III
Cuan irritado se sentía; la agradable claridad y ambiente colorido que todos disfrutaban, al joven de cabellos negros le parecía muy desagradable, solo quería regresar a casa y descansar para menguar su frustración que desde hace tiempo parecía atacarlo con mayor fuerza e insistencia. Pero no podía hacerlo, tenía que soportarlo: poner cara feliz, mostrar interés y responder con algo más ingenioso que un simple Sí o No.
¡En qué clase de monstruo se convirtió...!
Se sentía aprisionado, preso de un sentimiento de culpa. Junto a su prometida escogiendo las argollas de matrimonio ¡Su Prometida...! Estaban unos meses de casarse, se encontraban planificando su boda, el momento que todos sueñan junto al ser más amado en su vida.
Los ojos azules de la joven de cabellos dorados agudizaron su mirada al notar la forma extraña en que era observada, sonrió de forma tímida para luego cambiar la dirección de su atención a la gran vitrina frente a ella. Reprimió el impulso de suspirar cansado ante la situación y dirigió su vista junto a la de su acompañante. No obstante sus pensamientos seguían a flote creando caos en su cabeza.
¿Como podía continuar con la planificación de tan esperado día si sentía amor y atracción por otra mujer?. Una semana de haberse encontrado con su ex... y ya sentía que debía tirar todo por la borda.
"Infiel" seria la descripción exacta para sus actos, el problema era saber ¿A quién?,¿a su primer amor de quien se enamoró en el lugar menos pensado y adecuado pero que le cambió su triste destino?, ¿o a su prometida que lo ha apoyado y ha estado junto a él curando su atormentado corazón?.
Mirándolo de la forma ética y moral; le estaba siendo infiel a su actual pareja con quien a la mirada de todos mantenía una relación estable, eso haría de Asuna la otra, aunque no haya hecho o insinuado algo con ella como para decir que se encuentran en una aventura romántica. Pero si escuchaba a su corazón la otra mujer sería Alice con quien trató de cerrar la herida que la sub-comandante dejó y que a estas alturas no ha sanado.
Pero que esperar de alguien que nunca fue bueno para expresar sus sentimientos, quien era un niño que solo pensaba en jugar MMOs todo el tiempo antes de quedar atrapado en el juego de la muerte el cual ha quedado en el pasado. Ambas mujeres dieron el primer paso para acercarse a él.
–Escuché por mi padre que lograste amarrar al mejor postor.–las palabras desinteresadas de su prometida, lo incomodaron o fue el simple hecho de verla emocionada frente a varias argollas de matrimonio.
–Algo así, estaré muy ocupado, espero no te enojes y comprendas que no puedo desperdiciar esta oportunidad –agachó su cabeza al sentirse sofocado.
–Ya lo sé, pero me molesta tener que pasar menos tiempo contigo–hizo un pequeño puchero de enojo, lo cual solo logró que se pusiera nervioso pues la culpa lo carcomía –Y pensar que padre quiere que lo ayude con lo suyo...–habló en tono de queja.
–Él siempre ha querido que seas su sucesora –logró decir después de maldecirse –Debes de mejorar y no asustar a los accionistas de la forma que lo has hecho.
–No es mi culpa que ellos no tengan bien puestos los pantalones para aceptar una crítica constructiva y realista, corren como cucarachas cuando me ven. –gritó haciéndolo retroceder un poco por su sobresalto.
–Yo sentí el mismo temor cuando te conocí así que siento piedad por ellos –bromeó ganándose un leve jalón en su brazo.
–¡Me gusta!–gritó emocionada al mostrar la pequeña caja en sus manos.
–Si a ti te gusta a mí también. –no sabía cómo a estas alturas podía decir tantas farsas.
–Entonces probémoslo...
Ese delicado anillo de oro, decorado con líneas curvadas en el centro, cuando lo colocó en la pequeña y delicada mano de la rubia se sintió mucho más pesada que su espada negra que le acompaño en el viejo castillo de hierro, incluso parecía que poseía el filo suficiente para hacerle una herida muy profunda... Recuerdos de una escena similar llegaron a su mente, solo que se trataba de otra persona y en un lugar que hace mucho no visitaba.
.
.
.
–No debes quitarle la vista ni un segundo a tu bebida cuando estés en lugares como estos –más que un consejo sonaba como un niño regañando a su pequeña hermana.
