Cap. 3 Somos hermanos. Es nuestro trabajo.
La vida de los San Juan nunca fue una vida sencilla, en ninguna generación conocida.
La vida en México era bonita, un país que ciertamente no tenia un muy buen gobierno, pero tenia muy buena gente.
Los San Juan eran una de las más antiguas familias de Puebla, gente humilde, generosa y dispuesta a ayudar a otros. Sin embargo, entre un secreto a voces, se decía que la familia estaba maldita.
La familia San Juan supuesta mente tuvo un fuerte vinculo con lo sobre natural, no es que ellos practicaran brujería, hicieran esoterismo o que fueran satánicos, no nada de eso. Pero siempre les seguían cosas sobrenaturales, todo el mundo lo sabía y pues, la verdad es que en cada generación algún San Juan habían salvado Puebla, así que no se podían quejar de los San Juan.
La generación más antigua viva era Toñita San Juan, que había peleado con la Nahuala hace 55 años.
Su hijo se había ido con su esposa Maria a Xochimilco, un padre allí les había pedido ayuda con el espíritu de la llorona, un alma en pena que estaba constantemente aterrorizando a la buena gente del pueblo y robando a los niños en las noches. Desgraciadamente su hijo y su nuera murieron al tratar de salvar a los niños de Xochimilco y el padre desapareció sin dejar más que un diario.
El hijo de Toñita San Juan le había dejado 2 hermosos nietos.
Fernando San Juan; el mayor y Leonardo San Juan; el menor.
Ambos niños eran preciosos y especiales a su propia manera. También fueron muy diferentes entre sí.
Fernando o "Nando" como prefería ser llamado, creció como un chico travieso y aveces un poco odioso, también un poco glotón y descarado. Se la pasaba molestando a su hermano menor. Para Nando era su forma de jugar con él, no entendía como era algo malo, por lo tanto no sabía cuando era suficiente.
Leonardo o Leo San Juan como él prefería, creció como un niño tímido, nervioso y ligeramente tartamudo. Toñita sabía que dentro de Leo había un alma valerosa, simplemente había que dejarla salir.
Toñita se había encargado de criar de una forma amorosa a ambos niños con la ayuda de Dionisia, una mujer que venia de Villahermosa de San Juan Bautista
Puebla de los Ángeles fue el hogar de los San Juan durante muchas generaciones.
Pero con la educación de los niños no era tan buena como en otros lugares. Incluso los niños lo sabían.
Leo había sido llamado varias veces en los últimos años para tratar con fantasmas brujas y monstruos en diferentes partes del pais, y tan bueno como fue en conseguir sus objetivos en el viaje, el chico estudio también en los años que se mantuvo fuera de casa.
Al volver Toñita de inmediato se había preocupado por el tiempo perdido de su nieto menor, no es que pensara que alguno de los dos ahora jóvenes querría dejar el negocio del pan, era un negocio noble y firme y tenían buena mano para su trabajo. Pero honestamente si ambos podían tener un titulo y ejercerlo, pues mejor, el pan San Juan siempre podía ser un plan de respaldo.
Nando también había tomado clases especiales cuando le llego el momento de dar servicio militar, pero al haber muchas guerrillas a lo largo del sur del país, el mayor de los San Juan también había perdido tiempo en la escuela regular.
Gracias al servicio en el gobierno de Nando, ambos chicos consiguieron tomar exámenes de regularización y gracias al cielo ambos habían salido bastante bien.
Nando había sido considerado apto para entrar al segundo año de preparatoria a pesar de no haber cursado el primer año y sorpresivamente Leo se había saltado la secundaria, siendo considerado apto para entrar a primero de preparatoria.
Ambos chicos habían conseguido incluso becas para ir al extranjero a estudiar, las becas se encargarían todos los gastos de la escuela e incluso los gastos de comida. Era una escuela reconocida por su buen método escolar pese a ser publica. El instituto de educación media superior Lake city.
Toñita al recibir las cartas de ambos chicos no dudo un segundo. Llamo a Dionicia y ambas comenzaron a empacar todo lo esencial.
Con su casa y la panadería prácticamente empacada. Una llamada para comprar un local grande y sus ahorros de los últimos 35 años, Toñita tomo a sus nietos y dejo Puebla sin ningún remordimiento, solo dejando a Leo ir a dar sus honores a la tumba del padre Godofredo antes de finalmente partir.
La vida les sonreía con un nuevo brillante futuro a los San Juan y Toñita estaba más que dispuesta a aprovecharlo.
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