BAJI KEISUKE | Right Here


Right Here – Chase Atlantic

Tw: Mención de agresión física.


La preparatoria para todo adolescente, era un sueño, la mejor etapa de sus vidas, donde se crearían anécdotas que recordarían cuando fueran adultos.

En cierta parte tu vida si era así, eras amable con cada persona que conocieras, no importaba si no las conocías, era tu naturaleza ser de esa manera, tenías buenas calificaciones, casi perfectas, símbolo de la excelencia en el instituto, muchas veces te matabas estudiando para algunas materias, mientras que en otras solo se te daban, para al final obtener resultados satisfactorios.

Eras querida por todos los que conocías y los que no te tenían en un buen concepto, que era amable.

Además de esto, estabas en el equipo de porristas, siendo tú la mejor de este, te encantaba bailar, así que decidiste unirte cuando entraste a esa escuela, sobresaliendo rápidamente por ello.

Tu instituto era prestigioso, no cualquiera podría entrar en él, era una escuela al estilo americano, donde se formarían los próximos líderes del futuro de las familias más prestigiosas de Japón.

Físicamente, eras lo que muchos podrían considerar perfecta, tenías una estatura promedio, cabello azabache que te llegaba un poco más debajo de los hombros, unas preciosas joyas esmeralda que se admiraban en tus orbes, una figura algo tonificada gracias al deporte que practicabas.

Aun así tenías buenos atributos con los que muchos adolescentes fantaseaban.

Tenías una reputación bien hecha, donde no cabía duda de que fueras capaz de romper un plato. De alguna forma, era verdad, tu naturaleza era calmada, tratabas de no provocar o buscar problemas, siempre te mantenías al margen de todo.

Lo que muchos no sabían, era que lo hacías por cobarde.

La realidad de tu vida era una total mierda. Toda la fachada que creaste fue para un fin, de no levantar sospechas y porque así te lo pidieron.

Tu familia poseía empresas exitosas, siendo de dinero incluso antes de que tú nacieras. Eran tu padre, tu madre y tú en un principio, después solo quedaron tu padre y tú, ¿La razón?, tu progenitora se dio cuenta de la verdadera cara de tu padre.

Era un hombre estricto, correcto, que le importaban demasiado las apariencias, el que dirán y el dinero, tenía gran ambición, misma que lo hizo llegar a donde esta ahora.

Pero gracias a su gran régimen, que el mismo se establecía, lo convirtió en un hombre abusador y agresivo, tanto contigo como con su esposa.

Desde que tienes memoria, los golpes, gritos, llantos han existido en tu casa, creciste pensando que era normal ese tipo de comportamiento, hasta que ya no.

Los insultos y golpes los recibías a diario, como tu progenitora, hasta que un día ya no aguanto más y se fue de la casa, dejándote atrás, a tu suerte.

Se podría decir, que desde ese día, los abusos que recibas disminuyeron, ahora solo eran ocasionales y no eran pan de cada día, mas no eran excusa ni justificación.

Recibiste una crianza demasiado estricta para tu corta edad, donde te enseñaron que las apariencias son todo. Creciste sin carecer de nada, absolutamente nada, solo amor de familia.

Los años pasaron y aquella niña que lloraba a diario por no tener una mamá y una infancia con violencia, creció y se convirtió en una bella adolescente.

Ahí fue cuando tú padre, aun en su ambición, quiso aprovecharse de eso. Uno de sus más grandes socios, tenía un hijo de tu misma edad, que lo conocías desde siempre, pero nunca fueron amigos, en cierta forma los "emparejaron" para así poder unir sus empresas y formar un imperio.

En esos momentos, empezaste a creer que el abandono y la violencia te perseguirían por toda tu vida, ese individuo que se proclamaba ser tu novio, era una copia de tu padre, igual de abusivo y violento.

Aunque desgraciadamente, él era el estereotipo perfecto de un chico de preparatoria, siendo el capitán del equipo de futbol americano, tú la porrista, hacían el cliché perfecto de novios adolescentes.

Lo bueno fue que tu martirio no duro demasiado, él se consiguió a otra chica, a la que aparentemente trataba bien, poco te importaba si era cierto o no, ahora tenías una preocupación menos en tu vida.

Ya lo habías mencionado, los abusos físicos de parte de tu progenitor no eran nada raros, aunque si volvieron menos comunes, se volvían más fuertes.

Llegando a veces en donde tenías que levantarte en la madrugada para ponerte kilos de maquillaje encima, tratando de que no se notaran los hematomas morados, rojos y verdes.



..............................................................



Estabas a final del día caminando a la salid de la institución, platicabas con algunas compañeras de la presentación que tendrían al día siguiente en la tarde.

Cuando están en la calle afuera de la institución, ven mucha gente junta, como si sucediera algo se acercaron un poco para ver lo lograban divisar algo.

Se abre un hueco en donde pueden escabullirse y ver lo que sucede, ahí es cuando ven a cuatro chicos.

Un muy alto con un tatuaje de dragón en el lateral de su cabeza, un rubio que estaba comiendo dorayakis, otro rubio de ojos cían y por último, el que más llamaba la atención, un pelinegro de largo cabello y pronunciadas cejas y colmillos.

Tenían a alguien de tu escuela tendido en el suelo, lo estaban golpeando por una razón que desconocías. El pelinegro propinaba fuertes y constantes golpes hasta que el más alto lo detuvo, el más bajo de todos se acercó y le dijo algo al chico que estaba en el suelo y después todos se disiparon.

Antes de que todos se fueran, Baji te miro, le sorprendió como mirabas la sangrienta escena como si nada, no como las demás chicas que miraban entre asustadas y asqueadas.

