Capítulo 2: Ignorar no es lo mismo que sanar.

Volver a casa siempre se sentía bien desde que arreglaron las cosas, al menos ya no se sentía como un intruso en Flower Fruit Mountain.

Y casi siempre se encontraba al rey allí en casa, esperándolo.

Tal vez vivir juntos otra vez es lo mejor que les pudo pasar. Ambos conocían el sentimiento de soledad, y bien se sabe que además de entrenar a MK, Wukong no tiene alguna otra cosa en lo que dar su tiempo, por lo que suele estar mucho tiempo sin hacer nada.

Y a veces, estar solo suele colaborar a que te sientas peor.

Pero ya ninguno de los dos estaba solo, porque siempre podían encontrar al otro en el hogar, era realmente cómodo. Este día era diferente, y no precisamente porque alguien faltara en casa, sino por el hecho de que Macaque ya sabía al respecto del plan de Wukong para pedirle matrimonio.

No es que el mono de sombras tenga en mente rechazarlo, pero era algo complicado de responder. Esto significaba algo diferente, porque en el pasado nunca llegaron a ese extremo, solo vivían juntos y hacían cosas de parejas, nada más.

Pero el solo pensar en el matrimonio... Hacía que su corazón latiera nerviosamente y su rostro en conjunto a sus orejas se ruborizaran, delatando su sentir.

Entró lo más sigiloso que pudo a su hogar, escabulléndose entre las sombras para evitar usar la puerta, después de todo, si podía evadir el encontrarse con su pareja sería mucho mejor.

Pero parece que el destino estaba en su contra, porque tan pronto como da el primer paso, Wukong está frente a él, estaba justo saliendo del cuarto.

—Mac, llegaste. —Hubo una sonrisa en el rostro del rey.

—Eh, si, y... Ya sabes, que día tan cansado, voy a ir a dormir. —Respondió mientras pasa a un lado del rey, con intenciones de refugiarse bajo la sabana.

—Moonlight. —Wukong llamó, lo que hizo que el mono de pelaje oscuro se detuviera, sintiendo como el aire se hacía escaso, ¿Le iba a decir ahora? Oh, por todos los dioses, ojalá no. —¿Y mi beso de bienvenida? —Casi fue un berrinche, y pudo notar el ruego en el rostro del rey.

Tenía tanto en mente que no recordó que tenían ese pequeño habito de darse un beso al irse y al regresar, como una pequeña promesa. Era algo tan simple, pero parecía que el rey lo veía como algo importante.

—Oh, cierto, perdona, Peaches. —Macaque se gira para estar de frente y se acerca al rey, finalmente besa sus labios en un beso fugaz. Este tipo de besos no eran por pasión, eran por amor, algo casto, un lindo detalle que ambos disfrutaban.

Pero antes de que Macaque pudiese separarse y huir, Wukong puso una de sus manos en la mejilla de su pareja, acariciándolo dulcemente, mientras que su otra mano se encargó de rodearlo de la cintura, como si deseara mantenerlo allí.

Como si supiera que desea ir a esconderse antes de afrontar las cosas.

—Peaches...—Macaque logra separarse, aun ruborizado, avergonzado, finalmente se estaba rindiendo y no le gustaba ese sentimiento de vulnerabilidad. —Yo... De verdad quiero ir a descansar. —

—¿De qué tratas de huir? —La pregunta del rey parecía llena de dolor, sus ojos atentos rogaban por una respuesta del macaco.

—Yo no... Yo no estoy huyendo. —Aun cuando lo dice, ni siquiera puede creerlo él mismo, llegando a sentirse algo mal por ello. —Solo... ¿Puedes soltarme, por favor? ...—

Las manos de Wukong se apartan, pero ahora que hay ausencia de ellas, siente un nudo en su garganta, y tal vez sea lo mismo que siente el rey al oír eso.

—No entiendo, ¿Hice algo mal? —El gran sabio busca respuestas, no logra entender lo que sucede, no quiere esto.

—No, yo... Simplemente no estoy listo para una charla ahora mismo. —Macaque se da la vuelta, planeando irse.

—¿Te vas a ir huyendo a esconderte? —

Aquello hizo que se detuviera. Tal vez Wukong no lo hizo con mala intención, pero no fue agradable oír eso, aun recordaba esa charla, esa discusión horrible que sucedió cuando fue a verlo y estaba encerrado bajo la montaña.

