08. tangotits

CHAPTER EIGHT . . .
❝ tangotits ❞

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LA CASTAÑA contemplaba fijamente la pared de su habitación cubierta de todas las fotos y evidencias del caso de Andie Bell, con aire pensativo. Pip no podía dejar de pensar en la conversación que ella y Katherine tuvieron con Daniel Da Silva hacía unas horas. Tampoco podía parar de pensar en el vídeo que habían visto. Sal parecía otra persona completamente diferente.

Ella no conocía al mayor de los Singh tanto como Katherine lo conocía, pero de igual forma el chico la había ayudado cuando lo había necesitado, como la vez en la que unos niños se estaban burlando de que una parte de su familia paterna fuera proveniente de Nigeria y Sal se entrometió para defenderla.

Tampoco podía dejar de pensar en el nombre de su padre en el libro de huéspedes del hotel. No quería pensar lo peor, pero tenía todo el derecho a hacerlo. Además, su madre le había contado hacía unos minutos que la razón por la que el hombre se marchó de casa durante unos días fue porque tuvieron una fuerte discusión y ambos necesitaban tomarse unos cuantos días de descanso, por lo que él decidió irse.

Tal y como Katherine dedujo.

Pero había algo que no le cuadraba, aunque su madre se empezara en decir lo contrario. Quería creer a su familia, de verdad que sí, pero por otra parte le era simplemente imposible y se encerraba a sí misma en sus creencias.
Pip salió de sus pensamientos al escuchar la puerta de su habitación abrirse. Sin embargo, ella no se inmutó. Ni siquiera se giró para comprobar quién era, porque lo supo al instante.

―¿Puedo pasar?

―No. ―contestó Pip, intentando no llorar, a la pregunta de su padre.

Pasaron unos cuantos segundos.

―No pasó nada. ―aseguró firmemente Víctor mirando a Pip, quien seguía cruzada de brazos mirando la pared.

―¿Cómo puedo saberlo?

―Porque me conoces, Pipsicola. ―respondió el hombre con suavidad en su tono de voz― Y te respeto demasiado como para mentirte.

Pip sintió sus ojos aguarse. Su vista empezó a nublarse, y veía todas las fotos y evidencias y anotaciones del caso en la pared de forma borrosa. Quería creer a su padre, de verdad que quería. Pero las pruebas indicaban lo contrario.

―Que yo quiera que sea cierto no implica que lo sea. ―fue lo único que dijo Pip mientras se daba la vuelta para caminar hacia donde él estaba.

Le cerró la puerta en las narices con brusquedad, negándose a mantener una conversación con su padre. Y no porque no quisiera, sino porque no podía. Estaba tan agobiada que necesitaba tiempo para asimilar todo lo que estaba ocurriendo en su vida.

Caminó hasta su escritorio y tomó su móvil para marcar un número.

Hola, Sargentita. ―se escuchó la voz de Katherine desde el otro lado, y Pip sonrió un poco al escucharla. Al menos ella era la única en esos momentos que podía hacerla sentir mejor.

―Hola, Katie. ¿Podemos hablar? ―preguntó la chica con inseguridad.

Me estás dando miedo... pero claro que sí. ―contestó la joven Bell con un poco de desconfianza― Dispara.

Pip suspiró pesadamente.

―He estado pensando mucho en el vídeo que Daniel da Silva nos enseñó esta mañana. Ya sabes, el vídeo del interrogatorio de Sal. ―comenzó a explicar― Y... no sé, sé que voy a sonar como una persona horrible y espantosa pero siento que cabe la posibilidad de que Sal sí asesinara a Andie.

Un silencio inundó la habitación de Pip. Katherine no contestaba. Ni siquiera se podía escuchar su respiración al otro lado de la llamada. Pip se mordió el labio con un poco de nerviosismo.

Si te digo la verdad... yo también he estado pensando en ello y creo que estoy de acuerdo contigo. ―dijo por fin Katherine, con la voz un poco temblorosa― En el vídeo... Yo... Sal no parecía él mismo. Estaba tan fuera de sí que todavía me cuesta asimilar que se comportara de ese modo. Y yo también me siento muy mal pensando esto, pero... Sal puede haber matado perfectamente a mi hermana. Siempre he pensado que era imposible que él pudiera haber cometido el crimen. Pero, ahora... no estoy tan segura de eso.

Pip no dijo nada, tan solo asintió, comprendiendo perfectamente las palabras de su amiga.

―Tenemos que decírselo a Ravi. ―avisó la castaña con seguridad.

¿Qué? ¿Acaso te has vuelto loca? ―preguntó Katherine, incrédula, al escuchar las palabras de la ojiverde― Pip, no podemos decirle nada a Ravi. Lo destruirá por completo. Y no solo a él, sino a todos los Singh. Ravi y su familia siempre han creído que Sal era inocente, al igual que nosotras hasta hace tan solo unas horas. ¡No podemos arrebatarles la esperanza que toda esa familia lleva teniendo durante tantos años!

―¡Pero es necesario! Katie, escúchame, por favor. ―Pip trató de convencer a la pelinegra, y volvió a suspirar― Sé que todo esto es una locura. Estoy al tanto de ello. Y también estoy al tanto de lo mucho que todo esto significa para ti. Y por eso creo que no debemos esconderle nada a Ravi, y mucho menos que puede que todo este tiempo sí haya sido Sal quien mató a Andie. Sé que te duele, Sal era muy cercano parq tu hermana y por tanto también lo era para ti. Pero para mí también lo es, era el mejor amigo de Naomi, y he pasado mucho tiempo con él. Y creo que, igual que nosotras no merecemos descubrir la verdad, Ravi, Naomi y todos los afectados también lo merecen.

Katherine se quedó en silencio durante varios segundos. Unos segundos que Para Pip parecieron eternidades.

Realmente tienes un don para convencer a las personas, ¿eh? Ya van dos veces que me convences de algo que seguramente no acabe bien. ―dijo finalmente Katherine y Pip no pudo evitar sonreír― ¡No puedo verlo pero sé perfectamente que estás sonriendo!

―Eso no es cierto. ―respondió Pip pretendiendo estar molesta, y la pelinegra empezó a reír.

Una calidez la inundó por dentro.

Mentir no se te da tan bien como convencer, Sargentita. ―contestó Katherine con burla y Pip se percató de que estaba sonriendo como una boba, inconscientemente, por lo que dejó de sonreír frunciendo un poco el ceño.

―Cállate.

Sabes que tengo razón.

―Voy a escribirle a Ravi para que los tres quedemos en una hora, ¡adiós!

¡Tampoco se te da bien evadir las situaciones, Sargentita! ―fue lo último que escuchó decir a Katherine, y Pip colgó con una gran sonrisa.

Pip le escribió a Ravi con brevedad diciéndole que ella y Katherine tenían que contarle algo importante, y acto seguudo le indicó el lugar donde se reunirían, el cual sería el lago. Ravi contestó en menos de treinta segundos con un emoji del pulgar hacia arriba.

La castaña dejó el móvil de nuevo en su escritorio para tumbarse en su cama mirando hacia arriba. Todavía podía escuchar la risa de Katherine en la llamada. Pip sonrió aún más y hundió su rostro en una almohada para soltar un chillido lleno de emociones que todavía no era capaz de descifrar.

KATHERINE tocó el timbre de la residencia Fitz-Amobi con una sonrisa emocionada. Últimamente, la chica pasaba más tiempo allí que en su propia casa. Y no le desagradaba en absoluto. La verdad es que, a veces, la chica prefería quedarse con Pip en vez de estar junto a su familia en casa. Estar junto a Pip le brindaba paz. La Katherine de hace unos meses estaría flipando con todo lo que le estaba ocurriendo.

Jamás se podría imaginar que haría un proyecto de investigación sobre la desaparición y asesinato de su hermana junto a su mayor enemiga, y que mucho menos estuviera empezando a desarrollar unas sentimientos confusos por ella.

La puerta de la casa se abrió, dejándose ver al padre de Pip, Victor. El hombre sonrió con amabilidad al ver a la chica. Pero Katherine se quedó un poco paralizada al estar delante de él.

―Oh, hola, Katherine. ¿Qué tal estás?

