SHINICHIRO SANO | De Cero
De Cero – Morat
Parte 2
Al ir en la motocicleta con Takeomi esperabas vaciarte de todas esas emociones, lloraste sin fin en la espalda de tu amigo, el cual no sabía qué hacer, no era muy bueno consolando a la gente, pero siempre da lo mejor de sí cuando se trata de ti, quiere ser un buen amigo ahora y siempre.
En el camino va pensando en que le diría a Shinichiro, si era su mejor amigo, aun así esta vez paso el límite. Prestaba atención a las calles mientras sentía como seguías llorando en su espalda hasta que llegaron a tu bloque de departamentos.
-Kai- detuvo su motocicleta y tú alzaste la mirada ante su llamado. –Ya llegamos- tu solo asentiste y bajaste de la moto.
-Gracias Omi- dijiste mientras limpiabas las últimas gotas cristalinas que yacían en tu mejilla.
-¿Quieres que me quede contigo un rato?- cuestiono preocupado por tu bienestar.
-No Omi, gracias pero quiero estar sola- las comisuras de tus labios se elevaron haciéndole saber que estarías bien.
-Bien, no dudes en llamarme si sucede cualquier cosa- se baja de la moto y te abraza, le devuelves el gesto gustosa.
-Claro- se separan.
-Está bien, me voy- se vuelve a subir a su vehículo y arranca desapareciendo de tu vista.
Te diriges a las escaleras para empezar a subirlas con destino al piso donde está tu hogar, las subes con pesadez, definitivamente no fue un buen día.
Mientras caminas en las escaleras tú celular suena y vibra en señal que han llegado mensajes, te detienes y sacas el aparato del bolsillo de tu pantalón. Lo abres y vez los correspondientes mensajes.
Primer mensaje.
Waka <3
Lamento lo de hoy Kai, márcame si me necesitas. Te quiero.
Segundo mensaje.
Benkei <3
Animo niña, no te dejaremos sola, sabes que nos tienes a nosotros. Cuídate.
Sonreíste al ver como son tus amigos, nuevamente agradeciste al universo al poner a tales pandilleros problemáticos en tu vida, que solo la llenaban de felicidad.
Llegaste a la entrada de tu hogar y tomaste un hondo suspira antes de tomar el pomo de la puerta y abrirla.
Entraste a tu casa, alcanzaste a divisar que tu madre estaba sentada en el sillón del living. Anunciaste tu llegada comenzando un reto en donde tenías que llegar a tu habitación sin que la intuitiva de tu madre notara que habías llorado.
-Mamá, ya llegue-
Caminas por el corto pasillo y ya estás en el living, ella está ahí en el sillón viendo su programa de televisión, cuando escucha que tus pasos están en la misma habitación que ella voltea a ti.
-¿Cómo te fue?- pregunto con normalidad, pero nada podía engañar a la intuición de una madre.
-Bien solo lo mismo de siempre, voy a descansar- la miraste unos cortos segundos y seguiste con tu camino.
Para Ryoko no pasó desapercibido que tus ánimos no eran los mejores si se suponía que venias de estar con tus mejores amigos, el que tuvieras tu nariz roja te delato además del hecho de que no llegaste y te sentaste con ella como de costumbre, contándole con detalle como la pasaste.
Sabía que si te dejaba así, nunca dirías nada, te lo guardarías para ti, como siempre, una virtud como defecto que todos los Baji tenían. Sin más opciones se vio inclinada a obligarte a decirle.
-¡Kai!, ¡Ven aquí!- grito con normalidad como se hace en la casa Baji.
El grito de tu madre te hizo saltar en tu lugar, tanto tu como Keisuke amaban a su madre, como al mismo tiempo le temían a sus gritos. Te asustaste así que inmediatamente fuiste a donde ella, sentándote a su lado.
-¿Cómo te fue? Dime la verdad, no intentes ocultarlo- hablo seria pero aun así tenía un toque de calma en su voz, esa que adorabas en ella.
-Y-yo...- no querías llorar frente a ella, empuñaste tus manos reteniendo las lágrimas así como bajaste la cabeza y por defecto tu mirada.
Sentiste como tu cabeza era empujada suavemente al frente, para terminar en el pecho de tu progenitora, comenzó a acariciar con delicadeza tus largos cabellos.