Tú y el cruzaron miradas por unos cortos segundos, analizando los orbes ajenos, el veía tus ojos esmeralda con curiosidad, mientras que tu mirabas los suyos avellana que a pesar de su brusca personalidad y apariencia, transmitían calma.

Giras sobre tu eje para alejarte y esperar a que el chofer de tu padre te recogiera.

-Vámonos, ya no tenemos nada que hacer aquí- dijo Mikey a Draken, Chifuyu y Baji.

El ultimo mencionado, comienza a caminar en automático a tu dirección sin idea de lo que hará.

-Baji-san a donde va- llama Chifuyu al ver como se alejaba repentinamente, los demás también oye las voces de sus otros amigos llamándolo, pero hace caso omiso a ello.

Tu figura perfectamente erguida y derecha, siendo tan femenina y misteriosa a la vez lo atrae.

La intuición de Baji nunca falla, sabía que en ti podría encontrar algo hermoso, no tenía idea de que era, sin embargo, sabía que así seria, además de que nunca le habían interesado románticamente las chicas.

Nunca había estado en una relación, a pesar de ser popular entre las femeninas.

Llego a tu lado sin darse cuenta de que no preparo nada para decirte, nuevamente su cuerpo actuó antes de que pudiera pensar.

Sentiste una presencia en tu lado izquierdo, giraste la parte superior de tu torso, topándote con el pelinegro que se veía algo nervioso.

-¿Te puedo ayudar en algo?- cuestionaste mientras girabas por completo tu cuerpo en si dirección.

Tu voz hizo un corto circuito en su cerebro, dejándolo congelado unos microsegundos, los mismos que sirvieron para comprobar que efectivamente, ese sentir, significaba que le gustabas.

-¿Te encuentras bien?- volviste a cuestionar al ver que no respondía.

Baji despejo su mente, en busca de decir dos palabras, Sí, era lo que quería decir, no obstante, de sus labios salió otra cosa.

-¿Te gustan los gatos?- esa interrogante, de la nada y fuera de contexto, te descoloco demasiado.

De fondo se escuchaban las carcajadas escandalosas de Mikey, mientras que Chifuyu y Draken trataban de contenerlas tapándose la boca. Aquello hizo que el pelinegro se sonrojara por la vergüenza y la estupidez que dijo.

Estaba a nada de irse y evitar tu rechazo, cuando escucho una dulce risa que lo detuvo. Te encontrabas riéndote por lo bajo mientras cubrías tu boca con el dorso de tu mano.

Cuando retomaste la compostura, acomodaste un mechón de tu cabello detrás de tu oreja, dándole una magistral imagen al hombre frente a ti.

-¿Cómo te llamas?- cuestionaste en una sonrisa.

-Baji Keisuke- respondió rascándose la nuca por la vergüenza y para evitar tu brillante sonrisa que lo hacía sonreír inconscientemente.

-Mucho gusto Baji- soltaste en una pequeña risa. –Y sí, me gustan los gatos- el rio bajo por lo que acabas de decir.

-¿Cómo te llamas tú?- ahora el que inquiere es el.

-Porque debería de darte mi nombre, no te conozco- expresas juguetona.

-Te quiero conocer, sin tu nombre como lo haré- contesta de igual forma.

-Buen punto- vuelves a acomodar un mechón de tu cabello azabache en un tic nervioso. –Usagi Nishida-

-Bonito nombre- da un leve alago.

-Gracias- contestas con leve rubor en tus mejillas.

-T-tú crees que podríamos salir un día- sugiere armándose de valor que ni él sabe cómo lo hizo.

-No lo sé- te balanceas un poco actuando inocente. –Tendría que conocerte mejor-

-Pues para eso son las citas- pronuncio con obviedad, más al instante en el que hablo se arrepintió completamente.

Te asombro que el fuera tan directo, no sabías si fue porque así es o porque su torpeza lo impulso a hacerlo. El que usara la palabra "cita", eran palabras mayores, y él lo sabía, porque se sonrojo al instante como se puso nervioso.

-N-no qu-eria decir e-eso- artículo en un tartamudeo, tratando de justificarse.

-¿Quieres tener una cita conmigo?- inquieres con mofa en tu voz.

-Sí, algo así- sueltas una leve risa y volteas al otro extremo de la calle, donde divisas que ya viene el auto de tu padre.

-Ven aquí mañana- hablas repentinamente, pero captando su completa atención. –A las 6 de la tarde, en la cancha de futbol, ahí podremos platicar todo lo que quieras-

Él te muestra una sonrisa donde salen a relucir sus colmillos, lleno de satisfacción.

-Trato-

-Trato- dices lo mismo, cerrando el acuerdo verbalmente. –Te veo mañana- anuncias mientras giras sobre tu eje comenzando a alejarte de él, en camino al auto que ya estacionado en tu espera.

-¿Puedo llevar a mis amigos?- pregunta en un leve grito.

-¡No hay problema!- abres la puerta del automóvil y das una mirada rápida divisándolo a el encima de su motocicleta, das un leve adiós con la mano a lo que el corresponde.

Entras al vehículo con una sonrisa boba.

-¿Todo bien señorita?- pregunta el chofer que empezó a conducir con calma.

-Sí, todo bien señor Mori- informas animada.

-Le creeré señorita- menciona en una risa.

Los empleados de tu padre, ya fueran cocineros, empleados domésticos, choferes, te querían demasiado, te conocían desde que eras una bebé, sabían por lo que has pasado, por lo que verte feliz, los hacia felices.



..............................................................



Llego la tarde del día siguiente, tú ya te encontrabas en el lugar acordado con anticipación, estabas algo nerviosa del saber si el pelinegro si llegaría.

