20
El ruido de alguien golpeando la puerta de mi compartimento me despertó.
-Pase- me cubrí la cara con la almohada de modo que no me molestase la luz pero pudiese ver de quien se trataba.
-Levanta ya dormilona. Son casi las nueve.
-¿Te has vuelto loco? Por tu culpa no he dormido ni cinco horas.
-Deja ya las excusas. No me digas que no te tienta la idea de un buen café.
-Me tienta demasiado, sin embargo se está tan bien en la cama- hice ademán de darme la vuelta y seguir durmiendo, pero no me dejó.
-¿Ese es tu plan para todo el viaje? Vamos a hacer una parada antes de continuar y quiero que te pongas algo de ropa y salgas conmigo a tomar aire.
-Vale- me incorporé dispuesta a salir de la cama, cuando advertí que él seguía allí.- ¿Vas a quedarte mientras me visto?
-¿Es una proposición?
-¡Sal!- dije tirándole la almohada. Cuando desapareció tras la puerta me eché a reír. Tony era increíble.
Al bajar del tren me sentí como nueva. No era que hubiese mucho por ver. Era un pueblecito pequeño y pintoresco pero que a mí me bastaba.
-¿Contenta de haber salido de la cama?
-Estoy encantada. Gracias por no dejarme sola.
-No estoy loco. Cuando te vi la primera vez supe que tenía que conocerte. Me alegra haber dado ese paso.
-Y a mí que lo hicieras.
-¿Hay algo más en ese chico de Cádiz que no me hayas contado?
-Veamos- dije mientras acercaba el café a mi boca.- Ya sabes que salí con él un tiempo y que fue algo así como mi caballero andante. Lo que no sabes es que tiene un mellizo y que ese mellizo no solo es el amor de mi vida sino que además es la razón por la cual he tenido que marcharme.
-¡Caray! ¿Y no será duro?
-Seguramente pero es lo único que se me ocurrió en ese momento.
-¿Puedo preguntar que es lo que te ha hecho?
-Aun no.
-Entiendo.
-Bueno, ¿y tú que? ¿Has tenido muchas novias?
-Alguna, pero también saben como hacerme daño.
-Quizá por eso nos hemos conocido. Tenemos algo en común.
Acabamos el café y visitamos una pequeña tienda que había junto a la cafetería.
Aun disponíamos de media hora antes de que el tren volviese a ponerse en marcha.
Allí, todo era precioso. Me encantaba respirar aquel aire y me sentía bien a pesar del frío.
-Pareces feliz- dijo mirándome con una sonrisa.
Mientras nos mirábamos ocurrió algo más. Empezó a nevar y entonces yo también sonreí.
Primero bajó la mirada Tony, y después yo.
-Quiero contarte algo.
Subimos de nuevo al tren, solo que esta vez Tony me cogió de la mano y no me la soltó hasta que llegamos al vagón restaurante.
-¿Qué me quieres contar?- pregunté mientras me desabrochaba la chaqueta y me quitaba la bufanda.
-Sé como hacer que te sientas mejor. Fue algo que me enseñó mi abuela cuando me rompieron el corazón.
-¿Y funciona?
-Se necesita concentración. Estoy seguro de que serás capaz.
-¿De que se trata?
-Cierra los ojos- los cerré y sentí como él me cogía de las manos.- No los abras para nada. Imagina que estas en una habitación grande y oscura. No hay ventanas y no puedes encontrar la puerta. ¿Tienes miedo?
-No, pero me siento sola.
-¿No hay nadie a tu lado?
-Te veo a ti.
-¿A nadie más?
-No.
-¿Por qué?- yo sabía que él no lo entendía, y que yo no estaba preparada para contarle toda la historia. No hacía ni un día que le conocía.
-Necesito dejar todo atrás por estas dos semanas. No quiero que nada me recuerde lo que estoy pasando y sé que es injusto porque todo lo que me importa está allí. Mi familia, mis amigos e incluso él y por eso tengo que alejarme.
-Bien. Ahora dime, ¿estás nerviosa?- negué con la cabeza- Cuéntame que pasa ahora.
-Veo una cama y estoy deseando ir a acostarme. Quiero dormir y no despertar.
-¿Aun sigo allí contigo?
-Si. Estás conmigo en la cama. Estamos tumbados y nos miramos y tú me sonríes y yo me siento relajada y feliz.
-No sabía que tuviese ese efecto. Me gusta. Deberíamos probarlo en la vida real.
Abrí los ojos y me reí.
-¿Me estabas tomando el pelo?- preguntó confuso.
-No. Te lo dije tal cual lo veía. ¿Qué finalidad tiene esto?