No me esperaba verte por aquí hoy. ―saludó el hombre con amabilidad, y Katherine se obligó a sí misma a sonreír. Cabía la posibilidad de que él fuera el Hombre Mayor Secreto que se veía con Andie en secreto, y eso le incomodaba un poco bastante.

―Buenas tardes, señor Fitz-Amobi. ―saludó ella esbozando su mejor sonrisa, y casi se le dislocó la mandíbula del esfuerzo― ¿Está Pip en casa? He quedado con ella para ir a casa de Cara esta tarde.

―Sí, está arriba. Espera. ―el mayor se giró para mirar hacia el interior de su casa― ¡Pipsicola, Katherine está aquí!

La pelinegra sonrió al escuchar el apodo tan original que Victor tenía hacia su hija. Deseaba que su padre también se hubiera preocupado igual por ella como para ponerle un apodo cariñoso. Pero eso no había podido ser. En cambio, había sido ignorada y menospreciada por él mismo.

Pip apareció detrás de su padre, y el hombre se hizo a un lado con la mirada baja. La castaña miró a su padre durante unos segundos, y Katherine frunció el ceño al notar una cierta tensión en el aire. Como si hubieran tenido una discusión o algo así.

―Vendré después de cenar. ―avisó Pip a su padre y este asintió. La chica salió de su casa y Victor le sonrió a Katherine en forma de despedida. La joven copió su movimiento y él cerró la puerta.

Ambas chicas caminaron hasta el coche de Pip en silencio, y Katherine se sentó en el asiento del copiloto. Katherine miró a Pip de reojo. La ojiverde tenía su cabeza reposada en el respaldo del asiento del piloto.

―¿Va todo bien? ―preguntó Katherine abrochándose el cinturón mientras miraba a la castaña con atención.

Pip posó su mirada en la pelinegra.

―Sí, claro. ¿Por qué no iba a ir bien? ―contestó ella forzando una sonrisa.

―Porque te conozco, Pip. Muy bien, de hecho. Nos conocemos desde hace muchísimos años. Y sé que algo no va bien, especialmente con tu padre. ―explicó la joven con suavidad pero sin perder la seriedad en su voz― Puedes contármelo, ¿vale? No te voy a criticar ni insultar por que te desahogues. Yo no me iré a ninguna parte. Estoy aquí.

Pip le dedicó a Katherine una mirada de agradecimiento. Apreciaba mucho todas las cosas que estaba haciendo por ella todos esos meses. Estaba realmente agradecida de tener a alguien como Katherine en su vida.

―Mi padre intenta que le crea sobre todo lo del hotel, y una parte de mi también quiere creerlo. Pero... ―la voz de la pelicorta se quebró― Pero las pruebas indican lo contrario. Todo esto me huele a infidelidad. No hay ninguna duda. Pero a la vez siento que él no tiene absolutamente nada que ver.

―Pip, creo... creo que deberías no pensar tanto en ello. Créeme que yo también estoy preocupada por eso, pero no tenemos que dejar que todo este tema interfiera en la investigación. ―habló Katherine con suavidad, y Pip volvió a mirar sus ojos oscuros― Sé que es muy difícil para ti y no te lo discuto en absoluto, pero creo que deberíamos dejar el tema de tu padre un poco apartado y centrarnos en el caso de Andie para encontrarle una solución lógica a su desaparición.

―Tienes razón, Katie. Lo siento. ―murmuró Pip bajando la mirada, un tanto avergonzada― Te prometo que no me volverás a oír hablar sobre el tema de mi padre. A partir de ahora nos centraremos única y exclusivamente en el caso de la desaparición de tu hermana.

―Esa es la Sargentita que yo conozco. ―sonrió Katherine con sinceridad y Pip le devolvió la sonrisa. La castaña estaba muy agradecida de tener a alguien como Katherine a su lado.

Pip arrancó el coche y emprendieron su camino hacia el lago, donde Ravi las estaría esperando para recibir una de las peores noticias del mundo.

Unos diez minutos después finalmente llegaron al lago. Se bajaron del coche de la joven Fitz-Amobi para dirigirse hacia donde Ravi se encontraba. El chico estaba lanzando piedras al lago con aburrimiento, igual que hizo con ellas un tiempo atrás.

El joven Singh notó una presencia detrás de él, por lo que se giró para mirar a las dos jóvenes detectives.

―Hola, chicas. ―saludó Ravi a las dos con una sonrisa amigable.

Katherine y Pip sintieron un golpe directo en la boca del estómago. El moreno estaba tan feliz... Y ahora le iban a arruinar su felicidad. Katherine miró a Pip de reojo, cuestionándose por seguna vez si era buena idea. La castaña asintió levemente, por lo que Katherine no tuvo nada más que decir.

Empezaron a acercarse a Ravi, cabizbajas. Katherine jugueteaba con sus dedos y Pip no sabía dónde meter las manos debido a lo temblorosas que estaban en ese momento.

―Necesitamos contarte algo. ―dijo Katherine, un tanto precavida.

―Vale. ―contestó Ravi con un poco de confusión y desconfianza.

Katherine y Pip se miraron. Katherine le hizo una seña a la ojiverde para que empezara a hablar ella, pues al fin y al cabo todo esto había sido su plan.

―Dan da Silva nos enseñó el vídeo del interrogatorio de Sal. ―explicó ella sin hacer contacto visual con el menor de los Singh― Sal parecía... enfadado.

―¿Y? Lo estaba interrogando la policía. Estaría nervioso. Y a la defensiva. ―sugirió Ravi con el ceño fruncido, sin entender exactamente el rumbo que iba a tomar la conversación.

―Sí, puede, pero...

―¿Pero qué?

―Perdió los papeles. ―decidió Katherine seguir hablando, posando una mano en el hombro de Pip para tranquilizarla un poco― Mostró una... energía que no había visto nunca en él.

―¿Qué, ira? ¿Agresividad? ―preguntó Ravi mirando a Katherine― ¿Cómo reaccionarías tú si te acusaran de la desaparición de tu novia?

Katherine tragó saliva y miró a Pip de soslayo. La idea de Pip desapareciendo hizo que le dieran ganas de vomitar. Después se dio cuenta de que ellas dos no eran absolutamente nada. Pero había pensado en ella cuando Ravi pronunció esa última palabra.

―No reaccionaría así. Ni yo tampoco. ―respondió Pip en lugar de Katherine, defendiéndola un poco.

―Sal quería a Andie.

―Y los enamorados hacen estupideces. ―contestó Katherine haciendo todo lo posible para no mirar a Pip.

―¿Qué significa eso? ―cuestionó Ravi mirando a Katherine, a la defensiva.

―Solo intentamos verlo de forma objetiva.

―¿Y a Sal lo trataron objetivamente? ―contraatacó Ravi a las palabras de Pip, un poco enfadado, y Katherine bajó la mirada sabiendo lo que iba a decir a continuación― Un chico de color saliendo con una rubia. Los periódicos le llamaron bestia y monstruo.


―No. Pero Sal mintió. ―dijo Pip mirando a Ravi con dolor― Les dijo que no discutió con Andie el día que desapareció pero mintió.

―Hay algo que no os he contado. ―habló Katherine de repente, sintiendo que si no decía lo que iba a decir explotaría. Ambos la miraron con curiosidad― Vi a Sal y Andie aquel día. Me crucé con mi hermana en el pasillo. Había llorado. ―la voz de la joven Bell se quebró al recordar ese momento― Se llevó el dedo a los labios en plan «no le digas a nadie dónde estoy» y luego... apareció Sal y me preguntó si había visto a Andie y... se lo dije. Y al día siguiente desapareció. A veces pienso que si no lo hubiese hecho, tal vez...

―Sal no la habría asesinado. ―terminó Ravi por Katherine la oración, y la pelinegra tan solo bajó la mirada para contenerse las ganas de llorar.

―¿Y si ha sido un error? ¿Acaso no lo has pensado?

―Entonces de trata de ti. ―contestó Ravi mirando a Katherine, y esta alzó las cejas con sorpresa― Se trata de ti y de tu culpa. Necesitas que Sal sea inocente. Y tú también. ―señaló a Pip con su dedo índice― Oh, no, pobrecitas Katherine y Pip...

―¡Para, no es eso! Sabíamos que Sal era inocente. ―habló Pip, muy abrumada― Al menos eso creíamos. Ahora no sabemos qué pensar.

