Capítulo 61.¡ESTO ERA EL COLMO!
Finalmente llegamos a Portugal, donde paseamos una vez más por todos los lugares donde Karen solía pasar sus días con sus hijos, el edificio donde vivieron por varios años, su parque favorito y el lugar donde se encontraba aquel restaurante de comida española donde tanto le gustaba ir.
En cada ciudad los recuerdos los golpeaban con fuerza, unos más dolorosos que otros, pero descubrí que si preguntaba sobre cada uno, sus mentes se distraían del dolor y se concentraba en la parte linda del recuerdo, en donde me hacían participe.
Gabriel estaba muy emocionado de recorrer sus calles, tenía muchos recuerdos aquí que con los nuevos conocimientos que tenía de su mamá, eran simplemente mejores.
—Recuerdo correr por esta calle hasta que llegaba a la playa. Mi mamá iba con Rámses de la mano—me comentó mientras hacíamos el mismo recorrido.
Rámses estaba comprando unos helados junto con Mike y Fernando.
—En mi recuerdo no entendía porque mi mamá no me llevaba a mi también de la mano y eso me entristecía, pero mi papá me contó que ese día Rámses se había caído y roto un poco en la rodilla y venía llorando.
—Deberias siempre preguntarle esas cosas, eras un niño, percibias las cosas muy distintas a lo que eran.
Gabriel asintió y me atrajo en un abrazo.
—Traje chocolate y limón—Gabriel comenzó a besarme la frente, mirando a su hermano solo para molestarlo.
—Quedatelos, yo me quedo con este heladito.
—La llegas a lamer...—advirtió Rámses cuando Gabriel sacó su lengua.
Me alejé de él antes de que siguiese molestando a mi francés y tomé el helado de limón.
—Mamá se sentaba en este banco y nos veía jugar a ambos—recordó Rámses.
—Lo hacía todas las tardes sin falta. Y no se molestaba en pelear con ustedes para sacarlos de la playa, esperaba que se cansaran lo suficiente y con ustedes agotados, subía a bañarlos—Fernando parecía estar viendo a Karen sentada entre sus dos hijos en ese mismo banco.
Era frustrante ver como se entristecían delante de mí, porque no habia nada que pudiese hacer. Comí mi helado en silencio, dejando que ellos siguieran recordando a su mamá.
Ese primer dia recorrimos la ciudad y su casco histórico, un lugar que me encantó. Regresamos tarde al hotel, cenamos y nos quedamos en la habitación descansando.
Desperté sola en la cama. Odiaba cuando eso pasaba, quedaban muy pocos días juntos y quería despertarlos todos con él.
Despues de cambiarme de ropa salí a la sala en común de la suite. Todos estaban en traje de baño. Mike y Fernando conversaban con teléfono, asumo que con Hayden. Rámses estaba en el balcón observando la vista y Gabriel se tomaba fotos con su telefono.
La puerta sonó y me acerqué para abrirla. Era el servicio a la habitación con nuestro desayuno. La camarera que lo trajo se quedó paralizada cuando los 4 pechos desnudos de 4 hombres muy atractivos aparecieron en su campo de visión.
—Buenos días, adelante. Muchas gracias - Bom dia, vá em frente. muito obrigado.
Dijo Fernando con su mejor sonrisa y la mujer casi palidecío.
Me miró a mí confundida y un tanto aletargada.
Comencé a levantar las bandejas y anunciando a sus dueños. Ya conocía muy bien a los chicos.
—Huevos y tocineta: Gabriel—el mencionado se acercó y dándome un beso en la frente tomó su plato.
—Tostadas y mermelada: Mike.
—Gracias, muñeca. Este café también es mio—dijo tomando una de las tazas.
—Panqueques y huevos: Fernando.
—Yo pedí un... aquí está—tomó el vaso de jugo que parecía ser de naranja y se sentó en la mesa al lado de Gabriel.
—Sanduche: Rámses—cuando tomó su plato, también tomó su jugo y me besó en el cuello.
—Bonjour mon bombón succulent – Buenos días mi bombón suculento.
—Y este es el mio... el ultimo plato traía tostadas, huevos, tocineta, jamon, queso y mostaza, con un batido de frutos rojos.
Solo Rámses sabría a presicion lo que quería de desayuno.
La camarera me ayudó a llevar la jarra del café y el agua.
—Casi lo olvido—se regresó al pequeño carrito donde había traido los platos y buscó varios tarros pequeños—. Nuez moscada, canela y chocolate en polvo.
—¡Me conoces tan bien! No se si comer mi desayuno o –
—¿Comerme a mi? Eso es fácil—torció su sonrisa y me hizo sonrojar.
—Muito obrigado senhorita – Muchas gracias señorita—me despedí de la camarera. Ella aun aturdida salió de la habitación.
—Excelente pronunciação, beleza. Hoje vamos começar as aulas avançadas - Excelente pronunciación, belleza. Hoy comenzaremos las clases avanzadas
Pasamos los días que teníamos en Portugal en la playa. Relajando los días de locos que habíamos tenido y despojándonos de toda la carga emocional que había sido este viaje.
