24. Confidentes.
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— ¡Ya llegué! — se anunció Kagome al entrar al interior de su casa en donde vivía con su esposo y con Inuyasha como invitado.
No recibió la bienvenida pero avanzo hasta llegar a la sala en donde ya se escuchaba el ruido de la televisión encendida mezclada con las carcajadas de Bankotsu e Inuyasha.
— Hola — saludo Kagome caminando hasta ambos hombres que ya se encontraban cenando. Inuyasha detuvo su acción de ayudar al moreno a comer, ambos la miraron sonrientes.
— Hola Cielo.
— Hola preciosa.
Saludaron ambos a la par para luego mirarse con molestia.
— Hola a los dos — apresuro la azabache a responder antes de que esos dos hombres empezaran a discutir — ¿Cómo les fue? — tomo asiento al lado de Inuyasha con Bankotsu al costado en su silla de ruedas.
— Bien — respondieron una vez más los dos.
— ¿Bien? — Kagome frunció su ceño — Puedo decir más que bien...
— ¿Por qué lo dices? — indagó Inuyasha viendo al frente la televisión.
— Pues...porque en las antiguas secciones de quimio Bankotsu siempre terminaba agotado, dormía hasta el día siguiente y ahora...
— Ahora estoy mejor — completó Bankotsu encogiéndose de hombros — Si me siento cansado Cielo pero no lo suficiente como para dormir y menos que perderme este loco estreno en Netflix.
— ¿Enserio estás bien?
— Enserio Kag, estoy mejor que nunca — sonrió el moreno — ¿Y tú cómo estás?
— ¡Yo sí que estoy cansada! Ponerse al día después de días de ausencia es estresante.
— No te esfuerces de más preciosa — dijo preocupado Inuyasha tomando su mano.
— Tranquilo los dos, ahora estoy muy bien. Iré a darme un baño, vuelvo enseguida — sonriente se puso de pie, ambos hombres esperaron a que desapareciera de su vista para suspirar de alivio.
— Esto está mal Bankotsu.
— Shh, ya lo dijiste todo el camino después de salir del sanatorio. Ya te dije que es lo que quiero...
— ¿Y no piensas en los que los demás quieren?
— Ya he hecho todo lo que ellos querían por años, ahora es mi turno...
°°°
Inuyasha empujaba la silla de ruedas con Bankotsu sobre ella, se dirigían hacia la empresa Taisho's de la sede que estaba encargado Inuyasha.
— Espero que en el edificio haya elevadores Inuyasha — dijo Bankotsu al estar ya dentro de la empresa.
— Por supuesto que sí, nuestras empresas son alabadas por la comodidad en ellas...oh, oh...
"Fuera de servicio"
Eran las palabras escritas en un cartel pegado en las puertas de los elevadores, y no solo en esas, también en los demás 4 elevadores.
— Si claro...comodidad — sarcástico bufo Bankotsu — Las empresas de mi familia sí que son alabadas por excelente comodidad.
— Cállate...
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— ¿Desde cuándo los elevadores no funcionan? — pregunto Inuyasha a la persona con la que hablaba por medio de su celular — ¿Justo ahora? Que maldita coincidencia...
— Dile que baje y haga ejercicio... — susurro Bankotsu.
— Estoy con un amigo... Baja al vestíbulo así me ayudas a hacer ejercicio... ¡Vamos no seas vago Byakuya! Sí, en el vestíbulo — Inuyasha termino la llamada y miro al moreno.
— ¿Qué dijo?
— En unos minutos disfrutarás del mejor servicio de transporte Bankotsu — egocéntrico alardeó Inuyasha.
— O mi muerte adelantada... — gracioso comentó ganándose una mirada ofendida del peli plata.
Cortos cinco minutos después, las puertas que escondían a las escaleras se abrieron y se mostró a un elegante peli negro, vistiendo un pulcro traje empresarial, piel nívea y como marca registrada, una sonrisa cínica de labios cerrados con un par de ojos divertidos.
— ¡Pero que tenemos aquí! — exclamo Byakuya al ver al hermano menor de su mejor amigo, llegó y miro al moreno — Lamento mucho que tengas a este niñato como ayudante personal... — gracioso soltó el moreno.
— Lamentablemente es lo que se pudo conseguir... — siguió el juego Bankotsu con una tranquila sonrisa.
— Oigan...
— Por desgracia te lo asignaron...
— Eh, no me quejó.
— Me están fastidiando... — mascullo Inuyasha cruzados de brazos con una mueca molesta.
