Capítulo 48. CUANDO LA VIDA TE DA LIMONES...
Intenté, de verdad que sí, mantenerme impasible a todos los comentarios que circulaban sobre mí, que me perseguían incluso en el baño. Mi violación, el que supuestamente yo hubiese seducido a Stuart y el que estuviese con dos chicos era lo único que se comentaba a cada momento y en cada lugar. No importaba si las personas sabían quién era yo o no, estaba en bocas de todos y eso solo me hacía enojarme cada vez más con Marypaz. Más de una vez regresaron mis ganas de arrancarle cada uno de sus cabellos con pinzas de cejas calientes y oxidadas, pero no pasaba de ser solos fantasías explicitas de venganza.
Ella por otro lado, evitaba cualquier contacto conmigo, tanto como yo con ella, y lograba a la perfección actuar como si nada hubiese pasado nunca, ni siquiera nuestra amistad de años.
Pero cuando llegó el miércoles y los murmullos solo aumentaron en vez de disminuir y más de una se atrevió a preguntarme directamente si me molestaba que alguna de ellas saliera con alguno de mis O'Pherer, sentí que estaba a punto de estallar.
Aunado a eso me pasaba vigilando a cada momento a Gabriel y a Rámses, para que no se metiesen en problemas. Más de una vez tuve que apartarlos de algún idiota que se atrevió a repetir los rumores o frenar el avance encolerizado de Rámses contra el chico que le pidió mi número, solo para que Gabriel se escapase de mi vigilancia y terminara empujando al abusador.
Me faltaban manos y ojos para vigilarlos.
Ya entiendo cómo se siente Fernando.
Solo deseaba que la semana se acabase de una vez y poder descansar dos días sin querer asesinar a nadie y sin tener que evitar el asesinato de algún idiota con poco cerebro. Pero por supuesto que eso era imposible, porque era mi vida de la que estábamos hablando, así que el miércoles, mientras esperaba que Rámses y Gabriel salieran de su clase de laboratorios para irnos, Marypaz se acercó hasta las escaleras donde estaba sentada, con su nueva comitiva de amigas.
—Tengo algunas cosas tuyas en mi casa. Ve a buscarlas—habló sin ni siquiera mirarme.
—Bótalas, no me importan—nada de lo que ella tuviese mío en su casa me fue necesario en estos meses, así que podía prescindir de ellos por el resto de la vida.
—Yo no tengo porque sacar tu basura—respondió con aire de suficiencia y haciendo acopio de toda mi paciencia, solo me encogí de hombros en respuesta —. ¿Te contó Gabriel que salimos la otra noche? Él confirmó todo lo que siempre me negaste. Espero que no te moleste que nos hayamos besado una vez más.
Respiré profundo tratando de concentrarme en la lectura y de ignorarla, pero las letras ya bailaban borrosas en mi visión.
—Besa mejor Rámses eso sí.
Me levanté tan rápido que la asusté. Mi libro cayó al piso y Marypaz retrocedió pero recompuso su expresión.
—¿Todo bien Mia Beleza?—preguntó Gabriel a mi lado
—La otra noche... ¿la besaste?—pregunté. No eran celos, pero si me decía que si me sentiría traicionada.
—Ni de cerca ni por mucho que rogó. ¿Estás lista para irnos?.
Las chicas que acompañaban a Marypaz cuchichearon detrás de ella mientras que Marypaz hervía de molestia. Le sonreí con suficiencia, orgullosa inmensamente de mi cuñado, porque es que este portugués a veces sabía perfectamente que decir.
Cuando me giré para marcharme, tratando de evitar terminar golpeando otra vez a Marypaz, Gabriel, con su mano en mi cintura, se acercó hasta mí y me dio un pequeño beso en los labios que me dejó petrificada.
—Vámonos, tengo mucha hambre hoy—Rámses apareció en mi campo de visión y por un momento pensé que correría la sangre en los pasillos del Instituto, pero solo me tomó de la mano, me dio un beso corto en los labios y me llevó hasta el auto.
