07. the ivy house hotel
✹ CHAPTER SEVEN . . .
❝ the ivy house hotel ❞
════════ ⋆🎙⋆ ════════
LA PELINEGRA casi se cayó de bruces contra el suelo resbaladizo del instituto mientras que ella y Pip recorrían los pasillos de este con rapidez. Se habían despedido de Ravi tras haberle explicado cómo deshacerse de la droga que habían encontrado dentro del conejito de peluche de Andie y las chicas se dirigieron hacia allí a toda prisa. Tenían la entrevista de Cambridge y no podían llegar tarde.
Una vez que Katherine y Pip llegaron al aula, la primera de asomó por la ventana que había para comprobar que el señor Ward y la entrevistadora siguieran allí. Y así era, por lo que le hizo una seña afirmativa a Pip.
La joven Bell abrió la puerta con urgencia, ganándose la atención de las dos personas que se encontraban en el aula en ese momento. Elliot se levantó de su asiento mientras miraba su reloj.
―Lo sentimos mucho. ―se disculpó Pip apartándose unos mechones de pelo del rostro mientras ella y Katherine intentaban recobrar el aliento.
―Tranquilas, chicas, justo a tiempo. ―tranquilizó el hombre a ellas con amabilidad― Esta es la señora Bradshaw, practicaréis con ella vuestra entrevista para la universidad de Cambridge.
―Hola, soy Katherine. ―se presentó la pelinegra com una sonrisa.
―Y yo soy Pip. ―añadió la castaña con la misma sonrisa que Katherine.
El señor Ward les hizo una seña para indicarles que se sentaran junto a la mujer, y ambas obedecieron rápidamente. La señora empezó a hacerles unas cuantas preguntas sobre Jane Eyre y las respondían con mucha calma. Tal y como habían practicado.
―Puede que las neofeministas vean a Jane Eyre como una mujer progresista y limitada en cuanto a sus perspectivas. ―explicó Katherine con precisión y miró a Pip para que ella siguiera relatando, tal y como acordaron.
―Pero la determinación de Jane por seguir sus propios deseos a pesar de las perspectivas sociales ha de entenderse como un ejemplo de resistencia feminista. ―terminó de explicar la joven Fitz-Amobi con seguridad.
La entrevistadora sonrió, orgullosa, y se ajustó las gafas que tenía puestas.
―Vuestra opinión resulta interesante. Me ha gustado vuestra referencia a La teoría de la Bolsa de ficción de Le Guin.
―Gracias.
―«Somos mucho más que cazadores y guerreros». -dijo la mayor.
―«También somos recolectores y portadores». ―terminó la oración Katherine y Pip la miró con una sonrisa orgullosa que contagió a todos.
―¿Qué tema habéis elegido para vuestro EPQ? ―preguntó la mujer y las chicas compartieron una mirada.
Ese era el momento.
Katherine sentía la mirada del señor Ward sobre ella y Pip, por lo que alzó la suya para encontrarse con la del hombre. Solo bastaron tres segundos para que ellas supieran qué hacer.
―El Feminismo en la Novela Gótica. ―respondieron las chicas a la vez y Katherine pudo observar cómo Elliot dejaba escapar un suspiro de alivio.
―¿Queréis darle un par de vueltas más? ―preguntó el hombre com una sonrisa y Pip posó una mano en la pierna de Katherine por debajo de la mesa y la apretó para indicarle que no.
La pelinegra bajó la mirada hasta su pierna mientras mantenía la respiración. Miraba la mano de Pip puesta en su pierna totalmente embobada. No sabía qué hacer. Se había olvidado de que todo a su alrededor existía.
―No, gracias, creo que lo tenemos controlado. ―respondió Katherine con amabilidad una vez ella hubo salido de su trance. Pip le sonrió y apartó la mano de su pierna. Volvió a respirar.
―Em... si esto es todo... nos vamos. ―murmuró Pip con una sonrisa mientras se levantaba de su asiento, y la entrevistadora hizo un gesto afirmativo con la cabeza.
Pip le dedicó una mirada a Katherine para que la siguiera y esta se levantó también de su pupitre para colocarse la mochila y seguir a la ojiverde.
El resto de la mañana fue bien, y ahora era por la tarde. Por suerte no se habían perdido nada importante en las primeras tres horas de clase. Katherine, Pip y el grupo de amigos se encontraban en una especie de reunión en la que se habían prestado como voluntarios para ayudar a preparar una obra teatral.
―Como director, digo que vamos a necesitar más purpurina. ―habló Zach con un aire pensativo.
Sin embargo, Katherine y Pip no escuchaban nada. Tenían su mirada puesta fijamente en el papel que habían encontrado dentro del conejito de peluche de Andie. Lo miraban con curiosidad, aunque ya hubieran descifrado hace un rato junto a Ravi lo que significaban las letras y números.
Katherine le arrebató el bolígrafo negro a Pip de las manos y esta rodó los ojos con una mini sonrisa. La joven Bell empezó a copiar las siglas de cada persona a la que su hermana vendía drogas antes de morir. Solo había una persona a la que no identificaban.
«TT».
¿Quién demonios era «TT»?
―Hola, vosotras. ―las chicas escucharon la voz de Cara aproximándose hacia el grupo y apartaron la mirada del papel y la libreta― ¿Qué tal la entrevista?
―Ah, sí, ha ido bien. ―contestó Pip un poco desorientada, pues estaba demasiado concentrada en lo otro.
Katherine corroboró su respuesta con un asentimiento de cabeza mientras miraba a Cara con una sonrisa.
―Ah, guay. ―contestó entonces Cara, quien se había agachado para estar a la misma altura que ellas― Mi padre ha ido a buscaros a la sala de Arte. Creí que se os había olvidado.
Las detectives intercambiaron una mirada nerviosa ante eso.
―Pip y Katherine se han saltado tres clases. ―informó Connor con un tono burlón y Katherine lo fulminó con la mirada. El chico se encogió de hombros, un tanto avergonzada. Se ruborizó.
―¿Cómo? ―preguntó Cara con el ceño fruncido dirigiéndose su mirada hacia las chicas en busca de una explicación.
Pip tragó saliva ―Oye, que no es para tanto.
―¿Con quién habeis estado? ―preguntó Cara, mirando exclusivamente a Pip, y eso consiguió que Katherine bajara un poco la mirada hacia su regazo.
