Levántate
(Desde el punto de vista de Daimon)
Siento que la pena me consume, me rompe cada fibra, esto me duele hasta para respirar.
En mi cabeza las imágenes se repiten sin parar.
Imagino que cuando llego a casa él continuó el ritual de apareamiento, que se deleitó besándola, tocándola, penetrándola de mil maneras y en mil posiciones.
Después de todo ahora es completamente suya.
Aunque aun no comprendo la necesidad del uso de tanta fuerza, ¿por qué debía humillarla de esa manera? Tomarla tan violentamente, más aún sabiendo que ella es humana, que es más débil.
La tenía aterrorizada.
Seguramente esa fue la razón de que ella llorara tanto.
Verla tan vulnerable, tan indefensa en sus garras...
¡Maldita sea!
¡Quisiera olvidar lo que vi!
Nunca en mi vida había sentido envidia o celos de nadie, las relaciones amorosas no eran de mi interés, pero por ella lo dejaría todo, ¡cambiaría todo!
Sería capaz de convertirme en un buen hombre, solo por tenerla conmigo.
¡La necesito!
Me miro al espejo y puedo notar los estragos que ha dejado haberla reconocido y perdido, las ojeras surcan mis ojos, me veo demacrado, enfermo.
No quiero hablar con nadie, no deseo que nadie sepa mi sufrimiento.
Necesito distraer mi mente y la única forma que conozco es esforzando mi cuerpo al límite.
Me obligo a salir de la habitación y corro, corro sin descanso paso todo el día entrenando en el gimnasio.
Cuando el sol empieza a ocultarse caigo rendido por el cansancio y el agotamiento.
Pero mi esfuerzo ha sido en vano, las imágenes no me dejan en paz, no se apartaron ni un segundo de mi cabeza, ella está en mí.
Pienso en las mujeres con las que solía acostarme y siento náuseas.
Siento mis manos sucias. ¡Nadie se le compara!
¡Solo la deseo a ella!
Estoy tan sumido en esta depresión que no encuentro ninguna solución, ninguna forma de hacer que él la deje en libertad o que ella escape conmigo.
Trato de pensar. Necesito pensar! ¡Pero no puedo!
Solo siento unos impulsos inmensos de ir a su lado.
Siento unos pasos llegar al gimnasio.
Luego su brazo está sobre mi hombro.
- Daimon amigo! - Me habla con cautela, como si estuviera roto.
- ¿Qué fue lo que te sucedió? ¿Qué hacías allá? - Un gruñido sale de mi pecho al recordar y mis ojos se ponen vidriosos.
- ¿Qué fue lo que viste? Debes contarme y buscaremos la solución, tú no eres así. - Me dice Samuel.
Siento una carga inmensa en mis hombros.
Tengo el corazón y el alma devastados.
Pero eso no me quita las responsabilidades que tengo con ellos.
- Eres nuestro líder sabes que te seguiremos hasta la muerte. Si tienen algo que te pertenece, ¡pues reclámalo! - sigue hablando, tal vez cree que mi tristeza es por el territorio que tiene ni hermano o por su gente, que antes también era mía.
- Pero debes levantarte y regresar a ser el Alfa fuerte que necesita tu manada, todos dependemos de ti. Tenemos muchos cachorros que proteger, hemos avanzado mucho para perderlo todo ahora. ¡Si te ven débil nos atacarán! Lo sabes. - Sé que tiene razón.
Le agradezco, y le pido que me ponga al día.
No he atendido mis funciones en esta semana.
Me cuenta que tuvieron una reunión extraordinaria de los Betas y está trajo noticias inquietantes.
Las manadas de la parte baja de nuestro continente, están en alerta por los raptos de sus lunas.
Cada vez que una de ellas quedaba embarazada desaparecía de manera misteriosa.
Los Alfas que las han perdido están devastados.
Los cuerpos no han aparecido, pero si han encontrado rastros de sangre.
Me parece preocupante el tema.
Recuerdo que alguna vez mi abuela nos contó que cuando mi madre nos esperaba mi padre la tuvo que enviar fuera de la manada para ponerla a salvo hasta que dio a luz. La oscuridad los acechaba.
Entonces esto ya había ocurrido antes.
Han convocado una reunión urgente de todos los Alfas y un anciano por manada, para tratar de buscar alguna solución o por lo menos saber a qué nos enfrentamos.
Samuel me cuenta para mi sorpresa que el Beta de Dániel ofreció que la reunión se hiciera en su territorio, es el más grande de todos, hasta el momento y puede garantizar la seguridad de los invitados.
Aún no se si voy a asistir.
No quisiera volver a verlos aún, me siento débil.
Pero esto no es algo personal, esto nos compete como raza.
Sin crías de luna se acaban los Alfas y sin Alfas nos vamos a extinguir.
¡Pienso en ella! Es más frágil que cualquiera.
¡Si le llegara a pasar algo! ¡Si el mal llegara hasta donde ella está!
¡No! ¡No!
La sangre me hierve y Máximo gruñe.
- Ellos no podrán cuidarla!
Con nosotros estará más segura, protegida.
No puedes permitir que continúen teniendo lo que nos pertenece, no importa si la marcaron, no importa nada de lo que haya pasado entre ellos. Debes traerla a donde pertenece.
Debes traerla a nuestro lado. - Me dice Máximo desesperado.
Hacía varios días que no lograba conectar con él.
Desde esa tarde no había vuelto a escuchar su voz, lo que vimos nos devasto por igual.
Él estaba tan herido como yo.
Pero me alegra saber que está de vuelta, que no me ha dejado solo.
¡Él tiene razón! ¡Este es su lugar! ¡Es nuestra compañera! ¡Nos pertenece!
Borraremos su marca y pondremos la nuestra.
Debería buscar la manera de quitársela.
Empezaré a cobrar favores
Necesito que ella venga a mí, mejor dicho, que me la traigan, que me despejen el camino y Joseph me ayudara-
Analizo y tengo una ventaja.
Yo crecí en ese territorio, lo podría recorrer con los ojos cerrados, conozco sus puntos débiles, conozco sus puntos ciegos.
Mi memoria me lleva a los túneles que recorrí alguna vez con mi padre.
Si Dániel no los sello, ¡esa será mi entrada!
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