-Te permite huir, desconectar o escapar de todo sin necesidad de coger el primer tren.
-Puede que me sienta un poco más…relajada creo que es la palabra.
-Mira, yo soy de los que piensa que hay un momento para todo y que no se puede volver a él, pero si yo fuese tu chico intentaría recuperarte por todos los medios.
-Ya, pero no lo eres.
-Tenemos dos semanas por delante en Cádiz, espero verte.
-Claro.
-¿Estarás en casa de tu amigo?
-No. Me alojaré en el hotel AC.
-Me parece que conozco a uno de los botones. Quizá le pida que me cuele en tu cuarto…
-No serás capaz.
-Cierto, pero admite que tiene cierto encanto.
-Lo admito.
Nico miraba atentamente su móvil esperando un mensaje, una llamada diciéndole que iba a verle. No pasó ninguna de las dos cosas.
Entonces, antes de volverse loco del todo decidió llamarme él.
<<EL TELÉFONO MÓVIL AL QUE LLAMA ESTÁ APAGADO O FUERA DE COBERTURA EN ESTE MOMENTO.>>
¡Mierda!, pensó. Ahora que sabía que Javier y yo habíamos roto las cosas cambiaban. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? ¿Qué pasaría cuando me tuviese delante?
Desde que Javier le había llamado que estaba echo un lío. No había dejado de darle vueltas.
Y había algo más. ¿Por qué habíamos roto? ¿Que le estaba ocultando su hermano?
Probó suerte de nuevo pero nada. Seguía apagado.
Tenía que despejarse la cabeza.
Se cambió de ropa y salió a correr. Aquello le iría bien. Siempre le había dado resultado.
Esta vez sin embargo, correr no le sirvió de nada. Seguía preocupado.
Intentó llamarme una vez más y nada. Decidió que esperaría hasta el día siguiente.
Aquella noche no pegó ojo. Tenía saber que estaba pasando.
Cogió a tientas el móvil de la mesita de noche y marcó el número de su hermano.
-¿Ya está allí?- Javier también estaba de los nervios.
-No pero quiero saber que le has hecho. Tiene que ser algo muy fuerte para que decida venir hasta aquí.
-Tuve un desliz una noche que salí con los chicos. Yo no recuerdo nada pero parece ser que me acosté con Claudia y se lo conté- ya lo había dicho. Ahora tendría que aguantar lo que ya esperaba.
Nico cerró los ojos.
-¿Cómo has podido ser tan imbécil? No rompí con ella para que lo echaras todo a perder. Confié en ti para que la hicieras feliz.
-Todo eso ya me lo he recriminado yo. ¿Qué quieres que diga? Estoy destrozado. Ya no sé como pedir perdón.
-Mónica no te ha importado nunca. Solo querías que fuese tuya.
-No te atrevas a decir eso. Sabes tan bien como yo que solo dices eso porque estás furioso conmigo.
-Es verdad- admitió finalmente.- No saber nada de ella me vuelve loco.
-Lo sé. Lo siento “melli”.
-No es a mí a quien debes pedir perdón.
-Ya lo sé. Aun así…
-No digas nada.
-De acuerdo.
Su vínculo de hermanos no había estado nunca tan al borde del abismo como en aquel momento.
-¿Crees que hemos hecho bien dejándola marchar?
Mi madre no las tenía todas consigo.
-Ella espera que le demos un poco de espacio. Tiene que aprender a resolver los problemas de un modo sensato. Sé que te preocupa tener que ingresarla de nuevo, pero lo cierto es que creo que esta vez no tenemos de que preocuparnos. Me duele porque es mi hija y la quiero y sobretodo porque le dí un voto de confianza a ese chico.
-Yo también lo hice. Quizá nos precipitamos.
-No creas que no he pensado en esa posibilidad. Lo he hecho y creo que hicimos bien a pesar de que no sabemos lo que ha pasado entre ellos, si que sé que ese chico ama a nuestra hija.
-Yo también me di cuenta. La primera vez que le vi lo supe, por eso me sorprende que se hayan separado.
-Puede que necesiten tiempo. Es normal que tengan algún altibajo pero volverán.
-¿En que piensas?- aunque lo sabía perfectamente.
-Pienso que todo ha vuelto a empezar. No quiero que pase por esto sola.
-Mónica sabe que no esta sola. Solo necesita un poco de tiempo. No es ninguna niña y no podemos protegerla siempre.
-Es cierto. Ella es como mi hermana pequeña y mi mejor amiga. Solo quiero que sea feliz.
-Lo será. Dale tiempo cariño- permanecieron abrazados en la cama hasta que al final se durmieron.
Una noche más en la cabaña. Esta vez faltaba alguien. Faltaba yo.
