24: Contra el Demonio


LLOYD'S POV

El destello proveniente del Fangbatium había cesado, de alguna forma me daba miedo abrir los ojos y enfrentarme con lo que iba a estar delante. Oliver había activado el arma con éxito, eso había quedado más que claro; pero definitivamente ver el resultado sería atroz.
Decidí abrirlos cuando Jay hizo un grito ahogado. A pocos metros de nosotros, el Oliver que conocíamos había adaptado cuatro veces su tamaño, sus extremidades se habían estirado como si se tratara de una criatura huesuda con cuatro garras afiladas en cada mano, y ni mencionar los pies, a los que ya no les habían cabido los zapatos y parecían una versión de las manos más largas. Su piel se había vuelto rojiza, su cuello se había estirado y su cabello había crecido hacia el cielo de forma notable y ondulante, por si fuera poco, su nariz y orejas se habían vuelto puntiagudas, copió los colmillos de un dragón y, (como si ya no causara demasiado temor), el brillo de sus ojos había desaparecido, se habían vuelto oscuros como la noche y la iris convinaba con el resto de su cuerpo, y, igual que las serpientes, había adoptado los ojos y la lengua de una.

—¡Muajajajajaja!— estalló su atronadora sonrisa por toda la cueva. Había provocado un aterrador eco —¡He esperado esto por mil años!

El demonio que ahora era Oliver, examinaba cada detalle de su potente armadura negra y plateada, francamente resaltaba mucho, si no fuera por las alas de murciélago, que las desplegó a la par y se elevó unos metros en el aire.

Algo me había quedado claro: Oliver se había convertido en el ser más poderoso de todo Ninjago.

—¡¿Por qué haces esto?!— gritó Kai recobrándose y poniéndose de pie.

Oliver se giró de hito y lo vio como si no se hubiera dodo cuenta de su presciencia. Sonrió de oreja a oreja revelando sus puntiagudos colmillos.

—¿Qué porqué?— repitió Oliver con ironía, y después de otra rizotada, decidió contestar: —¡Por venganza!— exclamó victorioso subiendo unos metros en el aire.

—¡¿Venganza?! ¡Ni Ninjago ni nosotros te hemos hecho nada!— volvió a gritar Kai.

—¡Venganza por mi reino!— gritó Oliver perdiendo la paciencia, pero volvió a adoptar una postura más seria y bajó unos metros, —Hace más de mil años, así como en Ninjago, el Fangbatium Celestial había caído en mi mundo, ¡el septuagésimo mundo! En ese entonces, todo el mundo conocía la profecía de los diez Candidatos y el Dios que se levantaría sobre ellos. Según esta, diez habitantes de cada reino serían elegidos por las estrellas al nacer, y, si se juntaba el avance "tecnológico" o "cultural" (como ustedes lo llaman), más el Fanbatium y la esencia de los diez Candidatos; todo el día ciento veinticuatro del año en el que los planetas se alinearán...le dará a un Candidato el poder infinito. Se convertiría...en un dios.— dijo haciéndose importancia.

—¿Y eso qué tiene que ver con Ninjago?— pregunté esta vez yo.

—Oh...nada.— aceptó Oliver —Que el siguiente reino en el que cayera el Fangbatium fuera aquí, fue pura mala suerte de ustedes.— volvió a sonreír y siguió explicando haciendo sonar sus garras metálicas —Verán, yo era uno de los diez Candidatos, ¡el décimo! Específicamente. Y mi hermano, era el primero.— me miró por un segundo —Como también lo marcaba la profecía, sólo el primer o último Candidato serían capaces de conquistar ese poder. Pero cuando mi hermano se convirtió en el dios y yo no...— adoptó una expresión fría y sin sentimiento —mi dimensión se convirtió en un total caos. ¡Lo arruinó! ¡Creó una guerra y el septuagésimo reino fue dado por muerto! Oh...¡pero yo logré escapar! Sí...logré escapar de ahí antes de que nuestra conexión con los demás reinos se cerrara. Había acabado en el Reino de las nubes, ahí no fue muy difícil moverme hacia donde yo quisiera...de hecho, después de descubrir que el Fangbatium volvería a caer aquí, resultó un poco complicado abrir una conexión hacia mi reino para que vinieran algunos de mis seguidores, sólo Scar y Breshtin lo lograron, los otros pudieron pasar su presciencia.— explicó y volvió a tomar iniciativa —Pero ahora...¡Me aseguraré de reinar este mundo como se me plazca! Porque ahora yo...¡SOY EL SER MÁS PODEROSO DE ESTA TIERRA!

Eso no se lo iba a contradecir, sabía que era cierto, no había forma de que hubiera alguien más poderoso que él en estos momentos, era como un dios. Ó eso decía. ¿Quién dice que sus poderes no son débiles e insignificantes? ¿Y si nosotros pudiéramos detenerlo con los nuestros? ¿Existiría aquella posibilidad?

—¡Nunca vas a ganar!— estalló Kai —¡Hemos lidiado con cosas como estas, y siempre...!

Pero las palabras quedaron en el aire, Oliver había alzado el puño hacia Kai pero sin acercarse un centímetro al chico castaño. Sin embargo, a Kai sí le había pasado algo, sus extremidades habían quedado aplastadas contra su cuerpo, se había elevado hasta la altura en la que se encontraba el puño de Oliver. Era como si una enorme mano invisible los hubiera sujetado y levantado en el aire. Tenía el presentimiento de que así era.

—¡Suel-t-ame!— trató de ordenar Kai con furio, pero el rostro ya se le había puesto morado y tenía la sensación de que no estaba respirando.

—¿Sabes? Tú siempre me caíste muuuuy mal.— se burló en una atronadora risa.

Entre sus carcajadas crueles, Oliver volvió a mover el puño, esta vez como si arrojará una pelota muy lejos, pero lo que fue arrojado fue Kai, quien salió disparado junto con un grito hasta el otro extremo del lugar, chocando contra la dura pared de piedra y pocos segundos volver a caer dolorosamente contra el suelo rocoso. De ahí en mas ya no se movió.

Oliver siguió riéndose, parecía que tener una boca más grande sí te hacia hablar más y sacar los colmillos.

—¡Señor!— Dylan llamó la atención del demonio —Han dado las tres, llegaremos al centro de la ciudad antes del amanecer para que comience la siguiente fase.

—¿Hasta antes del amanecer?— Oliver parecía molesto —¿Y por qué hasta antes del amanecer?

—Señor, en el vehículo tomamos de una a dos horas en llegar hasta la ciudad, depende del tráfico si nos tardamos otra hora en llegar al centro. No creo que haya problema, es de madrugada.— explicó.

—¿Tráfico?, ¿vehículo?— Oliver repitió incrédulo —¿Qué no ves las majestuosas alas que acabo de conseguir?— preguntó con ironía elevándose más en el aire.

—Pero Señor, yo no...

—¡Dios Supremo para ti!— le corrigió Oliver con irritación.

—Dios Supremo...— Dylan parecía un poco nervioso —sé que ahora usted es muy poderoso, pero...yo no tengo alas, no puedo llegar allá más rápido, mi eminencia.— añadió.