–En verdad no puedes confiar en nadie, o tienes mucha experiencia en venir al bar –le reclamó, algo que a él le pareció adorable viniendo de ella.
–Nunca sabrás cuando alguien quiera aprovecharse de ti y mientras estés conmigo soy responsable de lo que te pase. Además mi experiencia con la copa no tiene nada que ver. –habló intentando defenderse, pues sabia el carácter que aun persistía en la subcomandante que seguro lo castigaría si se enterara la cantidad de veces que había frecuentado ese lugar en los últimos meses.
–Te escuchas como mi padre –bromeó haciendo que ambos rieran.
Shouzou-san era el tipo de hombre que se preocupaba demasiado si se trataba de su amada hija, incluso cuando ésta ya no estaba bajo el cuidado de la familia Yuuki se preocupaba demasiado y siempre estaba velando por su seguridad.
Eso le hizo recordar... hace cuánto tiempo no había visto al padre de Asuna, estuvieron en contacto algunos meses después de su ruptura pero el tiempo hizo lo suyo para terminar todo tipo de relación con los Yuuki.
–Un día de estos iré a saludarlo... –dejó que sus palabras volaran con el viento ya que no estaba seguro si ese amable hombre aun le tenía el aprecio de antes.
–Le alegrará verte –sonrió tímidamente notando la inseguridad del azabache.
Ambos se encontraban sentados al costado de la barra, y como en las anteriores ocasiones el sordo silencio reino entre ellos. Las primeras tres noches se utilizaron para designar al compañero y los temas a tratar, de ahí en adelante cada pareja era libre de elegir el lugar y hora en que se reunirían para continuar el proyecto a su elección. Dado que ambos mantenían agendas saturadas decidieron llevar a cabo su proyecto social (como lo designó Asuna) por la tarde y parte de la noche. Por supuesto no se reunirían todos los días al menos que la situación lo amerite.
Hablar de temas privados de su vida personal era algo tabú entre ellos, o eso era lo que él pensaba ya que eran pocas las ocasiones en que Asuna le preguntara sobre eso. Quizás para no incomodarlo o evitar abrir la herida que ambos tenían. Contarle que se encontraba comprometido era algo que no quería decirle, no quería arruinar el poco ambiente que había logrado, pero también se sentía agobiado por no saber si ella ya tenía su vida hecha.
–Tus padres y Suguha-chan se encuentran bien–habló para romper el ambiente tenso que se había creado.
–Sí, madre y padre están de viaje en el extranjero y Sugu está entrenando a un pequeño grupo de niños en Miyazaki.
–Oh... después de todo a ella siempre le encanto blandir su espada, más que a cualquiera de nosotros.
–Tanto que sigue pasando esa tradición a varias personas, es raro verla por aquí. –informó con algo de melancolía en su voz.
–Espero que no hayas caído de nuevo en el mal hábito de comer solo fideos. –le miro de la forma seria que siempre utilizó cuando lo encontraba comiendo comidas poco nutritivas según ella.
–¡Sé cocinar...! y eso se lo debo a una gran chef, cuantos años llevo viviendo solo y aun no me he muerto de hambre –bufó un poco nervioso, ya que últimamente no estaba alimentándose de la mejor manera y no quería que ella se enterara de eso.
–Esos recuerdos... me parecen tan frescos aún, la forma en que te tomaba de las manos para enseñarte a...
Ese pequeño susurro se apagó al momento de que recapacitara sus palabras solo para sonrojarse y avergonzarse, era la primera vez desde que se volvieron a encontrar que la veía ponerse de esa manera. Si hacía memoria ese día en la cocina de su hogar en Kawagoe ellos... ejem. Súbitamente trató de eliminar esas imágenes de sus pensamientos antes de que estos volaran y no pudiera detenerlos.
–Necesito ir a...–no término la frase y se retiró al darse cuenta de lo abochornado que se encontraba, más que ella sin lugar a dudas.
.
.
.
Dejó escapar un suspiro de disgusto al sentir el agua fría en su rostro. Cálmate... cálmate... susurró para sí mismo para tranquilizar su mente. Su ritmo cardiaco acelerado al máximo no le estaba ayudando, solo fue un pequeño flashback de su vida, fue hace mucho tiempo pero ciertamente toco un punto clave para hacerlo tambalear. Incluso la misma Asuna pareció flaquear un poco, o eso le pareció al ver su reacción. La conocía tan bien que estaba seguro que le afectó de igual forma por eso decidió dejarla un momento a solas para que ella también enfriará su cabeza.
