INUI SEISHU | Into You


Into You – Ariana Grande

Oc: Yuki Higuchi

Male Reader

Tw: Mención de acoso.

Quiero irme de aquí.

Era un pensamiento que azotaba constantemente tu mente, sencillamente te encontrabas bajo mucha presión. Llevas al punto en donde ya no reconocías si solo eras tú o realmente todo ese estrés y ansiedad te ponían de esa manera.

Eras uno de los de los mejores alumnos de la escuela, con las mejores calificaciones y comportamiento del instituto.

Te llevabas bien con algunos de tus compañeros, mas estos no eran ese tipo de personas a las que podrías considerar amigos. No tenías a nadie quien llamar amigo desde que decidiste ser sincero contigo y con los demás.

Desde hace un tiempo sabias que no eras lo que muchos considerarían "normal", por el simple hecho que no te gustaban las mujeres.

Eran algo popular entre las chicas, tu ser amable y respetuoso con estas, haciendo que las femeninas se sintieran en confianza contigo a su alrededor. Llegando a ser muy cercanas, unas en busca de amistad y otras por algo más.

Un sinfín de veces tuviste que rechazarlas cuando estas te declaraban su amor a través de cartas, regalos, chocolates, notas, etc.

Por más que quisieras ser lo que ellas esperaban de ti, no podías serlo, simplemente no había manera, por mucho tiempo te obligaste a ser algo que no eras, te obligaste a serlo, pero todo resultaba en intentos fallidos.

Debido esto mismo, eras envidiado por muchos hombres en el instituto, no sabían ni entendían como se podían fijar en "El debilucho de Yuki" y no es ellos, que según sus estándares "Eran verdaderos hombres".

Esto provocaba que fueras víctima de incontables "bromas", que solo eran una excusa para el acoso que hacían.

Eras molestado, creando ridículos y asquerosos rumores sobre ti, que ninguno era cierto, rayaban tu escritorio a diario, donde plasmaban sus inseguridades dirigidas a otra persona. Dañaban tus cuadernos, libros, lápices, etc.

En los vestidores de hombres para cambiarse a ropa deportiva, siempre escondían tu ropa o le escribían obscenidades sobre esta.

Llegando al punto de golpearte, solo por sus celos a él.

Todo empeoro cuando los demás se enteraron de tus preferencias. No sabes cómo es que paso aquello, tu solo te sinceraste con tu familia, que te apoyo totalmente, era lo único que te importaba, no sabe cómo fue que se enteró el instituto entero.

Las femeninas que alguna vez lo veían con brillos en sus orbes, ahora solo lo miraban con desprecio o una mueca que no terminabas de entender que era lo que significaba.

No entendías como te podían tratar así, no le hacías daño a nadie, pero parecía que dañabas a todos solo por ser quien eras.

No obstante, tú eras valiente, nunca te echaste para atrás, nunca te dejaste doblegar ante nadie, ya no te dejabas insultar por los demás, sin embargo, no eras bueno en las peleas.

Por lo que constantemente te la vivías golpeado, con moretones y rasguños regados por tu rostro y cuerpo.



..............................................................



Era un día normal en la escuela, se encontraban en la hora de estudio que daban.

Te encontrabas viendo en silencio a los árboles, que estaban afuera de la ventana, tu pupitre estaba al lado de esta. Era verano, se sentía un inmenso calor, pero había una brisa refrescante que provocaba que no fuera tan sofocante.

Tenías un brazo en el pupitre, donde se recargaba tu codo, en tu mano se posaba tu cabeza, observando como el viento movía las hojas de los árboles, mientras que en tu otra mano estabas jugando con un lapicero.

Te encontrabas en total silencio y paz, a pesar de las risas y ruidos que provocaban tus compañeros, tú parecías totalmente ajeno a ello, no tenías nada que hacer, ya habías acabado con todos tus deberes.

Tal vez pase por un helado después de la escuela, hace mucho calor.

Divagabas en tus pensamientos hasta que un fuerte sonido te interrumpió.

Yuki Higuchi, a la oficina principal– escuchaste tu nombre ser pronunciado por la alta voz.

