17
-No me quedo tranquilo. No dejo de pensar que de pronto aparecerá de la nada y vendrá a por nosotros.
-He vuelto a hablar con sus padres y dicen que según Miranda está muy bien donde está.
-No me creo nada.
-Yo tampoco pero no podemos hacer nada más Javier.
-Gracias de todos modos por venir.
-No hay de que. Me alegra que me llamaras. Tenía ganas de quedar contigo.
-Si pero no entiendo porque.
-¿De verdad no te has dado cuenta de que me gustas?
-Prefería ignorarlo. No me interpretes mal Claudia, pero por fin tengo a la chica de mis sueños. No voy a meter la pata de nuevo.
-Lo entiendo.
-Te acompaño al coche.
Quince minutos después de dejar a Santi, llegué a casa de Javier.
Detuve el jeep y miré en el retrovisor mi aspecto. Las ojeras apenas se me notaban.
Bajé del coche para ir a llamar a la puerta cuando les vi.
Salía de su casa seguido por una chica, Claudia.
Seguí observando. Ellos no habían advertido mi presencia. Claudia le detuvo haciendo que se volviese hacia ella y le besó en los labios.
¿Así que era eso? ¿Eso era lo que me estaba ocultando?
Volví sobre mis pasos sin poder dejar de mirarles.
Choqué contra una de las macetas de su madre y la rompí, llamando así su atención.
La expresión de Javier cambió por completo al verme y yo seguía sin poder apartar la vista de ellos.
Me subí de nuevo al coche y lo puse en marcha con las manos temblorosas.
-Cariño espera- se acercó a mi lado e intentó cogerme la mano.- No es lo que crees.
-¿Por eso has tenido que ocultármelo?
No respondió. Pisé el acelerador y conduje hasta el hotel para buscar a Santi.
Crucé el vestíbulo corriendo hasta el ascensor.
Quería olvidar. Quería, deseaba no haberles visto.
Llamé a la puerta varias veces antes de que me abriese.
-Mónica, ¿Qué te pasa?
Me lancé a sus brazos echa un mar de lágrimas.
-No puedo más.
Me hizo pasar y se sentó junto a mí en la cama.
-¿Qué ha pasado? Hace un rato estabas bien y ahora…
-Fui a buscar a Javier y le vi besando a otra. Yo ya sabía que me ocultaba algo. Solo esperaba que no fuese eso.
-Nena lo siento mucho. Yo, no sé que decir- la verdad es que yo tampoco. Tenía frente a mí al Santi que había amado tiempo atrás. Al Santi que aun quería estar conmigo y al Santi que me devolvería el beso que iba a darle.
Me lo devolvió, tal y como esperaba. Me lo devolvió junto con caricias, palabras dulces y todos sus sentimientos acumulados durante todo ese tiempo.
Hice ademán de desabrocharme la camisa pero él me detuvo.
-No creo que sea esto lo que quieres de verdad. Sé que estás dolida, pero sigues siendo su novia y ya te dije que no me iba a interponer. Lo mejor es que hables con él. Deja que te cuente su versión. Puede que me haya vuelto loco al decirte esto pero no quiero empezar nada si al final lo que has visto no es lo que parece.
-¿Acaso no quieres que pase nada entre nosotros?
-¿Bromeas? De ser una situación distinta no te dejaría marchar y seguramente y perdona la expresión cariño, ya te habría quitado la ropa, pero no lo es. Habla primero con Javier y si después de hacerlo sigues queriendo que estemos juntos, aquí estaré.
-De acuerdo- me levanté para marcharme. Santi me detuvo antes de cruzar la puerta.
-Prométeme una cosa. Si sigues adelante con tu chico no quiero saberlo. Si de aquí a dos días no se nada de ti, me marcharé.
No me había vuelto para mirarle y asentí antes de cruzar el umbral y cerrar la puerta tras de mí.
De camino a mi casa pensé en lo que me había dicho Santi y en lo que casi había ocurrido entre nosotros. Me alegré de que me hubiese detenido.
Llegué a casa, subí hasta el piso de arriba, entré en el cuarto de baño y abrí el agua caliente. Una ducha era justo lo que necesitaba para despejarme.
Mientras el agua caía sobre mi cuerpo, Javier estaba desesperado.
-Tranquilízate. No es más que una cría. Seguro que yo podría darte más de lo que te dará ella nunca.
Javier la miró con desdén.
-No tienes ni idea. Nadie podría darme nunca ni siquiera la mitad de lo que ella me ha dado. Contacté contigo solo porque no quiero que Miranda regrese a nuestras vidas.
Hablar con Javier era lo que menos me apetecía, pero si era necesario para seguir adelante, no me quedaba más remedio.
