18
El viernes llegó por fin y todos teníamos nuestros planes.
Javier me comentó, por encima, que seguramente comerían una pizza por ahí y después irían a tomar algo.
Cuando me dijo que habían decidido salir para animar a Raúl no pude evitar reírme. Al parecer los acontecimientos hablaban por si solos.
Olga y Raúl llevaban unos días sin hablarse, desde su discusión.
-Siempre igual con este chico. No es capaz de ver más allá de sus ojos.
-Tienes que darle tiempo.
-Pero es que no lo entiendo. Yo no le he dado motivos en ningún momento para que dejase de creer que ya no sentía nada por él.
-Y tampoco se los has dado para que no deje de creerlo.- intervino Lidia.
-Tienes razón. Es que me da coraje que sea tan condenadamente idiota.
-¿Hablando de mí?- ninguna había percibido que se acercaba. Lo había echo en total silencio.- ¿Podéis dejarnos a solas un momento?
Isa, Lidia y yo desaparecimos enseguida y fuimos a reunirnos con el resto de la pandilla.
-¿Qué quieres?
-¿Y tú? Te enfadas conmigo sin motivo. ¡Joder Olga!, ¿Por qué no me dices que he hecho mal?
-Es triste que tenga que decírtelo.
-No soy adivino. ¿Acaso pretendes que sepa de antemano todo lo que te sucede?
-Realmente eres idiota. ¿A cada momento? Lo que me pasa, lleva pasándome desde que éramos críos. ¿Tanto te cuesta aceptarlo?
Raúl se quedó callado. ¿Qué podía decir? No estaba seguro de cuales eran sus sentimientos, pero si lo estaba de que algo había cambiado.
-Ya que no tienes nada que decir es mejor dejarlo aquí.
Antes de que pudiese alejarse, Raúl reaccionó y la cogió del brazo para que volviese hacia él.
-Antes de muero que dejarte ir así. No soporto que estemos enfadados. A veces pienso que quizá estos sentimientos lo complican todo.
-¿Me estás pidiendo que no sienta esto por ti?
-No. Sé que no podría pedirte algo así, cuando yo también he tenido esos sentimientos.
-Entonces, ¿Qué propones que hagamos?
-No lo sé.- por fin le soltó el brazo y ambos quedaron allí de pie, en silencio.
Nosotros habíamos estado observando la escena a lo lejos y debo decir que por un momento pensamos que Raúl había reaccionado y las cosas dejarían de estar tensas entre ellos. Nos equivocamos.
Más tarde le preguntamos a Olga.
-Tal vez, debí aprender a mirar hacia otro lado. Confío en que algún día encuentre a alguien a quien le guste.
-Lo encontrarás- dijo Isa acercándose para abrazarla.- Seguro que lo harás.
Mientras recogíamos nuestras cosas para irnos por nuestro lado, Olga intentó olvidar lo ocurrido y centrarse en la fiesta de aquella noche.
-¿Qué os parece si vamos a comprar provisiones?
-Eso estaría bien y de paso podemos mirar los vestidos para la fiesta de navidad.
La que más nos sorprendió con su elección al llegar a la tienda fue Olga, que escogió un precioso vestido rojo largo hasta los pies con un sencillo escote y de tirantes.
-¡Estás buenísima tía!- Lidia era la más extrovertida de todas sin duda.
-¿No os parece demasiado?
-No. Te queda de maravilla y te quedará aun mejor cuando encuentres unos zapatos a juego.
-Supongo que sí.
-Esto es genial- y sin que nos oyese Olga.- Raúl se va a arrepentir toda su vida cuando la vea aparecer así.
-Bueno, por ahora, es mejor no mencionar el tema. Vamos a intentar pasarlo bien y si ella quiere hablar acerca de eso pues perfecto, sino esperaremos a que esté preparada.
-Ya estoy. Cuando queráis nos vamos a comprar.
Llenamos prácticamente todo el carro de bolsas de patatas, palomitas para hacer al microondas, chucherías… Iba a ser la mejor fiesta de pijamas que habíamos echo nunca.
Cuando llegamos a mi casa, la madre de Clara me dijo que mis padres habían salido y seguramente volverían tarde.
-¿Necesitáis algo?
