» D O C E


Estaba nerviosa. Un extraño presentimiento me había acompañado durante toda la mañana, y sin saber el por qué, preferí ignorarlo.

Me acerqué a la puerta para abrir, sabía que Jeremy llegaría a eso de las 4 PM., me lo había confirmado un par de horas antes.

—Hola Jere... —me detuve en seco al verte detrás de tu mejor amigo. Me sonreíste cautivamente.

Me sonrojé.

—Oh, siento no haberte dicho nada, pero, Marc insistió en venir con Amanda para ayudarnos a hacer el trabajo.

Amanda. Claro, cómo podría olvidarlo.

—¿No te molesta, verdad? —preguntó ella con una sínica sonrisa.

—No, claro que no —me hice a un lado para darles espacio y que entraran. —Adelante.

Suspiré toscamente, la odiaba.

¿Estaba bien odiar tanto a una persona que conocías solo de presencia?

—Maldición —mascullé entre dientes, mientras Jeremy y Amanda se dirigían al living.

Eras el último en entrar. Pasaste por mi lado, inundándome el olfato con tu suculento perfume varonil.

Te detuviste un instante frente de mí, observándome serenamente y sonreíste.

—No creíste que los dejaría estar solos a ambos, ¿no? —me guiñaste un ojo y seguiste en dirección a los chicos.

Me quedé unos instantes congelada, como si me hubieses lanzado un balde de agua fría. No entendía tu repentina frase, y menos sus últimas reacciones.

Era extraño, demasiado posesivo y orgulloso. No parecías ser tú.

¿Qué te estaba pasando?



(...)



Una vez que logramos terminar el informe con ambas duplas, estaban dispuesto a irse lo más pronto de mi casa, para ir a beber un par de tragos con sus amigos.

—¿Vendrás también? —me preguntaste.

Me sonrojé instantáneamente, Jeremy notó mi reacción y sonrió levemente.

Me negué.

—No creo que sea una buena idea.

—¿Por qué? —insististe.

Amanda no se veía muy feliz con tu insistencia.

—No soy de esa clase de personas, además, no conozco a tus... amigos —mentí.

No quería estar tan cerca de ti, no soportaría no ruborizarme con cada palabra, con cada mirada. No.

—¿Qué clase de personas? —seguiste. —No seas aguafiestas, aun es temprano, eres joven. Disfruta tu vida, Emma —me miraste fijamente a los ojos.

Fue entonces que noté el matiz de colores de ellos, grisáceos acompañaban el azulejo de tus dos penetrantes ojos. Eran realmente hermosos.

—Te traeremos a casa sana y salva—continuó Jeremy—, lo prometemos.

—De acuerdo, ustedes ganan —suspiré.

Quién iba a decir que esa junta iba a ser mi perdición.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top