Keisuke llego aproximadamente unos 15 minutos después de la hora citada, quería llegar por primera vez temprano a un lugar, siendo 30 minutos antes, sin embargo, sus amigos lo entretuvieron para que no se viera tan desesperado.

Una vez llego a la cancha junto a sus amigos, se sentaron en las gradas, en la parte central donde podía ver todo perfectamente. Solo estando ahí se dio cuenta de que se trataba de un partido de futbol americano y este estaba a punto de terminar.

Analizo su entorno, en busca de tu, mas no encontró nada, dudaba que estuvieras en la cancha, tampoco estabas en las gradas, tal vez se te hizo tarde, tal vez te seguías arreglando o cualquier cosa que hicieran la mujeres, su mamá le había dicho eso, tenía que ser verdad.

De la nada unas chicas en uniforme de porristas se levantaron de donde estaban sentadas, posicionándose en el espacio que separaba la cancha de las gradas cercadas. Todas ocuparon una posición, se veía que lo habían practicado, Baji vio que todas tenían el mismo uniforme, que constaba de una diminuta falda negra con una franja turquesa y blanco, que apenas dejaba algo a la imaginación, pero debajo de ella se notaba que tenían unos shorts.

Una blusa corta de mangas largas con los mismos colores pero en el pecho tenía un símbolo que asumía era el emblema de la escuela y por ultimo todas portaban unos brillantes pompones en sus manos.

Keisuke y sus amigos comenzaban a aburrirse, sin embargo, en eso, música comenzó a resonar en toda la cancha.

Pon de Replay de Rihanna sonaba en aquel lugar, las chicas que estaban de espaldas al público, comenzaron a bailar, meneando sus caderas al son de la música, de una manera algo inapropiada para estar en preparatoria, pero poco les importaba eso a Baji, sus amigos y los demás presentes.

El miraba con atención, pero sin morbo alguno a las femeninas bailando, que al beat de la música se voltearon, dejando ver sus rostros, solo entonces te vio.

Tu persona estando en medio de todas, siendo el centro del universo para él.

Una vez que encontraste la mirada de Baji, que ya lo habías ubicado desde que llego, no la despegaste ni un segundo de él.

Te movías coordinadamente, tanto tus brazos como tus piernas sin dejarlo de ver en una sonrisa. Vaya que lo sorprendiste al verte siendo una porrista, muy hermosa y la mejor de todas, se esperaba otra cosa de ti, pero solo hizo que le gustaras aún más.

A la mitad de la canción, cambiaron de formación, dando paso a unos chicos que igual estaban en uniforme solo que adaptado a hombres, se pusieron en el centro, Baji no los había notado su hasta que hicieron acto de presencia.

Lo tenías ensimismado con tu baile que no se podía ni quería concentrarse en algo más.

Se confundió cuando te acercaste a las chicos detrás de ti, acto siguiente, tomaste a un chico con cada brazo por la parte de sus hombros, subiste una de tus piernas que el hombre de la derecha se encargó de sostener.

Un tercer individuo se encontraba detrás de ti, sosteniendo tu cintura y sin más, al ritmo de la música, te lanzaron con gran fuerza en el aire, alzándote unos metros, en donde tú con gracia giraste, dejando sin palabras a Keisuke. Caíste en brazos de tus compañeros, quienes solo les tomo unos segundos tanto a ellos como a ti para estar listos para la siguiente acrobacia.

En esos momentos no podías ver a Baji, mas estabas segura que estaba mirando, como un niño pequeño viendo un dulce, con asombro.

Nuevamente los hombres que servían de base, te alzaron en el aire, quedando parada sobre sus manos, pero cuando subiste diste un pequeño giro sobre tu eje, haciendo todo con gran seguridad y entusiasmo.

Una vez arriba viste a Baji quien te miraba en una brillante sonrisa donde solo podías ver sinceridad en ella, nada de falsedad, a la que ya estabas acostumbrada.

Para bajar, te dieron un pequeño empujón donde tu hiciste un Split en el aire, la gravedad hizo su efecto y volviste a caer en los brazos de tus compañeros.

Con la euforia del momento, comenzaste a cantar en alto una parte de la canción conforme retomabas la coreografía.

-Okay, everybody get down if you feel me

Put your hands up to the ceiling

Okay, everybody get down if you feel me

Put your hands up to the ceiling-

Cantabas con entusiasmo viendo a Keisuke, quien no se podría creer lo habilidosa, bella, inteligente y brillante que eras.

La canción culmino, como tu presentación, quedando lo que restaba del partido libre. Recuperaste un poco el aliento limpiando tu sudor antes de ir en dirección a Baji a verlo.

Comenzaste a caminar por las gradas en dirección a él. Veías a lo lejos como él hablaba con sus amigos y como estos le hacían burla, no notaron tu presencia hasta que hablaste saludando.

-Hola-

Nuevamente su cerebro dejo de funcionar al verte y tenerte cerca, se quedó embobado viéndote.

Ahí noto tu peinado que estaba en una media coleta con unos pequeños mechones enfrente, un moño grande y brillante decoraba tu cabello, una sutil sombra en tus parpados pero un pronunciado y perfecto delineado negro adornaba tus orbes esmeralda.

Te analizo de la cabeza a los pies, llegando a tus tenis pulcramente limpios color blanco.

El chico del dragón le dio un empujón a Baji para que reaccionara y solo así lo hizo, parándose de golpe espantándote un poco por la espontaneidad.

-Hola- finalmente correspondió el saludo. –Te ves bien- alago sincero y conciso.