-No. Muchas gracias.
-En ese caso me voy a la cama. Buenas noches chicas.
-Buenas noches- nos despedimos a la vez.
Una vez en mi cuarto, con los sacos de dormir en el suelo y los pijamas puestos, llamamos a una pizzería para encargar la cena.
Suerte que no tardaron mucho porque el hambre nos rondaba hacía ya un rato.
Cuando de las cuatro pizzas que pedimos solo quedaban dos, Javier me mandó un mensaje.
<<CREO QUE ESTO VA A DAR PARA LARGO. QUE PASEIS BUENA NOCHE. TE QUIERO.>>
Supuse que tal vez Raúl se había sincerado de algún modo con ellos. Poco imaginaba que no solo él se sinceraría.
-Necesito otra copa.
-Me parece que ya has bebido y así no vas a solucionar nada. ¿Por qué no nos cuentas de una vez que pasa con Olga?- Dani creía que ya estaba bien de tanto darle vueltas al asunto. ¿Por qué no reconocía lo que sentía de verdad?
-Puede que no sepa que siento. Tengo la cabeza echa un lío.- se dejó caer en una silla a su lado.- Primero pienso que no quiero estropear lo que tenemos pero si me paro a pensar que quizá algún día encuentre a alguien a quien amar que no sea yo, me sobrepasa. No quiero ni imaginar en como sería todo si ella conociese a otro.
-Quizá eso te daría la respuesta que buscas. No es justo que la hagas sufrir de este modo.
-Tienes razón. No entiendo como he estado tan ciego hasta ahora. No sé si me entendéis.
-A lo mejor mirabas pero no te fijabas.
Raúl no era él único que había bebido de más.
Todos lo habían echo, y todos tenían algo que decir.
-¿Y tú que Dani? ¿Qué pasa con Lidia?
-No pasa nada. Me gusta desde el primer día y yo tan solo soy un amigo para ella. Solo un amigo- apuró su copa y miró a Luis.
Ya había pensado en ello otras veces y no podía evitar preguntarse el porque no había pasado nada entre Isa y él. Decidió preguntar.
Al fin y al cabo, todos se estaban sincerando.
-No ha surgido el momento. Ni siquiera me he planteado la posibilidad de que ocurra.
-¿Te gustaría?- preguntó Javier que hasta ahora solo había estado escuchando.
-Es posible. Lo cierto es que cuando pasó lo de Miranda y Mónica me puse mal e Isa no me dejó solo. Quiero decir que fue mi mayor apoyo entonces. Me encanta estar con ella. No voy a negarlo.
-Hola Javier.- dijo una voz a su lado.
-Claudia, ¿Qué haces aquí?- entreabrió los ojos para verla mejor.
Estaba mareado. No debió beber tanto pero los chicos insistieron y no pensó que podría hacerle sentir así.
-He salido con unas amigas- miró a los demás con una sonrisa pícara y también a su alrededor.- ¿Y tu novia?
-Tenía planes- cada vez se sentía peor y con más ganas de marcharse a casa.
-¿Sin ti?- aquello era genial. Su oportunidad.
-Si- se volvió hacia los chicos y se despidió. Estaba molido.- Me voy a casa. Nos vemos mañana.
Habían quedado para jugar un partido por la tarde.
-Vale tío. Hasta mañana.
Se despidió también de Claudia quien rápidamente pensó en una alternativa.
-¿Quieres que te lleve?
-No hace falta. Cogeré un taxi.
-No me importa.
-Gracias entonces.
De camino al coche Claudia pensó como podía retenerle. Quizá no volvería a tener otra oportunidad como aquella.
Javier le había gustado desde que Miranda se convirtió en su paciente. Al oírla hablar de él había sentido tanta curiosidad…
Cuando le vio por fin en persona aquella tarde que le entregó su tarjeta no le decepcionó en absoluto.
Y cuando la llamó…
Sabía que aquello no estaba bien, que no era justo. Se estaba implicando demasiado, y no sabía dar marcha atrás.
-¿Te importa si pasamos un momento por mi casa? Tengo que dejar unas cosas.
-No me importa- estaba tan cansado que creyó que se dormiría en el coche. Ni siquiera pensó en que Claudia tenía otros planes para él.