Sueltas un suspiro y te levantas de tu lugar, acomodas la silla y te diriges a la puerta del salón, donde no falta que hagan un comentario despectivo a tu persona, los cuales ignoras.

Caminas con calma a la oficina, teniendo que bajar las escaleras y caminar aún más para ir a otro edificio en donde te citaron.

Tú figura erguida, con tu pulcro uniforme, relucía mientas caminabas. Llegaste a la oficina, donde preguntaste que alguien te había llamado, la secretaria te informo que el director era el que requería tu presencia.

Ella se levantó de su asiento, te indico que la siguieras y asi lo hiciste, ella dio unos golpes en la puerta de la oficina del director, donde se escuchó un "pase" y abrió la puerta para ti, diste las gracias y te adentraste en la oficina.

– Buenos días joven Higuchi – al entrar viste a tu director quien te saludo.

– Buenos días director.

Pero viste a otro alumno rubio que estaba dándote la espalda, hasta que hablaste fue que volteo a verte.

Ahí viste a aquel rubio, con los orbes celestes más bellos que alguna vez pudiste apreciar, el celeste de sus orbes era tan hipnotizaste como el océano, aquella distintiva cicatriz que cubría parte de su frente, parpado y mejilla.

Te observo con una mirada aburrida con un toque de frustración.

Lo que Seishu miro cuando entraste, fue a un hombre de su misma edad, se atrevería a decir que unos 10 cm más bajo que el, por lo que tu altura oscilaba alrededor de 1,70, cabello azabache, con la piel tan blanca que asimilaba a la porcelana, unos orbes color miel hacían que su mirada luciera inocente.

A pesar de que tu mirada luciera inocente, se veía apagada, se podría decir que ofuscada de demasiadas cosas, así como el.

Tu pulcro uniforme bien planchado y correctamente colocado, este constaba de unos pantalones azul marino, una camisa blanca de manga corta debido a que era verano, una corbata rojo vino, además del chaleco gris donde se admiraba el escudo de la prestigiosa escuela.

No obstante aquello, no fue lo que más le llamo la atención a Seishu, fueron los raspones y moretones que portabas, tenías varios en tus brazos, tenías algunas curitas en tu rostro como más raspones, dejando zonas rojizas que relucían demasiado por lo blanca de tu piel.

–Higuchi-kun, ¿Te siguen molestando? – cuestionó consternado.

A lo que solo pudiste responder apartando la mirada y asintiendo con vergüenza.

– ¿Para qué me necesitaba director? – preguntaste para evadir el tema y ocuparse de lo que necesitaban.

–Me ocupare de eso luego – hablo en un suspiro. – Te llame para pedirte tu ayuda– se acomodó mejor en su silla y continuo hablando. –Él es Inui Seishu, actualmente tiene malas calificaciones, pero sé que se puede reponer, solo necesita alguien que lo instruya y lo guie por el buen camino. – ¿Puedes hacerlo? –

Meditaste tu respuesta antes de hablar.

–Sí, solo que de él depende dar resultados o no–

–Seishu está dispuesto a cooperar– afirmo seguro.

–Está bien– y así dieron por terminado el tema.

–Bien, se pueden retirar– y ambos así lo hicieron.

Los dos caminaban en un algo incómodo silencio a su salón.

– ¿Cómo haremos esto? – inquirió de la nada en el silencio que había.

–Eso depende de ti.

–No tengo ni la más mínima idea de cómo– contesto honesto.

–Yo siempre estoy en la biblioteca en los recesos para hacer tarea o estudiar, así que si quieres aprovechar ese tiempo siempre me encontraras ahí.

–De acuerdo.

–También nos podríamos quedar unas horas después de la salida en la biblioteca a seguir estudiando, para que no interrumpieras los planes que pudieras tener en la tarde en la biblioteca a seguir estudiando, para que no interrumpiera con los planes que pudiera tener en la tarde – a lo que él asintió.

– ¿En qué salón estas? – inquirió el rubio.

–En el 2-3– respondiste mientras pasabas una mano por tu cabello azabache. – ¿Y tú?