-Está bien Kai, no tienes por qué aguantarte todo tú sola- eso basto para que rompieras en llanto, llevaste tus manos a la cintura de tu madre, aferrándote a ella.
Le contaste absolutamente todo con lujo de detalle como había sido tu desastrosa tarde, ella solo podía escucharte y consolarte, solo como una mamá sabe hacer.
No dijo nada, sabía que ninguna palabra ayudaría al mal de amores que tenías en este momento, por lo tanto, opto por solo quedarse juntas en el sillón, tu acostada y ella sentada acariciando tu cabeza mientras lloras. Escena que le trajo recuerdos a Ryoko, siempre hacías no mismo desde que eres pequeña, ya sea que te encontrabas feliz, triste, cansada, enojada o con sueño, tu lugar seguro era ella.
Se quedaron en silencia ambas solo con el televisor sonando de fondo en el reconfortante silencio que había.
En eso la puerta se escuchó abrirse, dando paso a un revoltoso pelinegro.
-¡MAMÁ ya llegue!- grito quitando sus zapatos dejándolos tirados en la entrada.
-¡Estamos en el living!- Keisuke escucho "estamos", por lo tanto, significaba que ya habías llegado, sabía que significaba la hora de mimos para él.
Corrió rápido a ti con su típica sonrisa en su rostro, la cual se borró al ver que lagrimas caían de tus ojos, haciendo que detuviera su paso en seco.
El verte llorar lo paraliza unos segundos, sin embargo, retoma su ritmo y se acerca a ti, antes de que pudieras tan siquiera formular una silaba, él ya te estaba abrazando con fuerza.
Se abalanzó sobre ti cayendo encima de ti sacándote un poco el aire.
-Kai, ¿Por qué lloras?- pregunta aun en el abrazo que obviamente correspondiste.
-No es nada Kei, no debes preocuparte- acaricias su corta melena negra.
Se separa de ti y te ve en un puchero.
¿Por qué eres tan tierno? Pareces un gatito.
Su puchero refleja frustración, porque tal vez el aún es pequeño para entender o de que no lo quieres preocupar, no importa cual razón sea, en la mente del pequeño Keisuke solo hay una cosa; Ayudar a su hermana.
Suelta un suspiro que confunde a ti y tu madre que observaba en silencio todo.
-Tú eres muy fuerte Kai- suelta sincero. –Pero está bien que llores- esas palabras te ayudaron demasiado, te encantaba la inocencia de tu hermano, era tu dosis diaria de que el mundo no esta tan jodido como piensas, no mientras lo tengas a él.
Lo miras con amor, solo puedes responder a sus palabras con un gesto. Revuelves su cabellera en signo de agradecimiento y amor, el cierra los ojos ante tu tacto y por los mimos que recibe.
Definitivamente eres un gatito.
El resto de la tarde Keisuke y Ryoko se esmeraron en animarte y consentirte, te prepararon su legendario Yakisoba comiendo los tres juntos, pasando un bello momento en familia juntos.
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Una semana ha pasado desde todo lo ocurrido, dejando a un Shinichiro con un lio de emociones dentro de su cuerpo, emociones que al principio no supo identificar, pero que con el paso de los días aclaro.
Incluso sus hermanos y abuelo se dieron cuenta de su inusual comportamiento, lo primero que pensaron es que lo habían rechazado nuevamente, sin embargo, había algo que lo hacía lucir diferente y eso era la culpa.
Después de unos días de pensarlo a profundidad se dio cuenta de algo, eso era que siempre debiste ser tú. En su mente paso todas las veces que te comportaste linda con él, mientras que él estaba con su mente en otra cosa que nunca se dio cuenta, también el hecho de sabía que tal vez no encontraría a otra persona igual de incondicional que tú, al igual que era evidente que no encontraría a otra Kai Baji, con tu mismo carisma y aura que inspiraba calidez, además de esa sonrisa perfecta donde resaltaban tus colmillos, era única, como tú.
Ahora el famoso pandillero conocido por ser débil en las peleas pero que es un gran líder, estaba decidido a arreglar las cosas contigo, quería arreglarlas y aclarar todo su corazón contigo, lo que él no contaba es que en toda esa semana no tuvo ninguna señal de ti, como si hubieras desaparecido del mapa.