—¿Qué dijiste? ...—Macaque se gira a verlo, quieto, tratando de mantener en calma sus emociones.

Esto no estaba yendo bien.

—No entiendo por qué tiene que ser así, ¡De verdad lo estoy intentando! —Wukong da unos pasos cerca de él. —¿Qué hice mal? Se supone que ya arreglamos todo, ¿Por qué no dejas de huir? —

Macaque frunció el ceño, sintiendo ese nudo en su garganta apretar más, odiaba ese sentir, no le gustaba, sentía que no podía respirar.

—¡No lo arreglamos! —Finalmente explotó, tal vez fue en defensa propia, como habitualmente hacía, una actitud tan autodestructiva de su parte. —Simplemente decidiste olvidar todo, lo tratamos de hablar antes y siempre era un problema. ¿Con qué derecho puedes decirme eso? —

—¡Porque al menos yo pienso en nosotros! —Al decir eso, Wukong lanza al suelo la pequeña caja de terciopelo, la cual, al impactar de esa manera, se abre y deja también afuera el anillo. —Al menos intento avanzar. —Agrega Wukong, frunciendo el ceño y apretando los puños.

—¿Y crees que yo no? —Macaque responde, tratando de no ver el anillo.

Porque sabía bien que una vez que lo vea, dolería más. Era un detalle que había soñado en algún pasado lejano, y ahora se sentía como un fracaso total, ¿Por qué no podía detenerse? ¿Por qué no podía callarse? Odiaba esa parte de sí mismo, el simplemente dejarse llevar para "defenderse" de salir "lastimado":

—Eso me pregunto yo, ya ni siquiera sé si al menos lo intentas. —Un gruñido sale del rey, quien da un paso más frente a Macaque. Involuntariamente el mono de pelaje oscuro retrocede, había algo de temor en su mirada. —Tu... ¿Aún me tienes miedo? —Wukong lo notó.

—Eso no es cierto, yo solo...—

Pronto, nota como Wukong levanta una mano y rápidamente su instinto le hace bajar la cabeza y cubrir su rostro. Aun así, el golpe nunca llega, y lo único que ve al levantar la mirada, es el rostro de decepción del rey.

—Lo suponía...—El rey suspira irritado. —Ni siquiera me ves como tu pareja, ¿O sí? Aun soy tu enemigo. —

Macaque no dijo nada, y tal vez eso fue lo que hizo que empeorara, pero no llegaron palabras a su boca, no pudo pensar en una respuesta correcta...

Y tal vez, si al menos hubiese dicho algo, las cosas serían diferentes.

—Eso pensé...—Le da la espalda, dispuesto a irse.

—Esto no es mi culpa...—Es lo único que logra decir el macaco, llamando la atención del rey, quien se gira a verlo.

¿Por qué tiene que ser así? Eso no era lo que quiso decir, no así...

—¿Entonces estas diciendo que es mi culpa? —Wukong responde, frunciendo el ceño, notablemente irritado.

—Tú eres el que te encerraste allí, tú eres el que buscó que todo acabara mal, tú eres el que me mató. —No, basta, ya cierra la boca. ¿Por qué no puede detenerse?

—¿Yo? —Gruñe. —¡Claro, como si tu fueras el bueno de la historia! ¿No es cierto, Macaco de seis orejas? Eres un mentiroso, traidor, estafador, ladrón, alguien que incluso llegó a ser tan rechazado que acabaste refugiado en MI montaña. ¿Con qué derecho crees que puedes decir que es mi culpa? —Sus pasos hacia el macaco no se detuvieron, apretando los puños, su humor empeorando cada vez más.

—¡Solo eres un egoísta e imprudente! Nunca supiste pensar en los demás. —

—¡Pensaba en nosotros! —

—Pues parece que solo pensabas en ti. —

—¡Ya cállate! —Eso fue suficiente, pues el sol una vez brilla de esa manera tan fuerte, solo queda un resultado.

Al instante que gritó eso, su bastón dorado aparece en su mano, había crecido a su tamaño habitual para luego golpear el lugar donde antes estaba Macaque, dejando un agujero en la pared.

Por pura suerte logró moverse a tiempo.

El cuerpo de Macaque temblaba, miró con temor el agujero en la pared y luego a Wukong. Aun recordaba ese día, tenía ese mismo odio en sus ojos.

Era su culpa.

