¡Es Nuestra!
(Desde el punto de vista de Victoria)
- Deberías estar en cama, puede darte una recaída - Le digo mientras su cabeza se hunde en mi cuello.
Siento sus labios en mi marca y sus manos recorrer mi cuerpo.
- No puedo estar allá si tú no estás conmigo. Si deseas que regrese a la cama, deberás acompañarme. - Su voz ronca me hace erizar y su miembro erecto presiona contra mi ombligo.
Siento sus manos bajar por mis caderas y levantarme para quedar a su altura.
Mis piernas permanecen cerradas, mi cuerpo siente deseo, pero mi corazón no responde.
No quiero hacer esto ahora, no cuando Daimon se debate entre la vida y la muerte.
No con todo lo que ha pasado hoy.
Al no encontrar respuesta, sus labios se pegan suavemente a los míos. Seguramente él siente mi duda.
- ¿Quieres que vallamos a descansar? ¿O prefieres que bajemos a ver si la abuela se cómodo o si necesita ayuda con algo? Supongo que el médico de su manada no debe tardar tanto en llegar, siento el olor de varios Deltas extraños en casa. - Me dice mientras me baja.
- Gracias amor por ser tan comprensivo. - Le digo apenada agachando la mirada.
- Entonces, bajaremos rápido y luego vendremos a dormir, ¿Si? - Me dice levantado mi cara.
No encuentro la voz y solo logro asentir.
Salgo de la bañera y él se toma un poco más de tiempo bajo el chorro helado.
Busco una sudadera y una camiseta y pronto estoy vestida y lista para salir.
Él sale y en su mirada se ve molestia, aunque trate de ocultarlo.
Se pone un pantalón y se acerca a la puerta para que podamos salir.
- ¿Y tú camisa? ¿Vas a salir así? - Le pregunto mirando embelesada su pecho musculoso.
- Sí, creo que me has pasado algo de calor. - Me responde guiñando su ojo de forma coqueta.
Al abrir la puerta vemos al médico sentado en el pasillo.
- ¿Ha pasado algo? ¿Te sientes bien Alfa? - Me aterra el amor y la preocupación que tienen todos en la manada con él.
- No, tranquilo Carl, todo está perfecto. Ya estoy completamente recuperado. Puedes ir a descansar. Gracias por tus cuidados. - Le dice acercándose a tocar su hombro.
- Es un alivio Alfa! Si necesitas algo, estaré en la planta baja. No dudes en llamarme - Le dice y luego hace una reverencia hacia mi persona.
- Con tu permiso Luna - Y se retira hacia las escaleras.
- ¿En serio ya te sientes bien? - Le pregunto antes de que sigamos caminando
- Si amor. Te lo habría demostrado en la habitación, pero no quisiste. - Me dice pegándome contra la pared y besándome nuevamente.
- ¿Estabas preocupada por mí? - Me dice entre besos.
- Claro! ¡Sabes que sí! - Le respondo tratando de que tomemos algo de espacio
- ¿Más de lo que te preocupas por él? - Mi cara se pone inmediatamente roja al escucharlo preguntar eso.
- Perdóname amor! Olvida lo que dije, no pensé para hablar. Bajemos a ver cómo están todos. - Me dice tomando mi mano y besándola.
¿Me preocupa más Dániel que Daimon? No lo podría decir. Si tuviera que elegir esta noche por uno de los dos, no tendría fuerza ni corazón para hacerlo.
Bajamos y efectivamente en la entrada está parado Samuel que supongo debe ser su Beta y cerca de él dos hombres corpulentos, que no había visto antes.
En cuanto me ven acercar los tres inclinan su cabeza.
- Buenas noches Luna ¿Deseas entrar? - Me preguntan y siento el agarre de Dániel presionar más mi mano.
Lo miro y trata de fulminar a los tres hombres con su mirada.
- Si, gracias, vamos a entrar juntos - Les respondo jalando la mano de Dániel para que enfoque su atención en mí.
- Adelantarte amor, voy a hablar con Frank un minuto, ya te alcanzo - Suelta mi mano y se dirige a la entrada donde lo espera su Beta.
Dudo un segundo y luego ingreso.
La abuela está sentada a su lado, repitiendo un mantra concentrada y un hombre mayor está parado a los pies de la cama.
Daimon tiene los ojos cerrados y una gran venda en el pecho.
Me llama la atención el tatuaje que le cubre casi por completo su brazo izquierdo, es su lobo.
Me acerco con cautela y toco suavemente la mano de la abuela, apenas ella me ve se levanta y me abraza.
- Hija ¿Cómo estás? ¿Cómo esta Dániel? - Me pregunta preocupada.
- Bien abuela, no demora en entrar, ¿Cómo esta él? - Le digo fijando mis ojos en la cama.
- Se está recuperan. - Pero es interrumpida
- Te estaba esperando - Me sorprende su voz gruesa.
Despacio abre los ojos y mueve su mano invitándome a tocarlo.
El médico intenta acercarse, pero él hace una señal evitando que lo haga.
- Estoy bien, tranquilo. Te agradezco si nos das un momento - Le dice y esté obedece rápidamente.
- Ven! ¡Dame tu mano! - Me dice y tímidamente me acerco para poder tocarlo.
- Yo sabía que no ibas a perder el tiempo. - Es la fuerte voz de Dániel que acaba de entrar a la habitación.
- Tu tampoco lo hiciste. ¿No? - Le responde Daimon mientras se sienta en la cama. - Huele más a ti que a ella misma - Le dice mientras presiona mi mano para que me acerque más a él
- Claro! ¡Es mía! - Le responde con sus ojos inyectados de furia mientras mira nuestras manos. - Es normal que huela a mi ¿no crees? - Me molesta que le diga eso, que trate de provocarlo viendo que está enfermo.
- No es tuya Dániel, ¡es Nuestra! - Le responde sosteniendo la mirada
Esto no va a salir bien, trato de apartar mi mano, pero su agarre me lo impide.
- Es mi marca la que lleva ¿acaso no la ves? - Le dice perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
Daimon se endereza completamente
- Eso se puede arreglar - Le responde asomando los colmillos
La puerta se abre y Frank y Samuel entran rápidamente.
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