―No hemos estado con nadie. ―respondió Pip y Katherine la miró de reojo. Sonreía. Pip estaba sonriendo. Y ella sabía lo que esa sonrisa significaba.
Pero no podía dejar de pensar en lo que había sucedido hacía unas horas en el armario. Ella y Pip casi se besaban. Y lo más raro de todo era que a Katherine no le hubiera disgustado besar a Pip.
Lo cierto era que Katherine estaba muy confundida respecto a sus sentimientos, tal vez porque la joven Bell no podía o, mejor dicho, no quería aceptar que puede que estuviera empezando a sentir algo más que amistad por la castaña.
Katherine tomó un lápiz para empezar a garabatear la parte superior de la hoja de papel de Andie con frustración. Toda esta situación la estaba asfixiando. Y no solo por la investigación de su difunta hermana, sino por lo confusa que en ese momento se encontraba respecto a los sentimientos hacia la joven Fitz-Amobi.
―Hola. ―la voz de Ruby Foxcroft se hizo presente, y con diversión en su mirada le quitó a Cara el gorro azul que llevaba puesto en la cabeza.
La joven Ward hizo todo lo posible por no sonreír y se puso de pie para mirar a la chica que le gustaba. Katherine desvió la mirada para mirarlas durante unos cuantos segundos. Vio lo sonrientes que ambas estaban y cómo se hablaban con tanto cariño y respeto. Y de repente le entraron ganas de querer saber si lo que sentía por Pip era real.
Si alguna vez ellas podrían suceder.
Pero tenía claro que no.
Ni siquiera tenía claros sus sentimientos y sabía perfectamente que el corazón de Pip Fitz-Amobi pertenecía a Ravi Singh.
Salió de sus pensamientos en cuanto Pip le dio unos golpecitos en el hombro con bastante urgencia, lo que le resultó extraño. La pelinegra apartó la mirada de Cara y Ruby para centrarse en lo que la ojiverde quería decirle. Pip señaló la misma parte de la hoja en la que había estado garabateando con lápiz y la de pelo largo alzó las cejas con sorpresa al darse cuenta de lo que ponía.
«Hotel Ivy House».
Katherine intercambio una mirada de sorpresa con Pip, quien tenía exactamente la misma expresión en su rostro. Las chicas habían encontrado una localización sin quererlo.
Pip encendió rápidamente su móvil para buscar en su aplicación de mensajería el chat que tenía con Ravi Singh. Katherine desvió la mirada del móvil. Sabía que Ravi tenía que estar informado sobre cualquier descubrimiento, pero acordaron que ya no lo integrarían en la investigación.
Pero como sabía que a Pip le gustaba Ravi y que no podía hacer nada para remediarlo, tenía que aguantarse.
Se vio a sí misma levantándose de la silla después de que Pip hiciera lo mismo. Recogieron sus cosas para salir del lugar sin despedirse de sus amigos. Habían encontrado una pista muy importante y cada segundo podría ser crucial para la investigación.
―¿A dónde van ahora?
Connor no respondió a la pregunta de Lauren. Observaba cómo Katherine, la chica que le gustaba desde hacía tantos meses, desaparecía de allí junto a Pip. Él suspiró para bajar la mirada y seguir con lo que estaba haciendo.
PIP ENTRÓ EN GOOGLE MAPS. Buscó en dicha página la localización del «Hotel Ivy House» y apareció después de unos segundos. El hotel estaba a unos veinte minutos en coche desde su casa. Había quedado con Katherine y Ravi antes para ir a investigar el lugar. Allí podría haber un montón de pistas sobre Andie y lo que hacía con las drogas.
Escuchó la puerta de su casa abrirse, y se trataba de sus padres, quienes acababan de volver de hacer la compra en el supermercado. Pero su mirada seguía clavada en el móvil. Recibió un mensaje de Katherine que decía que ya iba de camino a la casa de la castaña.
Pip sonrió al recibir también un sticker gracioso de Bob Esponja de parte de Katherine. Le envió otro de Patricio Estrella sin dejar de sonreír. Iba a escribirle algo más para no acabar la conversación con la pelinegra, pero la voz de su madre se hizo presente antes de que pudiera escribir algo.
―Hola, ¿qué tal el instituto?
―Aburrido. ―contestó Pip con un tono de voz cansado y reaccionó con un corazón a otro sticker que había recibido, esta vez de Taylor Swift haciendo un corazón con las manos.
―Me refiero a la entrevista. ―aclaró Leanne con una sonrisa divertida al deducir con quien estaría hablando su hija mayor.
―Oh, ha ido bien. ―respondió Pip con despreocupación y empezó a caminar hacia la salida de su casa.
―¿A dónde vas?
―Mmm, con Katherine y Cara.
―¿A hacer qué? ―volvió a preguntar preguntar madre y Pip tragó saliva con nerviosismo.
―Tienen un... proyecto escolar.
―¿Es mentira? ―cuestionó la mujer mirando a su hija con una expresión confundida pero a la vez burlona.
―Vale, uh... ―Pip borró su sonrisa al darse cuenta de que su penosa mentira no había colado― Katherine, Ravi y yo tenemos otra pista del caso. Vamos a ir a investigar.
―Perdona, ¿qué?
―Que vamos a investigar.
―Prometiste dejar todo eso. ―habló Leanne com seriedad, ganándose la atención del resto de su familia, quienes colocaban las cosas de la compra.
―Bueno, Katherine y yo ya no vamos a hacerlo para nuestro EPQ, pero tendremos que seguir con ello.
La mujer suspiró con pesadez ―Vale, pues ya puedes olvidarte.
―Voy a ir.
―Pero yo te digo que no, así que es un no. ―avisó Leanne con enfado.
Pero a Pip no le importó absolutamente nada las órdenes de su madre. Se encogió levemente de hombros para darse la vuelta y empezar a caminar hacia la salida de su casa bajo la mirada decepcionada de toda su familia. Sobre todo la Leanne, quien no podía creerse el comportamiento de su hija.
La castaña salió de su casa un tanto desanimada. Sabía que desobedecer a su madre había estado muy mal y que tendría que atenerse a las consecuencias que eso conllevaba, pero estaba demasiado frustrada y cansada de que nadie de su familia entendiera lo importante que era resolver el vaso de Andie Bell. Y no por ella, sino por Katherine. Y también por Ravi.
Esperó a la joven Bell durante cinco minutos, y suspiró de alivio al divisarla a lo lejos. Katherine sonrió en forma de saludo y Pip le devolvió la sonrisa.
