Mira Hacia Adelante
MIRA HACIA ADELANTE.
Dentro de aquel local, se escuchaba el funcionamiento de la maquina cafetera, inundando así el lugar con un aroma intenso a granos de café y a leche azucarada, los pasos de la camarera resonaban contra el suelo de madera y su bandeja tambaleaba las tazas de porcelana de un lado a otro. El televisor tenía puesto el noticiero local.
Lisa y sus amigas acababan de ingresar por la puerta de vidrio. Sintieron un gran alivio al toparse con la calefacción dentro del café, afuera, las calles eran decoradas con finos copos de escarcha blanca que caían como llovizna. Rosa y Julieta estaban energéticas, hablaban de lo genial que había sido su semana y cuanta hambre tenían, por otro lado, Lisa se poseía cansancio en su cuerpo, estaba tan agotada por la universidad que luego del café en vez de ir de fiesta, se marcharía a su casa a acurrucarse debajo de sus mantas.
Las chicas pidieron lo mismo; un café expreso cortado con leche y medialunas para acompañar. Lisa parecía distante ante la conversación de sus amigas, en un momento desvió la mirada hacia la calle, observando a través del vidrio del local, le llamo la atención un señor vestido totalmente de negro, él tenía las manos en los bolsillos de su saco y contemplaba el suelo, a pesar de esto ella se sintió observada por aquel hombre, aunque este no tenía los ojos posados en Lisa.
El noticiero llamó la atención de las universitarias.
─ "En la tarde de ayer, un chico de la preparatoria Efraím se suicidó" –decía la locutora a través de la pantalla- "No sabemos con exactitud el motivo de su muerte... Tenemos entendido que el chico salió de clases y se dirigió a la azotea, para luego saltar desde el edificio"
La mesera llegó con el pedido y lo dispuso delante de las chicas.
─ No puedo creer qué lo cuenten como si nada- dijo Julieta a medida que mezclaba su infusión.
─ Son noticieros, están acostumbrados a contar las desgracias ajenas, así como si nada- comentó Rosa.
─ Pero es el suicidio de prácticamente un niño- dijo un tanto alterada Julieta.
─ Tenía maso menos dieciséis años, ya no era un niño- dijo Rosa- ¿Tú qué piensas, Lisa?
Lisa no contestó, tenía los ojos clavados en aquel hombre de negro. La sola presencia de aquel sujeto la intimidaba mucho. Ella pensaba; ¿por qué sigue ahí? ¿no debería marcharse? Un golpecito en su hombro hizo que desviara la mirada para centrarla en sus amigas.
─ Toda muerte es una desgracia, pero es parte de la vida- contestó Lisa.
─ Claro- dijo Julieta poco convencida- Hablemos de otra cosa. ¿Vieron lo extraña que estuvo la profesora durante toda la semana?
─ ¿Qué profesora?
─ La profesora de historia cultural. Rosa ¿no la conoces? –respondió Julieta.
─ ¡Ah! Sí. La profesora Sánchez- dijo Rosa carraspeando con la lengua- Ana María Sánchez, creo que se llama.
─ Sí, ha actuado raro. Me echó de clases el martes por servir agua en un vaso- comentó Lisa bebiendo café.
─ ¿Por qué serviste agua en un vaso? ¿No podías beber del pico?
─ No. Porque era una botella grande. En fin, la profesora Sánchez se puso nerviosa cuando escuchó el líquido caer en el vaso desechable- dijo Lisa.
Cuando Lisa volvió a mirar la esquina donde estaba aquel hombre misterioso, no vio nada.
Luego de aproximadamente treinta minutos, las muchachas se predispusieron a marcharse. Rosa y Julieta le rogaron a Lisa para que valla con ellas a una fiesta, pero está se negó rotundamente.
Lisa comenzó a caminar por las frías calles, los copitos de nieve le caían sobre el abrigo decorando las mangas de este. Ella sintió que alguien la seguía, creyó que era paranoia, pero igual miró hacia tras, no había nadie. Abrazó el tronco de su cuerpo y aceleró el paso. ¿Por qué estaba nerviosa sí no había nadie? Cuadra tras cuadra caminó a paso acelerado volteando de cuando en cuando su cabeza hacia atrás, hasta toparse con el metro. El olor a mugre le revolvió el estómago a la chica, el metro no es un lugar muy pulcro, sin embargo, era el único transporte que circulaba a esas horas de la noche.
Una vez dentro del tren, buscó donde sentarse. Una señora colocó su bolso en el asiento junto a ella, Lisa continuó buscando. Terminó en un asiento sola. Ella observó por la ventana para evitar dormirse, sin embargo, no pudo, el sueño le ganó.
