➳Te extrañé


Astrid era una de las cosas más importantes en su vida. Ya le habían arrebatado tantas cosas, que no soportaría perder más.

Había que trabajar por hacer las cosas bien. Obviamente no era cosa fácil, y podría notarse extraño que de un momento a otro tenga esa iniciativa.

Se dio el día. Después habría mucho tiempo para trabajar, pero ahora debía ser el esposo que no fue durante todo este tiempo.

En ningún momento las cosas cambiaron. Hiccup seguía siendo el mismo, con los mismos sueños y gustos; las mismas pasiones, intereses. Jamás desapareció todo el amor que sentía por los dragones, por la aventura, por Astrid y su familia. Todo estaba ahí, pero tenía que enterrarlo para hacer su trabajo sin distracciones. El pueblo también era importante.

A pesar de sus grandes presiones de trabajo, no justificaba haber abandonado el nido de ese modo. Sufrió mucho tiempo el que su padre pasara más tiempo en otros asuntos que en él, y siempre pensó que si tenía un hijo, jamás tomaría esos pequeños momentos que pudiese brindarle a él para descansar. No se recuperan, nunca. Y hasta el mismísimo jefe de Berk se dio cuenta de esto. Su hijo podía no ser el vikingo promedio, podía desesperarle esto, pero optó por darse espacios y dedicarle tiempo, porque era su hijo, y no importaban las diferencias, lo amaba.

Claro que entendía que será extraño para ella, que de un momento a otro Hiccup se acerque de nuevo, pero no importaba, era lo que deseaba.

La rubia despertó y observó que el lado derecho de su cama estaba sumido. Eso esperaba, encontrar solo ese lugar. Esto la hacía pensar que el día seguiría siendo como todos.

Se levantó y se fue a asearse. Temía encontrarse con Daven después de todo lo que confesó, pero sabía que debía enfrentarlo y hacer lo correcto, quedarse.

El que piense en irse no quiere decir que haya dejado de amar a Hiccup, pero también quería prestarse atención a sí misma. Estaba hecha un desastre desde que todo se complicó. No le importaba mirarse bien y debía cuidarse, porque su vida no estaba en juego, sino la de su bebé.

Salió con su bata de dormir hasta la mesa donde desayunaría. Su sorpresa fue ver al castaño sentado, platicando sonriente con su madre, comiendo algo que seguramente preparó Valka. La rubia se quedó boquiabierta, era algo que no esperaba.

Hiccup la observó. Su expresión le había partido el corazón. Sabía que estaba sorprendida por verlo ahí. Bajó la mirada a su plato de comida, apenado. La realidad es que no tenía mucha hambre, tenía asco y estaba cansado por haber bebido la noche anterior, pero su madre se ofreció a prepararle de comer y no se pudo negar. Con ella tampoco había platicado demasiado estos últimos meses.

— ¿No piensas sentarte? —emitió Hiccup, incómodo por el silencio de Astrid. Ésta tragó saliva y prosiguió a sentarse.

—Pensé que irías a trabajar —confesó, mientras Valka arrimaba su plato.

—Sí, bueno... decidí darme un descanso —apretó sus labios, con nerviosismo.

Astrid levantó una ceja. La emoción quería invadirle por todo su cuerpo, pero sabía que algo había detrás de eso. Prefirió no cuestionar la decisión del castaño y aprovechar el tiempo para hablar.
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Hiccup había llevado a Astrid al mar. Todo estaba en completo silencio, ninguno sabía qué decir, sólo estaban conscientes de que debían hablar.

Chimuelo estaba ahí, junto a ellos. El dragón comprendía las dificultades que la pareja estaba experimentando. Él también extrañaba los momentos en los que ellos demostraban ser el uno para el otro. Ambos eran tan importantes para él, pues Astrid fue la segunda en apoyar a Hiccup. Y Chimuelo fue parte del amor adolescente que ellos iniciaron, desde el momento en que Hiccup subió a Astrid y le dio el mejor recorrido de su vida.

El dragón, al igual que el jinete, desconfiaba de Daven. Nunca ha estado cerca de él, pero al igual que Hiccup, lo vio de lejos con Astrid, muy sospechosamente.

Astrid se había sentado en una pequeña silla que Hiccup había traído para que estuviera cómoda. La chica estaba con la cabeza baja, mirando la arena y haciendo nudos con sus manos. No sabía por qué, pero estaba nerviosa, tensa. Sentía unas náuseas tremendas, pero no eran por el embarazo, esa etapa ya había pasado; más bien, era estrés.

Hiccup pudo notar todo esto, pues la postura de Astrid hablaba por sí sola. Sus hombros no se miraban relajados, sus manos no estaban quietas, su mirada no se sostenía con la de él. ¿En qué momento había cambiado tanto? Le daba tristeza pensar que la rubia ya no podía observarlo con la seguridad que antes, ni empezar una conversación con la facilidad de antes. Le hizo mucho daño, y ahora se daba por enterado.

Hiccup tomó las manos de Astrid, con la intención de que ésta dejara de juguetear con ellas.

—Extrañaba pasar tiempo contigo —soltó, sincero. Las mejillas de Astrid se tornaron de un color rojizo. No creía lo que escuchó. La rubia sonrió.

—Te extrañé, Hiccup —admitió, ahora mirándolo a los ojos y colocando sus pequeñas manos en el rostro de su esposo.

—Sé que no he estado en los momentos más difíciles, que he perdido mucho tiempo en cosas que pronto se van a resolver; también sé que estás molesta, pero estoy arrepentido. Y no estoy dispuesto a perder más el tiempo —la rubia sonrió, pero después de meditarlo unos momentos, necesitaba hacer una pregunta, una pregunta que borró su sonrisa de pronto.