***
Para cuando nos tocó montarnos en el avión de regreso a casa, los O'Pherer no estaban ni cerca de estar deprimidos, por el contrario, lucían felices, tranquilos, alegres. Se reían, bromeaban entre sí y a mi costa; pero no me importaba, porque solo quería que la tristeza y la depresión se alejasen de ellos para siempre si es posible.
De Mike nos despedimos apenas llegamos a America, debía tomar vuelos con escalas distintas a los nuestros. Nos despedimos y él prometió visitarnos muy pronto.
Rámses y Gabriel estaban retirando nuestro equipaje mientras que Fernando y yo buscábamos al transporte que nos llevaría a casa.
—Amelia, tengo que agradecerte, fue una excelente idea invertir el viaje. Hace un año, recogía los restos depresivos de cada uno, incluyendo los míos, pero en cambio hoy me siento más conectado con Karen, que cualquier otro año después de su partida. Rámses tenía razón.
—¿En qué?—pregunté.
—Él está seguro de que fue Karen quien te envió con él, porque te considera demasiado perfecta para que haya sido solo una casualidad.
Mis mejillas rojas delataban la vergüenza que sentí por sus palabras.
—Yo hoy también estoy seguro de que ella te envió con nosotros Amelia, y cada vez que haces reír a mis hijos como bobos enamorados, lo confirmo.
—No en plural—corregí.
—Tú corazón le pertenece solo a Rámses, estoy claro en eso, pero tú eres la dueña de ambos corazones. Asi que sí, en plural.
—Gabriel no, ya lo hemos hablado, eso está en el pasado—insistí en aclararle.
—Conozco a mis hijos. Gabriel ya no tendrá sentimientos románticos o sexuales por ti, pero también te ama. ¿Sabes? El corazón de Karen me pertenecía solo a mí, pero ella era la propietaria del mío y del de Mike—me dio una mirada cómplice, que me pedía que mantuviese el secreto.
***
Solo un par de días habían pasado de nuestro regreso cuando Mike avisó que necesitaba hablar conmigo algunas cosas del juicio y que estaría cerca de la ciudad así que aprovecharía la ocasión de pasarse de visita.
—Hola muñeca, ¿te sigue tratando bien este idiota?—me preguntó Mike mientras me envolvía en un cálido abrazo.
—Yo siempre la trato muy bien, ella es la que me mal trata pero descubrí que me gusta cuando me da con-
Salté a taparle la boca con mis manos.
—No esperaba menos de ti—respondió Mike entre risas mientras terminaba de saludar al resto de la familia.
—¿Podemos dejar de hablar de la vida sexual de mi hermano?—preguntó Gabriel.
—Exitosa vida sexual—aclaró Rámses.
—Ok—traté de mantener el rumbo adecuado de la conversación—. Mike no necesita tanta información, nadie, necesita tanta información.
—Ni que estuviésemos dando detalles, solo he dicho que te trato bien y que tenemos una continua, exitosa y saludable vida...
—Me consta a veces las paredes son muy delgadas y...
—¡Gabriel!—lo interrumpí con mi cara estallando en calentura.
—Chicos, dejen de molestar a Amelia. No le hagas caso Mia, las paredes no son tan delgadas...—Fernando puso fin al momento de "humillar a Amelia" del día, aunque por supuesto dio su pequeña cuota, y se acercó para saludar a su amigo.
—Cuéntanos Mike, ¿ya se fijó la fecha para la próxima audiencia?—pregunté
—Así es Mia, de hecho, fue una de las razones para venir, pero por la que principalmente estoy aquí es por la que debo hablar contigo... a solas.
—¿Por qué a solas?—siempre habíamos podido hablar con toda la familia.
—Hay algunas cosas que debemos conversar Amelia y creo que...
—Nosotros siempre hemos estado presentes—intervino Rámses.
—Lo sé, pero necesito hablar con ella.
—No—terció Rámses.
—Rámses...—le pedí, no entendía las razones de Mike, pero no tenía problemas en hablar con él a solas.
—Es que no entiendo Bombón, todo lo hemos hablado juntos y ahora tienes que hablar con él a solas...—su voz era preocupada y quizás un tanto triste.
—¿Es realmente necesario Mike? Es un tema bien delicado para Amelia y siempre le hemos dado apoyo...
—Lo es Fernan—insistió el abogado.
—Es que no creo que deban, digo no parece necesario...—comenzó a decir Fernando pero Mike lo interrumpió.
—Fernando, no me digas que es y que no es necesario, ni que debo o no debo hacer con mi cliente. No me digas como hacer mi trabajo, que yo no te digo a ti como hacer el tuyo—sus palabras fueron secas, tajantes.
—Porque mi trabajo no involucra a tus hijos Michael—terció Fernando.
—Tus hijos son mis hijos, y tú trabajo siempre los involucra y sin embargo yo no intervengo Fernando.
Los dos adultos se lanzaban miradas furibundas por lo que tuve que intervenir antes de que la situación se saliese de control.
