RAN HAITANI | Imitadora
Imitadora – Romeo Santos
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Una gran masa de gente, en un gran salón, elegante hasta las cortinas, largos y elegantes manteles adornaba las mesas del recinto que estaba meticulosamente ordenado, finos bocadillos listos para la velada, al igual que varias botellas de vino y champan para festejar la ocasión. Un hermoso candelabro iluminaba el lugar, estaba ubicado en el centro del establecimiento, teniendo debajo una vasta pista de baile.
Ahí te encontrabas tú, un porte inquebrantable, no hacías dudar lo bella y resplandeciente que lucias. Un bello vestido largo vestido de seda color esmeralda adornaba tu curvilíneo cuerpo, este se apegaba tu sensual cintura resaltando tus caderas.
Por la parte de enfrente lucían elegantemente tus senos en un fino escote, nada vulgar, solo la belleza femenina en su máxima expresión, en la parte trasera el escote era más atrevido la cantidad de piel que podías enseñar, tu espalda pequeña que era decorada con unos pequeños lunares lucia espectacular.
Además de una sensual abertura en las piernas que apenas dejaba algo a la imaginación, tus piernas era uno de tus mejores atributos, las tenías que lucir de la mejor forma.
El maquillaje en tonos café suave, hacia contraste con el brillante color del vestido, tu cabello azabache en unas hondas perfectamente hechas, junto con unos largos pendientes brillantes de plata y diamantes decoraban tus oídos, al mismo tiempo estos hacían juego con el collar que yacía en tu cuello y pecho.
Por último, lo que decoraba tus piernas y pies, eran unos tacones negros. Una vestimenta perfectamente planeada para lucir inanalizable.
La razón por la que lucias de esta manera era muy importante para ti, el cumpleaños 57 de tu padre, tu razón de ser y vivir, por quien vives para enorgullecerlo de la gran mujer en la que te has convertido gracias a su apoyo y cariño incondicional.
Esta vez decidió celebrar su día especial en grande, invitando a familiares y socios de su gran empresa. Mas no sabías a quienes con exactitud invito, tu solo lo ayudabas, ahora, estando a su lado mientras saludaba a sus invitados.
Y entre esos invitados estaba una cabellera lila con mechones negros, un traje elegante, hecho a medida, una persona de gran altura.
Ran llego junto con Rindo y Kakucho al prestigioso evento, sin embargo, el primero nombrado no venía de ánimos, al menos no para algo tan correcto y fino.
-¿Por qué tenemos que venir?, ¿No podía venir Koko como siempre?- se quejó el Haitani mayor por enésima vez en la noche.
-Ran deja de estarte quejando, es tu maldito trabajo, compórtate como tal- replico el hombre de la cicatriz en el rostro. –Vamos a saludar, recuerden que estamos aquí por negocios, solo eso-
-Sí, si- contesto Ran fastidiado de estar ahí, sin embargo, tuvo que cambiar de cara para saludar a un sin fin de personas.
La noche pasa lenta para ese trio de hombres, entre pláticas amenas con distintas personas, ganándose más de una mirada coqueta por las mujeres que al igual estaban en el evento, más ninguno presto atención a ello.
-Vamos a saludar al señor Takada, ahí está- menciono Rindo que no había hablado mucho en toda la noche, era normal en él, aun así, él también se le hacía tedioso estar ahí esa noche, pero él no lo expresaba.
-Vamos- menciono Ran mirando a todas las personas con una mirada aburrida, hasta que se detuvo en una persona.
Una espalda descubierta, que lo tentada a ver que había más allá del borde de la tela, un cuerpo de reloj de arena hacia que algo en sus pantalones pudiera despertar. Se quedó viendo mientras caminaba para así poder ver la dueña de esas peligrosas curvas, pero no paso, de un momento a otro la perdió de vista.
-Señor Takada- habla el pelinegro. –Feliz cumpleaños- estira su mano para estrecharla.
-Oh Señor Hitto y señores Haitani- mira con sorpresa a los hombres frente a él. –Qué bueno que asistieron- menciona mientras estrecha la mano de Kakucho. –Muchas gracias-
-A usted por invitarnos- comento Rindo repitiendo la misma acción de Kakucho.
-No es nada, no podría no invitar a uno de mis mejores socios- dice ahora estrechando la mano del menos de los Haitani. –Debería presentarles a mi hija, ella será quien herede el negocio una vez que yo me retire-
Ran repitió la misma acción de los otros que lo acompañaban, acto que fue correspondido.
-¿Tiene una hija?- pregunto el más alto de todos.
-Sí, ¡Hija, ven un momento!- alzo la voz un momento debido a la cantidad de personas que habían además de la suave música que ambientaba la festividad.
Oyes el llamado de tu padre, te disculpas con las personas que estabas hablando y caminas a él, en un hipnótico balanceo de caderas que dejaría embelesado a cualquiera.
