Capitulo 5
Como temía Anika, en cuanto la sirvienta principal del palacio Rubí se enteró del incidente con el niño, Rose fue despedida. No la trasladaron a otra sección, ni a otra área o palacio, fue desechada de inmediato.
Ahora la responsabilidad de educar al niño era totalmente de Anika.
Bueno, no es como si a la jovencita le importara. Tenía un día ajetreado por hacer.
"Muy bien hagamos esto"
La doncella se quitó el mandil de mucama y ato uno de color rosa pastel con bordados de animales exageradamente tiernos. Respiró hondo y abrió la puerta con cuidado.
Apreció el escenario frente a ella y asintió satisfecha al ver qué todo seguía en su lugar.
Lo único que no parecía ser así era el teatrino que estaba enmedio de la habitación.
Se había olvidado completamente de guardarlo después de haberlo usado para un cuento.
— Mmm, ¿Debería hacer más títeres? — pensó en voz alta al llegar hasta la estructura de madera y ver a los títeres de animales regados por el suelo. — Ya se están gastando de tanto uso.— murmuró al levantar uno y guardarlo en un cofre rebosante de juguetes.
Guardó los que faltaban a excepción de uno.
— Como le gusta esa cosa. — colocó el títere en su mano y lo contempló con cuidado. — Tendré que lavarte después, estás lleno de lágrimas y mocos otra vez.— de su mandil extrajo un pañuelo con el cual limpio brevemente al títere. — Listo... Ahora a despertar al mocoso.
Dió media vuelta y se acercó al bulto que dormía plácidamente en la cama.
Al estar cerca, notó el rastro de lágrimas en las mejillas del niño.
Había vuelto a llorar.
Ahora tendría que esforzarse más para que olvidará el mal momento.
— Oye, pequeño. — la mujer levantó levemente la sábana que cubría al pequeño. — Despierta, es hora de la comida.
El niño observó a la mujer y trato de entender lo que decía.
— ¿C-comer?
Asintió. — Si, comer.— le extendió la mano y señaló la mesa de té. — Vamos. A. Comer.
Por suerte, logró entender lo que trato de decirle.
La mucama espero un momento para recibir el permiso adecuado. Àngelo la observó y asintió. El pequeño fue llevado en brazos hasta el sofá, donde se mantuvo a la espera de indicaciones.
Anika le sonrió un poco y le entrego un plato delicioso de Hoy Cakes. Los favoritos del niño.
— Ahora. — detuvo al emocionado menor. — Tomé el tenedor.
Habló lentamente, esperando que el niño comprendiera sin necesidad de leer sus labios.
Era demasiado trabajo el enseñarle desde 0, pero para sorpresa de la joven, aquel niño comprendía bastante rápido las cosas si se le explicaban correctamente.
Justo como ahora.
Àngelo agarró el tenedor y se lo mostró a la mujer. Anika aplaudió con una gran sonrisa.
— ¡Eso es! ¡Muy bien!
El niño sonrió al escuchar la alegría en la voz de la mujer, eso significaba que no se había aquivocado y que lo había felicitado.
Le gustaba ser felicitado por sus respuestas correctas.
— G-gra-cias. — bajo el tenedor y apunto hacia ese rico pastel de forma circular. — ¿Comer?
— Si, adelante. Come.
Rápidamente comenzó a partir en pequeños trozos el delicioso plato esponjoso y dulce, siendo observado por la mujer.
"Que cambio"
Aquel niño temeroso y llorón había desaparecido después de mucho esfuerzo y trabajo para ganarse algo de su confianza.
Tuvo que decir y hacer cosas muy vengonzosas con tal de que el niño dejara de llorar y de quejarse.
Anika cubrió su rostro sonrojado al recordar como cantó y bailo para que el niño se distrajera.
Recordó haber tenido cierto efecto, por lo que después de su... ¿Show? Y mientras el niño dormía, se dedicó a buscar formas para que olvidará la situación tan incómoda por la que le hicieron pasar desde el comienzo.
No iba a mentir, esa noche no durmio para nada al leer varios libros sobre el cuidado de los niños y al hacer unas cuantas cosas para que apoyarse con su objetivo.
Tenía que pensar como el. Tenía que convertirse en niña para poder saber lo que piensa y lo que posiblemente haría en su lugar.
Y así es como la habitación se llenó de colores y de mucho ruido.
El niño abrió rápidamente su corazón ante el cambio que percibió de ella. Cambio su forma de hablar, de verlo, de vestirse. Fue una buena decisión.
Aunque en parte podría deberse a que necesitaba aferrarse a alguien para sentirse seguro.
Primero fue con ella y después con ese títere de perro el cual fue el primer juguete que le regalo y que utilizo para introducirlo a practicar su pronunciación.