Lisa despertó al sentir sus manos húmedas y un escalofrió recorriendo su cuerpo. No se había percatado de tener la cabeza apoyada sobre el hombro de un extraño. Miró aquel sujeto, tenía los ojos como la misma noche con una flama ardiente en un su iris, sus labios eran finos decorados con una sonrisa maliciosa, tenía como mucho diez años más que ella. Cada parte de aquel hombre le pareció atractiva y a la vez, maligna. Lisa se preguntó si cavia la posibilidad de que él fuera el mismo hombre que le causó escalofríos en la cafetería, puesto que él también iba vestido de negro y le causaba una sensación de angustia, misma sensación ocasionada por el sujeto del café.
─ Lo... lo siento, Señor- dijo ella reacomodándose en su asiento.
El hombre no respondió. Lisa se limitó a mirar por la ventada, pero no había mucho que ver, solo las paredes rasgadas del interior del subterráneo y tal vez algún anuncio pegado en dichas paredes. El tren pasó debajo de un puente quedando a oscuras, Lisa, naturalmente, no veía nada más allá de sus manos sobre su regazo. Desvió la mirada hacia el asiento junto a ella, su pulso se aceleró y su respiración pesó el doble, aquel hombre parecía haberse esfumado. Si bien estaba oscuro, se podían diferenciar formas simples, un hombre como aquel era fácil de notar, aun teniendo las luces apagadas. Lisa, con un toque de nerviosismo, posó sus manos sobre el haciendo de al lado, en efecto, no había nadie. Se debe haber parado cuando no miré eso es, pensó.
Al salir del túnel, la joven entró en pánico. Sus ojos no le jugaban una mala pasada, de ser así su tacto también fallaba. El corazón le palpitaba en la garganta, ella se pegó a la ventana queriendo alejarse lo más posible. Ella no había despegado los ojos del asiento en ningún momento, sin embargo. ahí estaba. Ese hombre de negro estaba sentado junto a ella, y la miraba fijamente.
Lisa tragó grueso. Estaba loca, tal vez fue la falta de sueño, eso no había sido real ¿verdad?
El subte se frenó, Lisa no dudó dos veces en ponerse de pie y caminar hacia la salida. Con la mochila aferrada al pecho, se levantó del asiento acojinado, pero él la tomó del brazo, ella lo observo nerviosa queriendo gritar y correr lo más lejos posible.
─ Está no es tú parada, Lisa.
La chica abrió los ojos, sus fosas nasales se ensancharon implorando más oxígeno. Se podría suponer que el hecho de escuchar su nombre saliendo de la boca de un extraño, sería suficiente para intrigar a cualquiera, pero Lisa no dio importancia a aquel detalle. Ella se centró en su voz. A ella le pareció que aquella voz era inquietante, la ponía nerviosa en el sentido de querer escapar, la dulce voz de aquel hombre le causaba escalofríos. La piel de Lisa se llenó de una fina capa de sudor, de manera inconsciente su brazo temblaba y sintió como aquel hombre tiraba de ella hasta sentarla nuevamente en su lugar.
¡Es un acosador! Pensó. Eso es, seguro que esté tipo es un acosador, por eso estuvo siguiéndome hoy. Pero no era un acosador, ese hombre era mucho más peligroso que un simple mirón que persigue a su víctima.
─ No deberías dormirte en el subte- dijo el hombre sin mirarla.
─ ¿Qué?
─ Algo malo puede pasar si duermes.
Ella lo escuchó atenta, teniendo cierta cautela porque él seguía sosteniéndole el brazo con fuerza. Lisa no comprendía sus palabras, se había quedado dormida siento de veces y nada había pasado. Dormir es normal ¿no?
Pasaron los minutos y de a poco llegaban a la estación final, donde se bajaría Lisa.
─ Disculpe, debo bajar- dijo ella indicándole que le soltara el brazo.
─ ¿Tanta prisa tienes, Lisa?
─ Por favor, Señor.
Lisa se levantó y él la imitó manteniendo firme su mano alrededor del brazo de ella.
─ Eres una aguafiestas- dijo el hombre inclinando su cuerpo para mirarla.
Pero ella no le siguió el juego. Tomó la mano del hombre y jaló con fuerza para separarse de su agarre. La piel de aquel sujeto pareció helada bajo el tacto de Lisa. Hacía frío, un montón, pero el tipo iba bien abrigado con un sobretodo.
