♡;;
La búsqueda de los fragmentos de shikón y la lucha contra Naraku parecen no tener fin.
Pasaron varios días desde nuestro ultimo encuentro. Desde la ultima vez que la vi.
Me pregunto como no puedo sentirme del todo reflejada en ella , si después de todo, soy su reencarnación.
Es como si fuéramos dos personas muy diferentes, y lo somos, lo que quiero decir, es como si no tuviéramos relación alguna. Nuestro parecido físico solo sería una coincidencia.
La ultima vez que la vi, estábamos a solas. Y nunca pensé que terminaramos conversando, solo para confesarle todo lo que siento. Esto es extraño.
Ya era de noche, acampamos en medio del bosque ya que no teníamos alternativa.
Inuyasha se posó sobre la rama de una árbol como acostumbra, ya conozco esa mirada. Está pensando en Kikyo.
Yo también estoy pensando en Kikyo , eso solo me hace sentir aun más incomoda y me cuesta más conciliar el sueño.
Me siento apenada de solo recordar todas las palabras que dije. Que le dije.
-¡Ah, maldición! ¡Kagome duérmete ya!- me regañé internamente a mi misma, apretando los ojos.
Supongo que pasaron las horas, o no sé, me quedé dormida a los minutos pero me desperté súbitamente sin tener noción del tiempo.
Todavía estaba oscuro y todos dormían, hasta Inuyasha. La fogata poco a poco se estaba apagando. Froté mis ojos, algo me impedía dormir otra vez.
Me senté con cuidado para no despertar al pequeño Shippo. Lleve mis manos a mi boca para evitar gritar del susto.
Una serpiente cazadora de almas se posaba flotante sobre el zorro. Y cuando vi a Sango, el monje Miroku, y a Kirara noté que ellos también estaban durmiendo bajo esas serpientes.
Voltee hacia la rama donde estaba Inuyasha. Él estaba rodeado por 4 o tal vez 5 de ellas.
Estaba asustada y no podía entender que pasaba. Sabía que eran de Kikyo ¡¿pero que están haciendo aquí?!
Me levanté y tome mis armas. Apunté a una cerca de Inuyasha y le di. Esta desapareció, pero pronto llegó otra a reemplazarla.
-¡Inuyasha! ¡Inuyasha, despierta! - le grité desesperada pero él no respondió
De pronto sentí una presencia acercarse y apunte hacia donde provenía.
De la oscuridad del bosque de a poco se dejaba ver a una sacerdotisa pálida, de mirada fría y largos cabellos negros.
-¡Kikyo! ¿Que estás haciendo aquí? ¿Que es lo que pretendes? ¡Libera a mis amigos ahora! - exigí
- No te alarmes Kagome, las cazadoras de almas solo están encargándose de que no despierten, no le hacen daño... baja el arco por favor.
Obedecí al escuchar esas palabras, yo confio en ella. Lentamente nos fuimos acercando una a la otra.
-Pero... ¿porque no quieres que despierten?
-Pensé que esta madrugada sería un momento oportuno para hablar contigo sin interrupciones
Me puse un poco nerviosa al escuchar la frase "hablar contigo", bajé la mirada y si, creo que me he sonrojado.
-¿Y, sobre que quieres hablar? -dije en un casi susurro, mi voz se quebró por la incomodidad.
No podía evitar empezar a jugar con mis pies, tenía que concentrarme en algo para no lloriquear.
-Lo que dijiste la otra vez me dejó pensando - ella habló - eso a menudo no me pasa. -suavemente ella se sentó de rodillas en el cesped y yo también lo hice, sin mirarla a los ojos.
Suspiró, creo que está buscando las palabras con las cuales iniciar.
-Kagome, me recuerdas a mi cuando era una sacerdotisa novata... -sonrió. -
-¿Ah, si? -respondí algo sorprendida- ¿Por qué? -la mire con curiosidad
-Por que era muy ingenua, solía mezclar mis sentimientos con mis poderes.
-¿Soy ingenua? -pensé avergonzada, ya me sentí tonta ante ella, y mis mejillas de pusieron rojas. Podía sentirlas ardientes, y mis ojos comenzaron a picar. Mi expresión curiosa cambio a una triste.
- Permíteme darte un consejo, dulce Kagome, -se acercó a mi y me levanto el mentón para verla directa a los ojos- Debes aprender a poder separar tus sentimientos con tu talento espiritual. De esa manera podrás evolucionar tu fuerza y ser una gran sacerdotisa - paso su dedo pulgar por mi ojo derecho, en el que una lagrima quería salir.
-¿Como tú? - pregunte en un susurro
-Jeje -rió por lo bajo- No, no aspires a ser como yo. Busca llegar a ser algo mejor, algo más grande. Hasta aquí llegué, Kagome, no puedo ser más que la sacerdotisa que murió hace 50 años. Pero tú si. -al terminar de decir esto, cerró los ojos y me besó en los labios.
Cerré los ojos y la correspondí.
A la mañana siguiente, desde temprano continuamos con nuestro viaje. Mi mirada se mantuvo baja, veía las piedras del camino ser pisadas por mis zapatos mientras pensaba profundamente en todo lo que pasó anoche.
Mordía mi labio inferior cada vez que recordaba ese beso. Y sus ultimas palabras antes de que se fuera.
"No dudes en buscarme cuando quieras respuestas y otro beso"
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top