33
Quedé con Clara en el centro comercial. Jamás la había visto tan radiante. El embarazo le sentaba de maravilla.
-Soy tan feliz que no puedo dejar de sonreír.
Rompí a reír.
-¿Quien iba a decirte a ti que el amor de tu vida se encontraba tan cerca?
-Nunca podré estarte lo suficientemente agradecida por el echo de haber convencido a Sebastián para que me pidiera salir.
Siempre recordaría ese día.
Había estado llorando por culpa de un chico. Un chico que había roto con ella solo porque no hacía todo lo que quería.
Sebastián había estado a su lado, como siempre.
-¿Por que siempre tengo que estar con chicos como ese? ¿Tan mal partido soy que no puedo encontrar a un chico decente?
-Tu no eres el problema. Son ellos. Tú eres perfecta.
-Solo dices eso porque me quieres.
-Si. Te quiero.- le secó las lágrimas con un pañuelo de papel.- ¿Por que no me das una oportunidad?
Clara le miró mientras sorbía por la nariz.
-¿Por que querrías tu salir conmigo?
-¿Es que no entiendes? Cuando me levanto por la mañana y cuando me acuesto por la noche, tú eres en lo único que puedo pensar. Y todas las malditas horas que hay entremedio.
Así fue como ella le dio la oportunidad. Y ahí estaban, a punto de casarse y a punto de ser padres.
-¿Estas ocupado?
-Pues no. ¿Pasa algo “melli”?
Lo cierto es que le sorprendía que Nico le llamase.
-Soy un idiota.
-¿Que ha pasado?
-Creo que acabo de dejar escapar la única oportunidad que tengo de recuperarme.
-No te entiendo.
-Chloe.
Poco a poco, fue contándole a su hermano toda la historia. Javier no cabía en si de su asombro.
Cuando Nico terminó de hablar, le preguntó aquello que llevaba rato rondándole por la cabeza.
-¿Te has enamorado de ella?
-No lo sé. No sé que siento. Solo sé que tengo la cabeza del revés.
-¿Por que no hablas con ella?
-Es inútil “melli”. Acabo de despedirme. No debí hacerlo pero estaba tan furioso porque ella tenía pensado dejarme que no quería escucharla.
-Debiste hacerlo. Quizá tenga algo para decir.
-Supongo que si.
-Ve a buscarla Nico. Tal vez aun no sea tarde.
Al final tras llorar durante un buen rato, se vistió y salió.
No quería seguir allí encerrada recordando como él se había marchado.
Al final era él quien la había dejado sola. ¿Como no se daba cuenta de que la había cambiado?
¿Como no podía ver que cuando estaba con él el resto del mundo desaparecía?
<<Tú solita te has metido en esto.>> se recordó.
Si. Ella solita sin ayuda.
<<¿Quien va a hacer que te olvide y te borre de mi mente Nico? Podría estar por ahí rompiendo corazones, si tu no estuvieras rompiendo el mío.>>
Pasó la tarde de tiendas. Necesitaba descargar toda aquella tensión que la invadía.
Decidió que si Nico no quería saber nada más de ella, tenía que superarlo. Aquella noche saldría y encontraría a otro chico que la ayudase a olvidarle.
<<Como si pudieras.>> dijo una voz en su interior.
No hacia falta que se lo recordara. Era completamente consciente.
Bueno, ahí estaba de nuevo, frente a su habitación de hotel.
Jamás se había sentido tan nervioso en su vida.
Se aflojó el cuello de la camisa. Maldita sea, si incluso se había vestido bien para ir a verla.
Llamó un par de veces a la puerta y esperó pacientemente a que ella abriese.
¿Que cara pondría en cuanto le viese allí? ¿Le perdonaría por haberla dejado sola?
Llamó otra vez. Nada.
Finalmente se marchó. Si Chloe estaba allí, estaba claro que no deseaba verle.
-¡Montesdeoca! Tienes visita.
¿Y ahora quien era? ¿Sería Miranda de nuevo? ¿Que se le habría olvidado esta vez?
Un hombre vestido en traje y corbata se acercó hasta su celda.
-¿Es usted el señor Julio Montesdeoca?