Oliver se quedó mirando a Dylan por dos segundos, lo examinaba de la cabeza a los pies como para asegurarse que en realidad no tuviera alas. Mientras tanto, Dylan parecía cada vez más nervioso, era obvio que Oliver le daba miedo, pero en mi opinión no debería tenerla, ya que después de todo, él fue el que lo ayudó a obtener todo aquel poder, sería ilógico que justo ahora Dylan decida echarse para atrás.
Una nueva expresión adoptó el rostro de Oliver, otra vez volvía a mostrar los colmillos lleno de satisfacción.

—¡Pues claro!— dejó de volar y cayó suavemente en el suelo rocoso —¡Claro, claro! ¿cómo no lo pensé antes?— Oliver fue acercándose a Dylan con paso decidido, quien sólo se limitó a quedarse como estatua —Dylan, me podrías decir...¿qué otra cosa podría causar inconvenientes?

Dylan dio un pasito para atrás y respondió aclarándose la garganta:

—Dios Supremo, lo que nos podría causar dificultades ahora son ellos— nos señaló con el índice mostrando desprecio —, recuerde que, todo el día de hoy funcionará el poder del Fangbatium Celestial, si hoy a la medianoche sigue gobernando el poder, entonces será eternamente un dios. Pero, si no recarga lo suficiente el poder que ahora tiene, irá perdiendo más y más hasta que se quede sin nada, y si eso pasa hoy...ya no podrá tener el poder y tendrá que ir a otro reino y esperar a que caiga el Fanbatium allá, mi Dios. Es por eso, que si nos deshacemos de los ninja, nada podrá evitarnos recargar toda la energía que necesitemos.

Oliver volvió a reír con ironía.

—¿De verdad crees que me preocupan ellos?— rió —¡JA! ¡Ellos son nada comparados conmigo! ¿Sabes lo que siempre digo de un plan, Dylan?— le preguntó extendiéndole una mano cuatro veces más grande de lo normal.

Dylan vaciló un segundo, pero como no tenía alternativa, decidió aceptar el apretón de manos.

—No, mi Dios.— dijo —¿Qué es lo que siempre dice?

—Siempre digo que...— apretó un poco más la mano y la expresión de Dylan cambió drásticamente —que siempre hay que deshacernos de lo que ya no sirve.

Dylan se tornó pálido, parecía que quería abrir la boca y gritar algo, pero sus labios sólo se pudieron mover temblorosamente mientras sus rodillas se convertían de gelatina y caía sobre ellas. Por un momento creí que iba a desplomarse contra el suelo, pero el apretón de manos aún no terminaba, y era justamente eso lo que lo evitaba caerse del todo. La piel de Dylan era de un gris podrido, un centenar de venas negras comenzaron a palpitarle y a notarséle por todo el cuerpo, ahí fue cuando Oliver lo soltó y por fin Dylan cayó de cara al suelo. Sus ojos se sacudían hacia un lado y otro de forma desorbitada, bajo ellos se habían formado unas orejeras terribles, los labios se habían tornado morados y la piel con venas ya parecía muerta. Dylan gritaba, gimoteaba y se retorcía en forma de ovillo en el suelo, parecía como si estuviera teniendo un ataque epiléptico, es más, parecía que iba a morir. Entonces, en el momento menos inesperado, su cuerpo se quedó totalmente quieto en forma de ovillo, ya no había señales de vida en Dylan, pero sin embargo, volvió a gritar de dolor, se puso de rodillas con la espalda erguida, fue cuando me di cuenta que sus manos comenzaban a cambiar, ya no eran humanas, sino una versión de las de Oliver pero en gris. Lo mismo pasó con la cabeza, los ojos se volvieron amarillos como los de las serpientes y la nariz y orejas se hicieron puntiagudas, y ni mencionar los recientes adquiridos colmillos. Pero Dylan siguió gritando de dolor, algo pasaba en su espalda: dos alas de murciélago se desplegaron rasgado su ropa y callando sus gritos. Dylan se puso de pie como si fuera un muñeco: era una versión de Oliver más pequeña, gris, y con el cabello sobre los ojos.

Por primera vez desde que Dylan empezó a tonarse gris me fijé en Oliver, parecía más energético, respiraba profundamente por sus fosas nasales y luego exhalaba excitado como si hubiera olido el aroma de un pastel de chocolate. No sólo le había pasado algo a Dylan, sino que también Oliver había sufrido un cambio.

—¡Jaja!— exclamó volviéndose a elevar en el aire —¡Que bien se siente absorber TANTA ENERGÍA! Pero esto no será suficiente...necesito más... ¡Sí! ¡MUCHISÍMO MÁS!

Entonces comprendí a lo que se refería Dylan con "cargar la energía", no era volver a activar La Imperial y absorber el poder del Fangbatium, no. Era quitarle la energía a las personas y convertirlas en sus ciervos. De eso se trataba su plan, era por eso que tiene que ir a la ciudad: va a absorber la energía de todas las personas y a formar un ejército. Si lo lograba, no habría quien pudiera detenerlo, ni siquiera nosotros.

—¡Mmm! ¿Y cómo sabrá la energía de un maestro elemental, eh?— volteó a vernos como pájaro a unos gusanos —¿será que tienen mejor sabor?

—Los maestros elementales serán perfectos para degustar, mi Dios— dijo Dylan con una voz que me recordó a la de los serpentin.

—Muy observador, pero...— Oliver nos recorrió con la mirada sonriendo y se detuvo en mí —¿De qué serviría conquistar un mundo si los que trataron de detenerme no lo ven?

—Usted tiene mucha razón, mi Dios.— comentó Dylan.

—Sí, sí, sí...primero acabaré con su mundo y con todas las personas que aman...¡Si es que aún quedan!— rió —Y después, los convertiré en parte de mi ejército.

—Una brillante idea, mi Dios.— volvió a comentar Dylan.

—Dylan, ordena a los muertos rodear la ciudad, quiero que acorralen a todos los que puedan de adentro hacia fuera.— ordenó Oliver a Dylan —Y no olvides enviar la señal al septuagésimo mundo, que estén preparados.

—A la orden, mi Dios.— Dylan hizo una reverencia y voló hasta el monitor más cercano a apretar botones.

Oliver volvió a acercarse a nosotros. La palabra »feliz« y »victorioso« le hubieran quedado cortas. Oliver, el demonio frente a nosotros, el inmortal, el imparable, el que creíamos parte de nuestra familia, un amigo más, un hermano; ése Oliver, el honesto y amable, el bondadoso, el que nunca perdía una oportunidad para convivir y levantarnos el ánimo, él había sido todo este tiempo. Él nos había separado, nos manipuló a su antojó y nos arrebató lo que más amábamos en el mundo, pero, eso no le es suficiente; desde hace más de mil años, él había estado planeando ese momento, había planeado la muerta también de algunos, nos lastimó... y ahora, también lastimará a nuestro mundo, lo destruirá y nos arrancará de las manos lo que nunca nos había faltado: vida.

—No se pongan así— nos dijo Oliver sonriente —si se comportan, les prometo ser buenos con ustedes cuando sean mis ciervos.

—¡Grrr!— Cole gruñó jalando las pinzas que lo sujetaban —¡Juro que haré hasta la imposible para asegurar tu muerte!

—¡Hablando de muerte!— exclamó Oliver excitado —Jannet era muy buena para la pelea, lo admito, pero ¿era buena para controlar sus sentimientos? No, claro que no.— rió un poco —Sus recuerdos contigo en el restaurante fueron muy útiles. Sin ellos, creo que nunca habría podido asesinarla.

