26
Olga llegó a la cabaña media hora antes. Necesitaba pensar en la noche del baile. Sabía que Raúl no había soportado verla con otro, y menos cuando ese otro era Santi.
Lo que no entendía era porque de pronto parecía que Santi ya no actuaba para ayudarla. Se había vuelto algo personal para él. Entre toda aquella mentira que había ideado, Santi había terminado por enamorarse de ella y ella seguía enamorada de Raúl. Menuda ironía. ¿Por qué no podía sentir por Santi algo más que cariño?
Otra cosa que no entendía era porque Raúl se comportaba como un idiota. ¿Acaso seguía enfadado con Santi por lo que me había echo en el pasado? Si yo había podido perdonarle, ¿por que Raúl no?
Cuando llegué yo, estaba paseándose de un lado al otro de la cabaña.
Intenté no hacer ruido y me senté en uno de los sofás a esperar a que me viese y observar que ocurría.
Olga se frotaba las manos con fuerza, se acercó a la ventana para mirar si me veía llegar. Apoyó una mano a cada lado de la ventana y miró hacia el suelo.
Me pareció que seguir callada no iba a servir de nada.
-¿Vas a contarme lo que te pasa?
Se volvió de golpe hacia mí y corrió a abrazarme.
-Ya no sé que hacer. No puedo más- y rompió a llorar.
Intenté consolarla como pude pero nada de lo que decía servía. Esta vez las palabras de consuelo no ayudarían.
Esperé a que se desahogara. Prefería que llorase todo lo que quisiera, se relajase y entonces volvería a preguntar.
Finalmente levantó la mirada hacia mí y sonrió entre lágrimas. Le devolví la sonrisa.
-Perdona. Te he puesto perdida.
-No te preocupes. ¿Quieres contarme que te pasa?
-La noche del baile, no fue exactamente como esperaba.
Por lo visto, todo empezó durante el baile.
Mientras Javier y yo estábamos fuera hablando y haciendo las paces, Santi sacó a Olga a bailar y eso puso a Raúl como loco.
-Primero bailé un par de canciones con Santi, con Dani y después con Luis. Al cabo de un rato, Santi se fue al cuarto de baño y entonces Raúl se me acercó y me pidió que bailase con él.
-¿Y que pasó entonces?
-Que empezó a retarme. Me dijo que había caído muy bajo al traer a Santi conmigo. Que si estaba enfadada con él no hacia falta que me vengase de ese modo.
-Este chico no tiene remedio. Cada vez que abre la boca mete más la pata. ¿No has pensado que lo que pasa es que está celoso?
-Le dije que no podía esperar al chico del que un día me enamoré toda la vida. Sé que está ahí, en algún sitio, pero tiene que salir antes de que sea tarde.
-¿Tarde para qué?
-El baile fue la última oportunidad que le dí y si reaccionó lo disimuló muy bien. Está claro que solo soy una amiga para él y no estoy dispuesta a interponerle ante mi felicidad nunca más.
-¿Y serías feliz con alguien a quien no amas?
-Tú quisiste intentarlo con Nico.
-Y ya viste el resultado. No hubiese podido amarle nunca y él no se merece algo así.
-Lo sé. Santi me gusta mucho y ha sido muy bueno conmigo.
-No te engañes. De este modo solo conseguirás hacerte más daño.
-¿Más que saber que el amor de mi vida no me ame nunca?
-¿Y por que no le dices todo esto a él? Ve a verle y enfréntate a lo que os pasa.
-¿Y que le digo?
-Dile que le amas y que no puedes más. Dile lo que me estás diciendo a mí. Vosotros me enseñasteis que no hay que huir de las cosas.
-Raúl sabe que le amo.
-¿Y esa es suficiente razón para no decírselo? Sé que tienes miedo cielo pero tienes que hacer algo.
-Está bien, pero es la última oportunidad que le doy. Si no reacciona, me quedaré con Santi.
-Me parece justo.
-¿Qué vas a hacer ahora?
-Tenía pensado ir a casa, darme una ducha y después salir a pasear a Hailey.
-¿Y a encontrarte con tu prometido, no?- ambas nos echamos a reír.