Llegaron a casa de Claudia diez minutos más tarde.
-Pasa. No tardaré mucho.
Entró sin rechistar y se dejó caer en el sofá.
Cuando cinco minutos más tarde Claudia fue a buscarle, le encontró profundamente dormido.
Se sentó sobre sus piernas y le besó al mismo tiempo que se quitaba la ropa.
Al intentar quitársela a él, se detuvo al oír que él murmuraba algo.
Nuestra fiesta se alargó hasta que salió el sol, pero durante ese tiempo nos pintamos las uñas, nos hicimos peinados divertidos, contamos historias y en un momento dado, Olga se confesó.
-Voy a darle una última oportunidad.
-¿A que te refieres?- preguntó Lidia mientras se estiraba a coger más patatas.
-Ese vestido que me he comprado- dijo señalando la bolsa que había sobre la silla.- lo cogí pensando en él, en que es lo que le gusta a Raúl. Quiero ser su chica.
-¿Y que pasará si no sale como esperas?
-No he pensado en esa variable.
Supongo que todas debimos preguntarnos que ocurriría en la fiesta y si Raúl daría por fin el gran paso.
Nada más apagar la luz, nos quedamos profundamente dormidas y aun así nos despertamos antes del mediodía con un hambre terrible.
Miré mi teléfono y no había ningún mensaje ni llamada.
Pensé que Javier aun dormiría.
-Buenos días- Claudia se sentó a su lado con una taza de café en la mano.
-¿Qué hora es?
-Las diez- al coger la taza se dio cuenta.
- ¿Qué haces en mi casa?
-No estoy en tu casa. Tú estás en la mía.
-¿Y que hago aquí?
-Te viniste anoche conmigo. Ha sido muy bonito. Sabía que sería así.
-¿A que te refieres?
-Nos hemos acostado. En fin, ya sé que habías bebido pero, ¿tanto como para no recordarlo?
-No puede ser- se levantó de golpe y dejó la taza en la mesita de centro.- Tiene que ser una broma.
-Lamento que pienses así. Esperaba que con esto finalmente te darías cuenta de que debemos estar juntos.
-Y yo pensaba que después de lo que te dije el otro día te habrías dado por aludida. Mónica es la única chica con la que quiero estar. La única con quien quiero compartirlo todo.
-Nadie lo diría por como te comportaste anoche.
-Fue un error y no volverá a ocurrir. Se acabó.
Se fue dando un paseo y llegó a su casa esperando no encontrar a nadie.
Solo encontró una nota.
<<HEMOS SALIDO A COMER POR AHÍ. HAY COMIDA EN LA NEVERA. MAMÁ Y PAPÁ.>>
Primero se dio una larga ducha para aclarar la cabeza. Después comió algo y se vistió para ir a reunirse con los chicos. Tenía que pensar que hacer a continuación.
Si me lo contaba seguramente lo nuestro terminaría y nada de lo que él hiciese o dijese cambiaría eso.
Si no lo hacía viviría con el miedo de que otra persona me lo contase y lo nuestro terminaría también.
Decidió que por el momento lo mejor era no decirme nada, así que me mandó un mensaje diciéndome donde iba a estar.
Nosotras, por otra parte, también hicimos planes.
Primero, había que comprar unos zapatos que hiciesen juego con el vestido de Olga y después posiblemente veríamos una peli en el cine. Era un plan tranquilo pero que nos ayudaría a pasar la tarde. Por la noche teníamos pensado ir a cenar fuera y quizá tomar alguna copa por ahí.
En una semana más o menos empezaban las vacaciones de navidad y ya teníamos ganas.
Los zapatos no fueron algo fácil de encontrar porque cuando no tenían una cosa, les faltaba otra.
Olga tenía unos gustos muy específicos. Diez tiendas más tarde, los encontramos.
-Estoy agotada- se dejó caer en una silla de la cafetería en la que nos habíamos detenido a tomar algo. Agotada pero feliz de haberlos encontrado.- Ahora solo tengo que pensar que hacer con mi pelo y no estaría de más encontrar a un apuesto acompañante ya de paso.
-Quien sabe. Puede ocurrir de todo cuando salgamos esta noche.- dijo Lidia deseando que fuese cierto.