Cole estaba al borde del colapso, estaba rojo de la ira, su pecho subía y bajaba a un ritmo alarmante y, si fuera físicamente posible, hubiera jurando que también quería convertir los pies en puños. Nadie estaba más molesto que él, tal vez Jay (que aún seguía de cabeza, ligeramente rojo por la sangre que le había subido), tal vez él hubiera sido el que salió más dañado físicamente de todos, tal vez a mí me hayan tenido secuestrado por bastante tiempo, tal vez hayan hecho que a Zane se le metiera un virus, y que Kai tenga un gran trauma psicológico con el fuego, pero Cole, a quien por primera vez había encontrado un amor digno, le habían arrebatado de una forma brusca y devastadora lo que más quería en el mundo. Le habían quitado a la persona que más amaba, a la que le daría todo con tal de que estuviera bien; la habían asesinado, y Cole no pudo hacer nada para salvarla. Para empeorar las cosas, Cole había considerado por mucho tiempo al asesino como un amigo, quien ahora mismo se encontraba frente a él riéndose y explicando cómo logró que Jannet sangrara tanto.

—Jajajaja, bueno...me gustaría seguir contando la historia, pero paree que ya es hora de irme.— Oliver se dio la vuelta sonriente.

—Listo, mi Dios.— confirmó Dylan dejando las los monitores a un lado y acercándose hacia su amo —Deberíamos irnos, mi Dios.

—Lo sé, mi ciervo— le concedió Oliver —, es hora de irnos. Volveré más tarde para absorber su energía, no se preocupen.

Dicho esto, él y Dylan salieron volando por uno de los túneles más cercanos hasta que se perdieron en la oscuridad. Algo estaba claro: habíamos perdido. No había mucho que hacer por ahora al menos que encontráramos la forma de hacer que Oliver se gaste toda su energía antes de mañana. Estaba consciente de que faltaban veintiún horas para que Oliver oficialmente sea invencible, pero seamos honestos, ¿cómo íbamos a convencerlo de gastar todo ese poder recién adquirido? Era demasiado listo, manipulador y cargaba consigo más de mil años de experiencia. Aunque encontráramos la forma, nos costaría mucho lograr que agote toda su energía, sobretodo si va a ir por ahí convirtiendo a todas las personas en demonios.
Pero ahora, se suponía que estuviese consciente de otra cosa: estábamos enganchados a estas pinzas, no había forma de romperlas y Jay parecía estar al borde del vómito por estar tanto tiempo colgado sobre su cabeza. Pero aunque pareciera imposible, no intentarlo sería aceptar la derrota, y un ninja nunca se rinde. De ningún modo íbamos esperar ahí hasta que regresara Oliver con las buenas noticias de que se convirtió eternamente en un dios, que esclavizó a toda la ciudad y que nosotros éramos los siguientes.

—¡Debemos encontrar el modo de salir de aquí! — exclamó Cole aún furioso.

—¡Creo que lo tengo! ¡Creo que lo tengo!— decía Jay mientras se estiraba al máximo intentado zafarse de pinza de su mano izquierda, pero al cabo de unos segundos dejó de intentarlo —Olvidenlo, no se puede.

—Que curioso— le dijo Zane a Jay —Pixal me acaba de decir lo mismo pero en tecnicismos.

—Debe haber una manera...— masculló Cole —no podemos quedarnos aquí colgados por horas esperando a que Oliver vuelva.

—Dímelo a mí, me está empezando a doler la cabeza.— comentó Jay en tono deprimente.

—Debemos pensar, debe haber una manera.— pensé en voz alta.

Sentía que algo se me estaba olvidando, algo importante, algo para poder salir de aquí. Sabía que lo tenía en la punta de la lengua, ¿pero qué era? No lo comprendía, de hecho, a lo largo de estos días no he comprendido mucho, las cosas han sido extrañas y misteriosas, y cuando creíamos conocer algo...siempre terminaba siendo algo completamente diferente. Oliver, Dylan, Xander...todos. Antes ni siquiera podíamos confiar en nosotros mismos, y ahora, los cinco, los que decidieron iniciar esta trama separándose, se unen y lo echan todo a perder.
Me quedé observando La Imperial, los cables seguían intactos, las luces seguían encendidas y el Fangbatium Celestial seguía donde siempre: en el centro del timón formado por una rueda metálica con diez tubos enumerados del uno al diez, anteriormente todos estaban cargados con el líquido carmesí que Oliver le había quitado a todos los Candidatos, pero ahora sólo quedaba un tercio de la sangre del número siete y diez, Dylan y Oliver. Me fijé en el Fanbatium, ya no resplandecía hasta dejarnos ciegos, sino que estaba en total calma con todos sus engranajes quietos sin transmitir ningún poder.

Entonces se me ocurrió una idea: si el Fangbatium Celestial le dio a Oliver todo ese poder, ¿no quiere decir que de igual manera se lo podría quitar? Esa cosa es muy poderosa, un "artefacto tecnológico revolucionador" del que nadie sabe de donde viene, simplemente va viajando de reino en reino desde que las personas tienen memoria, ha causado devastaciones como es el caso del septuagésimo reino, y este podría ser el siguiente. »Simplemente cayó del espacio« pensé, ¿acaso el Fangbatium Celestial era una especie de cristal del reino? ¿Y si lo hubiera creado el Primer Maestro del Spinjitzu también? No. Definitivamente no. Él no habría creado algo que pudiera darle el poder de un dios a cualquiera, era demasiado peligroso.
Si no venía de Ninjago, ¿de dónde entonces? ¿Cómo averiguar cómo deshacer todo ese poder? Cae del cielo, se rola entre reino y reino hasta que se alineen los planetas...¿y si tiene vida? ¿Quién lo creó y qué es? No tenía mucha esperanza de averiguarlo, si los mejores científicos lo han investigado todos estos años y no han encontrado explicación lógica, ¿por qué yo sí podría?

Mis pensamientos fueron rápidamente opacados por un movimiento rápido en mis extremidades, simplemente me dejaron de doler, las pinzas que me sostenían ya no ardían contra mi piel, porque ni siquiera estaban ahí. Zane, Cole y yo caímos de panza contra el suelo, lo que provocó un gran »Oh« doloroso, ninguno había previsto que las pinzas nos soltarían. Al levantarme, pude ver que Jay, el que había estado de cabeza todo el tiempo, inexplicablemente...seguía de cabeza, colgado sólo por el pie izquierdo y sacudiendo las otras tres extremidades pidiendo apoyo para que lo ayudaramos.

—¡Hey! ¡No es justo!— se quejó mientras intentaba sacar su pie en un inútil intento.

—Og..¿quién nos bajó? ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó Cole confundido al ponerse de pie y estirar la espalda torcida.

Pero yo no tenía la respuesta, estaba tan confundido como él que por un momento creí que hubo un fallo en el sistema de seguridad de Oliver, pero una voz un poco más al fondo de la cueva me hizo ver que estaba mal:

—Yo fui lo que pasó.— respondió elevando un poco la voz para que lo escucharamos, estaba a una distancia considerable —Oh, lo siento Jay...no sé como funciona esta cosa.— pero sin volver a oprimir botones en el panel frente a él, camino por el pasillo de computadoras lentamente hacia nosotros.