Realmente me habían engañado todos ellos aunque con un buen propósito. Era muy feliz.
-Eso también.
-Entonces no te entretengo más. Gracias por escucharme.
-No hay de que- antes de salir de la cabaña, le pregunté si quería que la acercase a casa.
-No. Hay alguien más con quien tengo que hablar.
Pensé que se refería a Raúl. En ningún momento pensé que llamaría a Santi.
Quedaron en verse en una hora en la misma cabaña. No tenía pensado ir a ningún sitio. Se quedaría allí a esperarle mientras pensaba en lo que le diría.
Mientras tanto, conduje hasta mi casa pensativa.
Esperaba no haber confundido a Olga aun más con lo que le había dicho.
-¿Por qué no me das una oportunidad?
-No creo en el amor y no quiero creer en él. Es algo inútil y sin sentido.
-Déjame demostrarte lo que es en realidad. Déjame quererte.
-Eso ya lo has dicho en otras ocasiones.
-Y lo mantengo. ¿Por qué huyes de mí? Si tan negada eres a la hora de amar, si tan segura estás de que no puedes amarme, ¿por qué me rehúyes?
-Tal vez no quiera que te hagas ilusiones conmigo.
-Yo no decido de quien enamorarme.
-Pudiste evitarlo.
-¡Por dios Lidia! ¿Qué tienes en lugar de corazón?
Las lágrimas en los ojos de Lidia no mejoraban la situación y antes de que pudiese pedir perdón, ella le propinó tal bofetada que en medio de la calle enmudecida, solo se oyó la mano de ella contra la cara de Dani.
Aparqué en la entrada de mi casa con una extraña sensación en el pecho.
No sería capaz de decir que era pero sabía que debía ir con cuidado. Ya era la segunda vez ese día que tenía la sensación de que no estaba sola, de que alguien me vigilaba.
Cogí mi teléfono y llamé a Javier. Necesitaba escuchar su voz para quitarme esa sensación horrible que tenía.
-Hola preciosa.
-Hola cariño. ¿Que tal todo?
-Mejor ahora que escucho tu voz. ¿Cómo fue en Cádiz?
-Ha sido todo muy emotivo.
-¿Cómo está Tony?
-Cuando me fui, aun estaba triste por todo lo ocurrido, pero es un chico fuerte y se va a quedar allí unos días para apoyar a su abuelo.
-¿Y con Olga?
-Te aseguro que está lidiando una batalla consigo misma. Ojala Raúl no fuese tan lento. Ella está pensando seriamente en seguir adelante con Santi.
-¿Por qué no hablas con Raúl?
-Porque ya es mayorcito como para darse cuenta de que el orgullo no va a llevarle a ningún sitio. Me da coraje que por culpa de su testarudez no lleguen a tener una oportunidad como pareja.
No sabía si podía quererla como ella se merecía o si en el momento en el que creyó que podía perderla, lo vio más claro.
-Esto es una locura- admitió frente al espejo antes de coger sus cosas para ir a hablar con ella.
Había visto en el espejo algo que le desconcertaba, pero mientras seguía mirándose, comprendió que ya era tarde.
No podía permitirse el lujo de enamorarse de nuevo, y sin embargo, ya lo estaba.
Su corazón, sin quererlo, pertenecía a otra.
Llegó a la cabaña media hora más tarde, esperando encontrarla allí.
-¿Qué pasa? Hace unos días que no sé nada de ti. Estaba preocupado y después de la llamada de antes…- el echo de que se lanzase a sus brazos para desahogarse le hacía sentir impotente.
Lloró todo lo que quiso y él solo podía estrecharla contra si mismo para protegerla.
-Lo siento Santi, de verdad, pero es que no lo puedo evitar.
-No tienes que disculparte- le cogió la cara entre sus manos y con ambos pulgares le secó las lágrimas.- Si quieres llorar, hazlo, pero no me pidas perdón porque no has hecho nada malo.
-Eso no es cierto, en realidad si que ha pasado algo.
-No tienes que explicármelo si no quieres pero soy tu amigo y puedes contarme lo que quieras.
