Coincidencias (no tan) fortuitas
John simplemente no tuvo el valor de preguntarle a Dutch por lo que había encontrado en el ático.
¿Hablarlo con Arthur? Dudaba que él supiera más del tema, eso dejaba a Hosea como única fuente de donde podría obtener información.
Bien, si quería saber lo que había pasado, tenía que armarse de valor y…
"Encontré una caja en el ático."
Mierda, lo había dicho, al fin había sacado el tema. Dutch, quien estaba sentado con Conde sobre su regazo, rascando la oreja de su mascota, se detuvo en seco, dejando a Marston seguir.
"La abrí, pensé que tendría cosas mías" mintió descaradamente. "El otro hombre en las fotos… nunca lo habías mencionado"
Y Dutch era bastante abierto en realidad, le había contado de un fugaz romance con la señora Grimshaw, cosa de un verano, luego Anabelle, con quien incluso llegó a casarse pero luego ella… John la recordaba con bastante cariño, había sido una figura materna aún en los dos años que estuvo con Dutch; ahora estaba con Molly, bueno, estuvo, dos semanas atrás habían terminado.
¿No era entonces algo hipócrita de Dutch todo ese asqueroso sermón que le dio cuando lo encontró con Arthur?
Dutch se rascó la barbilla, no había manera de evitar el tema.
•••
Fue en la biblioteca, en su segundo año en la universidad cuando lo conoció.
Rubio, delgado, envuelto en un elegante abrigo de segunda mano.
Sus manos se tocaron cuando ambos intentaron tomar el mismo libro, 《Él paraíso perdido》 de John Milton. En realidad fue un accidente fortuito, Dutch en realidad quería tomar un libro de Evelyn Miller, ni siquiera supo el momento exacto en que su mano acabó sobre la del otro chico, se veía un poco mayor, con unas tenues ojeras bajo sus ojos a causa de no dormir bien.
Un par de disculpas bastaron cuando ambos apartaron sus manos, avergonzados casi por el contacto físico y los líos en que se hubieran metido por ser vistos en una posición así.
Pero pronto los encuentros se hicieron más frecuentes, comenzando a compartir la misma mesa de la biblioteca, intercambiando recados en un trozo de papel al no poder conversar demasiado dentro del edificio.
Hosea Matthews, estudiante de teatro, y, aparentemente fanático de toda esa labia de Dutch. Era un par de años mayor, no muy fácil de impresionar, pero de todos modos estaba feliz de estar ahí con él.
Comenzaron a salir. No abiertamente, la mera idea era risible, no. No en la época en que un par de "maricas" habrían sido apaleados por esas conductas desviadas.
De vez en cuando Hosea pasaba al departamento que Dutch rentaba con otro compañero de habitación, o viceversa.
Dutch aún lo recordaba con claridad. Las noches de verano que compartieron juntos cuando decidieron alquilar un lugar para ambos. Los vecinos solo veían a un par de compañeros de habitación.
Pero siempre fueron más que eso. A Hosea le gustaba tener el control la mayoría de las veces, pero también podía adoptar una postura más sumisa.
Y cuando el verano acabó, la burbuja de felicidad se rompió justo en la cara de Van der Linde.
Una chica nueva se mudó. Compartía clases con Hosea.
Cuando él la mencionó la primera vez, lo supo. Supo que fue el principio del fin. Lo vio en los ojos de Hosea, en su forma de hablar de esa tal Bessie. Fue como ver a los árboles morir bajo el frío del invierno.
Antes de Acción de Gracias, Hosea se había ido de casa. No lo odió por eso, aún cuando se esforzó en hacerlo. Durante un tiempo le escribió alguna que otra carta, pero jamás tuvo el valor de entregárselas, como tampoco lo tuvo de deshacerse de todas sus cosas.
•••
John sintió un nudo en la garganta, bueno, Dutch simplemente no estaba enojado con él, sino ante la idea de que algún tipo lo hiciera tan miserable a la larga.
En especial alguien como Morgan. Las pocas veces que coincidían en la universidad, se insultaban entre dientes. Pero si John estaba tan feliz, no había más que hacer ¿no?
El sonido del celular de John interrumpió el momento. Un mensaje de Abigail, y casi en el acto, John estaba afuera sobre su motocicleta, tan alterado que un par de veces se le cayeron las llaves.
Dutch salió detrás de su hijo, palmeando su hombro.
"¿Qué pasó?"
A Marston le tomó un par de respiraciones el tranquilizarse y hablar.
"Arthur…" La voz del menor sonaba rota, llena de dolor.
Dutch no iba a dejarlo conducir así, y como acto de buena fe al arreglar su situación, él mismo lo llevó en su auto.
Al hospital.
Cuando llegó, Abigail estaba en la sala de espera, con Isaac a su lado, el niño de inmediato fue corriendo a los brazos de John, buscando consuelo.
Hosea estaba en la habitación con Arthur, este último había comenzado con lo que parecía algo de tos, que pronto le impidió respirar, y cuando el inhalador tampoco hizo efecto, Abigail llamó a emergencias, interrumpiendo la pacífica tarde de jugar Mario Kart con Isaac.
De camino avisó a Hosea y a John.
El señor Matthews estaba saliendo de la habitación, un poco más tranquilo, eventualmente, estaba acostumbrado a esas situaciones, después de todo, así había pasado buena parte de la adolescencia de Arthur.
Dutch había decidido acompañar a su hijo hasta la sala de espera, en una forma de mostrar su apoyo.
Entonces, por primera vez en poco más de veinte años, cruzaron miradas realmente.
Van der Linde se sintió como si le hubieran sacado todo el aire de un solo golpe en el estómago, y miró a John como si este lo hubiera traicionado.
Bueno, en realidad John se había despedido desde el estacionamiento, que Dutch insistiera en seguirlo, ya no era su problema.
Hubo un momento de tensión entre ambos hombres, John simplemente se alejó, con Isaac entre sus brazos. Dejó que Abigail fuera a ver a su hermano y él se quedó en la sala de espera con el niño sentado en su regazo. Quería aguardar, asegurarse de que Hosea y Dutch no intentaran matarse entre ellos si los descuidaba. Pero no hubo nada más que ese frío intercambio de miradas antes de que Dutch se fuera.
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