Ravi se quedó en silencio duranye unos segundos, y se podía notar el dolor en su mirada. Estaba dolido por las palabras de ambas chicas. Él siempre las había apoyado y ahora estaban poniéndose en su contra. No podía entenderlo. O a lo mejor no quería.

―Yo creía que érais diferentes. ¡Hasta me caíais bien! ―exclamó Ravi con mucho enfado― Katherine, me han contado tanta mierda de ti que ni siquiera sé por qué me hice tu amigo. Creo que porque eres la hermana de Andie y ambos compartimos ese dolor de perder a un hermano mayor. Sentí pena por ti al ver que Andie había muerto, tú tan solo tenías doce años cuando pasó. Y supongo que me sentí identificado con nuestras situaciones porque eran muy parecidas. Pero ahora sé que todas las cosas que todas las personas me contaban sobre ti son ciertas. Eres igual que Andie. Igual de egoísta, igual de mezquina, igual de hipócrita que ella. De tal palo, tal astilla. Y sé que eso nunca va a cambiar.

Katherine sintió sus ojos enlagrimarse al escuchar a Ravi decir todo aquello. Cada palabra que había dicho se clavaba cada vez más en su corazón como si de espinas se tratasen. No se esperaba que Ravi fuera capaz de decirle todas esas palabras hirientes.

A lo mejor tan solo estaba enfadado y nada lo decía en serio... pero le seguía doliendo profundamente.

―Y en cuanto a ti ―miró a Pip con mucho más enfado―, Dios, no puedo creerme que ahora vayas de chica buena y razonable cuando ni siquiera te has parado a pensar en lo que puede llegar a pasar si descubres la verdad. Ya no hay nada que arreglar. Andie y Sal están muertos. Nunca entenderé la necesidad que tuviste de hacer este estúpido proyecto sobre ellos y arrastrar a Katherine en el camino. ―Pip no pudo evitar que una lágrima recorriera su mejilla― Pero supongo que eso es lo que hacen las personas para obtener reconocimiento o en este caso mejores calificaciones para la uni, ¿verdad? Arruinarle la vida a la gente sin importarles lo que pueda pasar. Debí salir corriendo cuando tú y Katherine aparecisteis en la parada de autobús. Todo habría sido mejor.

Katherine pudo notar cómo su labio temblaba. Los pulmones de Pip se comprimían con cada palabra que salía por la boca de Ravi.
Ninguna de ellas se esperaba todo lo que les estaba diciendo. No sabían muy bien si estaba muy enfadado y no lo decía en serio, o si en realidad él quería decir todo lo que estaba diciendo.

―¿Creéis que sois buenas personas!―espetó el de piel morena mirando a las chicas con una mezcla de dolor y enfado― Pero ¿y si no lo sois?

Ninguna de las chicas dijo nada más. Ravi se quedó mirándolas durante unos segundos, antes de negar con la cabeza para pasar por el lado de ellas y chocar su hombro con el de Katherine.

―No me puedo creer que confiara en vosotras.

La pelinegra sintió cómo las lágrimas estaban a punto de brotar de sus ojos.

Pip sintió un nudo en su garganta.

―Katie, yo... ―intentó hablar la castaña con la voz temblorosa, pero Katherine cerró los ojos y soltó un suspiro.

―Ahora no, Pip. Por favor. Te dije que hablar de esto con Ravi era una pésima idea y decidí confiar en ti. ―soltó Katherine todo sin pensar― Ahora la única persona que nos apoyaba con todo esto de la investigación de Andie se ha enfadado con nosotras. Y no voy a decir que ha sido tu culpa, sino mía por haber confiado en ti y en tus ideas.

―Katie, lo siento muchísimo, de verdad, yo no... ―murmuró Pip para intentar abrazar a la pelinegra, pero esta se apartó con suavidad, pues tampoco quería hacerle daño.

―Te he dicho que ahora no, Pip. Ahora mismo no tengo ganas de hablar con nadie. Y mucho menos contigo. ―espetó la joven Bell intentando no hacer contacto visual con ella, y después intentó suavizar el tono de voz― No hace falta que me lleves a casa, puedo ir caminando. Creo que me hace falta despejarme un poco.

―Sí, lo entiendo...

―Adiós, Pip. ―se despidió Katherine sin siquiera mirar a la ojiverde, y pasó por su lado como si ella fuera una persona desconocida. La joven Fitz-Amobi se quedó sola, al borde del llanto.

PIP PISÓ EL ACELERADOR. Después de la discusión con Ravi y la breve disputa entre ella y Katherine, la de pelo corto se sentía sola. Vacía. Culpable. Se montó en su coche para empezar a conducir, y cada vez iba más rápido. Acelerar el coche y sentir esa adrenalina recorrerle el cuerpo era una de sus muchas estrategias para desahogarse. Tenía un montón de cosas en la cabeza por todo lo que estaba pasando en su vida.

Estaba muy estresada con todo, especialmente con la investigación sobre la desaparición de Andie Bell.

También estaba lo de su padre, quien podría tratarse del Hombre Mayor Secreto con el que la mayor de las hermanas Bell se veía a escondidas. Había que añadir los exámenes, trabajos y la solicitud para Cambridge que estaba descuidando por centrarse en ese intrigante caso que por alguna razón no podía dejar de investigar.

Tal vez era por su orgullo, o podría ser también por Ravi. O por Katherine. O por ambos. Estaba muy confundida. El chico era un gran amigo y Pip se sentía muy cómoda junto a él, pero no era lo mismo como cuando estaba con Katherine. Con ella era diferente. Se sentía más segura, más comprendida, más querida y menos preocupada. La joven Bell era de las pocas personas que podían hacerla sonreír. Y le gustaba que ella fuera una de esas pocas personas. Hacía unos meses no quería estar al lado de Katherine, pero ahora no podía evitar sentirse un poco vacía cuando la chica se alejaba de ella.

Por eso, aquellos sentimientos confusos que sentía hacia ella le estaban jugando una mala pasada. ¿Realmente ella quería a Katherine como solo una buena amiga? ¿O quizá la quería como algo más? No lo sabía, pero sí tenía claro que necesitaba esa maldita respuesta lo antes posible.

Pip dejó de pisar el acelerador, con lágrimas en sus ojos verdosos. Suspiró pesadamente, intentando controlar su respiración. Pero no podía. Sentía cómo sus pulmones se comprimían más y más, a tal punto que no podía respirar. Necesitaba salir del coche, y eso hizo.

Aparcó como buenamente pudo y salió del coche para dirigirse a la misma pradera en la que ella, Katherine y Ravi habían aparcado tiempo atrás para inspeccionar el conejito de peluche que había

El mismo lugar en el que ella le quitó el trozo de algodón a Katherine del pelo con el corazón bombeándole sin parar. Ahora le pasaba lo mismo, solo que con diferentes motivos.

Caminó hasta llegar al centro de la pradera, y sus piernas no respondieron. Cayó de rodillas contra el suelo, y acto seguido soltó lo que llevaba tanto tiempo guardando para sí misma. Empezó a sollozar sin parar, sintiendo cómo todo su mundo se venía abajo. No tenía a Katherime para que ella pudiera consolarla, como siempre hacía cuando le sucedía algo parecido a eso. Estaba sola. Sola en medio de una pradera pintada de color verde, perdida en el infinito laberinto de su mente. Y eso le aterraba demasiado.

No supo cuánto tiempo lloró, tan solo lo hizo hasta llenar sus mejillas y hierba de la pradera de sus lágrimas. Una vez se hubo desahogado, suspiró profundamente para esta vez intentar controlar su respiración. Después de conseguirlo, reunió todas sus fuerzas para levantarse del suelo repleto de hierba y dirigirse hacia su coche.

Pip se montó de nuevo en el vehículo y se abrochó el cinturón. Suspiró pesadamente para arrancar el coche y empezar a conducir con rapidez, no sin antes limpiarse las lágrimas que caían por sus mejillas sin parar.

Condujo durante unos minutos hasta llegar a su destino.

El timbre de la casa de los Ward sonó. Cara Ward bajó las escaleras que daban a su habitación hasta llegar a la parte baja de su domicilio. Abrió la puerta de la entrada con una sonrisa, pero esta se desvaneció de inmediato al ver a la persona que se encontraba delante de ella. Pip estaba allí. Tenía los ojos rojos de tanto llorar y se veía mentalmente agotada.