―Buenas tardes, Sargentita. ―Pip escondió una sonrisita irónica escuchar a Katherine llamarla por su apodo.
―Buenas tardes, Katie. ―saludó ella también y fueron directas hacia el coche de Pip. La joven Fitz-Amobi se sentó en el asiento del piloto y Katherine a su lado. Ambas se abrocharon los cinturones y Pip miraba al infinito.
―Hey, ¿va todo bien? ―preguntó Katherine y Pip salió de su trance para mirarla.
―Sí. Sí, tranquila. Es que... no sé, acabo de discutir con mi madre.
―Oh.... Lo siento.
―No te disculpes, no tienes la culpa. ―negó Pip con la cabeza restándole importancia― Además, no ha sido una discusión como tal, así que no es tan importante como piensas.
―Pip.
―¿Sí?
―No menosprecies tus problemas. Ya lo hiciste cuando el imbécil de Dylan intentó abusar de tí en la fiesta Destroyer. Y no es bueno. ―la ojimarrón miraba a Pip con compasión y ella le sonrió― Te lo digo por experiencia. Siempre me vas a tener aquí para lo que necesites, ya sea para desahogarte o por si quieres que mate a un mosquito.
Aquello último consiguió sacarle una risa a Pip. Katherine la miraba con una sonrisa divertida. Pip dejó de reír para mirar a la pelinegra. El estómago de la castaña empezó a darle vueltas. Le gustaba mucho estar con Katherine.
―Gracias, Katie, de verdad.
―No hay de qué, Sargentita. Para eso están las amigas, ¿no? ―Katherine sonrió mirando a la chica y Pip sintió como si le hubieran clavada una gran estaca directa hacia su corazón.
―Sí, claro. ―concordó Pip esbozando su mejor sonrisa para desviar la mirada de Katherine y arrancar el coche.
―LE HE ECHADO UN OJO. ―habló Pip una vez Ravi también estuvo montado en la parte de atrás de su coche y empezó a conducir sin despegar sus ojos verdes de la carretera― La habitación más barata cuesta doscientas libras.
Ravi alzó las cejas ―Está claro que Andie no vino aquí con Sal.
―Está lo bastante lejos de Little Kilton. Al venir aquí con el Hombre Mayor Secreto, ningún conocido se enteraría.
―comentó Katherine.
―Así que creéis que su nombre está en los registros. ―dedujo Ravi.
―Eso esperamos.
El moreno asintió para mirar por una de las ventanillas de la parte de atrás.
―¿Y si Andie no está muerta?―preguntó Ravi, ganándose una mirada confusa por parte de Katherine― ¿Y si ella y el Hombre Mayor Secreto llevan cinco años en un hotel usando el servicio de habitaciones?
―¿Qué?
Katherine miraba a Ravi con una ceja alzada y Pip mantenía su vista fija en la carretera, aguantándose la risa. La pelinegra sabía que el chico lo estaba diciendo de broma para aligerar el ambiente, pero aunque no lo demostrara, que mencionaran a su difunta hermana mayor le dolía.
―Estás loco, Singh.
―Estoy de acuerdo con mi Sargentita. ―señaló Katherine a Pip con diversión y la ojiverde la miró con una sonrisa.
Ambas chicas mantenían el contacto visual, pero una de ellas siempre desviaba la mirada para volver a ponerla en la otra. La joven Bell no pudo evitar ruborizarse fuertemente. Desvió la mirada de Pip para ponerla en la ventana y admirar el paisaje cubierto de tonalidades verdes y marrones mientras su estómago daba mil vueltas.
Unos minutos después y con ayuda del GPS, finalmente el trío de detectives pudo llegar al «Hotel Ivy House». Era una edificación bastante grande y todo estaba cubierto de tonos anaranjados.
Katherine, Pip y Ravi salieron del coche de la de pelo corto. La pelinegra contemplaba el hotel con estupefacción, pues era mucho más grande y espacioso de lo que aparentaba en las fotos.
―Espero que tengáis un plan. ―comentó Ravi mirando a las dos chicas con diversión y ambas manos metidas en sus bolsillos.
―Aún no. ―contestó Pip con la misma sonrisa que Ravi.
―No te preocupes, Ravi. Seguro que a Pipsicola se le ocurre algo con lo que salvarnos. ―bromeó Katherine mirando a la castaña, y se ganó un golpe en El hombro proveniente de Pip.
Anduvieron hasta llegar a la entrada del hotel, y los tres se adentraron en él. Todo estaba muy limpio y ordenado, como debe de ser en un hotel normal y corriente que cumpla con sus obligaciones. Había un montón de gente en el recibidor del establecimiento.
Pip fue la primera en divisar al recepcionista y se acercó hacia él para recargarse en la mesa con una sonrisa amable pero a la vez impaciente.
―Buenas.
Sin embargo, el hombre l hizo una seña con la mano para indicarle que esperara unos segundos. Pip miró a Katherine en busca de ayuda y esta se encogió de hombros con una sonrisa para tocar el pequeño timbre que había.
Así que como la chica vio que el hombre seguía sin inmutarse, volvió a tocar el timbre repetidas veces. Lo tocó tantas veces que él suspiró con cansancio para mirarla con un notable desdén.
―Henry, ¿verdad? ―habló la pelinegra con un tono muy amable― Soy Katherine Bell, ella es Pippa Fitz-Amobi y él es Ravi Singh. No sé si recuerda el caso de mi hermana, Andie Bell. ―Katherine se hizo a un lado y Pip sacó su móvil para enseñarle una foto de la joven al recepcionista― Desapareció en abril de dos mil diecinueve. No llegaron a encontrarla.
―Me temo que no. ―contestó el hombre con desinterés.
―¿Puede mirarla, por favor? ―inquirió Pip mirando al mayor con una mezcla de impaciencia y cansancio. ¡Ni siquiera había mirado la foto de Andie!
El recepcionista supiró pesadamente para desviar la mirada de su ordenador y ponerla en el móvil de Pip. Bastaron menos de dos segundos para que el hombre la reconociera, pues él alzó rápidamente cejas al ver la foto.
―Ah, sí, estuvo aquí hace unas semanas.
Aquellas palabras se quedaron dentro de la mente de Katherine durante varios segundos. Estaba asimilando lo que el recepcionista acababa de decir. Ella, Pip y Ravi compartieron una mirada asombrada. Andie había estado hacía unas semanas en ese mismo hotel.
No podía ser posible.