Ninguno se atrevía a decir nada. Apenas habían probado la pizza que pidieron para cenar.
-No debimos meternos- dijo Luis.- Es su relación y por muy enfadados que estemos con Javier, no tenemos derecho a meternos.
-¿Cómo que no?- Raúl estaba encendido. Tenía ganas de pegar a alguien.
-Luis tiene razón. Tenemos que dejar de protegerla. Irse le irá bien sin duda. Confiemos en ella.- miró su reloj y se disculpó.- Lo siento chicos pero tengo que irme. He quedado.
Lidia e Isa sonrieron. Ya sabían con quien, pero Raúl estaba desconcertado. ¿Qué se había perdido? ¿Y si había conocido a alguien?
-Te acompaño.
-Mejor no. No quiero que piense lo que no es.
-¿Qué quieres decir?
-Da igual. Nos vemos mañana chicos.
-¡No olvides pasar un informe completo!
Olga rió ante la ocurrencia de Lidia. Seguro que aquello mosqueaba a Raúl muchísimo.
La verdad es que había quedado con Santi para ir a tomar algo y a ella le apetecía bastante. Era un modo de distraerse y no pensar que la pandilla se desmoronaba.
Mientras ella se iba, el nerviosismo de Raúl aumentó.
-¿Cómo se le ocurre quedar con alguien en un momento como este?
-No tienes derecho a reprocharle nada. ¿Cuándo vas a abrir los ojos de una vez y decirle lo que sientes por ella?- preguntó Isa enfadada.
-¿Qué sabéis vosotras de eso?
-Mónica nos dijo que confiásemos en ella cuando nos pidió que dejáramos de meternos contigo para hacer que Olga se olvidara de ti.
-¿Por qué dijo eso?
-Puede que esté convencida de algo que tú ignoras.
-Por lo visto hay muchas cosas que ignoro.
-Si, y si te despistas, será demasiado tarde- ahora era Lidia la que hablaba.
-¿Con quien ha quedado Olga exactamente?- tenía que preguntar aunque temía la respuesta.
-No te gustaría saberlo. Quizá le veas en el baile.- continuó Isabel.
-¿Es que va a llevarle?
-Esa es la idea. Nosotras también nos vamos. Buenas noches chicos.
-Buenas noches- contestaron a la vez.
Luis se quedó pensativo. Tal vez ya iba siendo hora de perder el miedo y afrontar lo que estaba pasando con la pandilla.
-Buenas noches, ¿Qué te sirvo?
-¿Hay algún modo de que cenes conmigo?
-El servicio cena cuando los pasajeros ya lo han hecho.
-En ese caso esperaré. De todos modos tampoco tenía hambre. Solo me sentía un poco sola.
Se agachó a mi lado y me acarició la mejilla.
-¿Por qué no vas a tumbarte y me esperas en “nuestra habitación”?
-Lo haré. No tardes.
-Perdona, ¿hace mucho que esperas?- había corrido un buen trozo para no llegar tarde.
-No, en realidad acabo de llegar.- Santi se acercó a ella y la besó en la mejilla. Olga le gustaba. Siempre le había caído bien. Lástima que amase tanto a Raúl, pero tampoco podía culparla. Al fin y al cabo él seguía enamorado de la misma persona que hacía un año.
Habían quedado delante del instituto y una vez allí ya decidirían a donde ir.
Empezaron a andar sin saber muy bien a donde se dirigían, aunque tampoco importaba.
-Tu mensaje me dejó preocupado. ¿Ha pasado algo?
-Mónica se ha ido. Rompió con Javier y se ha marchado a Cádiz.
-¿Y eso por que? Creí que les iba bien.
-Javier la engañó con otra.- Santi cerró los ojos. No era que pudiese imaginar como me sentía pero seguía sin ser justo. Primero fue él y ahora la historia se repetía. No era justo en absoluto.- Ha preferido marcharse. Volverá en dos semanas.
-¿Debería ir a buscarla?- se detuvo y miró fijamente a Olga.
-¿Y que conseguirías?
-Quedándome aquí tampoco conseguiré nada. Yo quiero estar con ella y quizá si voy a buscarla, con el tiempo, vuelva a enamorarse de mí.
-Tú lo has dicho. Quizá- se sentó en un banco que había un poco más hacia delante y esperó a que Santi la imitase.- Siento ser yo la que te lo diga pero eso no ocurrirá.
-Lo se- la cogió de la mano y miró al vacío.- ¿Aun quieres que vayamos juntos a ese baile? ¿Crees que eso hará que reaccione?
-Eso espero. Ha sido lo único que se me ha ocurrido. Quiero intentarlo por lo menos.
