26
No había ninguna duda. Ukyo podía ver a em.
La mandíbula de Jungkook se mantuvo tensa por varios minutos mientras la frase que acababa de escuchar rebotaba dentro de su cabeza, una y otra vez, estaba tan sumergido en sí mismo que por un momento olvidó que Ukyo estaba a su lado y lo llamaba.
— ¿Jungkook... estás bien?
El rostro de Jungkook lucía un poco enrojecido y su respiración había empezado a agitarse. Pero antes de que sucediera lo que ambos sabía que iba a pasar con Kook; Ukyo tomó una disparatada iniciativa y apagó el ruido en la mente del chico cuando le dio un abrazo.
Un simple abrazo.
— Todo está bien. Ella dice que está bien.
Jungkook quedó desarmado, tanto que no se atrevió a levantar inmediatamente los brazos porque el contacto físico y sobre todo con una desconocida no era lo suyo, sin embargo, sus ojos se llenaron de cristalinas lágrimas y el apartamento revivió por un momento cuando Jungkook muy dentro de su corazón sintió que em había vuelto aunque fuera durante ese abrazo a través de Ukyo.
Temblando sus dedos se afianzaron a la chaqueta color rubí de Ukyo y su cabeza calló en el hombro de la pequeña chica que, por ser lo que era, sintió la tristeza de Jungkook colarse en ella a través de sus venas, al mismo tiempo, sintiendo un poco de calidez por parte de Ella.
Sin embargo, lo del abrazo no había sido una orden o petición de em. Ukyo por sí misma...
— Gracias —Dijo Jungkook. Pero Ukyo no sabía si iba dirigido a ella o a em, supuso que a esta última.
***
— ¿Y cuál fue el primero que pudiste ver?
Después de la escena en el apartamento Jungkook aceptó definitivamente que o él y Ukyo eran unos locos o que de alguna forma había cosas más allá de nuestro entendimiento. Así que, desesperado y con la esperanza de poder hacer "aún no sabe qué", aceptó la sugerencia de Ukyo de ir a un parque cercano para respirar un poco de aire fresco y hablar mejor.
Después de todo, el aire fresco siempre le hace bien a los pulmones —Había dicho Ukyo con una sonrisa sincera.
Jungkook se avergonzó y tomó un mechón de su cabello de la parte del flequillo para jugar con él y luego asintió.
Ahora estaban sentados en unos columpios del parque más cercano al apartamento de Kook, la brisa se colaba por sus ropas pero no era demasiado fría. Las hojas se removían como locas por el suelo y salían disparadas al cielo suavemente.
— El de mi mamá.
La madre de Ukyo había muerto en un incendio del edificio donde trabajaba la misma cuando la joven apenas tenía siete años. A partir de allí la criaron sus tíos y el resto es historia, como comenzó difícilmente a socializar casualmente con Risa y Yeonjun, como era capaz de ver cosas que los demás no y que le pedían ayuda.
Lo de los fantasmas era algo que una pequeña niña aún no podía entender, hasta que una noche estaba muy asustada para poder dormir y vio a su mamá sentada cerca de su cama, mirándola con una sonrisa.
— ¿Mami? ¡Mami!
La voz de una chiquita gritando por su madre despertó a media casa esa noche, sin embargo, nadie le creyó cuando explicaba que había visto a su mamá. Esa fue la primera vez pero más de una noche la figura de su madre aparecía una y otra vez y aunque no le dijera palabra alguna porque no movía sus labios o emitía sonidos, Ukyo podía entender de alguna forma en su corazón lo que le quería decir.
Sé una buena niña, ayuda a los demás y no dejes que la oscuridad invada ese corazón tan puro que tienes. Algún día mamá y la pequeña Ukyo estarán juntas otra vez, es una promesa.
Esa fue la última vez que vio la figura fantasmal de su madre, cuando tenía nueve años y finalmente se despidieron. Desde allí, la chica había estado intentando ayudar a algunas personas dándole consejos pequeños, comentarios de aliento, haciendo pequeños favores que nada tenían que ver con ella sino con aquellos que habían muerto y necesitaban una forma de decir adiós.
Esta vez era Jungkook.