—Creo que estamos ahogándonos en un vaso de agua. No hay ningún problema que Mike hable conmigo a solas; si, es un tema delicado y aprecio la angustia, pero he pasado por cosas peores de lo que sea que él tenga que decirme.
El silencio se hizo en la sala y aunque Fernando y Mike seguían lanzándose miradas serias, quise acabar con esto lo más pronto posible.
—¿Podemos usar tu despacho?—le pregunté a Fernando, y enfurruñado aún con Mike, accedió.
—Lamento lo de allá afuera—se apresuró a decir Mike una vez entramos y cerramos la puerta. Yo le quité importancia con la mano
—Han estado más sobreprotectores de un tiempo para acá, no te preocupes, ya viste como fue en el viaje. ¿De que querías hablarme?.
Lo vi arreglarse la ropa deportiva que llevaba, como si tuviese uno de sus costosos trajes hecho a la medida, adoptando su mejor conducta de abogado.
—Amelia, lo que digamos aquí será resguardado bajo la estricta confidencialidad de abogado y cliente. Lamento mucho tener que llegar a tener esta conversación contigo pero es mi deber informártelo y quise hacerlo enpersona y en un ambiente donde puedas sentirte plenamente confiada de responderme.
Sus palabras me asustaron
—La defensa acaba de introducir un recurso alegando que Stuart padece de trastorno de identidad disociativo, es decir, dirán que tiene doble personalidad. Eso significa que el Tribunal primero ordenará una serie de exámenes médicos exhaustivos para determinar si existe tal condición, y solo despues podrá ser llevado a juicio. Es posible que pase no menos de seis meses antes de que comience el juicio, y eso si no se presentan retrasos que considerando la defensa, se presentaran.
—¿Estará li-libre?—el pánico se apoderó de mí.
—No—se apresuró a responder—, pero será trasladado a una institución de mínima seguridad mientras se determina la veracidad de su trastorno.
—Amelia, si ellos logran demostrar que Stuart padece de doble personalidad, se realizaría el juicio, pero es muy poco probable que vaya a prisión, sino a un centro psiquiátrico, donde podría optar a salir en libertad si demuestra su mejoría. En otras palabras, si logra convencer al jurado de que tiene doble personalidad cumplirá su reclusión en un centro psiquiátrico donde podría solicitar la libertad condicional si demuestra su buen comportamiento y que se encuentra controlada su situación.
—Ese hijo de ...—tapé mi boca avergonzada.
—Si, es un hijo de puta. Así que además de demostrar tu violación, pelear el secuestro e intento de homicidio, también deberemos desmontar la posibilidad de que el sufra de ese síndrome, que podría reducir severamente su condena, por lo que necesito que me ayudes con algunas preguntas que tengo que hacerte
—Claro, pero yo no sé mucho sobre el tema.
—Bueno, principalmente una persona con doble personalidad no recuerda lo que hizo o lo que hace la otra personalidad, como periodos de amnesia.
Mi menté comenzó a rebuscar ese baúl donde escondí todos esos momentos dolorosos. Si, hubo momentos donde él hablaba como si no hubiese sido él quien me violó, sino un tercero; pero no parecía que no lo recordarse, solo que escogía no darle importancia.
— ¿Alguna vez tenia capacidades para hacer determinada actividad y después no? Es decir, quizás era muy bueno cocinando, pero en un momento ya no lo era.
Negué, no había notado nada que se le pareciera, pero le conté a Mike su extraña forma de actuar. Como recibía mensajes de textos de Stuart como padrastro y casi seguidamente de Daniel como mi enamorado. Él frunció el ceño, tomó papel y lápiz del escritorio de Fernan y realizó algunas anotaciones, mientras yo continué ejemplificando las veces que las noté.
Stuart llegó a hacerlo incluso delante de mi mamá. Hablando como si fuese muy normal estar enamorado de otra persona, y esa otra persona era yo. Me pareció un descaro absoluto de su parte en ese momento, pero ahora ¿podría ser un signo de su doble personalidad?.
—¿Qué parte es la que no pueden escuchar los O'Pherer?—pregunté al cabo de un rato, mientras dejaba que Mike se concentrara en sus anotaciones.
—Bueno... una persona con trastorno disociativo por lo general es producto de algún evento traumático de la niñez, pero se ha demostrado que si la persona ha reprimido alguna acción, conducta o personalidad de su vida por ser contraría a las buenas costumbres sociales, culturales, familiares o religiosas, pueden desarrollar una segunda personalidad. Su personalidad se fractura y ambas viven en un solo cuerpo y una sola mente. En el caso de Stuart es muy seguro que quieran decir que cuando se sintió atraído por ti, siendo prohibido, fracturó su personalidad y creó a Daniel, de quien tú te enamoraste.
Las náuseas se agolparon en mi interior.
—Sigo sin saber cuál es la parte que no pueden escuchar los O'Pherer—temí, porque significaba que no me había dicho lo peor.
—Dirán que tú eres la culpable Amelia. Dirán que lo sedujiste, que básicamente lo volviste loco.
—¡¿Qué?!—grité—, ¿entonces es mi culpa que me violara?
¡Esto era el colmo!
