"¿celoso, compa?"
Un par de horas más tarde, TaeHyung se encontraba en la casa del mayor. Como había dicho, le estaba haciendo una sopa, solo que lo de cobrarle 5 dólares era mentira.
Le costó hacer bien esa sopa de pollo, ya que no servía para cocinero y hasta TaeHyung tuvo que intervenir para ayudarlo a cocinar. Fue un desastre, pero podría haber estado peor.
Al menos así se les quitaría por completo la resaca.
—Está buena —opinó JiMin, tomando una cucharada.
—A ver —TaeHyung lo miró con atención, como si estuviera esperando.
JiMin llenó otra cucharada de la olla, y luego girándose un poco hacia el castaño. En vez de pasarle la cuchara, sopló suavemente sobre el líquido mientras miraba a su amigo a los ojos.
TaeHyung mostró una sonrisa al ver que JiMin tenía intenciones de dárselo él mismo a la boca.
—¿Qué es ese comportamiento?
—¿Cuál? —cuestionó el pelinegro, acercando la cuchara a él.
—Ninguno… —susurró en respuesta, abriendo bien la boca para recibir lo que el otro le estaba dando.
—¿Te gusta?
—Mmhm —asintió a la vez con la cabeza, sin quitarle la mirada de encima al chico—. Está muy bueno...
—Tampoco tanto, Kim. Casi no nos sale.
—Cierto —dijo con una sonrisa—, pero ahora que lo noto bien, está rico.
—Sí, no está tan mal. Siéntate, te voy a servir.
El castaño hizo caso y se sentó, en un par de minutos, JiMin se acercó con tos platos hondos y le pasó uno a su amigo.
Se tomaron la sopa en silencio, no cruzaron ni una palabra más hasta que terminaron.
Ya era de noche, TaeHyung se había ido a su casa para darse una ducha y vestirse bien, y pronto volvió a la de JiMin.
El mayor apenas estaba terminando de vestirse, pero igual dejó que TaeHyung entrara a su habitación.
—¿Por qué tardas tanto? —soltó en tono de queja, sentándose sobre la cama de su amigo.
JiMin se giró para verlo; TaeHyung estaba vestido parecido a él, usaba pantalones oscuros y una camiseta clara. Una diferencia era que la camiseta del menor era un poco más ajustada y tenía una cadena plateada colgando sobre su cuello.
No sabía si su mejor amigo se había peinado de otra forma, pero su flequillo caía sobre su frente de una manera diferente. No entendía por qué se había quedado tan quieto mirándolo.
—¿Qué me ves? —elevó una ceja y lo miró incriminante—. Ni siquiera me respondes.
—Ah, que no... Perdón, no sabía qué ponerme.
—Y me copiaste.
—Muy graciosito, Kim TaeHyung, pero tú eres quien me copia la ropa siempre. Ya sé que quieres ser como yo, pero deberías calmarte.
TaeHyung rió en voz alta y se colocó de pie, caminando para llegar frente a su amigo.
—Oye… —susurró TaeHyung, acercándose al oído del mayor.
—¿Qué? —preguntó, casi inmóvil.
—¿Crees que hoy mojemos el churro?
JiMin frunció el ceño al escuchar tal tontería, y seguidamente, TaeHyung se echó para atrás, riendo.
—Eres un vulgar —rodó los ojos.
—¿Entendiste a lo que me refiero?
—¡Claro que lo entendí! Es la segunda vez que dices esa bobada... ¡Y no, no vas a mojar nada!
TaeHyung hizo un leve puchero forzado, en broma.
—¿Cómo sabes que no? Planeo traer a DaHyun a casa.
—Que desagradable, en mi casa no. ¿Ya organizaste la tuya, siquiera?
—No sé —comenzó a reír, de nuevo—, pero para algo están los amigos, ¿no? Puedes quedarte en la sala mientras estoy con ella.
—Eres un animal, por supuesto que no.
—Ow, no eres mi mejor amigo entonces.
—Hey, eso no tiene nada que ver... Además, ¿por qué insistes con ella? Hace tiempo también te gustaba, y ahora otra vez.
—Es mi crush frustrado, ¿bien? Y lo de traerla es broma, tranquilo —agarró su mejilla con una mano e hizo un poco de presión. JiMin se quejó un poco—. Sólo le daré unos besitos hoy.
—Ouch, ya. No tienes por qué avisarme eso a mí.
—Mmh, ¿por qué? —TaeHyung ahora levantó una ceja, aunque conservaba esa sonrisita pícara—. ¿Te molesta?
—¿Eh? No sé por qué dirías eso.
—Acaso... ¿Estás celoso, compa?
—Respétame, Kim TaeHyung. ¿Por qué estaría celoso? —le dió un leve empujón, haciéndolo retroceder—. Ya fue mucho, vámonos de aquí.
—Uy, como digas.
Salieron de casa juntos para ir a la casa de NamJoon, de nuevo. Habían llegado más rápido que las chicas, por lo que se pusieron a jugar unas partidas de un videojuego de armas por una hora. Luego, llegaron las demás.
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