capítulo uno.-
Las nubes estaban grises mientras dejaban caer su lluvia a la tierra. Nadie se atrevía a salir en ese estado de clima, donde parecía que la madre naturaleza se Venga a del hombre. Por suerte sólo era agua sin truenos ni relámpagos.
Pequeñas gotas huecas de piano se oían en la sala de estar tratando de oprimir el ruido tanto de afuera como el de adentro. Y mientras veía las partituras de la canción que debía aprender pero su vista no para de ver la puerta que daba a la cocina.
- Esto no puede seguir así Snape- le regañaba la mujer de tercera de edad que no aparentaba más de 67 años- la niña necesita salir y jugar con niños de su edad, no estar encerrada en una casa en medio de la nada -
- tu no sabes nada. Ella aquí se la pasa estudiando y no le falta nada - se defendió el pelinegro -
- le falta un padre, te la pasas como profesor por meses ¿cuantas veces pasaste Navidad con ella? ¿ cada que tiempo la vienes a ver? ¿Una ves cada semana? ¿tres veces al mes?. Admitelo la dejas en esta casa y la vienes a ver cada vez que la recuerdas. Eres Maestro en Hogwarts, deberias de vivir en el castillo, y si no la verás llevala a vivir contigo pero ya no la dejes aquí sola -
El maestro se quedo callado, todo lo que le decían era cierto aún así no le daría el gusto a la mujer y no lo separarian de su tesoro. Era verdad, que era muy estricto con ella y sobretodo no le dejaba salir afuera, por el temor que se pierda o se lastime, aún asi no era escusa para encerrarla y sin dejarla conocer a nadie. Y si, la pequeña hija de Severus Snape no conocía a nadie que no fuera su padre o su bisa-abuela.
- es mi hija, yo se como educarla - sovervio como siempre
- en serio que no se puede razonar con tigo - la mujer estaba seria y para quitar su enojo dio un gran suspiro - me la llevaré, la traigo por la noche antes de su hora de dormir
El azabache asintió y se fue a su habitación mientras la mujer se dirigía a la sala de estar encontrando a su nieta tocando aún el piano, instrumento al que su padre le obligó a practicar, mientras trataba de aprender la novena sinfonía de Beethoven.
- cariño, vamos al parque si - le dijo a la pequeña niña que de inmediato se levantó cerrando el instrumento musical y poniendo el cuaderno de partituras en el cajón donde siempre se encontraban - bien
La pequeña tomó la mano de su abuela mientras esta les teletransportaba a la casa de la mayor. Ya en ella dejo su capa y sombrero de bruja para tomar un saco junto a un sombrero de muggles y también sacando una pequeña chaqueta de color rosa para su nieta. Y así salieron para irse a un parque casi cercano al hogar de la bruja.
Pasaron años desde aquella visita al mundo muggle que se había hecho una costumbre entre ambas mujeres ya que desde ese día salían cada martes de cada semana. La pequeña veía diferentes lugares del mundo muggle, pues su abuela siempre viajaba a todas partes del globo terráqueo. Hasta el día en el que se quedó sólo en Inglaterra, cuando su nieta tenía diez años. Aún así no dejo de practicar el ballet, danza que había visto en Francia e Italia y que le causó mucho entusiasmo pero claro fue una pelea que ganó con su padre pues el otro no quería que lo practicará. Comenzó así a sus siete hasta sus diez, fecha en el que la adulta mayor se mudó definitivamente a donde sería su hogar permanente, pero hizo todo para encontrar una escuela que lo enseñará en dicha ciudad y si lo hizo. A si que la pequeña no tubo que abandonar su hobit para nada y si sólo era dos veces por semana pero algo es algo.
(......)
Era un bello día, si se lo podía llamar así a una tarde en Londres, que cabe recalcar que estaba nublado pero sin lluvia aún. La pequeña azabache alistaba sus cosas mientras sus compañeras se iban retirando juntas y era que aunque pasará clases en el mundo humano no había podido tener una amiga, la razón, era muy callada y sumisa, culpa de su padre, pero ella no se daría cuenta ni lo aceptaría.