—Lo usarán como un atenuante. Basarán su defensa entera en que lo sedujiste, le hiciste creer que tendrían sexo consensuado y que a último momento, cuando ya no había forma de dar vuelta atrás, dijiste que no. Espero una defensa así de baja para los otros delitos.
—¿Cómo que cuándo no había forma de dar vuelta atrás?
—Lamento lo crudo que sonará esto pero debo hablarte claro, porque con lenguaje más técnico lo dirán en la corte y deberás soportarlo: Dirán que solo cuando tuvo sus dedos dentro de ti, fue cuando dijiste que no y fue entonces cuando asustado se levantó. Eso es lo que muy seguramente alegarán Amelia.
Enmudecí, era grotesco todo lo que me estaba contando Mike. En su rostro se evidenciaba el asco, la rabia, el dolor y la compasión de todo lo que me estaba diciendo. Volteé mi rostro y me concentré en mirar por la ventana, tratando de mantener mis lágrimas en su sitio.
—Entonces, será trasladado a una prisión de mínima seguridad, donde pasará no menos de seis meses esperando el juicio y bajo exámenes médicos. Luego se iniciará el juicio y declararán que su trastorno es tu culpa, y lo usarán como atenuante para bajar la condena, tanto la de violación como la de secuestro. Para cuando el juicio termine le dictarán una privativa de libertad que deberá cumplir en algún psiquiátrico para enfermos mentales no graves, un día en el campo comparado con la prisión.
>>Le podrán dar una condena de 7 años, a lo que tendrán que restarle los seis meses que pasó esperando el juicio y el tiempo que el juicio se haya demorado. Eso lo dejará con por lo menos 6 años para cumplir, pero transcurrido dos años e incluso menos podrá solicitar una revisión de su condena y su caso, alegando buen comportamiento y su mejoría. Los médicos especialistas lo evaluarán y si consideran que su trastorno se encuentra bajo cuidado, podrán autorizar que salga bajo libertad condicional. Para ese entonces él habrá cumplido solo dos años por un delito de violación y triple secuestro.
Las lágrimas corrían libres por mi mejilla, por más que las limpiaba, seguían empapando mi cara. Mi violación y mi secuestro valían si acaso dos años de prisión.
—Por eso debemos evidenciar que tú no lo provocaste, que fue su mente retorcida la única responsable, así no podrá usar la atenuante. Tendrá que enfrentarse en vez de 7 años a 15, no irá a un psiquiátrico sino a una cárcel de máxima seguridad y no podrá pedir libertad condicional sino transcurridos 10 años y te juro que pondré tantas apelaciones en ese entonces que no saldrá sino hasta que cumpla su último día de condena o más, si me pongo creativo y suelo ser una persona altamente creativa.
Asentí con sus palabras, era lo que quería. Necesitaba justicia, que pagase por lo que hizo. Quería venganza, pero me conformaría con que perdiese los mismos 15 años de vida que yo perdí el día que me violó.
— Amelia, necesito que hagas memoria de forma exhaustiva sobre cualquier hecho o palabra, por pequeña que fuese, que él en su mente retorcida pueda sacar de contexto y usarla a su favor. Ellos buscarán cualquier foto, mensaje, video, donde puedan dejarte en evidencia. Si hay una foto tuya sentada en sus piernas, dirán que le insinúas sexo; si le mandaste un mensaje diciendo que lo necesitabas, quizás ese día estabas muy triste, que se yo, dirán que lo alentabas. Sacarán cualquier cosa a la luz con tal de ganar.
Afirmé una vez más. No podía verlo a la cara, estaba molesta, triste, agobiada. Stuart me seguía robando cosas. En ese juicio me robaría la dignidad
—Cuando llegue el momento y en el juicio se comiencen a mostrar esas pruebas necesito que podamos refutarlas todas y cada una de ellas, nos toca a nosotros porque con ese alegato invirtió la carga probatoria del juicio. Pero lo dejaremos en ridículo. También necesito cualquier cosa que haya dejado claro lo contrario, que no existía interés romántico de tu parte: mensajes, hechos. Cualquier cosa que podamos exponer, demostrar y probar.
Me estaba rompiendo por dentro. Mike me contaba toda la estrategia que usaría la defensa y todo lo que él haría, pero yo solo tenía un solo pensamiento dentro: Mi mamá lo sabía. Ella sabía lo que pretendía hacer Stuart y lo estaba apoyando, le estaba dando la razón. Ella estaba tan loca como él. Y aunque no quería sentirlo, ella me seguía hiriendo profundamente.
—Todos los miércoles íbamos al cine—comencé a contarle a Mike interrumpiendo su explicación—, veíamos lo que sea que estuviese en la cartelera de la sección "películas extranjeras", vimos películas francesas, alemanas, españolas. Fue una tradición tonta que no recuerdo como empezó, pero era la excusa para escaparnos a mitad de semana. Íbamos al cine, cenábamos mientras hablábamos de la película y regresábamos a la casa. Eventualmente él comenzó a llamarlo "nuestra cita de los miércoles", me pareció gracioso y hasta tierno, así que le seguí la corriente. Así que cada vez que él me decía para salir a algún lado, quizás a comer, por un helado, a pasear, me decía: "Tengamos una cita pequeña, solos tú y yo" y yo aceptaba. ¿Crees que yo...?