No podía hacer más para tratar de tranquilizarse ya llevaba varios minutos en ese lugar. Tomó una de las toallas para limpiar su rostro antes de salir hacia donde su acompañante le esperaba.
No había ni siquiera dado unos pasos fuera del Toilette cuando su visión captó el lugar donde se encontraba Asuna, solo para verlo lleno de hombres a su alrededor. Tres específicamente, dos de ellos junto a la barra y el otro tomándola de la mano lo que a ella le molestaba, se encontraba forcejeando para evitar contacto con ese patán.
Esos malditos imbéciles...una ira indescriptible empezó a crecer en su interior. Ni siquiera sintió como fue que llegó tan rápido hacia donde se encontraban.
–Me harías el favor de dejarla en paz –tomó la mano del sujeto y la apretó con toda sus fuerzas haciendo que soltara la mano de Asuna.
–Kirito-kun... –habló preocupada al notar su presencia, sabía del carácter explosivo que salía a flote cuando se trataba de bastardos como ellos.
–¿Quién diablos te crees escoria? –amenazó poniéndose frente a él, tratando de intimidarlo cosa que no lograría solo por ser unos centímetros más alto.
Su mirada se encontró con la preocupada de la pelinaranja antes de contestar en un tono calmado pero conteniendo su furia –La persona que hará que te echen de este lugar si no te pierdes de mi vista.
–Pero que bromista eres enano –bramó haciendo que los otros dos hombres rodearan los costados del azabache.
–Las personas que solo crecen en físico no son las más listas.
–¡Que acabas de decir maldito!...
Con sus manos lo sujetó del cuello al verse humillado de esa forma, haciendo que Asuna intentara intervenir. Las cosas se estaban saliendo de control y pronto empezarían una pelea pero... la jugada estaba hecha.
–¿Esta persona le está molestando señor Kirigaya?
Todos voltearon al escuchar las fuertes palabras del hombre corpulento y robusto quien trabajaba como seguridad de ese lugar y se había acercado para evitar una guerra campal durante su turno.
–Depende de lo que piense el caballero –inquirió al verse victorioso pues conocía muy bien al hombre quien intervino a tiempo.
–Lo dejaremos aquí... –masculló entre dientes, antes de darse la vuelta y desaparecer entre la multitud junto a sus compañeros.
–¿No estás herido verdad? –fue sorprendido por una oleada de pena cuando Asuna se abalanzó sobre él para asegurarse que no le hubieran lesionado.
–Estoy bien, pero me interesa saber que no te hicieron nada esos bastardos. –le tomó la mano para verificar que su mano estuviera bien, al tacto de este ella dejo salir una pequeña sonrisa que le sorprendió.
–Eso fue peligroso no lo vuelvas a hacer y me encuentro bien –la veía más tranquila y calmada algo que lo tranquilizó –Gracias, y Kirito-kun ya puedes soltarme.
–Lo siento –soltó la delicada mano que con mucho cariño sostenía.
–Estaré por aquí si me necesita –y de igual manera que apareció el robusto hombre se despidió sin más preámbulos.
–Ok, te debo una Hayato. Nos sentamos... –ofreció rápido para no entrar en detalles.
No quería decirle que no tenía planeado que su amigo lo ayudaría, la verdad ni siquiera sabía que se encontraba de turno, esta vez tuvo suerte. Ya que si él no hubiera intervenido de seguro habría empezado una riña; pero como no, si estaba realmente furioso y quería destrozarle la mano a ese bastardo por atreverse a ponerle un dedo encima a la joven a su lado. Sentía como su sangre aun hervía por dentro...
Alzó su copa y bebió todo su contenido, fue en ese momento que se dio cuenta que antes de retirarse estaba sentado al otro lado de Asuna y en efecto la copa de la que bebió y terminó por completo no era la suya le pertenecía a ella. Por el color de sus mejillas sabía que había cometido un error al confundir los tragos.
Un beso indirecto... es una buena recompensa después de todo. Sonrió al pensarlo de esa forma.
–No estoy acostumbrada a lugares como estos y bueno no quiero pensar eres un cliente regular. –habló intentando calmar su pena.
–No es que venga seguido, es solo que a veces necesito una escapada de la rutina, tratar de vaciar mi mente.