―Eso es imposible. ―habló Katherine con confusión en su mirada.
―Bueno, si es imposible, me habré equivocado. ―habló el hombre y Katherine cerró las manos en un puño con bastante fuerza. Se clavó las uñas en las palmas de sus manos hasta ñlegar a tal punto de hacerse daño.
Pip pareció darse cuenta de eso ya que posó una mano en el hombro de Katherine. Apretó el agarre y la pelinegra la miró durante unos segundos. Aquello consiguió que Katherine dejara de cerrar las manos en un puño para abrirla por completo. Por suerte, no se había hecho más que una marca. Gracias a la ayuda de Pip no se había lastimado ni hecho sangre.
Le dedicó una mirada de agradecimiento que Pip le devolvió con una sonrisa. Ella dejó de posar su mano en el hombro de Katherine para ver que Ravi estaba señalando una especie de armario con un montón de archivos.
―Creemos que se alojó aquí poco antes de desaparecer. ―habló Pip al recepcionista con una calma que Katherine envidiaba― ¿Podemos ver sus libros de huéspedes?
―Toda esa información es confidencial. ―respondió el hombre con una sonrisita irónica, y Pip dejó de fingir una sonrisa amable― Si no pensáis alojaros aquí, os sugiero que os vayáis.
Katherine fulminó al recepcionista con la mirada y se percató del vaso de café que tenía sobre la mesa. Miró de reojo a sus amigos antes de hacer como que se tropezaba. Buscó la taza de café y la tiró para que su contenido se vertiera sobre el ordenador del hombre.
―¡Oh, Dios mío! ―exclamó Katherine y fingió poner una expresión avergonzada y arrepentida mientras se tapaba la boca con la mano― Lo siento mucho. De verdad. Déjame ver si...
―¡Lárgaros de aquí, mocosos! ¡Ya! ―gritó el hombre a rebosar de cólera y Katherine aguantó una risa antes de empezar a caminar hasta la salida.
Pip y Ravi compartieron una mirada burlona, y la joven Fitz-Amobi miraba a Katherine con una sonrisa divertida. Sabía que ella era capaz de eso y mucho más, pero le sorprendió la velocidad con la que pudo llevar a cabo su plan.
La menor de las Bell, al ver una alarma de incendios justo al lado, se le encendió la bombilla por segunda vez.
―Esperad ―Katherine se detuvo de repente para mirarlos con una sonrisa orgullosa―, tengo una idea.
Katherine no esperó una respuesta de los demás. Caminó hasta la alarma de incendios y miró a todos lados para comprobar que nadie la veía. Hizo sonar la alarma de incendios con una sonrisa tan inocente que era creíble.
―Que no cunda el pánico. ―habló el recepcionista al ver a los residentes del hotel un poco alterados― Por favor, diríjanse al punto de encuentro. Gracias.
Katherine se fijó en una mujer que bajaba las escaleras en bata y una toalla enrollada sobre su cabeza. Frunció el ceño al sentir algo raro. Como si ya la conociera de antes y no saber de qué.
Cuando ya no hubo absolutamente nadie en el edificio, Katherine y Pip salieron de su escondite mientras Ravi se quedaría vigilando. Se dirigieron hacia el armario con los archivos del hotel con cuidado de no hacer ruido.
Buscaron durante unos cuantos segundos y Pip le hizo saber a Katherine con una seña que había encontrado el libro que que buscaban. La chica le dedicó una sonrisa en forma de felicitación que la ojiverde le devolvió. Sin embargo, cuando se dieron la vuelta, vieron que todos los residentes del hotel volvían a entrar a este.
Sin saber qué hacer, ambas chicas miraban a todos lados. Escucharon un silbido proveniente de la parte de arriba y vieron a Ravi, quien les empezó a hacer señas para que lo siguieran. Así que ellas subieron rápidamente.
Una vez llegaron a su lado, Ravi les indicó que una habitación estaba vacía por lo que entraron en ella mientras no podían aguantar las ganas de reír.
―¿Lo tenéis? ―preguntó Ravi y Pip sacó de su chaqueta el libro de huéspedes.
―Lo tenemos. ―aseguraron Katherine y Pip con un tono de voz victorioso.
―Katie, ¿cómo has hecho saltar la alarma? ―preguntó Pip mirando a la chica con curiosidad.
―Digamos que, al haber saltado la alarma de incendios en tu asamblea vestida de Emmeline Pankhurst, tengo bastante práctica. ―contestó Katherine soltando una risita y Pip rodó los ojos con una sonrisa irritada.
―Eres tan idiota. ―dijo Pip mirando a la pelinegra sin dejar de sonreír.
―Gracias por tu halago, Sargentita.
Ambas rieron mientras se miraban la na a la otra. Ravi observaba esa interacción entre las chicas con una ceja alzada y una sonrisita burlona nació en su boca.
Cuando dejaron de reír, Katherine y Pip dirigieron su mirada hacia la única cama que había en la habitación. Con las mejillas sonrosadas, Katherine miró de reojo a Pip antes de carraspear.
―Esperamos un poco y nos largamos. ―dijo separándose de la chica y Pip asintió, con sus mejillas ardiendo.
Ravi se dirigó a una mini nevera que había en una esquina de la habitación y la abrió para ver que solo había un par de botellas de champán. Seguramente para una noche romántica entre alguna que otra pareja que visitara el hotel.
―¿No os ha parecido raro que el recepcionista viera a Andie hace unas semanas? ―cuestionó Ravi.
―Un par de semanas después de que Andie desapareciera hubo muchos avistmientos, pero todos falsos. Luego pararon. ―explicó Katherine, recordando la infinidad de veces en las que sus compañeros de clase le gastaban una broma diciéndole que habían visto a Andie paseando por el parque.
Nadie dijo nada más, tan solo se quedaron en silencio mientras inspeccionaban la habitación.
Pip frunció el ceño al ver algo raro en el baño de la habitación y se adentró en este, bajo la mirada extrañada de Katherine. Ravi no se había dado cuenta de ello ya que seguía investigando la nevera que había en la habitación.
―¡Mirad! ―escuchó Katherine la exclamación de Pip unos segundos después, y no dudó en ir hasta ella.
Katherine se posicionó al lado de Pip con curiosidad, mientras miraba de reojo cómo Ravi entraba al baño. Pip le enseñó a Katherine una foto que ella misma se acababa de tomar, en la que salía muy bien. Demasiado bien. La pelinegra tragó saliva con fuerza.
