WAKASA IMAUSHI | Flourescent Adolescent pt1


Flourescent Adolescent – Artic Monkeys


Ser la mejor en todo lo que hacías era una bendición así como una carga, eras reconocida por ser una estudiante modelo a la cual todos admiraban, sin embargo, en ti solo causaban agobio, el tener demasiada gente interesada en ti te estresaba, el cumplir sus ridículas expectativas que no siempre eran posibles eran las causante de insomnio, ansiedad y estrés.

Lo hacías porque querías, nadie te obligaba a ello, aun así, preferirías no ser tan publica o notada en tu escuela.

Tu vida en la escuela podría ser lo que muchos desearían, tenías buenas calificaciones, buenos amigos, aunque muchas veces te agobiaban por la cantidad de halagos que te podían llegar a dar, además de que muchos de ellos solo estaban contigo por popularidad, no podías contar realmente con ellos. Eras naturalmente callada y reservada, no compartías demasiada información personal con los demás, solo lo necesario para entablar una relación amistosa.

Pensabas que tenías una vida triste a comparación de lo que aparentabas, además de solitaria, por más de que te encontraras rodeada de gente no te sentías en compañía.

Te concentras en tu realidad, la escuela, escuchando la conversación de tus compañeras de salón, que se encontraban a varios asientos del tuyo.

-¿Escuchaste Dai-san?- cuestiono una.

-¿De qué hablas?- respondiste no teniendo la más mínima idea.

-De que hay un pandillero famoso en la escuela, lidera una de las regiones de Kanto- explico tu compañera con entusiasmo.

¿Un pandillero en la escuela?

-Sí, si mal no recuerdo se llama Kodo Rengou la padilla- añade otra compañera.

-Parece que están bien informadas- comentas arreglando tu escritorio.

-Es de lo que todos hablan ahora Dai-san, dicen que está en primer año en la clase tres- agrega ella. – ¿No es interesante Dai-san?- pregunta con emoción.

-No, no me importa, mientras no afecte mis estudios, no me interesa saber quién es o saber si son cierto los rumores sobre el- dices un poco cansada de esa conversación.

-Dicen que es alguien peligroso, tenga cuidado Dai-san, no querrá tenerlo cerca- sugiere aquella compañera.

-Lo tendré en cuenta- dices mientras te levantas de tu pupitre saliendo del salón ya que ha llegado la hora del almuerzo.

Caminas a tu lugar seguro, la biblioteca, siempre vas ahí cuando quieres silencio, ya sea para estudiar, reflexionar o simplemente estar sola, cosa que siempre logras y es porque tus compañeros no son la suficientemente dedicados, cultos o silenciosos para estar en ese lugar, así que, siempre estás en paz en ese lugar.

Una vez llegas tomas la mesa de siempre y dejas tus libros, cuadernos, lapicera encima de esta, te sientes y empiezas a acomodar todo para empezar a estudiar.

Empiezas a hacer todo en modo automático pero no puedes evitar pensar.

"Como alguien tan joven puede estar metido en esas basuras de pandillas y violencia, que es lo que tiene que suceder en sus vidas para que decidan involucrarse deliberadamente en ese mundo"

Despejas esos pensamientos innecesarios de tu mente y comienzas a estudiar sumergiéndote en el mundo de la química, números, formulas, protocolos y conceptos que tienes que entender.

Te resulta fácil estudiar aunque a veces quisieras no hacerlo, no porque quieras ser irresponsable, sino que, querías algo más que solo los estudios, más no sabías que era lo que necesitabas en tu vida para llenar ese vacío que sientes en ella.

Volteas a ver el reloj del recinto, agudizas tu mirada y ves que faltan diez minutos para que el receso se acabe, tomas tus cosas y sales del lugar, mientras caminas notas un tumulto de personas en el pasillo, decides rodearlo para no tener que lidiar con ellos, sin embargo, un grito hace que te detengas.

-¡Deténgalo!, ¡Lo va a matar!-

Frunces tu ceño y caminas decidida a ver que sucedía, te abres camino entre las personas que están ahí, hasta que llegas al causante de tal conmoción.

Lo vez a él, una cabellera blanca, golpeando salvajemente a otro que ya estaba tendido en el suelo con sangre es su rostro, parecía no escuchar a nadie, ni las suplicas que se detuviera, mucho menos tenía intenciones de detenerse.

Te acercas sin temor a él gritando.

