Pastel
Al terminar las clases su dibujo estaba terminado. No estaba tan mal, a decir verdad. Cuando llegara a casa lo enmarcaría. No quería presumir, pero era lo mejor que había dibujado en años. Aun cuando algunas líneas estaban algo sucias y se notaban ciertas marcas de borrones. Se despidió de Rapunzel y Mérida, e hizo el mismo recorrido que acostumbraba hasta la cafetería. De nuevo lo vería hoy. Aprovecharía, sin dudas, a verlo con detalle. Tenía que mejorar su dibujo. Entró a la cafetería, y se apresuró a alistarse. Faltaba bastante para que Hiccup llegara. Pero él no era el único cliente.
-Hey, Bunny. Ya llegué.
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Hiccup como siempre iba de un lado a otro trabajando. Trabajar en una herrería no era de lo mejor. Le pagaban bien, debía admitirlo. Pero era cansador. Por lo menos con tanto esfuerzo físico obligatorio mantenía un poco la figura. No sabría decir que sería de él si no tuviera que hacer tanto esfuerzo todos los días, cuando ni ganas de caminar tenía. De vez en cuando recordaba aquel curioso mensaje. O mejor dicho, el contenido de ese. Esas flores debían ser muy lindas como para que Jack le dijera de tal dato. ¿A Astrid le gustarían? Ya quería salir del trabajo.
La mañana fue un poco tortuosa. Pero al fin luego de una jornada agotadora, salió en busca del lugar. Por suerte no le costó encontrarlo. Estaba a solo unas tiendas de la que siempre visitaba. No bien entró un hombrecillo rubio y pequeño lo atendió con señas. Hiccup no supo muy bien que hacer. Había entendido que él era ¿mudo? ¿sordo?. Ugh. Nunca aprendió a hablar con el idioma de señas.
-¿Tendrá usted unas rosas blancas? – le comentó haciendo gestos. El hombrecito se rió, tan simpático como solo el podía ser, y asintió. Hiccup sonrió. Era mudo, no sordo, al parecer. No pasó mucho antes de tener el ramo en sus manos. Era hermoso. Mucho mejor que otros que antes hubiera comprado. Pagó, y estuvo a punto de irse, cuando notó que el hombrecito le levantaba el pulgar al otro lado del mostrador. No supo porqué lo hacía ni que significaba. Pero quiso creer que le deseaba suerte. Así pues, sonrió, y salió animado hasta la cafetería. Iría primero a darle las gracias a Jack, puesto que la idea había venido de él.
-Hola.- lo saludó Jack vestido de mozo, como siempre, sonriente.
-Hola.- le devolvió el saludo Hiccup, calmado, sin exagerar las ansias que tenía por ir de una vez a la casa de su amada.
-¿Todo bien?- siguió con el tema como si nada.- ¿Lo mismo de siempre?
-Claro.- asintió el ojiverde, yéndose a sentar al mismo rincón abandonado de siempre. Esta vez había algunas personas en la cafetería. Ah. Que vergüenza, mucha gente lo miraba con curiosidad debido al ramo de flores. La orden no tardó en llegar de la mano del albino. Todo le fue servido con cuidado. Cuando Hiccup ya iba a darse un bocado, su cabeza dramáticamente descendió. Jack lo estaba despeinando furiosamente.
-Ánimo, ya caerá.- fue lo único que escuchó antes de ver la espalda de Jack alejarse rumbo a la cocina de nuevo. Que extraño. Por un segundo, tuvo muchas ganas de reírse. De divertirse y olvidarse de todo lo que le preocupaba. Suspiró. Jack era genial.
Mientras tanto, en la cocina, ni bien al llegar, Jack se quejó desanimado. No es que hubiera pasado nada malo. Sin embargo, sentía una sensación contradictoria en todo su ser. Era lindo ver que Hiccup le había hecho caso al comprar aquellas rosas tan lindas. Sin embargo también resultaba algo... Molesto. Incluso él comenzaba a tener miedo de que a la dichosa chica no le gustaran las flores. Y, si eso pasaba, realmente se sentiría algo mal por haberle dado esas esperanzas al castaño. Se odió por unos minutos. No debería haber mandado ningún mensaje. No debería haberlo alentado a... Irse con ella.
