Capítulo 06: Noche de agua y fuego

⚠️ Advertencia +18: Caricias y beso consentidos.⚠️

Ace aparcó la moto enfrente del bloque donde vivía. Ambos chicos se bajaron del vehículo y sacaron la comida que les sobró del restaurante.
Ace sacó las llaves. - ¿Te importa coger la comida por favor?

- P-por supuesto…

Sabo cogió los tuppers mientras Ace abría el portal. Cogieron el ascensor y subieron hasta la cuarta planta. Entraron en la puerta con el 46. Ace le cedió el paso a Sabo.

El apartamento era algo sencillo. Era algo sencillo y moderno, pero lo justo para vivir cómodamente. Tenía tres cuartos: uno con dos camas, otro con una cama mediana y otro que era más como un estudio. La cocina era espaciosa y tenía una barra pegada a la pared con varias banquetas. El salón era sencillo: un sofá de tres plazas con una mesita en el centro y un televisor.
Sabo se impresionó. - Es…es increíble…

- ¿Te gusta? No es gran cosa, pero es lo máximo que me he podido permitir.

- Yo creo que es perfecto.

- Me alegro que te guste. Acomódate mientras yo guardo la comida.

Sabo asintió. Mientras Ace guardaba la comida, el rubio dejaba sus cosas en el cuarto de las dos camas. Colgó su chaqueta en el perchero y volvió al salón. - Umm…¿Ace?

- ¿Qué pasa?

- ¿Tienes zapatillas que pueda usar?

Ace pensó un momento. - Pues…no lo sé…déjame ver qué encuentro.

El pelinegro miró en su zapatero. Cogió unas zapatillas azul cielo. Ace suspiró. - ¿Estás bien?

- Sí, es sólo…estas zapatillas eran de mi madre…

Sabo se puso nervioso. - ¡Ah¡ E-entonces no pasa nada, iré sin zapatillas y…

- No, no, no…está bien, te las puedes poner…yo no suelo ponérmelas, me están algo estrechas.

Sabo se las puso. Aunque eran algo viejas, eran increíblemente cómodas y cálidas. - Están…están perfectas…

Ace se paralizó cuando el rubio sonrió. Tenía casi la misma sonrisa que su madre, hasta sintió que ella seguía aquí. - Tu sonrisa…

- ¿Qué le pasa a mi sonrisa?

- Deberías enseñarla más a menudo…

Sabo se sonrojó. Y Ace también cuando se dio cuenta de lo que había dicho. - Amm…¿quieres un té? Tenías una tos bastante fea.

- A-ah, sí, sí claro. Con miel por favor.

Ace fue rápidamente a preparar las infusiones. No sabía qué le entró en ese momento. Por un momento, vio a su madre en Sabo. No recuerda mucho de ella, sólo su imagen y su voz.
Sabo apareció poco después. Le sonrió a Ace y se sentó en el sofá. El pelinegro le dio una taza de té y él se sentó con una taza de chocolate caliente. Sabo sopló un poco su té y sorbió. - Está rico…

- Me alegro. Oye, tengo Redflix, ¿quieres ver algo?

- Eso estaría bien…

Ace apagó las luces, encendió la lamparita que estaba junto al sofá y se volvió a sentar. Con el mando, presionó el botón de Redflix. - Bueno, ¿qué te apetece ver?

- No lo sé…hay muchas series que me gustaría ver, pero no sé cuál elegir…

- ¿Qué tal si vemos "Heartstopper"? Me han dicho que es muy interesante.

- V-vale…

Ace puso la serie en marcha. Ambos se acurrucaron, y a pesar de la vergüenza que sentían, se sintieron muy cómodos. Sabo acabó su té primero y dejó la taza en la mesita. La serie los mantenía entretenidos mientras se mantenían lo más juntos posible.

Cuando ya iban por la mitad de la segunda temporada, el cielo ya estaba oscuro. Las tazas vacías estaban en la mesita, y Ace, se percató de que Sabo se había quedado dormido. Intentó despertarlo. - Sabo, hey Sabo.

Trató de sacudir su hombro, pero nada. Ace le acarició suavemente el pelo. Era muy suave y fino, casi como hebras. Le retiró un poco el flequillo y ahí la vio. Una cicatriz. La rozó ligeramente. Se sentía áspera y tirante. Sin embargo, contrastaba con su pálida piel.

No pudo evitar dirigir su mirada a los labios del rubio. Se veían finos y delicados. En ese momento, había dos pensamientos que chocaban en su mente: "no puedo, lo veo como mi hermano" y "quiero saber qué sentiré al hacerlo".

Decidió simplemente besar ligeramente la cicatriz de su ojo. Sabo se quejó ligeramente. Ace cogió sus brazos y los puso alrededor de su cuello. Lo cargó sin esfuerzo y lo llevó hasta la cama mediana, donde lo dejó suavemente. En ese momento, Sabo se despertó con un quejido. - ¿Ace…?

Ace le sonrió. - Hey.

- ¿Qué ha pasado? ¿Ya se ha acabado la serie?

