, Hayden me avisó que ya habían llegado y suspiré por fin más tranquilo. Por la hora conseguimos un poco de tráfico pero nada grave.
Nos bajamos apurados porque estábamos sobre la hora y apenas si tuvimos tiempo de reunirnos con el resto. Todos alabaron a los chicos, la abuela de Amelia ya había comenzado a llorar y no tenía cara de que fuese a parar próximamente.
Los chicos se despidieron de nosotros y caminaron hasta sus asientos.
—Desgraciada directora de mierda.
—¡Mike!—le regañé recordándole la presencia de los abuelos de Amelia.
—Lo lamento, pero es lo que es. ¿Por qué no dejó que Amelia se sentase con los chicos? No afectaba en nada.
—¿Por qué se negó?—preguntó Hayden uniéndose a la conversación.
—Está molesta porque se me lanzó en más de una oportunidad y yo no mordí el anzuelo. Eso es todo.
—No te angusties, mírala, Amelia está bien.
—Pero nuestros hijos deberían estar todos juntos.
—Aww—exclamó exageradamente Hayden mientras abrazaba a Mike, se estaba burlando de él—. Se escuchó tan lindo.
Coincidí y Mike terminó rodando los ojos y riendo.
Nuestros hijos no fueron los únicos que robaron miradas, la mitad de las féminas no nos quitaban la mirada de encima, la otra mitad solo disimulaba porque estaban acompañadas.
—Muy bello el discurso de Marypaz.
—Detesto sarcasmo en tu voz.
—De bolas que si—exclamó Hayden—, ¿después de todo lo que hizo viene con ese discurso?.
—A mí me pareció muy sincero. Las personas se equivocan y pueden darse cuenta y querer enmendarlo.
—Lo que pasó contigo fue muy distinto, Mike—Hayden estaba realmente molesto con Marypaz.
—Fue algo distinto, sí, pero causó también bastante dolor y si Karen no me hubiese perdonado, si Fernando no me hubiese buscado, yo no estaría aquí ahora. ¿Hubiese valido la pena mantenerse molesto?.
—No—respondí—. No valía la pena mantenerse molesto, perderíamos mucho más.
—Cásense pues—no logramos convencer al doctor, pero no insistió en el tema y a pesar de todo terminó aplaudiendo a Marypaz tanto como la misma Amelia.
Mia fue llamada para subir al escenario. Caminó con su frente en alto, sosteniéndose la toga para no tropezarse. Escuché los murmullos formarse y me molesté, pero antes de que pudiese reaccionar sus abuelos se levantaron a vitorearla y nos levantamos con ellos, gritando y aplaudiendo con fuerza. Mis hijos también se alzaron, le silbaron e imitaron a varios animales que hicieron reír a todos, incluyendo a Amelia.
Finalmente fue el turno de mis hijos. Subieron juntos, no esperaba menos.
///
—Gritarán como locos, aplaudirán hasta que les duelan las manos, porque es lo que yo haría. Le dirán que estamos orgullosos, que los amamos y que no habrá nada que no puedan lograr si lo hacen con empeño. Júrenlo.
Hayden, Mike y yo coreamos un "lo juramos".
///
—¡Bravo!—grité con fuerza, mi garganta picándome por el esfuerzo—. Los amo, estoy orgulloso.
—¡Así se hace!—Mike utilizó sus manos para proyectar su voz—. ¡Dios existe y esto es un milagro!.
—¡Esos son mis muchachos, carajo!—Hayden aplaudía tan fuerte que sus hermanos debían dolerle.
Las personas se reían por las cosas que le gritábamos.
///
—Quizás ellos estén un poco triste porque yo no estaré allí, pero más les vale a ustedes que los hagan reír. Griten todo lo que yo gritaría y más. Todo lo que yo grité en la graduación de cada uno. Hagan sus vidas divertidas, llenas de risas que espanten la tristeza que esto les traerá. Quiero que sepan que estoy allí, pero que no estén tristes.
—Pero si estarás allí—le recordé.
—No, no lo estaré como quisiera. No podrán picarme las manos con los aplausos, no podré quedar ronca de gritarles, no los veré reír cuando le grite obscenidades, tampoco presenciaré cuando agarren sus títulos, no estaré en las fotos. Seré el recuerdo doloroso que empañará el momento de alegría. Así que cuerda de idiotas, más le vale sacarle muchas sonrisas a mis niños, porque si no les juró que les acosaré a las novias todas las noches, menos a ti Feo, tu no tendrás más novias.
///
—¡Un año sin expulsiones, es un nuevo record—grité riéndome, ellos también lo hacían.