Decidí llamarle y quitarme de encima la horrible sensación que tenía.
-Cariño escucha- se apresuró a decir nada más descolgar.
-No quiero oírlo. Quedamos esta noche en el parque.
-¿Significa eso que me perdonas?
-Significa, que nos veremos esta noche. Tenemos algo que aclarar.
-Se acabó, ¿no?
-Hablaremos esta noche.
Cuando colgué no me sentía mucho mejor. Quisiera no haber visto nada o tal vez haberlo visto ¿era mejor que vivir engañada? Era como volver a empezar. El chico al que amaba besando a otra.
El momento del encuentro llegó demasiado pronto y yo no me sentía preparada para verle o para lo que fuese que ocurriese.
-¿Llevas mucho aquí?
-Desde que me llamaste. Cogí a Hobbie y me vine.
-Está claro que hay algo que no funciona entre nosotros. No quiero que haya secretos entre nosotros y es evidente que había uno. ¿Por qué me dijiste que no había otra?
-No la hay. No quería contarte nada para no preocuparte. Hace unos días me puse en contacto con ella. Quería saber si había noticias de Miranda. Necesitaba saber si tiene pensado volver. Le prometí a Nico que te protegería.
-¿Entonces no tienes nada con ella?
-Menuda tontería. Ya te dije que no era lo que creías. ¿De donde has sacado esa idea tan absurda?
-Vi como os besabais.
-Ella me besó. Tienes que creerme cuando te digo que no es nada- no dijo que Claudia pretendía que si lo fuera. No era necesario de todos modos.
-Bueno perdón. Tú también lo hubieses malinterpretado de haber sido al revés. Estás celoso de todo lo que se mueve.
-Lo sé y no puedo evitarlo. Ahora que eres mi chica no quiero perderte.
-Yo también quiero decirte algo y te pido por favor que no te enfades conmigo.
-¿Es por Santi?
-Si. Fui a verle después de lo ocurrido esta tarde. Estaba tan enfadada que le besé.
-¿Pasó algo más?- no podía verlo pero sabía que estaba apretando los puños con fuerza esperando a que dijese que no.
-Casi. Santi no lo permitió.
-Eso me sorprende. Pensé que quería tenerte a toda costa.
-No voy a mentirte. Él quiere estar conmigo pero no así.
-¿Y tú? ¿Con cual de los dos quieres estar?
No sé porque no contesté. Tenía clara mi respuesta y aun así, fui incapaz de pronunciar palabra.
Hubo silencio durante casi diez minutos. Ni siquiera Hailey y Hobbie hacían ruido.
Después de ese tiempo, conseguí hablar por fin.
-Quiero estar contigo. Quiero casarme contigo y vivir contigo en una casita tal y como tú dijiste.
-Prométeme entonces que no volverás a hacer algo así.
-Lo prometo- solo entonces me besó.
Santi sonrió con pesar. En realidad ya sabía que la escena de aquella tarde no volvería a repetirse, y aun así, no pudo evitar cierta desilusión.
Por un momento creyó poder poner marcha atrás y que todo fuese como antes. Solos él y yo.
Es increíble como el amor, lo que siente una persona en su corazón pueda mantenerse durante tanto tiempo, firme como el primer día.
Así se sentía precisamente Olga. Sus sentimientos no habían cambiado lo más mínimo. Amaba a Raúl. Siempre había sido así y seguramente las cosas no serían distintas en un futuro.
Conforme nos enamoramos y desenamoramos aprendemos a confiar en nuestro corazón. Amar, nos hace madurar y nos da las lecciones más importantes que aprendemos en la vida.
Confiar, no siempre es fácil, sobretodo si ya te han herido, pero lo hermoso es no rendirse y seguir probando suerte.
Está permitido tener miedo, incluso querer rendirse si es necesario, pero es importante no abandonar y seguir buscando.
-¿Diga?
-¿Te he despertado?
-¿Olga?
-Si. Perdona la hora- me había despertado pero no me importaba. Me preocupaba más el tono de su voz.- Necesitaba hablar con alguien.
-¿Qué ha pasado?- me incorporé y encendí la luz de la mesita de noche.
-No puedo más. Lo he intentado con todas mis fuerzas y sigo sin poder arrancarle de mi corazón.
-¿Es por Raúl que estás así?
-¿Tan evidente es? No consigo verle como amigo. No hago más que decirme que me estoy complicando si él solo me ve como a la amiga de siempre.
-Tienes que hablar con él. Dile lo que sientes.
-¿Has olvidado que ya lo hice?
-No, pero hace tiempo de eso y creo que piensa que ya se te ha pasado.
