4. Casualidades
Recargue mi cabeza sobre la almohada y cierre los ojos. Inmediatamente comenzaron a pasar por mi mente muchos recuerdos, recuerdos que creía que ya no estaban.
CINCO AÑOS ANTES
Era mi cumpleaños dieciséis. Toda la casa olía a chocolate y galletas. La temática eran postres. Podía ver algunos invitados desde la ventana de mi habitación todos vestían lindos trajes y vestidos color pastel., me sentía como en el mundo de Alicia en el país de las maravillas. La puerta de mi habitación se abrió de golpe y el estilista se hizo a un lado para que pudiera ver a mi mejor amiga correr hacia mí.
Ava y yo crecimos casi juntas era tan solo un par de meses más grande que ella es por eso que nos llevábamos tan bien.
—¡Feliz cumpleaños! —dijo envolviéndome en un largo abrazo.
—Deja algo para mí. —al escuchar aquella voz mis manos me temblaron, el corazón me comenzó a latir rápidamente y estaba casi segura de que corría por mis mejillas un ligero color rojo. Ava me soltó y rodo los ojos.
—Eres un idiota. Le dijo a Dimitri mientras se hacia a un lado, una vez que estuvo frente a mi me abrazo. Este abrazo no fue impulsivo como el de Ava, se sentía diferente. Mas cálido, más reconfortante.
—¡Feliz cumpleaños Gates! —dicho me soltó y en ese momento sentí un vacío. Saco una pequeña caja de su bolsa y me la tendió. Dimitri era todo, menos detallistas y que conmigo tuviera ese detalle me hacia sentir especial. Tome la cajita y al abrirla mire una hermosa pulsera que tenía mi nombre grabado.
—¡Gracias! —dije y el me la quito de las manos para ayudarme a colocarla. Levanto los ojos y me quedo observando un rato. Hecho eso giro en sus zapatos y salió de la habitación.
Presente
Me limpie una lagrima que había comenzado a salir de mis ojos y me odiaba por ser una estúpida, después de casi diez años seguía perdidamente enamorada de él, era lo mas cercano a un amor que iba a tener y me odiaba, me odiaba porque sabía que todo en el era mentira. Cada palabra que decía, acto que hacia estaban bien estudiados no solo por el si no por sus padres, sus padres que eran peores que los míos. Su familia era tan materialista que estaba incluso dispuesta a vender alguno de sus hijos con tal de conseguir más plata, así de jodidas y estúpidas eran nuestras vidas. Me limpie con el dorso de mi mano mis mejillas ya que estaban llegas de lágrimas. Odiaba llorar, pero sabía que a veces era muy necesario hacerlo.
Un golpe en la puerta me hizo regresar a mi realidad, antes de responder que pasaran, me acomode en la cama y arregle un poco el desastre que había hecho en mi rostro.
—Adelante. —logre decir, pero se escucho un poco raro debido a que estaba llorando.
—¿Cómo sigues? —me pregunto Adam una vez que abrió la puerta.
—Aburrida. ¿Ya me puedo ir? —dije y él negó con la cabeza.
—Tú amiga fue muy clara con lo que dijo y temo por mis partes nobles. —no pude evitarlo y solté una carcajada.
—¿Partes nobles? ¿Partes nobles? —dije en forma de sarcasmo a lo que Adam rápidamente respondió.
—Bueno no quería decir "mi musculoso y potencial amigo" aunque suena mil veces mejor. —negué con la cabeza y más risas salieron de mi boca. Adam era una persona muy agradable, era simpático, divertido y muy guapo para ser médico. La mayoría de médicos que conocía eran obesos calvos y olían a desinfectante, pero Adam era lo contrario. Era alto cabello claro ojos café y olía a una mezcla entre pino y puro.
—Ava no sería capaz de hacer algo así. —dije pensando mejor las cosas porqué si definitivamente era capaz de hacerlo.
—No me quiero arriesgar. —dicho eso camino a la silla que estaba a mi lado.
—¿Y tu no descansas? —pregunte y asintió con la cabeza.
—De hecho, estaba en mi descanso cuando te conocí. — como siempre Tarah echando a perder las cosas. Al notar mi incomodidad rápido cambio de tema.
—¿Así que te casas con Hughes? —levanté la vista y asentí.
—Nunca pensé que se llegara a casar. —al escuchar que hablaba con tanta familiaridad fruncí el ceño.
—¿Se conocen? —dije y Adam asintió con la cabeza.
—Somos familia. —en ese momento abrí la boca y me senté para quedarme frente a él.
—Eres Adam Brown Hunges el primo que se fue a Estados Unidos y jamás volvió. —Adam parecía divertido con la situación y asintió con la cabeza.
—Tu ya no eres la mima Tarah que se robaba las rosas del jardín para crear pinturas con ella.
Sonreí amplio y negué con la cabeza. El Adam que yo recordaba era bajo de estatura cabello oscuro y ojos pequeños. Este Adam era mucho más sexy y divertido. A veces la vida sí que tiene cambios maravillosos para algunas personas.
¡Holi!
Espero que este capitulo les gustará
¿Qué creen que pasará con esos tres?
Recuerda que tengo redes sociales en donde también publico contenido de mis historias. Gracias por leerme!
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