TAKEOMI AKASHI | It Ain't Me


It ain't me – Kygo & Selena Gomez

La decepción es una palabra que te podría describir justo ahora, te encontrabas en la casa de tu novio, Takeomi, pero no por él, sino por sus pequeños hermanos.

Sus hermanos te llamaron a las dos de la mañana llorando, en ese instante tu instinto maternal se encendió, les preguntaste el motivo de su llanto y la razón te dejo decepcionada y enojada.

Senju, la Akashi menor, tuvo un mal sueño que hizo que se despertara llorando en medio de la madrugada, salió de su habitación en busca de consuelo de su hermano mayor Takeomi, así que se dirigió a su habitación pero lo único que encontró fue un cuarto vacío.

La menor de los Akashi rompió aún más en llanto al no encontrar a su hermano, cuando eso sucedió, Haruchiyo, el hermano de en medio y mayor de Senju la busco para saber por qué lloraba, pero un niño de tan corta edad no tenía mucha capacidad de calmar a su hermana pequeña, por ende, ambos terminaron entrando en llanto y desespero.

Ahí es donde te llamaron en llanto pidiendo que fueras a con ellos.

Esos niños eran tu adoración, eran simplemente encantadores, los querías demasiado a pesar de no llevar demasiado tiempo conviviendo, los tratabas como si fueran tus hermanos, cuidándolos, educándolos, en ciertas ocasiones regañándolos, pero sobre todo, amándolos.

No dudaste ni un momento en pararte de tu cama he ir a donde ellos, porque ellos te necesitaban, no había más motivos.

Procediste a salir de tu hogar con un pantalón de pijama gris, una sudadera que le habías quitado a tu novio de color negro, tus habituales converse y con tu cabello largo negro solo lo recogiste con una pinza.

Llevabas en mano tus llaves y tu teléfono, empezaste a caminar apurada, en esos instantes agradecías no vivir tan lejos de su hogar así que fue solo cuestión de minutos y ya te encontrabas en frente de la puerta de su hogar.

Tomaste tus llaves y buscaste la indicada para abrir el cerrojo, al entrar te quitaste tu tenis, empezando a buscar con la mirada a los niños.

-¿Haru?, ¿Senju?, ¡ya llegue!- mencionaste mientras caminabas por el pasillo dirigiéndote al living.

En eso escuchaste pequeñas pero apresuradas pisadas dirigiéndose hacia ti, lo próximo que percibiste fue que ambas de tus piernas fueron abrazadas.

-¡Mai-nee!- dijeron ambos al mismo tiempo

Volteaste hacia abajo y miraste sus cabelleras blancas como la nieve, empezaste a acariciarlas relajándolos un poco, luego soltaron tus piernas y te agachaste a su altura y los abrazaste.

Inmediatamente ellos se aferraron a ti mientras continuaban llorando.

-Tranquilos, ya estoy aquí- utilizaste la voz más suave que tenías para transmitirles tranquilidad. -¿me quieren contar que sucedió?-

Se despegaron de ti, limpiando torpemente sus lágrimas ya que continuaban saliendo nuevas.

Te dirigiste con ellos al sillón y se sentaron a tus costados, Senju en el izquierdo y Haruchiyo en el derecho les diste su tiempo para que decidieran hablar, después de todo, son niños.

Notaste que Senju no tenía intenciones de hablar ya que su llanto se profundizo, la abrazaste con un brazo y esta se aferró a tu cintura hundiendo su cara en tu vientre.

Haruchiyo, por otro lado, ya se había calmado, tu presencia le inspiraba seguridad y calma, así que fue él que comenzó a hablar.

-Es que-e –tomo un suspiro limpiando una lágrima que aun corría por su mejilla. –Escuche a Senju llorando y me desperté, fuimos al cuarto de Take-nee pero no estaba, trate de calmar a Senju pero no puede-

Notaste su impotencia así que lo acercaste a ti, Haru al sentir tu calor corporal te abrazo desesperadamente.

-¡Perdón!- menciono nuevamente en llanto.

Los abrazaste a ambos maternalmente y hablaste.