Me había olvidado completamente él. Después de que Oliver lo sacara volando por los aires contra el muro de la cueva, y cayera dolorosamente contra el piso...toda mi atención se había dirigido hacia el Fangbatium Celestial, cómo parar el poder de Oliver y alguna forma de bajar. Pero Kai ya había resuelto una de esas circunstancias.
Llegó hasta nosotros cogiendo de la pierna izquierda, ya estaba muy mal cuando lo trajo Dylan, y ahora estaba sumamente peor. Los moretones y la sangre del labio no habían cesado, pero el golpe del choque y la caída le provocó un feo corte en la frente, justo arriba de la ceja izquierda. La cortada tenía unos siete centímetros de largo, la sangre le escurría por un costado de la nariz, el ojo, el cachete y se detenía hasta empapar su camisa.

—¿Estás bien?— Zane fue el primero en acercarse a darle una mano —¿Qué te hicieron?— pasó su brazo bajo el de él para ayudarlo a caminar.

—¡Uy!— exclamó desanimado hacia el cielo —Muchas cosas feas...tal vez lo mismo que a Jay.

—¿Si? ¡Imaginate estar así tantos días!— exclamó éste exasperado detrás de nosotros agitando los brazos —Oigan...¿me van a bajar o qué?

Zane tuvo que dejar que yo me encargara de Kai, él y Cole se acercaron con Jay y lo empezaron a jalar lo más fuerte que podían de los brazos. Cole gruñía por el esfuerzo, Zane se limitaba a decir »ya casi« un par de veces sin tener razón, y Jay sólo gritaba cosas como »¡Más fuerte!«, »¡Auch! ¡Tengan algo de delicadeza! ¡Soy muy guapo para que me rompan!« y »¡Imagina que soy un pastelote de chocolate, Cole!«. Pero mi atención fue interrumpida otra vez, daba la casualidad que por la misma persona. Sin darme cuenta, Kai (aparentemente) me estaba jalando del brazo desde que lo empecé a ayudar a mantenerse de pie.

—Oh, ¡oh! ¿Qué pasa?— le pregunté viéndolo de frente.

Mi mirada no pudo evitar detenerse un par de veces en la sangre que le goteaba de la frente. Si la hemorragia no paraba, tendríamos que hacer algo para que no se desangrara, tal vez hasta cocerlo. Pero no teníamos tiempo para eso, y no creo que haya un botiquín por aquí.

—Hay que apresurarnos a advertirle a la gente. Es de madrugada, si él toma desprevenida a la ciudad, no habrá quien se salve.— me dijo.

—¿Advertirle a la gente? Me encanta tu idea, pero hay un problema— hice una pausa —, él vuela, llegará a la ciudad al cabo de una hora y nosotros estamos aquí en medio de un laberinto con un herido y sin vehículo con cual volver.

Percibí un hilo de enojo en su rostro al pronunciar la palabra »herido«.

—Tal vez no sea necesario llegar a la ciudad para advertirles.— giró la cabeza hacia los monitores —Podemos enviarles un mensaje con todas estas cosas.

Se escuchó un "crack" seguido de un "pum" provocado por tres cuerpos cayendo al suelo. Zane y Cole al fin habían logrado liberar a Jay de la pinza, quien lo mejor que pudo hacer fue sobarse el tobillo.

—¿Y sabes cómo hacerlo?— le pregunté.

—En realidad...— Zane se unió a la conversación —Pixal analizó los servidores, todas las máquinas funcionan únicamente para hacer funcionar la máquina y mandar señales con suficiente alcance para el hangar escondido en la cueva.

—¿Hangar?— Cole preguntó con curiosidad acercándose también —¿Cómo que hangar?

—Está...— Zane se dio media vuelta y señaló a un túnel —hacia allá. Es un camino directo.

—¡Claro!— exclamó Jay interviniendo —Allá es donde están los muertitos vivientes y los vehículos en los que irán a la ciudad. Después de todo, ellos no vuelan.

—Eso...¡quiere decir que tenemos una oportunidad!— comentó Cole dando un saltito —Oliver quiere que los muertos lo ayuden a acorralar a la gente, ¿no? Tendrá que esperarlos de una u otra manera.

—A mí me parecía muy desesperado, no creo que se vaya a esperar hasta el amanecer sentado en el parque.— dije.

—¿Qué es lo que podría hacer por mientras con su poder?— cuestionó Kai.

—Las posibilidades son ilimitadas.— contestó Zane con su típico tono de seriedad —Podría hacer cualquier cosa, sobretodo si comienza a absorber la energía de las personas.

—Debemos ir allá y detenerlo.— declaró Cole mostrándonos un puño.

—¿A alguno se le ocurrió lo qué haremos al llegar allá?— preguntó Jay angustiado.

—Por ahora nos concentraremos en salir de aquí.— dije —¡Vamos!

Todos obedientes, nos dirigimos con velocidad hacia el túnel que había señalado Zane. Cole y Jay iban a la cabeza seguidos por Zane, mientras que Kai y yo nos quedábamos un par de metros por detrás.
Pero cuando estábamos a punto de entrar al túnel, Kai se detuvo de repente.

—¡Espera!— me sujetó del hombro para que no avanzara. Seguí su vista hasta el Fangbatium.

—¿Qué?

—¿No deberíamos llevarlo?— preguntó Volviéndome a ver.

—¿De qué nos serviría?

Y como si me hubiera leido la mente, él respondió:

—Esa cosa le dio el poder, tal vez de algún modo también pueda quitárselo.— respondió.

Vacilé un poco al ir o no por el Fangbatium, aún no había hecho ninguna teoría de cómo podría ayudarnos a quitarle el poder a Oliver, y como nadie en Ninjago sabe algo de esta cosa, dudo mucho que encontremos algún día la forma. Pero después de pensarlo unos segundos, decidí que valía la pena intentar.

—Bien.— afirme y fue junto con Kai hacia La Imperial.

Sólo se me podía ocurrir pensar en si los demás ya habrían llegado al hangar o si quiera se habrían dado cuenta de nuestra ausencia. De cierto modo me arrepentía de hacer esto, el tiempo valía como el oro.
Subimos los escalones y Kai se soltó de mí, de cierto modo parecía que ya podía más con su propio peso. Se quedó plantado frente al timón formado por el aro metálico, los tubos que salían hacia todos lados y el Fangbatium Celestial. Creo que estaba pensando en cómo llevárselo.

—¿Alguna idea?— pregunté cruzandome de brazos.

—Hm, sólo la fuerza.

Kai sujetó el timón por el aro metálico, se echó hacia atrás jalándolo con todas las fuerzas que apenas tenía, así que me dispuse a ayudarle jalando el timón también. Algo tronó, en los costados comenzaron a salir chispas y por un segundo creí que lo íbamos a descomponer. Y espero que no haya sido así, porque de repente nos caimos de espaldas con el timón entre las manos: lo habíamos desprendido de su base.

—Wow, mira eso.— dijo Kai alzando el timón y levantándose torpemente.

—¿No está roto?— pregunté levantandome para examinarlo.

—Mmm no.— respondió con rapidez —Ahora, vamos al hangar antes de que los demás se vayan sin nosotros.

Nos dimos la vuelta y nos intruducimos al oscuro túnel con la parte esencial de La imperial en las manos. En esos momentos, deseé que Zane apareciera con sus ojos brillantes para iluminarnos en camino.