— Bueno ¿Para qué solicitaste mi deslumbrante presencia Inuyasha? — pregunto Byakuya conociendo el genio del hijo menor Taisho.
— Eres una diva, por eso Sesshomaru y tú se llevan taaaan bien — comentó Inuyasha volteando los ojos — Te llame porque necesito la ayuda de tus músculos inexistentes.
— De mis... ¿Qué? — confundido miro a ambos, Inuyasha y Bankotsu simplemente señalaron el cartel pegado en el elevador — Ah... — jadeo nervioso — Tú... ¿quieres que subamos al quinceavo piso cargando a tu amigo en la silla de ruedas?
— Sí ¿Qué no es obvio? — Inuyasha miro a Bankotsu.
— Muy obvió — asintió repetidas veces el moreno.
— Ustedes están locos... ¡Locos!
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— Esto traje es Gucci ¡Gucci! — un todo sudoroso peli negro exclamo descansando por tercera vez en la subida de las escaleras.
— Pues ahora tiene tu sudor, es mucho más valioso — tranquilizo Inuyasha en el mismo estado que Byakuya.
— No desistan, solo tres pisos más y llegamos — alentó Bankotsu tan fresco que daba envidia, Byakuya lo fusiló con la mirada.
— Callado te ves más bonito... — mascullo jadeante el empresario peli negro.
— Vamos, hagamos todo de corrido así llegamos más rápido — animo Inuyasha volviéndose a inclinar para levantar un lado de la silla de ruedas con Bankotsu en ella.
— De esta, ustedes dos, me pagaran un traje nuevo de marca — advirtió Byakuya.
— Se, se — Bankotsu e Inuyasha respondieron a la par.
Los últimos tres pisos lo subieron más rápido que los anteriores debido a la adrenalina de estar llegando a su meta.
Bankotsu no pudo evitar sonreír como hacía tiempo no lo hacía, no recordaba cuando fue la última vez que se sentía a gusto con personas que ignoraban su condición. Kagome, Inuyasha, el tal Byakuya y estaba seguro que habría más personas a las que conocería antes de que su enfermedad se lo llevará.
— ¡Al fin! — se escuchó la exclamación de Byakuya, habían llegado al piso deseado, Inuyasha termino jadeante sentado en el suelo a un lado de su amigo peli negro que estaba acostado en el fresco piso.
— Este fue el mejor servicio de trasporte que tuve en mi vida — hablo Bankotsu con tremenda sonrisa divertida y fresca, tanto que llegaba a fastidiar a los dos hombres desganados.
— Inuyasha... — mascullo Byakuya.
— Son 35 años de cárcel por homicidio — murmuro Inuyasha.
Los tres vieron como un hombre con el uniforme de personal de mantenimiento de la empresa se acercaba hacía los elevadores y tranquilamente presionaba los botones táctiles de este haciendo que las puertas se abrieran ante las miradas atónitas de Bankotsu, Inuyasha y Byakuya.
— Ay, qué bueno que nadie lo solicito. Esta cabeza se olvidó de retirar los cárteles — comentó entre risas el hombre de mantenimiento marchándose siendo seguido por las miradas de los tres amigos.
— ¡Inuyasha! — exclamo Byakuya.
— ¡Son 35 años!
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— ¿Entonces dices que es el mejor? — pregunto Bankotsu a Inuyasha.
Los tres se encontraban en la oficina del peli plata recomponiéndose de aquel imprevisto ejercicio de cardio y fuerza. Inuyasha y Byakuya permanecían echados en los cómodos sillones de la habitación.
— Que sí, es el mejor — jadeo Inuyasha todavía recobrando el aire.
— ¿Tenían que verse aquí? No podía ser en el vestíbulo o... ¿en alguna casa? — gruño Byakuya.
— Tenía que ser aquí, no tienen que enterarse siquiera que nos reunimos con él — Inuyasha miro a Bankotsu de reojo — Bankotsu... quiere modificar su testamento.
— ¿Tan serio es tu caso amigo? — se interesó Byakuya.
— El doctor dice que no llegaré al mes sin los tratamientos que hacía, pero yo estoy seguro que los pasaré — sonrió positivo Bankotsu contagiando a Byakuya y a un indeciso peli plata.
— ¿Desde cuándo ese es impuntual? — Byakuya miro su reloj de mano la hora. Luego los tres pares de ojos miraron la puerta al escuchar abrirse y cerrarse.
— Hasta que llegas, Sesshomaru.
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¡MUY FELIZ AÑO NUEVO MIS QUERIDOS!
ESPERO DISFRUTEN DE ESTE CAPÍTULO.
¡NOS LEEMOS PRONTO!
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