Capítulo Diecinueve

—¿Wanda? santo cielo ¿Dónde estás?
—Sé que estás preocupado por mí y lamento irme de esa manera, pero... Necesito ver a mi familia. Ya sabes dónde encontrarme.

Wanda se había quedado hablando con Peter sobre su familia y las muchas veces que ella quisiera verlos, las tumbas estaban en sokovia o en lo que había quedado de ella, sin duda la castaña quería ver a sus padres y a su hermano, pero no sabía si era lo mejor.

La noche se hizo eterna para la chica, no lograba dormir como era de costumbre, jamás le había pasado ver a su familia y sentirla, normalmente solo la recordaba, pero nunca sintió o vio algo como eso, estaba confundida. Muy confundida acerca de lo que pasaba, quería respuestas a sus preguntas.

Miró en su celular la hora y era de madrugada, ella no espero y más, entro a la ducha y se dió un pequeño baño tratando de no hacer tanto ruido, pues Peter estaba dormido, Wanda se colocó una blusa color negra y unos pantalones holgados color mostaza, sus tenis blancos y un collar. El cabello decidió dejarlo tal como estaba, suelto y un poco mojado.

Salió de la habitación y poco después salió del departamento sin dejar rastro, bajo las escaleras, ya tuvo malas experiencias utilizando un elevador, prefería usar las tradicionales escaleras. Bajaba a veces con lentitud y otras bajaba rápido. Todas las personas estaban dormidas a esa hora, hasta el recepcionista estaba dormido cerca del mostrador.

Eran las tres de la mañana y los únicos despiertos o medio despiertos eran los guardias de seguridad que el departamento tenía, las calles vacías, era un buen tipo para viajar hasta sokovia, utilizando su poder comenzó a volar por toda la ciudad, el cielo oscuro, y la luna era la guía de Wanda para llegar a su destino.

Tardo un par de horas en llegar, pues el camino fue largo, gracias a su vuelo apresuro el tiempo que se supone que tardaría en un vuelo con avión.

Al llegar a Sokovia lo primero que Wanda observo fue todas esas casas que terminaron destruidas gracias a los misiles que lanzaron en ese tiempo, los pedazos de madera de algunas partes de casas, como también cemento y entre otras cosas. Wanda pudo ver el lugar en donde vivía con su familia, aquella vez que se la pasaron viendo programas de televisión antiguos.

La castaña iba al cementerio que las personas que sobrevivieron hicieron para aquellos que murieron. Wanda caminaba a paso lento, mirando los nombres de cada lápida de sepulcro, buscando los nombres de su familia y cuando los encontró se quedo parada en frente de las tres tumbas, ella había querido que su hermano fuera sepultado con los padres de ambos y así fue.

La chica observaba las tumbas con tristeza, nunca se había animado a visitarlos, el vacío en su corazón y las ganas de traerlos de vuelta le impedían ir, y ahora que ha estado con los Parker ha sabido controlar un poco sus sentimientos, ahora sabe hablar de su familia sin sentirse culpable.

Wanda se agachó quedando en el césped frente a las tres tumbas, comenzó a llorar y a gritar, ella necesitaba desahogar aquella ira que sentía dentro de su ser. Lloraba descontroladamente, las lágrimas bajando por sus mejillas sin control alguno, sus manos temblando de todo ese enojo que sentía, su labio inferior temblaba, su respiración se iba y regresaba. Pronto Wanda estaba abrazando sus piernas, mientras ocultaba su rostro en ellas.

—No tienes que llorar por nosotros,

Escucho una voz, poco a poco fue levantando su cabeza de sus piernas, su nariz estaba roja, lagrimas en sus mejillas secas y su mano aún temblaba, pero no era por enojo, era por su tristeza. Busco por todos lados, tratando de encontrar a aquella persona que le hablo, enfoco su vista y pudo ver a sus padres y su hermano parados, uno en frente de cada tumba, como si fueran fantasmas.

