Sorpresas

Me esperaba cualquier cosa menos que Dániel actuara como actuó en la cena. ¡Su actitud al defender a Daimon fue realmente hermosa!

Según le entendí a la abuela él es el mayor por algunos minutos y supongo que en su interior tal vez muy muy en el fondo trata de protegerlo.

Las horas pasan lentas desde que se fueron a "entrenar" pero la verdad no creo mucho en eso.

Dániel es demasiado territorial y estoy segura que el beso que vio hoy lo debe tener hirviendo por dentro aún.

La puerta se abre y entran los dos.

No los veo golpeados y eso es un alivio, es más se ven extrañamente amistosos.

Dániel se acerca y cierra el libro que sostengo en las manos. Creo que va a acostarse, pero lo que me dice me deja con la boca abierta.

- Amor, no esta tan tarde aún y tú no conoces a Máximo el lobo de Daimon. Creo que sería una buena idea que se adelantarán al territorio y yo llegare mañana para que te podamos presentar con ellos y unifiquemos las manadas como debe ser. - ¿Me está pidiendo que pase la noche con Daimon?

Eso no me esperaba, no pensé que pudiera proponerme algo como esto.

Me siento extraña.

- ¿En serio Dániel? - Dice Daimon tan sorprendido como yo. - ¿Estás seguro? Mañana podemos ir los tres.

- No, tú sabes que debe estar marcada para que la puedan reconocer. Es mejor que se vallan ahora. Nos veremos mañana luego del medio día pasando el río. - Dice abriendo las ventanas de la habitación, como si el aire le estuviera faltando.

Daimon me mira y no sé qué responder.

- ¿Te gustaría venir conmigo? A decir verdad, Máximo está muy ansioso por conocerte y yo... Bueno estaría realmente feliz de... poder estar contigo un poco más. - Sus ojos brillan y eso lo hace ver demasiado guapo.

Pero no quiero dejar a Dániel solo, no quiero porque sé que le duele.

- Anda mi vida, solo será una noche. Mañana estaremos juntos. Además, esté necesita traer sus cosas porque no le pienso seguir prestando mi ropa. - Dice tratando de bromear para convencerme mientras saca una pequeña maleta y empaca mi ropa interior, una sudadera y un vestido, lo veo moverse en la habitación y al salir del baño trae mis cosas de aseo, guarda todo y se la lanza a Daimon

- Toma! - Es en serio que desea que me valla.

- ¿Vamos? - Veo la mano extendida de Daimon y sus ojos brillando de emoción.

- Vale, pero aún me falta la pijama! - Los dos se miran y Daimon agacha la mirada

- No la vas a necesitar, allá hace tanto calor como acá. - Me dice Dániel dándome un pequeño empujón para que avance hacia la mano que me espera.

En cuanto estamos en la entrada Daimon me pasa la maleta y avanza algunos pasos.

- Gracias hermano! - Dice antes de transformarse en un imponente lobo gris con una mancha negra en el pecho.

Es muy parecido a Logan, se acerca con cuidado y mi mano toca su hocico. Luego se agacha para que yo pueda treparlo.

Los fuertes brazos de Dániel me alzan y pronto estoy acomodada en su lomo.

- Te veré mañana mi pequeña, ¡te amo! - Me dice y cierra la puerta tras él antes de que Máximo empiece a correr.

La sensación es extraña, tengo nervios.

El corre con cuidado y en poco tiempo estamos en la entrada de una gran casa, varios hombres y mujeres esperan expectantes cuando nos ven llegar.

Me bajo con cuidado y él se transforma quedando desnudo, cambio rápidamente la dirección de mi mirada, es que no me acostumbro a verlos así. Su sentido de vergüenza está muy por debajo de los estándares normales, él me sonríe con picardía, pero toma la maleta que traigo en las manos y se cubre con ella.

- Bienvenida Luna - Me dice Samuel y todos se inclinan.

- No tienen necesidad de inclinarse. - Les digo negando con las manos.

- Si amor, es la forma en que te muestran su respeto - Me dice Daimon. - Ellos son mi personal de confianza, mañana cuando Dániel llegué podrás conocer a la manada completa. - Me dice sujetando mi mano.

- Es un gusto conocerlos! - Les digo sonriente, es hermoso ver la alegría que sienten por mi llegada.

Entramos y subimos directo a su habitación.

Es completamente blanca y con un televisor gigante que ocupa toda la pared.

- ¿Quieres ver algo mientras me baño? - Me dice y me sonrojo por la imagen que pasa por mi mente!

- jajaja hablaba de la televisión. ¡Pero sería feliz si nos bañáramos juntos! -

- La televisión - respondo rápidamente dándole la espalda y poniéndome roja como un tomate

- ¿Deseas que te traiga algo de comer o beber? - Niego con la cabeza incapaz aún de pronunciar palabra.

- De acuerdo, ponte cómoda. Si quieres acuéstate. Yo no tardo. - Le agradezco y cuando la puerta se cierra siento que libero el aire que ahogaba mis pulmones!

Saco mi teléfono y quiero escribirle que he llegado bien, pero supongo que es mejor dejarlo tranquilo. Reviso los mensajes de mi madre y le respondo que todo marcha en calma, tranquilo y sin novedad.

¡Ay Diosito! ¡Si ella supiera que su niña anda metida entre dos machos Alfas que quieren comérsela en la cama! Lo pienso y me tiemblan las piernas.

El olor jabón y cítricos se cuela por mi nariz cuando él se acerca acechante.

Sus manos bajan a mi cintura y me atraen pegando mi cuerpo al suyo haciéndome sentir el bulto como piedra que crece en su entrepierna.

Suavemente me quita el teléfono de las manos y lo pone en la mesita.

Sus labios besan mi frente y van bajando lentamente regando besos hasta que encuentran mi boca.

- No puedes imaginar cuanto esperaba este momento. - Me dice con una voz tan sensual que siento que la humedad hace estragos en mi ropa interior.

Muerde mi labio inferior y su lengua se abre paso intensificando el deseo y la necesidad

Voy dando pasos empujada por su cuerpo hasta tocar la cama.

- Déjame llevarte a las estrellas! Déjame amarte mi Luna - Me dice mientras me saca la camiseta, mi pecho sube y baja con fuerza por la excitación.

Su mano recorre mi cuello y va bajando lentamente por mi espalda hasta encontrar los broches de mi sujetador, lo suelta y mis pechos agradecen la liberación. Su lengua juguetea con mi pezón, succionándolo y rodeándolo mientras su otra mano aprieta el otro pecho.

Lo veo arrodillarse y bajar mi pantalón junto con mis bragas, me sonrojo, pero es más el deseo que el pudor.

Se levanta y me observa como si fuera una obra de arte ante sus ojos.

- Eres tan perfecta! ¡Tan perfecta mi cielo! - Paso con timidez mi mano sobre su fuerte pecho.

Empuja nuevamente y caigo sobre el colchón, su mirada baja a mi entrepierna y a través de la toalla que cubre su cadera se puede ver su miembro palpitar.


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