Cara pensó en Katherine. ¿Dónde estaría la chica? Últimamente ella y su mejor amiga pasaban muchísimo tiempo juntas. Casi todo el tiempo, de hecho. Por eso se extrañó mucho al ver a Pip sola, parada delante de su casa con el rostro tan compungido.

―¿Puedo pasar? ―preguntó Pip con un hilo de voz.

―Claro. ―respondió Cara, muy confundida y preocupada a la vez.

Pip asintió con la cabeza, antes de sorber su nariz y adentrarse en la casa. Cara cerró la puerta una vez que su mejoe amiga hubo entrado. Ambas chicas se dirigieron a la parte trasera de la casa, siendo esta el jardín.

Ahora ellas se encontraban tumbadas en el césped del jardín, sobre una especie de manta que las protegía de mancharse de cualquier cosa. Las dos estaban en silencio. Ninguna decía nada. Hasta que Cara se cansó.

―¿Piensas contarme qué pasa?

―No pasa nada. ―contestó Pip mirando fijamente al cielo azul.

―Oh, vamos, por favor. ―bufó Cara con las manos detrás de su cabeza, también mirando al cielo.

El silencio inundó el jardín de nuevo.

―¿Crees que llegamos a conocer a las personas? ―preguntó Pip con suavidad.

―No. ―contestó la morena después de unos segundos pensando la respuesta.

―Pero tú a mi sí. Y yo a ti.

―Hay partes de ti que no conozco.

―No, qué va.

―¿Qué hay de cuando trabajas en el caso con Katherine? No veo a esa Pip. ―sugirió Cara con una sonrisita, y la ojiverde sintió sus mejillas encenderse ligeramente. Decidió no pensar mucho en la chica, y volvió a mirar al cielo.

―Eso me entristece.

―No debería. -dijo la de pelo largo con una sonrisita, y la miró- Me gusta la Pip que conozco.

La nombrada giró la cabeza para mirar a Cara ―¿Y esa Pip es buena persona?

―La mejor. ―aseguró ella com una enorme sonrisa que contagió a su mejor amiga.

―¿Puedo quedarme aquí esta noche?

―Claro que sí. ―contestó Cara sin dudarlo, y Pip le sonrió en agradecimiento. Ambas adolescentes se abrazaron la una a la otra.

Pip siempre tendría a Cara, y Cara siempre tendría a Pip. Siempre juntas. Se conocían desde que eran niñas. Y desde ese entonces nada ni nadie podría ser capaz de separarlas.

―Pip, quiero hacerte una pregunta. ―dijo Cara para mirar a la chica con un poco de seriedad― Pero necesito que seas totalmente sincera conmigo, ¿vale? Nada de mentiras.

Pip solamente asintió.

―¿Te gusta Ravi?

―No. ―Pip negó rápidamente con la cabeza, y era verdad. A la joven Fitz-Amobi no le gustaba Ravi. Al principio creía que sí le gustaba el chico, pero no resultó ser así.

―¿Te gusta Katherine?

Aquella pregunta sí que tomó a Pip por sorpresa. Se quedó unos segundos en silencio, pensando qué responderle a Cara. Abrió la boca para decir que no, pero no podía. No podía decirlo. Había algo que no le dejaba. Porque era mentira. Ni siquiera sabía lo que sentía.

―Yo... ―Pip se llevó las manos al rostro, y acto seguido soltó un gruñido de frustración― No lo sé.

―¿No sabes si te gusta Katherine? ―preguntó Cara con una ceja alzada.

―No, no lo sé. ―repitió la castaña, aún con las manos sobre su rostro, y unos segundos después se las quitó― Dios, es todo tan... confuso. No sé qué demonios estoy sintiendo. No sé por qué me siento tan confundida respecto a mis sentimientos hacia ella. Tan solo somos amigas, nada más. Y se supone que no tengo que sentir nada por ella. Pero llevo ya varios meses sintiéndome de este modo. Y encima el idiota de Connor no para de acercarse a ella. Pero no puedo enfadarme porque no somos nada. Solo somos amigas.

―Pero las amigas no se miran de esa manera, Pip. ―le comentó Cara a ella, encogiéndose de hombros.

―¿Qué quieres decir? ―preguntó Pip con el ceño fruncido, y Cara solamente rodó los ojos con una sonrisita.

―Eres increíble, Pip.

La de pelo corto volvió a abrir la boca para responder, pero el timbre de la casa de los Ward sonó. Cara se levantó del suelo del jardín, mientras Pip decidió quedarse allí.

Cara se dirigió a la puerta. La abrió, y ella alzó las cejas con sorpresa al ver quién había allí, parada delante de ella.

Katherine.

―Hola, Cara. ―saludó la pelinegra con una sonrisa amable― ¿Está Pip contigo? La he buscado por todas partes pero no la encuentro.

―Hola, Katie. ―saludó la trenzada con la misma sonrisa― Uh... sí, está aquí. ¿Quieres pasar a hablar con ella?

―Sí, por favor. Gracias. ―agradeció la pelinegra, y Cara asintió para hacerse un lado y dejar a Katherine pasar.

Cara cerró la puerta y ambas chicas salieron al jardín.

―Oye, Pip, alguien quiere hablar contigo. ―habló la joven Ward en un tono entre divertido y amable.

La nombrada se reincorporó en el suelo para alzar la mirada y encontrarse con la de Katherine. Pip dio un respingo y se levantó del suelo con rapidez, y parpadeó durante unos instantes.

―Katherine. ―dijo la castaña con una mezcla de sorpresa y confusión.

―Hola, Sargentita. ―saludó Katherine con una sonrisa, y Pip escondió una sonrisita al escucharla llamarla por su apodo― He venido a disculparme.

―Katherine, no tienes que...

―No, sí que tengo. ―interrumpió ella a Pip, y esta frunció los labios formando una fina línea. Katherine dio un paso hacia delante, acercándose a Pip para sentarse a su lado, en el césped.

Pip copió su movimiento y todo se quedó en silencio. Ninguna de la dos decía nada. Pip miró a Cara dedicándole una mirada significativa, y la joven Ward entendió el mensaje.

―Bueno ―Cara dio una palmada para romper el silencio―, yo me voy para dentro. Ahora nos vemos, ¿vale? Espero que solucionéis lo que sea que tengáis. Aviso que nada de malos rollos, ¿eh?

Las dos asintieron con una sonrisa incómoda y Cara hizo un saludo militar antes de adentrarse en la casa.

―Lo siento. ―dijeron ambas chicas a la vez, y compartieron unas risitas. Se quedaron mirando con una sonrisa, y Pip fue la primera en desviar la mirada. Ella tenía los nervios a flor de piel.

―Déjame hablar a mi primero. No he venido aquí para nada. ―pidió Katherine con diversión, y Pip asintió― Siento mucho haberte hablado mal hace un rato. Me siento muy mal. No te merecías que te hablara así. Supongo que estaba... cegada por el dolor de las palabras que Ravi nos había dicho. Y lo pagué contigo. Y me siento culpable. Jamás debí haberte hablado de ese modo, y créeme que desde que he llegado a mi casa no he podido dejar de pensar en ti y en lo que había pasado. ―la joven Bell bajó la mirada― Así que... ¿crees que podrías perdonar a este desastre de persona?

Katherine terminó de hablar. Pero Pip dejado de prestar atención a Katherine cuando ella había dicho que no había parado de pensar en ella. Seguramente no lo decía de la manera que se pensaba, pero se emocionó de todas formas. Todavía no estaba muy segura de la razón, pero lo había hecho.

―Pues claro que puedo perdonarte, Katie. Además, ni siquiera tenías por qué hacerlo. Tenías razón y la sigues teniendo. ―contestó Pip y Katherine la miró con comprensión― Me advertiste que contarle a Ravi lo que pensábamos sobre Sal no era buena idea, y aun así lo hice. Todo porque soy una cabezota y no puedo centrarme en otra cosa que no sea yo misma. Todo el caso de Andie me tiene muy nerviosa y ocupada y frustrada... Y ya sé que no es una excusa porque tú lo estás pasando igual o incluso peor que yo porque ella es tu hermana. Y debí haber tenido más empatía, tanto contigo como con Ravi. Pero sobre todo contigo. Te prometo que, a partir de ahora, escucharé todas y cada una de tus sugerencias.