Estaba deseando encontrar a un chico y por otra parte, estaba Dani.
Dani le gustaba mucho y estaba claro que ella le gustaba a él pero no tenía muy claro si podría haber algo más, sobretodo porque ella tenía una parte de su vida en secreto y no deseaba que nadie lo descubriese.
Isa por lo contrario sabía lo que quería. Nunca había antepuesto su corazón y sin embargo con Luis era distinto.
Al final no fuimos al cine y nos divertimos de todos modos.
A las siete nos despedimos para ir cada una a su casa y arreglarnos para la noche.
Aun no le había dicho nada a Javier y esperaba que no se enfadase conmigo por no acudir aquella noche al parque.
Le llamé antes de empezar a arreglarme por si se me pasaba luego.
-Hola cariño.
-Hola- me sonó un poco triste pero casi me daba miedo preguntar por si estaba equivocada.
-Te llamo para decirte que voy a salir con las chicas a cenar y a tomar algo así que no me esperes hoy.
Él estaba aun con los chicos cuando se lo dije. Ya se estaban despidiendo y saber que aquella noche no estaríamos juntos le producía dos sensaciones. Tristeza y alivio.
-Parece ser que Olga se ha empeñado en encontrar pareja esta noche para la fiesta de navidad.
Cuando Javier se lo comunicó a los chicos, Raúl creyó que se le venía el mundo encima.
Él había sido su pareja desde que mi madre empezó a organizarlas.
-No es justo que haga esto. Ella es totalmente consciente de que…
-¿De que?- preguntó Luis.
-No lo sé.
-Ella sabe cuales son sus sentimientos pero no conoce los tuyos y por lo visto tú tampoco.
-Pero si va con otro…
-Tienes que hacer algo y tú también- dijo volviéndose hacia Dani.- Es cuestión de tiempo que Lidia se busque pareja también y puede que hasta Isabel- aquello tampoco le hacía ninguna gracia.
-Podríamos ir con ellas- Dani pensó que era buena idea, pero de pronto también pensó que no sería agradable ver como las chicas que querían ligaban con otros chicos.
Que complicadas que somos las personas a veces.
Con lo sencillo que es decir lo que siente el corazón y sin embargo siempre buscamos el modo más complicado de hacer las cosas.
Suspiré. Ahora solo tenía que pensar que ponerme.
Cuando salía por la puerta para ir a reunirme con las demás una hora y media más tarde, sonó mi teléfono.
-Hola Nico.
-¿Cómo estás preciosa?
-Muy bien. Voy a salir con las chicas esta noche. ¿Qué tal tú?
-Tocado y hundido. Me han dado calabazas.
-¿Y eso?
-La chica de la que te hablé la última vez, ¿recuerdas? Parece ser que yo no le gusto para nada.
-¿Y eso hace que sientas más interés por ella, no?
Se rió. Era evidente que sí.
-¿Qué tal con mi hermano?
-Muy bien. Tuvimos algunos problemillas pero ya están resueltos.
-Me alegro. Es genial que os vaya tan bien.
-Si. Bueno pues, no te rindas con esa chica si te gusta de verdad.
-No lo haré. Yo también voy a salir esta noche así que voy a ir colgando ya.
-Vale. Diviértete.
-Tú también. Hasta pronto.
Siempre que hablaba con él, cuando colgaba me sentía vacía y un poco triste. Nunca olvidaría lo que había echo por mí.
Nos encontramos frente al centro comercial y de allí fuimos hasta un restaurante-pizzería al que hacía tiempo que no íbamos y nos encantaba.
Tuvimos que esperar casi una hora para tener mesa, y mientras esperábamos nos sentamos en la barra a tomar algo.
Todas ellas se habían puesto guapísimas. Las miré con una sonrisa. Las quería muchísimo.
Al fin nos acompañaron hasta nuestra mesa. Justo al lado de la ventana.
-Hola chicas. ¿Qué os pongo?
-Hola Andrea.- cuando os hablé de ella olvidé decir que por las noches trabajaba de camarera.
-Ya veo que esta vez habéis venido solas.