COLE'S POV

El hangar tenía pinta no haber sido utilizado nunca. A diferencia de donde se encontraba La Imperial y todas esas computadoras y monitores, este lugar tenía telarañas en todas las esquinas; era amplio, sí, pero la única iluminación provenía de los dos camiones oxidados que estaban siendo abordados por personas con la piel chamuscada, huesos salidos y sangre seca. No era la primera vez que los veíamos, pero definitivamente la reacción era la misma: »asco« le habría quedado corto.
Zane, Jay y yo nos encontrábamos un poco alejados de los camiones, ocultos detrás de cajas con moho y tanques de gasolina. Fue el único lugar seguro que encontramos más cerca del túnel por el que habíamos entrado. Para nuestra suerte, en ningún momento fuimos descubiertos. Ésos no sólo tienen el cuerpo muerto, sino que también el cerebro; ya iban como tres veces que Jay se reía con la caída de algunos y nadie advirtió su voz que hacia eco en toda la cueva.
No sabíamos en donde se habían metido Kai y Lloyd, pero Zane había insistido en que tal vez se retrasaron un poco porque Kai no podía caminar muy bien. Sin embargo, pasaron los minutos, y no fue hasta que los muertos arrancaron en sus camiones que llegaron.

—¿Nos perdimos de mucho?— preguntó Lloyd llegando a nuestro lado.

—¿En dónde se habían metido?— pregunté.

—No podíamos irnos sin esto.— Kai alzó lo que parecía un timón.

No tuve ningún problema en distinguirlo, hace unos momentos lo había visto en acción: era la parte más esencial de La Imperial, con el Fangbatium en el centro y los diez tubos transparentes que salían en todas direcciones. Lo único que no entendía era: ¿de qué nos va a servir eso?

—No sé ustedes, pero estamos perdiendo el tiempo.— dijo Zane saliendo del escondite.

Salimos todos detrás de él sin hacer ningún comentario. De los tres camiones oxidados que había, los muertos se habían llevado dos para viajar hasta San Francisco; lo que nos había dejado un transporte sólo para nosotros. Al subir, pude percibir el olor a podrido. En ese momento, tomé la decisión de que cuando tomo esto acabe (si es que acaba) me pondré todas las vacunas que no me he puesto desde hace cinco años.

—Díganme que alguien sabe manejar esta chatarra— dijo Lloyd al entrar y ver el asiento del conductor.

El mueble estaba roto y con los resortes salidos de costado, el volante, las malancas y los botones no sólo tenían una gruesa capa de polvo, sino que tenía gusanos con pelitos alrededor. Me dio un sentimiento parecido al desmayo: quería vomitar en ese momento, sobre todo con lo que estaba a punto de decir.

—¡Que asco!— exclamó Jay tapándose la nariz y la boca como si un gusano pudiera entrarle por ellas —Aunque lo mío son las maquinas, esta cosa tiene un modelo demasiado viajo...

—No me vean a mí, yo soy médico, no taxista.— dijo Zane pasando de largo y sentándose en el asiento más próximo que encontró.

—Yo...yo no sé.— Lloyd también pasó de largo y se sentó en la otra fila de asientos a la de Zane.

—Oh, yo sí que he visto este modelo.— comentó Kai pasando de largo y sentándose al lado de Lloyd con el timón en las manos —Es muy parecido al que tiene la Combi café de Cole.

Todos voltearon a verme, Jay también había pasado de largo y se había sentado a un lado de Zane. Tener que admitir que sabía conducir esa cosa era espantoso.

—¡Ok, sí! ¡Sé conducirla!— exclamé —Creo...

—¡Genial!— dijo Lloyd fingiendo emoción —Ahora podremos ir a la ciudad.

Jay rió por lo bajo y me dieron ganas de golpearlo en la cara.

Me senté casi obligado en el asiento con los resortes de fuera, traté de olvidar el dolor en el trasero y sople el polvo, esto hizo que los gusanos con pelitos salieran corriendo, o zigzageando, ó lo que sea que hagan para avanzar. Oprimí botones, jalé la palanca, pisé el acelerador y el camión entero comenzó a moverse. Algo me decía que iba a lamentar estar tanto tiempo ahí sentado.

El túnel nos condujo hacia una salida directa. Otra vez estabamos en las montañas rocosas, atravesando todo el bosque frondoso con la noche estrellada sobre nuestras cabezas. Incluso para mí, era difícil maniobrar tal máquina, teniendo en cuenta que no había ningún camino por la cual conducirla.

Entonces después de unos momentos de silencio, Jay llegó como siempre a entablar una conversación:

—¿Y eso?— preguntó señalando el timón que Kai sostenía en las manos.

—Es el Fangbatium Celestial.— Lloyd contestó antes de que Kai pudiera hacerlo.

—¿Lo trajeron de recuerdo?— preguntó Jay seriamente —Buena idea, así en cincuenta años podremos enseñarlo a los niños conmemorando este día como "El día en que el mundo se fue al demonio" literalmente...

—No, Jay.— lo corrigió Kai haciendo un ceño —Podría ayudarnos a derrotar a Ord' Oliver Montrose.

Todos se limitaron a observar a Kai. Yo también lo hice desde el retrovisor.

—¿Por qué lo llamas así?— preguntó Jay después de un silencio largo.

—Porque me niego a llamarlo como lo que alguna vez creí que era mi amigo.

Hubo otro silencio largo. Jay parecía haberse quedado sin comentarios.

—¿Ya saben cómo podría ayudarnos el Fangbatium Celestial?— preguntó Zane haciéndose notar.

—No.— respondió Lloyd —Creemos que como le dio todo ese poder a...ejem, 'Ord Oliver...podría también quitárselo.

—¿No es como intentar derrotar al Maestro Dorado con su propia armadura?— preguntó Jay desconcertado.

—Tal vez...— concordó Lloyd —podría haber funcionado si la hubiéramos podido tener...y tocarla.

—En cambio, podemos tocar a La Imperial.— añadió Kai con una sonrisa pícara.

—Pero no usarla.— dijo Jay.

Después de otro silencio, Lloyd añadió:

—Ya veremos para qué nos sirve.

Después de dos interminables horas de dolor de trasero, la luz de la ciudad se alzó detrás de una montaña como si fuera algo salido de la nada. El cielo seguía estrellado, los edificios y anuncios eléctricos eran lo único llamativo, y eso era bueno: no había rastro de caos del que muy probablemente el responsable sería Oliver. Parecía que había tenido razón al decir que Oliver no iba a iniciar su plan hasta que llegaran sus muertos a cubrirle la espalda, pero no me extrañaría que haya hecho cosas relevantes en estas dos últimas horas. Aun así, estaba más que seguro que sus muertos ya se habían reunido con él, atacaría en cualquier momento.
El camión bajó a toda velocidad por la pendiente de la carretera, las primeras casas y arquitecturas ya se lograban ver como ráfagas a través de las ventanas, y cuando los edificios reinaron el ambiente, tuve que dar un rápido frenon en uno de los semáforos. La calle estaba vacía, lo que era una suerte, porque no me imagino la atención que llamaría una camioneta con este aspecto.

—¿Dónde estará Oliver?— preguntó Jay asomándose por la ventana como si el sujeto fuera a estar por ahí.

—Dijo que iba a comenzar en el centro.— comentó Zane sin dirigirse a nadie en especifico.