-Ahg.- se revolvió a si mismo los cabellos. Estaba actuando como un tonto. Hiccup quería conquistarla, y él solo la estaba ayudando. No tenía por qué arrepentirse en este punto.
-¿Pasa algo, hijo?- le preguntó Norte, dándole un susto al albino.
-¿Eh? No, claro que no. Es solo que estoy cansado de trabajar.
-Ya veo. Vuelve a casa, yo atenderé en tu...
-¿Qué? ¿Y tener que hacer tarea en casa? ¡Ni loco!- y con esa excusa, el joven salió de ahí, solo para evitar que Norte lo pusiera incómodo con alguna pregunta. No era tonto. Sabía que el viejo ya comenzaba a sospechar sobre su estado. Ciertamente tenía que ser un poco más cuidadoso con lo que andaba haciendo. Volvió al trabajo, atendiendo mesa por mesa a las personas que llegaban ansiosas de probar las comidas del menú. Jack era muy bueno en su trabajo. Norte y Tiana siempre lo alababan, diciendo que derramaba carisma y diversión por donde iba. Y era cierto, el chico tenía una manera de dirigirse a los clientes que los cautivaba. Sobre todo a las chicas. Era difícil no notarlo. Incluso en algún punto, Hiccup tuvo que levantar su mirada del plato y encontrarse con la figura de Jack moviéndose ágil por el lugar, atendiendo a las chicas con una sonrisa, haciendo bromas y haciendo que todos y cada uno de los presentes se riera. Cuando al fin terminó su porción, Jack volvió a su lado, comenzando a recoger todo.
-Veo que tienes suerte con las chicas, eh?- bromeó un poco Hiccup. El albino abrió los ojos con impresión solo por unos segundos. No se esperaba que justamente él le dijera algo como eso.
-No es para tanto, es solo sonreír un poco y tratarlas bien.- expresó con simpleza. Normalmente era un poco más fanfarrón, sin embargo por esa ocasión lo dejó pasar.
-Algún día tienes que enseñarme esas técnicas.
-Ja, ya quisieras.- ambos se miraron con cierta diversión. Para Jack, era un gran logro que ahora el castaño pudiera hablarle de ese modo tan particular. Sin que ambos se dieran cuenta, ambos quedaron perdidos en la mirada del otro. Aunque solo unos segundos, ya que el sonido de la campanilla de la puerta abriéndose, hizo que el más joven pestañeara y girara la cabeza.- ¡Mérida, Punzie! – Sin esperar nada, el chico dejó todo de lado y salió en el encuentro de sus amigas.
-¡Hey! Toma, ya terminé.- dijo energética la pelirroja, tendiendo el libro de apuntes. Jack los recibió feliz, pero esa mueca cambió al ver que solo en la portada, había unos dibujos de flechas, caballos y manzanas.-¿Qué? ¿No te gusta mi arte?
-Mérida...
-Lo siento, Jack, le dije que no lo hiciera, pero ella...- Punzie no pudo seguir hablando, dado que, además de que Jack se puso a tratar de estamparle los apuntes por la cabeza a Mérida, había alguien que llamó su atención. ¿Esa persona sería de quién Jack gustaba? Solo al ver el ramo de flores blancas pudo saberlo. Sintió un malestar en el estómago. En seguida buscó a Bunny. Obviamente estaba en la cocina. Quiso entrar. ¿Estaría bien? Muchas preguntas le llegaron, pero todas quedaron en segundo plano cuando vieron como Hiccup se despedía de Jack. Solo fue un simple y desanimado : "Nos vemos", pero en su cabeza, solo con ver la expresión tranquila y algo ansiosa de Jack, significó algo más. Tal vez se estaba haciendo ideas muy locas.
-¡Que te disculpes!