-¡Hey!- una vez que su atención se posa en ti, notas que tiene un hermoso iris violeta. –Este no es el lugar ni momento para que te estés peleando como un animal-hablas firme, todo es silencio alrededor.

Alcanzas a oír algunos murmullos de asombro al cómo le hablaste de esa forma, volteas un instante y ves más caras sorprendidas, percibes como aquel individuo al que le gritaste se aleja del tipo que estaba golpeando, para dirigirse a ti.

Una vez frente tuya toma una pose intimidante, pero esto no causa ningún efecto en ti, tienen una pequeña batalla de miradas la cual ninguno de los dos tiene intenciones de perder.

Después de que parece analizarte, habla.

-¿Sabes quién soy yo?- pregunta con aires se superioridad.

-No me importa, no debes de pelearte en la escuela, si quieres arreglar tus problemas a golpes, hazlo, pero no aquí-

Parece que lo dejas pensando mientras te observa, su mirada te empieza a molestar e incomodar.

-¿Cómo te llamas?- cuestiona con interés.

-No es de ti incumbencia- dices mientras lo miras molesta. –Me importa un carajo quien seas, te lo dije, no puedes hacer tus peleas aquí, respeta a los demás-

Sonríe con arrogancia y da una orden.

-Vámonos de aquí- ves como ciertas personas se dispersan como si tuvieran que hacerle caso, el hace lo mismo y comienza a caminar, te quedas viendo cómo se va hasta que se voltea.

-Nos veremos pronto- menciona a lo que tu respondes rodando tus ojos y dando la media vuelta dirigiéndote a tu destino.

Ese día los de tu salón solo mencionaron que ese era el pandillero del que todos hablaban, lo apodaban "Leopardo Blanco", te dijeron que fuiste valiente pero que no debiste hacer eso, no les tomaste importancia y ellos no comentaron nada más cosa que agradeciste.



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Tres días pasaron, tres días en los que te sentiste observada, no las miradas normales o las de envidia a las que ya estabas acostumbrada, estas se sentían diferentes.

Con una te sentías hostigada y vigilada, como si analizaran tus movimientos, te resultaba incomoda si le ponías demasiada atención, la otra era como si trataran de entenderte, una mirada curiosa. Por más que buscaras disimuladamente entre la gente, no encontrabas el origen de ninguna de las dos.

Así fueron tus tres días desde el "incidente", justo ahora estabas recogiendo tus cosas, el horario escolar ya había acabado, pero decidiste quedarte en la escuela a estudiar en la tranquilidad de la biblioteca, total, nadie te esperaba en tu casa.

Vivías con tus padres, pero ellos siempre vivían ocupados en sus vidas y trabajo que se les olvidaba que tenían una hija a la que se supone deberían cuidar, proteger, querer y regañar, pero ellos no hacían nada de eso, por eso creciste siendo independiente y careciendo de algo que no sabías que necesitabas, porque nunca lo conociste.

Al salir de la escuela e ir caminando por las calles de Kanto dirigiéndote a tu hogar, nuevamente te sientes observada, volteas atrás de ti y vez como dos hombres que aparentan ser de tu edad te están siguiendo, ¿Cómo sabes?, no es que mucha gente transitara por las desoladas calles a esa hora, además, ellos se veían que tenían intenciones nefastas al estarte siguiendo.

Empezaste a acelerar el paso no queriendo creer que te estaban siguiendo, sin embargo ellos hicieron lo mismo, para tu desgracia, no había nadie en las calles que te pudieran ayudar.

El pánico se estaba apoderando de ti, llegaste al punto de correr por lo asustada que estabas, pero nuevamente ellos estaban decididos a no dejarte ir.

Mientras corrías, lo único que podías pensar era en que por primera vez en mucho tiempo deseabas llegar a tu casa, te sumergiste en tus pensamientos y pánico que te descuidaste, sentiste que te taparon la boca arrastrándote a un callejón.

¡Mierda!, ¡Me atraparon!

Empezaste a forcejar en un intento de soltarte de su asqueroso agarre, por más que tratabas no lograbas nada, uno de ellos te estaba sosteniendo mientras que el otro se paró frente a ti, ahí viste una oportunidad, le diste una fuerte patada en su entrepierna, logrando hacer que se retuerza del dolor y agarre que estaba en ti, se afloja un poco, no obstante este ventana de oportunidad se cerró rápidamente.

-¡Maldita perra!- escupió con odio dándote un golpe en la mejilla, ardió y dolió como nunca.