—Eso es.— Lloyd confirmó el comentario de Zane —Cole, llevanos al centro, lo más rápido posible.

—Pero...está en rojo.— respondí volviendo a ver el semáforo que no cambiaba de color.

—¿En serio te importa más eso?— preguntó Kai irritado.

Decidí no contestar eso y volví a pisar el acelerador a tope, en esos momentos agradecía que esta chatarra no fuera mi combi y que yo no llevara mi licencia de conducir. Di varias vueltas, derecha, izquierda, izquierda otra vez, hasta que me encontré en una avenida recta y solitaria que llevaba directamente hacia el centro.
En esos momentos debian ser alrededor de las cinco de la mañana, no podía dejar de pensar en que Oliver estaría desesperado por actuar y comenzar a absorber la energía de la gente y crear un ejército aún más grande. Sólo me preguntaba una cosa: ¿A nosotros también nos quitaría energía si nos ve diambulando por aquí? Espero que no, o que al menos nos guarde para el final, (como era su plan inicial), porque a juzgar por cómo actuó Dylan, parecía que la transformación en demonio dolía más de lo requerido. Y yo no quería experimentar nunca ese dolor.

—¿Cuánto falta para llegar?— preguntó Jay después de media hora. Parecía irritado.

—¿Quieres dejar de quejarte y ser un poco paciente? Al menos tú no tienes que ir sentado aquí enfrente.— respondí en tono molesto.

—La ciudad es grande, pero debemos llegar al centro pronto.— comentó Zane a Jay.

—¿Y a qué parte del centro exactamente?— preguntó Jay —¿Cómo lo encontraremos?

—Es fácil— dice Kai con ironía —, sólo hay que seguir lo gritos.

Y como si esa frase los hubiera convocado, los gritos y luces de los departamentos cercanos se encendieron al mismo tiempo. Las sirenas de la policía daban un dramático sonido de fondo y los vehículos de todo tipo llendo de aquí a allá a toda velocidad decoraban de forma salvaje el ambiente. Fue como si toda la ciudad se despertara de repente, las personas salían de sus casa  huyendo de los cuerpos ensangrentados con huesos salidos, los muertos. Pero si había una dirección a la que no iban las personas y vehículos, esa era el centro, de donde se escuchaba más caos y destellos rojos salían reflejados en los edificios.

Pisé el pedal a fondo y salimos a gran velocidad hacio donde provenían los destellos rojos. Y en una vuelta hacia la izquierda, nos encontramos frente al parque de la ciudad, en el que se hallaban gran cantidad de muertos arrastrando a personas inocentes que luchaban con uñas y dientes por escapar. Todos los estaban llevando hacia el personaje cuatro veces más grande de lo normal: Ord' Oliver Montrose, quien no sólo se veía más energético que antes, sino que su armadura había adoptado un brillo especial, sus dientes eran más relucientes y puntiagudos y sus ojos resaltaban un rojo carmesí aún más siniestro.

—¡Hay que salvar a las personas!— exclamó Lloyd levantándose de su asiento y abriendo la puerta con una patada.

—¡¿Cómo se supone que vamos a acercarnos a Oliver?!— preguntó Jay bajando junto con todos.

Yo sólo me sentía aliviado de que al fin pudiera despegar el trasero de ese infierno para montar.

—¡Dijimos que eso lo averiguariamos después, Jay!— le dio Lloyd como respuesta.

Pero al bajar del camión, nos vimos rodeados por alrededor de cinco muertos y tres demonios recién adquiridos al ejército de Oliver. Ninguno de nosotros sabía lo que un demonio así podría hacernos, sólo habíamos visto a Oliver usar una parte de sus poderes, y yo sólo rogaba que las miniaturas fueran más fáciles de vencer. Así sin más, los cinco nos pusimos espalda contra espalda, listos para atacar.

KAI'S POV

Los cuerpos chorreantes de sangre fueron los primeros en atacar. Eran rápidos, pero no más que yo. Uno se me acercó al tiempo que se arrancaba una costilla y comenzaba a blandirla en el aire como si fuera una espada. Mientras tanto yo, sólo tenía en las manos el timón que aún no sé para qué nos va a servir. Pero si de algo estaba seguro, es que todos mis instintos gritaban por que no lo rompiera utilizándolo para el combate.
Sujete con fuerza La Imperial con la mano izquierda, listo para atacar aquel muerto viviente que se acercó para golpearme.
El muerto blandió la afilada costilla mejor de lo que habría previsto, la esquivé haciéndome para atrás, en ese momento me di cuenta de que todos se habían dispersado peleando con sus adversarios: Lloyd peleaba contra un demonio, Jay y Zane contra otro y un muerto, Cole contra dos muertos y yo sólo contra uno. ¿Dónde estaba el quinto muerto y el tercer demonio?

Pero la respuesta apareció ante mis ojos: el muerto llegó al lado del otro con la costilla en alto, como venía tan rápido, lo único que se me ocurrió hacer fue lanzarle una patada al estómago, lo cual fue suficiente para mancharme con sangre de la rodilla hacia abajo de sangre y líquidos intensitanales; el muerto se partió a la mitad y cayó al suelo de golpe. Le arrebate la costilla puntiaguda y se la encaje al otro muerto en la cabeza, atravesándole un ojo que me salpico en la cara hasta la punta de la costilla volvió a salir por el otro lado del cráneo. El muerto se desplomó aún con la costilla encajada.

No quería admitir que reconocía ambos cadáveres, después de todo, yo mismo los había intentado sacar de aquel edificio en llamas la noche de navidad. Pero ya no me sentía culpable, ya no me sentía mariado o acalorado cuando pensaba en ello. Había descubierto la verdad, y la verdad era, que tuve mucha suerte, al ser la única víctima del "accidente" que salió vivo de ahí.

Pero sí había algo que me angustiaba en ese momento: ¿Dónde estaba el tercer demonio? Simplemente había desaparecido, tal vez fue a avisarle a Ord' Oliver Montrose que estábamos aquí, lo cual, complicaba las cosas de una manera alarmante.
Decidí ignorar ese hecho ahora y me dispuse a ir a ayudar a Lloyd contra el demonio que enfrentaba, parecían muy fuertes y rudos, difíciles de domar, obviamente.

Pero al girarme, un fuerte dolor penetrante entre el hombro y el codo del brazo izquierdo me dejó rígido. En ese momento sentí como si el mundo se tambaleara bajo mis pies, y de repente, se escuchó a mi lado algo rasgándose, algo que me salpicó el rostro y me generó un arranque de adrenalina a causa del dolor. Mi puño derecho se alzó sin siquiera pensarlo, di una vuelta sobre mis propios talones y la aseste un puñetazo en la mandíbula a aquel demonio con la piel casi blanca. El demonio se tambaleó hacia atrás y cayó de espaldas por el movimiento repentino, y nuevamente sin pensarlo, arranqué una costilla del primer muerto que había matado oficialmente y se la encaje por error al demonio en el brazo, este aulló de dolor, desplegó sus alas punteagudas y salió volando hacia el cielo aun con la costilla encajada.
No quería hacerlo, me asustaba lo que podía ver, pero sabía que no importaba que tan horrible fuera, tenía que ver el estado de mi brazo. La escena me asqueó más que los muertos, tal vez porque esta se trataba de mí: el demonio había encajado sus finos y punteagudos dientes entre mi hombro y el codo izquierdo, me había arrancado un gran pedazo de carne y ropa, que al pasar lo segundos no sólo me dolía más, sino que estaba sangrando demasiado.
Volteé hacia los demás por si alguno había notado lo ocurrido, pero Cole ahora peleaba al lado de Lloyd contra un demonio, y Zane se encontraba en la misma situación con Jay, era obvio, que los muertos no eran nada comparados con los demonios alados.
Preguntándome qué efectos tendría una mordedura de demonio, pero sin querer averiguarlo, me quité la capucha ninja, la rasgue y en volví con ella la mordedura haciendo un nudo en el extremo para detener la corrida de sangre. Definitivamente no quería saber qué dirían los demás si sabían que me habían mordido.