―Sales genial. ―halagó Katherine con una sonrisa nerviosa a Pip contemplando la bonita sonrisa y los ojos de la castaña en la foto del móvil.
Katherine nunca había visto a una chica tan guapa como Pippa Fitz-Amobi.
Pip miró a la joven Bell y negó con la cabeza con una sonrisa nerviosa, sintiendo un torbellino de emociones revolotear en su estómago. Le había gustado mucho ese halago por parte de Katherine, porque ella era muy guapa también. Por algo no podía dejar de mirarla cada vez que estaba distraída.
Pero eso nunca lo admitiría.
Pip pasó un par de fotos en las que salía ella junto a su grupo de amigos, entre ellos Lauren y Cara. Hasta llegar a una foto en la que Andie Bell salía semidesnuda, solo con ropa interior.
―Max Hastings tenía esta misma foto escondida en su habitación. ―explicó la ojiverde y Katherine abrió los ojos con sorpresa al darse cuenta de lo que la joven Fitz-Amobi quería decirles.
―Es el mismo suelo. ―murmuró la chica, mirando la foto de su hermana mayor y después al suelo que estaba pisando― Es el mismo lugar.
―Sí, estuvo aquí.
―Sois más listas de lo que parecéis, Pippa Fitz-Amobi y Katherine Bell. ―dijo Ravi en un tono burlón.
―Vaya, gracias. -agradecieron ambas chicas al mismo tiempo, sonrientes.
―¿Sabéis? Me he dado cuenta de que la mayoría del tiempo decís todo a la vez.
―No es verdad. ―respondieron al mismo tiempo, y las jóvenes se miraron instantáneamente― Cállate. No, cállate tú. ¡Para! ¡No, para tú! ¡Katie/Pip!
Aquella mini discusión consiguió que el trío de detectives empezara a reír.
―Definitivamente, sois tal para cual. ―rio Ravi y Katherine miró a Pip, y se llevó una gran sorpresa al darse cuenta de que ella ya la estaba mirando.
De repente, la puerta de la habitación se abrió de par en par, sobresaltando al trío de amigos. Al percatarse de que el recepcionista había entrado a la habitación, decidieron salir por la ventana del baño. Llegaron hasta unas escaleras de caracol y bajaron corriendo por ellas mientras reían sin parar.
Una vez abajo, Katherine, Pip y Ravi corrieron hasta el coche de la joven Fitz-Amobi. Se subieron rápidamente en sus respectivos asientos, se abrocharon los cinturones y Pip pisó el acelerador a toda velocidad. Todos estaban a rebosar de emoción. Habían escapado por poco.
Pip condujo hasta llegar a la cafetería más cercana, pues la verdad era que ella y Katherine tenían mucha hambre pues no habían comido siquiera. Pip solamente se pidió una taza de café como siempre, mientras que Katherine se pidió un crêpe de chocolate. Ravi optó por pedirse un batido de vainilla.
―Nada sobre Andie ni el Hombre Mayor Secreto. ―habló Pip mientras miraba el libro de huéspedes con atención.
Vio de reojo cómo Katherine le extendía con una sonrisa divertida su tenedor con un trozo de crêpe para que la ojiverde lo probara, así que Pip tomó su brazo para apartarlo de ella para evitar desconcentrarse por la pelinegra.
―Pero hay una entrada del diecisiete de abril justo antes de que Andie desapareciese ―habló Pip mientras volvía a apartar el brazo de Katherine con un manotazo― con los nombres de Daisy Buchanan y Jay Gatsby.
―Espera, creo que los conozco. ―comentó Ravi con las cejas alzadas para darle un sorbo a su batido.
―Son nombres falsos, Ravi. «El Gran Gatsby». ―informó Katherine con una mueca de incomodidad y Pip asintió, corroborando su respuesta― En serio, para de hacer el idiota.
Pip sonrió con burla ante las palabras de Katherine, y Ravi alzó los brazos en señal de inocencia. La castaña sacó de su bolsito negro el papel que encontraron en el conejito de peluche.
―Tuvieron que ser ellos, es la letra de Andie. ―dijo Pip mientras comparaba la enorme similitud entre la hoja con toda la información de la droga y los nombres falsos en el libro de huéspedes.
Katherine se asomó para contemplar también las similitudes mientras masticaba un trozo de crêpe. Pip dirigió su mirada hacia la pelinegra para darse cuenta de que tenía la nariz manchada de un poco de la nata que tenía el dulce. Sonrió inconscientemente para agarrar una servilleta y extendérsela a ella.
Katherine la miró con curiosidad en su mirada y Pip se señaló su nariz con delicadeza. La joven Bell comprendió enseguida lo que Pip quería decir ya que aceptó la servilleta para limpiarse la nariz, y le dedicó una sonrisa de agradecimiento que Pip devolvió.
Y ahí se podían notar de nuevo esas maripositas revoloteando sin cesar en el estómago de ambas adolescentes.
KATHERINE ABRIÓ LOS OJOS al escuchar su móvil vibrar como cuando recibía una llamada. Consiguió agarrar el móvil desde su mesita de noche y vio que alguien la llamaba. No sabía quién, pues tenía la vista borrosa de haberse despertado hacía solo unos segundos.
Sin embargo, contestó igualmente.
―¿Hola?
―Katie. ―se escuchó la voz de Pip desde el otro lado de la pantalla y la pelinegra se reincorporó en su cama.
―¿Pip? ¿Estás bien?
―Sí. Bueno, no. No lo sé. ―empezó a titubear la chica y Katherine se alarmó al escuchar la voz de Pip un poco triste o incluso angustiada― He encontrado algo, Katie. Algo bastante raro.
―¿Es sobre Andie?
―No, esta vez no es... no es sobre tu hermana. Pero sentía que tenía que contárselo a alguien o sino me derrumbaría. ―la voz de Pip se quebró por completo y Katherine sentía que, en algún momento en esa llamada, la castaña rompería a llorar― Siento mucho haberte despertado a estas horas, sé que estás ocupada. Mejor te cuelgo.
―¡No! No... No importa, está todo bien. De verdad, no me importa. ―le restó importancia Katherine a su problema para centrarse en el de Pip― Cuéntame, Sargentita. Te escucho, ¿vale?
Katherine pudo casi visualizar la sonrisita de agradecimiento en el rostro de Pip a través de la pantalla, lo que consiguió que su estómago se pusiera del revés. Sintió un nuevo cosquilleo.