-No es tu culpa haru, no es tu responsabilidad cuidar de tu hermana cuando aún eres muy pequeño- hiciste una pausa.

-Esa es responsabilidad de Omi aunque tampoco debería de ser suya- en eso recordaste lo irresponsables que son los padres de los Akashi.

Pensaste como un padre puede dejarle la responsabilidad de dos niños pequeños a su hijo mayor.

-P-peroTake-nee dice que yo debo cuidar a Senju mientras él no esté- menciono Haru mirándote a los ojos.

-En parte es verdad, se tienen que cuidar mutuamente como los hermanos que son- dejaste de hablar pensado en algo que los hiciera reír un poco. –Pero a veces Omi es tonto-

Escuchaste sus pequeñas risas.

Funciono.

-Pero no le digan que yo dije eso, ¿trato?-

-¡Trato!- dijeron ambos al unísono.

-Bien, ¿están ya tranquilos?- asintieron. -¿les parece si van a dormir?, ya es tarde-

-Pero Take-nee aún no llega- una vez más recordaste lo unida que en Senju a su hermano mayor.

-¿Te parece si hacemos algo?, yo espero a Omi y ustedes duermen, ¿sí?-

-¡Sí!- que energética es esta niña.

Reíste mentalmente por lo que pensaste.

-Bien, a dormir pequeños-

Te paraste de tu asiento y ellos se fueron corriendo a sus habitaciones, sabían que cuando tú estabas ahí les deseabas buenas noches a cada uno, entonces pacientemente esperaron su turno.

Entraste al cuarto de Haru y lo viste ahí acostado esperando su beso de buenas noches, te acercaste a su cama sentándote.

Lo miraste con ternura y acariciaste su mejilla, él se sonrojó y sonrió ante tu acto, le encantaba lo dulce y amorosa que eras con él.

-Buenas noches corazón, que tengas bonitos sueños- le diste un beso en su frente, el ante ese acto cerro los ojos disfrutando del momento.

Cuando te separaste, abrió los ojos.

-Te quiero mucho Mai-nee- definitivamente este niño me matará de ternura.

-Y yo a ti corazón, ahora duerme-

Sin más cerro los ojos obedeciendo lo que dijiste, saliste de su habitación apagando el foco y cerrando la puerta.

Ahora te dirigías al cuarto de Senju, quien te esperaba ansiosa por ese momento contigo.

-¡Mai-nee! ¡Es mi turno!- dijo con su melodiosa pero energética voz.

-Claro Senju, pero baja la voz, recuerda que es de noche- dijiste acercándote a su cama y sentándote en ella.

-Lo siento- la sonrisa de esta niña deslumbra demasiado.

Pensaste en una sonrisa.

-Bien pequeña princesa, a dormir- besaste su frente. –Que tengas dulces sueños-

-Gracias Mai-nee, te quiero-

-Y yo a ti- sonreí y te dirigiste a la puerta de la habitación repitiendo la misma acción que con la de haru.





..............................................................





Ya eran las cuatro de la mañana, te encontrabas en el sillón de la sala, sentada con la cabeza echada para atrás pensando en tu novio.

Llevabas alrededor de cuatro años de relación con él, las cosas siempre fueron buenas, lo conocías desde la escuela secundaria, lo viste convertirse en el segundo al mando de la pandilla que tenía con sus amigos, los Black Dragons, también presenciaste como lo llamaban "dios de la guerra", pero esos años dorados se acabaron.

Siempre mantuviste contacto con él hasta que se empezaron a hacer más cercanos, para finalmente terminar siendo novios.

La mayoría del tiempo todo estaba bien, claro tenían altas y bajas como todas las parejas, sin embargo, nunca llego a agravarse demasiado, siempre resolvían sus problemas, juntos.

Hasta que todo cambio con la muerte de su mejor amigo, Shinichiro, ahí empezó a cambiar, lo apoyaste lo más que pudiste, porque sabias cuán importante era Shinichiro para él, mas no evito que cambiara.

Comenzó a descuidar su relación, no diciéndote a donde iba, no era que quisieras controlarlo, solo querías saber que a donde fuera que se dirigiera la mayoría de las noches a altas horas de la madrugada, fuera a estar bien, porque lo amabas.