Lo único que le decía su mente ahora mismo era que se escondiera, que buscara alguna forma de sobrevivir, escapar de la muerte otra vez. Pero antes de poder escabullirse en uno de sus portales de sombra, Wukong lo sujeto del cuello, estampándolo contra la pared, apretando su cuello con toda la intención de que se sienta asfixiado.

—¿Por qué tienes que hacerme hacer esto, Macaque?... ¿Por qué siempre tienes que arruinarlo así?... —

—W-Wu... Kong...—Era tan complicado hablar, sus manos trataban de hacer que el otro aflojara su agarre, la ansiedad haciéndolo sentir tan vulnerable. —Lo... Lo sien... To...—

El mono de las sombras rogaba ser perdonado, añoraba no pasar por esto otra vez, todo porque no pudo callarse, todo era su culpa, no estaba listo, tal vez nunca lo esté. Pronto, forcejeó más rápido cuando vio como el rey con su otra mano libre dirige el bastón hacia el rostro de Macaque, como si estuviese apuntando antes de aplastarlo.

No, no, esto debía ser una broma, no podía estar pasando.

Quería hablar, quería rogarle piedad, pedirle perdón. La angustia solo hizo que temblara mientras trataba de zafarse, al punto que sus ojos se llenaron de lágrimas.

"No quiero morir..." Suplicaba en su mente. "No quiero morir en tus manos otra vez, por favor, no..."

Pero nadie oyó sus suplicas antes de que el golpe llegara y todo acabara con un dolor infernal que aún estaba grabado en lo más profundo de su alma. 

La respiración de Macaque es agitada cuando se despierta, sus manos temblaban cuando se sentó en un movimiento al levantarse. Sus ojos aún estaban con lágrimas, el dolor aún estaba presente en su ojo ciego, un dolor fantasma que aún no olvidaba y mucho menos ahora. Miró alrededor, dándose cuenta de que estaba en su cama, cubierto por una sábana.

Oh, lo había olvidado.

Había llegado a casa y al estar solo decidió dormirse, tal parece que aquello solo fue un mal sueño, no debía preocuparse, se supone que estaba en un sitio seguro, ¿No?

No.

Era difícil calmarse, regular su respiración era un infierno, no podía concentrarse, cada vez que cerraba los ojos sentía que cuando los abra vería otra vez el báculo dorado yendo directo a su ojo restante. Era una pesadilla que en realidad pasó, pero su mayor miedo es que vuelva a suceder.

Por más que quiso tener más tiempo mejorar su estado actual, sus orejas se movieron bajo el glamour al oír como la puerta de la casa se abría, además de que entraba alguien cuyos latidos reconocía a distancia luego de tantos años. Tal vez aquella pesadilla fue una advertencia, ahora lo mejor sería que se fuera, no quería estar allí. No demoró más de un segundo en abrir un portal de sombras e irse, apareciendo en la parte más alta de la montaña, sentándose en la punta del acantilado, donde ver las estrellas siempre le traía paz cuando estaba en compañía de... Oh, cierto. Se supone que estaba huyendo de Wukong, no debía verlo ni pensar en él, no sería algo bueno para su corazón que estaba tan tembloroso y asustado como él mismo.

No estaba listo.

Se abrazó a sí mismo mientras veía al cielo, rogando por algo de paz, por algo de luz. De verdad desearía tanto algo de consuelo de su amado sol, pero no se sentía merecedor y mucho menos se sentía listo, tenía miedo de lo que podría suceder.

Tenía miedo de morir a manos de Wukong otra vez.

—¿Sabes? Si querías ver las estrellas, me hubieses invitado, adoro verlas contigo. —Aquella voz que tanto ansiaba oír hizo que temblara, preguntando si tal vez era un sueño otra vez, porque era imposible que lo hubiese invocado de tan solo pensarlo.

—Wukong...—Macaque lo miró, y allí estaba él, sonriéndole dulcemente, con sus ojos siempre atentos, felices de encontrarle allí. 

—¿Tuviste un buen día? Yo estuve recorriendo toda la ciudad, estoy seguro de que odiarías eso, si a mi me molestó lo ruidoso que era, no me imagino como será para ti. —Comenzó a hablar tranquilamente, sentándose alado de su pareja, sin quitarle los ojos de encima, grabando en su mente cada una de sus facciones que tanto amaba.

—Yo...—Macaque desvía la mirada mientras se limpia las lágrimas restantes. —Yo no tuve un buen día...—Responde.