-Gracias- mencionaste mientras te encogías en tu lugar debido a la mirada de todos sus amigos.

-Oh este... ellos son mis amigos- procediendo a presentar a cada uno.

El chico del dorayaki se llamaba Mikey, el del dragón Draken, el rubio de ojos cian Chifuyu y por ultimo un pelilila, Mitsuya que no habías visto el día anterior.

A pesar de sus rudas apariencias, eran muy agradables, sonreíste sincera al saber que solo tal vez si existen los amigos sinceros y verdaderos.

Se despidieron de ellos y se fueron a caminar por ahí.

-Así que... ¿Eres porrista?- indago una vez que estuvieron solos.

-Sí- contestaste en una risa.

-Me sorprendiste-

-Esa era la intención- replicaste con diversión.

Baji empezó a hablar de que él nunca podría concentrarse en dos cosas a la vez, le asombro ver como volabas por el aire, colmándote de preguntas sobre cómo lo hacías, si te ejercitabas, tenías miedo al hacerlo, que pensabas mientras estas arriba, un sinfín de preguntas que respondiste gustosa a cada una de ellas.

Después hablaron de él, le preguntaste de sus amigos, te conto que los conocía desde hace algunos años, excluyendo a Mikey que ha sido su amigo desde la infancia, que juntos crearon una pandilla llamada Tokyo Manji, que era el capitán de la primera división de ella, además que estaba totalmente orgulloso de su puesto.

Tu solo podías escuchar atentamente sus palabras, se te hacia interesante como dos personas de dos mundos totalmente distintos, pudieran coincidir al conocerse y más llevarse bien.

Terminaron hablando en el estacionamiento del instituto, tu sentada en su motocicleta con su chaqueta encima porque te dio frio, y el estando frente a ti parado, debido a que se reusaba a sentarse a tu lado, pensando que te incomodaría, más lo único que querías comprobar era si su calor corporal que emanaba no se sentía ajeno como a todas las personas que conocías.

Si así era, no te molestarías en tener a más personas falsas en tu vida, pero si no, tal vez y solo tal vez lo dejarías entrar en ella.

Esa tarde-noche hablaron en aquel estacionamiento de millones de cosas, de su comida favorita, color favorito, pasatiempo, amigos, escuela, etc.

Te hablo de lo maravillosa que es su madre, que siempre han sido él y ella, pero que nunca le ha faltado nada, que la ama demasiado a pesar de que a veces le da miedo cuando se enoja.

El que él se expresara de esa manera de su mamá, causo nostalgia en ti, sentimiento que se reflejó en tu rostro, quisieras hablar de la misma manera de tus padres, aunque quisieras, no podrías hacerlo, porque nunca conociste ese sentimiento fraternal.

-¿Qué hay de ti? De tus padres- pregunto con normalidad, no obstante, ese tema resultaba algo incómodo para ti.

-Vivo con mi padre, mis padres se divorciaron cuando yo era pequeña... conozco a mi madre, solo que no hablo con ella- si era posible querías evitar a toda costa el tema.

Nuevamente la intuición de Baji salió a relucir, por el cómo te expresaste de ellos a secas, y la sutil cara de desagrado que inconscientemente pusiste, asumió que no tenías buena relación con ellos.

Para ese entonces ya eran las 10:48 de la noche, no se dieron cuenta de en qué momento paso el tiempo, los amigos de Baji se fueron alrededor de 20 minutos cuando ustedes dos se alejaron, los vieron a la distancia platicando como si se conocieran de toda la vida, así que decidieron lo molestarlos y simplemente dejaron el lugar.

En eso recibiste una llamada de tu chofer.

-Disculpa tengo que contestar- a lo que él dijo "adelante".

-¿Si señor Mori?-

-¿Esta bien señorita?- sonó preocupado el hombre mayor. –No me ha llamado para ir a recogerla-

-Estoy bien señor Mori, no debe preocuparse demasiado-

-Tengo que señorita- es el deber de mi padre, pensaste.

-¿Y mi padre?- interrogaste esperando que no estuviera en casa.

-No se encuentra en señor Nishida, salió de viaje y regresara en 3 días- informo completo el señor.

Baji, por el silencio que había, no podría evitar escuchar absolutamente todo, a pesar de que la llamada no se encontraba en alta voz.

El pelinegro hizo señas tratando de llamar tu atención, cuando la obtuvo, susurro por lo bajo.

-Yo te puedo llevar si quieres- soltaste una leve risa y asentiste.

-Tengo alguien que me lleve a casa señor Mori-

-¿Ese alguien es confiable?- el señor asumió que era el pelinegro, del cual, ya le habías contado.

-Sí- afirmaste con seguridad.

-Bien, mucho cuidado, la espero a las 11 señorita-

-De acuerdo- y colgaste, dando finalizada la llamada.

-¿Alguna vez te has subido a una motocicleta?- cuestiono Baji.

-Nop, nunca- dijiste mientras te bajabas de esta.

-Entonces agradezco ser el primero- del asiento saco el casco que nunca se ponía, pero esta vez te lo coloco a tú con suma delicadeza, asegurándose que estuviera bien puesto.

Se alejó un poco y soltó una pequeña risa con burla, te veías chistosa con una chaqueta más grande y ruda para tu femenino vestuario, además del casco que te quedaba algo grande.

-No te burles- comentaste por la forma en la que te miraba.

-Te ves adorable- admitiendo provocando un sonrojo en ti.

Keisuke se subió a la motocicleta palmeando el asiento de atrás para que te subieras, estabas algo nerviosa, pero la confianza que él te inspiraba, te decía que no tenías nada que temer.

Subiste a la moto, el tomo tus manos poniéndolas alrededor de su abdomen.