–En el 2-5.

Y siguieron caminado a sus salones, hasta que llegaron al tuyo primero, le dijiste que lo esperabas a la salida en la biblioteca y el asintió.

Siguió caminando para llegar a su salón, tú te quedaste viendo como caminaba, mentirías si dijeras que no se te hacia atractivo, su aura misteriosa te llamaba, así como esa cicatriz, que de alguna manera lo hacía más atractivo.

– ¿Ya te conseguiste un novio Yuki? – tus pensamientos se ven interrumpidos cuando los de tu salón comienzan a decir cosas ya que los vieron juntos, tu solo suspiras y ruedas los ojos para adentrarte en el salón.



..............................................................



– ¿Yuki-kun?–una compañera tuya se acercó a ti al acabar el horario escolar.

– ¿Qué sucede Ishikawa-san? – preguntaste dejando de guardar tus cosas para ponerle atención a la femenina.

–Me preguntaba si mañana me podrías explicar unos problemas de geometría, es que no termine de entender– pidió con algo de vergüenza.

–Claro, mañana me dices en cuales necesitas ayuda– accediste mientras le dabas una suave sonrisa.

–Muchas gracias Yuki-kun, ten bien dia.

–Igualmente Ishikawa-san.

Te dirigías a la puerta del salón, cuando esta se cierra abruptamente espantándote, alzas la mirada y vez a un grupo de 4 chicos que te rodeaban.

No otra vez.

– ¿Qué hacías con mi novia a solas?– pregunta uno de los que estaban hostigándote.

– ¿Te refieres a Ishikawa-san?

Él no se molesta en responder, no al menos en palabras, ya que te suelta un fuerte puñetazo en la mejilla que te tumba por la fuerza ejercida.

–No digas el nombre de mi novia– amenaza mientras tratas de recuperarte del golpe. –No te atrevas a acercártele de nuevo– parece que saldrá del salón con todos sus secuaces pero antes de cruzar el umbral de la puerta se detiene. –Maldito maricon– con ese último insulto por fin se van.

Limpias con el darse de tu mano tu boca, donde ves sangre, después tocas tu labio y notas que de ahí sale la sangre, solo lo limpias y te diriges a la biblioteca.

Llegas y de tu mochila sacas una bolsa donde guardabas alcohol, gasas, crema desinflamatoria, banditas, etc. Limpias tu herida esperando a que el rubio aparezca.

– ¿Estas bien? – pregunta alguien de la nada, sacándote un susto, porque no sentiste cuando fue que se te acerco.

–Sí – contestas a secas.

Seishu ve como hay gasas con sangre, así como tu mejilla esta roja y tu labio roto, hizo memoria, siendo que no estaba así en el mañana cuando te conoció y vio por última vez.

– ¿Qué te sucedió? – pregunto tomando asiento al otro lado de la mesa.

–Me golpee al salir del salón– te levantaste para tirar lo que habías usado y te sentaste en la mesa.

Seishu ya estaba sentado frente a ti, le preguntaste que con que quería comenzar y él te dijo que con geometría porque no entendía nada.

Le comenzaste a explicar, dándote cuenta que verdaderamente no sabía nada, así que tuviste que enseñarle las bases para poder avanzar, Seishu saco una pila de hojas de trabajos atrasados que debía entregar, eso era solo de geometría, después saco otra de inglés, historia, japonés, química, dejándote impactado por todo el trabajo que debían de hacer.

Esa tarde pasaron viendo las bases de todo para al día siguiente poder comenzar a trabajar.

De tu mochila sacaste una liga, amarrando tu cabello que estaba considerablemente largo para poder hacer una pequeña coleta, aquella acción tuya provoca que las comisuras de Seishu se elevaran pero tú no te percataste de ello.

Fue una sorpresa para ti que Seishu aprendiera rápido, aun así seguía teniendo algo de problemas pero ayudaba a que tu trabajo fuera más fácil.

Ya eran las 6 de la tarde cuando decidieron terminar por ese día, salieron juntos, dándose cuenta que vivían por lugares cercanos, así que tomaron el tren juntos, ya cuando sus caminos se separaron se despidieron.

