19
Yo, por mi parte no dejaba de pensar en Santi y Olga. No era que estuviese celosa pero no acababa de verlo claro.
Quería que Olga fuese feliz, pero con Raúl y no con Santi.
Me pasé parte de la noche dando vueltas, pensando en si realmente me afectaba más de la cuenta. Comprendí que si.
No quería reconocerlo, pero me afectaba. Encendí la luz y cogí el móvil.
Era consciente de la hora pero si seguía dándole vueltas, acabaría loca.
Primero llamé a Clara.
-Tengo un problema.
Tras asegurar a Sebastian cuando le arrebató el teléfono a Clara antes de que pudiese llamar a Luis, de que no habían entrado ladrones, que la casa estaba bien y de que yo estaba en mi cama a salvo, le devolvió el auricular a Clara para que esta dijese simplemente que tardaba diez minutos.
Luis fue igual de preciso. Les esperé en la entrada tras desconectar momentáneamente la alarma.
El coche de Sebastian derrapó frente a la verja diez minutos más tarde y tras él apareció Luis montado en su bicicleta.
Me sabía tan mal haberles llamado…
-¿Queréis que me quede?- preguntó Sebastian.
-No te preocupes. Yo la llevaré a casa después.
-Muy bien. Os quiero chicas.
-Aquí estoy- el pobre estaba sudando a pesar el frío. Les hice pasar a la cocina y preparé un poco de chocolate caliente para los tres.- ¿A que venía tanta urgencia?
Me pareció que ambos llevaban el pijama bajo la ropa. No pude evitar sonreír.
-Siento haber llamado a estas horas.
-No es la hora lo que nos preocupa. Dijiste que tenías un problema y por eso estamos aquí. ¿Qué ha pasado?- quiso saber Clara.
Les conté toda la historia. Desde mi encuentro con Santi hasta lo ocurrido aquella noche.
-¿Intentas decir que aun sientes algo por él?
Luis cogió su taza y la acercó lentamente a su boca para soplar y evitar quemarse.
-No lo sé- no me atrevía a mirarles. Estaba convencida de que pensaban que me había vuelto loca por sacarles de la cama por eso.- Cuando me ingresaron y Santi vino a verme, me prometí a mi misma que no dejaría que volviese a herirme. Le olvidé o lo intenté. Al besarle en el hotel, sentí que besaba al Santi que yo había amado entonces. Verle esta noche con Olga, irse juntos, aunque solo sea para darle celos a Raúl, me ha recordado algo que creía perdido.
-¿Y te parece justo?
-Sé que no lo es. No me gusta sentirme así. Detesto sentir celos de una de mis amigas y sobretodo, odio no entender porque me está ocurriendo todo esto.
-Creo que hasta ahora, has sido consciente por diversas razones que Santi era tuyo. Tú sabías que él te amaría siempre y él debía pensar lo mismo, pero el hecho de que haya ocurrido esto solo puede significar que ambos estáis preparados para seguir con vuestra vida.
-Clara tiene razón. Puede que lo que hayas sentido no sean celos, pero lo has interpretado de ese modo.
-¿Por qué entonces me siento mal?
-Se te pasará. No te preocupes. Es cuestión de tiempo.
Cuando salió el sol aun seguíamos allí. Cuatro tazas de chocolate y tres de café más tarde, cargamos la bici de Luis en el jeep y les acompañé a sus casas.
El teléfono sonó de nuevo. Había contado ya diez veces desde las ocho de la mañana.
Suponía que era ella. Tenía que evitarla. No quería verla y pensar en algo que ni siquiera podía recordar.
Prometió no volver a beber en su vida.
Les había dicho a los chicos al día siguiente de “la gran noche” que era la hija de un compañero de trabajo de su padre y que eran amigos. De este modo evitó más preguntas.
Por otro lado, tenía que hacer algo, así que a la duodécima vez que llamó, descolgó.
-Ya era hora.
-¿Nico?- ¿entonces no solo había sido Claudia la que le llamaba?
-¿Se puede saber que hacías?
-Estaba distraído… ¿Qué pasa?
-Mónica me ha llamado hace un rato. Estaba preocupada porque no le cogías el teléfono y no quería llamar a casa para no despertar a nadie.