-Ni que fuese un resfriado. No sé Mónica, es todo tan complicado. ¿Por qué no me fijaría en otro?
-El amor no se elige. Sucede y ya está. Nos guste o no.
-Tienes razón.
-¿Sabes que creo? Nos merecemos una fiesta a solas. Una de pijamas.
-Eso sería genial.
-Entonces decidido. Mañana hablamos con las chicas y quedamos para hacerla un día de esta semana.
-Gracias por escucharme.
-Para eso están las amigas- ambas sonreímos.
Al día siguiente, mientras desayunábamos todos juntos, Olga y yo les contamos a las chicas lo que habíamos hablado por la noche bajo la atenta mirada de los chicos.
-Que idea tan interesante. Será como tener ocho años otra vez- dijo Lidia emocionada.
-Va a ser divertidísimo. Que ganas. ¿Cuándo queréis hacerla?- siguió Isa.
-¿Qué tal el viernes?- propuso Olga encantada de que la idea les hiciese ilusión.
-Decidido. El viernes entonces- dije cuando todas confirmaron que podían.
-¿Una fiesta de pijamas?- dijo Raúl muerto de curiosidad.
-Si. Solo nosotras. Es genial- contestó Olga tan emocionada que no le prestó atención a la cara que ponía el chico.
-¿Así que solo vosotras?- siguió él.
-Pues si. ¿Algún problema?
-No. Supongo que no.- pero si que lo había. Algo dentro de él no iba bien. Un sentimiento que ya conocía despertaba de nuevo, solo que hacia otra persona.
Cuando Javier y yo nos dirigíamos hacia el jeep me preguntó a que venía lo de la fiesta con las chicas.
-Olga me llamó anoche y creo que lo necesita. Puede que lo necesitemos todas. La verdad es que tengo la sensación de que me he alejado de ellas y es lo último que quiero. La pandilla es muy importante para mí y no quiero perder a ninguno de ellos. Me han apoyado incondicionalmente a cada paso que he dado.
-Lo entiendo. Espero que Olga pueda solucionar lo que le preocupa.
-Estoy segura de que lo hará. Quizá tarde un poco pero lo conseguirá.
-Pareces muy segura.
-Lo estoy. Creo que tiene una gran fuerza de voluntad pero que no es capaz de canalizarla. Raúl es muy testarudo y no demasiado perspicaz. Estoy convencida de que piensa que Olga ya no siente nada por él.
-Es un problema cuando una de las dos partes no siente lo mismo.
-Afortunadamente, este no es el caso.
-¿Quieres decir que Raúl corresponde a sus sentimientos?
-Quiero decir que esta vez las cosas serán distintas.
Una vez delante de sus casas…
-¿Ha pasado algo?
-No. ¿Por qué lo dices?
-No sé. Esa fiesta de pijamas así de pronto, es un poco sospechoso.
-Bueno, puedes pensar lo que te de la gana.
-¿Y yo que he hecho ahora? Esto no tiene sentido.
-¿Y por que tiene que tener sentido? No todo tiene que encajar siempre ni ser condenadamente perfecto.
-¿Seguimos hablando de la fiesta o hay algo más?
-Si, lo hay. Siempre ha estado ahí así que no tiene importancia.
-Creí que era tu mejor amigo.
-Una cosa no tiene que ver con la otra.
-¿Es por un chico? ¿Es por eso?
-¡Dios! No te enteras de nada como siempre.
-¿Por qué no vienes un rato a mi casa y lo hablamos mientras vemos una película?
-Gracias pero prefiero ir a tumbarme un rato.
-¿Quieres que me quede contigo?- sabía que sus padres no estaban. Ella misma se lo había dicho aquella mañana.
-No. Creo que hay un bote de helado en el congelador. Eso me servirá.
-No deberías hartarte de esas cosas.
-Raúl, no estoy enferma. Estaré bien.- cruzó la verja y al cerrar la puerta de su casa Raúl pensó <<¿Helado? Tú solo comes helado… cuando te preocupa algo>>
Quizá a él también le vendría bien una noche solo con los chicos.
-¡Por fin! No puedo creer que hayamos terminado con este trabajo.- estiré los brazos con las manos cruzadas hacia delante.
-Eso quiere decir que tenemos las tardes libres para hacer otras muchas cosas.
-Es la última semana de curso hasta el próximo trimestre y tenemos por delante las fiestas de navidad y reyes.
-¿Ya has pensado que me vas a regalar?
-Estoy en ello- pero no lo había pensado. No tenía ni idea.
Mientras recogíamos un poco la biblioteca se me ocurrió.