―Tranquila, Sargentita. Te perdono. No te preocupes. ―Katherine hizo un saludo militar, lo que consiguió que Pip sonriera más aliviada.

Sin embargo, sucedió algo que ni siquiera ella había pensado. Pip miró a los labios de Katherine. De forma involuntaria. Le había salido de esa forma, y ya no podía cambiarlo. Las mejillas de la joven Bell se tornaron de un color carmesí y desvió la mirada.

Pip, en cambio, estaba muy confundida y frustrada consigo misma. ¿Qué demonios le estaba ocurriendo?

Una idea disparatada se le vino a la cabeza.

¿Y si Cara tenía razón? ¿Y si las amigas no se miran de esa manera? ¿Y si a ella realmente gustaba Katherine?

―¡Hey, chicas! ―se escuchó la voz entusiasta de Cara, y ambas miraron a la chica― ¿Queréis ayudarme a maquillar a Naomi?

―Claro que sí. ―contestó Katherine levantándose del suelo y extendió una mano hacia Pip― Vamos, Sargentita, no querrás que te coman las hormigas.

La castaña puso los ojos en blanco con una sonrisa burlona, y aceptó la mano de Katherine para levantarse también del césped. Pip se estremeció ante el tacto de la mano de Katherine. La pelinegra soltó su mano para adentrarse en la casa, y Pip suspiró.

La pareja de detectives saludó a Naomi, quien se encontraba en la habitación de Cara, ya preparada para ser maquillada. Ella se había vestido de forma elegante porque en el instituto se haría una especie de homenaje a Andie Bell, en el que habría una especie de baile y todos los estudiantes que fueron con ella al instituto asistirían.

Katherine se ofreció a maquillar primero a Naomi, y le aplicó base en el rostro y un poco de rubor en las mejillas; Pip le pintó los labios en un tono casi imperceptible y Cara se encargó de pintarle los ojos.

Ahora, la menor de los Ward se había puesto encima de su hermana mayor para intentar inmovilizarla y así poder hacerle la raya del ojo correctamente, pero Naomi no se dejaba. Las cuatro chicas reían sin parar. Necesitaban esos momentos de paz y tranquilidad.

La figura de Elliot Ward apareció por la puerta de la habitación, interrumpiendo las risas de las chicas.

―Tenemos que irnos ―avisó el hombre a las chicas, aunque en realidad la información iba para Naomi―, tengo que asegurarse de que nadie achispe el ponche. Oh, y lamento informaros de que la televisión está rota, así que tendréis que entreteneros a la vieja usanza.

―¿Masturbación? ―preguntó Cara fingiendo interés, y Naomi le dio un golpe a su hermana en el hombro con una expresión asqueada. Katherine rió  y compartió una mirada con Pip, quien también estaba riendo.

―Había pensado que Pip podría leer en voz alta.

―Vale, boomer. ―contestó Cara a su padre con una sonrisa divertida― Veremos una peli en mi móvil.

―¿Una peli en tu móvil? ―cuestionó el hombre fingiendo sorpresa― ¿Qué oscura brujería es esa?

Las chicas volvieron a reír, y el señor Ward salió de la habitación para esperar a Naomi en el comedor. Cara volvió a abalanzarse sobre su hermana para terminar de hacerle la raya en los ojos y así concluir su maquillaje.

―Paso de la fiesta. ―musitó Naomi con una sonrisa y se reincorporó en la cama― No hay nadie a quien me apetezca ver.

―Al menos tienes que admirar nuestro cartel. Pip, Katie y yo le hemos echado horas.

―¿Ah, sí? ―preguntaron las aludidas con las cejas alzadas y una expresión burlona, y se miraron de reojo.

―Además, Jamie Reynolds estará allí y... he oído que está tremendo. ―añadió Cara con un ápice de picardía.

Jamie Reynolds era el hermano mayor de Connor. Se llevaban unos cuantos años. Tenía la edad de Naomi. Katherine no lo conocía casi nada, tal vez de haberlo visto alguna vez por los pasillos del instituto años atrás. Pero nunca había tenido contacto con él.

Y dudaba que alguna vez lo tuviera.

―Pip, Katie, que no escape, voy a por la plancha del pelo. ―avisó la menor de los Ward con entusiasmo para levantarse de la cama y salir de la habitación.

―Corre mientras puedas hacerlo. ―murmuró Pip con diversión y Katherine no pudo evitar rodar los ojos con la misma expresión.

Naomi soltó una leve risa y se reincorporó en la cama, sentándose. Todo se quedó en silencio. La mayor de las Ward se acomodó un mechón de pelo rebelde que caía por su rostro.

―¿Cómo llevais lo del caso?

Katherine y Pip se miraron de inmediato. No esperaban que Naomi preguntara aquello, y mucho menos en ese momento tan desprevenido.

―Cara no quiere que te hablemos de ello. ―contestó Pip con un poco de incomodidad― Cree que te afecta.

―Quiero saberlo. ―afirmó la de pelo ondulado con compresión.

―No muy bien. Creo que hemos metido la pata. ―Katherine explicó con la mirada fija en el suelo.

―¿En qué?

La pareja de detectives volvió a compartir una mirada. No sabían si decirle a Naomi lo que pensaban sobre su mejor amigo era exactamente la mejor de las ideas. Pero Katherine le asintió levemente a Pip con la cabeza, y la castala entonces supo qué hacer.

Tal y como le había prometido, también tomaría en cuenta sus decisiones.

―Creemos que Sal es culpable. ―habló la joven Fitz-Amobi por fin, y lo soltó tan rápido que temió que no se hubiera entendido bien y tuviera que repetirlo.

Naomi tan solo desvió la mirada de las chicas, sin saber muy bien dónde ponerla en ese momento. Tragó saliva con dificultad. Katherine se percató de esto y frunció un poco el ceño.

―Las tengo. ¡Oh, chicas, la habéis soltado! ―se quejó Cara apareciendo de nuevo en la habitación.

―Tranquila, ya estoy. Voy a ir. ―dijo Naomi con despreocupación para levantarse de la cama. La mayor empezó a caminar para salir de la habitación, pero se detuvo para girarse y mirar a las demás― Oh, y podeis usar mi portátil. Para la peli.

―Vaya, es la primera vez que me dejas utilizarlo. ―dijo Cara, sorprendida.

―No, Pip y Katherine pueden usarlo. ―respondió Naomi mirando a su hermana con bastante seriedad en su rostro, y después puso su mirada en Pip y Katherine con exactamente la misma expresión― La contraseña es «WardsAreUs». Os recomiendo «Tangotits».

―Suena a peli porno de los ochenta.
―se burló Cara con una sonrisa, pero su hermana no reía. En absoluto.

―Más bien de dos mil diecinueve. ―aclaró Naomi mirando fijamente a Katherine y Pip, y en cuanto la mayor de las Ward dijo aquello con tanta precisión, algo hizo click en el cerebro de ambas instantáneamente.

Ambas se miraron de inmediato, poniendo todas las piezas del puzle en su lugar dentro de sus mentes. Naomi no quería que vieran una película.

Naomi quería que supieran algo.

Algo que ellas no sabían.

Naomi abrazó a Cara en modo de despedida, y esta le devolvió el abrazo con un poco de confusión.

―Gracias por cuidarme. ―le agradeció a su hermana menor con una delicada sonrisa, y les dedicó una última mirada a Katherine y Pip. Una urgente. Katherine supo muy bien identificar el mensaje que quería transmitir.

Naomi salió de la habitación para encontrarse con su padre en el comedor, dejando a Katherine, Pip y Cara solas en la habitación de la última.

Cara decidió ir a preparar las palomitas para ver la película mientras que Katherine y Pip entrarían en la habitación de Naomi para utilizar su ordenador portátil. Cara pensaba que habían kdo allí para buscar la película que Naomi les había dicho. Pero no.

Era por un motivo muy diferente.

Cuando Cara salió de su habitación para bajar hacia la cocina y preparar las palomitas y todo lo necesario para ver la película, Katherine y Pip aprovecharon el momento para dirigirse a la habitación de Naomi.