Se me quebró la voz sin poder terminar la frase y las lágrimas por fin cerraron mi garganta de forma definitiva.
—No, Amelia, tú no tienes la culpa de lo que él hizo. Muchos padres tienen citas con sus hijos y aunque ustedes no tengan la misma sangre, había un vínculo creado por años que los identificaban como padre e hija. No dejes que él se meta en tu cabeza más de lo que ya lo está. Tu eres aquí la víctima, la inocente; no él.
—Soy la superviviente—le corregí—, hace mucho que ya dejé de ser su víctima, lo superé y ahora solo quiero seguir adelante, pero él continúa arrastrándome a su infierno, a su locura.
Él asintió, con una pequeña sonrisa surcando su rostro.
—Amelia, prometo que cuando este juicio se acabe, lo olvidarás.
—No me prometas eso, porque no podré hacerlo. Prométeme que cuando el juicio acabe él se quedará en mi pasado, más nunca en mi presente y ciertamente jamás en mi futuro—le pedí llorando.
—Te lo prometo y te lo juro.
Mike me estrechó en sus brazos y lo dejé consolarme, pero no era el abrazo que necesitaba en estos momentos. Por primera vez en mucho tiempo tuve la necesidad de huir una vez más, pero luché contra ella y traté de calmarme, porque la realidad era que no podría huir de Stuart, y no quería huir de la familia O'Pherer.
—¿Podrías llamar a Rámses?—le pedí entre sollozos.
Mike se levantó con prisa, abrió la puerta del despacho y no terminó de decir el nombre completo del francés, cuando éste entró en la habitación, se agachó frente a mí y me estrechó entre sus brazos con fuerza. Me subí a su regazo a horcajadas y él terminó sentado en el mueble conmigo escondida entre su cuello. Solo así pude controlar mis hipidos, que no me di cuenta que tenía sino hasta que él me pidió que me calmase.
—Estoy contigo Bombón—me susurró.
Me faltaba el aire. Un dolor en mi pecho me impedía respirar sin dolor. La traición de mi madre me seguía doliendo, porque Stuart fue una maldición que llegó a nuestras vidas que me dejó sin niñez y huérfana.
—Me duele mi corazón, está roto—le susurré.
—Toma el mío, que lata por ti, mientras reparo el tuyo.
Rámses decía que no era romántico, pero con frases como esa...
—No me importa ser tu mecánico toda la vida. Te repararé las veces que sean necesarias.
Claro que era romántico, y ese era un lado que solo yo conocía de él.
Cuando por fin lo logré calmarme, incluimos a la familia y le pedí a Mike que los pusiera al día de todo lo que conversamos. No había nada que quisiera ocultarles y que necesitase hablar en privado, aunque seguía entendiendo las razones de Mike para haberlo hecho, sobre todo cuando los tres O'Pherer se indignaron en distintas medidas y con respuestas muy diferentes.
Mientras ellos discutían entre sí sobre lo absurdo de la situación y todas las cosas que Stuart podía alegar y las que yo podía refutar, me fijé en los papeles que había traído consigo Mike, él intentó explicarme de lo que se trataba cuando los O'Pherer comenzaron una nueva retahíla de malas palabras para Stuart, donde estaban enfrascado desde hace algunos minutos.
Tomé el papel y vi que era la fecha de la primera audiencia, la que se realizaría para evaluar los primeros estudios médicos, según me explicó Mike. Sería el 19 de Enero, dentro de casi 5 meses.
—¿El juez fijó la fecha de esta audiencia?—le pregunté a Mike, interrumpiendo la conversación de los hombres.
—Si, aunque tuvimos problemas con la primera fecha que fijó el juez porque coincidía con otro juicio del abogado defensor, entonces propuso una nueva fecha y aceptamos.
Es un...
—¡Maldito hijo de perra!—grité al viento y me puse en pie con el papel en mano, furibunda, dejando que las oleadas de ira se escaparan de mi cuerpo sin control alguno—. Puto desgraciado, loco, psicópata demente.
Estaba fuera de mí así que comencé a caminar por el despacho, el mismo que ahora me parecía demasiado pequeño.
—¡HIJO DE PUTA!—espeté—, haré que te pudras en una cárcel y terminarás siendo la perra de algún criminal todas las noches.
—¡Amelia!—exclamó horrorizado Fernando, nunca me había escuchado decir tantas malas palabras juntas, sin embargo su tono no fue de regaño, fue de sorpresa.
—Cambia la fecha—le exigí a Mike, con una voz que no era propia de mí.
—No puedo hacerlo, el tiempo para oponerme ya pasó.
—¿Qué está pasando Bombón?—Rámses me tomó por los hombros evitando que siguiese dando vueltas en la habitación. Fijó su mirada con la mía y repitió la pregunta.