–¿Y porqué necesitas vaciar tu mente? acaso no eres feliz con lo que haces.
Directo al clavo... nadie había comprendido tan a fondo lo que significaba esa frase para él, no tuvo que decirlo tan obvio para que ella se diera cuenta. Una terrible jaqueca empezó a aguijonearle su cabeza, y sintió la necesidad de dejar salir todo aquello que durante tanto tiempo calló. Respiró profundo para darse valor e intentar empezar a hablar:
–A pesar que me dijiste que cumpliera mí sueño, que cerrara el trato con Kobayashi-san y que viviera feliz, siento que nunca lo he sido. –hizo una pequeña pausa antes de continuar, no quería perder el control y empezar una discusión... –Me siento atrapado, frustrado cada vez que veo mi nombre subiendo poco a poco pienso ¡La persona que me apoyó desde que esa loca idea salió a flote no está conmigo! La única persona que creyó en mí, me dejó y aún no comprendo ¡Que hice mal...!
Una terrible inquietud estaba creciendo en su interior, sabía que tenía que callarse, cerrar la boca, intentar calmarse y no arruinarlo pero no entendía porque sentía tanta ansiedad, que le gritaba por dentro que no se detuviera.
–Kirito-kun... nunca hiciste nada malo...–intentó calmarlo al ver como el azabache empezaba a mostrar un aura deprimente.
–¡No mientas Asuna! –la mirada fría que le dedicó hizo que parara –Fue porque siempre estuve rodeado de mujeres que sentían algo por mí ¡No era un secreto para ambos saber que Liz, Sinon, Silica incluso Sugu me miraban de otra forma. O porque fui un inútil al demostrarte lo que sentía por ti yestoy seguro que eso te incomodaba. También te molestaba que pasara más tiempo en mi trabajo a pesar de eso siempre me animabas y me recibías con una alegre sonrisa cuando llegaba a casa, sabia de lo frustrada y sola que te sentías pero no sabía cómo cambiar eso...
Su expresión era incierta, estaba asustada o aterrada, quizás sintiendo lastima o culpa. No sabía cómo contestar a su mal genio. Su cabeza le dolía, un insoportable zumbido en sus oídos evitaba que escuchara el ambiente con claridad. Eso no iba a detenerlo, con lo cabezota que era por supuesto que no...
–Te esperé... estuve parado en el altar por horas a pesar de lo que todos murmuraban a mis espaldas yo te esperé, confiaba en ti, que llegarías vestida de blanco como te imaginé en mis sueños. Me darías alguna excusa de la cual yo me reiría y haríamos callar a aquellos que pensaron lo contrario mientras sellábamos nuestras vidas con nuestro primer beso como marido y mujer; pero mis miedos e inseguridades se hicieron realidad, corrí como loco hacia la casa de tus padres. Pensé que algo te había ocurrido y vaya sorpresa la que me llevé al ver al chofer y Sada afuera angustiados porque te rehusabas a salir. ¡No tuviste la decencia de decirme en la cara todo aquello que me destrozó!, ¡Te encerraste en tu gran mansión y me lo dijiste a través de ese maldito aparato!
Su aliento y fuerzas se estaban debilitando... más al ver esos ojos avellana llenándose de lágrimas. Una punzada atravesó su corazón al ver lo que había provocado...
–Te busqué, quería creer que todo aquello fue mi imaginación pero no fue así, nuestro departamento quedo vacío, me negaba a estar en ese lugar que me recordaba cada momento que vivimos juntos... incluso me refugié en el alcohol y casi pierdo todo lo que habíamos logrado. ¡Me arrepiento de ser tan estúpido! y perder lo único que me recordaba que alguna vez fuimos algo, nuestra hija Yui desapareció porque no fui capaz de salir de ese agujero a tiempo. Llegué a pensar que si me volvía un gran hombre de negocios y estaba a la altura de tu procedencia lograría que te fijaras en mi, después de todo nuestro estatus social siempre fue desproporcionalmente grande. Pero... ¿cómo podría mostrarte lo exitoso que me había vuelto si ni siquiera sabía nada de ti?. Ahora que tengo la oportunidad...
Acercó su rostro a escasos centímetros de aquel femenino bañado en llanto, sus labios casi se rozaban podía sentir su aliento.Sus dedos treparon hacia esos orbes para limpiar esas traviesas lágrimas y acariciar con ternura su mejilla.