―Bueno, a ver... resulta que antes estaba revisando otra vez el libro de huéspedes que hemos encontrado esta tarde en el hotel. He llamado al número de teléfono que estaba escrito al lado de los nombres falsos pero después de unos tonos me ha salido el buzón de voz. Parece ser que no está disponible. O está dado de baja.
―¿Lo has agendado en tu móvil?
―Sí, lo tengo añadido como «¿Hombre Mayor Secreto?» solo por si acaso ese número de teléfono nos conduce hacia una nueva pista sobre el caso.
―Buen trabajo, Sargentita. ―sonrió Katherine pero, al darse cuenta de que Pip ni siquiera había reído ni comentado nada al respecto, frunció el ceño y bajó la mirada― Perdón, Pip, sigue con lo que me estabas diciendo.
―He seguido pasando páginas para comprobar si algo más se nos había escapado. Pero, entonces... ―Pip dejó de hablar, y Katherine supo que estaba luchando para no romper a llorar.
―¿Qué sucede, Pip?
―Es mi padre. -dijo por fin y Katherine alzó las cejas con sorpresa- No es sobre mi padre biológico, sino sobre el esposo de mi madre. Pero yo lo quiero como si fuera mi padre biológico. El caso es que... he visto su nombre, Katie. Había pedido una habitación para él solo.
-Pip...
-Supuestamente, en ese momento, mi padre estaba de viaje en Nigeria para ver a su familia. -y ese fue el momento en el que ella empezó a sollozar- Pero no era verdad. Mintió a mi madre, mintió a Josh, mintió a mí... Nos mintió a todos.
El corazón de Katherine se rompió en mil pedazos mientras escuchaba a Pip llorar de ese modo a través de la pantalla del móvil. La chica daría lo que fuera por estar a su lado, consolándola, tan solo ellas dos y nadie más.
-Pip, yo... -balbuceó Katherine un poco, intentando encontrar las palabras correctas- Estoy segura de que tu padre jamás haría algo para haceros daño. Sois su familia. Y os quiere muchísimo. Me encanta vuestra familia. Sois divertidos, amables, cariñosos... y eso es todo lo que a la mía le falta. No sé por qué os habrá mentido, no es por lo que estás pensando.
-Te juro que ya no sé qué pensar sobre todo esto, Katie... -murmuró Pip y se sorbió la nariz mientras lloriqueaba- A mí me huele a infidelidad.
-Por favor, no digas eso. -pidió la joven Bell, sin saber qué más hacer o decir para convencerla- Víctor es una de las mejores personas que he podido conocer en la vida. Créeme. Él es el padre que yo nunca he podido llegar a tener. Víctor comparado con Jason es... es el maldito paraíso. Vuelvo a repetir que no tiene por qué ser algo malo, tal vez él y tu madre discutieron por algo y él decidió marcharse un tiempo.
-Puede... Puede que tengas razón. -musitó la ojiverde- Pero ¿cómo puedo volver a confiar en él? ¿Cómo puedo saber que no me está mintiendo?
-Creo que primero deberías hablar con tu madre. Seguro que ella sabe mucho más sobre ese tema de lo que parece.
-¿Crees que esto es un malentendido?
-De verdad lo creo, Pip. Prometo que no hay nada de qué preocuparse. -respondió Katherine con convicción- Tienes todo el derecho a estar enfadada y frustrada y confundida por todo eso, incluso puedes darme una bofetada en cuanto mismo me veas, pero te aseguro que no todo es lo que parece.
Pip rio suavemente al escuchar las palabras de Katherine. Aquello consiguió sacar una sonrisa a la pelinegra. Había conseguido volver a hacer feliz a Pip, y eso era lo único que le importaba en ese momento.
-Muchas gracias, Katie, prometo hablar con mi madre en cuanto mismo pueda. Gracias por soportar mis dilemas a casi las doce de la madrugada.
-No hay de qué, siempre he querido ser psicóloga de noche. -bromeó la chica y Pip volvió a reír. Una extraña calidez envolvió a Katherine por dentro- ¿Nos vemos mañana en la mural de mi hermana para ir juntas al insti?
-Sí, claro. -Katherine sonrió como una boba- Hasta mañana.
-Buenas noches, Sargentita.
Ambas colgaron la llamada a la misma vez. Katherine dejó el móvil sobre su mesita de noche para mirar hacia el techo con una sonrisa inconsciente.
No sabía exactamente los sentimientos que tenía por esa castaña de ojos verdes, pero sí sabía que estos crecerían hasta llegar al punto de no poder aguantarlos.
EL MURAL DE ANDIE. No importaba cuántas veces lo viera o pasara a su lado, a Katherine siempre le brindaría escalofríos. No estaba muy contenta con la idea de hacer un mural en su honor frente a la iglesia, al igual que su familia. Tal vez era la única cosa en la que estaban de acuerdo. Pasar por allí era un recordatorio de que su hermana mayor ya no estaba junto a ella.
Y eso la destrozaba por dentro.
Desvió la mirada del mural para divisar a Pip a lo lejos. Mentiría si dijera que había podido dormir sin pensar en ella. Lo cierto era que la llamada que ambas tuvieron la noche anterior hizo que Katherine pensara mucho en la chica.
-Buenos días, Sargentita. -saludó Katherine con una sonrisa amable para posicionarse al lado de Pip.
-Buenos días, Katie. -saludó Pip mirando a Katherine con una fugaz sonrisa para clavar su mirada en el suelo- Hoy, mientras desayunaba, he visto a mi padre. Bueno, estábamos todos en la cocina. Pero no podía dejar de mirarlo a él. Era casi como si estuviera observando a alguien distinto al que estoy acostumbrada a ver.
Katherine posó una mano en el hombro de Pip para brindarle el mayor apoyo posible, y la ojiverde le sonrió levemente, agradeciendo ese gesto.
-También he hablado con mi madre. Le he preguntado la razón por la que no nos fuimos al viaje a Nigeria todos juntos y me ha dicho una excusa no muy creíble. -Pip suspiró- Esta tarde hablaré con ella más a fondo.
-No tiene por qué ser hoy, puede ser cuando estés verdaderamente lista para hablar de ello. -contestó la morena.
-Estoy lista, Katie. -habló Pip con seguridad- Necesito saber la verdad del por qué mi padre nos mintió.
Katherine le sonrió -Está bien.