—Es una trampa, una mentira. Fue Stuart quien escogió esa fecha para la audiencia—expliqué entregándole el papel a Rámses, el que ahora estaba completamente arrugado.
Él lo tomó y vi su cara mutar de la incomprensión hasta la rabia más pura e infinita cuando leyó la fecha.
—¡Maldito Bastardo!—bramó—No irás Amelia, no lo harás. Mike—se giró hacia el abogado y con voz determinada le exigió—cambia la fecha. Ese hijo de perra puso como fecha de la audiencia, el día del cumpleaños de Amelia, solo para verla. Tienes que cambiarla.
—¡¿Qué?!—gritaron los adultos y Gabriel.
Mike le arrebató el papel arrugado de las manos a Rámses y con gran rapidez marcó un número de teléfono desde su celular.
— Joseph, maldito imbécil, ¿acaso no te fijaste que la fecha de la audiencia Maggio era la misma que la fecha del cumpleaños de la cliente? Te dije específicamente que hicieras un puto listado de las putas fechas que no podríamos tener audiencias en ese caso y específicamente te dije, idiota, que incluyeras las fechas de cumpleaños de todos los O'Pherer. ¡Eso incluía a Amelia, imbécil!—gritó con fuerza.
Mike guardó silencio, escuchando lo que el abogado novato Joseph Angelus le explicaba.
—¿Y no se te ocurrió interrumpir? Estoy con Amelia en este momento y tengo que quedar como un idiota porque tú eres un imbécil sin bolas, incapaz de interrumpir una reunión.
Otro silencio...
—¡Me sabe a mierda! Pude haber estado reunido con el puto presidente de Estados Unidos, la orden para este caso era de máxima prioridad, ¿acaso no estabas en la puta reunión de dos horas y media que tuve para plantear la estrategia?
Mas silencio...
—¡Estás fuera del caso! Y da gracias que le tengo estima a tu papá, porque de lo contrario estarías fuera de mi oficina. Pero más te vale que te vuelvas el puto Barry Allen, porque estarás haciendo tres veces el trabajo que tienes ahora, y un solo error más y tendrás que cambiarte de ciudad para que puedas ejercer.
Colgó con tanta violencia el teléfono, que casi escucho la pantalla táctil resquebrajarse. Estaba molesto, su ceño fruncido, su tez pálida, sus ojos inyectados de sangre, y sin embargo cuando me habló para disculparse su voz fue dulce y sincera. No había nada más que hacer, tendría que ir en mi cumpleaños 18 al Juzgado para la audiencia de Stuart.
***
—Sigo sin entender por qué tienes que estar presente—murmuraba Rámses acostado en el medio de la cama. A su lado derecho me encontraba yo, abrazada a su cuerpo, a su lado izquierdo se encontraba Gabriel navegando en su Tablet.
—Porque la presencia de Amelia demostrará que no le tiene miedo a los alegatos de su mamá, sino que por el contrario también la desafía, con tal de demostrar su verdad. Nadie podrá escuchar el relato de lo que Stuart dirá y no notar la cara de su mamá impasible, cuando cualquier madre debería asquearse de la sola idea; y el Juez y el Jurado deben poder ver su cara y la suya al mismo tiempo—explicó Gabriel, el futuro abogado.
Tras unos minutos de silencio fue Rámses quien volvió a hablar
—¿Estás bien?—me preguntó girándose hacía mi
—Si—mentí y él alzó su ceja esperando que le dijese la verdad, así que bufé—No, no estoy bien. Estoy molesta y quiero...
—¿Qué quieres?—preguntó cuándo no seguí hablando
—Quiero salir huyendo—confesé y sentí su corazón saltarse varios latidos—pero no podría huir nunca de ti.
—¿Y de mí?—la pregunta de Gabriel fue genuina.
—Ni de ti—aclaré—. Esta situación a veces me supera, cuando por fin me acostumbro a la idea y siento que la domino, aparece algo nuevo que me vuelve a desmoronar. Es agotador ser fuerte, solo quisiera ser débil y...
—Yo no te dejaré. Si te hacen falta fuerzas tomas las mías, pero no te dejaré decaer y aunque cayeses, estaré para levantarte aunque tú no puedas hacerlo.
Le sonreí y lo abracé con fuerza.
—¡Vaya! Te has vuelto todo un romántico, ¿no?—Gabriel se burló—. A mi no me dices cosas asi de lindas.
Le di una mirada asesina por interrumpir el buen momento y él pareció arrepentirse de haber abierto la boca.
—Beleza, te guste o no, eres una O'Pherer, y no te dejaremos sola. Si quieres huir, podemos hacerlo, pero lo haremos juntos.
Rámses asintió y extendí mi mano para tomar la de Gabriel y hacer que se tumbara al lado de su hermano.
—Esto es demasiado raro—se quejó el francés y Gabriel sonrió.
—Tu solo relájate y disfruta el sanduchito.
Fue mi turno de reir. Gabriel y sus cosas...