–Dime... que esas lágrimas no son fingidas y todo este tiempo has sufrido como yo lo he hecho, que aún me amas tanto o de igual forma como lo hago. Nunca te he olvidado, te amo Asuna...
Estaba dispuesto a unir sus labios, comprobar que ella aun le pertenecía. Solo debía de inclinar un poco más su rostro para cumplir su objetivo cuando su vista se nubló... un fuerte golpe y escuchó los gritos de alguien llamar su nombre desesperadamente...
.
.
.
La jaqueca que sentía le martillaba la cabeza, sus parpados le pesaban y su cuerpo estaba tan cansado y agotado que no sabía de dónde sacó fuerzas para sentarse y ver con mal humor a la única persona en ese lugar.
¡Como llegó hasta este punto!
Esa mujer que a pesar de su edad aun persistían varios rasgos de hermosura en ella no paraba de hacerlo perder la paciencia. Conocía a esa persona desde su rehabilitación y sabía bien que en el descuido más pequeño que cometiera, seria aprovechado por esa loca quien le manosearía alguna parte de su cuerpo, vestir solamente con una bata de hospital lo ponía en peligro.
Sus alegres y divertidas carcajadas se escuchaban por todo el pasillo, seguramente. No se estaba conteniendo, estaba logrando que personas ajenas a ellos se asomaran por la ventana de la puerta para averiguar la razón del carcajeo descontrolado. La mujer vestida totalmente de blanco y agarrándose el estómago con unas lágrimas rodándole por las mejillas gritó el causante de su gracia:
–¡La droga de la violación!
Su exagerado actuar más que avergonzarlo estaba comenzando a enojarlo. Estaba seguro que pasó toda la noche esperando ansiosa que él despertara para reírse en su cara, luego burlarse y atormentarlo con insinuaciones extrañas.
–¿Quién fue el afortunado caballero que se fijó en ti...? Tienes a todos cayendo a tus pies, hasta los varones quieren arrastrarte a su alcoba y probar ese cuerpo tuyo. –gritó sin contenerse.
Si tan solo bajara la voz evitaría ese gran escandaloso... y bochornoso momento.
–Apuesto que en la terminología médica se le conoce con otro nombre –trató de evitarse la humillación aun que sabía que era imposible tratándose de ella.
–Cierto, sin embargo todo el mundo lo conoce de esa manera y es más divertido ver qué cara pondrás –habló ya recomponiendo su actitud.
¿Porque de todos los hospitales en Tokio, la mala suerte jugó para que llegara a ese lugar?
–Bueno si ya acabaste de burlarte, entrega mis pertenencias. Me largo de aquí –sentenció esperando que sus payasadas ya dieran su fin.
–Debes descansar, además ya le avise a Sinon-san. No debes preocuparte por el trabajo. Mejor quédate conmigo yo aprovecharé los pocos efectos que aún quedan de la droga –peligrosamente fue acercándose al joven que empezaba a desesperarse, sabía que su intención era seguir divirtiéndose con él.
–Ya deja de jugar conmigo. –le amenazó y empezó a quitarse todos los cables de los aparatos que monitoreaban su estado de salud, cuando estaba dispuesto a ponerse de pie y buscar por cuenta propia sus pertenencias escuchó de nuevo.
–Es una lástima –soltó al aire llamando su atención antes de tomar el registro medico con tal calma para escribir algo en él –Yuuki-san dijo que vendría a verte antes de ir al trabajo, realmente estaba muy preocupada cuando te trajo anoche, será mejor que le llame para que cancele su visita después de todo ya no estarás cuando ella venga.
–Me quedaré solo un rato más. –bufó derrotado haciendo que la enfermera estallara en risas.
–Se ve que aún caes en sus encantos Kirigaya-kun.
–Cállate...
Sus recuerdos todavía se encontraban nublados, lo último de lo que estaba consciente es de haber alejado a esas escorias de ella y por equivocación tomar su bebida. Después de eso no tenía claro lo que pasó, recordaba vagas imágenes de...al parecer se enojó, le dijo o reclamó algo y lagrimas salían de sus ojos. Lo poco que sabía después de eso fue lo explicado por Aki-san.
–¿¡Qué hice no lo recuerdo...¡?–gritó tratando de forzarse para recordar lo sucedido.