Ninguna de ellas dijo nada más. Tan solo siguieron caminando hacia el instituto por las casi desoladas calles de Little Kilton en un enorme silencio.
Pero no era incómodo, sino todo lo contrario. Ambas se sentían cómodas y seguras cuando la otra estaba a su alrededor. Aunque no lo supieran.
-¡Buenos días, Katherine y Pippa! -ambas adolescentes se detuvieron de repente al escuchar esa voz, e intercambiaron una mirada nerviosa al darse cuenta de quién se trataba.
Daniel Da Silva.
Estaba recargado en su coche de policía con aire despreocupado, pero ñas chicas sabían que todo era mentira. Todo era una farsa. Ese joven era muy extraño.
―Como agente, le recomendaría a cualquier joven que no de subiera a un coche junto a un desconocido. -siguió diciendo Daniel con diversión- Pero quiero enseñaros algo.
―Tenemos clase. ―contestaron las jóvenes detectives a la misma vez para seguir caminando, pasando de él.
―Katherine, ¡te devolveré esto! ―Daniel hizo como si tuviera una nariz con ayuda de los dedos de su mano.
―¿Qué edad te crees que tenemos?―espetó la pelinegra mientras miraba hacia atrás sin dejar de caminar― Puedes quedarte con mi nariz sin problema, ya no la quiero para nada.
―¡Es broma! ¡Vamos! ―insistió el agente de policía acelerando el paso hasta ellas.
―Como te hemos dicho, tenemos clase. ―habló Pip con seriedad y Daniel puso una mano en su hombro mientras ellas dos y él caminaban. Katherine lo fulminó con la mirada al ver eso.
―Llegareis antes de la primera clase. ―aseguró el joven restándole importancia― El otro día no os preocupó. Ya sabeis, cuando os colasteis en casa de los Bell.
Ambas dejaron de caminar al instante al escuchar al mayor de los Da Silva decir aquellas palabras. Así que al final sí que los había visto salir de la casa.
―Es mi casa, así que no hay nignún problema ni se consideraría allanamiento de morada. ―habló Katherine con serenidad.
―Ya, pero tu padre me dijo que no tienes llaves de casa ya que te las confiscó hace unos años. No me dijo la razón de ello y tampoco me importa. ―Pip frunció el ceño ante eso y miró a Katherine, quien cerró los ojos con frustración.
Pip acababa de descubrir su mentira.
―Así que... bueno, en mi opinión yo pienso que en realidad sí cuenta como allanamiento de morada. Y encima invitando a dos personas a entrar a tu casa a la cual no tenías ningún acceso. ―él chasqueó su lengua con ironía― Sí, definitivamente es un delito.
Katherine y Pip compartieron una mirada dubitativa. No sabían si entrar en el coche de policía de Daniel Da Silva era la mejor orden que podían acatar. Pero él tenía razón, al fin y al cabo. Podría denunciarlas por allanamiento de morada sin problema alguno y tendrían que pagar una gran multa.
Pensándolo así era muy absurdo que te multaran por allanar tu propia casa a la que no tenías acceso, pero a la vez era extrañamente muy cierto.
Así que las dos adolescentes miraron al agente de policía fijamente hasta que finalmente decidieron montarse en el coche. Katherine se sentó en el asiento del copiloto y Pip se sentó atrás. Se abrocharon los cinturones y Daniel condujo hasta llegar a casa de los Bell.
―Tranquilas, no tengo intención de delataros. ―aseguró el joven mirando a las menores- ¿Entrasteis por detrás y encontrasteis la llave bajo el macetero?
No hubo una respuesta.
-Eh, admiro vuestro valor. Aunque vuestros métodos fueran poco convencionales. -Ninguna de las chicas decía nada, Katherine miraba por la ventana de su asiento y Pip evitaba hacer cualquier tipo de contacto visual.
Daniel miró a las chicas al darse cuenta de que no hablarían en absoluto.
―Me recordais a mi hermana. ―Katherine desvió su mirada de la ventana al escuchar a Daniel mencionar a Nat, y miró al joven― No sé por quién apostaría si os acabarais peleando. Sobre todo lo digo por ti, Katherine. Tuvimos que criarnos el uno al otro. Por eso los dos somos un pelín brutos.
―¿Solo un pelín? ―murmuró Katherine en voz baja con sarcasmo.
―¿Y vuestros padres? ―preguntó Pip, ignorando el comentario de la chica.
―Eran horribles. Pero nos apañamos entre nosotros. ―contestó Daniel.
Katherine bajó la mirada al escuchar eso. Lo que Daniel había dicho era verdad. Porque una vez, unos meses antes de que Andie desapareciera, sin querer escuchó una llamada telefónica en la que hablaba con Nat sobre los padres de Da Silva. No escuchó mucho más a parte de a Nat llorando, quejándose sobre los malos padres que ellos siempre habían sido con ella.
―Andie debía de ir mucho a tu casa. ―dedujo Pip con suavidad― Ella y Nat estaban muy unidas.
―No quiero hablar de Andie. ―contestó Daniel mirando a un punto fijo, y Katherine lo miró con curiosidad― Nat y yo tuvimos que apañárnoslas. Lo hacíamos, pero hubo momentos complicados en los que no teníamos dinero y... yo tenía que mantenerla. Era pequeña, pero... uf, cómo comía.
Katherine escondió un indicio de sonrisa comprensiva en sus labios. No pudo evitar sentirse un poco mal por Nat y Daniel. Vivir de esa manera tampoco era lo más bonito del mundo.
―Jason Bell nos ayudó. ―siguió relatando y Katherine miró a Daniel con extrañeza. ¿Su padre ayudando a personas? Increíble― Me acogió, me dio un trabajo, y después me animó a unirme a la policía. Jamás había soñado con eso, pero... él vio algo en mí.
Katherine observaba con los ojos entrecerrados cómo su padre lavaba uno de los tres coches que tenían.
―Y luego perdió a Andie. Bueno, y tú también, Katherine. ―miró a la joven con una sonrisa comprensiva, y esta empezó a sentirse un poco agobiada― Y el dolor fue terrible. Ver a un adulto hundirse tanto... fue duro.
―¿Qué hacemos aquí? ―preguntó la pelinegra al borde de un ataque de ansiedad, y Pip asintió corroborando la pregunta de Katherine.
Daniel miró a Katherine y después a Pip por el retrovisor ―Tenéis que parar.
Katherine miró al agente de policía como si le hubiera salido otra cabeza.