¿Así que yo también le había llamado? ¿Y si de todas esas veces, Claudia no había llamado ninguna? Estaba tan convencido de que era ella que no se había molestado en mirarlo y ahora por culpa de eso yo estaba de los nervios.
Había acudido a Nico sin pensarlo.
Después de dejar a Luis y Clara tenía ganas de estar con él, sobretodo porque hacia casi dos días que no le veía y también porque no me sentía del todo bien conmigo misma por todo lo que me había pasado por la cabeza.
-No me di cuenta. Estaba distraído.
-¿Ha pasado algo entre vosotros dos?
-Han pasado muchas cosas, pero las hemos arreglado.
-¿Me lo quieres contar?
-Para empezar, su ex volvió y quedaron para hablar.
-¿Y?- aquello no le gustaba nada.
-Nada más.- lo pensó mejor y prefirió no decirle nada acerca de lo ocurrido con Claudia y Santi. A veces era mejor ocultar cierta parte de la verdad. Si se lo contaba, no dudaba que cogería el primer tren para darle una paliza. Prefería tener a Nico lejos, sobretodo en cuanto me contase la verdad.
Ya había decidido contármelo y arriesgarse a lo que fuese que estuviese destinado a ocurrir.
Tras colgar a su hermano, me llamó a mí.
-¿Cariño estás bien?
-Ahora sí- sonrió. Él momento se estaba acercando y él deseaba retrasarlo todo lo posible para no hacerme sufrir.
-Estaba preocupada. Llamé a Nico.
-Estoy bien. Me puse a hacer unas cosas y olvidé el teléfono en la habitación- mintió.
-Bueno, lo que pasa es que te echaba de menos y había pensado que podríamos quedar y pasar el día juntos. ¿Te apetece?
-Claro- ¿eran imaginaciones mías o le hacía la misma ilusión que tirarse en paracaídas desde un avión?- ¿Dónde quedamos?
-No tienes que acceder si no te apetece. Lo entiendo.
-Me apetece. De verdad.
-Entonces paso a buscarte. No tardo nada.- lo cierto es que no estaba muy lejos de su casa.
-Te espero entonces.- cuando colgamos, dejé lo que estaba haciendo y puse el coche en marcha. Acababa de reservar la habitación de hotel para el regalo de navidad de Javier. Por fin tenía su regalo.
Mientras esperaba, Javier reunió todo el valor del que era capaz para superar lo que se nos venía encima.
Les había dicho a sus padres que se marchaba conmigo pero que no creía que tardase en volver.
Me detuve frente a la entrada de su casa. Javier subió al coche y me besó dulcemente para mi sorpresa. Yo esperaba que después de aquellos dos días, se me tiraría encima. Decidí no darle importancia, quizá solo se lo guardaba para más tarde.
-¿Dónde quieres ir primero?
-Me da igual. Elige tú.
-¿Te parece si vamos a tomar algo?
-Como quieras.
-¿Te pasa algo? Tengo la sensación de que esto no te apetece demasiado.
-No digas eso- esta vez me habló sin mirarme a los ojos.
-¿Y que quieres que piense? Hace dos días que no nos vemos y tú no pareces el mismo.
-Tú ya tenías tus planes- decidió que ya no lo soportaba más. Me lo iba a decir en ese momento aunque tuviese que comportarse como un capullo para hacerlo.
-¿Insinúas que es culpa mía?
-No- ahora miraba al suelo del coche.- Perdona. No quería decir eso.
-Si quisiste. Eso es lo triste.
-Tienes razón, y ¿sabes que más? Te mentí. Ha habido algo más entre Claudia y yo. Nos acostamos el otro día que salí con los chicos.- Ya está. Lo había dicho.
Detuve el coche para mirarle. No podía reaccionar.
Una a una, las lágrimas salían de mis ojos y resbalaban por mis mejillas. Ni siquiera hice ademán de secármelas. Me volví hacía él, que seguía sin mirarme. Estaba furiosa. Le odiaba.
-Baja del coche por favor.
-Mónica…- se volvió hacia mí. Lo que vi en sus ojos… jamás había visto un dolor tan grande como el que había en sus ojos.