-El mismo. ¿Quien coño es usted?
-Mi nombre es Reese Watson. La señorita Miranda Kelso me envía a hablar con usted.
-¿Sobre que?
-Su libertad.
-No tienes derecho a presentarte aquí. ¿Quien te crees que eres?- Santi estaba de los nervios. Con Raúl allí, las cosas no saldrían bien con Olga.
-Solo quiero hablar con ella a solas. Concedeme eso. Si después ella me pide que me vaya, lo haré.
Olga les miró a ambos.
-Tienes cinco minutos.- tras eso, Santi salió de la habitación en la que estaban.
Sin que se diese cuenta, Raúl se colocó frente a ella en dos zancadas, y eso que estaba en la otra punta de la habitación.
La cogió de las manos y la miró directamente a los ojos antes de arrodillarse delante d ella.
Olga se sentó en la gran butaca que había tras ella y que le impedía retroceder.
-¿Hablabas en serio?- consiguió preguntar finalmente intentando ignorar el nudo que tenía en la garganta.
-Completamente.
-¿Por que? ¿Por que ahora?
Sonrió una vez más.
-Porque soy idiota. No quería darme cuenta. No quería sufrir de nuevo. No creí que pudiera hacerte feliz.
-Tú eres el único que podría lograr eso. No podría ser feliz con nadie más. Tú eres el único para mí.
-Sé que quizá es tarde y que si has tomado la decisión de quedarte aquí para siempre yo debería respetarlo, pero tenías que saber cuales eran mis sentimientos antes de darle la espalda a todo.
Olga le miró extrañada.
-Raúl yo no tengo pensado quedarme aquí. Ya te dije que volvería a tiempo para las clases.
Un gemido escapó de la garganta de él.
-Pero tu conversación con las chicas...
-Solo hice un comentario. ¿Por eso has venido? ¿Ese es el motivo por el que has decidido decirme lo que sentías?
-Al principio si. Pensé que no tendría otra oportunidad, pero cuando subí al avión comprendí que hace tiempo que debí hacerlo. Me he estado mintiendo a mi mismo, y también a ti y no quiero volver a hacerlo. Quiero poder decirte que te amo cada uno de los días de mi vida. Una vida que quiero compartir contigo.
El labio inferior de Olga empezó a temblar. Había deseado tanto esas palabras y ahora por fin las oía de sus labios...
-Solo dime si tengo alguna oportunidad. Dime que no la he cagado del todo. Dime una vez más que me quieres.
-Te quiero- dijo entre lágrimas.
Raúl la cogió entonces por la barbilla y la besó como había imaginado millones de veces.
Ya no importaba nada más. Nada se interpondría entre ellos.
-Parece que vuelvo a encontrarte en la misma situación.
Chloe se volvió hacia la voz y sonrió.
-¿No será que me has estado buscando?
-Quien sabe.- se sentó junto a ella y la miró.- ¿Puedo invitarte a la siguiente?
Chloe se encogió de hombros.
-Es tu dinero.
Le hizo un gesto al camarero para indicarle que sirviera otra ronda, esta vez también para él.
-Y dime, ¿sigues pensando igual que la última vez?
Chloe trató de recordar.
-Si y no.
-¿Quieres contármelo?
-Supongo que no te hará daño saberlo.
-Y quizá a ti te vaya bien contárselo a alguien.
-He perdido al que posiblemente sería el amor de mi vida. ¿Que te parece? El único hombre en el que me fijo de verdad y está enamorado de mi prima.- levantó el vaso para brindar y apuró la bebida todo lo que pudo.
-Si ese chico no sabe ver a la preciosidad que yo estoy viendo es que no merece la pena.
-Quizá la que no merece la pena soy yo. En fin, mirame-dijo poniéndose de pie.- No soy nada del otro mundo.
-No te menosprecies gatita.
-Menos mal que por lo menos te tengo a ti, seas quien seas- volvió a levantar la copa- gracias por hacerme compañía.
-¿Que piensas hacer?- preguntó Salva.
-Esta claro que no tengo opciones. No sé donde encontrarla. He probado de llamar al móvil pero no me lo coge. Hace un rato llamé al hotel pero me dijeron que había salido. No sé donde puede estar.