Escuché dos aullidos muy parecidos al que hizo el demonio al que le encaje la costilla, tan pronto como me volteé vi a las dos figuras aladas volando en forma de huida quejándose con ruidos extraños.

—¡No puedo creerlo!— exclamó Jay molesto.

Mi fije en que no sólo yo había terminado cubierto de sangre en la cara.

—¿Qué cosa, Jay?— preguntó Cole en un tono que reflejaba irritación.

—¡No pudimos vencer a los demonios!— exclamó el chico que desde siempre había sido un exagerado —¡¿Cómo nos vamos a acercar a Oliver ahora?!

Aunque creía que Jay siempre exageraba de más la situación, creo que su reacción le había quedado corta a la que yo imaginaba dentro de mi cabeza. No era muy diferente a la de Jay, pero estoy seguro que era peor.

—¿Eso es sangre?— preguntó Lloyd apuntando al "pañuelo" empapado que cubría una parte de mi brazo.

—Sí. Y eso también.— me apresure a contestar señalándolos a cada uno.

Lloyd se me quedó mirando desconcertado, era cierto que todos estábamos empapados de sangre, pero la de ellos estaba más que de por sí coagulada y podrida, mientras que la que manchaba mi brazo izquierdo, parecía una fuente de sangre fresca. Me alegró que los demás no le hayan tomado importancia a ese aspecto, pero por la mirada de Lloyd, me pareció creer que él si se había dado cuenta.

Otro resplandor rojizo brilló desde el centro del parque, así mismo acompañado por una atronadora risa de Ord' Oliver Montrose.

—¡Oh oh!— exclamó Cole.

—Su felicidad no significa nada bueno para nosotros— espetó Jay —¡Debemos ir allá a detenerlo!

Sin nada más que decir, todos nos dirigimos hacia la entrada del parque lo más pegados que pudimos a la reja, después de todo no queríamos llamar la atención de más demonios y comenzar otro ataque. Nos escabullimos sin que nadie nos viera, y para asegurarnos de eso, cada quien subió un árbol y saltó de uno en uno hasta llegar casi al centro del parque.

Ahí estaba, la enorme figura de un demonio rojo, rebosandose de la risa, con sus alas enormes batiendo en el aire y diversos destellos rojos saliendo de sus manos. Los destellos no iban para nadie más ni nadie menos que las personas inocentes que habían tomado de rehenes que, de una forma mucho más veloz que la de Dylan, desplegaban sus alas adquiridas y volaban reluciendo sus nuevos cuerpos grises de demonio. Ord' Oliver Montrose estaba haciendo todo un ejército, y nosotros no podíamos hacer algo para impedirlo.

Miré de reojo a el timón que sostenía con una de mis manos; buscando entre las ideas más remotas de mi mente un uso apropiado para esa cosa, se me ocurrió que tal vez sólo un genio encontraría un resultado para aquel problema. Tal vez en el laboratorio al que había estado asistiendo Zane por un tiempo nos pudiera ayudar en algo.

—¡Tenemos que evitar que siga absorbiendo más energía!— tuvo que gritar Lloyd para que lo edcucharamos entre el ruido.

—¡¿Y cómo lo haremos sin convertirnos en demonios?! ¡Ni siquiera tenemos armas!— exclamó Jay.

—¡Chicos, miren!— Cole llamó nuestra atención apuntando hacia el lado este del cielo.

Pero no eramos los únicos que lo habíamos notado: Ord' Oliver Montrose, Dylan, y todos los demás demonios y muertos se voltearon hacia el cielo, pero si uno de ellos tenía una expresión diferente, ése tenía que ser Ord' Oliver Montrose, al cual la furia y la frustración se le vieron reflejadas en todas sus facciones de la cara.
El amanecer era esplendido, la luz del sol se comenzaba a reflejar en los edificios y la calamidad que había existido hace un momento se vio opacada por la calidez de la entrada de aquel día. Lo más impresionante, fue que cuando la luz rozó la piel de Ord' Oliver Montrose, de su piel comenzó a salir un humo negro, provocando que éste rápidamente se escondiera en la sombra de los edificios más altos. Estaba increíblemente molesto, y nosotros increíblemente fascinados: los demonios no soportaban ni un poco el sol.

—¡Sí! ¡Esto significa que tenemos oportunidad!— exclamó Jay con un toque de alivio.

Pero incluso antes de que alguien pudiera decir algo mas, Ord' Oliver Montrose salió de su escondite, se enfrentó al tacto del sol (que tal parece aún le quemaba la piel), juntó ambas manos y de ellas salió un poder inmenso color carmesí un rayos oscuros en dirección al sol, el cual, unos segundos después, se tornó completamente negro. La hermosa luz que había resplandecido y endulzado el día había desaparecido, en su lugar, la oscuridad volvió a reinar la ciudad, pero no una oscuridad como la noche, sino una oscuridad con maldad y peligro en cada esquina. El cielo se había tornado de un rojo carmesí brillante, y el sol, era como una enorme pelota negra que llenaba el ambiente de pánico sobre el cielo.
La piel de Montrose dejó de desprender humo, así mismo sus manos dejaron de lanzar energía rojiza y todos los demonios aullaron como un grito de victoria. Ord' Oliver no se perdió la celebración, pues comenzó a reír y a volar lo más alto que nunca. Si había un arma que podíamos usar en su controla, él había logrado la gran hazaña de acabar con ella: había apagado el sol. Tal vez para siempre.

—¿Eso...significa que ya no tenemos oportunidad?— preguntó Jay ante el silencio de los demás.

Un escalofrío me recorrió por la espalda, pero rápidamente fue opacado por el ardor que me provocaba la mordedura de demonio. Todo mi brazo izquierdo se sentía caliente, y conforme más pensaba en ello estaba seguro de que en algún punto la sangre me estaría hirviendo y no lo soportaría.

—¡Hay que hacer algo!— volvió a hablar Jay pero con desesperación.

—¡¿Cómo qué?!— preguntó Cole más molesto que asustado.

—¡No lo sé!— Jay miró al cielo —¡Debe haber una manera!

—Hay que llevar La Imperial a un laboratorio, tal vez podamos encontrar la forma de...— pero Zane no terminó la frase.

—¡LOS NINJA! ¡SON LOS NINJA, MI DIOS!— gritó la voz de Dylan a cierta distancia de nosotros.