Llagas al lado de tu progenitor, más no habías visto aun a los hombres frente a ti, volteas a verlos lentamente, tu porte flaquea un segundo al ver a quienes tienes en frente de ti.
Ran no puede creer que te tiene enfrente, hace más de 12 años que no te veía, su asombro no lo pudo disimular aunque hubiera querido, Rindo estaba igual que su hermano, pero el por su lado estaba feliz de verte.
Flashback
Conocías a Ran desde siempre junto con Rindo, tu niñez y parte de adolescencia la viviste a su lado en los caros suburbios de Roppongi.
Tenías una relación cercana con aquellos problemáticos hermanos, pero en especial con el mayor, Ran, quien con el pasar de los días y meses, empezó a desarrollar sentimientos por ti, lo cual era correspondido.
Sin embargo no todo era perfecto, había algo en la actitud de Ran hacia ti en público que te hacía sentir que se avergonzaba de ti.
Como el hecho de que nunca te presento ante sus amigos, solo Rindo conocía de tu existencia del que eras su novia por obvias razones.
Con el menor de los Haitani siempre te llevaste bien, aun cuando eras novia de Ran, no cambio su trato hacia ti en absoluto. A Rindo le caías bien porque no eras como las demás, había simpleza en tu ser, algo que necesitaban ellos para balancear su egocéntrica actitud, no eras como las demás, que creían que el mundo giraba alrededor de ellas, además del hecho que nunca intentaste separarlos o acaparar la atención de su hermano solo porque eras su novia, cosa que el agradecía demasiado, también era el hecho de que te conocía desde que tiene memoria.
Algo malo de Ran, es que su ego y carisma llegaba a límites insoportables, pensaba que todos estaban por debajo de él, algunas veces incluyéndote en ello. Nunca faltaban los comentarios incómodos a tu persona, en especial a tu aspecto.
En ese entonces eras de estatura baja, un poco más que el promedio, usabas lentes al igual que su hermano, pero el "detalle" más importante que siempre te hacía notar era tu peso, no eras alguien especialmente delgada, como tampoco tenías demasiado peso, estabas en la media, esto siempre te lo hacía relucir y ya estabas harta.
Un día él te llamo a su casa porque según el debían hablar, tu llegaste con tus inocentes 16 años esperando que solo fuera un berrinche de los que siempre suele hacer cuando quiere algo, esta vez no fue así.
-¿Ran? Ya llegue, ¿Dónde estás?- al no obtener respuesta fuiste a su habitación en el segundo piso, una vez llegaste, tocaste la puerta.
-Pasa- te adentraste en la habitación.
-¿De qué querías hablar?- preguntaste sentándote en su cama, él estaba parado frente a ti.
-Misaki, terminamos- lo soltó como si nada, hablo como si no supiera la magnitud de su declaración.
De alguna manera, lo esperabas.
-¿Puedo saber porque?- preguntaste en un hilo de voz.
-Porque no estas a mi nivel-
Maldito bastardo egocéntrico. Pensaste
No dijiste nada, te tragaste tu tristeza, no le darías el gusto de verte llorar, no más.
Tomaste el cuello de su suéter con fuerza, haciendo que él se incline a ti por lo inesperada de tu acción.
Una vez que lo tuviste frente a ti hablaste.
-Te vas a arrepentir- sin más lo soltaste bruscamente apartándolo de tu camino, dejándolo impactado por tu actuar, no era la reacción que él esperaba.
Saliste de su cuarto azotando la puerta, Rindo en su habitación se asomó para ver qué era lo que sucedía, te vio en el pasillo conteniendo las lágrimas y enojada.
-¿Misa?- llamo a lo que tú volteaste deteniendo tu andar. -¿Qué sucedió?-
-Termino conmigo- dijiste sin más. –Nos vemos Rin- retomaste tu camino a la salida del hogar, no volviendo a pisarlo jamás.
Eso dejo más confundido a Rindo, este entro al cuarto de su hermano viéndolo tirado en su cama cubriéndose su rostro con su brazo, no dejando que vieran su expresión, porque aunque el dijera lo contrario, le dolió.
-¿Enserio la terminaste?- silencio fue lo único que obtuvo. –Eres un imbécil- nuevamente su puerta fue azotada al no obtener respuesta.
Desde ese día solo te llegaba a ver ocasionalmente a lo lejos, hasta que al cabo de dos meses te mudaste, nunca supo porque, por más que se muriera por preguntarte, nunca lo hizo. Te fuiste desapareciendo de su vida.
Lo que él no sabía era que Rin si sabía porque te habías mudado, él te fue a ver ocasionalmente desde la ruptura con su hermano, mas nunca le dijo a Ran.
Ran ya no sabía nada de ti, pero te extrañaba, extrañaba tus ojos inconfundibles ojos café avellana con matices verdes, ese sin igual línea verde que estaban en tus iris los hacia únicos, el cómo cocinabas sus postres favoritos a él y solo el, los mimos, los paseos en moto, como curabas gentilmente sus heridas después de cada pelea.