Recapitulo en su mente, dándose cuenta de que no te había visto de camino a la escuela, ya no vas al dojo con Baji, ahora en tu lugar va Ryoko, tu madre, a la cual le pregunto infinidad de veces como estabas y que quería saber al menos algo de ti pero ella en todas esas ocasiones se negó a decir una sola palabra.
No era que no quisiera hablar con él, sino que te había prometido no decir nada, era una promesa que Ryoko no pensaba romper, lo único que ella podía decir era que "Averígualo por ti mismo", no más.
Sus amigos, Takeomi, Wakasa y Benkei se encontraban en la misma situación, ellos sabían perfectamente que dentro de lo que cabía estabas bien, como al mismo tiempo les hiciste prometer lo mismo que a tu madre, no quería que le dijeran nada a Shinichiro, querías sacarlo de tu corazón, para poder hacer eso tenías que sacarlo de tu vida.
Sin más opciones, el determinado pelinegro decidió hacer caso al consejo que le dio tu madre, así que se emprendió camino a tu hogar, quería hacerlo y estaba decidido a verte y decirte todo lo que tenía planeado.
Camino alrededor de unos 15 minutos a paso firme y veloz, subió las escaleras que llevaban a tu departamento, para después continuar caminando en el largo pasillo que llevaba a tu puerta. Una vez que estuvo enfrente comenzó a flaquear.
Toda la determinación que tenia se desvaneció en el momento que vio la puerta, no sabía que se supone era lo correcto que debía hacer, no sabía si tocar o esperar a que salieras, y una vez que te tuviera enfrente, ¿Qué te diría?, ¿Hola?, ¿Lo siento?, un dilema estaba en su mente que lo comenzaba a abrumar.
Al no saber cómo actuar, llevo las manos a su rostro frotándolo fuertemente, maldiciéndose en el proceso por ser tan indeciso.
-Mierda...- insulto por lo bajo con las manos en su rostro.
En eso, algo rompió su burbuja de agobio, escucho una voces pero no cualquiera, era la tuya y de Keisuke.
Llevo su mirada al origen del sonido, te vio subir las escaleras con tu hermano a tu lado.
-Kai, el próximo miércoles me van a dar mi cinta azul en el dojo, quiero que vayas ¿Puedes?- pregunto el pequeño poniendo ojos de cachorro que le derretían el alma.
-No me lo perdería por nada del mundo Kei- le das una espléndida sonrisa que lo hace emocionarse.
Ambos venían del supermercado, con bolsas de la comida que habían comprado, tu cargando las más pesadas y el las más ligeras, por lo cual te hizo un berrinche diciendo que él era fuerte y que podía con mas, así que le diste más bolsas ligeras pasando lo más pesado a las tuyas para que aparentara que el cargaba más, así era el pequeño Keisuke.
Ese tarde tenías el cabello recogido en una coleta, más unos mechones se salieron de lugar cayendo en tu sonriente rostro por estar escuchando a Kei hablar. Ibas vestida cómoda, unos shorts de tela más una sudadera gris, y de calzado unos tenis, solo ibas a la tienda, no tenías planeado ver a nadie.
Despegas la mirada de tu hermano y miras al frente y lo ves a el parado justo en su puerta, te quedas estática al divisarlo, ya que no lo habías hecho desde hacía una semana y tampoco tenías intenciones de ello, por otro lado, Keisuke cuando lo mira, se enoja, frunciendo las cejas en un claro gesto de disgusto.
Flashback
Ese mismo día en la mañana, el pequeño miembro de la familia Baji aprovecho que no estabas cerca para preguntarle algo a su madre, algo que lo tenía consternado desde hace tiempo.
-Mamá- llamo el pequeño.
-Hm, dime Keisuke- respondió Ryoko dándole la espalda ya que ella estaba en la cocina y el en el comedor esperando a su hermana se diera una ducha y se cambiara para desayunar juntos.
-¿Por qué Kai estaba llorando el otro día?- en eso Ryoko dio la vuelta mirándolo detenidamente. –Desde ese entonces ha estado rara, como triste pero no me quiere decir que tiene- pregunto preocupado.
Ryoko dudaba en si decirle la verdad o no, más que nada porque conoce la explosiva personalidad de su hijo, no obstante, decidió hacerlo, ya que al final no ganaba nada ocultándoselo, solo lograba preocupar al pequeño cuando no debía.