Luego fueron a sus hermanos, varias veces tuvieron discusiones por lo mismo, pero él decía "no lo entenderías".

Empezabas a sospechar que te estuviera siendo infiel ya que varias veces alcanzabas a percibir perfume de mujer impregnado a su ropa y labial en algunas camisas suyas, sin embargo, no te atrevías a confirmar lo que tanto temías, preferías seguir confiando en él, aunque cada vez eran menos tus esperanzas.

Tus pensamientos se ven interrumpidos por el ruido de la puerta al ser abierta, te sientas correctamente esperando a que Takeomi entre a la casa.

Cuando entra y llega al living, ves el estado en el que esta y solamente cierras los ojos en modo de desaprobación.

Esto él no lo nota, debido a que viene demasiado concentrado en mantenerse de pie hasta que pudiera llegar al sillón y ahí tirarse a dormir.

Va sorpresa se llevó cuando te vio sentada con los brazos cruzados y una mirada que no supo descifrar por lo ebrio que estaba.

-Mai, ¿Qué haces aquí?- notaste como trataba de hablar correctamente, en un intento de disimular su ebriedad.

-¿Dónde estabas?, son las cuatro treinta de la mañana- nunca le hablabas de esa forma, lo cual lo desconcertó un poco.

-Am ¿yo?, Salí un rato-

-Mmmm claro, ¿A dónde?-

-Maiko, por favor no empieces- dijo molesto acercándose al sillón en el que estabas sentada.

-Dios, apestas a alcohol- te recorriste un poco por el hedor que emanaba su cuerpo. -¿Quieres saber que hago aquí?-

Solamente hizo un sonido de afirmación, haciéndote saber que te estaba escuchando, porque él no te estaba mirando a la cara, evadía tu mirada.

-Mírame cuando te hablo por favor- volvió a verte con su rostro molesto. –Estoy aquí porque Haru me marco llorando a las dos de la mañana porque Senju tuvo un mal sueño- su ceño se empezó a suavizar. –Te estaba buscando y cuando vio que no te encontraba, lloro aún más, Haru trato de calmarla pero entro en pánico el también-

El rostro que tenía ahora era de total culpa, aun así no hizo más que intentar excusarse.

-Son solo niños- dame paciencia con este hombre.

-Precisamente, son niños, ¿Qué carajos haces afuera que descuidas a tus hermanos?-

-Eso a ti no te debe de importar-

-Soy tu novia, claro que me importa, si ibas a salir podías ir a dejarlos a mi casa o decirme que viniera, no puedes solo dejarlos así- la conversación se estaba empezando a poner tensa cosa que él, aun como estaba, lo percibió. -¿Por qué demonios actúas así?-

-No lo entenderías- Otra vez con lo mismo.

-¿No?, entonces explícamelo, por favor, dime así te entiendo de una vez por todas- empiezas a enojarte, pero decides calmarte ya que tú eres la que tiene que tener la mente fría en esta situación.

-¡Mierda!, no se puede hablar normal contigo, todo es siempre un problema para ti- se levanta decidido a volver a salir por la puerta, escapando de la discusión.

-Takeomi Akashi no te atrevas a salir- no lo quiero decir.

Ignora tu llamado y sigue caminado dirigiéndose a la salida de su hogar, harto de la conversación que estaban teniendo.

Se iba porque la mezcla de tus sinceras palabras y el alcohol en su sistema lo hacía más susceptible a todo y le dolía, porque sabía que si tú se lo decías era por algo.

Antes de que se vaya te paras y gritas, sin importarte que sea de madrugada.

-¡Takeomi!, ¡e-estoy ca-ansada!- tu voz se quiebra mientas dices eso, el de detiene justo antes de tomar el picaporte de la puerta.

Como si fuera magia, todo el alcohol en su sistema pareció desaparecer en cuestión de segundos.

Más calmada comienzas a hablar de nuevo.