-La verdad es que yo ya no sé que pensar. Empecé con todo esto para darle celos a Raúl y me he dado cuenta de que todo este tiempo, tu has sido mi mayor apoyo. Siempre te estaré agradecida por haberme ayudado, por escucharme y por estar a mi lado.
Santi no lo resistió más y la besó dulcemente, pero en cuanto se separaron, ella se alejó lentamente de él y se obligó a si misma a marcharse de allí.
¿Cómo había permitido que ocurriese? No tenía que haberle llamado, se repetía una y otra vez mientras corría hacia su casa.
Cuando Javier y yo terminamos de hablar por teléfono, este fue directamente a encontrarse con Luis y Raúl que le esperaban en una cafetería del centro comercial.
Cuando llegó, Luis ya había empezado con la charla.
-Lo que quiero decir es que es mejor arrepentirse por algo que has hecho que por algo que no eres capaz de hacer.
-¿Dices eso por experiencia propia?- interrumpió Javier.
-No te burles de mí que esto es serio. Aquí el amigo está pensando en que no va a hacer nada y dejar que Santi y Olga sean felices.
-¿Y va en serio?- preguntó sorprendido.
-Totalmente. De nada sirve que yo haya despertado ahora y me haya dado cuenta de lo que siento por Olga si ella está tan bien con Santi.- cada vez que pronunciaba su nombre le daban arcadas. ¿Acaso no había más chicos en el mundo?
-Acabo de hablar con Mónica. Venía de ver a Olga y puede que tu decisión sea la más acertada. Me parece que ella lo tiene asumido y va a quedarse con Santi.
<<Menuda mentira, pensó para si mismo, pero a ver si así reaccionas chico.>>
Lo que de verdad quería era reunir el valor para salir a buscarla y decirle lo que sentía. Deseaba poder decirle que había sido un estúpido y que quería estar con ella para siempre y como si Javier pudiese adivinar lo que estaba pensando, continuó hablando.
-No se trata de lo que has dicho, sino de lo que no eres capaz de decir. Si de verdad estás tan enamorado, ¿qué demonios haces aquí sentado todavía?
-Eso mismo me pregunto yo.
-Entonces ve a buscarla.
En cuanto Raúl se marchó a toda prisa, Javier se volvió hacia Luis.
-¿Y que hay de ti?
-¿Crees que yo también debería ir a buscar a la chica?
-Creo que serías idiota si no lo hicieras.
Raúl la alcanzó cuando estaba llegando a su casa. Al volverse ella para mirarle y al ver él sus lágrimas, dejó caer los brazos a un lado incapaz de decir nada.
-¿Qué quieres Raúl?- estaba agotada. Últimamente no hacía más que llorar. Estaba harta. Lo que sentía por Raúl solo le causaba dolor. Tenía que arrancarse ese amor imposible de corazón.
-¿Estás bien?
-No, pero se me pasará.- dio un paso hacia atrás y entró en su casa.
<<No quiero que llores nunca más. No quiero que desperdicies más lágrimas. ¡Deja de llorar por favor! Te quiero…>>
Eso es lo que debía haberle dicho en lugar de dejarla marchar.
Al entrar en su habitación, oyó un pitido que venía del bolsillo de la chaqueta.
Se acercó a la ventana y descorrió las cortinas, pero las de la habitación de Olga estaban echadas.
No leyó el mensaje. Sabía que lo que leería no iba a gustarle.
-¿Podemos hablar?
-Ahora no es un buen momento Luis. Lidia está aquí y parece ser que ha pasado algo con Dani. ¿Te importa si hablamos mañana?
-Pero…
-De verdad que ahora no puedo. Te llamo mañana y me dices lo que sea. Hasta mañana.
Y cerró la puerta. Luis se quedó allí quieto sin terminar de decidir si quedarse e insistir o marcharse. Tras diez minutos pasando frío decidió irse a casa. Probaría suerte al día siguiente.
Aquella noche Lidia no habló. Solo podía llorar. Fue totalmente incapaz de contarle a Isabel lo ocurrido y esta no pudo hacer otra cosa que abrazarla y estar a su lado.
Javier y yo nos encontramos al fin después de tantos días y cuando me rodeó con sus brazos para abrazarme, el mundo se detuvo para mí.