Yo bien sabía que ellos eran una familia cariñosa. Han sido incontable las veces que vi a los hermanos abrazarse, a Fernando besarlos sin motivo alguno. Todas las noches Fernando pasaba a darle las buenas noches y más de una vez les daba besos de dulce sueños, para no perder la tradición que su mamá inició. Y cuando llegué a esta casa, también recibía un beso de buenas noches.
Por alguna razón Gabriel también dormía con su hermano muchas veces, porque eran cercanos, eran hermanos y amigos; cuando yo llegué intentaron disimularlo, y sin embargo esta noche, como muchas otras antes, Gabriel estaba en nuestra cama, independientemente de los terrores nocturnos que cualquiera de nosotros pudiera tener.
Rámses solo fingía hacerse el duro, pero también lo había visto entrar en las noches al cuarto de su hermano para asegurarse de que no tuviese pesadillas y más de una vez llegó a arroparlo e incluso a tumbarse a su lado un rato y luego regresar a mi lado. Gabriel por su parte también se desvivía por su familia, preparaba el desayuno que le gustaba a Rámses cuando le tocaba a él cocinar, vigilaba que no se excediera en sus ejercicios, y aquella vez que se enfermó entró en la noche en la habitación solo para saber si le había bajado la temperatura, aunque yo estaba pendiente de eso.
Eran gestos entre todos ellos que me derretían el corazón y que me aseguraban de que estaba en el lugar correcto, con las mejores personas que podía estar.
***
Los calambres me despertaron, no era tan tarde, pero nos habíamos quedado dormidos en medio de una película y el cansancio emocional del día nos ganó la batalla.
Me levanté para ir al baño y dejé a Rámses abrazando el espacio vacío que dejé en la cama y a Gabriel abrazando a su hermano en cucharita. Me reí de la escena. Gabriel todavía no lograba dormir solo y lo entendíamos, porque nosotros también teníamos nuestros propios terrores nocturnos. Incluso durante el viaje, siempre compartimos habitación.
Ya en el baño confirmé con gran molestia que mi periodo decidió adelantarse unos días. Rebusqué en el mueble y solo conseguí una toalla sanitaria y ningún tampón. Frustrada, no me quedó de otra que ponérmela y cambiarme la ropa para ir a comprar tampones, odiaba las toallas sanitarias. Los chicos dormían tan plácidamente que no me atreví a despertarlos.
Bajé las escaleras y me topé en la sala a Mike y a Fernando, terminando de tomarse lo que quedaba de una botella de Whisky.
—¿Tengo que preocuparme por una fuga?—me preguntó Fernando.
—Solo iré a la farmacia por unos tampones y algo para los calambres—le avisé
—¿Quieres que te llevemos?—ofreció pero decliné la oferta, la farmacia me quedaba a pocas cuadras y ni siquiera eran las ocho de la noche.
Salí de la casa concentrándome en la música que sonaba por mis auriculares. Los bomberos atendían un choque a pocas calles así que me tocó desviarme del camino. Iría al supermercado, me quedaba más lejos pero no tenía más opción.
Cuando llegué me dirigí hasta el área de los tampones y tome un par de cajas, odiaba quedarme sin ellos así que siempre mantenía en reserva, luego pasé al área de la farmacia y compré algo para los calambres. El supermercado estaba prácticamente desierto, no tenía por qué preocuparme de que alguien me reconociese, así que aproveché de caminar por los pasillos, sin tener nada especifico que comprar y sin embargo agarrando una que otras cosas. No tenía a ningun O'Pherer que pagase por mí, asi que quería comprarme todo lo que veía.
Cuando regresamos del viaje, Fernando me regresó mis tarjetas y acordamos que yo podría comprarme todos mis productos personales, pero que él se encargaría de ropa, calzado y gastos mayores. No fue un acuerdo nada fácil, Fernando estaba rehacio a cualquier gasto que yo hiciera, pero luego de una extenuante jornada y con Rámses llamando a cada momento para saber donde estábamos y por qué no regresábamos, y por qué el no pudo ir, y que Gabriel lo estaba molestando, y que lo terminó golpeando... cerramos el trato y regresamos a casa.
Compré unos splash, una crema para las manos, unos lapiceros de colores, una agenda, algunas cosas para la casa, unos adornos para el baño, toallas nuevas. Me estaba pasando, lo sé, pero no podía evitarlo.
Vi que Gabriel guardaba una crema de mano en su bolso asi que le compré una. A Rámses ademas de comrparle los artículos que usaba para su aseo, le compré una mesa de cama para su laptop. Le compré a Fernando una repisa para que pudiera acomodar todas las cosas que tenía en su baño, incluyendo una cantidad muy sorprendente de splash, que no me correspondía criticar, aunque se me hacía super raro. Compre una jarra nueva, un set de vasos de colores, bols para ensaladas.
Llené el carrito y caí en cuenta que era demasiado, pero no quería devolver ni un solo articulo asi que me dirigí a la caja a cancelar. Con la extensión de la tarjeta que dio Fernando cancelé todo lo que era para la casa y con la mía todo lo demás.
El que no me dejaran pagar nada, me convirtió en una compradora compulsiva. Es culpa de ellos...
