Falta de aire

Notas: Es un AU moderno, Arthur no tiene TB pero sí asma.





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Arthur pasó la navaja de afeitar una última vez por su rostro, limpiando y después retirando los restos de espuma con una toalla. 

El espejo le regresaba la mirada con una pregunta. 《¿Qué diablos haces?》 Se sentía como un idiota en esos momentos, pero era algo tarde para arrepentirse. 

Abigail… Abigail le había arreglado una maldita cita ¡¿Qué la hacía pensar que él estaba interesado en esas cosas?! Adoraba con el alma a su hermana adoptiva, excepto en momentos así, donde se entromete en sus asuntos.

Su tiempo para eso había pasado. Comenzaba a sentirse algo viejo para esas cosas, y ni siquiera sabía qué esperar de una maldita cita a ciegas. 

¿Para qué se afeitaba? ¿Acaso trataba de lucir más joven? ¿Servía de algo? Sus ojos y algunas arrugas que comenzaban a aparecer en su rostro delataban que se acercaba más a los cuarenta. 

"Arthur, han pasado más de siete años… deberías intentarlo." 

Vaya… siete años desde la partida de Eliza. Los primeros siete días le había parecido que jamás lo lograría. Mantenerse a sí mismo y cuidar de Isaac sonaba como algo imposible. Pero, con ayuda de Hosea e incluso algunos de sus amigos, como Tilly, Mary-Beth o la misma Abigail, había aprendido a sobrellevar las cosas. 

El primer año, Arthur en realidad era más bien un muerto en vida. Isaac había impedido que se perdiera de todo a sí mismo. Aún cuando había días en que no creía que lo haría, Isaac estaba con él, acariciando su cara con sus regordetas y pequeñas manos o durmiendo perezosamente sobre el pecho de su padre. 

Sí, bueno… Era algo tarde para arrepentirse, en una hora debía encontrarse con su cita a la entrada de un bar. 

Como si no fuera suficiente su mala suerte, Tilly llamó. 

—Por favor, dime que ya vienes en camino.— Arthur susurró desesperado mientras se aplicaba algo de loción.

—Lo siento.— Tilly sonaba verdaderamente afligida por dejar plantado a Arthur. —Javier está enfermo y…

—¿Mary-Beth?— Arthur no dejó acabar a Tilly con la frase. No era novedad para nadie que Javier estuviera con problemas por comer picante en exceso. Y necesitaba encontrar una niñera para Isaac. 

—Saldrá con Kieran esta noche. Y antes de que preguntes, Karen está con Sean. 

Arthur sólo deseaba en ese momento golpear su cabeza contra la maldita pared. Tampoco podía llamar a Abigail, su hermana estaría trabajando hasta tarde, y Hosea había elegido ese fin de semana para salir de la ciudad. 

Quizá todo aquello era una señal.

"Abandonad toda esperanza" 

Escribió Dante alguna vez. Y justo así comenzaba a sentirse Arthur. 

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Treinta minutos después, Arthur estaba afuera del bar donde Abigail había arreglado la cita, esperando. 

Isaac estaba con él, usando un abrigo marrón que hacía juego con la chaqueta de su padre. 

¡Ni siquiera podría entrar a un bar con Isaac! Pero el pequeño parecía bastante divertido esperando al amigo de la tía Abigail mientras se encontraba en brazos de su padre. 

Arthur se llevó las manos a los bolsillos, encontrándose con su inhalador en caso de tener un ataque. Arthur no recordaba un sólo día en que hubiese podido respirar adecuadamente sin su medicamento. Jugó un poco con el dispositivo entre sus dedos y miró su reloj. 

20:10 

Abigail les había dicho a ambos que la cita sería a las ocho en punto y habían pasado ya diez minutos más. Arthur era profesor de universidad, por lo que ciertamente apreciaba la puntualidad, y sólo le daría a John cinco minutos más antes de dar por sentado que la cita se cancelaba. 

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John empujó la camilla de mecánico fuera del auto, como siempre, su aspecto era un desastre, su cara estaba llena de aceite de motor, y ni hablar de su traje. Le dedicó una mirada seria a Abigail.

—¿Una cita? ¿Por qué? —Conocer a alguien implicaba en primer lugar; arreglarse e intentar ser agradable. Luego, alguien tendría que ver su cara, y John no se consideraba a sí mismo alguien guapo; no después de su incidente con un perro que le había dejado marcada media cara. 

—¿Cuándo fue la última cita que tuviste? ¿antes de salir de preparatoria? John…necesitas salir. No puedes pasar toda la vida arreglando autos y ya. 

John soltó un suspiro. Aún si Abby tenía razón, no estaba seguro de salir así sin más con alguien a quien no conocía, aún si se trataba del hermano de Abigail. 

Pero, ahí estaba, a las ocho de la noche enfrentándose al tráfico una noche de viernes, maldiciendo porque se estaba haciendo tarde. 

Finalmente dejó su motocicleta casi a la entrada del bar, detrás de una camioneta azul. Un modelo que, a esas alturas ya se podía considerar un clásico y se encaminó a la entrada del bar, recordando para sí mismo que debía buscar a un hombre rubio y alto. 