—¿Quieres hablar de eso? —

Macaque simplemente niega con la cabeza, escondiendo su rostro entre sus brazos.

—Entiendo... De cualquier manera, sabes que siempre estoy para ti, Mac. —El sonrió dulcemente.

Se sentía diferente al sueño, pero el temor seguía allí.

—Yo si quería decirte algo... —Wukong se rasca la nuca. —Hemos pasado muchos años juntos, ¿No crees? Tantas historias tenemos y aún así no me he aburrido de ti, al contrario, eres especial y me haces feliz, ya sabes, siento que... Nadie nos puede comprender mejor que nosotros. —El ríe felizmente ante ese pensamiento. —Y... Un día oí del matrimonio y pensé que nunca llegamos a eso y yo... Quería preguntarte eso, Macaque. —Su mirada fue al mono de las sombras, quien levantó la mirada para verlo con una expresión de sorpresa en el rostro. —Si a ti te gustaría que tú y yo...-—

—¡No! —Macaque se levanta rápidamente, su respiración volvió a agitarse, en realidad, nunca pudo calmarse. Pudo notar la expresión de desconcierto y dolor en el rostro del rey, pero antes de poder oír algo más, simplemente se fue por un portal de sombras, dejando a Wukong solo, con una propuesta en la boca y un anillo en las manos. 

Wukong en realidad desconocía de lo que hizo mal, ¿Tal vez fue muy precipitado? Claro, seguro es eso, ni siquiera sabía si estaba deprimido, pero aún así, no quería esperar demasiado, era el sitio adecuado y sintió las palabras, justo como dijo Chang'e sobre cómo sería una buena propuesta de matrimonio: Dejar al corazón hablar.

Ahora, el rey mono no tenía fama de hacer lo que le dicen, además de ser alguien muy terco, y justamente por esas dos razones comenzó a buscar en su nube a Macaque, necesitaba verlo, saber que estaba bien. Lo que menos importaba ahora era el anillo o el restaurante que reservo cuando dijera que sí, solo deseaba hablar con su pareja y saber si ha pasado algo muy malo como para ponerlo así, no cualquier cosa era capaz de hacer que su amado se angustie de esa manera, debía ser algo grave, solo lo vio de esa forma una vez y fue en los tiempos de LBD.

Así que esa situación era suficiente para hacerlo preocuparse al grado de buscarlo por toda la ciudad.

No haría nada menos que esto por su pareja.

...

Estuvo por una hora buscándolo, hasta que finalmente llegó a su casa, donde planeaba pensar el lugar donde podría haberse escondido, pero no fue necesario hacer eso, porque tan pronto como entra, puede oír los sollozos de su amada luna.

Se acercó a la habitación que compartían, encontrándose con Macaque sentado y abrazando sus piernas mientras escondía su rostro, aún se veía tan tembloroso, tan triste. Aquello no le gustaba al rey, quien solo podía sentir culpa al verlo así. No esperó demasiado para acercarse y sentarse a su lado lentamente, con algo de distancia entre ambos, no quería incomodarlo luego de todo lo anterior, aún no sabía el problema y esto lo estaba poniendo ansioso por desconocer lo que podría llegar a hacer para ayudar.

—¿Estás bien?... —Era la peor pregunta que pudo hacer, y pronto se dio cuenta, maldiciendo para luego corregir. —Digo, obvio no lo estás, yo solo...—Se rascó la nuca, nervioso. —Me preocupas, Moonlight, solo quiero ayudarte, ¿Sí? Sé que no soy muy bueno en esto, pero... Uhm, puedo aprender. Lo único que deseo es no verte triste de esa manera... ¿Me podrías decir qué te gustaría que hiciera? —

Era algo que había aprendido de una clase de empatía con Sandy, quien le regañó en el pasado porque solía ver todo desde su punto de vista y no el de los demás. El rey conocía bien los impulsos que podía tener al punto de llegar a tornarse violento, al fin y al cabo, era un demonio, ¿No? A veces eso lo consumía mentalmente, sabía que al menos la mitad de su alma venía del caos.

Y lo que menos deseaba era volver a lastimar a Macaque.

—Lo siento...—La luna finalmente habla, sin dejar de esconder su rostro. —Lamento rechazarte así...—

—Hey, Mac, no te preocupes por eso, ¿Bien? Lo que menos me importa ahora es la propuesta de matrimonio, yo solo quiero saber si puedo ayudarte en algo. —Le mira casi rogando, atento a cualquier necesidad que pudiese manifestar su luna. —No sé si hice algo mal, lo cual probablemente si hice... Ya me conoces, soy un desastre. —Ríe levemente, tratando de bromear un poco para aliviar el ambiente.