Ella comenzó a caminar a paso acelerado dejando atrás al hombre misterioso. No quería mirar hacia atrás, pensaba que ese tipo podía hacerle algo malo y no estaba equivocada. Las calles estaban húmedas por la nieve, solitarias por la hora y tenebrosas por la oscuridad opacada por un par de farolas. Sus botas repiqueteaban contra el pavimento llenando el silencio de la cuadra. Lisa no recordaba estar tan nerviosa como ahora, la intimidación que le causa aquel hombre no se comparaba con nada. Aquella noche hacía frío, la nieve se empezaba a palpar helada, casi nunca nevaba, tal vez dos veces al año, pero cuando lo hacía no era buena idea deambular por las calles.
Lisa siguió caminando, bajó un poco el ritmo puesto que los minutos pasaron y logró sentir un poco de cautela. O eso fue hasta que sus repiqueteos se acoplaron con otros. Al no haber ruido proveniente de otro lugar que no sean sus botas contra el asfalto, ella se percató de manera automática de aquel sonido arrítmico.
No miró hacia atrás, eso le ponía la piel de gallina, sino que aceleró el paso tratando de disimular lo mucho que quería salir corriendo. A Lisa le pareció escuchar una respiración en su oído, eso la paralizó. Su pecho subía y bajaba notoriamente, se le acumularon lágrimas en los ojos, pero no se dignaron en salir.
─ Aguafiestas- escuchó, pero no vio a nadie.
Ella comenzó a avanzar con cautela temiendo qué algo malo le pasará.
Faltando una cuadra para llegar a su casa, Lisa resbaló con la nieve a medio cuajar. Su mochila se desparramó lejos de ella, las rodillas le ardían a pesar de la capa de tela que recubría sus piernas. A gatas, se acercó hasta su mochila y se la colocó por la espalda. Sus manos estaban cubiertas por guantes, pero le dolían por la caída, se retiró los accesorios de sus manos y observó los raspones. Ella seguía sentada en el suelo, sentía el frío sobre su trasero, aunque no le importó demasiado.
─ ¿Necesitas ayuda?
─ Sí, gracias- dijo Lisa sin mirar a su locutor. Así, tomó la mano de aquel extraño.
Ella miró sus ojos con terror. ¿Cómo había llegado ese sujeto hasta ahí? Tal parece que la estaba siguiendo entre las sombras. Lisa retrocedió dos pasos.
─ Si quieres correr, hazlo- dijo el hombre de negro. Lisa comenzó a correr percatándose que el hombre no iba tras ella.
Lisa no era valiente, sino una cobarde.
Llegó hasta la entrada de su casa, frenéticamente golpeó la puerta, pero su madre parecía no escucharla.
─ ¿Por qué me temes, Lisa? –El hombre estaba parado frente a ella- Todos me temen, pero a ti te parezco atractivo.
El sujeto dio un paso al frente encarcelando a Lisa contra la pared.
─ ¿Acaso eres masoquista? –Ella solo respiraba entrecortado evitando mirar sus ojos- Te puedo llevar al infierno conmigo, pero no puedo matar a nadie- dijo despegando un mechón sudado de la frente de la chica.
─ Esto no es real- susurró Lisa.
─ Debes matarte tu sola- dijo el hombre sin prestarle atención a los susurros de su víctima.
─ ¡Ayuda! ¡Alguien qué me ayude!
El hombre rio a carcajadas. Ella se estremeció comenzando a lagrimear, se deslizo sobre la pared hasta quedar en cuclillas. Tapó sus ojos con las palmas de sus manos. Sintió un tirón fuerte de cabello. Él entrelazó los dedos enredando el pelo de la chica contra su mano, le levantó la cabeza hasta que pudo observar los ojos verdosos que le miraban con pánico.
─ Puedo divertirme mucho contigo.
Lisa cerró sus ojos con fuerza mientras gemía entre lloriqueos. Sus gritos llorosos se escuchaban por cuadras lejos de ella. De pronto, la puerta de la casa se abrió.
─ ¿Lisa? –dijo la mujer- Lisa, mi niña.
La señora se puso en cuchillas al lado de su hija. Esta última estaba tiritando, llorando a gritos desesperados. Lisa tenía la ropa húmeda y desacomodada. Ella se negaba a abrir los ojos, parecía que estaba sufriendo una pesadilla.
─ Lisa, despierta. ¡Despierta!
Lisa abrió los ojos, asustada se aferró al cuello de su madre rogándole qué la sacará de allí.
🙇🏻♀️Hola, hola. Qué les pareció? 🤷🏻♀️📖 Bueno, ya pueden generar sus hipótesis sobre esta novela"
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