—¿Ustedes… Ustedes de verdad… están aquí?—Preguntó Wanda, quizá ella se estaba imaginando a su familia por todo su dolor, su sorpresa fue la respuesta que sus padres le dieron.

—Claro que somos de verdad… No como quisiéramos estarlo, pero lo somos— Respondió la madre de Wanda con una sonrisa.

Wanda sentía que en cualquier momento iba a desmayarse, hace años que no veía la sonrisa de su madre, la última vez que la vio fue segundos antes que el misil impactara en el hogar de los Maximoff, Wanda cerro los ojos fuertemente y al abrirlos de nuevo, ellos seguían allí.

—Pero…¿Cómo? —Les pregunto Wanda, pues ella no tenía ni la menor idea de como podía ver a su familia sin ser una alucinación.

—Tus poderes hija… Eso nos tiene aquí.

Wanda quería respuestas, en eso su celular comenzó a sonar, ella lo saco de su bolsa y cuando levanto la mirada su familia ya no estaba. Miro la pantalla y era Peter, ella le había dado su número desde que llegó al departamento, pero nunca se vieron obligados a llamarse, pues gran parte del día estaban juntos.

—¿Aló?—Preguntó la chica cuando respondió a la llamada.

Wanda... Que bueno que estás bien... ¿Dónde estás?

Entonces Wanda caía en cuenta que salió del departamento sin avisarle a nadie, además no dejo ni siquiera alguna nota, tan siquiera le hubiera dicho algo a Peter, pero no lo hizo, y hasta que escucho esas palabras pudo darse cuenta.

—Lamento irme sin avisar, pero... Necesitaba ver a mi familia—Le explica Wanda a Peter, la mirada de la chica buscaba a su familia pero no habían rastros, quizá se los estaba imaginando después de todo.

No tranquila, te entiende. Pero nos diste un susto en la casa...

—Sí, perdón.

Bueno... Cuando vengas de camino me avisas, quizá y vaya a encontrarte, además tía May está preocupada ya sabes, ella no sabe lo de...

—Entiendo, dile que estoy bien, solo quise dar una vuelta por ahí... Nos vemos luego, Pet.

—Cuídate.

La llamada finalizó, Wanda no pudo ver de nuevo a su familia, ella se levantó del suelo, sacudió su ropa y se despidió antes de salir del cementerio. Quiso darle un último vistazo a su casa, los trozos de construcción y además el polvo que había era molesto y nostálgico para ella.

Wanda observaba el lugar en dónde antes estaba su hermosa casa, una casa en dónde habitaban cuatro personas, sus dos padres, su hermano y ella. Todas las noches veían alguna sería cómica de los años 50' 60' 80', eran los favoritos de Wanda, cada noche mientras veían la serie también practicaban un nuevo idioma, era por eso que la chica pudo comunicarse con gente de Queens, ya que, sabía el idioma.

Su acento nunca desapareció, pero a Pietro se le marco más el acento sokoviano, se debió a qué él no practicaba tanto el idioma, la única que trataba de hablar más era Wanda.

Esas noches en las que los cuatro se la pasaban riendo y comiendo una que otra comida, miraban la serie, reían y compartían comentarios acerca del programa.

Habían muchos momentos que Wanda prefería no recordar, se limpió las lágrimas que caían ya por sus mejillas y siguió observando.

Logro ver entre todo el polvo y la madera un pedazo de lo que parecía una televisión, ella levantó aquella madre y en efecto, era la mitad de una televisión, aquella televisión en dónde miraban las series, la última cosa que los niños vieron antes de que el misil hiciera pedazos todo.

Pero antes de que ella pudiera hacer algo o decir alguna cosa, algo hizo que el pedazo de televisión comenzará a levitar, Wanda se dió la vuelta encontrándose con el pájaro humano, como ella prefería seguirle llamando.

—¿Otra vez tú?—Le preguntó ella, de sus manos ya salía su poder escarlata—Esta vez si me las pagarás....

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