-¡No!- y la pelea entre la pelirroja y su amigo la devolvió a la tierra.
-Chicos, dejen de pelear, asustan a los clientes.- ambos amigos se detuvieron, miraron a su alrededor. Algunas chicas reían, otras murmuraban. Los mayores solo suspiraban como si vieran una película de amor. Mérida miró a Jack. Jack miró a Mérida. Y ambos hicieron una mueca de asco que les casó una sonora carcajada.
-Oigan, siéntense. Coman algo. La casa invita. – Dijo sonriente Jack, una vez se le terminó la risa. Ambas amigas obedecieron, y el albino pasó a la cocina sonriente, solo para casi chocar de frente con Bunny, que se retiraba. -¿Ya te vas?
-Mi turno ya terminó.- le explicó este sin detenerse. Jack se sintió extrañado por la respuesta tan corta y seca. Sin embargo no dio más importancia al tema, y siguió de largo. Bunny siempre se comportaba extraño cuando estaba cerca de él.
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A pesar de que no le había dado mayor interés al tema, ahora Jack se veía en la incómoda situación de estarse arrepintiendo. Bunny, con el pasar de los días, había estado un tanto más alejado de lo normal. Ya no intentaba hablarle, no lo insultaba, ni tampoco lo empujaba "cariñosamente" como solía hacerlo de vez en cuando en la cocina. Todo eso lo traía un tanto intranquilo. Hubiera sido muy fácil preguntar y ya. Sin embargo cada vez que trataba de hablar con él, Bunny decía que no tenía tiempo, que estaba ocupado, o que simplemente no le apetecía hablar del tema. Todo eso dejaba al albino enojado, dudoso y sobre todo, triste. ¿Qué había hecho mal?
-Te ves fatal.- comentó Mérida, sentándose a su lado.
-Cállate.-bostezó Jack.- El tonto de Bunny no hace de mi trabajo algo más fácil.
-¿Bunny? ¿Qué pasó con él?- se interesó Punzie, dejando de lado las tareas y obras de arte que estaba haciendo en su mesa.
-No lo sé. El tonto está muy extraño. Ya no me habla, y cuando trato de aclarar todo, evade el tema.- se quejó Jack, cruzándose de brazos y dejándose ver algo molesto.- Que yo recuerde, no le he robado ningún pincel.
- ¿No será por...? ¡Ah!- Mérida se retorció de dolor solo unos segundos, ya que Punzie le había propiciado un ligero pero certero golpe entre las costillas con el codo.
-Tal vez deberías intentar hablar de otro modo con él. Uno más...¿Cariñoso?
-¿Con él? ¿Yo?
-Jack...
-Esta vez no he hecho nada.- se defendió.
-Lo sé, lo sé. Pero...¿No quieres arreglar las cosas?- el chico suspiro algo molesto con la situación, sin embargo terminó por aceptar que tal vez lo mejor sería hablar con su compañero de trabajo. Después de todo, sinceramente sí que quería a ese tonto Conejo. Punzie suspiró con algo más de calma. No le gustaría que hubiera una pelea entre esos dos.
-Por cierto, hoy no he visto a Flynn.- interrumpió Mérida, con una sonrisa pícara dirigida a la rubia, quien solo se sonrojó, enojándose.
-¿Por qué me miras así?
-Oh, nada, pensé que tu sabrías algo.
-Claro que no, no hablo con él.
-Deberías, tal vez nace el amor.-Mérida pestañeó repetidamente mirando a su amiga, imitando la expresión que ésta hacía cada vez que pensaba en ese chico.- "Oh, Flynn..."- Jack comenzó a reírse de la dramatización de Mérida, y de cómo Punzie trataba de detenerla, puesto que sus compañeros comenzaban a prestarles atención igual. Finalmente todos se calmaron, puesto que el profesor de matemáticas llegó al salón. Las horas de aprendizaje pasaron un poco más pesadas de lo normal. Pasar de hora en hora parecía una hazaña de mil años de antigüedad. Jack nunca fue alguien paciente, y el solo pensar que al termino de las horas de clases tenía que encontrar una manera de pedir disculpas por algo que ni sabía que había hecho, lo llenaba de ansias. ¿Cómo hablarle a ese testarudo? Se la pasó pensando en ese tema todo el día, hasta que por fin la campana sonó. Antes de irse Punzie le dio ánimos, y Mérida se rió de él. Vaya que tenía suerte de tenerlas cómo amigas.