-Lo mejor que puedes hacer ahora es intentar desconectar. Ya aparecerá. En algún momento tendrá que volver al hotel. Vayamos a tomar algo.
Sus amigos solo intentaban animarle, pero él echaba de menos a Chloe. Su sonrisa. El modo en que le miraba y él lo había echado todo a perder. Como siempre.
Al final sus amigos terminaron convenciéndole de que quedarse sentado en su habitación no solucionaría nada, así que se marcharon al bar. El mismo bar en el que la había conocido. El mismo bar en el que ella estaba en la barra bebiendo con otro tío.
-A todo esto, ¿como te llamas?
-A lo mejor te parece extraño pero preferiría no decírtelo. Por esta noche tu puedes ser mi gatita y yo seré lo que tu quieras.
Chloe le miró a través del vaso.
Ella quería que fuese Nico.
-Está bien. Como quieras. Jugaremos a eso. Dos desconocidos bebiendo juntos.
-A tu salud gatita.
Brindaron una vez más.
Cinco minutos después, el desconocido la sacó a bailar.
Los chicos miraron fijamente a Nico que se había detenido en la entrada del bar.
Dirigieron la mirada hacia el mismo lugar en donde la tenía él.
Por su expresión cualquiera diría que iba a arder Troya.
Apretó los puños con fuerza.
¿Que demonios estaba haciendo Chloe bailando con ese tío? ¿Quien coño era?
Al ver como ella sonreía al parecer por algo que él le decía se puso malo.
Miró por las mesas. No iba a quedarse de brazos cruzados.
Fijó la mirada hacia una mesa en particular. Una llena de chicas. Chicas que se los estaban comiendo con los ojos. Perfecto.
Se acercó hasta ellas con una gran sonrisa en los labios.
-Buenas noches chicas.- todas sonrieron.-¿Alguna me haría el honor de bailar conmigo?
Una de ellas, quizá la más mona, se puso en pie y le tendió la mano con una gran sonrisa.
-¿Que está haciendo?
-Me parece que quiere llamar la atención. Diría que quiere darle celos a Chloe.
-Este chico está fatal. El amor lo vuelve idiota.
-Que se le va a hacer. El amor es lo que tiene.
-Ni siquiera nosotros nos comportamos así, ¿verdad?- preguntó Vicente de repente.- Por favor, decidme que no.
Ni que fuese tan horrible...
-¿Que miras tan atentamente gatita?
Chloe se había puesto blanca de repente.
-Esto no puede estar pasando...- se agarró con fuerza del brazo de él y siguieron bailando.
Al dar la vuelta, él se fijó atentamente hacia donde miraba ella.
-¿Es él?
Chloe asintió.
-Por favor, no dejes de bailar conmigo. Si me soltases ahora no podría mantenerme en pie.
-No voy a dejarte sola gatita. Estoy pensando que quizá deberías provocarle un poco.
-No. No creo que sea buena idea.- aunque daba igual. Ella no significaba nada para Nico. Estaba segura de que solo se estaba vengando tras su última conversación.
Díos mío. ¿Que demonios le estaba contando aquella chica? ¿Acaso no se callaba nunca?
Él intentaba sonreír solo para hacer reaccionar a Chloe pero ella parecía que ni siquiera le mirase. Estaba tan pendiente de su acompañante que no había reparado en él.
Aprovechando el baile, se acercó más a ella.
Un momento. ¿Que hacía este tío?
Su mano se estaba acercando peligrosamente al trasero de ella.
Nico miró esa mano y se imaginó rompiéndole los dedos uno a uno.
<<No la toques desgraciado. No te atrevas a tocarla.>>
-Que interesante. Me parece que le he visto apretar los dientes. No nos quita ojo de encima.
-¿Por que me estás ayudando?
-No sé gatita. Me caes bien.
-Pero tú no me conoces.
-En eso tienes razón, pero no puedo evitarlo. Considerame tu Cúpido personal.
Chloe estalló en carcajadas. Por lo menos su acompañante era divertido.
¿Que demonios le había dicho ese tío para que ella se riese de ese modo?