Pasé la tarjeta con tanto orgullo que la cajera me miró confundida. Revisé que todo estuviese en las bolsas y salí del supermercado, solo para pararme en seco, con uno de mis pies sin tocar el suelo.
Delante de mí estaba Rámses.
Corrección: un muy furioso, muy molesto y muy jodidamente sexy Rámses.
Estaba recostado del nuevo auto que la embajada le entregó a Fernando, para sustituir la camioneta que se perdió en el accidente. Era un auto de lujo, propio de un diplomático, negro por completo, que solo lo hacía lucir mejor. Jugueteaba con el piercing de su lengua entre los labios. Su respiración era agitada, su mirada oscura, sus mechones oscurecían su rostro.
Estaba vestido con la misma ropa con la que lo dejé dormido: un pantalón de ejercicios gris que caía hasta su cadera y que mostraba esa pecaminosa V abdominal y una camiseta blanca. Sus piercing refulgían en su cara oculta detrás de su desordenado cabello. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho, haciéndolo lucir musculosamente imponente y muy peligroso.
Ni siquiera me hacía falta verle el rostro para saber que estaba furioso; desde donde estaba, a escasos pasos de él, podía ver su respiración agitada, sus puños cerrados y si me concentraba, quizás escuchase su corazón desenfrenado.
Me acerqué hasta él intimidada y un tanto excitada por su porte, pero eso último no se lo diría.
—¿Retomaremos las compras nocturnas o las huidas? Solo para saber a qué atenerme cuando me despierte y no te consiga en nuestra cama ni en nuestra puta casa. ¡¿Qué mierdas Amelia?!—El tono de su voz fue aumentado a medida que hablaba—. Esto puede contar como intento de homicidio, me pudo dar un puto infarto. Ni una nota, ni un mensaje. ¡Maldición! tuve que rastrear tu teléfono para saber de ti y de paso ¡está apagado!.
Sus palabras salieron apresuradas, se notaba que estaba más que ansioso de decirme eso y mucho más. Revisé mi teléfono y noté que en efecto estaba apagado, en algún momento mi batería murió y no me di cuenta.
Quise hablar pero él me interrumpió.
—¿Por qué huiste? Pensé que ya no querías huir, menos de mí. Si te sientes asfixiada en la casa... con nosotros, podemos trabajarlo, pero no salgas así, no dejes que me despierte en la cama sin ti y... y crea que me abandonaste.
Me partió el corazón con sus palabras. Estaba claramente sacando todo de proporciones, pero su miedo, aunque basado en hechos incorrectos, era sincero.
Terminé de acercarme hasta él y dejé a un lado el carrito con mis compras. Deslicé con cuidado mis manos sobre su pecho solo para confirmar que su corazón estaba desbocado y que todo su cuerpo temblaba, aunque ya no podía asegurar de que fuese de furia y no de miedo.
—No huí de ti, ni de la casa. Solo se me acabaron los tampones y salí a comprarlos.
—¿Tardaste una hora comprando tampones?—miró el carrito lleno de bolsas de compras y volvió a mirarme—. ¿Piensas dotar a toda la puta ciudad de tampones?.
Estaba molesto.
—No me di cuenta del tiempo. Y perdón por no avisarte o no dejarte una nota, pero cuando salí le avisé a tu papá y a Mike que estaban en la sala. No pensé que tardaría tanto.
Él me estrechó en sus brazos con fuerza, respirando mi aroma. Acaricié su espalda para calmarlo, de verdad que estaba bastante afectado por la situación.
—Si te sientes sofocada o necesitas tú espacio...—comenzó a decir pero lo interrumpí.
—Te amo Rámses, no es nada de lo que estás pensando. Jamás te abandonaría y aunque he huido de muchas cosas y personas en mi vida, jamás lo he hecho de ti, ni lo haré en un futuro.
—Ni podrías—respondió al cabo de unos segundos, cuando su corazón comenzó a latir con normalidad. Enterró su cara en el hueco de mi cuello, sentí sus labios curvándose mientras me daba pequeños besos que me enviaban corriente eléctrica por todo mi cuerpo—soy excelente rastreándote.
—Acosador—me reí.
—Reconoce que te gusta.
—Reconozco que me gustas tú y que cuando te apareces así luces muy sexy y excitante.
—Me conformaré con eso—me abrió la puerta del auto y me apremió a subir.
Colocó mis compras en los asintos traseros, sin decir nada sobre lo que pude haber gastado en todo eso.
Cuando se sentó detrás del volante me atreví a preguntar lo que no había podido hacer antes: —¿Pensabas perseguirme en mi huida descalzo?
—No seas tonta Bombón, te pensaba perseguir en el auto, estoy descalzo porque no quise perder ni un segundo para encontrarte.
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Nota de Autora:
Baia Baia con Mike y Fernando... al parecer no terminan de ponerse de acuerdo con la paternidad compartida extraña que tienen.
Me encanta cuando Mike saca su carácter!
En el grupo de FB, NO JUZGUES LA PORTADA, coloco noticias sobre mis libros y contenido extra los días jueves en la historia aquí en wattpad. Suscribanse.
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Baisers et Abraços
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