Incluso Rindo extrañaba tu dulce y agradable presencia en su hogar, no se cansaba de repetirle a su hermano el completo idiota que era por terminarte por esa estúpida razón.
El tiempo paso y a Ran se le olvido como era el extrañarte, aunque nunca te olvido.
Fin del flashback.
El mayor de los Haitani vio cómo te acercabas a ellos con ese porte, seguridad y belleza. No te quito la mirada en ningún momento, te siguió hasta que llegaste frente a ellos.
Rindo te reconoció al igual que su hermano, mientras que su hermano estaba sorprendido, él estaba feliz de verte.
Una vez con tu padre diste una rápida mirada a aquellos hombres frente a ti.
-¿Me llamaste papá?- hablaste con una voz melodiosa a los oídos de Ran.
-Sí, te quiero presentar a mis más grandes socios- puso una mano en tu espalda mientras te introdujo el motivo de tu llamado.
-Kakucho Hitto, un gusto conocerla señorita- hablo cortésmente el pelinegro que extendía su mano para estrecharla.
-Misaki Takada y el gusto es mío- correspondiste a su acto.
Ran confirmo sus sospechas cuando mencionas tu nombre.
-Rindo Haitani- hablo con una sincera sonrisa de felicidad que no había mostrado en toda la noche y que no podía contener. – Y mi hermano Ran Haitani- lo presento con obviedad ya que sabía que su hermano no podría hablar del asombro.
-Mucho gusto caballero- mencionaste en una sonrisa, pero solo dedicándosela a Rindo.
-¡Hatori!- alguien grito a lo lejos. -¡Ven un momento!-
-Discúlpenme caballeros, los dejo- se retiró dejándote con ellos.
Tu padre se va, al igual que las apariencias.
-Mucho tiempo sin verte Misa- pronuncia Rindo mientras se acerca a ti para abrazarte.
-Lo sé- correspondes a tu abrazo, el cual es fuerte por la nostalgia de no verse durante demasiado tiempo.
-Hola Misa- habla Ran después de tanto.
-Hola- solo saludas a secas, no quieres hablar con él.
-¿Se conocen?- pregunto Kakucho extrañado por el comportamiento de Rindo y por la libertad con la que te hablaban.
-Sí, nos conocemos desde pequeños, crecimos en el mismo suburbio, eramos vecinos- respondiste feliz.
-Ya veo, debe de ser bueno volver a verlos- comenta aquel pelinegro intrigado en saber más.
-Sí, solo a Rin- dices directamente, ves como Kakucho suprime una risa llevando una mano a su boca para cubrirla. –Si me disculpan, tengo que hacer unas cosas, no vemos luego, un gusto verlos- giras sobre tu eje sin esperar una respuesta, más un agarre un tu brazo te impide avanzar.
-Misa, espera quiero hablar contigo- menciona Ran, pero su voz sale en una súplica más que un comentario.
Lo miras seria hasta que sonríes con ironía y mofa.
-No tengo nada que hablar contigo- quitas su agarre de ti cuerpo. –No hablo con personas que no están a mi nivel- la sorpresa se asoma en su rostro, nunca pensó que aquella dulce chica que conocía le podría llegar a hablar con esa altanería.
No agregas nada más y te vas.
-Hasta que alguien te pone en tu lugar- menciona el burla Rindo. –Te dijo que te arrepentirías y lo cumplió- se sigue burlando ese hombre del mullet morado.
-Tsk- solo puede responder molesto con un chasquido de lengua, porque sabe que lo que dice su hermano es verdad.
-¿Qué fue eso?- cuestiona Kakucho divertido con la situación.
-Ella es exnovia de Ran de hace años- responde burlón, mas no ahonda en detalles.
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La noche pasa con normalidad y alegría, pero Ran no ha despegado la mirada de ti, te sigue a donde vayas, esperando su oportunidad de acercarse a ti, porque si, no te dejara ir, no esta vez.
Es más que evidente que esos "detalles" que el sacaba a relucir antes, desaparecieron en su totalidad, eras una diosa ante sus ojos y los de cualquiera que tuviera buen gusto.
Pero no fue solo eso, el que actuaras de esa forma, derrochando belleza y seguridad por donde caminaras, hizo que el verdaderamente se arrepintiera de la idiotez que cometió a sus 17 años.
La mirada de Ran no era para nada discreta, la sentías desde que te alejaste de ellos, te subía el ego saber que eras su centro de atención durante horas que se pasó observándote y en veces comiéndote con la mirada. Ocasionalmente volteabas en su dirección solo para sonreírle socarronamente.
Naturalmente estas ocupada por los invitados de tu padre, hablando con ellos o atendiéndolos junto con tu padre, no era una excusa el que te alejaras de aquellos caballeros.
-Deja de comerla con la mirada Ran- Kakucho lo saca de su lapsus.
