Capítulo 1: El comienzo

Todo comenzó un día cualquiera. En ese momento, Chimchar, mi mejor amigo y yo estábamos entrenando combatiendo entre nosotros, mientras que Pachirisu, Flareon, Thyplosion y Jinora, mi entrenadora, hacían ejercicios de agilidad. Desde el lugar en el que nos encontrábamos se podía apreciar una hermosa vista. Los pidgey volaban en bandadas sobre nuestras cabezas, se apreciaban a algunos sentret y furret en la espesura, se oía el cantar de algún chatot perdido en otra región. Realmente adoraba la región de Johto... Unos segundos después de concluir la pelea saliendo un servidor victorioso, un potente flash de blanca luz cegadora iluminó todo, el cielo, los árboles, mis amigos...
Al despertar todo había cambiado, todo se había ido, ya no me encontraba en el bosque, sino sobre una cama en un lugar desconocido, una casa desconocida.
–Cariño, baja a desayunar–Oí la voz de una mujer.  Al bajar me encontré con una humana con algunos rasgos de raichu, como sus orejas, su cola, y un pequeño colmillo que tenía ubicado en el lado izquierdo de su dentadura. La chica tendría aproximadamente unos 20 años. Su cabello pelirrojo tenía algunos reflejos dorados. El conjunto le daba un aspecto cómico–Tardaste mucho en bajar, normalmente eres más puntual–Dijo sin levantar la vista de una revista de concursos Pokémon
–Lo lamento señorita, pero no se de qué está usted hablando–Intenté ser lo más educado posible
–Perdona, no pensé que te fueras a despertar, llevas varios días inconsciente, te encontramos en el bosque y te trajimos aquí, y por cierto, no te llamaba a ti, sino a mi hermanita, Pippy–En ese momento vi bajar corriendo por las escaleras a una pequeña niña rubia que, al igual que la mujer, tenía algunos rasgos de Pokémon, pero, en este caso, eran de Pichu. Unas pequeñas y adorables orejitas amarillas y negras salían de su despeinada melena de recién levantada. También tenía la cola característica de todos los Pichu. Al llegar a uno de los últimos escalones, su pie tropezó con algo y la niña cayó rodando los escalones restantes.
–¡Estoy bien!–Exclamó la rubita poniéndose en pie de un salto. Fijé la vista en su hermana, la cual negaba con la cabeza con una sonrisa divertida en su rostro–No te rías Reyn, que estoy segura de que la próxima vez no me caeré
–Disculpen señoritas, debo agradecerles su hospitalidad, pero yo debería irme con mi entrenadora, debe de estar buscándome–Salí de la casa corriendo un poco asustado sin esperar respuesta, pasé frente a unos cuantos expositores de tiendas. En uno de ellos se veía un extraño reflejo, que me hizo frenar en seco, volví a comprobar si lo que mis ojos habían visto era cierto, y era justo así, aunque no me debería de haber extrañado, después de todo, era más alto, y las dos personas con las que me había cruzado habían entendido a la perfección mi lenguaje. Era obvio que si había visto Pokémon humanos, yo no debería ser una excepción.
"Ahí estaba la prueba crucial de que no estaba equivocado"

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