¿Por que tenía que tener esa risa tan hermosa?
¿Y por que no se acababa esa maldita canción?
Esa chica que bailaba con él le estaba dando dolor de cabeza.
¿Había respirado en algún momento?
<<¡Acabate ya canción del demonio!>>
Y acabó, pero ese desgraciado seguía con las manos alrededor de la cintura de Chloe.
¿Por que ella no le apartaba?
-Gracias por el baile. Me ha encantado.
-A mi también. Adiós. Un placer.
Se alejó de ella antes de que se le ocurriese pedirle su número de teléfono o peor aun, darle el suyo.
Se acercó a sus amigos que le miraban con una sonrisa.
-Parece que tu plan no ha funcionado.
-Supongo que no.- en cuanto se sentó, Rafa se puso inmediatamente de pie.
-Vámonos de aquí.
-¿Que te pasa? Ni que hubieses visto un fantasma.-bromeó Vicente.
Al ver que miraba hacia un punto fijo, todos se volvieron para mirar.
Nico perdió el aire del todo.
No podía ser cierto. Aquel cabrón no podía estar besando a su Chloe.
<<¿Su Chloe? ¿No me digas que me he vuelto posesivo?>>
Apretó los puños con toda la fuerza de la que era capaz. Le dolían las palmas y sin embargo ese era el menor de sus dolores comparado con otra parte de él. La parte que más añoraba a Chloe.
Contra más quería apartar la mirada, menos capaz era.
Separó sus labios de ella y sonrió al ver su expresión perpleja.
-Mi plan ha funcionado gatita.
-¿Tu...tu plan?- ¿de que estaba hablando?
-Tú chico debe estar pensando en arrancarme la cabeza.
-Estás equivocado.
-No lo estoy. Ahora tengo que irme. Espero verte pronto y que me digas que ha pasado. Te buscaré.
Empezó a alejarse, cuando Chloe le detuvo.
-¿Quien eres?
-Solo soy un amigo dispuesto ayudar. No le des vueltas gatita. No tengo ninguna importancia. No nos conocemos de ningún otro lugar. Te vi por primera vez el otro día, en este mismo lugar.
-Sigo sin entender porque me estás ayudando. ¿Que ganas con esto?
-Deja de desconfiar gatita. No todo el mundo es mezquino. A algunos nos gusta ayudar a los demás. Sobretodo si el propósito es bueno. El tuyo lo es.
-¿Como lo sabes?
-Hay cosas que pueden verse a primera vista. No te lo niegues a ti misma. Si yo puedo ver que estás enamorada de ese chico, cualquiera puede.
Iba a decir que estaba equivocado, pero no serviría de nada. Tenía razón.
Una vez que se quedó sola, Nico se acercó a la barra. Seguía con los puños apretados. Estaba deseando golpear algo.
-¿Has disfrutado de tu acompañante?
-No ha estado mal. ¿Que tal la tuya?
<<Un horror.>>
-Bueno, me he reído,-mentira- he bailado, me he divertido- otra mentira- y me ha partido en dos ver como te sobaba y te besaba ese capullo.
-Se me lanzó.
-¿Y tú no pudiste pararle los pies?
-¿Acaso estás celoso?
-Me han entrado ganas de partirle la boca. ¿Tu que crees?
-Que si, pero que no tienes porque.
-Yo creo que si.
-¿Sabes en que pensaba mientras me besaba?- Nico no respondió.- Solo podía pensar en ti. En que era tu boca y no la suya . Ha sido el único modo en que he conseguido soportar esta noche. Pensando que eras tú.
Al ver que él no decía nada, que ni siquiera la miraba, se levantó y me marchó de allí. Sola.
Olga le pidió a Raúl que se marchase al hotel en el que tenía pensado alojarse mientras ella hablaba con Santi.
-No voy a dejarte aquí sola con él. No voy a dejarte sola nunca más.
-Por favor. Quiero poder hablar con él tranquilamente y no estaré tranquila si tu rondas por aquí.
-No me hace gracia.
-Bueno, he estado a solas con él y hasta ahora no ha pasado nada.
-¿Nada de nada?
Negó con la cabeza.