Los días siguientes siguieron la misma rutina, había veces en las que Seishu te acompañaba en los recesos, al principio solo lo hacía a veces, una vez se sintió cómodo contigo, comenzó a hacerlo siempre, eso sí, nunca faltaba a estar en la biblioteca en las tardes.

Inevitablemente, tenían que hablar de sus vidas más allá de la escuela, ahí descubriste que era un pandillero famoso, tu por tu parte no tenías un dato asombroso del cual contarle. Comenzaron a entablar una amistad más allá de su compromiso por las calificaciones del rubio.

Él a veces llegaba con una botella de agua para ti, un refresco de sabor limón, esto lo supo ya que te observaba, siempre comprabas la misma.

Pequeños detalles que hacían que tu corazón se acelerara, pero sabias que él solo te veía como un amigo, o tal vez ni eso, solo un compañero.

Tanta era su confianza contigo, que te conto de Koko, de su mejor amigo, pero que ahora ya no sabía nada de él, te conto que al principio le incomodaba demasiado estar en la biblioteca, porque le traía amargos recuerdos de su amigo, pero que eso ahora ya no sucedía.

Lo sincero de sus palabras o tal vez el flechazo que ya tenías por el rubio de cicatriz, hizo que te gustara aún más y que cada vez fuera más difícil controlar lo que sentías por él.



..............................................................



Un día, como era de costumbre en tu rutina, te dirigías a tu lugar de estudio junto al rubio, al final del horario escolar, pero tus planes son interrumpidos cuando estabas por llegar, alguien te tomo con fuerza del brazo llevándote a una parte poco transitada de la escuela.

Te tiraron al suelo, donde viste que te rodeaban otros 6 chicos, definitivamente llegarías tarde.

Por otro lado estaba Seishu que ya tenía alrededor de 10 minutos esperándote, sabía que eras una persona muy puntual, por lo que se le hacía raro que no llegaras, comenzando a preocuparlo de que algo te hubiera pasado, sintió un pinchazo en el corazón al considerar esa posibilidad.

Por lo que salió de inmediato para ver si daba con tu paradero, comenzando a caminar y a preguntar a algunos alumnos que salían de sus clubes si te habían visto.

Siguió caminando pasando por la parte trasera de los salones donde alcanzo a escuchar lo quejidos de alguien.

Detuvo su paso en seco, paralizándose por un momento al escuchar los quejidos y maldiciones de alguien, por lo que se adentró a ese pequeño rincón, solo para toparse contigo tendido en el suelo, lleno de tierra, moretones y sangre, tratando de defenderse como podía, o por lo menos de cubrirse de la lluvia de golpes que recibía.

Justo cuando alguien esa por encestarle otro golpe, una mano lo detiene, que es la de Seishu, quien tiene una sombría mirada.

– ¿Qué mierda creen que hacen? –inquiere totalmente enojado.

– ¿Es enserio que lo vas a defender ?– devolvió la pregunta con altanería el que estaba a punto de encestar el golpe.

Seishu mira como tratas de levantarte y no puedes, así que solo suelta el brazo y trata de camina a ti, pero alguien lo sujeta del hombro.

–Si lo defiendes tu terminaras igual.

Seishu gira sobre su propio eje, dándoles una mortífera mirada.

–Inténtenlo.

En menos de 5 minutos Seishu ya había acabado con todos, dejándolos inconscientes en el suelo con unos simples golpes, así como la mayoría de los matones mediocres, no eran tan fuertes como lo aparentaban.

Al culminar de golpearlos, Seishu se acercó a ti, recogió tu mochila colocándosela en el hombreo y te ayudo a levantar, paso uno de tus brazos por de su hombro para darle soporte, mientras que otra de las manos del rubio va a su cintura donde lo sujeta más para evitar que te caigas.

El rubio siente como te tensas cuando coloco su mano en su cintura, lo cual lo pone un poco nervioso al igual que tú.

Juntos se van a la biblioteca para curar sus heridas, todo mientras tú te dejas curar por Seishu en total silencio.