Fue tan sorpresiva la llegada de em que ese día llegó tarde al primer día del curso técnico. Apenas Jungkook puso un pie en el edificio, Ukyo sintió el frío y la taquicardia de que algo estaba cerca. Algo muy triste y solitario.
Myungji. Y Myungji estaba buscando despedir a Jungkook debidamente luego de cinco años de haber fallecido trágicamente. Durante todo ese tiempo, ella lo había estado acompañando porque no era capaz de desprenderse pero eso a su vez, generaba pesadez y una lúgubre vida en Jungkook.
A veces, si un ser del más allá no te suelta, tu vida se ve entorpecida y por dolor y miedo, em había hecho eso con Jungkook.
Pero ahora tenía a Ukyo. Ambos la tenían. No era más que eso, un instrumento.
Sin embargo, y con lo poco que Ukyo conocía a Jungkook, en ella se había despertado una curiosidad inminente por el chico pues era tan lindo como un cervatillo bebé y tan educado como un príncipe. Aunque estuviese herido, aunque fuese solitario y siempre estuviese con la conciencia dentro de su cabeza, Ukyo quería ayudarlo de corazón; más allá de que Myungji se lo estuviese pidiendo para que ambos pudieran continuar sus caminos.
— ¿No tienes mamá? Lo siento, no quise... —Jungkook miró el suelo y se mordió el labio inferior.
Ukyo negó varias veces con la cabeza y le regaló una sonrisa al chico que tuvo que evitar mirar sus hoyuelos, eran de cierta forma tiernos y le recordaban a su viejo amigo Namjoon.
— Ella está en un buen lugar seguramente —Otra vez ese acento un poco añiñado pero lindo —Discúlpame a mí...
— Ya lo hiciste, ya está bien Ukyo —Forzó una sonrisa diminuta pero le fue imposible, suspiró —¿Ella está bien?
Directo al grano.
Ambos se enseriaron.
— De hecho, está igual que tú. Triste y solitaria.
— ¿¡Qué puedo hacer para cambiar eso!?
Ukyo lo intentó apaciguar con sus manos dándole golpecitos en el hombro.
— Tranquilo, primero hay algo que tienes que saber y que Ella quiere que sepas. Jungkook la miró aún con el atisbo de desespero en su mirada —Murió sin dolor y sin poder saberlo. Lo siento, me ha pedido que te lo dijera.
Jungkook tensó la mandíbula y bajó la mirada. Esa era una de las tantas preguntas que siempre rondaron por su cabeza.
¿Había dolido?
— Y hay otra cosa que también deberías saber —Esta vez la expresión de Ukyo se suavizó porque lo que estaba por decir a continuación era la parte más dura cada vez que alguien aceptaba su ayuda —Em está aquí para despedirse, no para quedarse por más.
— ¿Despedirse? —Kook suspiró. Por supuesto, no podía retenerla mucho más, ¿no?
— Pero las despedidas generalmente vienen con condiciones de la otra parte y em me ha puesto muchas —Bromeó Ukyo aligerando la tensión.
— ¿A qué te refieres?
Ukyo se levantó del columpio y estiró sus brazos hacia el cielo.
— Quiero que hagas las cosas que nunca pudimos hacer —Dijo Ukyo.
Un escalofríos recorrió al chico. Esa no era Ukyo, probablemente era em. Era tan típico de ella, los planes, el futuro, el conocer la vida.
Ukyo se giró y le entregó un papel a Jungkook.
— Léelo cuando estés en tu casa. Cuando estés tranquilo y luego de un buen baño, ¿vale? —Ukyo se inclinó levemente y palmeó el cabello de Kook. Este no se movió pero se tensó —Prometo ayudarlos.
Prometo ayudarte.
— Nos vemos en clases, Jungkook.
Pero Jungkook le gritó ya cuando estaba un poco más lejos.
— ¡Ukyo, puedes llamarme Jeongguk! —No supo que lo llevó a decir aquello pero lo hizo.
Ukyo le sonrió con las manos entrelazadas detrás de la espalda y su cabello era mecido por el viento de esa tarde.
— No. Ese nombre sólo le pertenece a Myungji, a mí no me pertenece nada. Nos vemos.
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