-Quizá no lo parezca, pero es muy buen chico. Estoy segura de que lo entenderá.
-Tú ganas. No tardes. Te estaré esperando.
-Eso me recuerda que debería quizá coger yo también una habitación.
-¿Por que deberías hacer eso?
-Para tener un lugar donde dormir hasta que salga el próximo avión por supuesto.
-De ninguna manera. Te alojarás en mi habitación. Conmigo.
Ante la sola idea de compartir cama con él empezó a temblarle todo.
-Ya te dije que no iba a dejarte sola nunca más. Eso implica el hotel.
-¿Y cuando volvamos a casa?
-Bueno, de momento no nos queda otra. Te vigilaré desde la ventana de mi habitación. Quiero que esto nos salga bien Olga. No quiero estropearlo de nuevo.
-Entonces sigue así.- le besó dulcemente y le acompañó hasta la puerta.-Te quiero.
-Yo también te quiero- le robó un beso más y se alejó con una sonrisa.
-Odio ir de compras. ¿No te lo había dicho nunca?
-Me parece que no. De todos modos, ¿que otra nos queda? Dentro de unos días empezamos el trimestre y aun me faltan algunas cosas.
-Eso te pasa por dejarlo todo para el último momento.
-¿Hace falta que te recuerde todo lo que ha pasado para que mi cabeza no estuviese centrada en esto?
-Mejor no. Lo pasado, pasado está.
-Que listo.
Me encantaba pasar mi tiempo con Javier. Caminar cogidos de la mano, disfrutando simplemente de nuestra compañía.
-¿Sabes algo de Tony?
Negué con la cabeza. Estaba preocupada. Hacia días que no tenía noticias suyas, desde su último mensaje.
-He intentado llamarle pero siempre tiene el teléfono apagado.
-Ya verás como está bien.
-Eso espero.
Me rodeó los hombros con su brazo y me atrajo hacia su cuerpo.
-Prueba de nuevo.
Saqué mi móvil del bolsillo y marqué su número. Retuve el aire hasta que finalmente dio señal.
Unos tonos más tarde, alguien descolgó al otro lado.
-Hola princesa.
Suspiré aliviada.
-¿Como estás?
-Bastante bien. Perdona que no te haya dicho nada en todo este tiempo. Lo cierto es que olvidé el cargador del móvil en Cádiz.
-Creí que estabas allí.
-No. Bueno, voy para allí ahora. He viajado un poco para visitar a Fany.
Estaba sorprendida.
-¿Por que has echo eso?
-No sé. Quería ver que pasaba. Afortunadamente lo tengo superado.
-Me alegro.
-Y yo. He conocido a su hijo. Es increíble. He pasado toda la mañana jugando con él. Estoy molido.
Rompí a reír.
-Eso es que te estás haciendo mayor. Admítelo.
-No te burles de mi princesa.
-No lo hago.
-¿Que tal tú?
-Genial. Te echo de menos.
-Y yo a ti. He conseguido convencer a mi abuelo de que se vaya a vivir con mis padres. De este modo, aunque será raro hacer el viaje hasta Cádiz y no pasar por esa casa, también podré estar más con él.
-Es genial cielo.
-En fin, de todos modos, cada vez que haga ese viaje ya no será lo mismo.
Me reí de nuevo.
-Si te sirve de consuelo, para mi tampoco será lo mismo si vuelvo a ir en tren.
-Me creas o no, es un consuelo.- tras una pequeña pausa habló de nuevo.- ¿Has sentido necesidad de volver a “nuestra habitación”?
-Lo cierto es que no. No quiero recurrir a ella sin ti.
-Bueno, míralo de este modo. Siempre que me extrañes búscame allí. Siempre estaré ahí para ti.
-Y yo.
-Lo sé. Te he buscado.
Después de hablar un poco más nos despedimos prometiendo hablar pronto.
Miré a Javier que seguía a mi lado.
-¿Estás más tranquila?
-Si. Gracias por decirme que le llamase.
-Vale la pena si consigo que sonrías así.
-Te quiero.
-Y yo.- me besó y entonces dijo.- ¿Que sabes de Olga y Raúl?
Mi sonrisa se hizo más grande.
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