-Te voy a decir Keisuke, pero debes prometerme que no le dirás a Kai que te dije ¿De acuerdo?- puso la condición que el niño debía aceptar.
-Lo prometo- Si algo había enseñado bien a sus hijos era que una promesa no se rompía y Keisuke a su corta edad lo tenía más que claro.
-Bien, Kai esta triste porque un chico le rompió el corazón- menciono lo más fácil para que su hijo pudiera entender, mas no funciono.
-¡¿AHH?! ¿¡KAI SE VA A MORIR!?- grito conmocionado el pequeño Keisuke, preocupado por la "inminente" muerte de su hermana.
-¡Keisuke no grites!- reprocho la figura de autoridad, que era su madre. –No se va a morir, a Kai le hirieron sus sentimientos, por eso esta triste- ahora si entendió el impresionado pelinegro.
-¿Quién le hizo eso a Kai?- cuestiono nuevamente.
-Shinichiro- dijo sin más, volviendo a lo suyo.
El que Shinichiro realizara eso lo enojo demasiado, más por el hecho de que lo admiraba demasiado, llegándolo a considerar también como un hermano mayor, aunque ese sentimiento desapareció momentáneamente sabiendo que el hizo llorar a su hermana, eso no lo puede hacer nadie, ni siquiera el, así que no se salvaría de las consecuencias.
Fin del flashback
Keisuke al verlo reacciono más rápido que tú, por lo que rápidamente dejo las bolsas que cargaba en el suelo, para dirigirse amenazadoramente a paso firme al pelinegro de iris ónix, que solo miraba expectante sus acciones, nunca imagino lo que haría.
Cuando llego frente a Shin no demora ni duda en soltarle una fuerte patada en la espinilla, acto que hizo a Shin soltar un quejido de dolor así como se agacho para sobar la zona afectada que claramente dejaría marca, si no es que fractura.
Tú te quedas impactada ante la reacción de tu hermano.
-¡Keisuke!- regañas, sin embargo, no le importa, para su perspectiva, se lo merecía.
Regresa a tu lado juntando las bolsas y tomando tu mano para jalarte dentro de la casa, tomo el picaporte abriendo la puerta empujándote dentro.
Antes de cerrar la puerta mira a Shinichiro que aún tiene una mueca de dolor en su rostro.
-¡NADIE HACER LLORAR A MI HERMANA!- tras proclamar esto a los cuatro vientos, azota la puerta en su cara.
Shinichiro está en el suelo recuperándose del dolor, pensando en cómo un niño 10 años menor puede dar mejores golpes que él.
Lo siguiente que se escucha son los gritos de Ryoko regañando a Keisuke, ahí, empezó a temer, mas no se arrepentía de nada.
A los pocos minutos se abre nuevamente la puerta asomándose tu figura en ella. Traías una bolsa de hielos en una mano.
-¿Estas bien?- preguntas mientras le extiendes la bolsa y el la acepta.
-Sí, estoy bien- se levanta de inmediato olvidando por un momento el palpitante dolor que sentía en su pierna. –Um yo quería hablar contigo-
Ibas a responder pero en eso, la puerta es entreabierta dejando a la vista un ojo de Keisuke. Suspiras cerrando los ojos ante lo sobreprotector de es ese pequeño.
-¡No seas chismoso!- cierras la puerta dejando en claro que quieres privacidad.
-Vamos a otro lado- caminas en dirección de las escaleras bajándolas para llegar al final de ellas con el siguiéndote detrás.
Una vez estuvieron solos, hablaste nuevamente.
-Bien, ¿De qué quieres hablar?- preguntas algo desinteresada y seria.
-Yo te quería pedir perdón- confeso sin rodeos.
-Está bien- respondes en automático.
-No, no me estas perdonando, solo estas aceptando lo que paso- su insistencia de estaba comenzando a molestar.
-¿Que más me queda?- el rumbo que esto estaba tomando no te gustaba, no estabas de humor para ello.
-Tu eres especial Kai, no te merecías todo lo que te hice-
-Lo sé, tu solo me pagaste con tu indiferencia pero ya da igual- das un giro sobre tu propio eje, no queriendo segur con esta discusión, no obstante, él te lo impide.
-No te quiero perder Kai- sus ojos brillaban con esperanza de que lo escucharas de verdad. –Te escojo a ti-
Te quedas anonadada ante sus palabras, no sabes que decir, solo quedas estática en tu lugar.