–Debiste dejar que me terminaran de golpear– hablas en medio del silencio. –Ya estoy acostumbrado.

– ¿Por qué dices eso?

–Porque van a decir lo mismo de ti.

Inui se queda callado por un momento tratando de entender lo que decías, mas nada podía llegar a su mente.

–No entiendo de lo que estás hablando, ¿A qué te refieres?

–A que también dirán que te gustan los chicos– hablas firme, sin embargo, no puedes sostenerle la mirada, así que la despegas de él, para llevarla a un punto fijo que no sean sus hermosos orbes celestes.

Inui se sorprende un poco, por lo que abre sus ojos tratando de procesar la información.

– ¿T-tu ere– no termina de formular su intento de oración cuando es interrumpido.

–Por eso nunca dije nada... porque me verías diferente– en tu voz no pudiste evitar que se mostrara decepción.

Por unos segundos quedaron en silencio, mismo que te carcomía por dentro al pensar que tal vez cualquier lazo que tendrías con Seishu se rompió.

–Me importa una mierda eso– irrumpió el silencio que había con sus palabras. –Tú eres mi amigo y que a ti te gusten los hombres no cambia nada.

Aquello provoca que tus comisuras se eleven un poco, dices que gracias y nuevamente quedan en silencio mientras Seishu recoge todo lo que utilizo y tira la basura a donde corresponde.

Inui quiere tratar de alegrarlo, porque siente le necesidad de hacerlo, mas no sabe porque.

–Mira– saca algo de su mochila y te lo muestra. –Los hice yo solo– admite con orgullo y una diminuta sonrisa.

Te los enseña para que los apruebes que estén bien.

Esto te causa una pequeña risa, tomas los papeles y los analizas bajo su ansiosa mirada.

–Muy bien Seishu, haz hecho un muy buen trabajo, estoy orgulloso.

Esto hace sumamente feliz a Seishu, provocando que se le acelere su corazón por tu alago.

–Tu descansa por hoy, tratare de hacerlo yo solo– sugiere sincero.

Tú sin más remedio, aceptas, el cansancio físico que tienes te está consumiendo, entonces terminaste dormido ahí en una silla de la biblioteca, haciéndole compañía.

Eso le trajo recuerdos a Inui, específicamente con Koko, ya que antes era al revés, él se dormía y Koko estudiaba, no obstante, ya no se sentía como si siguiera atrapado en recuerdos del pasado, todo se sentía más cálido.

Al cabo de unos Inui despierta te para que vayan a casa.

–Se me olvido mi liga– comentas mientras caminan a casa.

Tocas uno de tus mechones azabaches midiendo el largo.

–Tal vez debería cortarlo, esta largo–

–Así te vez bien– comenta Inui mientras te ve. –Me gusta cómo te ves.

Tú te sonrojas por el alago indirecto.

–Tengo algo para ti– anuncia el rubio mientras hurga en su mochila en busca de algo.

Te extiende algo y tú lo tomas, en tus manos esta una liga muy bonita de color amarillo, asimilando al color de tus orbes.

–Tómalo como un agradecimiento por todo en lo que me has ayudado.

Le das una de tus más brillantes sonrisas mientras musitas un "Gracias".

Caminan a la estación de trenes, donde se suben juntos en espera a su destino, por el cansancio tú te quedas dormido e inconscientemente recargas tu cabeza en el hombro de Seishu, este voltea al sentir un peso extra en su hombro, encontrándote plácidamente dormido.

Ve tus pestañas, como tu cabello azabache cae por tu rostro tapando un poco la vista que él quería apreciar, lleva una de sus falanges a tus mechones de pelo, para colocarlos detrás de tu oreja, despejando tu rostro.

Por un momento su vista viaja a tus labios, lo cuales se encontraban entre abiertos, respirando pacíficamente, después su vista va a una de tus manos, donde duda, pero la toma, entrelazando sus dedos con los tuyos.

Siguiendo lo que quedaba del viaje con sus manos unidas, hasta que al estar por llegar, deshizo su agarre y te despertó.



..............................................................