El mencionado suelta una risa y da un trago a su copa de vino.
-Solo quiero hablar con ella- responde con la mirada en su copa mientras que con su muñeca le da vueltas al líquido añejo que se encuentra en ella.
-No es cierto- contradice Rindo. –Solo la quieres para poder presumirla pero estas molesto porque sabes que no podrás- declara su hermano, mas no presto atención a ninguna de sus palabras.
Ran estaba concentrado en esas sensuales piernas que se asomaban en tu vestido esmeralda. Sabes que te está mirando sin siquiera verlo, haces esas sutiles provocaciones y movimientos solo para tentarlo más.
Tu papá quería tener un recuerdo de esa noche, así que contrato a un fotógrafo, el cual empezó a tomar fotos de tu padre y tú con todos los invitados de la noche.
Kakucho y los hermanos Haitani no demoran en tomar su turno para poder tomarse su retrato con ustedes.
Mientras esperan Ran no puede evitar admirar por milésima vez en la noche tu belleza, la diferencia es que ahora lo hace de verdad, no desde el morbo, haciendo que nuevamente se arrepienta.
-Sigue siendo igual de hermosa- piensa en voz alta mientras que Kakucho y Rindo lo ven como esta con una sonrisa boba, mas sus ojos reflejan nostalgia.
No solo está arrepentido solo por cómo te ves ahora, ve tu actuar con las personas que interactúas, le recuerda a como eras antes con él, conservaste la misma esencia y dotes adolescentes de los que se enamoró.
Su ansiado turno llega, automáticamente se coloca a tu lado.
-¿Cómo la están pasando caballeros?- cuestiona tu padre cordialmente.
-Magnifico señor Takada- responde mientras te mira, solo puedes rodar los ojos ante eso.
La foto es tomada, finalizando su pequeña interacción.
Pasan unos minutos y por fin te desocupas, ¿Cómo lo sabe? Porque finalmente te sentaste por primera vez a lo largo de toda la noche.
Ahí ve su oportunidad y la va a tomar.
Se acerca cautelosamente a ti que estas sentada con tu padre, mientras camina se arregla el traje.
Una vez frente a ti habla, pero tú no habías notado su presencia.
-Señorita- llama, volteas porque eres la única mujer a la que podrían llamar. -¿Podría concederme bailar con usted?- la labia y carisma era una de las mejores cualidades de Ran, lo admitías, sin embargo, las estaba usando en tu contra justo ahora.
-Lo siento pero- no terminas de hablar porque tu padre te interrumpe.
-¿Por qué no hija? Ya te desocupaste, gracias, pero ya puedes disfrutar libremente la noche- dice encarecido por que no te agobiara el hecho de estar a su lado.
-Pero tengo que estar contigo- dime que si por favor.
-No te preocupes, anda ve y disfruta- dice en una sonrisa que no tienes el valor de borrar.
Te levantas pero antes de retirarte dejas un beso en su mejilla.
Ran extiende su mano que tomas a la fuerza, te guía a la pista de baile donde una bachata empieza a sonar.
La bachata para ti, es un baile sensual y bello, que solo se ve bien si es bailado por dos personas que están en sincronía, tanto con su cuerpo como con sus sentimientos. Una danza intima, una de tus favoritas.
La música empieza a resonar, dando la indicación de que tomen posiciones.
Una de sus manos se unen en un agarre suave, una de tus delicadas manos va a su hombre donde la dejas reposar ahí, mientras que el lleva su gran mano masculina a tu curvilínea cintura.
-¿Al menos sabes bailar?- preguntas antes de que empiecen.
La canción comienza, Ran inicia su movimiento de pasos y caderas al son de la música, comenzando a guiarte.
-Por supuesto- contesta bailando a lo que tú seguiste.
Bailan por unos cortos segundos en silencio, él te miraba a ti, en cambio tú evadías su mirada.
-Te ves hermosa- comenta haciendo que tu atención se centre en él.
-Lo sé- contestas con un toque de arrogancia en tu voz.
Continúan bailando mientras hablan, más no nota que sus cuerpos encajan a la perfección, al mismo tiempo que están en sincronía.
-Me gusta la seguridad que tienes- a mí me sigue gustando tu maldita sonrisa.
-Tuve que reconstruir lo que tu destruiste- dices un tanto afligida por el amargo recuerdo.
-Lo siento, de verdad lo lamento- la sinceridad suena en su voz, tu solo sonríes y niegas con tu cabeza.
-No importa, es cosa del pasado-
Otra canción del mismo género vuelve a sonar, aprieta un poco tu cintura. Su coqueteo está por comenzar.
-Mi memoria ha conservado lo que llevado el tiempo, mas estoy estancado en esos tiempos- un suave balanceo de sus cuerpos es realizado. –Cuando tú me amabas y con gran fulgor sentía tus besos-
Quita la mano de tu cintura para darte una vuelta, quedando así tu espalda pegada a su pecho, aun así continuas moviendo tus caderas sensualmente sobre él.