-Sujétate fuerte- pidió para tu seguridad, a lo que asentiste.

Después, encendió el motor preguntando la dirección de tu hogar, el cual no quedaba tan lejos, sin embargo, Keisuke, deliberadamente estaba armando una ruta para demorar más en el camino.

Dejo que el motor se calentara un poco y empezó a andar la moto.

Comenzó a avanzar por las pocas transitadas calles de Shibuya con velocidad, haciendo que sus cabellos se movieron en el viento.

Durante el camino te preguntaba si estabas bien a lo que le decías que sí.

Hace mucho que no sentías tanta paz, cerraste tus ojos sintiendo como el aire frio chocaba con tu rostro, para después recargar tu cabeza en la ancha espalda de Keisuke.

Esa acción tuya lo hizo sonreír y siguió avanzando.

Al cabo de unos minutos llegaron a tu gran casa, en un vario acaudalado bajaste de la moto ofreciéndole el casco.

-Gracias por traerme- expresarte mientras te acomodabas tu cabello alborotado.

-No es nada-

-Dame tu celular- el confundido por tu demanda, te lo proporciono, te metiste en los contactos registrando tu nombre y número guardándolo.

Le regresaste su celular en donde vio lo que hiciste.

-Cuando quieras salir, mándame un mensaje- manifestaste en una suave sonrisa.

-Lo hare- garantiza completamente seguro.

-Eso espero- se miraron unos segundos en silencio, mismo que tú interrumpiste después. –Me divertí hoy-

-Yo también- afirma en una sonrisa boba.

De nuevo quedaron en silencio, silencio para nada incomodo, simplemente era que no se querían despedir, pero sabían que se seguirían viendo.

-Tengo que entrar- añadiste con pena.

-Si está bien, yo también me tengo que ir-

En un movimiento algo atrevido, te acercaste a él y depositaste un beso en su mejilla para después meterte rápidamente a tu hogar.

Dejaste paralizado al pobre Baji, para después se plasmara una estúpida sonrisa enamorada en su rostro. Se dirigió a casa, en donde sabía que lo esperaba un regaño de su madre por llegar tarde, no obstante, en su perspectiva, valió totalmente la pena.



..............................................................



Al día siguiente, era día escolar, durante una de tus clases, ya al final de esta, te llego un mensaje, disimuladamente sacaste tu teléfono viendo que era de un número desconocido.

Número Desconocido

¿Nos vemos a la salida de tu escuela?

¿Eres Baji?

Sí.

Baji Keisuke<3

Espera afuera, ya estoy por salir.

Ya estoy aquí.

Reíste mentalmente ante lo que leíste.

Nos vemos en unos minutos.

Sin más guardaste el aparato.

Al momento del timbre, guardaste rápidamente tus cosas y saliste disparada, cosa que le extraño a tus compañeros.

Ya en el portón lo buscaste con la mirada, topándote con él, en su uniforme escolar y su cabello suelto, recargado en un árbol.

-Hola- saludase mientras te acercabas a él.

-Hola, ¿Cómo te fue?-

-Mm supongo que normal ¿Y tú?-

-Aburrido- soltó en un leve gruñido. –No me podía concentrar- a lo que ambos rieron.

Te comenzó a contar otra cosa, mas no podías prestar atención, en ese instante fue como si la voz de Keisuke se apagara y diera paso a muchos murmullos de las demás personas, además de que los observaban demasiado poniéndote nerviosa.

Baji noto que no le estabas poniendo atención y que volteabas a mirar a tu alrededor sin cesar, dio una mirada topándose con demasiadas personas murmurando entre ellas. Se escuchaba de todo, que si enserio estabas saliendo con alguien, que si salías con un pandillero, que los vieron en el partido muy juntos, que eras una zorra por estar con alguien como él.

Infinidad de estupideces que lo hicieron enojar, dando fuertes miradas a todos para que se callaran, no quería armar un alboroto en tu escuela.

Posteriormente su atención se fue a ti, apretabas fuertemente las correas de tu mochila, totalmente nerviosa. Tomo tu bolso quitándolo de tus manos para ponérselo en el hombro, después tomo tu mano y empezó a alejarse de ese tumulto de gente.

Solo te dejaste llevar, ya estado algo lejos detuviste tu paso haciendo que el hiciera lo mismo.

-¿Estas bien?-

-Sí- afirmaste, cuando claramente no lo estabas.

Era algo que tenían en común, ocultar sus verdaderas emociones, una virtud como defecto.

-Solo son muy insoportables- llevaste tus manos a tu cabeza buscando alivio, mas solo restregaste tu cabello por el estrés. –Me pone nerviosa que te miren demasiado más si dicen tantas estupideces-

Él no sabía que decir, pero se notaba que tenías muchos sentimientos encontrados, así como una batalla mental, que opto por jalarte a él y darte un abrazo.

Tu cabeza toco su pecho, sorprendiéndote de su actuar, pero era lo único que necesitabas, con algo de temblor y duda, llevaste tu brazos para terminar de envolverse.

-Yo estoy aquí, todo está bien-

Al cabo de unos minutos se separaron y continuaron hablando, hasta que llego el chofer que siempre te recogía.

Te despegaste del lado de Baji para abrir la puerta del vehículo, este pensó que ahí se despedirían y se verían otro día pero no.

-Vamos a mi casa, te invito- propusiste a lo que algo apenado acepto subiéndose ambos en la parte trasera.

-Buenas tardes señorita, joven- saludo cordialmente antes de comenzar a avanzar.

En ciertas ocasiones, el hombre mayor daba miradas por el retrovisor para asegurarse que todo estaba bien, pero solo encontraba a ambos sonriendo y platicando amenamente.