Pasaríamos un fin de semana los dos solos. Quizá no sería en una cabaña pero si en un hotel con spa.
Apunté mentalmente buscar algunas ofertas en Internet en cuanto Javier se marchara.
-¿Puedo pasar?
-Si mamá- mi madre entró en la biblioteca con una bandeja con la merienda.
-Hola Javier.
-Hola Dana.- Javier y mi madre se habían conocido poco después de que empezásemos a salir en una de nuestras tardes en la biblioteca.
-Gracias por la merienda.
-No hay de que.- antes de irse miró a Javier como si de pronto recordase algo.- ¿Te apetece quedarte a cenar?
-Me encantaría.
-Perfecto. No olvides avisar a tus padres.- y seguidamente se fue.
-Me da la sensación de que me ha tendido una trampa.
-Posiblemente, pero quédate tranquilo. Lo más seguro es que sea para que conozcas a mi padre.
-Entonces, ¿Qué me aconsejas? ¿Como debo comportarme?
-Sé tu mismo y todo irá bien.
La cena fue un éxito. Al principio creímos que mi padre no lo aprobaría.
-¿Qué intenciones tienes para con mi hija?
-Quiero hacerla feliz. Eso es lo único que me importa. Desearía contar con su aprobación pero si hay algún motivo por el que no me de su bendición, quiero que sepa que no me voy a rendir. Quiero estar con ella.
-Eso es justo lo que esperaba oír. Mi aprobación es algo que debes ganarte poco a poco. Si haces feliz a Mónica te dejaré tranquilo. Si la haces llorar, tendrás que dejar de verla.
-No me pida eso.
-Depende de ti hijo.
-La cuidaré.
-Bien- y ahora hablándome a mi también.- ¿Vais a ir juntos a la fiesta de navidad?
-Si. Había pensado que podría comprarme un vestido.
-Mientras no lo dejes para el último momento como haces siempre.
-Una cosa más. ¿Puedo organizar una fiesta de pijamas el viernes?
-¿Quién vendrá?- preguntó mi madre.
-Solo las chicas.
-Entonces no hay ningún inconveniente.
-¡Genial!
Media hora después Javier y mi padre ya se habían echo amigos.
-Menuda tranquilidad.
-¿Tenías miedo de que no fuese bien?
-Un poco sí. Supongo que papá solo quiere protegerme.
-Es normal. Es tu padre y se preocupa. Él no quiere que vuelvas a pasarlo mal.
-Eso lo sé.
-Insistió mucho en esta cena y creo que ha quedado muy tranquilo al conocer a Javier al fin.
-Bueno, me alegra que se lleven bien.
-Tu felicidad es muy importante para tu padre y también para mí. Solo queremos que seas feliz.
Me rodeó con sus brazos como hacia tiempo que no lo hacia y me sentí protegida, como si volviese a ser una niña pequeña en brazos de su madre.
Javier se marchó casi a medianoche. Me ofrecí a llevarle, pero prefirió ir dando un paseo.
De camino a su casa recibió un mensaje de Luis.
<<HAY QUE HACER ALGO CON RAUL. URGE REUNIÓN DE CHICOS. ¿VIERNES POR LA NOCHE?>>
Era un plan alternativo ya que nosotras estaríamos ocupadas. Contestó que le parecía bien.
Llegó a su casa justo cuando el reloj marcaba las doce.
Sus padres se habían quedado dormidos esperándole.
Le supo mal despertarles pero era mejor que se fueran a la cama.
-¿Qué tal ha ido?
-Mejor de lo que esperaba. Solo quiere saber que su hija estará bien conmigo.
-Me alegro cariño. Buenas noches.
-Buenas noches- su padre emitió un sonido a modo de “buenas noches” y se fueron a dormir.
Una vez acostado en su cama se puso a pensar.
Claudia quería algo de él que no podía darle y sin embargo no parecía dispuesta a rendirse.
La idea de dejar eso atrás, a Claudia y a Miranda, y centrarse solo en el futuro era demasiado tentadora, pero ¿y si Miranda volvía? ¿Y si había encontrado el modo de vengarse?
Aquella idea le mantuvo despierto durante unas horas.
Si sus sospechas eran acertadas, más nos valía tener un plan de emergencia.
Yo, por lo contrario me fui contentísima a la cama.
Que mis padres aceptasen mi relación con Javier significaba mucho para mí y ahora que por fin habíamos aclarado el tema de Claudia estaba mucho más tranquila.
Decidí centrarme en la fiesta de pijamas porque lo importante era animar a Olga.
Les mandé un mensaje a las tres para decirles que se hacía en mi casa.
Ninguno me contestó. Seguro que hacía al menos dos horas que dormían.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top