-Dime, quítame esta duda- habla a tu oído.
-Deja de vivir en el pasado Ran- dices eróticamente, procedes a voltear tú rostro solo por un instante en dirección al de él, quedando a escasos centímetros sus rostros. –Concéntrate en el presente- alejas tu rostro.
-Es que no puedo terminar de creer lo mucho que has cambiado, no me puedes culpar- habla mientras recorre sutilmente tus curvas.
-¿Quién esta extraña que se ha apoderado de tu ser?, ¿Dónde está la niña loca que me erizaba la piel?- vuelve a acercase a tu oído. –Porque tú ya no me tocas como lo hacia esa mujer, algo no anda bien-
Vuelve a darte la vuelta, quedando de nuevo frente a frente, comenzando a bailar más rápido al son de la música.
-Esta noche me hago la interrogante y le pongo fin a la impostora, usurpadora- ríes leve ante el coqueteo, que para tu desgracia, esta funcionando. –Exijo contigo una entrevista sospecho plagio a mi exnovia, mala imitadora-
-Deja de subirme el ego- comentas dulce e inocente.
El sube más la intensidad, te pega abruptamente a su cuerpo sacándote un suspiro, a lo que sonríe victorioso.
-Dime, tengo unas preguntas ¿Dónde fue bajo la lluvia que te di ese primer beso?, dime también, relátame el momento en donde yo te hice mujer-
Acercan peligrosamente sus rostros, una sonrisa lasciva se reflejaba en ambos rostros, sentían sus respiraciones, y rosando sus labios continúo seduciéndote.
-Confírmame, ¿Qué me enciende en el sexo?, ¿Qué me encanta de tu cuerpo?- lleva la mano que tenía en tu cintura a tu espalda desnuda donde deja leves caricias. –Quiero detalles ¿Sera el cuello o el ombligo tu punto favorito? Porque yo si se cual es-
Todo sucedía mientras bailaban, un baile perfectamente coordinado, se movían al compás de la música alternando distintas posiciones que no hacían falta decirlas, su lenguaje corporal hablaba por si solo y el libido empezaba a hacer efecto en ustedes.
-Si en verdad eres la original, demuéstramelo ahora- no te cansas de escuchar su voz, esa voz que te ínsita a pecar.
-Te lo voy a demostrar- la decisión con lo que dices esas cinco palabras despierta algo en él.
-¿A si?- una sonrisa curiosa con un toque de morbo se asoma en su cara. -¿Cómo sería eso?-
-Me temo que lo tendrás que descubrir tú mismo- llevas una mano a su cabellera acomodando unos mechones que se salieron de lugar.
En un rápido y eficaz movimiento te inclino sobre su rodilla, llevo tu espalda hacia atrás, dejándote colgando en sus manos, una pose de baile bastante sensual, así como te inclino, tus piernas también lo hicieron, llevando así una de sus manos a tu pierna desnuda que quedo al descubierto por el movimiento.
-¿Quién es esta imitadora hoy en su lugar?- habla desde la posición en la que te dejo, tan pronto termina, vuelven a la clásica.
Seria mentira si dijeran que no llamaban la atención, ustedes en su mundo de seducción no se dieron cuenta del espectáculo que montaron, ganándose las miradas de varias personas por la forma tan única en la que congeniaban bailando.
Este baile desde el primer momento empezó con otras intenciones, pero ahora están más que claras.
La canción esta por culminar, solo que quedaron bailando en silencio, mirándose fijamente a los ojos. Su burbuja se rompe cuando el habla.
-Que regrese mi amada, porque tú no eres tu- termina de hablar, como al mismo tiempo su baile se acaba.
Se separan sin decir nada, solo te vas a tu mesa por tu bolso, volteas a el nuevamente que sigue parado donde mismo, lo miras diciendo "sígueme" con la mirada y te vas al baño.
Ran al cabo de unos segundo te siguió, abriéndose paso entre el tumulto de personas, llega al baño en donde te metiste y abre la puerta adentrándose en este.
Te encuentra en el espejo retocándote el labial.
La tensión sexual entre ustedes crece de sobre manera en esas pequeñas cuatro paredes, Ran procede a ponerle pestillo a la puerta asegurándose que nadie más pueda entrar.
-¿Qué tanto miras Haitani?- preguntas guardando tus cosas en tu bolso, poniéndolo a un lado para después verlo a él.
-Ese trasero y piernas que no he podido dejar de desear en toda la noche- contesta directamente a tu pregunta.
-Mmm sí que me quieres ver, bajando por toda tu piel- comienzas a caminar para terminar para frente a él, comenzando a acariciar sus brazos por encima de la ropa. –Sí que quieres que me quede, enredarte en mis piernas es lo quieres- dices mientras jalas de su corbata, haciendo que se encorve y quede a tu altura.