Querías llorar por la desesperación, sin embargo, tú cara solo reflejaba enojo y furia pura.

-No debiste de abrir tu boca y meterte en nuestros asuntos- hablo el que te estaba sosteniendo.

-Y no debiste meterte con el jefe- añadió el que te propino el golpe.

¿Jefe?

-Y nos la vas apagar- hablo el mismo que antes. –Eres muy bonita, solo por eso no te muelo a golpes- hablo mientras te miraba lascivamente el cuerpo. –Me sirves para algo mas- comenzó a acercarse a ti.

Entraste en pánico, no sabías que hacer, empezaste a forcejear más queriendo escapar de esa situación pero no podías, sin pensarlo, las lágrimas salían de tus ojos son control, estabas aterrada.

Empieza a querer tocar tus piernas y subir más allá del borde de tu falda escolar, pero algo los detiene.

Un fuerte golpe hace que el tipo salga volando, tu agarre se afloja por el asombro, poco después, desaparece por completo, caes al suelo de rodillas por el shock.

Volteas a ver y aquellos hombres están siendo golpeados por alguien que parece tener un uniforme de pandilla, pones más atención y ves nuevamente esa cabellera blanca.

-¿Qué carajos creen que hacían imbéciles?- pregunta el peliblanco.

-A-a nos-sotros solo queríamos- no terminan de hablar por la sorpresa y miedo que produce aquel hombre.

-¿Y quién les pidió que hicieran esta estupidez?- escupió con odio a ellos.

-N-nadie jefe- responden sumisos ante la imponente figura que estaba erguido ante ellos, mirándolos desde arriba con desprecio.

-Exacto- les propino una patada ambos y se agacho un poco para tenerlos más cerca ya que ellos estaban tendidos en el suelo por todos los golpes que recibieron. –No se atrevan a acercarse a ella de nuevo ¿Entendieron?- a lo que ellos asintieron eufóricos.

Aquel peliblanco volteo a verte como estabas de rodillas y aterrada en el suelo, empezó a caminar a ti pero antes de llegar hablo nuevamente.

-Ni se atrevan a aparecer nuevamente en la pandilla, ahora lárguense- hicieron caso y se esfumaron rápido.

Tu salvador agradece mentalmente el seguirlos, sabía que si actitud era extraña y planeaban algo, pero nunca imagino algo como eso, sabía que su pandilla se estaba saliendo de control.

Se acerca a ti que sigues en la misma posición que antes, se agacha a tu altura con delicadeza en sus movimientos para no asustarte más, levanta una mano queriéndola colocar en tu hombro, pero apenas entra en tu campo de visión das un fuerte manotazo alejándola de ti.

Se sorprende pero no dice nada, entiende tu actitud.

-Lo siento- mencionas en voz baja.

-No pasa nada, ¿Estas bien?- pregunta al ver tu mejilla y rodillas raspadas.

-Sí, pero estoy muy asustada- te abrazas a ti misma mientras dices eso.

-Tranquila, yo te protegeré- menciona estirando su mano para ayudarte a levantar, dudosa en tomarla, lo haces.

Una vez de pie, él se quita su chaqueta y la coloca en tus hombros, notas que es de una pandilla.

-Ven sígueme, te llevare a tu casa- haces caso a lo que dice.

Llegan a una motocicleta y se sube, dudas en hacerlo, nunca te has subido a una, no quieres morir intentándolo, además de que es un desconocido, sin embargo, no tienes razones para dudar de él, te defendió y pudo aprovecharse de ti inmediatamente, pero no lo hizo.

-Tranquila, sube, está bien- dudas, aun así, te subes.

Antes de arrancar pregunta tu dirección y se la das, por consecuente enciende la motocicleta comenzando a avanzar, no va a gran velocidad como suele hacerlo siempre, va despacio para no asustarte demasiado, mas no ayudo porque sentía tus manos temblar alrededor de su cintura.



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Al pasar los minutos, llegaron a ti casa, lo supiste porque el murmuro un "llegamos", ya que tu venias absorta en tus pensamientos.

Bajas de la motocicleta y le pasas su chaqueta.

-Gracias por salvarme, por el abrigo y traerme a casa- hablas bajo pero lo suficiente para que el escuche.

-No es nada- responde tranquilo.

Lo miras, a tu mente viene una serie de preguntas que no sabes si son correctas hacerlas pero de todos modos lo haces.

-¿Te puedo preguntar algo?- cuestionas esperando que su respuesta sea positiva.