—¡He recuperado mi fe en la humanidad!—Mike se carcajeó con fuerza, esas palabras exactas fueron las que gritó Karen cuando él se paró a recibir el título de abogado.
—¡Gané la apuesta así que páguenme!—fue el turno de gritar de Hayden. Recordé que cuando Karen gritó eso en el auditorio algunos compañeros de clases de Hayden alzaron el dinero por encima de sus brazos para pagar, tal como Mike y yo hicimos, era parte del show.
Nunca me quedó claro cuál fue la apuesta, pero esa noche Karen brindó varias rondas de tequila.
Y no fuimos los únicos en gritar, las chicas habían enloquecido con ellos, no me sorprendía, la mayoría de los problemas en que ellos se metían de una u otra forma involucraba un problema de faldas.
—Coño es que se parecen demasiado a ustedes—Hayden se reía de que ambos le guiñaron el ojo a Amelia casi en simultaneo.
—Te recuerdo que a los efectos de todos, ellos son un trio—le recordé.
—Y tienen hasta las mismas malas ideas—volvió a reír.
—¡Agárrense las pantis chicas, todo eso se lo come Amelia!—gritó Mike sin importarle que los abuelos de la aludida estaban allí escuchando—. ¿Qué? Karen también dijo que gritáramos obscenidades.
Y recordando la amenaza de Karen, Hayden también dio su último grito: —Duro contra el muro, macizo contra el piso, lento en el pavimento...—y Mike se unió a esa horrible canción.
Dios... no sabes lo que hiciste Karen.
—Votre mère est avec vous et est fière des deux- Su mamá está con ustedes y está orgullosa de ambos—fue lo último que grité. Ellos buscaron mi mirada entre el público y me sonrieron.
Gabriel y Rámses posaron para la foto reglamentaria y se aseguraron de que los botones, regalo de su mamá, se notasen en la misma y finalmente el espectáculo O'Pherer acabó.
—Y Mike preocupándose... como que no conoce a Rámses—burlé.
Mike alzó la vista y vio al francés montar a Amelia sobre sus hombros y llevársela hasta su asiento. Mike sonrió satisfecho y buscó a la directora entre el público, cuando la saludó, ella tenía el ceño fruncido y el abogado le sonrió con total descaro y se encogió de hombros.
—Toma esa perra. Demándalo...—murmuró feliz.
Pov Mike.
Vi a Marypaz caminar junto con Amelia, con una pequeña mirada cómplice entre ambas. Me gustó verlo.
Pero fue los restos de lágrimas en el rostro de Amelia lo que nos alertó a todos.
Rámses se apresuró a acercase a ella, pero sin decir palabras Amelia se escondió en su cuello, llorando.
—¿Qué le pasó?—preguntó Hayden a Marypaz, su molestia dejándolo en evidencia.
—Rosalía se presentó acá.
—¿Qué?—comencé a buscarla por todo el lugar, al igual que todos—. ¿Qué le dijo? ¿Qué quería?.
—Quería hablar con ella, llegar a un acuerdo con lo de Stuart, pero no la dejé que le siguiera hablando.
—¡Pero que mierda...!
Me aparté del grupo y marqué el número del investigador.
—¡¿Para qué carajos te estoy pagando?!. Para que vigiles a la zorra esa y cada paso que de cerca de los míos. ¿Y se presenta en la graduación?.
—Yo...ehm....
—¡Estás despedido!.
Colgué el teléfono y marqué el siguiente número.
—Necesito una nueva agencia de seguridad, una que realmente quiera ganarse la maldita puta fortuna que les estoy pagando.
Mi asistente se apresuró a responderme que buscaría a primera hora una nueva agencia y que pediría a esta que enviase un equipo de respaldo nuevo en contraprestación por la falla.
—¿Estás bien?
—No—le gruñí a Fernando—. Estoy cansado de rodearme de incompetentes. Presentaré un escrito el lunes a primera hora, será una orden de alejamiento para Rosalía.
Él asintió satisfecho.
—Vamos, es hora de las fotos. Amelia está bien, supo defenderse de su mamá.
Tomamos todas las fotos posibles, hasta que casi no quedaba nadie en el lugar. En realidad solo hacíamos tiempo para que llegase el equipo de protección. En cuanto entraron al recinto, los supe identificar inmediatamente y fue el momento en que pudimos marcharnos al restaurante, para el pequeño agasajo que preparamos para los chicos.