-Sí, lo deseo demasiado- pone sus manos en tu cintura, aceptando la sumisión ante ti.
-Pues no caeré tan fácil, la niña que lo haría ya murió hace años- comienzas a dejar caricias con una mano en su tersa piel de su rostro.
-No me interesa ni me importa lo que tenga que hacer para poder tenerte hoy- su juego de egos lo estaba calentando demasiado, al igual que a ti.
-En ese caso, quiero ver cuánto has cambiado en el sexo- y llevas tu cabeza a él, fundiéndose en un necesitado beso.
Se besan tan apasionadamente, dejando suspiros de satisfacción en el proceso. Comienzas a quitar desesperada su saco, aventándolo al piso, después pasas a deshacer su corbata y desabotonar su camisa, dejando así su abdomen marcado expuesto.
Te separas del beso, con el labial corrido.
-Tu abdomen esta tal cual lo recuerdo- comentas mientras acaricias este.
-Otras cosas son las que han cambiado- enuncia mientras le alza por debajo de las piernas, llevas tus manos a su cuello para tener soporte.
Te deja en el lavabo donde continúan besándose, con el entre tus piernas.
Mientras sus lenguas tienen una batalla dentro de sus bocas, una de sus escurridizas manos de Ran viaja a tu espalda, en busca del cierre de tu vestido para poder quitarlo.
Cuando lo encuentra, lo baja, quitando lentamente la seda de tu cuerpo, dándose cuanta en el proceso que no llevabas sostén, lo cual facilitaba más su trabajo.
Quedaste sentada en bragas sobre la fría porcelana, observando como su atención se centraba en tus pechos una vez que retiro el vestido.
Llevas ambas de tus manos a tus senos, poniendo una en cada seno, estrujándolos a tu placer, un leve gemido sale de tu boca ante tus acciones.
-¿Te piensas quedar ahí o me vas a coger?- preguntas mientras sigues amasando tus redondos senos ante él.
Ran se acerca a ti con una sonrisa lasciva.
-Te voy a hacer gemir mi nombre a gritos- habla sobre tus labios sin besarte.
-Entonces hazlo- provocas, mientras su sonrisa aumenta. –Quítate el pantalón- ordenas a lo que el obedece.
Desabrocha su cinturón procediendo a hacer lo mismo con sus pantalones, baja estos junto con su ropa interior, dándote un espectáculo durante el proceso.
Su duro y erecto miembro es librado de la tortura de los pantalones.
Es más grande.
Se acerca a ti, con su pene apuntando en tu dirección, cuando llega, llevas una mano a su erección comenzando a masturbarlo, subes y bajas tu mano por todo su falo, centrándote en veces en solo la punta para darle más placer.
Al mismo tiempo que le haces un trabajo manual, el quita las bragas de tu cuerpo, dejándote completamente desnuda como el, te da un corto beso que correspondes, después lleva sus labios a otra zona erógena de tu cuerpo, tus senos.
La necesidad de besarlo otra vez vuelve, a pesar de que estas siendo gran placer por sus besos y lamidas que da sobre tus pechos, quieres volver a besarlo.
Llevas tu otra mano disponible a su cabeza, guiándolo de nuevo a tus labios, volviendo a intercambiar saliva.
Ahora el lleva una mano a tu intimidad, comenzando a acariciar tus húmedos pliegues llenos de tus jugos producto de la excitación.
-Estas muy mojada aquí abajo- procede a meter dos de sus largos dedos dentro de ti, que no tarda en empezar a mover. -¿Tanto te excita estar conmigo?- la mofa suena en su voz.
-Lo único que quiero es que me folles duro justo ahora- fue difícil articular esas palabras sin soltar un gemido de por medio, ya que, sus falanges estaban moviéndose con agilidad dentro de tu cavidad.
Sueltas su pene que aun seguías bombeando de placer, pero el lívido es más fuerte en ti que solo puedes concentrarse en eso.
Saca los dedos de tu, dejándote una sensación de vacío, lleva sus falanges a su boca saboreándote, su siguiente acción es agacharse para ponerse de rodillas, quedando frente a tu intimidad.
-Te voy a demostrar lo que he aprendido en estos 12 años- sin más comenzó a hacerte un oral.
Empieza a hacer círculos sobre tu botón de placer como al mismo tiempo succiona y lame tus pliegues.
-¡Ahh Ran!- comienzas a mover tus caderas inconscientemente en busca de más. -¡Dios, no pares!- tal como lo prometió, te encontrabas gimiendo su nombre a gritos.
Comenzaste a ahogar los gemidos llevando una mano tuya a tu boca para taparla, el sigue en lo suyo dándote placer con su lengua.
Para un momento lamiendo las comisuras de sus labios donde rodaban gotas de tus fluidos.
-No te contengas querida, por lo fuerte de la música nadie podrá escucharte- haces caso quitando la mano, sonríe con satisfacción y vuelve a su anterior acción, pero ahora integrando sus dedos.