Seguía balbuceando alguna respuesta coherente, pero los hermanos hablaban sobre algún equipo de futbol que irían a ver el próximo fin de semana, como si no acabase de pasar lo que creo que pasó.
¿Será que lo imaginé?
Nos subimos al auto y cuando dejamos atrás el Instituto, Rámses paró en el primer semáforo y golpeó a su hermano en el brazo con fuerza.
—¡Ei!, você me deu permissão- ¡Hey!, tú me diste permiso—se defendió el portugués.
— Je donne une merde, comme vous le méritez. Je ne veux pas s'y habituer, c'était juste une mesure désespérée que vous osez présument, vous manquez de dents- Me importa una mierda, igual te lo mereces. No quiero que te acostumbres, eso fue solo una medida desesperada y como se te ocurra presumir, te quedas sin dientes.
—¡Le dijiste que me besara!—grité cuando el auto volvió a ponerse en movimiento—¿Estás loco Rámses? No soy un objeto para que tomes esa decisión por mí y en dado caso, solo empeoraste las cosas.
—Ya hablan de ti tanto, que por lo menos crean que es verdad y que tienes dos novios celosos, en vez de un novio idiota con un hermano atrevido, en una relación dudosamente abierta.
—¡Debiste consultarme!—reclamé indignada.
—No tenía mucho tiempo a juzgar por la forma como intentabas de perforarle la cabeza a Marypaz con tu mirada.
—Bueno, pero no fue tan malo y ya pasó—dijo Gabriel
—Tu cállate—espeté dándole un golpe en el brazo—eres mi amigo, no deberías hacer nada así sin mi consentimiento.
—No todos los días me dan permiso para besarte Beleza... cuando la vida te da limones, haces limonada.
Me bajé del auto enfurecida. Me sentía usada y lo que habían hecho este par de idiotas atentaba contra mi confianza. Pero me detuve cuando entré a la casa y vi a Fernando sentado en la mesa del comedor con varios sobres delante de él. Su cara era una mezcla de alegría y tristeza que me confundió.
—Qué bueno que llegaron. Me estoy muriendo de la curiosidad. Vengan rápido—apremió a los chicos y los hizo sentarse frente a él. Luego les entregó los sobres.
Gabriel fue el primero en abrir el sobre, llevaba el logo de Harvard y era bastante grueso. Saltó de felicidad cuando leyó el "Admitido" y entre todos lo abrazamos por turnos.
—¿Qué tal un beso de felicitaciones?
—¿Qué tal si no arruinas el momento?—él rió y lo noté más relajado. No sabía que lo de la universidad lo cargase tan tenso.
Sabía que Rámses estaba bastante presionado y preocupado por sus solicitudes, yo intentaba calmarlo pero cuando eso dejó de funcionar, solo intenté distraerlo.
Cuando lo busqué con la mirada mi sonrisa se esfumó de la cara. Él tenía tres sobres, de las tres universidades donde se había postulado frente a él, todos eran sobres delgados y sabíamos muy bien lo que eso significaba. Ahora entendía por qué la dualidad en la cara de Fernando, él también debía saber lo que se avecinaba.
Columbia y Boston rechazaron a Rámses, consideraban que su currículo, aunque impresionante, no era suficiente para la carrera que había postulado. Harvard, lo colocó en lista de espera, que como bien sabíamos sería eterna.
Lo abracé tanto como su familia, pero él se alejó de nosotros, necesitando un momento a solas. Su cara de decepción y tristeza me partía el corazón en miles de pedazo, quería ser yo quien llevase esa carga, pero no él.
Me mantuve cerca pero respetando el espacio que quería. Lo vi cambiarse el uniforme del instituto por ropa deportiva y lo escuché esforzarse al máximo haciendo ejercicios. Gabriel lo estuvo acompañando un tiempo, pero no lograron cruzar ni una sola palabra.
—¿No hay nada que se pueda hacer?—le pregunté a Fernando siguiéndolo a su despacho.