El local que había escogido Fernando estaba perfectamente decorado, no parecía una fiesta de embajada, como le rogamos que hiciera. Los chicos se divertían, reían y bailaban. No lo reservamos por completo porque no era necesario, pero si pedimos la mejor mesa del lugar.
—Hola señor Oytar. ¿Cómo está?—Johana se acercó hasta mí con una copa en la mano, llevaba un vestido negro sencillo pero muy ajustado que dejaba a la vista de todos sus curvas.
—Muy bien ¿y usted señorita Ehrenfeld?. Aunque creo que podríamos tutearnos ¿no crees?.
Ella sonrió y tomó de su copa.
—Felicidades por la graduación de tus hijos. Debes estar muy orgulloso.
—Lo estoy y pensar que aún me faltan muchas más graduaciones...
—Claro, las de la universidad.
—Y las de mis hijos propios, por supuesto.
Ella me miró sorprendida por un momento y volvió a sonreír para disimular su sorpresa.
—¿Hijos propios? Eso es una gran noticia.
—Sí, lo he estado pensando desde hace un tiempo—confesé.
—¿Y ustedes no han bailado? ¿Qué esperan?—nos apremió Hayden.
—¿Gustas?—le tendí la mano a Johana y ella aceptó.
La guié hasta la pista de baile y con una de mi mano en su espalda comencé el baile.
Fernando bailaba con Amelia, Gabriel con su abuela, Rámses conversaba con su abuelo y Hayden acababa de unirse a esa conversación.
Le guiñé el ojo a Fernando cuando pasé a su lado y acerqué unos centímetros más mi cuerpo a Johana. Su mirada se endureció y me hizo reír.
—¿Y cuántos hijos quieres tener?.
—Quizás dos, niñas, porque la experiencia con dos niños me lleva traumado.
Johana rió.
—Dos es un buen número. Yo quiero tener tres. Soy de familia numerosa—explicó.
—Espero que ese novio tuyo gane muy bien, porque los gastos son espantosos...
Fernando que había estado escuchando me reprendió por el comentario que dejaba en evidencia lo que él nos había contado.
—Gana muy bien, el dinero no será problema—dijo riéndose, creo que también había visto la cara de Fernando.
—Bien. Tres niños no suena mal, voy a considerarlo, después de todo también tengo tres, contando a Amelia.
Terminamos de bailar la canción y me acerqué hasta los abuelos de Amelia que comenzaban a despedirse. Estaban cansados y querían acostarse.
Sus abuelos volvieron a agradecernos por todo lo que habíamos hecho con Mia, y una vez más les dijimos que no era necesario.
Amelia, se había ganado el corazón de todos. No por lo que hubiese sufrido, eso era algo que nos conmovía enormemente, sino por la transformación que causó en Rámses e incluso el mismo Gabriel.
Poco después de que se marcharon, mientras conversaba con Johana, escuchamos el ruido de unos vasos cayendo al piso y a Gabriel tambaleándose precariamente tratando de sostenerse de la mesa.
—¡Pero que...
Corrí hasta Gabriel y lo sostuve antes de que se cayera al piso. Se comenzó a reír solo y su mirada estaba un tanto perdida.
—Creo que se me subieron las copas a la cabeza—sus palabras estaban arrastradas y hasta mal pronunciadas.
¿En qué momento se emborracho?
—Ne pourriez-vous pas le prendre plus judicieusement?- ¿No podías tomar con más prudencia?—Rámses estaba molesto y tomándolo por el brazo lo ayudó a levantarse—. Allez, je vais vous emmener, peut-être que l'air frais vous fera du bien- Vamos, te llevaré a dar una vuelta, quizás el aire fresco te haga bien.
Vi como entre Amelia y Rámses se llevaban a un tambaleante Gabriel a caminar un poco por la playa.
Fue en ese momento cuando Fernando regresó junto con Hayden de haber acompañado a los abuelos de Amelia hasta el hotel. Les conté lo ocurrido y Fernando negó un poco molesto por la situación. Hayden, en cambio comenzó a reírse.
—¿Y tú de que te ríes?.
—De la inocencia de ustedes por supuesto.
—¿De qué hablas?—insistió Fernando.
—Me cambio el nombre y me corto un testículo a que Gabriel no estaba borracho. Todo fue una distracción para escaparse. ¿Acaso no les parece mucha casualidad que justamente falten Rámses, Amelia, Gabriel y la chica con la que bailaba?.
Busqué alrededor solo para confirmar las palabras de Hayden.
—Pero ¿por qué...
—Coño si no te lo imaginas...
—¿Pero es que acaso Karen y yo tuvimos conejos? ¿No pueden estar una sola noche sin follar?.