Pip abrió la puerta con mucho cuidado de no hacer un ruido excesivamente fuerte, y ambas se adentraron en la habitación. La ojiverde cerró la puerta con el mismo sigilo y Katherine volvió a contemplar todas las fotos con sus amigos que Naomi seguía conservando con mucho afecto en sus paredes.

Las dos se acercaron al escritorio ďe Naomi y Katherine se hizo a un lado para que fuera Pip la que se sentara en la silla. La castaña le sonrió en agradecimiento y la pelinegra le devolvió la sonrisa para expresarle que no importaba, que estaba bien.

Pip se sentó en la silla y se acomodó.
Katherine apoyó ambos brazos sobre la mesa del escritorio y se inclinó un poco hacia delante para mirar la pantalla encendida del portátil con noatble curiosidad. Pip giró su cabeza para mirar por unos segundos el perfil de Katherine y sus facciones.
La joven Bell desvió su mirada del portátil para mirar hacia su derecha, pero Pip giró su cabeza hacia delante justo antes de que Katherine la pillara.

Ahora, con las mejillas levemente sonrosadas, Pip introdujo la contraseña y el portátil se desbloqueó. Entró en Google y escribió «Tangotits» en el buscador, y lo primero que le salió fue contenido para adultos. Ambas detectives hicieron una mueca de asco y Pip bajó la flechita hasta llegar a una página de Instagram. Ella le dio clic al enlace y se llevaron una gran sorpresa al ver de quién era la cuenta.

Max Hastings.

Katherine miraba la cuenta de Instagram del chico con las cejas alzadas. ¿Que demonios? ¿Por qué Naomi querría que ellas encontraran la cuenta secreta de Max? ¿Qué se suponía que era lo que Naomi quería que ellas descubrieran?

Definitivamente «Tangotits» no era una película.

―¡Pip, Katie! ―se escuchó la voz de Cara desde su habitación.

―¡Sí, un momento!

Tenían que darse prisa. Pip y Katherine observaban cada foto que Max había publicado y casi todas eran sobre él sin camiseta, fiestas, él sin camiseta, amigos, fiestas y muchas fiestas.

Ahora Katherine entendía todo. Por eso le resultaba tan extraño que Max tuviera una única cuenta de Instagran en la que solo publicara fotos de atardeceres o cenas y reuniones familiares.

Navegaron por la cuenta de Max hasta llegar a una foto en particular. Una foto que había sido publicada el diecienueve de abril de dos mil diecinueve. El mismo día que Andie desapareció.

Millones de recuerdos e información recopilada atravesaban la mente de Katherine a la velocidad de la luz.

Jugábamos en casa de Max al Super Mario Party. Sal se fue pronto.

Katherine sacó su móvil del bolsillo de su pantalón para tomarle una foto a la publicación de Max aquella noche.

¿Y a qué hora se fue Sal exactamente?

Katherine y Pip observaban con mucha atención la foto, intentando no perderse absolutamente ningún detalle.

A las diez y media de la noche.

Sin embargo, en el reloj de escritorio que se podía ver perfectamente en la foto de la publicación de Max no ponía esa ahora. Sino otra muy diferente. Las doce y seis de la madrugada.

―¿Quién hizo la foto? ―murmuraron las dos chicas a la vez, mirando fijamente la fotografía con confusión.

Pero algo hizo click por segunda vez en la cabeza de la joven Bell en menos de cinco minutos. Katherine soltó un grito ahogado al percatarse de algo que Pip aún no de había dado cuenta. Se llevó la mano a la boca, intentando asimilar todo lo que acababa de descubrir.

―Katie, respira. ¡Katie, por favor, tranquilízate! ―pidió Pip poniendo ambas manls en los hombros de la pelinegra para intentar calmarla― ¿Qué has descubierto? Katie, escúchame.

Katherine no contestó. Estaba demasiado atacada como para siquiera formular palabra. Con las manos temblorosas, buscó el contacto de Ravi. Le dio al botón para llamar, pero después lo pensó mejor y colgó.

―¡Mierda! ―exclamó la chica en un susurro y se llevó las manos a la cabeza, desesperando incluso más a Pip, quien la miraba con preocupación.

―Katie, ¿qué...?

―Tenemos que irnos ahora mismo. ―avisó Katherine con inquietud, y Pip frunció el ceño con extrañeza.

―¿Por qué?

Pero antes de que Katherine pudiera abrir la boca para responder, Cara entró en la habitación con una sonrisa divertida, sobresaltándolas.

―¿Es una porno?

―Tenemos que irnos. ―dijo Pip con la misma inquietud que Katherine aunque ella no tuviera ni idea de lo que pasaba.

―Siempre teneis que iros. ―Cara replicó, desilusionada, con su sonrisa esfumándose por completo.

―Lo sentimos mucho. ―fue lo último que dijo Katharine antes de salir de la habitación, seguida de Pip.

―Tranquis. ―contestó la joven Ward con calma― ¡Llamadme mañana!

Pero ellas no respondieron. No podían hablar. O al menos Katherne no era capaz. Se dirigieron hacia la salida de la casa y abrieron la puerta de esta para salir. Pip cerró la puerta tras ella y las dos chican salieron corriendo hacia el coche de la de pelo corto.

Katherine se montó en el asiento del copiloto y Pip a su lado, en el del piloto. La pelinegra intentó calmar su respiración y, una vez lo hubo logrado, suspiró pesadamente para cerrar los ojos y pasarse una mano por el rostro.

―Katie, ¿qué ocurre? ―volvió a preguntar Pip, esta vez un poco más calmada, y Katherine se apartó las manos del rostro para mirarla.

―Sal no es culpable. Él no mató a mi hermana. ―explicó la chica sintiendo cómo sus pulmones se comprimían, y Pip alzó las cejas― Naomi, Max y Jake mintieron sobre la coartada de Sal.

PIP APARCÓ EL VEHÍCULO como buenamente pudo y Katherine y ella salieron de este con rapidez, intentando no caer de bruces contra el suelo. Corrieron hasta llegar a la casa de los Singh y tocaron repetidas veces el timbre. Necesitaban hablar con Ravi.
Lo que habían descubierto en aquella foto lo cambiaba absolutamente todo.

Esperaron durante dos minutos y, cuando parecía que ya nadie iba a abrirles la puerta, Ravi asomó su cabeza cuando abrió esta. Se sorprendió al ver a Katherine y Pip delante de él después de la discusión que tuvieron hacía unas horas.

―Katherine, Pip. No entiendo nada. ―murmuró el moreno con una notable confusión en su mirada― ¿Qué estais haciendo aquí por la noche?

Ellas dos se miraron, y Pip le indicó a Katherine con la nirada que fuera ella la que empezara a explicar todo.

―Sabemos que ahora mismo estás muy enfadado con nosotras y que puede que nos odies y que seamos las últimas personas a las que quieres ver, y no te lo discutimos en absoluto. Pero tenemos que hablar contigo, Ravi. Es súper importante. ―soltó la chica de forma atropellada, y luego suspiró.

Ravi pestañeó, perplejo.

―¿Qué ocurre?

―Hemos descubierto algo. Algo sobre Sal. Y ahora estamos casi seguras al cien por ciento de que es inocente. ―explicó Pip esta vez, y Ravi abrió los ojos con sorpresa.

―¿Hace apenas cinco horas me confirmábais que mi hermano podría ser el asesino de Andie y ahora me estais diciendo que no? ―preguntó Ravi con lentitud, intentando entenderlas.

―Sabemos que parece una locura y te aseguro que lo que te vamos a contar va a parecerlo incluso más, pero necesitamos que nos escuches. ―pidió Pip mirando al joven Singh con suplicia, y este suspiró― Por favor.

―Está bien. Contadme. ―cedió finalmente y ambas chicas se miraron, compartiendo un alivio inmenso.

―Mejor te lo contamos en el coche.

Ravi asintió y acto seguido cerró la puerta de su casa para montarse en el asiento de atrás del coche de Pip. Ella y Katherine se sentaron en sus sitios de siempre. Pip condujo durante unos minutos hasta llegar a Wyvil Road, dejando los intermitentes puestos.

El de origen indio miraba a las chicas con una mezcla de curiosidad e impaciencia, deseando que empezaran a hablar de una buena vez.