-Entonces iremos. Espero estar a tu altura.
-Seguro que lo estas. Vamos- se levantó y le tendió la mano.- Necesito una copa.
La primera vez que llamaron a la puerta no me enteré. Tenía el mp3 puesto y además estaba concentrada en el libro. Ya iba prácticamente por la mitad.
-Pensé que te habías quedado dormida- Tony entró con una bandeja llena de sándwiches, una botella de vino y dos copas.
-Me parece que te has pasado.
-Ya verás como no. Además, he decidido contarte como fue mi primer desengaño amoroso.
-¿Y eso?- pregunté sorprendida mientras cogía un sándwich.
-Antes cuando me dijiste que te sentías sola me quedé pensando. Yo también me he sentido así. Centrarse en estar en “la habitación” ayuda pero me hubiese venido bien tener a alguien a mi lado.
-¿Igual que yo te tengo a ti?
-Si- se sentó a mi lado, abrió la botella de vino y llenó las dos copas. Cogió la copa y se miró en ella antes de empezar con su historia.- A pesar de que va a hacer dos años, aun sigo sin creerme lo que ocurrió. Debí tener más cuidado. Fany era, buen, supongo que lo sigue siendo, una persona muy especial. Con ella todo era perfecto. Nos complementábamos y nunca discutíamos. Yo me sentía en las nubes, ¿sabes? Era genial.
-¿Qué cambió?
-Aun no estoy seguro. De pronto todo se desmoronó. Ella empezó a distanciarse. Si la llamaba para quedar, me ponía excusas. Si llegábamos a quedar, me llamaba a última hora para decir que la había llamado una amiga y que tenía que quedar con ella.
-¿Y tú que hiciste?
-Un día me cansé y me presenté en su casa. Hacía semanas que no la veía y estaba ansioso por abrazarla. Cuando la vi besándose con mi mejor amigo se me revolvió el estómago.
-¡Dios Tony! Lo siento- le abracé. No sabía que mas hacer. No ni imaginar lo que debió sentir.
-Meses después tras romper del todo mi relación con ellos, me enteré de que ella estaba embarazada y que se iban a casar.
-No se que decir.
-Ahora ya estoy bien. Hace unas semanas que me llamó mi amigo. Por lo visto se han separado y Fany quiere volver conmigo.
-¿Y que vas a hacer?
-Primero me lo pensé pero al conocerte se me quitaron las ganas del todo. No voy a volver con alguien que jugó así conmigo. ¿Cómo sé que no volverá a ocurrir?
-¿Y con tu amigo?
-No creo que se pueda hacer nada. No podría volver a confiar en él después de lo que ocurrió.
Realmente no sabía que decir. No podía ni articular palabra. Pensé que sería lo que podría necesitar yo si me encontrase en su misma situación.
Apuré la copa de vino, cogí el mp3 y le ayudé a levantarse.
-¿Qué vas a hacer?
-Tendrás que confiar en mi- cuando estuvo de pie frente a mi, le puse a él uno de los auriculares, seleccioné la canción que quería y me guardé el mp3 en el bolsillo.- Cierra los ojos- los cerró- Ahora respira hondo y déjate llevar.
Le cogí una mano y me la puse alrededor de la cintura y junté la otra con la mía.
-Nunca había bailado así.
-¿Así como?
-Con una chica. Me siento raro.
-¿Pero te gusta?
-Si. Es relajante.
-Me gusta que me digas eso- como si fuese cosa del destino, de pronto se apagaron las luces y estalló la tormenta. Me abracé a él con fuerza lo que le provocó una sonrisa.
-¿Te da miedo la oscuridad?
-No. Las tormentas.
-Puedo quedarme contigo hasta que pare si eso hace que te quedes tranquila.
-¿Harías eso por mí?- asintió.
-¿Y tú? ¿Harías algo por mí?
-Claro. Tú me has ayudado mucho y hasta me sienta mal que se termine el viaje, aunque podamos vernos una vez allí. ¿Que puedo hacer por ti?
-¿Me dejas que te bese?
-No se si eso es lo mejor. No quiero que confundir las cosas. A mi me gusta mucho estar contigo y me alegra haberte conocido, pero si nos besamos quizá se complique lo que sentimos y eso es lo último que quiero.
-Si estamos tan seguros de cuales son nuestros sentimientos, sea lo que sea que hagamos no va a cambiarlo.
-¿Cómo lo sabes?
-No lo sé. Lo que quiero decir es que me muero de ganas de besarte y quiero hacerlo sin temer que vayas a darme una bofetada.
-No soy partidaria de hacer eso.
-No me quiero arriesgar. Me gustas mucho. No quiero hacer nada que estropee lo que tenemos, pero si te soy sincero, estoy deseando besarte desde que te vi en la estación.