—Yo no puedo. Si la comida está servida, me dará hambre y te aseguro que comeré—me sinceré.
—Pero... ¿en la playa? ¿a la vista de todos? Debo reconocer que Amelia es bastante... arriesgada—Fernando intentaba burlarse porque una parte de él no lo creía posible.
—¿Qué otros lugares hay por acá cerca?—pregunté.
—Ya me tengo que marchar—Johana llegó a nuestra pequeña improvisada reunión para despedirse.
—¿Necesitas que te lleve?—Fernando se ofreció de inmediato, dejándose en evidencia. Y después se sorprende de Rámses y Gabriel.
—No hace falta, ya pedí un taxi.
—Gracias por haber venido—Fernando se despidió de ella y luego lo hicimos nosotros.
—Gracias por el baile, Mike.
—Gracias a ti. Saludos a tu novio, otro día lo invitas.
—Claro—respondió emocionada—, ya es hora de que lo conozcan.
La vimos partir y Fernando me golpeó con fuerza en el brazo: —¿Qué traiga a su novio? El borracho aquí eres tú.
—Tienes que conocer a la competencia, no te molestes. Así sabrás con quien tienes que lidiar.
Bufó pero no me quitó la razón.
El mesero nos sirvió una nueva ronda de tragos, era el sexto que me tomaba en la noche, no estaba ni cerca de estar borracho, pero si me sentí mucho más relajado, aunque en parte era la alegría de la graduación.
—Hola novio, ¿Ya te tomaste el agua del florero?—su mensaje, como siempre, me sacó una sonrisa.
—Aun no, la estoy guardando para cuando se acabe el whisky—le respondí.
—Hoy conocí a un tipo. Está muy rico y es bastante gracioso.
—Aléjate de él, es un loco.
—¿Loco porque se me acercó?.
—Loco porque se te acercó sabiendo que tienes novio, un novio muy celoso. Ese hombre es un suicida.
—Eres un exagerado, pero así te amo. El caso con este tipo es que me dijo la cosa más graciosa de la noche. Me pidió matrimonio.
—¿Y qué le respondiste?.
—Le dije que me lo pidiese cuando no estuviese tan tomado y tuviese una mejor presentación.
—¿Puedes soltar el teléfono y ayudarnos aquí?—Hayden me interrumpió cuando estaba por enojarme con mi novia—. Gabriel regresó, no da razones de Rámses y ya están cerrando el lugar.
—¿Los llamaron por teléfono?
—Deben estar muy ocupados, porque no me atienden—Fernando estaba comenzando a molestarse.
—Ahijado, vamos... hora de confesar—lo apremié.
Gabriel llevaba su cabello desordenado, su ropa bastante arrugada.
—No sé de qué estás hablando.
Esa era la frase que nos dejaba claro a todos que no diría nada más para encontrar a Rámses.
—¿Por lo menos llevaban su teléfono?—pregunté y Gabriel, fiel a su hermano, no respondió.
Fernando respiró frustrado.
—Novia, tengo que dejarte, se nos perdieron dos de los hijos y Fernando quiere matar al tercero sobreviviente. Después hablaremos de esa propuesta de matrimonio que recibiste, no me da nada de gracia lo que me dices. Te amo.
—Te amo, novio.
POV Hayden.
—¿Me extrañas?—fue lo primero que me preguntó en cuanto atendió el teléfono.
—Claro que sí. ¿Qué haces?.
—Estoy estudiando. No tengo mucho que hacer.
—¿Estás en la casa o en tu residencia?.
—Estoy en tu cama, acabo de darme una ducha. En la residencia hoy había fiesta pero yo no estaba de humor.
—Muy bien, te daré un sobresaliente en mi próxima prueba—bromeé.
—¿Y qué tal la has pasado?
—Bien, la ceremonia fue muy linda, bueno ya viste las fotos que te pasé. Ahora estamos en el restaurante pero dentro de poco cerrarán. Rámses, Amelia y Gabriel están escapados.
—Y Fernando atacado...—tanto le hablaba de mis amigos que comenzaba a conocerlos muy bien.
—Me gustaría estar allá contigo una última noche—suspiré entristecido.
Regresaría a casa con Rámses, lo que significaba que la noche de ayer, fue la última que pasamos juntos en mi casa.
—Siempre puedes quedarte en la residencia conmigo...—se burló y bufé.
—Tengo que colgar, Fernando está entrando en crisis. Te quiero.
—Y yo a ti.
—Tienen el teléfono apagado—Fernando ya estaba cabreado y Gabriel seguía sin decir pio sobre su hermano.