-Claro-

-¿Por qué estás en una pandilla?, aun sabiendo que cosas como esta pueden pasar-

Parece meditar su respuesta, como si buscara las palabras correctas que puedan satisfacer tu duda.

-Sinceramente no sé, yo lo hago como una manera de expresarme libremente aunque parezca broma, sin embargo, yo no haría algo como lo que te paso, es difícil de creer, pero incluso en este mundo tenemos reglas- hace una ligera pause y continua. –Lo que pasa entre nosotros, se resuelve en nuestro mundo, no arrastrando a personas inocentes en ello, claro está que no muchos respetan esto-

Analizas lo que dice, mas no sabes que responder, así que haces tú pregunta.

-¿Por qué dijiste que me protegerías?, no me mal intérpretes, te agradezco, pero no me conoces, no te debo nada, no tienes razones para defenderme, ¿Por qué lo hiciste?- preguntas consternada y ansiosa por su respuesta.

-No sé, algo en ti llamo mi atención- Que directo. –Y aunque esto no hubiera sucedido, no dejaría que le hicieran eso a una mujer o persona inocente-

Sus respuestas te satisfacen y no tienes más dudas.

-Gracias, de verdad, te estaré siempre agradecida-

-Ya te dije, no es nada-

No respondes, solo das una leve sonrisa y te diriges a la entrada de tu hogar, el espera a que entres y echa a andar su motocicleta.

Adentro de tu casa, era de esperarse que tus padres no notaran tu ausencia, sabes que no son unos padres presentes, aun así duele, duele porque por más que quisieras ocultarles lo que te sucedió, no lo harán nunca, tal parece que están muy ocupados en sus vidas para notar la tuya.

Una vez en tu habitación, tomaste un exhaustiva ducha, esperando que sus manos que aun las sentías sobre ti, salieran, te sentías sucia, tallaste tu cuerpo con fervor, dejando la piel roja.

Saliste de la ducha y trataste de dormir, aunque sabias que no podrías.

Al día siguiente en la escuela, apareciste con la mejilla morada y las rodillas raspadas, tus compañeros preguntaron qué te había sucedido, sin embargo, no te molestaste en dar explicaciones.

Finalmente llego en receso que tanto ansiabas, instintivamente te dirigiste a la biblioteca con intenciones de dormir porque la noche pasada no pudiste pegar un ojo.

En el camino a tu destino, aparecen tus dos atacantes de la noche anterior, te contraes poniéndote a la defensiva.

Mientras estaban frente a ti, te percataste que se encontraban más masacrados que desde que los viste, lo siguiente que hicieron no te lo esperabas.

-¡Lo sentimos demasiado!- mencionaron al unísono en inclinándose perfectamente en un ángulo de 90°.

Extrañada por su disculpa solo dijiste una cosa.

-No se vuelvan a acercar a mí- te fuiste dejándolos atrás, retomando tu camino.

Por costumbre, una vez en la biblioteca, tomas la mesa de siempre y te recargas para poder dormir.

Cuando estas dormitando, escuchas como el asiento frente tuyo es ocupado, mas no prestas atención hasta que habla.

-¿Estas bien?- te sientas correctamente y lo vez frente a ti.

-Sí, solo que ayer no pude dormir- mencionas mientras apartas la mirada de sus iris violetas.

-Lo lamento- suelta de repente.

-No deberías de disculparte, no es tu culpa- contestas para disipar su culpabilidad.

-Tengo que, es mi pandilla- así que si eres tú.

Piensas en cómo hacerle ver que no le tienes ningún rencor o enojo, solo se te ocurre una forma.

-Dai Ishida- dices repentinamente.

-¿He?- pregunta confundido.

-Mi nombre, Dai Ishida, lo habías preguntado antes, tómalo como una disculpa aceptada- las comisuras de sus labios se elevan un poco, dejando atrás algo de su faz desinteresada.

-Wakasa Imaushi- sonríes sutilmente al saber su nombre. -¿Me puedo quedar?- pregunta.

-Si quieres, pero voy a dormir- respondes honesta.

-No es problema para mí-

Sin más se quedan en un silencio cómodo, como su compañía.



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Al pasar de los días, que se convirtieron en meses, te sigue buscando para pasar el rato, parece no querer despegarse de tu lado, te busca para comer el almuerzo juntos, acompañarte a la biblioteca, unas veces solo para dormir, otras para estudiar, aunque tú eres la única que lo hace, acompañarte a tu casa después de clases o simplemente estar en silencio juntos.