―Estábamos en casa de Cara, y Naomi nos ha dicho su contraseña de su portátil y también un nombre bastante asqueroso. «Tangotits». Pensamos que era su forma de decirnos que quería que supiéramos algo, y así ha sido. Hemos buscado «Tangotits» en Google y nos ha llevado a una cuenta de Instagram con el mismo nombre. ―empezó a explicar Pip, y miró a Katherine para que continuara.

―Esa cuenta era una cuenta secreta de Max Hastings. ―siguió explicando Katherine y Ravi abrió los ojos cono platos al escuchar aquello― Todas sus publicaciones eran sobre fiestas y él semidesnudo. Todas menos una. -ella le extendió a Ravi la foto que había hecho con su móvil- Una foto que había sido publicada el mismo día de la desaparición de Andie. Yo he inspeccionado todos y cada uno de los píxeles de la foto hasta que he visto un reloj de escritorio que ponía una hora completamente diferente a la que Sal había salido de casa de Max. Según Naomi, Max y Jake, Sal salió de casa de Hastings a las diez y media. Pero el reloj indicaba que la foto fue tomada exactamente a las doce y seis de la madrugada.

―Esperad, esperad, esperad. Un momento. Dejadme asimilar toda esta información. ―interrumpió Ravi a la chica alzando las manos en el aire, y esta asintió― ¿Me estás diciendo que quien hizo la foto fue Sal?

―Exactamente. ―asintió Katherine, y Pip tan solo miraba con atención a la chica aunque ya se lo hubiera explicado todo con antelación― Es imposible que Sal hubiera salido de casa de Max a las diez y media de la noche si a las doce y seis de esa misma noche él le había hecho la foto a sus amigos.

―Sal nunca le mintió a la policía. Fueron Naomi, Max y Jake quienes mintieron sobre la hora a la que él se fue. ―dedujo Ravi finalmente con una mirada que reflejaba sorpresa― Eso significa que es inocente, chicas.

―Eso es lo que hemos venido a demostrar de una vez por todas. ―habló Pip con convicción y se desabrochó el cinturón de seguridad― Vamos.

Tanti Katherine como Ravi obedecieron a la ojiverde, y salieron del coche para empezar a seguirla. Katherine ya estaba al tanto del plan, pues ella y Pip lo habían orquestado de camino a casa de Ravi. Pero él no lo sabía, claro.

―¿Cómo vamos a demostrar que Sal es inocente?

―Antes de nada, tenemos que estar completamente seguros. ―explicó Katherine a la pregunta de Ravi― Y la única que forma que tenemos de estar completamente seguros es hacer una reconstrucción del asesinato de Andie. Para comprobar que, si con la nueva hora de salida de Sal de casa de Max, habría tenido tiempo para matarla.

Ravi solamente asintió, entendiendo por completo el plan de las chicas. Giraron a la izquierda para meterse en Tudor Lane, donde allí quedaba la casa de Max Hastings. Caminaron hasta quedar parados en frente de su casa.

Pip sacó su móvil.

―Lo mejor será darle el beneficio de la duda. Imaginemos que Sal salió de casa de Max unos diez minutos después de hacer la foto. ―habló la de pelo corto― Ravi, ¿a qué hora dijo tu padre que Sal llegó a casa?

―A las una menos diez.

―Permitámosle un poco de mala memoria y que fuera a las una menos cinco de madrugada. ―habló esta vez Katherine, y ellos asintieron― Lo que quiere decir que a Sal le llevó cuarenta y cinco minutos ir desde casa de Max hasta la suya propia. Tenemos que darnos prisa y usar el mínimo tiempo posible que le hubiera dado a Sal matar a mi hermana y deshacerse del cuerpo.

―Los adolescentes normales, los domingos, se sientan en el sofá a ver la tele. ―dijo Ravi con un poco de diversión para aligerar el ambiente.

―Empiezo a cronometrar en tres, dos, uno... ―dijo Pip dándole al botón que empezaba el cronómetro― Ahora.

Todos se dieron la vuelta para andar por el mismo sitio que habían venido para emprender su camino, imitando los mismos pasos que Sal hubo hecho aquella noche. Sus pasos estaban entre una caminata rápida y una marcha lenta. Ocho minutos y cuarenta y siete segundos marcaba el cronómeto que llevaban, y llegaron al coche.

El punto de intercepción.

Pip abrió el coche y todos se adentraron en el vehículo y se abrocharon los cinturones. La joven Fitz-Amobi arrancó el coche para empezar a conducir.

―Bien. ―dijo Katherine con el corazón latiéndole desbocadamente, y tragó saliva― Este es el coche de Andie y acaba de recoger a Sal. Pongámosle que ella llegó un poco antes para esperarlo. Ahora vamos hacia el primer lugar apartado donde el asesinato teóricamente pudo haber tenido lugar.

―Ahí. ―indicó Ravi señalando un punto de la carretera― Es tranquilo y apartado, el lugar perfecto. Gira ahí.

Pip se metió en una pequeña pista rodeada por altos setos. Un letrero les indicó que la serpenteante carretera de un solo sentido les llevaría a una granja. Ella detuvo el coche en un lugar que tenía el paso cortado.

―Vale, ahora salgamos. Recordemos que solo encontraron sangre en el maletero, no en la parte delantera. ―habló Pip con seguridad.

Volvieron a salir del coche y tanto Ravi como Katherine rodearon este para encontrarse de nuevo con Pip. Katherine echó un vistazo al cronómetro. Quince segundos, veintinueve centésimas. Ahora quince segundos, treinta centésimas.

―Bien. Digamos que ahora mismo mi hermana y Sal están discutiendo. La cosa se está calentando y la discusión está subiendo de nivel. La razón de la discusión podría haber sido el hecho de que Andie vendiera drogas o tal vez por el Hombre Mayor Secreto. ―relató e hizo unos movimientos circulares con las manos para rellenar el tiempo de la escena imaginaria que se estaba reproduciendo en su mente― Y, justo ahora, digamos que Sal encuentra una piedra en el suelo o algo lo suficientemente puntiagudo como para darle. También puede haber escogido algo contundente del coche de Andie.

―También está la posibilidad de que puede que no tuviera ningún arma y que utilizara sus propias manos. ―añadió Pip con seriedad en su tono de voz― Démosle unos cuarenta segundos para matarla.

Esperaron. Para Katherine, aquellos cuarenta segundos parecieron los más interminables de su vida.

―Ahora Andie está muerta. ―Pip señaló la carretera de gravilla― Él abrió el maletero ―la chica lo abrió― y la recoge. ―ella se agachó y extendió los brazos, tomándose el tiempo suficiente para levantar el cuerpo imaginario― La pone dentro del maletero donde encontraron la sangre. ―volvió a extender las manos hasta el fondo del maletero, fingiendo que metía allí el cuerpo.

―Y, ahora, de vuelta al coche. ―habló Ravi y los tres volvieron a meterse en el coche.

Una vez el coche arrancó de nuevo, Katherine comprobó de nuevo el cronómetro. Veinte segundos, dos milésimas. Ahora tres milésimas.

―Ahora es Sal quien conduce. Sus huellas están en el volante y también por todo el maletero. ―dice Pip con obviedad sin despegar su mirada de la carretera― Estará pensando en la manera de deshacerse del cuerpo. La zona más cercana es Lodge Wood, de forma que puede que saliera de Wyvil Road aquí. ―concluyó girando, encontrándose con el bosque a la izquierda.

―Pero tendría que haber encontrado un lugar para dejar el coche cerca del bosque. ―sugirió Ravi y Katherine asintió, dándole la razón.

Unos cuantos minutos después, tras avanzar por el bosque buscando aquel lugar que decía Ravi, el camino se oscureció bajo un túnel de árboles que los rodeaban por ambos lados.

―Ahí. ―señaló Katherine― Estoy bastante segura de que la policía buscó por aquí cientos de veces, pues este es el bosque más cercano a casa de Max. Pero supongamos que Sal logró esconder el cuerpo aquí.

Se bajaron del coche una vez más.

Veintiseis minutos, dieciocho segundos.

―Sal abre el maletero y la saca. ―esta vez recreó Katherine los hechos, y notó que Ravi estaba muy tenso. Seguramente el chico había tenido muchas pesadillas acerca de su hermano asesinando a alguien y arrastrando su cuerpo ensangrentado entre la infinidad de árboles.

Pero, quizá, si todo salía bien, Ravi ya no tenía que volver a imaginarlo.