Saliendo del Instituto de danza espero a que su abuela le recogiera pero esta nunca llegó así que sin nada más que hacer comenzó a caminar tratando de recordar el camino a la casa abuela, grave error.
Ya había caminado por dos horas, según el bigben, pero quien cuenta las horas. Ya estaba cansada y para su desdicha había comenzado a llover, pero por suerte estaba en un barrio que tenia todas las luces de casi todas las casas apagadas menos uno y pues esa era la puerta que debía tocar.
Se hacer hasta el portón de la casa llegando a la puerta. Cabe resaltar que estaba empapada desde sus zapatos de charol hasta su chompa junto a falda y blusa. Tocó la puerta esperando que le ayudarán pero cuando le abrieron fue lo contrario.
- no damos limosnas ni caridad así que vete - le hablo un hombre robusto con el seño fruncido - ve y pídele cosas al gobierno - terminó de decir cerrando la puerta en su cara
Bueno eso no se lo esperaba y por ello aún seguía ahí con su rostro congelado y confuso. Pero oyó murmullos desde dentro de la morada y nuevamente le abrieron la puerta.
- lo siento ah- era una mujer adulta que de inmediato vio a la pequeña - pequeña, entra yo te ayudo
La invitaron a pasar aún con un rostro confuso "esta familia esta loca" fue lo que pensó en aquel momento. Y no se equivocaba pues la mujer quería ganar fama de buena persona ayudando a gente indigente. Ahora ustedes digan ¿quien era más hipócrita? ¿el hombre o la mujer?
Cuando la niña entró en la casa pudo sentir un poco de calor. Vio cada parte de esta hasta que la interrumpieron.
- Y dime que necesitas -
- ah..- comenzó a hablar - quería saber si era posible que le llamen a mi abuela para que venga por mi -
- ¿abuela? - la mujer estaba confusa y vio mejor a la niña. Tenía unos zapatos de charol muy bellos, su falda era nueva junto a la blusa o lo aparentaba, su cabello aunque mojado se notaba que estaba sujeto por dos trabas muy brillantes así como los aretes y collar que a simple vista eran de oro. No era una indigente, era una niña de clase alta, por la joyería - ah si tranquila. Querido trae tu teléfono. Ven siéntate te traeré unas toallas y algo de mi ropa aunque creo que te ara algo grande-
La señora subió a su habitación en donde se escuchaban los regaños de esta a su marido, y por ello el hombre bajo comportándose de manera más agradable. Hipocresía. Le pidió el número y llamo a la línea dada por la niña siendo atendida por una señora mayor. Mientras él hombre de la casa hablaba con la apoderada de ella, Petunia ayudaba a secar a la pequeña quien discretamente veía algo que se escondida en la habitación de debajo de la escaleras.
Paso veinte minutos, por estar en el mundo muggle, llegó la señora que tocó la puerta siendo atendida de inmediato por Vernon. La adulta mayor vestía de forma elegante saco costoso que se quito dejando ver un vestido de ceda tacos bien pulidos de color negro, y joyería muy destacable. Y si bien la mujer era una bruja cuando estaba en el mundo muggle vestía y lusia las más costosas prendas pues debía resaltar el apellido Castiel.
- buenas noches - dijo el hombre robusto
- ______ estas aquí que alegría. Llegué tarde al Instituto y ya no estabas, te estuve buscando por todos lados - le abrazo a la pequeña niña que también le correspondía - Mucha gracias por cuidarla
- Ah sido todo un gusto señora..-
- Adelaida Castiel -
- oh un gusto Petunia Dursdelle- le alagaba la señora - espero y nos volvamos a ver que les parece si cenamos mañana
- Me encantaría, mañana a las ocho de la noche -
- claro que si - respondío Petunia - mañana temprano, hasta luego
Las mujeres se retiraron, la adulta tenía un paraguas que usaban para cubrirse de la lluvia aún presente y guiar a la niña hasta el auto de esta. Mientras los Dursley se quedaban anonados por la nueva persona que conocieron.
15 votos y continuó
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