-Si- pedimos y esperamos a que nos trajeran el primer plato.- Se me hace un poco raro venir sin ellos. Me siento como si hubiésemos roto la tradición.
-Quizá es lo que hemos hecho. Según mi punto de vista, hay cosas que no me sentiría a gusto haciendo con ellos delante.
-¿Cosas como que?- preguntó Isa.
-Bueno, pues como lo de ligar. Imagina como sería con Dani todo el tiempo controlándome.
-Además- siguió Olga- sé que con Raúl delante no sería capaz de acercarme a un chico para pedirle que se fuera conmigo.
-Menuda tontería. ¿Cómo es posible que todas nosotras veamos lo fuerte que eres y sin embargo tu te niegues a verlo? Podrías tener al tío que quisieras en lugar de conformarte con Raúl.
-¿Entonces por que no puedo tenerle?
-Porque está ciego. Si no es capaz de ver lo feliz que podría ser contigo no merece la pena que sigas pensando en él como a algo más- dio un respingo al notar como le daba una patada por debajo de la mesa. Me miró extrañada hasta que le devolví la mirada, entonces comprendió. Quizá estaba equivocada con Raúl después de todo.
-Tienes razón- ¡¿pero que dice?!- Yo debería aprender a dejar que esto me afecte. Después de todos estos años debí comprender que jamás sentirá por mí lo que yo siento por él.
-¿Y ya está?- dijo Isa al fin.- ¿Te rindes? ¿Abandonas?
-¿Qué otra cosa puedo hacer? Yo quiero algo de él que no puede darme. No quiero ser solo su amiga.
-Eso lo entiendo. Te entiendo muy bien- ¿acaso había pasado algo entre Luis y ella?- Aun así no puedes rendirte. La esperanza es lo último que se pierde.
Nos quedamos en silencio. Miré un momento hacia la ventana, observé como paseaban las parejas, madres con sus hijos, gente mayor. Todos deseando resguardarse del frío. Las calles estaban totalmente adornadas con adornos navideños. Parecía mágico.
Cuando Andrea nos trajo el primer plato ya habíamos dejado atrás el tema de los chicos de la pandilla.
Les conté lo que había pensado regalarle a Javier y Olga me preguntó algo que supongo, debían preguntarse todas.
-Habéis…
-Si. Lo hemos hecho. Fue muy bonito. La primera vez fue a modo de despedida y la segunda como reconciliación.
-¿No tuviste miedo?
-Creo que lo que me daba miedo de verdad era saber que se había acabado. Que jamás tendríamos una oportunidad de verdad.
-Pero la tenéis.
-Si y aun así no me arrepiento. Volvería a hacerlo.- salvo lo de mentir a Nico, todo lo demás había sido precioso.- Hubo momentos en los que quise abandonar. Suerte que una parte de mí siguió luchando.
Cuando nos sirvieron el segundo plato hablamos de nosotras. Las cosas que habíamos compartido, los secretos que nos habíamos confesado y esas cosas y durante el postre pensamos a donde podíamos ir.
-Podríamos ir a un sitio tranquilo a escuchar música y a tomar algo. En esos sitios siempre hay chicos guapos e interesantes.- propuso Isa mientras tomábamos el postre.
-Vale, pues vamos.
Tras pagar la cuenta y despedirnos de Andrea, cogimos nuestras cosas y salimos a la calle a respirar el ambiente navideño.
Fuimos al “Chicago”, un local para ir tranquilo.
Una vez sentadas, vinieron a tomar nota.
-Esto es genial. Que bien se está aquí.
Tras apurar las bebidas, salimos a bailar. Queríamos recordar aquella noche para siempre.
Era el último curso y el final estaba cada vez más cerca. No todos habíamos elegido las mismas universidades ni los mismos caminos. Quizá lo lógico era que hubiésemos salido todos juntos pero aquella noche era solo para nosotras.
-Quiero deciros una cosa. Santi ha vuelto. Quedé para hablar con él y todo fue bien, pero después pasó algo entre Javier y yo y fui a refugiarme en Santi. Casi nos acostamos.
-¿Te has vuelto loca?- a todas nos sorprendió que fuese precisamente Isa la que reaccionase así.
-Cometí un error, pero por suerte no pasó nada y las cosas con Javier van muy bien a pesar de que le conté lo ocurrido.