La cualidad de ellos para cuidarse entre sí, contra viento y marea, resultaba bastante admirable. Cuando incentivamos ese comportamiento de pequeños jamás imaginamos que se nos voltearía de semejante manera.
No lo hubiésemos hecho, de haberlo sabido.
—Piensa, Fer—lo presioné—, ¿hay algún hotel cercano?. Pero cálmate, porque creo que estas exagerando un poco.
—No lo estoy, ellos se fueron y no... nadie está con ellos.
La mirada que me dio hizo que mi cerebro por fin conectara todos los puntos.
Hace unos días, siguieron a Rosalía hasta un pequeño centro comercial especialista en artículos de campamento y cacería. Eso llamó la atención de la agencia de vigilancia y advirtieron de inmediato a Mike.
La situación se complicó cuando no pudieron confirmar que artículos compró Rosalía, quien salió del lugar con algunas bolsas, porque las tiendas que vendían armas, no llevaban un registro legal, por lo que podíamos presumir que si vendían armas sin hacer el debido registro de antecedentes. Así que ella pudo o no pudo haber comprado un tipo de armamento.
Luego se presenta en la graduación y entramos en pánico, aunque mucho más Mike, quien en su ataque de molestia por la falla de seguridad despidió a la agencia y tuvimos que esperar hasta que llegase una nueva.
Ahora Rámses y Amelia se perdían y no contaban con ninguno de los guardias vigilándolos. Al principio estábamos tranquilos, si estaban en la playa era seguro porque sabíamos que varios oficiales se encontraban por la zona vigilando, pero si habían salido del lugar, se encontraban expuestos.
Cuando mi cerebro lo entendió, también me preocupé. Mike conversaba con uno de los oficiales para que revisaran la zona, Fernando insistía en el programa de rastreo, pero con los teléfonos apagados no obtendría resultados.
—Hayd, ¿Qué está pasando?.
Habíamos acordado no decirles nada a los chicos. Después del secuestro les había costado volver a un estado de normalidad y si no fue por la fiesta a la que asistieron hace poco, seguirían encerrados en la casa, huyendo de todos los que los señalaban por la calle y murmuraban por los medios de comunicación.
Todo había salido bien hasta los momentos, la compañía era sumamente discreta en sus acciones y sus teléfonos contaban con rastreadores, así como también el auto.
Si, nos volvimos paranoicos, pero nadie podría culparnos.
—¡Les implantaré un puto ship de rastreo en el cuello a cada uno!—bramó Mike llegando hasta donde estábamos.
—No existen para humanos, solo para perros—le explicó Fernando, al parecer lo estuvo considerando.
—¿Y crees que eso me importa? Yo consigo al proveedor, tú lo pagas y Hayden lo implanta. Sencillo.
Me encogí de hombros, si era por la seguridad de cada uno, podría considerarlo.
—¿Qué está pasando?—Gabriel que estuvo escuchando todas nuestras angustias terminó haciendo la pregunta correcta.
Intercambiamos algunas miradas y ante la duda de todos, fui el que tuvo que explicarle lo que ocurría, con un rápido resumen de lo ocurrido con Rosalía hasta el cambio de la seguridad que tuvimos que hacer a último momento.
El semblante siempre divertido y risueño de Gabriel desapareció y dio paso a la preocupación y molestia.
—¡¿Por qué no nos dijeron?!. Esas cosas siempre tienen que contárnosla, no somos ningunos niños, si sabemos que estamos en riesgo no nos expondríamos, ni a nosotros ni a Amelia.
—¿A dónde fueron?—preguntó una vez más Fernando.
—Sinceramente no lo sé, no me lo dijeron pero me hago una idea cercana porque vi hacía donde caminaban.
—Bien, vamos a buscarlos—los apremié a subirse en el auto y con un auto sirviéndonos de escolta comenzamos a recorrer las calles por donde pudieron haber estado.
Jamás imaginamos lo que conseguiríamos. Bueno, quizás si lo imaginábamos, pero comprobarlo... es otra cosa.
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Nota de Autora:
Miércoles de #NJLP
Mi ansiedad crece en la medida que nos acercamos al final.
He prorrogado el concurso, así que tienen hasta este sábado 03/03 para colocar sus collage y concursar! Los ganadores definitivos serán anunciados el 04/03.
Suscríbanse al grupo de FB y si les gusta reírse bastante, ingresen al grupo de whatsapp!
No olviden votar, comentar y recomendar la historia, muchas gracias a todos los que me han recomendado!! :D
Baisers et Abraços
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