-Estoy cansada de tus malditos misterios, de no saber a dónde vas ni a qué hora regresas- sigues parada pero agachas la cabeza mientras continúas hablando. –De no saber qué es lo que haces ni con quien estas, de que...- mierda no quiero llorar. –De que me apartes de tu vida...- terminas de decir y te dejas caer en el sofá.

Sientes algo mojado en tu mano, estas llorando, no notaste el momento en el que lo empezaste a hacer.

Takeomi se acerca cuidadosamente a ti sin decir nada, hincándose frente a ti, no dice nada porque sabe que si abre la boca no saldrá nada, solo lágrimas.

-Ya no puedo más- suspiras. –Ya he tenido suficiente-

-N-no me digas eso por favor- su voz se empieza a quebrar.

Mierda no llores tú también.

-¿Sabes? No, no quiero saber a dónde vas o donde estuviste-

Ambos sabían el rumbo de esta conversación, él no lo quería aceptar y tú no lo querías decir.

Vaya dilema.

-Mai, por favor no lo hagas- Takeomi dice con la voz hecha un hilo, que en cualquier momento se romperá.

-¿Sabes lo que siento cada vez que te llamo y no contestas?, ¿Cada vez que tengo que ir a recogerte borracho?- haces una pausa tomando aire, porque las lágrimas parece que te asfixian. -¿O cuando los niños preguntan por ti y no les puedo responder?-

La cara de Takeomi es un libro abierto, puedes ver como todas tus preguntas le caen como balde de agua fría, él nunca se había puesto a pensar en que te preocuparas a ese nivel por él.

Cuando cree que terminaste de hablar, se dispone a hacerlo el pero lo interrumpes con otra pregunta que lo deja aún más sin palabras.

-O de que...- no quiero decirlo.

Levantas la cara y lo miras a los ojos.

-O de que posiblemente me engañas- más lagrimas ruedan por tus mejillas cuando dices eso, el que tu consideraras eso rompió algo dentro de él. –No creas que no me he dado cuenta- vuelves a bajar la mirada, no soportas el dolor en sus ojos.

-Mai mírame, Mai por favor- haces caso a lo que te dice. –Tienes razón en la mayoría de las cosas que me has dicho, lo reconozco, soy una mierda de novio- toma aire y continua. –Pero no dudes, ni por un momento que se seria infiel- por favor para. –No podría ni pensarlo, porque eres lo mejor que me ha pasado en la vida, me haces sentir especial-

Esa última frase movió algo dentro de ti, ya que sabias que Takeomi nunca se había sentido especial, siempre pensaba que era una persona ordinaria más y que nadie nunca estaría con él por lo mismo.

Hasta que llegaste tú.

-Por favor Mai, yo puedo cambiar, lo haré, pero solo no me dejes, no podría soportarlo- para este momento ambos se encontraban llorando mares.

-Yo sé que lo harás, pero no será por mí, será por ti- carajo te amo no puedo hacerlo. –Pero yo ya no estaré para verlo- llanto, era lo único que se podía escuchar en el living.

Takeomi y tú se encontraban frente a frente, llorando dolorosamente, porque ya se había hecho una realidad.

Estabas terminando con él.

Ambos llorando mirándose a los ojos, era una escena muy dolorosa de ver.

-Mai no, no lo hagas, te lo imploro, no lo hagas, yo te amo-

-Omi, yo también te amo, pero...- respira es por nuestro bien aunque me duela el corazón.Ya no puedo-

-Maiko Osawa, no lo hagas, me dejaras en la ruina sin tu amor-

-Pues vaya hora en la que lo valoras-

-No digas eso yo siempre lo hice y lo seguiré haciendo porque estamos hecho el uno para el otro-

-Tal vez- tomaste un suspiro. –Sin embargo no ahora-

-Mai...- Takeomi continuaba llorando sin control al igual que tú, aun así sabía que era necesario, mas no se lo podía hacer entender a su corazón roto.

Tomaste su rostro entre tus manos obligándolo a mirarte y no fuera a desviar la mirada

-Takeomi escúchame por favor- ¿Por qué es tan difícil? –Me quedare con todos los hermosos recuerdos juntos, las caricias, besos, citas, risas, silencios, todo- acaricias con tu pulgar su mejilla y continuas. –Pero voy a dejar lo peor de nosotros detrás, ¿Me entiendes?, quisiera que tú hagas lo mismo-

Un silencio ensordecedor eso lo que había en el living del hogar de los Akashi.