-Siempre me equivoque, debiste ser tu- No por favor, no ahora.
-¿Qué paso con Azumi?-
-Me dejo ese mismo día- respondió con sinceridad.
Aun así, por alguna razón, en vez de alegrarte, te molestaste. Frunciste tu ceño y te sueltas abruptamente del agarre que él tenía en tu brazo.
-No quiero tu caridad ni lastima solo porque estas solo- escupes molesta, aun así, empuñaste tus manos para contener las repentinas ganas de llorar que se formaron en ti.
Comienzas a subir las escaleras para ir de nuevo a tu hogar. Shinichiro no se rendirá así de fácil, así que te sigue.
-No es eso- te sigue, tratando de hacerte entrar en razón, no obstante lo ignoras.
Llegas a tu puerta y estas dispuesta a cerrársela en la cara si es necesario, no deja que hagas esto ya que pone el pie en esta, evitando que la cierres por completo.
-Dame una oportunidad de demostrártelo- suplica con una mirada de cachorro abandonado.
Lo miras seria, ninguna expresión se refleja en tu rostro, él se queda ansioso por tu respuesta y nervioso por tu mirada.
-Gánatela- quitas su pie y cierras la puerta.
El pelinegro sonríe victorioso.
-¡Lo hare!- se escuchó al otro lado de la puerta, solo pudiste negar con la cabeza ante su grito.
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Pasaron días en donde Shinichiro estaba cumpliendo su promesa, pensaste que solo lo decía por desesperación de querer tenerte a su lado pero no es así.
Él te espera para irte a dejar a tu escuela, así como para llevarte de regreso a tu hogar, en ocasiones te busca en la tarde cuando ambos están libres para ir a comer o hacer algo juntos, ya sea solo ustedes dos o junto con sus amigos, además de que se comporta como todo un caballero contigo.
Detalles tan simples como abrir la puerta y esperar a que pases, cargar tu mochila, eran los que enamoraban a cualquiera, esos que siempre quisiste que tuviera en ti, sin embargo ahora que los hacía, no sabías como debías reaccionar.
Tanto tu como el sabían que no lo perdonarías así de fácil, no guardabas rencor ni nada del estilo, aun así, te costaba perdonarlo, fue mucho el daño que hizo en tu corazón que aun te encontrabas reparando los estragos que ha dejado a lo largo de todos estos años.
Te cansabas de repetirle que necesitabas tu espacio, cosa que el parecía comprender, pero el que no comprendía era su corazón que no le permitía estar lejos de ti. Entendía el hecho de que necesitabas sanar tus heridas causadas por él, cosa que lo hacía sentir culpable, por eso su insistencia pero ya conocías como era, solo que nunca te había tocado, hasta ahora, experimentar lo que era tener a ese bello pelinegro tras de ti las 24 horas del día.
Un día en el anochecer te encontrabas fumando en la ventana de tu habitación.
Era un habito del que te sentías orgullosa, aquel insistente pelinegro fue el que te introdujo al mundo del tabaco, uno que se te hizo costumbre por aquel hombre pero que lo mantenías en secreto de todos.
No podías dormir, llevabas varias noches en ese estado sin saber la razón, por lo que decidiste llenar tus pulmones de tabaco con un cigarrillo para ver si te relajaba lo suficiente para que pudieras conciliar el sueño.
Ya habías terminado de fumar, solo consumiste un cigarrillo, lo que quedo de la noche te la pasaste viendo en cielo estrellado, observando cómo se oscurecía mas con el paso del tiempo y como en este aparecían más estrellas iluminándolo en el camino.
En medio del pacifico silencio de la noche, el motor de una motocicleta se escuchó. Volteaste tratando de buscar el origen del estruendoso sonido hasta que una luz ilumino el camino deteniéndose en la parte trasera de tu edificio, para ser exactos, justo frente a tu ventana.
Viste a Shinichiro sin su habitual copete levantada sonriéndote suave meciendo su mano en señal de saludo a lo que correspondiste, acto seguido, busco algo en sus pantalones, sacando su celular, escribió algo y por consecuente el tuyo vibro.
Tomaste el aparato que estaba a un lado tuyo viendo que te había mandado.
Shin <3
¿Qué haces ahí?
No podía dormir, ¿Y tú?
Tampoco.
Ven baja, vamos a dar una vuelta.