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-Oye, yo me marcho por este camino. – Comentó con simpleza Mérida, posando su mano en el hombro de la chica, con la intención de despedirse con un simple beso en la mejilla.
-¿Ah? ¿No vamos a volver juntas?
-Ah, hoy no. Tengo cosas que hacer.- comentó con una sonrisa. Punzie sintió cierta sensación extraña, pero ni se le pasó por la mente en pensar algo malo de su pelirroja amiga.
-Bien, cuídate.
-Claro.- al fin se despidieron, tomando cada una el inicio de un camino diferente. Pero ni bien Rapunzel había avanzado unos pasos, escuchó un pequeño grito. Se dio media vuelta, y se dio cuenta de que Mérida volvía sobre sus pasos con una radiante sonrisa.
-¿Pasa algo?
-Olvidé esto.- comentó la pelirroja, buscando entre sus ropas algo. La rubia la vio con extrañación, divertida. No se imaginaba a que se refería su amiga.- Toma, me lo agradeces luego.- le extendió un pequeño papel arrugado, y ahí sí, salió disparada de nuevo en la dirección contraria. Al parecer llegaba tarde a algún lado. Por su lado Rapunzel se quedó viendo como Mérida se marchaba, y una vez su silueta se perdió entre las calles, miró con curiosidad el papel. Al instante sus mejillas se tiñeron de rojo. Era el número de Flynn. ¿¡Cómo lo había conseguido!? ¡Ah, por el sol! Su corazón se aceleró, y sin quererlo una sonrisa enorme le invadió el rostro. A veces amaba demasiado a su energética amiga.
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Llegó un tanto más tieso de lo normal. Tiana atendía con una sonrisa a todos los clientes, y fue la primera en recibirlo. Le devolvió el saludo con una simple sonrisa, encaminándose hacia la cocina. Ya que había llegado, tenía que solucionar el asunto de Bunny antes de que pasara a ser algo más serio. Además...Hiccup llegaría dentro de poco. Entró, sin embargo no encontró a nadie más que a Meme, arreglando algunas flores para ambientar.
-Oh, hola.- lo saludó. El pequeño hombre rubio movió su mano devolviendo el gesto, sonriendo con esa simpática sonrisa suya.- ¿Has visto a Bunny?- Una negación. - ¿No? ¿Seguro? El siempre está aquí...
-¡Jack! Que bien que llegas, hijo. Necesitamos manos en la cocina hoy.- de repente entró Norte con su gran ánimo, soltando esa orden. Jack alzó una ceja sin entender bien qué sucedía.
-¿En la cocina?- repitió tontamente.- ¿Pero...Y Bunny?
-Oh, ese chico. Se marchó hace unas horas. Dijo que se sentía mal. Dejó realizados algunos pasteles, sin embargo creo que nos harán falta más. ¿Me ayudas a cocinarlos? ¡A qué juntos podemos lograr algo épico!- El albino chico solo asintió con una tenue sonrisa, escuchando como su tío alababa a Meme por el arreglo floral. Pasó a dejar sus cosas por el depósito, para cambiarse de una vez. Sí que estaba extrañado. Bunny nunca faltaba, y mucho menos le dejaba su trabajo a nadie más. Eso era tan extraño...Y comenzaba a alarmarlo.