En ese tiempo que pasan juntos, descubres cosas de él, así como Wakasa descubre cómo eres en realidad, también te das cuenta de que si apariencia engaña demasiado, no es lo que aparenta.

Tienes una adicción a las paletas, de todos sabores, la cual se la transmites a él, cada que se ven lo sorprendes con una paleta de distintos sabores, siempre comparten ese momento juntos, degustando cada quien aquel dulce.

Hay algo en su presencia que no te molesta, ni te hace querer aparte de él, te agrada que este a tu lado, tanto así, que las horas que no están juntos comienzas a extrañarlo, extrañas la sensación cálida que le hace sentir a tu corazón.

Recuerdas que su apodo el "Leopardo Blanco", para ti eso no aplica, a tu perspectiva no es más que un gatito en busca de atención, porque es lo que siempre hace, cuando platican te cuenta lo asombroso que es y sus logros, sin llegar a ser arrogante, al mismo tiempo que disfruta mantener silencio cuando hablas, le gusta escucharte hablar de lo que sea, podría hacerlo por horas sin cansarse.

Por primera vez experimentas lo que es sentirse querida y necesitada, esa calidez de lo que una vez fue un extraño te hace sentir te gusta, el que alguien te espere o busque tu compañía aunque a veces no tengas que ofrecer te gusta, porque es más puro que nada.

Un día en el patio de la escuela, durante el receso, comiendo su diaria dosis de azuzar en forma de paleta, Wakasa está especialmente callado.

-¿Waka, que sucede?, estas más callado de lo normal- preguntas ante su extraña actitud.

Su reacción te confunde aún más, ya que se sonroja, pero de todas maneras responde.

-¿Qué se hace cuando te gusta alguien?- pregunta de la nada, dando a saber la razón de su comportamiento.

-No sé- respondes inmediatamente. –No he estado en esa situación para poder aconsejarte-

Respondes con normalidad como siempre, no obstante algo dentro de ti se rompe al saber que gusta de alguien más, por si, él te gusta, no sabes en que momento paso, tal vez fueron sus pequeñas acciones las que te enamoraron, pero cuando te diste cuenta de lo que sentías por él ya era muy tarde para echarse atrás.

Está un poco decepcionado por tu respuesta y lo notas, mas no lo dice, así que continúas hablando.

-No sé mucho de esas cosas, pero se supone que debes ser sincero, decir lo que sientes sin rodeos...- haces una pequeña pausa dudando si continuar. –Es lo que a mí me gustaría...-

-Ya veo- responde con simpleza.

-¿Sabes? Realmente no puedo idealizar a una persona enamorada de mi- voltea a verte con atención, tu alzas tu mirada viendo las hojas de los arboles moverse. –No puedo imaginar a alguien pensando en mí antes de acostarse, o hablándole a sus amigos acerca de mí con una tierna sonrisa en su rostro, no puedo imaginar a alguien por las nubes solo porque le dije "Hola" o algo similar- tragas saliva porque sientes como se forma un nudo en tu garganta. –No sé, simplemente no puedo si quiera imaginarlo- terminas de hablar y volteas a verlo con una sonrisa melancólica en tu rostro.

No dice nada, se queda callado, pero no era como si esperaras una respuesta ante lo que dijiste, el receso termina y cada quien se va a su respectivo salón.

Termino el horario escolar, te diriges a la salida del instituto esperando verlo para irse juntos, sin embargo, no sucedió, no te espero y no estaba por ningún lado.

Mientras caminabas a tu hogar solo podías pensar una cosa.

Lo arruine.

Al día siguiente parecía que te evadía, haciéndote sentir culpable por abrirte así con él, los días siguientes sucedía lo mismo, por lo que te molestaste con él.

Continuaste tu vida sin él, con la misma rutina, hasta que casi dos semanas después, te encontrabas en la biblioteca en tu hora favorita del horario escolar, leyendo un libro de historia, inmersa en la segunda guerra mundial.

Mientras leías, alguien se sienta frente a ti, sabes quién es y lo ignoras, continuando con tu lectura.

-Hola- habla normal.

Sigues leyendo pretendiendo que él no está ahí, hablándote.

-No me ignores- dice deseando que le pongas atención.

-Si tú puedes hacerlo, ¿Por qué yo no?- respondes sin despegar la vista del libro.

Lo escuchas suspirar.

-Lo lamento- se disculpa con sinceridad, tenías bien sabido que era un hombre de pocas palabras.