Llegaron a tu casa, que ya conocía la fachada, mas no por dentro.

Pasaron adentro de tu hogar, dándose cuenta que se veía aún más grande por dentro, con diferentes cosas que desconocía su nombre pero se veían lujosas.

Lo dirigiste a tu habitación, pero la voz de la ama de llaves los detuvo en la mitad de las escaleras.

-Señorita Usagi- llamo una mujer mayor, que te hizo pegar un brinco por el tono de su voz, le hizo recordar a Baji cuando su madre lo regañaba. -¿A dónde van?-

-A mi habitación señora Ueno- la mujer analizo a Baji con detenimiento, poniéndolo algo nervioso.

-¿Cómo se llama nuestra invitado?- cuestiono educada.

-Baji Keisuke- respondió el mencionado.

En eso la señora muestra una sonrisa burlona que ya sabias lo que significaba.

-Así que él es el tal Baji- articula con mofa.

Tomaste rápido la mano de Keisuke para seguir caminando rápido antes de que te avergonzaran.

-Disculpa por eso- admitiste una vez en tu habitación. –Ponte cómodo- y con toda confianza se sentó en tu cama observando tu cuarto.

No era como se lo imagino, porque si, con un día de conocerte se había imaginado innumerables escenarios contigo.

Las paredes eran un pulcro blanco, tu habitación era bastante grande, un closet gigantesco, y otra puerta que asumió era el baño imaginando que era igual amplio, en las paredes tenías varios reconocimientos enmarcados, algunas fotos tanto polaroid como enmarcadas y algún poster de una banda favorita tuya.

Tenías un tocador con un vasto espejo, encima de este tenías varios perfumes, cremas y una vela perfectamente organizado, la cama era amplia, cómoda y suave con una montaña de almohadas y dos mesas de noche a cada lado de esta, donde tenías unos libros, mangas regados, unos audífonos, una lámpara y una botella de agua.

Una ventana decoraba una de las cuatro paredes, que daba vista a la calle y a un lado de esta estaba tu escritorio, donde habían lápices, bolígrafos y marcadores, además de una foto donde se podían ver a tres personas, dos adultas y una niña pequeña, pensó que era tu familia.

En todo el tiempo que él estuvo escaneando tu habitación, tú lo observabas anonadaba viendo como sus orbes avellana viajaban de un lado a otro, tratando de memorizar y ver cada detalle.

-¿Quieres hacer algo?- cuestionaste aun viéndolo.

Baji se levantó acercándose a una de las paredes para observar las fotografías con nitidez.

-¿Te puedo preguntar algo?- inquirió en cierto tono de voz que no supiste identificar. –Eres libre de no contestar-

-Sí- aceptaste con duda.

-¿No te llevas bien con tus padres verdad?- mierda. –Se nota por el cómo hablas de ellos, no te quiero incomodar, así que está bien si no quieres responder-

Pregunto porque en las fotos en donde estabas tú sola sonreías, más las que estabas con una mujer o un hombre, quien pensó que eran tus padres, aunque fueras una niña pequeña, no sonreías, salías completamente seria.

En ese momento un escalofrió recorre tu espalda haciéndote tragar duro, llevas tu mano izquierda a tu antebrazo, donde yacía una marca, un moretón que él te había hecho no hace mucho, pero que lo cubrías con maquillaje.

-Es complicado... ¿De verdad quieres saber?- mencionas en un suspiro.

-Solo si tú me quieres contar- habla en respuesta.

De a poco empiezas a contarle sin muchos detalles, o más bien excluyendo la parte de los golpes, tu relación con tus padres, se sintió bien que por primera vez en mucho tiempo, alguien que no fuera los adultos que trabajaban en la casa, te escucharan atentamente.

Keisuke escucho con mucho detenimiento tus palabras, entendiendo un poco el porque te pusiste así cuando todos los miraban.

Quisiste soltar unas lágrimas en el proceso, más te obligaste a retenerlas.

Estaban ambos sentados en el suelo, frente a frente.

-¿Puedo preguntar de tu papá?- indagaste con cautela.

-No conozco al imbécil- espeto con molestia. –Tampoco me interesa hacerlo, un cobarde como el no merece lugar en mi cabeza-

-Supongo que tienes razón... ¿Tienes hambre?-

Estaba a punto de decir que no, no obstante, su estómago rugió dejándolo en vergüenza por enésima vez.

-Vamos a la cocina para ver qué podemos hacer- soltaste una pequeña risa y te levantaste de tu lugar.

Salieron de tu habitación dirigiéndose a las escaleras.

-¿Quieres algo en especial?- consultaste una vez llegaron a la cocina.

-Yakisoba- no pensó ni 5 segundos su respuesta.

Para él era una petición ambiciosa, para ti, solo causo ternura.

La ama de llaves, al oír bullicio en la cocina, se acercó silenciosamente a esta, tú estabas agachada en lo gabinetes en busca del yakisoba y Baji estaba en espera tuya.

-¿Ocupan ayuda en algo?- ella hablo de la nada, haciéndolos saltar del susto a ambos.

-¡Santa mierda!- tú te golpeaste en tu cabeza al querer salir rápido, mientras que Baji soltó aquella grosería, tapándose de inmediato la boca.

-Joven Baji, cuide su lengua- dijo la señora en una risa.

-Lo siento- se disculpó el mencionado.

Keisuke te ayudo a levantarse después del golpe seco que resonó en la cocina.

-¿Sucede algo señora Ueno?- expresaste una vez erguida y sobándote la cabeza.