Pasaron unos días, en donde estaban inusualmente juntos, no te querías hacer esperanzas, sabias que él no era un "bicho raro" como aclamaban muchos, mas no ayudaba el hecho de que siempre estaban juntos.

En los descansos entre clase él te buscaba, en el receso, al final del día cuando estudiaban.

Fue maravilloso el proceso de Seishu, aprendía demasiado rápido, por lo que sus arduas tardes de estudio y recuperación dieron frutos de inmediato.

Actualmente ya no estaba tan atrasado por lo que estaban algo relajados al respecto, además que ese día era uno de esos en los que decidías darle un descanso a su mente y a la tuya, por lo que él estaba leyendo un libro que encontró interesante, mientras tu terminabas una tarea de química que posteriormente le explicarías.

Das un profundo suspiro mientras te estiras en tu silla, provocando que algunos de tus huesos y músculos se relajen, esto no pareció inmutar a Seishu que seguía inmerso en su lectura.

Volteas en su dirección, analizando su perfil, su quijada bien marcada, su cabello rubio, que también se encontraba largo, su cicatriz, aquella marca que a él lo hacía sentir inseguro pero que a ti te encantaba, su nariz fina y algo respingada, para terminar en sus labios, eran delgados pero podrías jurar que eran demasiado suaves.

Seishu siente tu mirada, por lo que la despega del libro para encontrarte a ti, con una suave mirada y una pequeña sonrisa en tus labios.

El de igual manera se perdió observándote, queriendo grabarse cada parte de ti en su memoria, tu cabello azabache, negro como la noche, tus cejas bien definidas, tu mandíbula marcada, tu nariz respingada, pero sobre todo tus hermosos orbes miel, tan claros y bellos que podría perderse en ellos y no le interesaría nunca encontrar una salida.

Su mirada de ambos viaja a los labios ajenos, después a sus orbes, donde él se pierde en el miel de tus ojos y tú en sus orbes celestes, inconscientemente van acercando sus rostros.

–Yuki.

–Seishu.

Susurran sus nombres sobre sus labios.

Y sin más decidiste unirlos, por un instante los dejan pegados, tratando de tatuar en su memoria la sensación tan placentera y satisfactoria de los labios ajenos, para después despegarlos y comenzar a danzar.

Ambos tienen los ojos cerrados, una explosión de emociones estalla en tu interior, no obstante, es interrumpida ante la sensación de vacío que tienes en tus labios.

Abres los ojos topándote con Seishu mirándote, solo en ese instante te diste cuenta de lo que hiciste, habías rebasado los límites que tú mismo te estableciste.

–Mierda, y-yo amm– el nervio y temor se apodero de tu cuerpo, por lo que te despegaste de él. –Y-yo ugh mierda, amm carajo– entre tartamudeos trataste de excusar que te ibas mientras recogías apresuradamente tus cosas.

–Yuki, espera.

Seishu trataba de detenerte pero no pudo, cuando termino de reaccionar del beso que pareció dejarlo adormecido, tú ya te habías ido.

Decidido a no dejarte ir, también junto sus cosas rápido y salió a por ti.

Porque solo ahora que lo besaste, se dio cuenta que ese sentir que tanto lo consternaba por no poder darle nombre era amor, le gustabas y no te quería perder, cuando aún no eran nada.

Corrió tras de ti, encontrándote a unas cuadras caminando apresurado, llevando el dorso de tu mano a tu rostro en busca de limpiar las lágrimas que salía con fervor de tus orbes miel.

Apresuro su paso y te detuvo, se quedó callado unos instantes, solo para recuperar el aliento, mientras que tu seguías llorando, llevaste tu otro brazo disponible a tu rostro tratando de ocultar el llanto que tenías.

–Y-yo lo s-siento– tragas duro saliva. –No quería hacerlo.

– ¿De verdad lo lamentas? – inquiere serio.

–Me odio por como el universo me hizo.

Tenías miedo, porque por fin tenías a alguien que podrías considerar un amigo, pero lo arruinaste por ser como eres, no sabías como seria la reacción completa de Seishu, preferirías que te golpeara hasta dejarte inconsciente a recibir sus hirientes palabras donde solo expresaría la repulsión que siente hacia a ti.