—No, no es... No se trata de ti, es mi culpa, yo soy el problema...—Comenzó a volver a sollozar. —No puedo hacer esto, yo... Aún no puedo olvidar ese día...—

No hubo necesidad de preguntar a qué se refería, el rostro de Wukong deja de brillar tanto mientras desvía la mirada, era obvio que algo así pasaría, ¿Era esto a lo que se refería Pigsy? Tal parece que había olvidado algo importante antes de pasar al gran paso que era la propuesta de matrimonio.

—Supongo que tienes razón, no es algo que hemos hablado, ¿O sí? —Respondió el rey, suspirando. —¿Qué tal si hacemos lo que Sandy nos enseñó? La charla a ciegas, tal vez así te sientas más seguro a la hora de hablar. —

Macaque simplemente asintió, y esa fue suficiente respuesta para acomodarse en la cama, ambos sentados, cruzando las piernas y descansando su espalda sobre la del otro, de esa forma no se tenían que mirar, pero siempre podrían sentir el latido del otro. Descubrieron que esto era algo que les gustaba, porque así no tenían que sentirse más vulnerables de lo usual, sino que tendrían su espacio, sabiendo de que el otro estaba allí.

—Puedo comenzar yo. —Wukong dijo, sonriendo. —Uhm... Agradezco mucho que arreglamos las cosas, de verdad eres importante para mí, pasamos juntos tantas cosas, pero en ese momento yo estaba cegado, pensando que... El poder que conseguiría me ayudaría a proteger lo que amo, pero... Me quedé sin nada. —

—Yo... También estoy feliz de que volviéramos a estar juntos...— Macaque admite. —No es algo que odie la idea del matrimonio, pero yo... Aún tengo miedo. —

—¿Del compromiso?... —

—Y de ti. —

Hubo silencio en ese momento, Macaque sentía ese nudo en la garganta, temiendo de que Wukong lo mataría otra vez, pero a diferencia de aquella pesadilla, el rey volvió a hablar.

—Lamento gritarte esas cosas feas cuando tu viniste a verme en aquel entonces durante mi encierro bajo la montaña. —El de pelaje naranjo prosigue. —No debí matarte, yo realmente me dejé llevar por mis impulsos, tal vez si hubiésemos hablado...—

—Fue mi culpa, hice cosas imperdonables, lastimé incluso a los que quería cuidar también, con la esperanza de que eso te haría volver...—Responde Macaque. —Tuviste razón en matarme. —

—¡No! Yo... Nunca me sentiré feliz sabiendo que te asesiné. No soy... No soy estable, pensé que con mi maestro podría aprender y lo único que conseguí fue... Perderte una segunda vez. —

—Tal parece que los dos somos el problema, ¿No?... —

—Aunque siento que fue más mi culpa, siempre quise evitar esta charla por miedo. No quería... No quería decir algo mal en aquel entonces, no quería perderte nuevamente. —

—¿Puedo verte?... —

Aquella pregunta hizo latir el rostro del rey, quien casi al instante se gira a ver a su pareja, su lindo rostro que ahora estaba lleno de lagrimas y sus ojos algo rojos de tanto llorar. Podía ver sus seis orejas y sonrió suavemente al poder notar cada detalle, aunque seguía haciéndole sentir mal ver esa cicatriz en su rostro.

—Aquí estoy. —Dijo Wukong.

Macaque agarró suavemente una de las manos del rey, guiándola a su mejilla, del lado de la cicatriz, permitiéndole acariciarla, para que luego el mono de sombras descansara levemente su cabeza en aquella mano que tenía aún un suave olor a duraznos.

—Tenía miedo de que me lastimaras otra vez... Tuve una pesadilla, volví a recordarlo... Pero peor, porque... Fue sobre la propuesta de matrimonio saliendo mal. —

Ante el permiso otorgado por el de pelaje oscuro, Wukong acarició aquella mejilla, aquel suave lado del rostro de su pareja, deseando consolarlo.