-¿Me viste?
-Si. Quise protegerte desde ese mismo instante. Cuando hablamos durante tu primera cena aquí, desee ser un pasajero más y poder pasar más tiempo contigo.
-No sabía que pensaras eso.
-Es normal. Voy a pedírtelo una vez más. ¿Puedo besarte?- quise decir que no, pero hice todo lo contrario y me besó.
Primero me separó los labios dulcemente con la lengua y después se perdió dentro de mi boca.
Sentí muchas cosas, pero no lo que deseaba sentir.
Pensé en Santi, en Nico y en Javier y en como cada uno de ellos besaba de un modo distinto y al pensar en eso comprendí que yo solo deseaba besar a uno de ellos. A Javier.
Cuando se separó de mi me sonrió.
-Ha sido tal y como esperaba- iba a decirle que para mi no lo había sido pero se me adelantó.
-Lo siento. Quizá esperabas otra cosa de mí.
-Al contrario. No estoy decepcionado. Quiero decir que me sabe mal que a ti no te ocurra lo mismo pero lo entiendo- dicho esto volvió la luz y la tormenta cesó.
-¿Diga?
-Hola.
-¿Luis?
-Si. ¿Te llamo en mal momento?
-No- aun seguía con Lidia. Habían ido al Chicago a tomar algo y a hablar. Lidia la miraba desde el otro lado de la mesa con la ceja enarcada.- ¿Ha pasado algo?
-Bueno, es que, me preguntaba si vamos a ir juntos al baile.
-Ese era el plan. ¿Es que tienes otra pareja?- que diga que no, por favor, suplicó mentalmente.
-No, es que pensé que quizá había alguien por tu parte como ha ocurrido con Olga.
-¡Ah! Pues no. Yo tengo otras cosas en la cabeza como para pensar en eso- aquello era definitivamente peor. Si Isa no estaba interesada en chicos y él se moría de ganas de estar con ella, ¿Qué podía hacer?
-¿Entonces vamos juntos?
-Si.
-Vale, pues era solo por eso. Hasta mañana.
Cuando colgaron, Isa sonrió y Lidia también. No se lo iban a poner fácil a los chicos. Lidia no pensaba en Dani de ese modo y aun así, tenía que reconocer que se sentía bien a su lado y a veces le entraban ganas de ser sincera con él y contarle la verdad acerca de su pasado y el motivo por el cual habían terminado mudándose.
Tal vez lo hiciese algún día.
-¿Y bien? ¿Qué quería?
-Asegurarse de que íbamos juntos al baile.
-Creo que después de lo de Olga les ha entrado el miedo- sin embargo Dani no había dado el paso como Luis. Quizá esperase al día siguiente.
-Yo también lo pienso. ¿Crees que Raúl reaccionará cuando vea a Santi con Olga?
-Mónica está segura de que Raúl siente cosas por Olga que no es capaz de admitir. Tal vez ver a Santi le haga reaccionar, y abrirá viejas heridas, eso seguro.
No sabía si llamar o esperar. Había decido que esperaría pero no saber nada le inquietaba.
Empezó marcando el número pero no llegó a apretar el botón de llamada.
Sus sentimientos no habían cambiado. Desde que Javier le llamó para decirle que habíamos roto que ni siquiera pensaba en Adriana, la chica que le gustaba y que le había rechazado.
¿Qué ocurriría cuando estuviésemos frente a frente?
¿Cómo reaccionaría él? Demasiadas preguntas. Demasiado en lo que pensar.
Tal vez no sintiera nada… Solo para que todo fuese más sencillo.
El pitido de un nuevo mensaje le devolvió a la realidad.
<<HOLA SOY ADRIANA, ¿TE APETECE QUEDAR?>>
Se preguntó que querría y porque de pronto se mostraba dispuesta a quedar con él. Ahora no podía pensar con claridad. No podía tomar decisiones. Lo único que le importaba era saber que yo estaba bien.
Javier tenía razón al decir que estaba furioso con él, pero es que aun no comprendía porque su hermano había cometido semejante estupidez. Él jamás haría algo así.
Cogió el móvil y llamó a su hermano.
-¿Ha llegado ya?
-El viaje en tren dura dos días. Por mucho que insistas no llegará antes. De todos modos, no se nada. He probado de llamarla pero tiene el teléfono apagado todo el tiempo.
-¿Entonces que pasa?
-Quiero que sepas que voy a pedirle que vuelva conmigo.
-Ya imaginaba que me dirías eso- no por ello era menos doloroso.-¿Qué clase de relación crees que vais a tener? ¿Una a distancia? Ninguno de los dos podría soportarlo.