-No quiero saber nada más de ti. ¿Quisiste vengarte, no? Enhorabuena. Lo has conseguido. Te quiero fuera de mi vida.
Aparté la mirada. Quería huir. Conducir hasta que me quedase sin gasolina. Quería sentirme protegida de nuevo.
Conduje hasta llegar a mi destino.
Aparqué en segunda fila y me abrí paso entre la gente.
-Un billete para Cádiz. Solo ida.
Tenía que volver a ver a Nico. Solo me sentía protegida cuando estaba a su lado.
El tren salía a las nueve de la noche. Tenía solamente unas horas para dejarlo todo listo y despedirme de las personas que eran importantes para mí.
Llamé a mis amigos citándoles en la cabaña. Despedirme de ellos era sin duda una de las cosas más duras que iba a hacer en mi vida.
Cuando les expliqué mis motivos, todos enmudecieron.
Ninguno estaba de acuerdo y más de uno deseaba encontrarse con Javier.
-¿Qué vas a decirles a tus padres?
-Que me voy a pasar unos días allí. Aun faltan dos semanas para el baile y para entonces estaré de vuelta. Después de eso, ya veré.
-No puedes huir toda la vida.
-Nadie puede- Raúl sabía que aquello también iba por él- y sin embargo, es lo único que sabemos hacer.
Cuando me iba a casa para hablar con mis padres, propusieron ir a despedirme. Me negué. Quería hacer aquello yo sola.
-Os avisaré cuando llegue. Lo prometo.
-¿Puedo pasar hijo?
No hubo respuesta. Catalina abrió lentamente la puerta y encontró a su hijo en la más absoluta oscuridad, con una lata de cerveza en la mano y las otras cinco del pack en el suelo, vacías.
-Se acabó todo con Mónica. He cometido la mayor locura de mi vida y la he perdido. No se que hacer- miró a su madre con lágrimas en los ojos. Parecía un niño indefenso de nuevo.- Ansió tanto estar con ella que voy a gritar. No puedo soportarlo.
Su madre se agachó junto a él y le abrazó como solía hacerlo cuando era pequeño y le daba miedo la oscuridad.
-¿Quieres contármelo?- negó con la cabeza.
Alguien llamó al timbre. Era para Javier. Él sabía quien era y el motivo por el cual estaban allí.
-Eres un imbécil. Mónica se marcha esta noche por tu culpa. ¿Cómo has podido hacerle esto?
Raúl apretaba los puños con fuerza mientras Dani y Luis le sujetaban para que no pudiese atizarle.
-¿Cómo que se va? ¿A dónde?
-No vamos a decírtelo.- esta vez fue Luis el que le habló.- Confiamos en ti para hacerla feliz y prácticamente es lo único que no has hecho. Vuestra relación ha sido como una montaña rusa sin fin. No vuelvas a acercarte a ella. Ni a nosotros tampoco.
Ambos se miraron a los ojos. Se habían echo grandes amigos, pero aquello rompía su amistad.
-Pensaba que tú eras diferente, pero eres como los demás.
Y se fueron. Javier se quedó allí, inmóvil, deseando que no hubiesen impedido el propósito de Raúl.
-¿Y te vas sin más?
-Ha sido de improvisto. Además, estaré aquí para el baile. No te preocupes por eso.
-¿Y vas con tus amigos?
-No. Voy sola.
-¿Tú sola?- mi padre se puso en guardia.- ¿Y Javier?
-Lo hemos dejado.
-No lo entiendo.- siguió mi madre.- Se os veía tan bien…
-Las relaciones acaban y yo tengo un tren que coger.
Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no llorar.
-No creo que debas ir.
-Lo siento papá, pero es mi decisión. Ni siquiera tú podrás hacer que me quede.
Tras unos instantes, mi padre finalmente se rindió.
-De acuerdo. Avísanos cuando llegues.
-Gracias.- subí a mi habitación y lo preparé todo. No quería dejarme nada. Antes de irme, llamé al hotel en el que pensaba alojarme para avisarles de mi llegada.
A las siete y media me despedí y empecé mi viaje. Ir andando hasta la estación de tren me iría bien.