-Solo quiero saber si ocupan ayuda- informo cortes la señora.

-No, yo puedo preparar el Yakisoba- anuncio orgulloso sacándole una sonrisa a la adulta.

-Avísenme cualquier cosa- sin más se retiró del lugar la mencionada.

Baji te pidió lo necesario para hacerlo, después de unos 10 minutos aproximadamente, ya estaba listo, se llevaron unas sodas y palillos, para degustarlo en el living viendo la televisión.

A los minutos de terminar de comer solo se dedicaron a ver una película entre risas y cuando menos lo esperaron, ambos se quedaron dormidos, tú con tu cabeza en su hombro y el su cabeza sobre la tuya.

Keisuke se despertó un poco descolocado, no reconociendo el lugar, hasta que recordó la maravillosa tarde que paso.

Te miro como tu aun seguías dormida, te cargo al estilo nupcial a tu habitación dejándote en tu cómoda cama, tomo su mochila y salió.

-Joven Baji- llamo el chofer haciéndolo parar cuando se dirigía a la salida de tu hogar. -¿Ya se va?- este solo asintió algo adormilado. –Yo lo llevo- a lo que no se pudo reusar.

El camino fue silencioso a excepción de cuando le pregunto su dirección.

-Joven Baji... ¿Cuáles son sus intenciones con la señorita?- pregunto una vez que habían llegado a su destino.

-¿Por qué pregunta?- respondió su pregunta con otra.

-Hace mucho que no veía a la señorita feliz... ella no tiene muchos amigos y mucho menos los lleva a su casa- hace una pausa en su contestación. –Por alguna razón usted me inspira confianza, ¿Debo saber algo que me haga dudar de ello?- interroga con cautela el adulto.

-No sé bien que es lo que sucederá, pero lo último que haría es hacerla sufrir, lo prometo- el señor vio determinación en sus ojos, así que le creyó, deseando no equivocarse.

Desde ese día Baji nunca se despegó de ti, llegando a conocerse profundamente, te presento formalmente a sus amigos cuando te llevo a una de sus reuniones en su pandilla donde conociste a una dulce rubia de orbes miel que era un amor de persona, pudiendo llegar a ser tu amiga.

Te presento con su mamá, quien te adoro.

Fue a cada una de tus presentaciones, donde parecía que solo bailabas para él, donde en más de una ocasión, lo provocaste con tus bien coordinados movimientos de caderas.

En algunas ocasiones iban a fiestas de tus "amigos", donde solo hacían acto de presencia, para posteriormente, andar en moto el resto de la noche.

En una de esas fue donde se dieron su primer beso, donde sus labios, tus labios, resultaron un apocalipsis comprobando el amor mutuo que tenían, donde te pidió ser su novia.

Fueron a algunas de las fiestas de la ToMan en donde no se cansaría de verte bailar libre, siendo como eres, sin ninguna atadura.

Conforme pasaba el tiempo, no podías ocultarle los golpes que recibías de tu progenitor, nunca le dijiste, pero el sospechaba que algo andaba mal.

Los hematomas y raspones siempre los justificabas a las prácticas de porristas, sin embargo, ese cuento no podía durar demasiado.

Así como no le podías ocultar para siempre la existencia de Baji a tu padre, que fue lo peor que te pudo haber pasado.

Cuando se enteró, porque tú en ningún momento le dijiste, exploto en ira, no pudiendo creer que su hija estuviera con un "maldito pandillero".

Te golpeo en el rostro, dejando evidentes hematomas, aun así, lo que colmó el vaso fue que en un punto comenzó a estrangularte, privando a tus pulmones de aire.

Esa terrible noche te echaste a llorar a tu habitación, sin querer que la señora Ueno, el señor Mori o personas a las que les tenías cariño y confianza, vieran el desastre que eras.

Tuviste que calmar tu llanto, para levantarte temprano, con los ojos hinchados y rojos de tanto llorar y sin dormir, te despertaste 3 horas antes de tu entrada escolar, con un objetivo, que era tratar de cubrir las marcas y moretones con maquillaje.

Por más capas de maquillaje y corrector que pusieras sobre tu piel parecían no desparecer hasta que lo lograste.

Lo único que no pudiste ocultar fue el labio roto.

Tu día en la escuela fue un martirio, con demasiadas miradas juzgadoras, que pensaban que tu novio fue el que te provoco eso, no sabiendo la cruel verdad de que siempre ha sido tu progenitor.

Casi la mayoría de las clases te la pasaste dormida, olvidando por completo de avisarle a Keisuke que no fuera por ti, si era posible lo evitarías por varios días en lo que se te bajaba la hinchazón.

Sonó la campana que daba por finalizadas las clases, mas no lo notaste, estabas profundamente dormida y nadie se molestó en despertarte.

Dejaste a un pelinegro esperando en la puerta de tu instituto a que salieras por 30 minutos, después ya se empezó a enojar y hartar de las miradas que recibía sin saber el motivo.

Decidió adentrarse en tu escuela, sin estar dispuesto a soportar todo ese estúpido drama.

Sabía cuál era tu salón, le costó un poco de trabajo encontrarlo por lo grande de la escuela. Cuando lo hizo, deslizo la puerta corrediza encontrándote recargada en tu pupitre con toda tu melena azabache cubriendo tu cara.

Quito aquellos molestos y desordenados cabellos de tu rosto, que lo privaban de poder admirarte, pero solo se llevó una sorpresa.

Vio tu labio roto, tu pómulo hinchado, reconoció que eran golpes, era más que claro, bajo la mirada para observar como el maquillaje de tu cuello se encontraba algo corrido dejando a la vista los falanges marcados que tu padre dejo en tu cuello.