Dudas en hacerlo, no era demasiado tarde para salir, pero algo en ti no sabía que se supone que deberías de hacer.
Despegas la mirada del aparato mirándolo a él, que aún se encontraba sentado en su moto, al igual te mira, las comisuras de sus labios se elevan un poco y vuelve a escribir en su celular, por lo que, tu pones la mirada en la pantalla brillando esperando su mensaje.
Shin<3
Por favor.
Si tú quieres esta será la última vez que insista, si después de esto quieres que te deje en paz, así lo haré.
Solo esta última oportunidad, por favor.
Lees eso ultimo y te metes a tu habitación, desapareciendo de la vista del pelinegro, pensó que ya no quisiste saber nada de él, lo que lo desanimo, estaba a nada de prender su moto y arrancar, porque ya no tenía nada que hacer ahí, pero nuevamente su pantalla se ilumino en señal de que llego un mensaje.
Shin<3
Espera.
Solo me cambio de ropa y bajo.
Solo esas palabras bastaron para que Shinichiro se volviera a animar, espero un alrededor de 10 minutos pacientemente en espera de que te volvieras a asomar por esa ventana.
Al cabo de unos momentos lo hiciste, agradecías que las escaleras de emergencia daban a tu habitación porque de otra manera no podrías haber salido sin que tu mamá se enterara.
Bajas las escaleras con cuidado de no emitir ningún sonido y despertar a alguien, cuando llegas al final de estas, tienes que colgarte y después soltarte ya que se encontraban a una altura considerable para solo saltar.
Una vez en el piso, te diriges a donde Shinichiro que te espera con las comisuras de sus labios elevadas.
-Gracias- pronuncia sincero.
-No es nada- le devuelves la sonrisa y te subes detrás de el en su motocicleta.
Ya arriba, sabias que te debas de sostener de algo, normalmente pasarías tus manos por su abdomen y agarrarte de ahí, pero esta vez se sentía incorrecto.
Shinichiro noto el vacile en tus acciones, a él le gustaba que te sostuvieras de él, era como un lenguaje sin palabras que quería mantener contigo independientemente de lo que fueran.
Por lo que, el pelinegro se sonrojo pero aun así tomo tus manos para ponerlas en su abdomen indicando que te sostuvieras de ahí, su nerviosismo se contagió a ti, mas no pusiste resistencia en sus acciones.
-Es para que no te caigas- a lo que tú asentiste.
Prende el motor comenzando a avanzar por las calles de Japón a donde el viento los llevara, o eso creías tú. Cierras los ojos ante la sensación relajante que provoca el viento chocando con tu rostro y hondeando tu cabello, Shin te ve por uno de los espejos y sonríe.
A los minutos llegan a un puente que da de vista la luminosa cuidad de Shibuya.
-Es muy bonito- comentas apreciando la vista.
-Lo es, no he traído a nadie aquí, lo descubrí hace poco- termina de hablar y ambos quedan en silencio.
El viento hondea sus cabellos con calma.
-Kai- llama y tú volteas a donde él ya te está viendo. –Lo siento, de verdad lo hago-
Sabes de sobra que está arrepentido por sus acciones, ya se encargó de demostrártelo y que no quedara en puras palabras vacías.
Por lo que le sonríes sincera antes de hablar.
-Te perdono Shin-
El viento mueve de forma suave tu larga cabellera, tú magnifica sonrisa donde resaltan tus colmillos más la suave mirada que estaba plasmada en tu rostro, le dio una imagen magistral de tu belleza en su máxima expresión, imagen que quería guardar en su memoria para la eternidad.
-¿Te puedo abrazar?- pregunta conmocionado el pelinegro.
-Claro- extiendes tus brazos en donde él se adentra formando en tierno abrazo.
Duran unos segundos que parecieron eternos para ambos y se separan, cuando nuevamente están frente a frente, comienza a sincerar su corazón el de ojos ónix.
-Tu no querías creer que yo te hacía daño, yo no quería pensar que te podía perder- lleva una mano a tu mejilla y la deja ahí, transmitiéndote el calor que su mano emanaba. -Hoy duele pretender que somos dos extraños y solo está bien visto hablarte en tu cumpleaños pero tú y yo sabemos que es por nuestro bien-
Solo quedas expectantes a sus palabras que parecen mágicas.