- Te has quedado dormido a la mitad de la segunda temporada y te he traído a la cama.

Sabo se sonrojó. - O-oh…lo siento, no quería-

- No pasa nada. ¿Quieres cambiarte de ropa?

Esos pantalones no se ven cómodos para dormir.
Sabo asintió. Ace buscó entre toda su ropa algo que le pudiera venir bien al rubio. Un pijama azul oscuro con estampado de hogueras y cerillas; fue lo primero que pilló. - Toma. Creo que te vendrá bien, tenemos casi la misma talla.

- G-gracias…

Ace salió de la habitación para darle más privacidad. Sabo se sorprendió. El pijama estaba perfecto. Avisó al pelinegro y éste volvió a entrar. Ace sonrió. - Te queda bien.

Sabo se sonrojó por el comentario. La verdad, es que esto no estaba en su plan original. Ace deshizo la cama y se sentó en el lado opuesto al de Sabo. El rubio estaba algo tenso, no sabía si aceptar la propuesta o decirle que prefería dormir en otro cuarto. - Bueno, ¿vienes o prefieres quedarte ahí?

[•••]

Sabo sentía su corazón latiendo fuertemente contra su pecho. Estaba en la misma cama que Ace, quien dormía plácidamente a su lado. Por un momento maldijo a Sanji. Debería haber rechazado la quedada, pero, ¿cuándo volvería a tener una oportunidad como esta? Decidió intentar dormir tranquilamente. Muy difícil ahora mismo.

Unas voces y figuras empezaron a envolver al rubio. Sabo abrió los ojos y vio a su familia biológica. Aquella que lo rechazó y humilló de todas las formas posibles.

"Fracaso"

"Inútil"

"¿Por qué no eres como tu hermano"

" Eres una desgracia"

" Compórtate como es debido"

"Sabo…"

"Sabo…"

- ¡Sabo, despierta!

El rubio despertó sobresaltado. Tenía la respiración agitada y vio a Ace mirándolo preocupado. - ¿Estás bien? Parecía una pesadilla bastante desagradable…

Sabo se miró las manos. Estaba temblando terriblemente. - E-ellos…

Ace le agarró las manos. - ¿Quiénes son ellos Sabo? ¿Quiénes son los que perturban tu sueño?

El rubio bajó la cabeza. Las lágrimas amagaron con humedecer su rostro. Ace no dijo nada. Abrazó a Sabo y apoyó su cabeza en su pecho. Le acarició el pelo suavemente. - No pasa nada…estoy aquí. Estoy aquí…

Sabo lloraba a mares. Intentó de muchas maneras posibles no verse tan vulnerable ante el pelinegro. Pero el pensar que aquella pesadilla podía hacerse realidad…lo desmoronó por completo. Con el paso de los minutos, Sabo sentía que su pulso y respiración se calmaban. El tranquilo sonido de los latidos del corazón de Ace hizo que el rubio se sintiera más seguro.

Se separó un poco de él. Ace le limpió las lágrimas con sus pulgares. - ¿Vas a contarme sobre esas personas o…prefieres dejarlo?

- E-esto…esto no tendría que haber sido así…

Ace se extrañó. - F-fue idea de Sanji…él…él quería ayudarme con algo…a decirte algo en realidad…

- Bueno, y…¿qué es eso que quieres decirme?

Sabo se tensó. - N-no…no quiero…no quiero que nos distanciemos…

- ¿Por qué iríamos a distanciarnos? Somos hermanos, Sabo. Somos buenos amigos.

Sabo se apartó un poco de Ace. - Ese es el problema, Ace. No quiero ser sólo tu amigo…

- Sabo…

No pudo contener las lágrimas. - Duele, Ace…me duele cuando te refieres a mí como tu hermano, como tu amigo…cuando yo…yo…yo te veo como algo más, ¿sabes? Es tan…doloroso…

- Sabo, mírame.

El rubio lo hizo. - Quiero pedirte perdón. No…no sabía que te estaba haciendo tanto daño. No imaginé que…que tuvieras esos sentimientos. Soy un idiota…debí haberme dado cuenta antes…

Sabo se puso nervioso. No sabía por qué Ace se estaba disculpando por algo él había dicho. Pero había algo más. - ¿Ace? ¿T-tienes…algo más que decirme?

Ace le miró. - Sí…pero es mejor si te lo enseño. Cierra los ojos por favor.

El rubio dudó un poco, pero obedeció. Se estremeció cuando sintió que Ace colocaba sus manos en su rostro. Sentía que su corazón golpeaba su pecho con fuerza, casi rompiendo sus costillas. Y entonces, sintió el cálido aliento de Ace sobre él.

Sabo casi se desmaya cuando sintió una presión cálida en sus labios. Ace le estaba besando. Un manto rojo cubrió su rostro y no supo cómo reaccionar. Ace movía sus labios de tal forma que encajaban perfectamente con los de Sabo. El rubio estaba tan sumido en aquella sensación, que no le importó sentir las manos de Ace colarse por debajo de la camisa de su pijama azul.

'No quiero que esta noche se acabe nunca…'

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