-Da igual, no importa, siempre he estado sola, el que repentinamente tú te fueras no hace mucha diferencia-

Tus palabras decían todo lo contrario a lo que sentías, estabas triste por su ausencia, lo extrañabas demasiado, pensabas que habías hecho algo mal, por eso su repentina desaparición, lo cual te quitaba el sueño.

-¿Estas bien?- pregunta no respondiendo a lo que acabas de mencionar.

-¿Acaso importa?- respondes aun sin verlo a los ojos.

-Sí, porque cuando piensas demasiado algo no puedes dormir y te genera ojeras, las cuales se te notan- te sorprendes, alejas la mirada de tu libro para verlo, no pensaste que notara eso en ti.

-También sé que cuando estas feliz comes una paleta sabor fresa, sé que cuando estas triste o angustiada eres especialmente callada y solo escuchas a los Artic Monkeys- hace una pausa recapitulando todo lo que dirá. –Te gusta la comida picante, tiendes a tronar tus dedos como un tic nervioso, sé que actúas como si nada de importar pero es falso porque sientes todo lo contrario, solo lo haces como una coraza emocional para no encariñarte demasiado con las personas-

Quedas sorprendida por todo lo que acaba de mencionar.

-¿Cómo sabes todo eso?- cuestionas anonadada.

-Te he estado observando y no pude evitar enamorarme de ti, por todo eso y más-

¿Que?

-Repite lo que acabas de decir- pides no creyendo lo que dijo y que solo fue producto de tu imaginación.

-Que me enamore de ti, me gustas- proclama haciéndote sonrojar en el proceso.

Lleva una mano a su bolsillo de su pantalón, donde parece buscar algo hasta que lo encuentra y lo saca, es una paleta, te  la extiende y la tomas.

Analizas la paleta, es sabor fresa y tiene una nota pegada.

¿Quieres ser mi novia?

Lees lo que dice con un sonrojo en tu rostro y diriges tu mirada nuevamente a él.

-Lo siento por desaparecer estos días, necesitaba acomodar mis ideas para entender lo que sentía, y en el proceso me di cuenta que no pude dejar de pensar en ti- las comisuras de sus labios carmines se elevan dejando ver una tierna sonrisa. –No me di cuenta de en que momento me enamore, pero no quiero dejar de sentir esto- 

Despegas la nota y la miras, sintiendo como las lágrimas se forman en tus ojos queriendo salir.

Lo miras nuevamente, el mantiene esa misma cara tierna de hace unos momentos.

-¿Quieres ser mi novia?- pregunta ansioso por tu respuesta.

Te levantas de tu asiento, haciendo que él entre en pánico por un microsegundo.

Quedas parada extendiéndole una mano, la cual él toma repitiendo tu acción.

-Sí, claro que quiero ser tu novia Waka- sin más lo abrazas a lo que corresponde.

Derramas un par de lágrimas que él se encarga de limpiar.

-Es lo más bonito que me han dicho- dices aun abrazada a él.

-Fui lo más sincero que puedo porque a ti te gusta eso- recuerdas que tú fuiste quien declaro eso, en un gesto algo atrevido de tu parte, besaste su mejilla y sonreíste brillantemente.

No hacen falta más palabras para demostrar lo que sienten, solo se abrazan en silencio añorando el calor que emanan sus cuerpos y lo cálidos que se hacen sentir.

El receso se acaba y con ello su abrazo, él te deja en tu salón con una sonrisa boba en su rostro que es caracterizado por lucir desinteresado.

Pero no te puedes quejar, tú estás igual.

Tus compañeros al ver tan singular par, la estudiante modelo y el pandillero problemático, juntos, genero dudas, mas ni respondiste ninguna de ellas.

Al finalizar las clases, retoman su rutina, que es ir a dejarte en tu casa, pero ahora, tomados de la mano.

Siguen esa rutina por días, que se convierten en meses, manteniéndolo en secreto, su secreto.

Declarándose su floreciente amor adolescente solo entre ustedes, en secreto, acompañado de una paleta sabor fresa...


Continuara...



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Nota de la autora:

Me costó imaginar a Waka enamorado jaja, pero me gusto el resultado del OS, también no sabía que canción poner, así que me decidí por esa, siento que es como se siente Dai con respecto a Waka.

Como se darán cuenta, generalmente actualizo en la madrugada, no sé por qué pero solo a estas horas del día me inspiro a escribir más fluido.

Espero que les guste, besitos <3

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