-Ya no quiero meterme con tu calendario, tampoco hacerte daño con un "tal vez"- acomoda unos mechones detrás de tu oreja debido al viento mientras se miran a los ojos.
-Hay tantos peces en el mar a diario pero la historia ha dicho lo contrario, los dos nadamos en un mismo acuario y sé que tú lo ves-
Quita la mano de tu mejilla y las lleva en busca de tus manos que cuando las encuentra, entrelaza sus dedos formando un suave agarre.
-Si llega a tener sentido, que yo pueda estar contigo, habrá una ventaja insuperable frente a los demás, si llega a tener sentido, que yo pueda estar contigo-
Da un suave apretón en sus manos y sonríe brillante, irradiando esa felicidad que tanto lo distingue.
-Ya no tendremos que empezar de cero, porque yo soy experto en descifrarte, se exactamente cuándo ahorrarme un beso para ir a abrazarte-
Le devuelves el apretón sonriente, lo que por consecuencia, hace que él lo haga más.
-Ya no tendremos que empezar de cero, a menos de que llegues a olvidarme, en ese caso mi único consuelo, será esperar que si le ruego al cielo, tal vez ya no tenga que empezar de cero para enamorarte-
-¿Estás seguro?- La inseguridad aún sigue en tu cuerpo, claro está que tienes razones para hacerlo, sin embargo, no se siente como tal, solo lo quieres confirmar.
-Créeme que sí, nunca había sentido esto, esta conexión con nadie más... lo que quiere decir que esta vez lo estoy haciendo bien-
Se quedan unos instantes que es la eternidad para ustedes viéndose a los ojos en un cómodo silencio, los ojos son la respuesta, siempre está ahí, estos reflejan lo que las palabras no son capaces de expresar.
Los ojos de ambos tenían ese singular brillo de cuando te gusta alguien, pero ahora es más fuerte, porque están con la persona correcta.
Llevas una mano a su mejilla acunándola, el cierra los ojos un instante ante tu delicado y cálido toque, quiere una respuesta ante el cómo desnudo su corazón ante ti, como al mismo tiempo entendería si lo rechazaras, aunque esperaba que esto no sucediera.
-Entonces no hay que empezar de cero- Shinichiro se sorprende al escuchar tu voz, no esperaba que aceptaras.
-¿Es enserio?- su rostro incrédulo te dio risa.
-¿Porque jugaría con algo que un día soñé?- sueltas en una risa.
El rápidamente te da un inesperado beso en la mejilla y te abraza con euforia levantándote del suelo debido a su altura, enrollas tus piernas alrededor de su cadera para evitar que caigas y se quedan así por unos minutos.
Después, procede a bajarte, dejándote en el suelo nuevamente.
-Gracias, gracias- toma tu manos entrelazándolas con las suyas mientras no cabía de la alegría. –Te prometo que no lo arruinare-
Sueltas una leve risa y lo miras con amor, ahora si aprecia las miradas que antes le dedicabas en silencio.
-Más te vale, sino te las veras con Kei y Manjiro si se llega a enterar- era bien sabido que el pequeño de los Sano te tenia demasiado afecto.
Esto hizo sudar frio al que ahora era tú pelinegro, el que su hermano y el tuyo pudieran golpearlo por su estupidez hizo que se le erizara la piel, mas salió de su lapsus al sentir como también le devolvías el beso en la mejilla.
Lleva hipnotizado su mano a donde dejaste el beso y te ve con demasiada ternura por el puchero que estás haciendo.
-Vamos a casa- tomas su mano guiándolo a la motocicleta. –Ya hace frió-
-Vamos-
Se suben a su vehículo de transporte, yendo felices a sus hogares con el frió viento de Japón recorriendo sus cuerpos, las desoladas calles y el silencio que había debido a la hora en la que transitaban, fueron cómplices de su amor, uno que era el correcto.
Todo porque tal vez ya no tengan que empezar de cero para enamorarse.
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Nota de la autora:
Aquí tienen la segunda parte del OS de "Consejo de Amor", lo siento si demore demasiado en publicarlo es que no tenía inspiración ni ganas de escribir, pero aquí estoy cumpliéndoles.
Quería escribir y publicarles otro OS antes de este pero la escritora no lo ha comenzado jeje.
Ojala les guste.
Me despido, Besitos<3.
Pd: es la segunda vez que no público de madrugada :o
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