Llegué pronto. No me importaba esperar cerca de una hora. Le di vueltas al billete, observándolo, intentando no pensar en nada.
Pensé que quizá lo correcto era avisar a Nico pero también pensé que a veces lo correcto nos separa de nuestro objetivo y yo quería coger ese tren.
Me había llevado conmigo un libro para el viaje, mi diario y mi mp3 con mis doscientas cincuenta canciones favoritas.
Tres cuartos de hora más tarde por fin anunciaron el tren. La sola idea de tener que dormir en él dos días no me tentaba, pero sabía que aquel viaje me salvaría. Además, tenía mi propia litera y parecía que no iba a subir mucha gente. Esperaba que el tren no estuviese muy lleno.
Después de buscar mi compartimento, dejé las maletas y me dirigí al vagón restaurante. Con todo, no había comido nada.
-Buenas noches señorita. ¿Qué le sirvo?
-Un poco de sopa- dije mirando la carta.
-¿Y de segundo?- miré al camarero. Tenía unos ojos muy bonitos y una sonrisa tímida y dulce.
-Carne con guarnición y una botella grande de agua por favor.
-Enseguida.
Mientras esperaba, miré por la ventana como dejaba atrás el lugar en el que había crecido y contra más atrás lo dejaba, mejor me sentía.
-¿Viaja sola señorita?- el camarero interrumpió mis pensamientos cuando me trajo el primer plato.
-Si. Voy a darle una sorpresa a un chico.
-¿Su novio?- no sabía decir si estaba interesado o decepcionado.
-Lo fue- devoré el plato de sopa casi sin respirar. Estaba deliciosa y la carne también. Cuando terminé y fui a pagar, el camarero tímido se me acercó.
-El viaje es largo y yo siempre hago este turno así que si se aburre podemos pasar algo de tiempo juntos.
-En primer lugar no me llames de usted. Seguramente no soy mucho más joven que tú. Me llamo Mónica.
-Tony- nos estrechamos las manos y sonreímos. Ya que no llegaríamos a Cádiz hasta el martes por la tarde, pensé que no era mala idea tener un poco de compañía durante el viaje.- ¿Quedamos aquí a medianoche? Traeré cartas y jugaremos a algo.
-Me parece bien. Hasta luego.
Volví a mi compartimento y saqué el diario de la maleta.
Querido diario:
He emprendido un viaje. Un viaje en el que espero volver a ser yo misma. Un viaje que no quiero olvidar.
Hoy no ha sido un buen día, pero conforme me alejo, siento que el dolor va desapareciendo.
Lo importante ahora es olvidar a Javier, olvidar todo lo que siento por él, aunque vaya a encontrarme con Nico.
Hay un vacío muy grande dentro de mí. Saber de lo que ha sido capaz…Esta vez no voy a dejarme hundir.
Cerré el diario. Estaba impaciente para que el reloj marcase las doce.
Mientras, hice tiempo leyendo y escuchando música.
El libro estaba muy interesante. Los libros de misterio me encantaban, sobretodo si había una historia de amor de por medio.
Cuando ya faltaba poco para mi encuentro con Tony, miré fijamente el móvil. Ningún mensaje ni llamada. ¿Qué esperaba? Seguro que Javier en ese momento con Claudia celebrando que yo ya no podía interponerme entre ellos.
El nudo que tenía en el estómago me subió hasta la garganta. ¡Tenía que olvidarme de él!
Necesitaba tomar el aire.
Salí de mi compartimento y avancé un vagón tras otro, pasando por el restaurante y casi atropellando a mi nuevo amigo intentando controlarme. Apretaba los puños para evitar que me saliesen las lágrimas delante de él. No sirvió de nada. En el momento en el que choqué con Tony y me volví para pedirle perdón, empezaron a asomar por mis ojos ante la confusa mirada de él.
-¿Qué te pasa?
-Perdona, necesito aire.- y seguí adelante hasta abrir la última compuerta. Por fin un poco de aire. Por un momento creí que no lo conseguiría. Me apoyé a la barandilla que impedía que pudiese caerme.