—Hayden me está ayudando haciendo algunas consultas. Las respuestas son definitivas en Columbia y Boston. Podríamos apelar a Harvard, pero deberá mejorar el currículo.
—¿Y cómo hará eso?.
—Tal como lo harás tú—me explicó—, tomando un curso universitario, en su caso de medicina interna. Hayden está hablando con la junta directiva del hospital central, para que lo admitan en los que iniciarán próximamente, las inscripciones ya cerraron, pero confío en Hayden para que logre ingresarlo. Si es así, podría aprovechar la lista de espera de Harvard e ingresar en cuanto termine el curso.
Fernando se pasaba las manos por el cabello de forma frenética. Estaba nervioso por el futuro universitario de su hijo.
—¿Y que esperamos?—dije sentándome al lado del mueble donde Fernando acababa de desplomarse.
—Esperamos que Hayden me diga que fue admitido en el curso universitario. Solo así me atreveré a hablar con él.
Asentí y puse mi mano sobre su brazo. Quería reconfortarlo tanto como a Rámses, pero no había nada que pudiera hacer o decir.
Estuvimos en silencio menos de diez minutos hasta que fue el roto por el repique del celular. Ni siquiera sonó una segunda vez cuando Fernando atendió
—Dime que lo conseguiste
—Lo conseguí—escuché a Hayden a través del teléfono. Fernando soltó el aire que estuvo conteniendo desde que Rámses abrió todos los sobres de rechazo. Asintió hacía mí y desplegué una sonrisa que logré contagiarle.
El resto de la conversación no la escuché. Fernando se levantó del asiento y fue hasta donde los chicos seguían entrenando en silencio. Permanecí aparte, no creía que debiese estar en esa conversación. Sin embargo, cuando comenzaron a hablar, Fernando me llamó con la mano y ante mi duda, Rámses me apremió a ir.
Salí a la fresca noche con gran timidez. Rámses tendió su mano y cuando la tomé me haló hasta su regazo. Olía a sudor, y un poco a su perfume, no era desagradable, pero aunque lo fuese hubiese permanecido exactamente en el mismo lugar, porque era donde él me necesitaba.
Fernando comenzó a explicarle todo lo que yo ya sabía, y pude sentir sus músculos tensarse contra mi espalda cuando Fernando le confirmó que las decisiones de Columbia y Boston eran inapelables y definitivas, pero también lo sentí relajarse cuando le planteó la posibilidad del curso universitario y el ingreso en Harvard. Eso solo retrasaría su ingreso seis meses, quizás un poco más, de hecho, ingresaríamos juntos cada uno a su respectiva universidad.
—Si insistes en que sea Columbia o Boston, deberás postularte el próximo año y perderías un año completo de carrera, aunque estés haciendo cursos universitarios—explicó Fernando a la pregunta que hizo Rámses.
Mi francés favorito apoyó su barbilla en mi hombro y respiró profundo. Estaba pensando con tanta intensidad que casi podía escuchar los engranajes moviéndose en su cabeza.
—No tienes por qué tomar una decisión en este momento—Fernando intentó calmar a Rámses. Su hermano palmeó su espalda.
—¿Tú qué opinas?—preguntó finalmente y esperé que Fernando o Gabriel respondieran, pero ellos me miraban a mí. Lo miré confundida.—¿Tú qué opinas Bombón?.
No quería esa decisión sobre mi espalda, pero tampoco podía no responderle nada. Aparté mis pensamientos para lograr darle una respuesta objetiva que lo ayudara a decidirse.
—Creo que deberías tomar el curso, tu currículo como está no te sirve para la carrera de medicina, así que no hay opción al respecto, debes mejorarlo. Con respecto a la universidad donde estudiar, no lo sé Rámses, pero te diré una cosa, yo quisiera estudiar en la Ivy League, siempre me gustó Yale y fueron muchos los días que fantaseé estudiar en sus pasillos, y ser una profesional exitosa. Pero la vida quiso otra cosa y estudiaré en Northeastern, pero igualmente seré una profesional exitosa. El éxito o fracaso de una persona no depende de donde estudió, sino de sus ganas de estudiar, de superarse y de querer ser el mejor profesional que puede ser en su área.