Mete dos de sus dedos que inmediato tocan ese punto dulce que te encanta, lo complementa con sus labios y lengua que se encargan de mejorar la experiencia.
Una de tus manos viaja a su perfecto peinado que destruyes con tu agarre, hundes más su cabeza en tu para que no se atreva a separarse, mientras que con la otra te sostienes del lavabo.
-¡AHH MIERDA RAN!- un fuerte gemido sale de tu sintiendo como tu tan deseado orgasmo se acerca.
Esto incita a Ran a aumentas sus movimientos de mano y lengua sobre ti.
-¡RAN!- gritas su nombre extasiada en placer. -¡Me voy a venir!- intentas alejarlo de ti, pero él insiste en quedarse ahí.
Explotas en un orgasmo fuerte justo en su boca, la causante de este, él saborea los nuevos jugos tuyos productos del orgasmo que te acaba de dar.
Se separa lamiendo sus labios quitando los últimos rastros de tus fluidos. Tu estas tratando de controlar tu respiración agitada.
Jalas su cuerpo a ti besándolo, sin importar que terminara de darte un oral. Se besan con pasión y deseo, exploras su ancha espalda en el proceso.
-Ahora ya estas lista para mí- habla una vez que se separan.
-Demuéstramelo Ran- incitas a que penetre en ti de una vez.
Sonríe socarronamente mientras te da un fugaz beso, con una mano diestra toma su falo masturbándolo un poco, con su otra extremidad alza una pierna para tener más espacio.
Alinea su miembro en tu entrada y entra fuerte de una estocada.
-¡AHH!- gimes frente a su cara.
-¡Ohh!, que bien te sientes-
No tarda en embestir fuerte y rápidamente en ti con su dureza insaciable, comienzas a soltar gemidos descontrolados.
¡Dios, me va a partir en dos, pero que rico se siente!
-¡AHH MIERDA!- te abrazas a él arañando su espalda tatuada, estas tan extasiada de placer.
-¡Argh carajo!- sus roncosy varoniles gemidos que suelta, solo logran excitarte mas.
Repentinamente para, ambos toman un poco de aire, lo cual no dura mucho, porque toma por debajo tus piernas elevándote del lavabo.
Te aferras aún más a su cuello por el repentino movimiento.
Nuevamente empieza a penetrarte aún más rápido y fuerte que antes.
-¡RAN!- tu cabello vuela despeinándote por el increíble ajetreo.
Sientes tan adentro su pene que se te hace impresiónante.
Baja un poco la velocidad de sus penetraciones, mientras suspira fuertemente.
-Bésame- ordena a lo que tu acatas de inmediato.
Ahora tú decides empezar a saltar sobre el aun en el aire. Te ayuda elevándote un poco para que llegue más profundo.
Gimes sobre sus labios así como él también los hace sobre los tuyos.
-Me voy a venir- suelta en un suspiro, concentrándose en sus embestidas.
-Yo también- besas su cuello, sabes que tiene una debilidad en esa zona.
Sigue bombeando dentro de ti, hasta que las penetraciones comienzan a ser algo irregulares.
-Ya no aguanto más- su rostro refleja como contiene su orgasmo. -¡Ohhh Misa!-
-Vente adentro- mencionas sin dejar de follarlo.
-¡AHH!- llegan a su orgasmo al mismo tiempo, liberando su semilla dentro de ti, llenándote de su espeso y basto semen.
Una vez su orgasmo se calma, te baja con cuidado al suelo. Te recargas en el lavabo porque sientes como tus piernas comienzan a flaquear, pero notas como aún tiene su pene erecto.
Maldito, cuanto puedes durar.
Te acercas a él poniendo tus brazos alrededor de su cuello, Ran sonríe y una mano va a tu cintura mientas que la otra viaja a tu espalda dejando leves caricias.
-Te voy a dar un premio- comentas mirándolo a los ojos esperando su reacción.
-¿Premio?, ¿Cómo qué?- el doble sentido aumenta en su voz.
-Acércate- ordenas y él se encorva llegando a tu altura, que no es tan baja que él. –Puedes follarme en la posición que quieras- susurras en su oído y te separas al igual que él.
Te da otra de sus lascivas sonrisas y te voltea dándole la espalda.
Sin preámbulo, vuelve a entrar en ti una y mil veces.
-El mejor sexo siempre lo tuve contigo- dijo dándote duro, mirando por el espejo como tu rostro se transformaba en diferentes gestos por el placer. –Y lo acabo de volver a comprobar-
Tú solo puedes gemir, no puedes formular una sola palabra que no sean gemidos.
Un chapoteo obsceno resuena en el baño en el que se encuentran, miras a Ran por el espejo como está concentrado en profanarte fuertemente.
-¡Ahh mierda!- un masculino y fuerte gemido sale de su boca.
Alza una pierna tuya elevándola. Cuando hace eso, justo da en tu punto g.