-No tiene porque ser así. Hablaré con ella y entonces ya se verá.
-Tú mismo.
Al colgar, ambos se tumbaron en la cama y cerraron los ojos. Ninguno de los dos pudo dormir.
De vuelta a su casa, tras despedirse de Isa, se puso a pensar.
Dani seguía sin decirle nada. Tal vez tanto rechazo había dado al fin su fruto y por fin accedía a que solo fuesen amigos.
Pensarlo le provocó dos reacciones. Al principio se alegró. Ya había implicado demasiado de si misma al compartir algo tan grande como la amistad de la pandilla como para cometer el error de enamorarse de Dani. No podía hacerlo y rechazarle era un modo de protegerse a si misma.
-Hola preciosa.
-Dani, ¿Qué haces aquí a estas horas?
-He pensado que quizá te alcanzaba antes de que llegases a casa.
-¿Querías decirme algo?
-He estado dándole vueltas a algo.
-¿A que?
-A la primera vez que te vi. Mi corazón empezó a latir de un modo distinto. Puesto que esta noche tengo la oportunidad, quiero decírtelo. Quiero que lo oigas de mis propios labios- la miró esperando algún tipo de reacción que no se produjo.- Estoy enamorado de ti.
Al ver que ella no decía nada, que su rostro no reflejaba confusión, tristeza, alegría, ni absolutamente nada, empezó a andar dirección a la casa de la chica.
-Vamos, te acompaño a casa.
La mañana siguiente fue un poco extraña. Apenas había pegado ojo con lo ocurrido por la noche.
Después de que la luz volviese todo fue un poco incomodo por lo que Tony acabó marchándose.
Yo seguía sin poder creer que le hubiese rechazado sin más. ¿Qué era lo que pretendía con eso? Ya no podía pensar en Javier. Lo nuestro había terminado y no íbamos a volver. ¿Para que me torturaba entonces? Podría haber ido a cualquier sitio pero elegí Cádiz porque sabía que si Javier se enteraba no iba a hacerle ninguna gracia.
También pensé mucho en mis padres y en mis amigos y en como les echaba de menos.
Deseaba llegar al hotel para poder hablar con ellos Había estado todo el viaje sin cobertura y además, me moría de ganas de darme un baño con mucha espuma.
Al pensar en eso, recordé que debía anular la reserva que había echo como regalo de navidad para Javier.
Como iba a alojarme en la misma cadena de hoteles, me ocuparía de cancelarlo desde allí.
Cuando fui al vagón-restaurante a desayunar, no vi a Tony por ningún lado. Pensé que quizá aun estaba durmiendo.
Mientras tomaba el café pensé en lo que hacer en las últimas horas en el tren.
Quería ver a Tony. Quería pedirle perdón por lo ocurrido la noche anterior, y sobretodo, quería ir con él a un sitio.
Llamé varias veces a la puerta de su compartimento, y me abrió su compañero.
-¿Así que tú eres la que le quita el sueño?
-No creo que sea para tanto.
-Bueno, supongo- dijo mirando la taza de café que tenía en las manos-que eso le irá bien.
Pasó por mi lado y me cedió el paso, marchándose poco después.
-Hola- dije acercándome a las literas.- Buenos días.
-Hola- se incorporó y vi que no llevaba pijama, por lo menos la parte de arriba. Parecía cansado y tenía ojeras.
-¿Una mala noche?
-Si. He estado pensando mucho en lo que pasó. He pensado en todo en realidad. En Fany, en mi amigo, en ti, en el capullo de tu novio aunque no sepa lo que te ha hecho…
-Se acostó con otra y tuvo el detalle de contármelo.
Sin saber como, le conté toda la historia. Desde Santi hasta Javier y Claudia.
-Tampoco ha sido fácil para ti- negué con la cabeza. Tenía unas ganas terribles de gritar, de llorar y de olvidar.
-Quiero que entres conmigo en esa habitación.
-¿Por qué?
-Porque todo el mundo se empeña en que soy fuerte, que no necesito a nadie y no es verdad.
-¿Crees de verdad que una persona débil estaría aquí? Huir no significa ser débil necesariamente. A veces huimos para descansar, otras para olvidar y otras sencillamente para desconectar. Tú vas a hacer un poco de todo.
-Jamás se me hubiese ocurrido verlo de ese modo.
-Eres increíble, ¿sabes? Llevo toda la noche pensando que debo olvidarme de ti y ahora que te tengo frente a mi, con un vaso de café en la mano que seguramente debe quemar- se destapó y bajó de la cama. Suerte que si llevaba pantalones.- Ahora sé que no solo no puedo, sino que me niego a rendirme.