Busco algo desesperado en tu bolso un pañuelo para poder comprobar que eso era maquillaje y que estabas tratando de ocultárselo.

Tallo delicado tu cuello y rostro solo para encontrarse con lo que temía.

En ese instante te despertó algo brusco, abriste tus ojos aturdida por como interrumpieron tu sueño abruptamente, viste al responsable de colmillos pronunciados mirándote con enojo y preocupación.

-Keisuke, hola- saludaste con normalidad mientras te despabilabas.

-¿Qué carajos tienes en el cuello y cara?- inquirió directo.

Tu sangre se helo, no sabiendo que excusa inventarle.

-No es nada, probablemente me queme con la plancha del pelo- excusaste de inmediato, mientras recogías tu cosas tratando de disimular tu nerviosismo.

Keisuke no te creía ninguna de tus palabras, harto de que le mintieras vilmente a la cara.

Te sujeto por los hombros con algo de fuerza obligándote a que lo mires.

-¿Qué mierda te paso?- en ese momento por la brusquedad que utilizo, te asustas, recordando las millones de veces que tu padre hacia eso antes de golpearte.

Comienzas a temblar y cierras los ojos esperando que no te levante la mano.

Tu reacción asusto aún más a Baji, comprobando lo que tanto temía.

Relajo su agarre y una mano suya viajo delicadamente a tu mejilla, abriste los ojos, encontrándote con los suyos llenos de culpa por asustarte de esa manera.

Tus esmeraldas se aguaron y lo abrazaste fuertemente hundiendo tu cara en su pecho en donde empezaste a llorar.

-¡Perdón!- te disculpabas sin motivo para él.

-Si estoy lejos, si me llamas ahí estaré, aun si son llamadas en medio de la noche- acariciaba tu cabello a modo de consuelo. –Siempre estoy listo para ir por ti, llama y ahí estaré-

Toma tu rostro limpiando tus lágrimas y al mismo tiempo se corre el maquillaje, dejando a la vista los golpes.

-Sabes que me lo he estado tomando con calma, pero estabas sentada aquí sola, ¿Dime porque estabas aquí sola?- hace una pausa acunando un de tus mejillas en su masculinas manos.

-Cariño, solo toma tu teléfono-

-No quería que me vieras así, que los demás me vieran así, solo quería evitar problemas y pregu- él te interrumpe y empieza a hablar.

-Está ocurriendo otra vez- centras tu atención en sus orbes. –Bueno me importan una mierda tus amigos, estoy aquí-

-Aquí- lleva tus manos a su pecho en donde está su corazón, para que lo puedas sentir latir por ti.

-Cariño, echa un vistazo a tu alrededor, soy el único que no se ha ido, estoy aquí contigo siempre-

En eso lo besas intensamente, buscando descargar toda la energía en él, demostrándole lo agradecida que estas, beso que el correspondió.

-Hemos estado juntos por 9 meses Usagi, siempre te he apoyado y lo seguiré haciendo, hasta que te hartes de mí y ya no me quieras a tu lado- hablo cuando se terminaron de besar.

-No podría cansarme de ti Kei- este te da un beso en la frente.

Acto seguido, tomo tu bolso, extendiéndote su mano para que la tomes y se vayan a su casa.

Le llamaste a tu chofer haciéndole saber que estarías con Baji a lo que el no puso objeción.

No te preocupaste por tu padre, ya que sabias que no estaría por dos semanas, que se fuera al carajo, necesitabas paz y solo Keisuke te la podía dar.

Se fueron en motocicleta al departamento de Ryoko y Keisuke, donde su madre los recibió gustosos, para después preocuparse por el estado en el que estabas.

Ryoko quito el maquillaje de tu piel con delicadeza, preguntándote que fue lo que había sucedido, simplemente aquella mujer emanaba maternidad, que habías carecido toda tu vida, haciendo que te rindieras ante ella y le contaras absolutamente todo.

Después te dio algo de ropa para que te dieras una ducha, tiempo que madre e hijo aprovecharon para hablar y ver cómo te podrían ayudar.

Porque así eran los Baji, siempre cuidaban a su familia y amigos.

Ese día, comiste en familia, con el chico que te gustaba, y que creías amar. No sabias si el amor se sentía así, nunca lo conociste, siempre quisiste ser amada y lo único que recibías era dolor.

Mas esa calidez en el pecho te hacía creer que si era amor, que lo amabas, porque él se encargó de arreglar lo que él no rompió en ti.

No pudiste evitar derramar unas lágrimas de felicidad, que los Baji te dejaron saber que estaba perfectamente bien que lloraras.

Tú y Keisuke durmieron juntos, ya lo habían hecho antes, solo dormir, sintiendo las calmadas respiraciones contrarias que los hacían caer en los brazos de Morfeo.

Quedaste dormida entre sus brazos primero, Baji solo te miraba como respirabas con tranquilidad, prometiéndose a sí mismo cuidar de ti, mantener aquella sonrisa brillante que tanto amaba ver, curar cada una de tus heridas, incluso las que no estaban a la vista.

Creían que el verdadero amor es cuando dos personas hacen que la otra se ame más a si misma – faraway.



..............................................................



Nota de la autora:

Primero, quiero decir que si sufren algo así, hablen no se queden calladas, siempre hay alguien dispuesto a ayudar.

Segundo, no pretendo romantizar nada de estas conductas, ni las personas que sufren abuso, trate de hacer esas partes las más planas posibles.

Espero les guste el capítulo, me esforcé mucho, con Baji siempre me saldrán de sobra las palabras, es que lo quiero mucho al Kei.

Nos seguimos leyendo, besitos<3.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top