Ya preparado, comenzó el verdadero reto de seguir las complicadas recetas que Bunny había dejado preparadas para ellos. Norte leía una y otra vez lo mismo, sin entender realmente, mientras Meme organizaba los utensilios y Jack ponía una aburrida expresión. Cocinar no era lo suyo. Fue una odisea, sin embargo las cosas no marchaban tan mal. Dudaba de que los pasteles que hacían tuvieran el exquisito sabor de lo que preparaba Bunny, pero para ser sincero, no estaban tan mal. Fue entonces, cuando probó uno, que le entraron unas ganas de hacer su propio pastel. Fue algo extraño en realidad. Los ingredientes no le parecieron completamente inútiles, los colorantes y pinceles le fascinaron y divirtieron... Vaya. Tal vez podría probar a ser pastelero en su tiempo libre. Pasó algo de tiempo, y Tiana entró con tazas y platos para lavar, con su típica sonrisa gentil de siempre.
-Oh, Jack, tu amigo acaba de llegar.- avisó, volviendo a salir con otra orden. Eso bastó para hacer que la escaza atención que el joven prestaba a su trabajo de ayudante desapareciera. Por suerte ya había terminado su obra maestra. Miró con súplica a su tío, y éste sonrió con resignación.
-Bien, ve, pero te quiero de vuelta pronto.
-Claro, ¿quién me cree? Volveré pronto.- prometió, cogiendo una porción de su pastel y una taza de café que el mismo había preparado. Así salió a atender a Hiccup. Al parece esta vez no había rosas, sino que regalos. – Hey, hola.
-Hola- comentó el castaño con simpleza. - ¿Cómo has estado?
-Oh, ya sabes, estudiando, sirviendo, lo de siempre.- mientras decía esto, servía las cosas con cuidado.
-Ya veo.
-¿Y tu? ¿Ya la reconquistaste?- preguntó con interés. Ni siquiera sabía que había sucedido con las famosas rosas blancas que tanto le habían gustado.
-Oh, eso... Ya estoy avanzando.- comentó con cierto tono de broma. Jack se sintió un poco mal por sacar el tema, captando enseguida que las rosas no había funcionado. Se mordió un poco los labios. Por la Luna, esa chica sí que estaba enfrascada en no volver a tener nada con Hiccup. Diablos. Viendo hacia donde iba el tema, decidió dar un giro. Lo que menos necesitaba el castaño era que le hablaran de la chica.
-Cuando termines, dime que tal.
-¿Eh?
-La comida.
-Ah, claro, pero...¿Por qué?
-Eso no es importante, solo dime luego.
-Está bien. ¿No te quedarás?- preguntó el ojiverde, al ver como Jack solo le sonreía y se daba media vuelta, dispuesto a irse.
-Ah, hoy nuestro cocinero decidió faltar.- comunicó.- Así que estoy ayudando allá. Lamento que te quedes sin mi valiosa presencia.- Hiccup sonrió por el comentario, mirando de nueva cuenta el trozo de pastel.
-¿O sea que esto lo cocinaste tu?- La pregunta le sonó algo sorpresiva. Sn embargo respondió con una calmada afirmación con la cabeza.- Vaya. Bueno, entonces no me sentiré tan solo. Será como tenerte aquí, pero en forma de pastel.
-Bien... Eso fue... Ja, no tienes remedio. Como sea, disfruta. Vendré a verte cuando termines.- dicho esto se retiró. Ni bien siguió caminando su sonrisa se borró. El comentario de Hiccup le había parecido tan...Extraño. ¿O sea que cuando estaban juntos, Hiccup no se sentía solo? ¿Disfrutaba de su compañía? Ah, sino se equivocaba, ahora tenía un sonrojo en las mejillas, dado que las sentía algo calientes. ¿Qué tipo de indirecta o alago había sido ese? Ah, para comenzar...¿Qué había sido eso? No lo sabía. Pero tontamente le habían alegrado bastante, consiguiendo que su interior se sintiera cálido. Hiccup era un tonto.
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Espero les haya gustado el capítulo <3 <3 Me encantaría saber que opinan, o si tienen alguna crítica. En serio disfruto con leer sus opiniones sobre mi ideas, me ayuda a mejorar y poder brindarles más historias entretenidas. En fin, nos leemos <3
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