-Tiemblo solo de pensar que podías haber vuelto con ese impresentable.
-A mi me caía bien- Olga no habló a nadie en particular. Estaba completamente distraída mirando al vacío.- En fin- ahora mirándonos a nosotras- es hora de ir de caza. No pienso irme de aquí sin un tío.
-Jamás creí que la oiría decir eso- Lidia la miraba perpleja mientras que Isa y yo asentíamos lentamente.
Lo cierto es que hablaba en serio porque se fue con un chico, aunque jamás hubiésemos imaginado que se tratase de él, sobretodo porque según me había dicho se marcharía al no tener noticias mías.
No entendía porque seguía allí y algo me decía que seguramente ni él mismo lo comprendía.
-¿Qué estás haciendo?- le preguntó Lidia en un momento en el que Santi fue al lavabo.
-Es el único que quiere irse conmigo.
-Sabes que eso no es verdad.
-Entonces es el único que sé que va a joder a Raúl.
-¿De verdad quieres llegar a ese extremo?
-¿Qué otras opciones me quedan? ¿Seguir aguantando como todos estos años? Ya estoy cansada de sufrir. Por una vez, tendrá que ser él quien dé el paso.
Lidia se rindió. Todas lo hicimos. Olga tenía razón. Iba siendo ya hora de que Raúl aprendiese la lección.
Cuando salía del local seguida de Isa y Lidia me llegó un mensaje al móvil.
<<SE QUE DIJE QUE ME IRIA. NO VOY A SALIR CON OLGA PARA INTENTAR DARTE CELOS. LA VERDAD ES QUE NO PUDE IRME.>>
Le contesté.
<<NO TIENES QUE DARME EXPLICACIONES. OLGA ES MAYORCITA Y TU TAMBIÉN.>>
Cuando me metí en la cama caí en la cuenta de que no sabía nada de Javier.
Su teléfono no dejaba de sonar. Seguro que quería hablar con él y ni siquiera se molestaba en descolgar para pedirle que le olvidara.
Ella quería, pero le era imposible.
Se preguntó que pasaría si le contaba a Javier que le había mentido y realmente no se habían acostado.
Ella misma era consciente de lo estúpido de su mentira. Quería que hubiese sido real.
Quizá si él no hubiese murmurado mi nombre…
Puede que no se hubiese detenido y quedado a su lado llorando.
Deseaba a Javier más que nada. Ni siquiera le importaba lo que significaba aquello. Si Miranda volvía y se enteraba…
Durante sus sesiones había descubierto a la auténtica Miranda. La fría y calculadora Miranda. La que no temía a nada y la que sin duda iría a por ella si se enteraba de que amaba a Javier.
Por otra parte, Javier miraba como sonaba su teléfono incapaz de cogerlo. Solo imaginar el nombre de Claudia en la pantalla le hundía.
¿Cómo había podido ser tan débil? No podía creer que hubiese sido capaz de cometer semejante error.
Él no sentía nada por Claudia. Ni siquiera le atraía físicamente y eso que era una mujer atractiva.
Otra cosa que le estaba volviendo loco era no saber nada de mí.
No sabía que debía hacer a continuación.
Se pasó la mano por el pelo y después por la nuca.
Decidió que lo mejor era afrontar el problema directamente e intentar salvar lo nuestro como fuese.
Sin duda tenía que ser cuanto antes pero la sola idea… le mataba.
Aquello era demasiado para él. Deseaba volver atrás, antes de que volviese a complicarse todo.
Cerró los ojos y se tumbó en la cama tras apagar la luz.
Quizá dormir un poco le aclararía las ideas.
Pensó en lo que le había contado yo acerca de mi visita al hotel en el que se alejaba Santi y lo que había pasado.
Era casi lo mismo, solo que no lo era y tampoco era justo compararlo como excusa.
Un beso no equivalía a hacer el amor con otra persona.
Tenía que acudir a alguien, ¿pero a quien?
Si se lo decía a alguien de la pandilla, le matarían. Si hablaba con sus padres, también. Y si se lo decía a Nico… mejor no imaginar lo que podía ocurrir.
Pensando en eso, se quedó profundamente dormido.
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