–La salvaste de una muy mala experiencia–miró con desconcierto a Aki acomodándose en la silla a un costado de la cama –Si no hubieras tomado su copa estaríamos hablando que ella estaría sufriendo los estragos que la droga provocó. Ella era el objetivo de tal barbarie.
Tenía razón, una parte de él se encontraba alegre de haber tomado su copa y evitar que ella estuviera internada en el hospital, cuando vuelva a toparse con ese trío de escorias les haría pagar hasta que supliquen por su miserable existencia. Ajeno a sus pensamientos asesinos sintió un malestar, una complicación o...
–Aunque si las cosas fueran al revés estoy segura que habrías aprovechado la ocasión, llevarla a tu apartamento e insertar tus colmillos sobre su suave y delicada piel...
–Podrías dejar de decir tus descabelladas fantasías y guardártelas para cuando estés sola. –habló enojado. No quería que sus insinuaciones le llenaran la cabeza de malentendidos.
–No te enojes, mantendré mi boca cerrada. Cuando llegue a casa le contaré a mi esposo así ambos nos reiremos de ti.
–Eres una...
Imaginarse a esa pareja unida a propósito por el destino para hacerle la vida de cuadritos lo estaba volviendo loco, quería dejar sus modales por un lado y contraatacar pero el suave sonido de la puerta abriéndose lo abstuvo de caer en el juego de su psicópata acompáñante.
–¡Bienvenida de nuevo Yuuki-san! –cantó alegre Aki parándose y así buscar salir de la habitación –Te dejo a tu hombre listo para la acción, solo no hagan tanto ruido –dedicó un travieso guiño al joven antes de retirarse, un ambiente incómodo se apoderó de la habitación.
–Buenos días Asuna, gracias por traerme hasta aquí –agachó su cabeza luego de soltar un rápido saludo y agradecimiento, se sentía angustiado, presentía que anoche había hecho algo malo.
–Buenos días también Kirito-kun. Me alegra que te encuentres mejor –y para la fortuna del azabache sonrió al saludarlo.
Su perfume, un olor suave y agradable para sus sentidos hizo que se acostumbrara rápido a su presencia... aroma a flores. Su cabello recogido en una cola alta le quedaba muy hermoso, una blusa blanca y falda color naranja, tacones del mismo color, en su cuello un collar con un dije plateado y un reloj dorado en su muñeca. El solo observar esos detalles le estaba haciendo olvidar el tema que quería tratar con ella.
–Perdón por causarte tantos problemas... incluso te hice venir hasta aquí sabiendo que te encuentras muy ocupada. –habló nervioso al verla acercarse.
–Tú habrías hecho lo mismo por mí –esas palabras le recordaron su conversación con Aki provocando que se avergonzara.
–Por supuesto... –gritó, con voz ronca, aclaró su garganta antes de continuar –Digo, nos conocemos de hace varios años y aún nos preocupamos por el otro.
Sus parloteos se escucharon tan infantiles que provocaron que ella riera.Un pensamiento de "Todo el mundo se ha estado riendo de mí últimamente" pasó por su cabeza. Pero a diferencia de la loca enfermera, su felicidad se contagió y se sintió dichoso de tenerla cerca.
–¿Te quedarás mucho tiempo internado?. Aki-san dijo que la cantidad de droga era alta y por eso te afectó casi de inmediato.
–Creo que me darán de alta en algunas horas y podré regresar a mi rutina diaria. No te preocupes estaré completamente bien para continuar con nuestro proyecto –aseguró ante su preocupación, eso le recordó...–Humm Asuna... anoche yo hice o te dije algo malo?
–¿No lo recuerdas? –lo miró sorprendida ante su repentina pregunta.
–Mis recuerdos son borrosos, pero sé que te hice llorar, discutimos ¿verdad? Aunque no recuerdo porque...
La joven pelinaranja cerró sus ojos para meditar antes de dar una explicación a lo que pasó en el bar.
–No ocurrió nada en particular, quizás fueron los efectos de la droga. No tienes porque alterarte.
–Oye... no me mientas. Ambos sabemos que no se nos da mentir y creo que no has mejorado nada Asuna –sus miradas se toparon por algunos segundos antes que ella rompiera esa conexión al verse descubierta pues sabía que el azabache no aceptaría una excusa simple o un no por respuesta.
–¿Estás seguro? –asintió rápidamente al menos quería disculparse con ella –Bueno dejaste salir todos tus resentimientos sobre nuestra separación y...