Miré al cielo y cerré los ojos. Aquello era demasiado para mí. Detestaba tener que hacerlo pero ya no podía más y grité mientras sentía que ya no me quedaban lágrimas que derramar.
-¿Mejor?- preguntó una voz a mi espalda. ¿Cuánto tiempo llevaba allí?
-Creo que sí. Estaba haciendo tiempo hasta que fuese la hora. ¿Ya son las doce?
-Aun no. Me preocupé cuando me atropellaste y te seguí. Espero que no hayan advertido mi presencia.
-Apuesto que sí.
-Tienes razón- sonreímos.- Voy a volver. ¿Estarás bien?
-Si. Yo también me vuelvo.
Él, por el contrario había perdido la cuenta. Diez, quince, veinte cervezas… Quería beber y olvidar que ese día había existido. En tan solo unas horas no solo había perdido a su chica sino también a los primeros amigos con los que podía contar.
Esta situación era tan lamentable que Claudia, que se sentaba frente a él en el bar en el que habían quedado, había visto en su vida.
-Es tan difícil estar sin ella y seguir viviendo.
-No digas eso.
-¿Por qué no?- la miró entrecerrando los ojos. Una mirada llena de rabia pero sobretodo de dolor.- Lo he perdido todo. Mónica ha roto conmigo y se ha marchado no se donde.
-Beber tanto no va a ayudarte en nada.
-Beber es lo único que me alivia y también es lo que me hizo cometer esta error. Menuda ironía.
-¿Eso soy para ti? ¿Un error?
-No es por ti. Es por lo ocurrido. Ojala no hubiese pasado.
-Pasó. Ahora no podemos hacer nada.- No entendía porque seguía mintiéndole. Aquello no llevaba a ningún lado. Javier no la quería.- Puede que ahora lo veas todo mal pero ya verás como no es mas que una fase. Hay otras chicas y…
-No quiero a nadie más. Quiero estar con ella el resto de mi vida porque nadie había conseguido nunca hacerme sentir tan vivo.
-Entonces no se que haces aquí. Ve a buscarla.
-No sé donde está. Nadie quiere decirme nada.
-¿Y esa es razón suficiente para detenerte?- hasta ella misma se sorprendía de lo que estaba diciendo. Javier había dicho las palabras clave y ella le amaba lo suficiente como para anteponerle a sus sentimientos.
-Aquí me tienes preciosa.
-Si que te has dado prisa- le dije en tono burlón.
-No quería perderte de vista mucho tiempo.
-Me pregunto si no estarás intentando ligar conmigo.
-Descubrámoslo, pero primero- dijo al mismo tiempo que sacaba una baraja de cartas del bolsillo- veamos de que eres capaz.
-No tienes ninguna posibilidad conmigo.
-¿Respecto a ganarte o conquistarte?
-Descubrámoslo.- sonreí sacándole la lengua y guiñándole un ojo.
-¿Así que te haces la difícil, no? Me gusta- dijo tras una pequeña pausa.
Mentiría si dijese que mi mente estaba totalmente centrada en el juego, pero Tony consiguió hacerme reír. Tenía el mismo efecto en mí que Nico.
-¿Y tú? ¿Tienes en Cádiz a alguien esperándote?
-Aprovecho el viaje y veo a mis abuelos. Este es mi último viaje del año y así puedo pasar unos días con ellos. ¿Cuánto tiempo vas a quedarte tú?
-Dos semanas. Después tengo un baile al que asistir.
-¿Un baile de princesas?
-Ojala. En realidad es una fiesta de navidad a la que no tengo más remedio que asistir. La organiza mi madre.
-¿Y tienes que llevar pareja?
-Me hubiese gustado. Mis amigos siempre vienen conmigo, pero yo soy la única que va sin aompañante.
-Pues no lo entiendo. ¿Cómo puede una chica como tú no tener pareja?
-Aprenden muy pronto a hacerme daño.
Ya empezaba a ser hora de volver. Nos había dado demasiada ventaja.
Decidió aparecer el último día de clase. Se escondió tras algunos padres y se limitó a observar.
Cada fin de trimestre, el instituto organizaba una fiesta y por eso los padres estaban allí, menos los míos.