— ¿Algo que no te gustó te hizo cambiar de opinión? —indagó, mirándolo a los ojos.

No iba a mentir. Sería completamente sincero, pues si iba a ganar su confianza —otra vez— debía empezar por la verdad.

—Sí, vi algo que no me gustó —bajó la mirada, apenado. Astrid miró hacia otro lado, un poco decepcionada de la respuesta —. Pero no es lo que crees. No, no te estoy tomando como un objeto que puedo perder y me aferro a él. Te tomo como mi esposa, a la cual no quiero perder y obviamente me aferro porque ninguna otra mujer es igual a ella —respiró profundo —. No eres cualquier cosa, eres todo.

Astrid volvió a mirarlo, más tranquila que antes. No sabía qué fue lo que hizo recapacitar a Hiccup, y ciertamente es lamentable que haya tenido que pasar para que se diera cuenta, pero ya no importaba. No le importaba nada mientras él estuviese arrepentido del tiempo perdido y, por supuesto, que ahora esté más tiempo con ella.

Estuvieron un pequeño rato platicando de todo lo que pasó en estos seis —casi siete— meses. Se dieron cuenta que había muchas cosas que no sabían, pero el castaño estaba más preocupado por saber cómo avanzaba la salud de su bebé y su esposa. Astrid estaba teniendo un buen momento con Hiccup, que no quería arruinarlo diciendo que no se estaba cuidando como debía por las emociones fuertes que estaba presenciando.

Entre pláticas, sonrisas y recuerdos que no compartieron, se hacía más tarde. Perdieron la noción del tiempo. Hacía tanto tiempo que no la pasaban tan bien, pues no era lo mismo platicar con otras personas.

Llegó el momento en que callaron ambos, para respirar un poco y descansar de lo rápido que habían estado hablando. Bastaba con un bello atardecer y, el aún sonido de los pájaros, para que el lugar se tornara tan pacifico y hermoso.

Se miraron a los ojos y sonrieron, ya que habían tenido una clase de conexión, después de mucho tiempo. Así como ignoraron el tiempo, también ignoraron todo el alrededor. Se acercaron con lentitud, mientras el castaño acariciaba el rostro de la rubia.

Estaban tan cerca de unir sus labios, después de meses, pero un estruendoso ruido los sacó del intento.

—Oh, lo siento. No sabía que interrumpiría —emitió, bruscamente, mientras había removido un montón de rocas del suelo, que había provocado aquel ruido.

Chimuelo mostró su peor expresión y se puso enfrente de Astrid. Como lo supuso, Daven tenía muchísimo interés por ella, su instinto animal lo decía, pues ellos fácilmente identificaban a aquellos que sienten atracción de cualquier tipo.

Hiccup se levantó y apretó los puños. Era evidente que el tipo se estaba muriendo de celos. Cómo se atrevía a interrumpir así.

—Claro que interrumpes. ¿No ves que nos alejamos porque tal vez queríamos estar a solas? —contestó, con obviedad. Sentía fuertes ganas de lanzarse contra él.

—Hiccup, cálmate —Astrid lo tomó por el brazo, notando el enojo de Hiccup —. No fue a propósito.

Pero Hiccup sabía que lo fue. Le sorprendía que ella lo pensara, después de tremendas confesiones.

Quería incrementar el enojo del tercero, así que ayudó a Astrid para levantarse y la abrazó, acercándola a él.

—Pero no te preocupes, ya nos íbamos —la sostuvo para que ésta no cayera. La ayudaría a trepar en Chimuelo, pero Daven se opuso rotundamente.

— ¡¿Estás loco?! ¡¿Cómo la vas a subir ahí?! —se acercó, dispuesto a alejarla de él.

—Es un dragón completamente inofensivo que adora a Astrid y acata mis órdenes —defendió a su dragón —. ¿Cuál es el problema a...? —fingiendo no recordar su nombre, cosa que hizo enfurecer a Daven.

—Ella está embarazada, ¿lo sabías? ¡Ah, lo dudo! Eres el desobligado que la abandonó, ¿verdad?

—Daven, ya basta —le dijo Astrid, mientras tenía una mano en su vientre. Le preocupaba mucho este enfrentamiento.

Hiccup la observó y notó la preocupación que le estaba provocando. Eso era completamente malo para su salud.

Ganas no le faltaban de partirle la cara, pero debía pensar en su esposa y no en sus problemas con Daven. Ya tendría mucho tiempo para ponerlo en su lugar, sin llegar a la violencia.

—Es mi esposa y ella confía en mí —dijo, por último.

Subió a Astrid y después subió él, dejando a la rubia enfrente para que fuese más protegida.

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Se supone que debía actualizar mañana, pero en vista que estoy aburrida, un poco estresada y sin nada que hacer, actualicé hoy.

Todavía a no sé si es oficial, pero esta novela está nominada a los premios Dragoniter 2018. Si les gusta esta historia, podrían votar por ella, sólo digo 7u7.

¿Qué les pareció? ¿Creen que no he perdido mi toque o que estoy oxidada? Xd Una disculpa si hay un error en el inicio. Sucede que estaba corrigiendo y la computadora se apagó; entonces ya que la prendí, no había nada y me dio tanta flojera revisarlo de nuevo (estoy enferma, sino, me obsesionaría con eso xd) que sólo fue por encimita ;v.

Espero que lo hayan gozado, que lo hayan disfrutado y nos vemos en el siguiente capítulo.

Adiós, quesito roquefor 7u7 (creo que se escribe roquefort pero sino no suena bonito :'v) . 

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