—No tienes que soportar mi toque si tienes miedo aún, yo entiendo que puede dar miedo, así que no me voy a quejar por esto. —

—Pero no quiero dejar de sentir tu toque. —

Esas palabras hicieron ruborizar el rostro del rey, quien no podía quitar la vista de su amada luna, quien luego fue por la otra mano del rey para llevarla a su otra mejilla, finalmente permitiéndole acunar su rostro. Acto seguido, Wukong limpia aquellas lagrimas con sus pulgares.

—Entonces no me apartaré, pero no te fuerces, Moonlight. —El de pelaje naranjo besa la frente de Macaque. —Podemos ir paso a paso, ¿Sí? No tenemos que casarnos pronto. —

—...Pero si quiero ese anillo...—Admitió ruborizado el macaco, lo que hizo hacer latir aun mas el rostro del rey, cuya cola comenzaba a moverse felizmente.

—Puedo dártelo, después de todo, es para ti. No puedo pensar en alguien más para entregárselo, Macaque. —

El mono de sombras fue quien acortó la distancia y dejó un beso tímido en los labios de su amado sol.

—No te lo dije antes. —Dijo Macaque, sonriendo suavemente. —Bienvenido a casa. —

No podía olvidar su beso de bienvenida, y mucho menos cuando se lo ha ganado. Podrían arreglar esto, no sería difícil, no si lo intentaban juntos. 

Un mes tal vez era suficiente, porque pudieron ayudarse en sentirse mejor, y realmente lo estaban intentando con algo de ayuda de Sandy. Por otro lado, este día era especial, porque lograron asignarle fecha a la boda, la cual pudo prepararse con ayuda de un grupo extenso de personas, porque era difícil que no se emocionaran tanto cuando algo como esto estaba sucediendo. Chang'e preparó la comida para la boda, con un hermoso pastel de bodas adornando una de las mesas. Mei se encargó de las invitaciones, pero tal vez se excedió porque había más personas de las que planeaban ver, es decir, ¿De verdad incluso Nezha dejó sus responsabilidades para venir? Otro de los que ayudó en adornar y preparar el sitio fueron Tang, Pigsy, Sandy, MK y la familia Bull.

El sitio elegido fue Flower Fruit Mountain, en donde antes de reunía con la hermandad, pero se deshizo de la mesa para prepararlo como un amplio salón al aire libre. Incluso los pequeños monitos se encargaron de decorar el techo y demás con flores que trajeron de alrededor, incluso hicieron dos coronas de flores para sus reyes, colocándoselas en la cabeza.

En el altar estaba Tang, esperando a la pareja, mientras los demás estaban ansiosos o curiosos, tratando de encontrar con la vista a los que se iban a casar, hasta que finalmente los vieron, nada menos que una entrada por un portal de sombras de Macaque, ambos salieron de este, caminando hacia el altar mientras se agarraban de las manos.

Cuando la ansiedad los estaba atacando, solo era necesario apretar levemente su mano y allí estaría el otro.

Al llegar frente a Tang, la pareja se miró a los ojos, agarrándose de ambas manos. Ambos se veían preciosos, con la corona de flores adornando sus cabezas, además de elegantes hanfus de color dorado y rojo que combinaban entre sí. Aún cuando los nervios llegaron, podían encontrar apoyo en aquella mirada atenta y aquellas manos cálidas. Incluso casi sintieron que todo el protocolo que era la charla de aquel que iba a casarlos sintieron que pasó tan rápido, hasta que solo escucharon lo que tanto esperaron.

Aceptarse el uno al otro, sin importar nada ni nadie más.

—En ese caso, ahora yo los declaro esposos, ya pueden besarse. —Dijo Tang, realmente emocionado de ser quien tiene tal honor de unirlos en sagrado matrimonio.

Ambos se unieron en un adorable beso, cosa que todos aplaudieron al instante, llenos de alegría y felicidad en conjunto a la pareja.

—¡VIVAN LOS NOVIOS! —Gritó Mei, poniéndose de pie sobre la silla y todos comenzaron a repetir aquello con igual emoción.

Los monos rieron ante eso, sus ojos llenos de tanta luz y felicidad, y esto apenas estaba comenzando. Se volvieron a agarrar de la mano, esta vez la que el anillo, entrelazando sus dedos, se miraron a los ojos mientras se sonreían, mientras todo el ruido de los demás parecía irse al fondo de esta escena.

—Te amo mucho, Macaque. —Dijo Wukong feliz, su cola se movía ansiosamente.

—Y yo a ti. —Respondió el mono de sombras, besando la mejilla del rey.

Finalmente, ya no eran uno u otro, eran uno solo. 







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