―Tu hermana murió, Katherine. Tus padres están sufriendo, y lo sabes. Tú sabes muy bien que también estás lidiando con el duelo y la pérdida. Es muy reciente. ―Daniel explicó.
―Los padres de Sal también están sufriendo. ―añadió Pip y Katherine la señaló, dándole la razón.
―Claro, pero fue culpa suya. Tomó sus propias decisiones. Andie no tuvo elección. ―contestó el joven, pero ellas negaron con la cabeza― Chicas, Sal es culpable. Trabajé en el caso. Cuando Sal se enteró de que Andie no era tan buena como creía, no acabó soportándolo.
―No me lo creo, y Katherine tampoco. ―contestó Pip desde la parte de atrás del coche, cruzada de brazos, negándose a seguir escuchando a Daniel.
―Claro que no. ―el chico soltó una risita sarcástica, y miró a Pip por el retrovisor― He visto a tu familia.
Pip fue la primera en mirar a Daniel con los 9jos muy abiertos, seguida de Katherine. A ambas les llevó varios segundos procesar la información. ¿Tendría algo que ver lo que el agente acababa de decir con el nombre del padre de Pip en el libro de huéspedes?
―¿Qué significa eso? ―cuestionó Pip mirando a Daniel con una mezcla de sorpresa y confusión.
―Que quieres ver el mundo de cierta manera. Y Katherine también, no solo tú, Pip. Lo entiendo. ―Katherine rodó los ojos con irritación― Hay algo más que creo que deberíais ver.
Daniel sacó su móvil para encenderlo y buscar algo en su galería. Cuando encontró lo que buscaba, le hizo una seña a Pip para que se reincorporara en el asiento de atrás para que viera todo, al igual que Katherine, quien frunció el ceño al darse cuenta de que era un vídeo sacado de la comisaría de policía.
Y no era un vídeo cualquiera.
Se trataba del vídeo oficial del interrogatorio con Sal Singh.
Katherine y Pip se miraron, sorprendidas. Daniel observó a Katherine de reojo una última vez antes de suspirar y darle al play.
―¡Sé que saliste de casa de Max a las diez y media, no a las doce y media! ―se escuchó la voz enfadada del inspector Hawkins, el jefe del departamento.
―Eso no es cierto. ―Sal se intentó defender como pudo, con ese acento indú tan bonito y peculiar.
Katherine sintió su corazón quebrarse al volver a escuchar al chico hablar. Sólo recordaba su voz en aquel recuerdo confuso en el que él le preguntaba si sabía dónde estaba Andie. Le aliviaba recordar un poco más su tono de voz, el cual estaba empezando a olvidar cada vez más rápidamente.
―¿Quieres me que crea que dices la verdad y que tus amigos mienten?
―el hombre gritaba a Sal muy enfadado― ¡No tiene sentido! Andie y tú discutísteis el día que murió, ¿verdad?
―¡No! ―negaba Sal una y otra vez.
―¡Te fuiste de casa de Max Hastings a las diez y media! ―volvió a gritar el inspector, y esa fue la gota que pareció colmar el vaso en la paciencia de Sal.
El chico se levantó de su asiento y tiró todo lo que se encontraba sobre la mesa de la sala de interrogaciones en ese momento. Estaba furioso. Muy furioso. Katherine jamás había visto a Sal comportarse de ese modo con alguien.
―¿Qué le pasó a Andie? ¡¿Qué le hiciste, Salil?! ¡¿Qué le hiciste?! ―gritaba el inspector Hawkins con enfado mientras miraba cómo Sal lanzaba una silla contra la pared de la sala, con cólera.
La vista de Katherine empezó a nublarse debido a las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. Nunca había visto esa faceta tan agresiva y furiosa de Sal. Ella jamás habría creído que él fuera así. Pero ese vídeo, esas actitudes, demostraban justo lo contrario a lo que ella pensaba.
―¡Déjeme salir de aquí! ―pidió Sal con desesperación, abalanzándose sobre el inspector Hawkins. Dos agentes, uno de ellos Daniel, intentaron separar al joven Singh del hombre― ¡Déjeme salir!
El vídeo terminó, y ninguna de las chicas podía creer lo que acababa de suceder en este. Sal Singh había intentado agredir físicamente al inspector Hawkins. No querían creerlo. Les era imposible aceptarlo. Katherine estaba en estado de shock. Al moreno jamás se le ocurriría hacer daño.
Al menos, no el Sal Singh que siempre ponía caramelos en su taquilla.
―Estuve allí, lo tuve al lado. ―habló Daniel después de unos segundos― Se podía oler su rabia.
Ninguna de ellas dijo nada más. Pip se volvió a sentar correctamente en la parte de atrás y Katherine desvió la mirada del agente de policía mientras se limpiaba una lágrima traicionera que resbalaba sobre su mejilla.
―Hora de llevaros a clase. ―dijo Daniel tras un pesado suspiro, y volvió a arrancar el coche.
El trayecto fue tranquilo y silencioso. Ninguno de los tres mencionó algo más al respecto. Katherine ni siquiera podía centrarse en las asignaturas que tenía ese día debido al vídeo que había visto.
La expresión furiosa y a rebosar de cólera de Sal y su manera de controlar sus emociones se reproducían dentro de la memoria de la pelinegra como si de un disco rayado se tratase. Y eso le impedía centrarse en algo más que no fuera el mayor de los Singh o el vídeo del interrogamiento al moreno.
Katherine siempre había pensado que Sal no podría haber cometido el crimen de Andie. Conocía demasiado bien al chico como para que pudiera hacer algo tan cruel como asesinar a su novia. Estaba segura de que Sal era inocente.
Ahora, ya no lo estaba tanto.
Y se odiaba a sí misma por eso.
ˏˋ°•*⁀➷ ↺ nahia's note .ᐟ 💿
dios mío, qué capítulo tan intenso, sinceramente creo que es el más intenso que he escrito hasta ahora 🙏🏻🙏🏻
todas las interacciones entre katie y pip me dan mil años más de vida 😭💗
pobrecito mi sal, no se merecía nada de eso, lo amo demasiado :(
solo digo que el siguiente capítulo va a empezar muy fuerte y que a partir de ahora todo va a ir de mal en peor..... 🙊
¿parte favorita del capítulo?
espero que les haya gustado muchísimo el capítulo, y de ser así, no se olviden de hacérmelo saber votando y comentando, que no cuesta nada!!
xoxo, nahia <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top