Nos besamos, nos abrazamos y volvimos a abrazarnos. Para mí no había mejor sitio que junto a él.
-¿Cómo está Nico?
-Creo que bien. Tiene ganas d volver a Cádiz.
-Es normal. Me hubiese gustado en parte que lo de Adriana hubiese salido bien. Me siento un poco culpable.
-Yo también, pero nos amamos y para mi eso lo es todo. No digo que no me duela hacerle esto a mi hermano, pero ¿qué otra cosa podía hacer? No podía perderte.
-Ni yo a ti. Lo eres todo para mí y quiero pasar el resto de mi vida a tu lado. Lo que me recuerda que deberíamos hablar con mis padres.
-Yo también he pensado en eso. No podemos retrasarlo más.
-¿Se lo has dicho a tus padres?
-Si. Al principio se escandalizaron pero les expliqué lo que sentía y nos apoyan.
-Me alegra saberlo.
-A partir de ahora todo irá bien entre nosotros. Lo prometo.
La sombra de una chica salió de detrás de un árbol del parque para alejarse sin ser vista.
-Yo no prometería cosas que no vas a poder cumplir bebé- dijo en voz alta mientras se alejaba.
-¿Estás bien?- me preguntó Javier abrazándome más fuerte.- ¿Tienes frío?
-Si pero no es eso. Es la tercera vez que me pasa hoy. Tengo la sensación de que alguien me vigila.
-Seguro que no es nada cariño. Tranquila.
Sonreí, pero no estaba nada tranquila. Algo me decía que ella estaba cerca y que lo peor estaba por llegar.
Dani no durmió nada aquella noche. Tenía que admitir que se había pasado con Lidia.
Debía hacer algo y pedirle perdón cuanto antes. No quería dejar las cosas así. A pesar de todo lo que sentía por ella, antes de nada era su amiga y no estaba dispuesto a perder su amistad por semejante barbaridad.
A la mañana siguiente me despertó el teléfono.
Contesté medio dormida y al escuchar la voz al otro lado me despejé enseguida.
-Necesito que hablemos. ¿Puedes quedar?
-Claro, ¿quieres que vaya a tu casa?
-¿No te importa?
-Claro que no. ¿Ha pasado algo?
-Si, pero prefiero contártelo cuando estés aquí. ¿Qué tardarás?
-Me visto y voy. Media hora como mucho.
-Vale. Prepararé café.
-Perfecto. Hasta ahora.
Al colgar me puse en marcha. Salí de la cama, abrí el armario, cogí ropa cómoda y salí de la habitación.
Entré en el comedor mientras intentaba peinarme con los dedos. Me paré frente al espejo del recibidor para comprobar el resultado. Un desastre, pero no tenía tiempo que perder. El tono de Clara me había preocupado.
Quería saber a que venía tanta urgencia.
Cogí un par de tostadas, apuré el vaso de zumo, y me despedí de mis padres que entraban en ese momento para desayunar.
-Voy a casa de Clara. No sé si vendré a comer. Hasta luego. Os quiero.- ya casi había salido por la puerta cuando oí a mi padre decirle a mi madre que jamás me había visto tan acelerada.
Me subí al jeep, puse las llaves en el contacto y arranqué. La intriga me mataba.
Llegué a casa de Clara en diez minutos. Aun no entiendo como no me paró la policía.
Antes de preguntarle nada, la observé a ver si veía algo raro.
No parecía triste así que no debía ser nada malo, aunque diría que tenía unas pocas ojeras, pero como era temprano no le dí importancia.
-Cuéntame, ¿a que viene tanto misterio?
-No es nada malo así que tómate el café y después te cuento.
Me tomé el café pero seguía intrigada, ¿Qué era lo que me tenía que contar?
Quince minutos más tarde volví a preguntar. Esta vez Clara sonrió y se acercó a mí.
-Estoy embarazada.
Al principio me quedé tan sorprendida que no me salían las palabras. Sesenta segundos después me puse a gritar. Era genial. Estaba feliz por ellos.
-¿Cómo se lo ha tomado Sebastian?
-Aun no se lo he contado. Eres la primera en saberlo. Acababa de descubrirlo cuando te llamé.