―Sal tendría que haberla llevado bastante lejos de la carretera.

Katherine escenificó los movimientos de arrastrar el cuerpo invisible, simulando tener la espalda doblada y caminando hacia atrás lentamente.

―Aquí estaría bastante apartado de la carretera. ―dijo Ravi cuando Katherine hubo arrastrado el cuerpo imaginario unos sesenta metros, internándose entre la enorme cantidad de árboles.

Katherine soltó el cuerpo inexistente y Pip esta vez fue la que comprobó el cronómetro. Veintinueve minutos, cuarenta y ocho segundos.

―Bien, ahora está el verdadero problema denominado agujero. Es bastante difícil que le diera tiempo a cavar un agujero lo suficientemente profundo como para meter a Andie dentro. ―pensó la joven Bell en voz alta, inspeccionando el lugar― Pero hay algunos árboles caídos. Quizá no tuvo que cavar mucho. Puede que encontrara una zanja poco profunda.

Ella señaló una hondonada cubierta de musgo, con una maraña de raíces secas, que todavía parecían seguir pegadas al árbol que debía de llevar caído bastante tiempo.

―Aun así, debió haberlo hecho más hondo. Nunca la encontraron. ―señaló Ravi con aire pensativo― Démosle unos tres o cuatro minutos para cavar.

―Está bien.

Cuando el tiempo establecido transcurrió, Katherine arrastrró el cuerpo imaginario de su hermana al agujero.

―Tuvo que taparlo otra vez, supongo que con barro y maleza. ―dijo Pip esta vez, y Katherine asintió.

Hincó la punta de sus zapatos en el barro y pateó un trozo de tierra dentro del agujero. Pip y Ravi la imitaron y se pusieron a tapar el hoyo con barro, ramas y hojas. Ravi se puso de rodillas y echaba brazadas de tierra sobre el cuerpo de Andie para cubrirlo.

―Vale. ―dijo Katherine contemplando lo que hacía unos minutos era un simple agujero que se podía ver pero pero ahora era indistinguible― Con el cuerpo ya perfectamente enterrado, Sal se habría puesto en camino otra vez.

Treinta y siete minutos, cincuenta y nueve segundos.

Volvieron al coche de Pip y se montaron en el coche, dejando el suelo y el salpicadero de este ensuciado de barro. Pero no les importó. Pip conducía con los ojos fijos en la carretera, Katherine tenía su mirada en el cronómetro y Ravi se mordía las uñas con nerviosismo.

Llegaron de nuevo a Wyvil Road.

―Bien, ahora Sal conduce hasta Romer Close, donde vive Howie Bowers. Y allí abandona el coche de Andie. ―dijo Pip.

Llegaron a aquella dirección unos pocos minutos después. Pip aparcó en un lugar no visible, para asegurarse de que Howie Bowers no los viera. Cerró el coche a distancia con la llave cuando ya hubieron salido de edte.

―Y ahora vamos andando a mi casa. ―concluyó Ravi intentando adecuarse a la velocidad de las chicas.

Las chicas no contestaron al moreno. Ellas estaban demasiado concentradas como para hablar. Estaban recreando exactamente las supuestas pisadas que Sal Singh hizo hacía cinco años.

Llegaron al exterior de la casa de los Singh con la respiración entrecortada. Estaban acalorados. Y exhaustos. Una bruma de sudor adornaba los labios de Pip. Se lo limpió con la manga de su camiseta y sacó el móvil.

Detuvo el cronómetro.

―Le hemos dado a Sal un límite de cuarenta y cinco minutos entre ambas localizaciones. Y nuestra recreación contó con las localizaciones más cercanas y un procedimiento inconcebiblemente rápido.

―Sí, todos estamos de acuerdo en que ha sido el crimen más rápido de todos los tiempos. ―dijo Ravi― ¿Y?

Pip le enseñó primero a Katherine los números que se habían quedado registrados en el cronómetro. La pelinegra abrió los ojos con sorpresa, y miró a Ravi casi de inmediato.

―Ravi ―dijo Katherine sintiendo cómo una sonrisa de alivio se dibujaba en su rostro―, es imposible que Sal hubiera matado a Andie esa noche. Es inocente. La foto lo demuestra. Se acabó.

―Joder. ―el chico dio unos cuantos pasos hacia atrás para taparse la boca con su mano, sin poder creerlo― Él no lo hizo. Sal es inocente. ¡No lo hizo!

Una sonrisa finalmente se dibujó en el rostro de Ravi. Una sonrisa aliviada. Todos sus músculos y facciones se relajaron. Él sabía que su hermano no podría haber hecho daño a nadie. Dejó escapar una especie de risa aliviada, que contagió a las demás chicas.

Los ojos de Katherine se empezaron a llenar de lágrimas que luchaban por salir. Sal no había matado a Andie. Ella sabía que no era posible que él hubiera podido ser capaz de hacerle algo a su hermana. Y ahora se había confirmado. Comenzó a llorar con una mezcla extraña de felicidad y a la vez dolor.

―Llevo más de cinco malditos años esperando este momento, Pip. Sabía que Sal no la había matado. Sabía que era imposible. ―dijo ella con los ojos cristalizados― Estamos tan cerca de la verdad y a la vez tan lejos...

La chica volvió a llorar, y Ravi hizo una mueca de tristeza. Pip no dudó en acercarse a su amiga con rapidez, y la envolvió en un cálido abrazo. Pasaron unos segundos hasta que se separaron, aunque ninguna de ellas quería alejarse de la otra. Así eran ellas. Y así serían.

―Hey, no estás sola en esto, Katie. ―dijo la castaña con suavidad y la joven Bell alzó la mirada para mirarla― Recuerda que juntas somos un equipo, y juntas vamos a encontrar al verdadero asesino. Te lo prometo.

Katherine le dedicó una sonrisa, seguida de un asentimiento de cabeza.

―Contad conmigo. ―añadió Ravi acercándose a ellas con una sonrisita y con las manos metidas en sus bolsillos― Para lo que sea. Gracias por haber confiado en mi. Y en Sal. No pienso dejaros solas en esto. Los tres somos un equipo. El trío de detectives.

Katherine y Pip le sonrieron al de piel morena en agradecimiento, y el chico se unió al abrazo de grupo. Los tres eran un equipo. Como Ravi había dicho, eran el trío de detectives. Y así siempre sería. Siempre juntos. Siempre.

―¿Es suficiente? ¿Podemos ir a la policía con esa foto? ―preguntó Ravi una vez ya se hubieron separado del abrazo.

―No lo sé. ―respondió Pip intentando no quitarle la ilusión tanto a Katherine como a Ravi, pero en verdad no lo sabía― Tal vez podamos convencerles de que vuelvan a abrir el caso. Pero primero necesitamos respuestas.

―Exacto. Necesitamos saber por qué los amigos de Sal mintieron sobre lo que ocurrió aquella noche. ―concluyó Katherine a las palabras de la castaña con seguridad en su mirada.

ˏˋ°•*⁀➷ ↺ nahia's note .ᐟ 💿

heyy, he vueltooo!!!

capítulo súper largo porque tenía que compensar haber estado casi TRES MESES sin actualizar este fanfic 😭

y les debo una disculpa, pero el instituto realmente me consumía. pero ahora que tengo más tiempo libre, podré ponerme a tope con este fanfic, a ver si puedo terminarlo antes de que acabe el año.

¿qué les pareció el capítulo? sinceramente, creo que es mi favorito y el que más me ha gustado escribir.

hemos podido ver un poco más sobre los sentimientos de pip hacia katherine en este capítulo, las amo 😭❤

cara es la mejor amiga del mundo, necesito a alguien como ella.

pobrecito mi sal, era bastante obvio que era inocente y que no podría haberle hecho daño ni a una mosca :(

amo a mis detectives, menos mal que al final se han arreglado 🙏🏻

por cierto, la escena en la que el trío de detectives recrea el crimen NO sale en la serie, sino en el libro!! no saben lo mucho que me ha emocionado escribir toda esa parte, en serio. es que sentía que debía ponerla sí o sí porque es mi parte favorita del libro 🤭

¿parte favorita del capítulo?

no me dejen este capítulo en flop y voten y comenten, porfa!!

p.d: preparen pañuelos 😈

xoxo, nahia <3

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