Capítulo 08: Azul

Una nueva semana daba comienzo. Sanji pasó todo el fin de semana arreglando los últimos detalles del proyecto que iba a presentar hoy. En cuanto salió de la universidad, fue a la papelería para imprimirlo y poder presentarlo a los inversores.

Cuando llegó al edificio, respiró hondo y cogió confianza en sí mismo. Entró, pero iba tan centrado en lo suyo que se tropezó con alguien, más bien, una chica. - ¡Oh cielos! ¡Lo lamento muchísimo! ¿Está bien?

- S-sí, tranquilo. Espera, tu cara me suena, ¿nos conocemos?

- P-pues...no estoy muy seguro señorita... a no ser que la Universidad de Columbia.

La chica aplaudió. - ¡Ya te recuerdo! ¡Eres amigo de Sabo! ¿¡Verdad!?

- ¿Tú también lo conoces?

- ¡Sí! Oh, perdona mis modales, soy Koala, estudio la misma carrera que él.

- ¡Ah claro, ahora me acuerdo! Sabo me habló de una tal Koala que era muy buena amiga suya y que le ayudó en el instituto, ¿eres tú?

- Esa soy yo.

Sanji le estrechó la mano. - Mucho gusto, yo soy Sanji. ¿Trabajas aquí?

- Sí, ayudo a Robin con ciertas tareas administrativas. ¿Y tú?

- Soy el secretario del CEO de la empresa, ahora iba a entregarle un proyecto muy importante.

- Oh, ya veo...¡mucha suerte!

Sanji sonrió. Se despidió de Koala y subió al ascensor. Cuando salió a la planta correspondiente, vio que había bastante trabajo. Aunque tuvo una ligera sensación de nervios, tenía que superarla para no fallar en la presentación del proyecto.

El rubio se dirigió hacia la oficina de Zoro, y vio que estaba terminando de hablar por teléfono. Tocó la puerta y decidió abrirla. - ¿J-jefe?

- Sanji, te estaba esperando. ¿Tienes el dosier de tu propuesta para el producto?

- Aquí lo tengo, señor.

Sanji le entregó la documentación. Zoro empezó a hojear lentamente los papeles que describían de forma bastante gráfica y textual la idea del nuevo proyecto. El peliverde terminó de leer el dosier y lo dejó sobre su mesa. - Sanji.

Sanji se estremeció. - ¿S-sí señor?

- Estoy...impresionado.

- ¿D-de verdad?

Zoro cogió el dosier. - Está muy bien redactado y la información se ve fiable. No obstante, lo veo algo muy...atrevido. ¿Me explico?

- Por supuesto, señor.

El peliverde se levantó. - Bien. Entonces, no hagamos esperar a los inversores.

Sanji asintió. Cogió sus papeles, y nervioso, siguió a Zoro hasta la sala de juntas. Había mucha gente importante y eso hizo que los nervios atacaran al rubio. Pero había hecho un gran esfuerzo con este proyecto.

Zoro notó el nerviosismo de Sanji. Le apretó ligeramente el hombro, haciéndole saber que era capaz de esto. Y más. - Buenos días señores. Hoy quiero presentarles este proyecto que ha sido propuesto por este joven. Sanji Kuroashi.

Sanji dio un paso al frente. - Mucho gusto señores. Mi propuesta consiste en ofrecer algo moderno sin alejarnos de nuestros orígenes.

Un hombre intervino. - ¿Y cómo podríamos hacerlo? A simple vista parece una locura.

- Es sencillo.

Sanji encendió el proyector y mostró la oferta gastronómica. - Usaremos la comida indo-americana.

Todos empezaron a murmurar. - Los nativos americanos ofrecieron productos de gran calidad. Si combinamos esa oferta gastronómica con la hindú y la sureña, podremos ofrecer a nuestros clientes una experiencia bastante exótica y al mismo tiempo, sin apartarnos del origen.

Los inversores se quedaron pensativos hasta que una mujer habló. - Entonces...propones que usemos un menú moderno e ingredientes originarios de las tierras nativas...

Un silencio incómodo llenó la sala. Sanji sintió miedo. Quizás era un proyecto demasiado arriesgado. - Es...increíble...

Sanji levantó la vista. - Parece algo arriesgado...pero es algo muy innovador teniendo en cuenta las circunstancias actuales del mercado.

Otro hombre intervino. - Un momento, aquí también pone que el diseño del empaque se inspira en los bentos japoneses.

- Es cierto, y dice que los distintos bentos pueden apilarse.

Los demás inversores empezaron a murmurar algo más alto. Hasta que una mujer mandó a callar. - Las características dan a entender algo totalmente nuevo e innovador. Pero también es un riesgo muy importante.

- Chico, ¿cuántos años tienes?

Sanji se sonrojó. - Umm...p-pues...23 años...

El hombre y algunos compañeros se echaron a reír. - Vaya, eres muy joven para presentar un proyecto de este nivel. Me gusta.

- Sí, y además el estudio de mercado que incluyó es bastante fiable. Tiene mi apoyo garantizado.

Zoro le sonrió a Sanji. - Bueno, entonces procedamos a la votación. ¿Votos a favor de la propuesta?