Esto de utilizar su juguete preferido como método de aprendizaje funcionó en cierta forma.
Hizo que estableciera un tiempo para poder enseñarle lo más básico del idioma y con ello, más juguetes llegaron a la acción para ayudar.
— ¡Anika! ¡Ya!
El repentino jalón en su mandil la saco de sus pensamientos. El niño le mostró su plato vacío.
— Excelente. — sonrió con dulzura y palmeó la cabeza del niño, sobre aquel metal incómodo. Lo único que no pudo lograr quitar fue ese artefacto tan raro — Déjalo en su lugar. Ahí.— señaló la mesa.
Anika se divirtió al verlo colocar el plato con extremo cuidado.
— ¡Ya! ¡Cuento!
— Bien. — asintió.— Cuento.
Àngelo no perdió el tiempo al ir por su cuento favorito y entregarlo con impaciencia. La joven mujer no lo tomó enseguida, espero un momento a que el pequeño hablara.
— ¿Por— tartamudeo levemente. — por favor-r?
— Correcto.
Acaricio sus mejillas y palmeó su cabeza.
Poco a poco aprendería. No necesitaba apurarse.
Toc*Toc*
El sonido interrumpió la conocida lectura.
Ángelo tensó su cuerpo ante el ruido, muy al contrario de la sirvienta que lucio sorprendida.
— Pequeño. Ven. — extendió su mano y lo acompaño a la cama para seguidamente darle el cuento. — Espera.
Camino hasta la puerta y la abrió levemente.
La mirada enmarcada en lentes la recibió.
— Anika, necesito hablar contigo. Ahora.
La joven sirvienta asintió. Detuvo la puerta con una mano mientras se giraba a un lloroso Àngelo.
Hizo una señal de silencio.— Volveré. Quedar. Aquí.
A duras penas logró salir sin que el niño llorase.
Enfrentó a la mujer de aspecto frío y serio.
— ¿Qué es lo que traes puesto? Eso no es el uniforme de las sirvientas.
— Lo uso para-
— No puedes hacer lo que quieras aquí, señorita. Tienes que usar el uniforme durante todo el día.— regaño y no le dio una oportunidad de hablar.— Ire al grano, necesito que el niño comience con su trabajo. — la mucama principal miró con severidad a la joven chica de mandil colorido. — ¿Ya lo haz instruido como se te dijo?
Anika frunció el ceño ante la pregunta. — Con todo respeto, señora. No puedo instruir a un niño que no puede entender la mínima palabra que digo.
— ¿Estás diciendo que no estás haciendo tu trabajo, señorita?
— Estoy diciendo que el niño aprenderá a su debido momento, cuando esté más capacitado en nuestro idioma, señora.
— No tenemos tiempo. — negó con enfado. — Su majestad el emperador quiere que su regalo esté listo dentro de cinco días.
Estupefacta por aquella declaración, la jovencita contrajo su lengua para no decir una estupidez.
— No es posible, ¿Cómo puede aprender un niño tantas cosas en los pocos días que ingreso a palacio? Ni siquiera nosotras como sirvientas novatas nos tuvieron con semejante límite de tiempo-
— Puedes quejarte todo lo que quieras, pero eso no evitará que su majestad quiera al niño dentro de cinco días. — con firme voz, le cortó su habladuría. — Enseña al niño, déjate de estupideces y cierra la boca.
La sirvienta principal dio media vuelta y se marchó. Dejando tras ella a una furiosa Anika que no dudo en marcharse de igual forma a la habitación de su protegido.
"¡¿Qué le enseñé todo lo que yo aprendí en cinco dias?! ¡¿Acaso no escucho lo que dije?! ¡Uy! ¡Cómo desearía que el emperador estuviera frente a mi para partirle la cara!"
Casi azotó la puerta al entrar. El pequeño niño se sobresalto ante el ruido y se apresuró a cubrirse con la sábana.
El sollozó ahogado estabilizó a la sirvienta, la cual suspiro con pesadez.
Sonrió algo tensa. Frunció el ceño y palmeó sus mejillas. Volvió a sonreír está vez con normalidad.
Camino hasta el niño y tocó suavemente el bulto.
— Perdoname. — susurró con tristeza. — ¿Angelito?
— ¿Anika? — Àngelo reaccionó ante el apodo que pocas veces usa con el. — N-no... Mao-malo...
— Angelito. — pincho su nariz con cariño. — Bueno.
— Bueno.... ¡Ya! ¡Jugar!
Que lindo se veía...— Jugar. — apunto hacia la ventana. — Al jardín.
— ¿?
— Jardín.— señaló nuevamente al ventanal. — Jardín.
— Jarrrr
— Din.
Àngelo frunció el ceño. — Bin.
Anika asintió satisfecha y palmeó su cabeza.
Tenía que enseñarle con más rapidez.
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