Él me sonrió, con esa sonrisa que era solo para mí, la que le iluminaba los ojos y los hacia resplandecer, la que me derretía el corazón.
—El curso será en Atlanta—me recordó—Serán seis meses que pasaré en Atlanta y tú en Boston. Muy separados.
—No hagas que este tema se mezcle con nuestra relación. Son dos cosas distintas—le advertí con seriedad.
—Es nuestro futuro, y tú estás en él tanto como mi carrera —terció.
— Es cuestión de prioridades—insistí.
—Perderás esta discusión Amelia. Para mí las dos cosas deben ir de la mano.
Entendí su necesidad, su miedo y su deseo, eran los mismos que los míos. ¿Podríamos con seis meses separados?
—Tú estarás en Atlanta, y yo estaré en Boston, pero estaremos bien, serán solo seis meses.
—¿Estaremos juntos? Necesito saberlo Amelia—su voz fue apenas un susurro, un ruego que solo era para mí, pronunciado en mi oído.
—Siempre. Tú y yo somos un corazón infinito.
Acaricié con mis dedos los contornos de su muñeca, donde estaba el tatuaje que compartíamos. Él respiró profundo, calmando su desbocado corazón que martillaba con fuerza contra mí, asustado y temeroso, de un futuro que no era el que había planeado.
—Entonces hagámoslo—dijo sin abrir los ojos, pero con fuerza para que su papá escuchase.
—En ese caso te informo que ya está hecho. Hayden ya te inscribió. Mañana mandaré la nueva solicitud a Harvard en cuanto me llegue la constancia del curso que estarás haciendo.
—¿Cómo sabias que aceptaría?—preguntó un tanto divertido.
—Sabía que ella no te dejaría claudicar ni aceptar menos que la carrera que quieres—su sonrisa me ensanchó el corazón, la confianza que el depositaba en mí, en nosotros, era abrumadora.
Cuando Gabriel y Fernando se levantaron quise hacer lo mismo pero Rámses me retuvo contra él riéndose.
—Estás todo sudado—me quejé tratando de sonar seria.
— Dans d'autres circonstances, cela ne vous dérange pas- En otras circunstancias, eso no te molesta—habló con una sonrisa ladeada y no le entendí, esperé que como siempre me tradujese, pero no lo hizo.
—Rámses, que tengo hambre—insistí en soltarme y él rió.
—Nous sommes déjà compréhensifs – Ya nos estamos comprendiendo— sus labios susurraron en mi cuello.
Fernando y Gabriel se marcharon cuando comprendieron que Rámses no me soltaría y yo me rendí de intentarlo.
— No quiero separarme de ti—confesó después de un rato de silencio.— Estarás viviendo demasiado lejos y con mi hermano.
—¿Confías en mí?—le cuestioné
—Sabes que si
—Entonces confía en que pasaré todos los días de todos esos meses pensando solo en ti.
—¿Y tú confías en mí?
—Sabes que sí.
—Es muy seguro que viviré con Hayden... y Susana.
Sabía que nada podía ser tan fácil ni tan perfecto. Respiré profundo y pegué mí frente a la de él.
—Mi mente y mi corazón estarán donde tú estés—susurró y fue todo lo que necesité para calmarme. No había más opciones ni más que hacer.
—Prométeme que serán solo seis meses, que volverás a mí después de ese tiempo.
—Nunca te dejaré, pero lo prometo. Serán solo seis meses y volveré a tu lado—me susurró.
Nota de Autora:
Viernes #NJLP de YOLO!!!
Agradezcan al grupo de whatsapp y su persistencia para que publicase hoy.
Y si la vida les da limones, harían limonada?? Porque yo haría limonada y hasta me invento una ensalada!.
Pobre Rámses :( rechazado por las universidades.
Suscríbanse al grupo de FB, se llama NO JUZGUES LA PORTADA.
Baisers et Abraços
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