Todos levantaron la mano. A Sanji se le iluminaron los ojos. No esperaba que el proyecto recibiera tanto apoyo. - Aprobado por unanimidad. Señores, muchad gracias por su tiempo.

Todos aplaudieron, y tras estrechar la mano con Zoro y Sanji, abandonaron la sala. Sanji sintió que iba a llorar. - Bueno, ha ido mejor de lo que esperaba. ¿Tú qué dices San-

Las lágrimas empezaron a caer por las mejillas del rubio. - O-oye, creí que estabas...feliz...

Sanji se frotó los ojos. - S-sí, es que...no esperaba este recibimiento por parte de los inversionistas...

- Tienes razón. No suelen tener esa cara de satisfacción cuando salen de una reunión.

Zoro miró por la ventana. - Oh vaya, está nevando.

- B-bueno...es casi Navidad...señor...

El peliverde sonrió. - Es verdad. Sin embargo...

Zoto acercó su rostro al de Sanji mientras le sostenía el mentón. - No me importaría que hubiera un muérdago encima de nosotros ahora mismo...

A Sanji le iba a dar un ataque. Sin embargo, el peliverde lo soltó. - Descansa Sanji. A partir de mañana trabajaremos íntegramente en este proyecto.

El rubio aún tenía las mejillas encendidas y se puso algo nervioso. - P-pero...la universidad...

- No te preocupes. Contactaré con el rector de tu universidad para arreglar cualquier inconveniente.

- G-gracias...

Zoro sonrió por su reacción. - ¿Quieres que te lleve a casa? Hoy hace bastante frío.

- ¡Oh! N-no...no es necesario...vivo bastante cerca...

- Vale, como quieras.

Sanji asintió y salió corriendo de allí. No sabía por qué, pero a pesar del frío, la piel de Zoro quemaba en la suya. Cómo deseaba llegar a casa para tomarse un chocolate caliente.

[•••]

Sabo estaba nervioso. A pesar de eso, quería mantenerse firme. - Señor Outlook. Preste atención por favor.

El rubio se estremeció. - D-disculpe profesor...

Algunos alumnos se rieron mientras que Sabo se ponía como una cereza madura. - ¡Silencio por favor! Continuamos con la clase.

Esta iba a ser la clase más pesada de su vida...

El resto de clases pudo estar concentrado. Pero la sensación de los labios de Ace en los suyos permanecía como una quemadura de tercer grado. No esperaba que sintiera lo mismo que él ni mucho menos besarle. Es más, creía que estaba atrapado en un sueño. Si era así, no quería despertar.

Cuando salió del campus, dio un respingo cuando sintió unas manos taparle los ojos. - ¿Quién soy?

Sabo se coloró. - Umm...¿A-Ace?

El pelinegro apartó sus manos y se puso delante del rubio. - Hola pastelito.

- N-no me llames así...

- Oh, ¿y cómo quieres que te llame? ¿Bizcochito?

Sabo se coloró más. - A-Ace...

- ¡Ya sé! ¡Cerecita!

- ¡ACE!

El pecoso le miró. - Oh...perdona, quizá...quizá me he dejado llevar un poco...

- N-no es eso, es solo...que no me creo que...sientas lo mismo que yo...

Ace suspiró y le agarró las manos. Sabo no notó hasta ahora dos cosas: uno, que sus manos estaban rojas por el frío y dos, que las manos de Ace eran suaves y cálidas. - Sabo. Entiendo que creas que esto es un sueño. Mi confesión fue bastante precipitada y por culpa de ello, te sientes inseguro. Pero quiero demostrarte que realmente te quiero.

Sabo sintió su corazón acelerarse. - D-de acuerdo...p-pero, ¿cómo vas a hacerlo?

Ace le besó las manos. - No puedo decírtelo. Se perdería la emoción, ¿no crees?

- Eres un tonto.

- Pero soy TU tonto.

Sabo y Ace se rieron. - ¿Haces algo en Navidad?

- Mi familia organiza una reunión familiar. Pero en realidad no quiero ir. No dejan de compararme con mi hermano adoptivo.

- Entonces...¿te gustaría pasar las fiestas con mi hermano y conmigo?

Sabo se puso nervioso. - ¿Q-quieres...quieres que pase las navidades contigo?

- Me haría mucha ilusión. Además, tendrías una buena excusa para no ir con tu familia.

El rubio dudó un momento. Era una proposición bastante atrevida. - M-me encantaría...

Ace le besó la mejilla. - Genial. Pero ahora...vamos a por unos guantes. Tienes las manos heladas.

- A-ah, es que...se me olvidaron en casa...

- Pues yo te compraré unos nuevos. Considéralo mi regalo anticipado de Navidad.

Sabo bajó la cabeza avergonzado y asintió. Ace no soltó la mano del rubio en ningún momento. Las manos de Sabo eran finas y suaves, por tanto, eran más sensibles a las bajas temperaturas. Las de Ace eran un poco más...fornidas.

Llegaron a una tienda de accesorios. Había un montón de productos, desde calcetines hasta abrigos de piel. Ace cogió un par de guantes de color azul oscuro y se los mostró a Sabo. - Creo que éstos te sentarán bien.

- ¿Tú crees?

- Sí. El azul es definitivamente tu color.

Sabo sonrió suavemente. - Entonces nos quedamos con estos.

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