-¿Por qué los hombres se empeñan en tener aquello que no pueden?
-Instinto de superación.- me quitó el café de las manos, lo dejó sobre la cómoda y me besó de nuevo. Esta vez no me lo pidió y quizá por eso fue distinto y me gustó más. Al separarnos, ambos sin aliento, me sonrió y siguió hablando.- ¿Quieres venir conmigo a “nuestra” habitación?- asentí- Cierra los ojos- lo hice- Ahora céntrate al estar allí conmigo. Los dos solos. ¿Estás tranquila?- asentí de nuevo.- Dentro de unas semanas volveré a casa y tu ciudad me viene de camino así que he pensado que si quieres…
Abrí los ojos y le miré fijamente. No pude evitar preguntarme en que momento me haría daño pero por el modo en como me miraba, supuse que él pensaba lo mismo.
-Tony estoy pensando que tal vez esto se nos escapa de las manos. Yo acabo de terminar una relación y no estoy preparada para lo que pueda pasar entre nosotros.
-¿Vas a decirme que no has sentido nada esta vez?
-No.
-¿Entonces?
-Sigo pensando en él. Quiero olvidarle pero no se como.
-Le olvidarías si estuvieras conmigo.
-No me pidas eso. Tú no me conoces. Deja primero que me centre y ya veremos que pasa después.
-Vale- me besó de nuevo y ambos sonreímos.- ¿Qué te apetece hacer?
-Voy a preparar mis cosas y después soy toda tuya.
-Dios, no sabes como me gusta que digas eso- me eché a reír. Era encantador, sin duda.
¿Cómo podía seguir enamorada de alguien que me había partido el corazón y negarme a estar con alguien que quería estar conmigo?
Mientras preparaba mis cosas para no olvidar nada en el tren, cogí el móvil del bolsillo y empecé a mirar la lista de contactos. Borré el número de Javier y también sus mensajes después de leerlos y releerlos. Aun no podía creerme que lo nuestro hubiese terminado.
No entendía el porque y me culpaba por no haber sido capaz de mantenerle a mi lado. Javier había preferido a Claudia porque era más madura y seguramente más experimentada en la cama, y aun así, yo seguía enamorada hasta la médula.
<<¿Por qué no te puedo olvidar?>> me dije a mi misma.
Me asomé a la ventana. Después de la nevada y la tormenta, el día era bastante triste. Esperaba que al llegar a Cádiz, mejorase un poco.
Cada vez estábamos más cerca de nuestro destino, más cerca de contarle a Nico la verdad y más cerca de la reacción que tendría al contárselo.
Me senté frente a la ventana y seguí observando.
Santi, Nico y Tony. Tres chicos increíbles que se habían fijado en mí y que querían estar conmigo, y yo prefería seguir suspirando por el que prefería estar con otra.
Puede que nosotras, al igual que los chicos, deseemos aquello que no podemos tener.
-Toc, toc- Tony se asomó tras la puerta, tapándose los ojos por si había algo que no podía ver.- ¿Estás lista? Tengo tanta hambre que no me aguanto de pie.
-Ya estoy.
-¿Estás bien?
-Si- dije con una sonrisa- solo pensaba.
-¿En mi?
-En ti también.
Mientras comíamos intenté estar más animada. Quería tener un buen recuerdo de aquel viaje. Eso era lo que más me importaba.
También pensé mucho en Nico, en lo que le diría en cuanto le llamase. Seguro que se enfadaba por no haberle avisado. Sonreí con pesar. Realmente le extrañaba.
-Parece que estamos llegando ya.- comentó Tony devolviéndome a la realidad.
-¿Cómo lo sabes?
-Por el paisaje. Es como estar en casa.
-¿Dónde te sientes más a gusto? ¿Aquí o en tu ciudad?
-¿Ahora mismo? Aquí contigo.
-Hablo en serio.
-Yo también. Detesto la idea de que acabe este viaje. Jamás pensé que diría esto aunque me consuela saber que podré disfrutar de tu compañía una vez allí. Tal vez, si juego bien mis cartas, logre conquistarte.
-Sabes que no voy a animarte a hacerlo.
-Eso no va a detenerme. Tengo muy claro lo que quiero. He pensado en ese baile del que me hablaste.
-¿Acaso quieres venir conmigo?
-No veo porque no.
-No me parece buena idea de momento. Ya veremos que pasa.
-Muy bien. No insistiré más, pero quiero que al menos lo pienses.
-Lo pensaré.
-Bien. Comamos antes de que se enfríe.
-Aun no me has contestado.
-Creo que depende del momento. Me gusta Cádiz porque siempre me tranquiliza y adoro a mis abuelos, pero en casa tengo a mis padres, a mis amigos y es donde me críe.