Sin embargo lo que obtuviste fue todo lo contrario.

La mano que sostenía tu brazo viajo con delicadeza hasta tu mano, donde con sumo cuidado entrelazo sus falanges, afirmo su agarre con tu temblorosa mano, su otro brazo paso por detrás de tu espalda acercándote a él, donde te envolvió en un a brazo y escondió su cabeza en el arco de tu cuello.

–No digas eso, porque yo no lo lamento y definitivamente no me arrepiento de lo que paso.

Se alejó un poco y aun con sus manos entrelazadas empezó a hablar.

Me tienes tan atrapado... que apenas puedo respirar– musita mientras limpia una lágrima que aún sigue corriendo por tu mejilla. –Y todo lo que quiero hacer es caer en lo más profundo.

–Estamos cerca, pero no lo suficientemente cerca, no hasta que crucemos la línea – mira sus manos entrelazadas y fija su mirada ahí.

Seishu afianza su agarre mientras tú estas expectante a sus palabras

– ¿Esto va a suceder? He estado esperando a que hagas un movimiento, antes de yo hacer uno– te mira a los ojos decidido, sin una pizca de titubeo en sus palabras.

–Esto podría llevar tiempo, he cometido muchos errores, pero sé que esto está bien.

Lo miras totalmente conmocionado por sus palabras, porque ni en el más loco de sueños te podrías haber imaginado que alguna vez alguien podría corresponder a tus sentimientos.

–Dime, porque no puedo esperar más, estoy al límite sin control y necesito saber.

Da un pequeño paso a ti, quedando más juntos, donde un sonrojo se plasma en sus mejillas como en las tuyas.

–Tal vez sea un poco peligroso, pero eso es lo que quiero– menciona como una sonrisa en su rostro.

–Un poco menos de conversación y un poco más de besarnos.

–Tenemos a todos observándonos, entonces mantengámoslo en secreto – dice al saber lo inseguro que puedes llegar a ser.

Un poco escandaloso, pero, cariño, no dejes que lo vean.

Porque estoy tan enamorado de ti– termina de hablar dándote una suave mirada.

Posteriormente la mano con la que te atrajo, la llevo a tus labios, para que su pulgar delineara el contorno de estos, tú levaste tu otra mano a su mejilla, acunándola con delicadeza, el tomo tu mano y la llevo a su boca en donde dejo un tierno beso.

Dejaste una mano en su mejilla, el deshizo su agarre y llevo su mano contraria a tu mejilla de igual manera acunándola.

El atardecer en tonos naranjas los incitaba y les daba el aura necesaria para dar el siguiente paso.

Por lo que, sin temor alguno, se acercaron, hasta que sus respiraciones chocaron, se unieron nuevamente, ante cualquiera que pasara.

Se besaron, lenta y suavemente, como si el tiempo les perteneciera.

Solo el atardecer era testigo de su amor, amor que no te hace daño a nadie y que era más puro que nada.

Se despegaron cuando el oxígeno en sus pulmones se acabó, se observaron a los ojos, no creyendo que lo que estaban viviendo era verdad, que habían encontrado a alguien incondicional en su vida.

Seishu dejo un beso en tu frente y volvió a entrelazar sus manos.

–Vamos a casa– a lo que asentiste entusiasmado.

No había necesidad de palabras para saber que ahora son más que amigos, eran pareja, eran novios, ustedes contra todos y todo.

Eramos amigos.

Pero de vez en cuando, se nos aceleraba el corazón...

4567 palabras.



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N/A:

Estaba muy emocionada por este OS pero no me termino de convencer el resultado: (

Ojala a ustedes las guste más que a mí.

Quiero decirles dos cositas:

Muchas gracias por todo el apoyo que estado recibiendo últimamente, estoy sumamente agradecida, me alegra de que les guste mi contenido<3

Y segundo quiero desearles felices fiestas, ojala descanses y las disfruten, gracias por estar conmigo desde septiembre, lqm

Nos seguimos leyendo el año entrante, besitos.

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