-Cuida de quien te guiara por el lado oscuro de la mañana, quien te mecerá y dará mimos cuando el sol no te deje dormir, de quien se levantara por ti para ir a recogerte cuando estés solo y borracho, porque ya no seré yo-

Con todo el dolor de tu corazón te levantaste de donde estabas sentada y te dirigiste al cuarto de sus hermanos, dejándolo solo, por un momento.

Era un hecho ahora, habían terminado.

Entraste al cuarto de Haru y lo viste dormido, te acercaste a su cama y susurraste.

-Corazón, me tengo que ir, siempre estaré para ti, siempre estaré para cuidarte y amarte, nunca dudes del amor que tengo por ti, nos vemos corazón- besaste nuevamente su frente y mejilla.

Entraste al cuarto de Senju he hiciste la misma acción.

-Pequeña princesa, me voy, recuerda que siempre te amare y siempre estaré para cuidarte- besaste su mejilla y acariciaste su cabello.

Volviste al living y te encontraste a Takeomi sentado, totalmente devastado por su ruptura.

-¿Entonces ya es oficial? ¿Terminamos?- dice takeomi, te acercas y te sientas a su lado.

-Si...- suspiras. –Lo siento-

-¿Por qué? Por favor Mai, no quiero esto-

No lo hagas más difícil amor.

-Perdóname de verdad, no creas que me gusta esto, pero creo que es necesario... lo que dijiste antes... también creo que estamos destinados a estar juntos, aunque ahora no es nuestro momento- vuelves a llorar y el también.

-Carajo, me duele mucho- murmura por lo bajo.

-A mí también, Omi- y lo abrazas.

Se abrazan tan fuerte, desbordando amor y dolor, se mantienen así, porque saben, que tal vez sea la última vez que lo hagan de esa forma.

-M-me podrías dar una última cosa por mi antes de que te vayas- pregunto con cierta esperanza en sus ojos, esos ojos que te encantan, no pudiste negarte.

-Claro que sí, dime- sentías que era lo mínimo que podías hacer por él.

-Podrías... besarme... por última vez- pidió con la esperanza de que dijeras que si

Lo miraste directo a los ojos y te acercaste a él, escasos centímetros eran los que los separaban de juntar sus labios.

-Por supuesto- susurraste en su boca y sin más, sus labios se unieron.

Empezaron una danza con sus labios, uniéndose una y otra vez sin cesar, desbardando amor y pasión, al mismo tiempo que melancolía.

Se separaron para tomar aire, y se vieron a la cara, como si fuera instinto, se volvieron a unir, deseando que ese momento no se acabara pero la realidad era otra.

El beso termina y juntan sus frentes quedando en silencio.

En la misma posición comienzas a hablar mientras acunas tu mano en su mejilla.

-El que ya no estemos no significa que no vayas a tener mi ayuda, solo pondré un poco de distancia, si verdaderamente me necesitas siempre estaré para ti y tus hermanos- le das una sonrisa reconfortante. –No dudes en llamarme si me necesitas-

-Lo tendré en cuenta, gracias-

-Más te vale-

-Creo que ya es hora de que me vaya- dijiste viendo como los primeros rayos de sol que se asomaban por la ventada.

-Te acompaño a la puerta-

Caminan a la entrada del hogar y Takeomi abre la puerta para que pases primero y después el.

Una vez afuera, se vieron y se abrazaron por última vez.

-Lo siento- dijiste mientras se abrazaban.

-Está bien, lo entiendo- se separaron y se vieron.

Los segundos se hacían eternos y los rayos en tonos rojos y naranjas daban un aura mágica y melancólica.

-Me voy... hasta pronto-

-Hasta pronto Mai-

Sus caminos se separaron, dejando no solo uno, sino dos corazones rotos.

Tal vez en otro tiempo, más adelante, se cumpla su destino de estar juntos nuevamente.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top