Algo llamó su atención. Primero vio a la pandilla y por una vez no parecía unida. Parecía más un entierro que una fiesta.
Siguió observando y encontró a Javier junto con sus padres. Sabía que Nico había vuelto a Cádiz.
Por más que miraba yo no aparecía por ningún lado.
Miró de nuevo a Javier y tampoco parecía feliz. ¿Qué había pasado durante su ausencia?
¿Había conseguido acabar conmigo sin haber echo nada?
Miró a Javier por última vez y vio a alguien más con él. Una mosquita muerta a la que ella conocía. Claudia.
Sonrió con malicia.
¿Así que quieres quitármelo tú también?- pensó- Entonces no me dejas más remedio.
Desapareció para ir a encontrarse con su chico favorito.
Una vez allí pidió al guardia que les dejasen hablar a solas.
Él era con el único a parte de sus padres con el que se había mantenido en contacto. Le visitaba o llamaba siempre que podía y continuaba llevándole cosas a escondidas.
-¿Qué hay nena?
-Novedades. No te imaginas lo que he visto…
Un escalofrío recorrió la nuca de Claudia mientras acompañaba a Javier y a sus padres hasta el coche.
-Sé que es una tontería pero tengo que preguntártelo. ¿Estarás bien?
-Supongo que voy a tener que acostumbrarme. Lo doloroso es que todo me recuerda a ella.
-Es normal.
-¿Y tú? ¿Sabes algo de ella?
-No. Sus padres no aportan mucha información. Sinceramente creo que no va a volver.
-No se si eso es bueno o malo.
-Ahora ya no es responsabilidad tuya. Ya no es tu chica.
-Mis sentimientos no han cambiado. Ya hemos hablado de eso. Aunque ella deje de quererme, no dejaré de cuidarla.
-Sigo pensando que debes ir a buscarla. ¿Qué pasa si conoce a otro?
-Si eso hace que sea feliz yo no puedo hacer nada.
-¡Dios! ¡Quieres hacer el favor de reaccionar! No puedo entender como aun sigues ahí. Prepara una maleta o vete con lo puesto pero ve a buscarla.
-No puedo ir por ahí como si nada. Necesito saber donde ha ido.
-¿Si tú fueses ella, donde irías a esconderte?- de pronto todo se hizo más claro. Le dijo a sus padres que se marcharan sin él y sacó su teléfono del bolsillo.
-¿Diga?- dijo la voz al otro lado tras bostezar.
-“Melli”, necesito ayuda.
Nico se incorporó de golpe. No le parecía la voz de Javier. Estaba como apagada.
-¿Le ha pasado algo a mamá o a papá?
-No- suspiró aliviado, pero si no se trataba de sus padres solo podía significar…
-¿Y Mónica?
-Creo que está de camino a Cádiz.
-¿Y eso por que? ¿Qué significa que lo crees?
-Ha roto conmigo. Ahora no tengo tiempo para explicarte nada, solo necesito que la cuides hasta que yo llegue.
-No creo que sea buena idea. No sé que le habrás echo pero si ha tenido que marcharse sé que no querrá verte. Te llamaré cuando venga, si lo hace, pero por el momento es mejor que no vengas.
-Vale.
-Hasta otra “melli”.
Al colgar, miró atentamente a Claudia.
-¿Cómo sabes que irá a ver a tu hermano?
-Nico es el único que hace que se sienta protegida. Además, es lo peor que puede hacerme y ella lo sabe. Debí suponer que iría directamente allí.
-¿Estás molesto?
-Si, pero no puedo reprocharle nada. No soy precisamente un modelo de novio.
-Todos cometemos errores- ¿era aquel el momento para contarle toda la verdad? Era todo tan complicado.- Tengo que decirte algo acerca de la otra noche.
-No quiero hablar de eso. Preferiría que olvidaras el tema- al ver la cara de ella se disculpó.- Perdona. No estoy teniendo en cuenta tus sentimientos. No debe ser fácil.
-Contigo he aprendido que cuando se ama de verdad a alguien debemos dejar de pensar en nosotros mismos y lo único que debe preocuparnos es la felicidad de la persona que amamos.
-Lo que dices es muy bonito y tienes toda la razón del mundo.
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