–Que...- ¡Qué..!. ¿Qué más te dije? –dio un pequeño brinco al escucharla, no creía que había dicho todo lo que rondaba por su cabeza en las últimas semanas.
–Luego tú dijiste que aún me am...
El sonido de la puerta interrumpió lo que iba a decir. Aki pagaría muy caro si entraba a decir algo estúpido pero.... La silueta de una cara conocida que corrió hacia él para encerrarlo en un fuerte abrazo lo dejó en shock. Podía sentir la respiración en su cuello y unos mechones dorados rozaban su mejilla...el tiempo se detuvo...
–Kazuto... ¡no sabes lo angustiada que estaba! ¿porque no me avisaste?–un par ojos azules lo observaron preocupados.
El rostro masculino estaba tenso, y no podía hilar palabra alguna. Estaba en una situación tan complicada que parecía que su cerebro optó por apagar sus funciones y dejarlo a su suerte. Su prometida prácticamente se encontraba sentada con todo descaro sobre él, dándole mimos y Asuna estaba observando la escena con una expresión complicada.
–Será mejor que me marche. –pronunció al sentir el ambiente incómodo que se estaba creando.
El joven de ojos plata quería que terminara de contar esa parte muy importante de la conversación, estaba seguro que no habría otra oportunidad para hacer que le contara, pero no podía dejar que siguiera viendo algo que de seguro la hacía sentirse fuera de lugar.
–¿Y quién es ella? –preguntó Alice al notar la presencia de la castaña.
Lo que le faltaba... como podía presentarlas sin terminar aniquilado. Daba gracias a su imprudencia de quitarse el electrocardiograma que monitoreaba su corazón ya que si estuviera funcionando la pequeña maquina mostraría su ritmo cardiaco elevado, y con un sonido indicando lo peligroso que era para su salud. Y aún no podía formular ninguna palabra...
–Mi nombre es Asuna Yuuki, soy la compañera de Kirit... digo Kazuto en las obras de caridad.
Una pequeña y clara presentación. Alice parecía algo enfadada al notar las hermosas dotes femeninas de Asuna. Esto estallaría en cualquier momento...
–Es un placer, yo soy la prometida de Kazuto –con una sutileza extraña mostró la mano que portaba tan lujosa joya –Alice Schuberg... –la mirada sorprendida de Asuna hizo que una fuerte punzada atravesara su alma.
Alice no sabía nada de su pasado con Asuna y ella tenía algo importante que decirle y ahora nunca se lo diría...
Cualquier intervención en esta inesperada e incómoda presentación, la aceptaría de maravilla, ¿Dónde se metió Aki-san cuando realmente se necesita? Fingir una recaída no sería creíble y complicaría más lasituación.
–Yuuki-san no debes de preocuparte, yo me hare cargo de Kazuto –y para la desgracia del pelinegro Alice postró un beso en sus labios.
–Lo dejo en buenas manos entonces –la Yuuki se volteó y dedicó unas últimas palabras extrañada por el estancamiento del pelinegro –Me encargaré de continuar el proyecto tú debes de descansar, no te fuerces. –el joven asintió mecánicamente con la cabeza. La puerta de a poco se cerró, dejando un silencio...
Silencio... que le dejó un amargo sabor de boca...
Holasu... al fin muestro señales de vida. ¡Feliz año atrasado!
Aquí el tercer capitulo de este extraño fic, por algunos estancamientos que siempre me dan y ya se me esta haciendo un mal habito durante los últimos meses del año morí por un tiempo pero espero que en este año me ponga al día no solo con este fic. También me perdí el evento de navidad y aun no he leído nada TT_TT.
Algunas cosas por aclarar:
Kiri se refiere a Kikuoka cuando habla del esposo de Aki. Una extraña combinación pero ambos dan esos aires psicópatas.
Y si, Kiri no recordara nada de lo ocurrido en el bar. Obviamente Asuna no tocara el tema de nuevo.
En cuanto a Asuna, le sorprendió que Kiri estuviera comprometido pero no quiere intervenir en su vida, después de todo ella lo dejo. Hay una buena razón para eso.
Sumi_chan gracias por el magnifico beteo realizado. Aprendo de a poco y es una suerte tenerte.
Bueno espero tener un nuevo capitulo pronto, pero el proceso será lento. Asi que... nos leeremos en la próxima actualización.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top