-Entiendo.
-¿Y tú? ¿Dónde te sientes más a gusto?
-Aquí contigo.
El revisor comunicó a todos los pasajeros que en unos minutos llegaríamos a la estación de Cádiz.
Nos separamos para ir a buscar nuestras cosas y poco antes de que se detuviese el tren nos reunimos frente a una de las puertas para ser de los primeros en bajar.
-¿Estás nerviosa?
-No se si esa es la palabra que yo usaría.
-¿Entonces cual es?
-Impaciente. Tengo muchas ganas de ver a Nico a pesar de todo lo que va a recordarme.
-¿Te preocupa rechazarle de algún modo por lo ocurrido con su hermano?
-No. A pesar de que por fuera son iguales, sé que por dentro son totalmente distintos. Las dos caras de la moneda diría yo.
Por fin llegamos a Cádiz. El tren se detuvo en la estación quince minutos después. Solo respirar aquel aire ya hacia que me sintiera mejor.
-¿Quieres que te acompañe al hotel? La casa de mis abuelos queda cerca. Cojo su coche y te acerco.
-No te preocupes. Cogeré un taxi. Quiero ir directamente si no te importa. Necesito darme un baño y de paso hacer unas llamadas.
-¿Te apetece que cenemos juntos esta noche?
-Deja primero que hable con Nico. Te llamaré. Lo prometo.
-Vale- no parecía satisfecho pero no dijo nada más.
Tras despedirnos, me subí a un taxi y le pedí que me llevase al hotel. Realmente estaba agotada.
Había llevado conmigo un pequeño portátil y como el hotel disponía de conexión Wi-fi, podría hablar con todos mis amigos a la vez, así que les mandé un mensaje tras llegar y subir a la habitación.
Se reunieron todos en casa de Luis. Hasta Clara y Sebastian.
Hablé con ellos durante un buen rato. Me hicieron un montón de preguntas pero ninguno de ellos mencionó a Javier, lo cual era de agradecer y todos coincidían en que se me veía contenta.
-Ha sido un viaje entretenido- no quería decirles nada acerca de Tony aun. Prefería esperar un poco.
-¿Has llamado a tus padres?- quiso saber Clara.
-Aun no. Les llamaré en cuanto acabe de hablar con vosotros. ¿Cómo va todo?
-¡Genial!- se apresuró en decir Olga.
-Se te ve muy feliz. Por lo visto el chico que conociste el otro día debe ser genial- me reí al ver la cara de Raúl.
-Si que lo es. Vendrá al baile conmigo.
-Me alegro mucho por ti. Se ve que es un buen chico y si eso te hace feliz, todos debemos alegrarnos.
-Dejemos de hablar de eso de una vez. Me pone de los nervios.
-¿Por qué debería ponerte nervioso algo así?- preguntó Olga igual de sorprendida que los demás.
-Que conste que lo que he dicho no lo he hecho en ningún sentido extraño vale, que yo no quiero problemas.
-¿Problemas? ¿Qué clase de problemas?- quise saber yo.
-Me parece que ya sabes demasiado. De todos modos- dijo mirando directamente a la cam- vuelve pronto. Nos haces mucha falta.
-Vosotros también a mí. Os hecho de menos.
-En ese caso- siguió Luis- haz lo que has ido a hacer allí y vuelve.
-Eso haré. Chicos os dejo ya que voy a llamar a mis padres. Os quiero.
-Y nosotros.
Cuando apagué el ordenador me sentí muy sola. Realmente les echaba de menos.
Llamar a mis padres fue reconfortante y también bastante doloroso.
-Estoy bien. De verdad. Necesitaba esto y además volveré en dos semanas.
-¿Ya tienes el vestido hija?
-Si. Lo compré el viernes con las chicas. Está en mi armario mamá.
-Muy bien cariño. ¿Seguro que estarás bien allí?
-El hotel es muy bonito y la habitación también. Estaré bien, tranquilos.
-¿De verdad lo estás? ¿O solo intentas hacerte la fuerte?- Mi padre sabía calarme muy bien, pero realmente me sentía bien. Solo tenía que dejar de pensar en Javier.
-Cuesta pero se intenta que es lo que importa. Eso me habéis enseñado.
-Lo sé. Cuídate mucho.
-Lo haré papá.
Cuando colgamos, mi padre miró a mi madre.
-Voy a llamar al hotel para asegurarme de que no le falta de nada.
-Eso no será necesario.
-Ya sé que tiene que cuidarse sola pero quiero hacer eso por lo menos.
-Me refiero que no hace falta porque ya me he ocupado yo de eso.
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