El dolor en su vida se estaba haciendo cada vez más constante.

La soledad y el silencio ahora eran sus amigos. La puerta lo protegía de lo que ocurría a fuera, se sentía patético.

—A veces no le encuentro sentido a la vida, simplemente estamos un día aquí y al otro dejamos de estar- murmuró sentado en la obscuridad de su habitación sosteniendo algo en sus manos—. Es un ciclo que nadie puede romper... Conoces la felicidad, el miedo, el terror, el dolor y la tristeza. Todo por un ciclo.

Acarició lentamente la navaja que estaba en sus manos.

Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos al momento que el metal acarició con violencia su piel.
La sangre comenzó a escapar haciendo que se comenzará a marchar las sábanas blancas con un precioso color rojo.

Porque eso era lo único que le quitaba un peso enorme aunque pareciera tan patético.

«La navaja es su pincel, su piel era el papel y la soledad su inspiración».

Cinco cortes en cada brazo descansaban, mientras sus lágrimas se mezclaban con la sangre.

Nadie lo notaría, solo bastaba que usará las mangas de su suéter y nadie las vería, y aunque las vieran el mentiría.

Después de todo el arte de mentir era lo que mejor hacía.

¡Bienvenido a la depresión pequeño idiota!

Nota: El próximo capítulo se publicará la semana siguiente además que será más largo y contará con nombre.