-Pero es una gran noticia. Seguro que se alegra mucho.
-Lo sé.
-¿Cuál es el problema entonces?
-Lo que pasa es que yo quería acabar la carrera,casarme, viajar y después tener un millón de hijos y he empezado por el final.
-Eso no lo hace menos hermoso. Debes decírselo. Eso es lo primero de todo. Habla con Sebastian.
-Lo haré. Gracias por venir tan rápido.
-No hay de que. Ha valido la pena el madrugón y la carrera hasta aquí.
-Aunque hayas salido de casa con ese peinado.
-No te burles y déjame un peine. Estaba tan intrigada que no he podido ni peinarme en condiciones.
Luis probó suerte de nuevo yendo a casa de Isabel.
Lidia seguía allí. Habían pasado la noche en vela. El cansancio estaba reflejado en los ojos de ambas.
-Será mejor que lo dejemos para otro momento- le dijo sin darle tiempo a decir nada.
-Es importante.
-Puede esperar. Por favor Luis entiéndelo. Ten paciencia. Te prometo que cuando se calmen las cosas hablaremos.
-Está bien. Esperare- se marchó de allí cabizbajo. Cuando por fin había reunido el valor suficiente para decirle a Isabel que sentía algo por ella, esta no le daba la oportunidad de decírselo.
-Lo siento Isa. Parece que lo que tenía para decirte es importante.
-Quédate tranquila. Lo que realmente importa ahora es como estás tú.
-Te lo diré en cuanto me recupere.
Isabel volvió a abrazarla esperando a que por fin le contase que había pasado con Dani. No hubo forma.
¿Y ahora que podía hacer? No quería encerrarse en casa a darle vueltas.
Lo mejor era llamar a los chicos y explicárselo todo a ver si ellos se les ocurría un modo de resolverlo.
Les llamó uno a uno y les citó en la cabaña.
Fueron llegando uno tras otro. Primero Javier, después Raúl y por último Luis. Eso fue algo que les sorprendió a todos y más por la cara que traía. Por lo visto, solo Javier estaba feliz.
-¿Para que nos citaste? ¿Pasó algo con Lidia?- preguntó Javier.
-Es evidente que si- contestó Luis.- Fui a ver a Isa y estaba con ella. Por lo visto a pasado la noche en su casa. Cuando las vi esta mañana ninguna de las dos tenía buena cara.
-Eso es porque soy imbécil. No tiene otra explicación.
-¿Por qué dices eso?
-Porque es la verdad. Me pasé un montón con ella y no sé como arreglarlo.
-Habla con ella. Enfréntala.
-Es fácil de decir. Tú tienes una novia que te ama y habéis pasado de todo por estar juntos.
-Por eso mismo Dani. Hemos pasado de todo y al fin estamos juntos. Si no lo intentas, no consigues nada.
-¿Y que hago?
-¿Y yo?- preguntaron a la vez Luis y Raúl.
-¿Y a vosotros que os ha pasado?
-Mejor di que no nos ha pasado…
Mientras ellos le contaban a Javier todo lo ocurrido, Miranda pasaba por la puerta de entrada de la cárcel una vez más.
Cuando se pudo frente a su ex novio tenía una sonrisa triunfante en el rostro.
-¿A que viene esa sonrisa?
-Tengo ganas de venganza y sé exactamente por quien empezar.
-¿Esa niñata de nuevo?- Miranda negó con la cabeza.
-Claudia.
-¿Tu psiquiatra?- eso si que le sorprendía.
-Esa putita se ha creído que podía jugármela. Mientras intentaba alejarme de Javier, ella se fue acercando y se enamoró de él.
-¿Acaso vas a ir a por cualquiera que ame a ese chico?
-Javier es mío. Mónica cree que ahora todo les irá bien. No sabe que tengo un as en la manga.
-¿De que estás hablando?
-Te contaré más en cuanto hable con mi abogado.
-¿Que estás tramando niña?
-Para empezar, tú me ayudarás a acabar con Mónica.
-Dudo mucho que pueda hacer algo desde aquí dentro.
-De eso se trata. Justamente de eso.
Hasta un asesino como él podía estremecerse solo al imaginar lo que Miranda tenía en mente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top