-¡AHH!, ¡AHÍ NO PARES!- cerraste los ojos por las hondas de calor que se generaban en tu cuerpo, además de sentir como un próximo orgasmo se formaba en ti.
-Lo que tu órdenes- complace a tu pedido, más tampoco tenía intenciones de parar por como expulsabas solo gemidos de tu boca.
Mientras penetra en ti, alzas tu rostro en busca del suyo que está concentrado en como sus cuerpos de unen sin fin. Llevas una mano a su rostro buscando que mire en tu dirección, cuando lo hace, lo acercas comienzas a besarlo eufórica.
De nuevo, sus estocadas comienzan a hacerse un tanto irregulares, dando aviso de su inminente orgasmo.
-Ra-an, y-o- no puedes formular una oración completa por lo nublada que está tu mente en estos momentos.
-Déjalo salir nena- incita a que termines.
Unas cuantas estocadas y vuelven a terminar en conjunto, sueltan un alto gemido sobre sus rostros, liberando su semen dentro de ti.
Regulan sus respiraciones y después sale de ti cuando ya libero en totalidad su semilla en ti.
-Debo admitir que me sorprendiste- hablaste entre suspiros pesados tratando de modular tu respiración.
-Yo estoy lleno de sorpresas querida- dice mientras va por papel y te ayuda a limpiar el desastre que tienes entre tus piernas.
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Al cabo de unos minutos ya habían modulado su respiración, así que comenzar a buscar su ropa ponérsela.
Tú no tardaste demasiado, buscaste tu vestido que estaba perfectamente acomodado por Ran para que no se manchara, te lo pusiste acomodándolo, cuando Ran llego por detrás de ti ayudándote con el cierre dándote una sonrisa cómplice.
-Por si te preguntas, no funciono- hablas arreglando tu cabello para que no se vea desordenado.
-¿A qué te refieres?- pregunta confundido.
-A que no porque tuvimos sexo significa que voy a volver a tus brazos como la estúpida adolescente de antes- respondes firme arreglándote el maquille mirándote en el espejo.
-El que no está a mi nivel ahora, eres tu- sientes como se acerca por detrás ya cambiado, colocando sus masculinas manos en tu cintura.
-Yo puedo- te mira por el espejo como arreglas tu maquillaje. –Todas quieren algo y yo puedo pagar el precio.
Sueltas una risa burlona mientras terminas de ponerte labial, culminando esta acción giras sobre tu eje, quedando frente a él.
-Te equivocas conmigo cariño- llevas tus manos a su corbata para acomodarla. –Yo no soy como todas, no tengo precio y de tenerlo no podrías pagarlo- terminas de hablar al igual que de acomodarle la corbata.
Lo que el no noto, es que metiste un pequeño papel en los bolsillos internos del saco, donde dejaste tu numero anotado.
-Nos vemos Ran- dejas un delicado beso en su mejilla mientras respiras su perfume, giras sobre tu eje y te diriges a la puerta para salir de ahí.
Antes de que cruces el umbral de la puerta, Ran habla.
-¿Te volveré a ver?- pregunta con esperanza en su voz.
Giras la mitad superior de tu cuerpo y sonríes sinceramente.
Imita tu gesto esperando que sea un sí.
-Si de verdad me quieres de vuelta, tienes que ganarte el corazón de esta imitadora- lo miras por última vez y te vas.
Ran suelta una risa victoriosa sabiendo que tiene oportunidad de volver a estar contigo.
Termina de acomodar su saco y ve que algo sobresale de uno de los bolsillos internos, mete la mano sacando el papel con tu número anotado.
Le sonríe a ese trozo de papel y lo vuelve a guardar.
Se retira del baño, empieza a buscar a su hermano y Kakucho, cuando los divisa emprende el camino a ellos.
-Ran, hasta que apareces- bufa Kakucho.
-¿Dónde mierda estabas metido hermano?- pregunta molesto el menor de los Haitani.
En las piernas de Misa. Piensa Ran en una sonrisa.
Toma una copa de champan de unos de los meseros que pasaban por ahí, logra divisarte a lo lejos, al igual que el tienes una copa en mano, por lo que brindan a la distancia.
Rindo ve en la misma dirección que su hermano mayor, te ve, así que asume lo que paso, porque te notas con el cabello desordenado al igual que Ran, pero lo trataron de disimular, sin mencionar el chupetón que dejaste en el cuello del mayor de los Haitani.
Ran toma un trago del líquido y habla.
-Solo estaba con una imitadora-
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Nota de la autora:
Este capítulo me gusto de sobre manera, me encanta escribir de Rancito <3, como se darán cuenta, cuando escribo de uno de mis personajes favoritos los caps quedan inusualmente más largos jeje.
Espero que les guste tanto como a mí.
Gracias por sus votos y vistas, besitos <3
Pd: no sé si quedo muy cochinote jaja ya escribiré cosasmás soft.
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