Pero… 

El único rubio alto que pudo ver estaba a la entrada, con un niño en brazos. ¿Por qué? A John no le agradaban los niños. No los odiaba, pero no tenía suficiente paciencia para ellos. 

Conforme avanzó, pudo apreciar mejor el rostro del hombre. 

Abigail nunca mencionó que su hermano podía ser un atractivo hombre maduro… con un hijo. En realidad, Abby no hablaba mucho de sí misma, prefería oír a John. 

—¿Arthur…Morgan? —John preguntó un poco indeciso. 

—Debes ser John. —Arthur reprimió el impulso de reclamar al muchacho por llegar tarde. 

Pero la mente de Arthur sólo maldecía en silencio a Abigail por no comentar que John era… tan joven. Un joven rebelde gritaba su ropa oscura, su chaqueta de cuero de imitación y una playera de Metallica. 

《¿En dónde diablos te has venido a meter, Arthur?》 Lo reprendió su mente. 

—Bueno… yo… tuve algunos problemas para encontrar una niñera, por lo que espero no te importe si vamos a un lugar donde Isaac pueda entrar. 

《Podemos posponer la cita》 John pensó, pero no fue capaz de ser tan descortés con Arthur, cuyas mejillas estaban rojas por la pena. 

—¿Un restaurante te viene bien, Arthur? —Arthur asintió, aliviado por la compresión de Marston. 

—Sería fantástico…

Fueron caminando, solamente tenían que caminar un par de calles para llegar. Incluso fue John quien sugirió el lugar. Durante el pequeño trayecto, Marston tuvo tiempo de presentarse con Isaac. El pequeño de hecho… no era desagradable, como la mayoría de los niños con los que John hubiera tratado antes; Isaac Morgan era encantador de hecho.

Al llegar, Arthur abrió la puerta, cediendo el paso a Isaac y John primero, dejando al pequeño elegir la mesa. 

—¿Cómo te hiciste esas cicatrices? —Preguntó Isaac mientras John y su padre estaban leyendo el menú del restaurante. 

Las mejillas de Marston se tornaron de un tono rosado que aunque a Arthur le pareció encantador, le dirigió a Isaac una mirada de reproche. 

—Cielo, no hagas esas preguntas…

—¿Por qué? ¡Te ves genial, John! Te pareces… al chico de cabello blanco de la portada del videojuego de papá. 

John no esperaba escuchar algo así. No habría esperado ser comparado con Geralt de Rivia, especialmente porque no se sentía tan genial, y mucho menos que Isaac creyera algo así de él. 

—Yo… ah, fue un incidente con un perro…y Arthur, tranquilo, es sólo un niño. —Marston le brindó una sonrisa a Arthur para tranquilizarlo. Incluso el propio John se sentía bien con la comparación, y que además, Isaac no lo veía de una manera despectiva, sino como un héroe. 

—¿Me das una bandita? —El niño miró a su padre y le extendió su mano, Arthur buscó en el interior de su chaqueta y le entregó una bandita. Isaac se levantó de su silla y fue hasta John, colocando la bandita sobre las cicatrices de la mejilla de John cuidando no lastimarlo. 

De acuerdo. Isaac Morgan no era un mal niño. Incluso podía decir que era el primero que le agradaba. 

—Con eso te debes sentir mejor, ya verás. Papá siempre hace eso conmigo. —Lleno de orgullo, sonrió el pequeño, mientras alzaba un poco su pantalón, dejando ver que su rodilla raspada estaba curada de la misma manera. 


Isaac era un poco torpe caminando, así que no era sorpresa entonces que Arthur trajera consigo las banditas para aliviar el malestar de su pequeño, incluso tenían algunas ilustraciones a veces. 

John no recordaba la última vez que se lo había pasado tan bien en una cita; había hablado con ambos chicos Morgan, y las interacciones amorosas de Arthur y el niño sólo le daban calidez a su corazón; era adorable ver al hombre siendo tan paciente con el menor. 

El tiempo pasó tan rápido que pronto estaban de regreso a donde habían dejado los vehículos estacionados. Isaac dormitaba en el asiento de la camioneta de Arthur, mientras su padre se despedía de John. 

—Y… ¿te veré de nuevo? —El propio John se sorprendió de oírse haciendo la pregunta, sacándole una brillante sonrisa al rubio, quien pareció pensar la respuesta. 

—Quizá… tal vez. 

Marston asintió, y aprovechando que Isaac ya no les prestaba atención, se animó a acercarse lo suficiente para besar a Arthur en los labios, fue breve, pero fue el primer beso que Arthur daba en mucho tiempo. 

Se quedó sin aire, y apenas se separaron, Morgan tuvo que sacar su inhalador. 

Estúpida asma.

El menor se echó a reír un poco. 

—¿Te robé el aire acaso? Bueno, si eso te molesta puedes reclamar después. En una segunda cita… 

John no le dio tiempo a responder, pues ya estaba en su motocicleta, poniéndola en marcha y alejándose. Entonces Arthur palpó el bolsillo de su chaqueta. El número de John estaba anotado en una servilleta y… y él ni siquiera estaba seguro de en qué momento el chico le coló el trozo de papel.

Por primera vez en siete años, Arthur Morgan se fue a dormir con una sonrisa en los labios. Quizá, sólo quizá, no estaba demasiado viejo para esas cosas del amor. 

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