Nos quedamos pasmados, aferrados a las ramas de los árboles rogando por que no pasara lo que parecía que estaba a punto de pasar. Pero nuestras esperanzas sólo fueron eso. La enorme figura demoniaca de Montrose aterrizó delante de nosotros, y al visualizarnos con sus enormes y afilados ojos sangre, sus carcajadas resonaron mostrando sus afilados dientes, los cuales sólo me recordaron al demonio que me había mordido. La herida me ardía con más fuerza, y tuve que contener el impulso de rascarmela o arrancarme el brazo.

—¿EN SERIO CREEN QUE PODÍAN VENCERME?— la voz de Montrose era gruesa y resonadora —¿NI SIQUIERA TENÍAN UN PLAN?

Todos nos quedamos quietos como estatuas. ¿Qué íbamos hacer ahora? ¿Cómo lograríamos escapar de ahí con vida? Ord' Oliver Montrose nos tenía, justo ahí y justo ahora. Habíamos sido lo suficientemente estúpidos, ¿cómo fue que nos acercamos sabiendo que no íbamos a poder con él? Él tiene un ejército, y nosotros un timón que no sirve.

—BUENO, SUPONGO QUE NO SE VAN A MOVER DE AHÍ, ¿VERDAD?— preguntó Montrose con sarcasmo y rió —ENTONCES, ES MEJOR QUE SE QUEDEN AL SHOW.

La enorme figura carmesí se dio la vuelta desplegando sus alas, se elevó unos metros sobre el suelo y (apuntando con sus garras hacia el cielo) se desprendió un rayo oscuro, que chocó poco después contra el aire y de éste se extendió una abertura colosal en el cielo. Cuando se abrió lo suficiente, cientos de demonios grises y alados bajaron del cielo hacia diferentes partes de la ciudad, cada vez más grandes y aterradores.

Era un portal. Montrose había abierto un portal del septuagésimo reino a este.

—¡SÍ! ¡SÍ!— exclamó Montrose victorioso —¡CONVERTIRÉ ESTE PATÉTICO MUNDO MORTAL EN MI PROPIO REINO DE DEMONIOS!— rió a carcajadas —¡TODOS LOS HUMANOS MORIRÁN!

Pero uno de nosotros estalló antes ese comentario, había bajado del árbol de un brinco y atacó a Montrose con su poder elemental a tope.

—¡Ni uno más!— gritó Cole —¡Voy a vengar a Jannet!

—¡No, no! ¡Cole! ¡NO!— gritó Jay bajando del árbol completamente pálido y dirigiéndose hacia su amigo.

—¡AGH!— se quejó Montrose cuando una de las rocas le golpeó la nariz y la tierra le entró en los ojos —¡LAMENTARÁS TU TORPEZA!

Un estallido rojo cruzó el aire dando justo en el pecho del contrincante. El cuerpo se elevó varios metros sobre nuestras cabezas, sólo para volver a caer con la misma fuerza contra el suelo. Se quedó tendido, ahí boca arriba; inmóvil. Jay había llegado tarde, de todas las veces que su velocidad destacó en el equipo, esta vez no logró su objetivo. Esta vez, sólo pudo llegar al lado del individuo, dejarse caer en el suelo y llorarle en el pecho. Esta vez, Cole ya no estaba con nosotros, esta vez...se había ido.
Un vacío me llenó desde el estómago hasta las pulmones, la garganta se me cerró y por un momento juré que no podía ni tratar de respirar. El rayo le había dado a Cole justo en el pecho, y ahí lo había dejado: muerto, en el suelo. Realmente, se había ido.

—¿QUIÉN ES EL SIGUIENTE?— preguntó Montrose entre risas.

Jay se puso de pie con ayuda de sus piernas que parecían gelatina. Le apuntó con la mano, hecho una furia y con los ojos llorosos y gritó al tiempo que una gran carga de rayos salía de sus brazos:

—¡ERES UN PEDAZO DE...!

La frase quedó suspendida en el aire al tiempo que los rayos cesaban y Jay se levantaba del suelo agitando los brazos. No entendía lo que le pasaba, simplemente se empezó a elevar. Estaba a punto de mover la vista para que las hojas de los árboles me permitieran ver mejor, cuando sentí que algo se enganchaba a la parte posterior de mi camisa ninja y me desprendía de la seguridad del árbol hacia arriba.
Comencé a patalear, más aún cuando ya estaba a el triple de distancia del suelo que cuando lo estaba en el árbol, y por un momento me aterró el rostro de Montrose al comprobar que estaba unos metros más abajo lanzando insultos nada apropiados.
Miré hacia arriba, y me encontré con la sorpresa de que Lloyd me había sujetado de la camisa mientras él y Zane se agarraban de la escalera de cuerdas. Jay, estaba sujetado por un gancho que poco a poco lo subía hacia la nave que surcaba el cielo con toda velocidad. Me dio un vuelco en el corazón al comprobar que era el REX, por obvias razones manejado por Ronin, pero me sorprendió mucho verlo cuando se suponía que la ciudad estaba siendo evacuada.
Subimos hasta quedar de pie sobre el interior de la nave, la cual maniobraba a gran velocidad en un intento por que los rayos letales de Montrose no la hicieran estrellarse. Pero Ronin fue más hábil, y a través del zigzageo nos condujo por entre los edificios más altos perdiendo a Montrose de la vista.

—¡Ronin, da la vuelta! ¡Hay que volver!— espetó Jay acercándose a la cabina.

—¿Cómo dices?— Lloyd preguntó a Jay viéndolo de hito en hito.

—Él tiene razón, hay que volver.— lo apoyó Zane.

—¡¿Volver?!— exclamó el conductor sorprendido —No sé si te diste cuenta, escoba con patas, pero apenas logré sacarlos de ahí por un pelito.

—¡No vamos a dejar a Cole allá! — gritó Jay perdiendo la paciencia.

En toda la nave se hizo un silencio atroz.

—Ya no podemos hacer nada por él, Jay.— Zane le puso una mano en el hombro, pero Jay se la apartó bruscamente.

Otro silencio.

—Hay un botiquín en una maleta café de atrás, tomen lo que necesiten.— dijo Ronin sin más.

Me apresure a recoger la maleta y comencé a sacar vendas y botellitas de quien sabe qué para mi herida en el brazo, mi movimiento pareció alertar a todos, porque Lloyd me pregunto mientras todos me miraban:

—¿Te hiciste daño en la pelea?

—¿Eh? Oh, no, es que...— ellos no podían saber lo de la mordedura —me lastimé mucho cuando Ord' Oliver Montrose me arrojó contra la pared de la cueva.

Jay y Zane desviaron la mirada, pero Lloyd se mantuvo vigilandome. Me di cuenta de que no podía exponer la mordedura mientras estuviera con ellos, así que sólo guardé las vendas en mi bolsillo e imaginé que no pasó nada.

Un sacudida del REX nos hizo a todos tambalearnos y obligarnos a sujetarnos de las paredes. Afuera, se comenzaron a escuchar los alaridos de los demonios y el batir de sus alas. Algo impactó por el costado del REX y nos volvimos a tambalear. Nos estaban atacando.

—¡Tenemos problemas chicos! ¡Vienen por todos lados!— exclamó Ronin maniobrando la nave.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo: la voz de Montrose volvía a escucharse, se escuchaba en todos lados, como si estuviera ahí a un lado de nosotros susurrandonos al oído mientras castaneaba sus afilados dientes: »RINDANSE Y MORIRÁN RÁPIDO«. Por las expresiones de los demás, di por hecho que también la habían escuchado, y que estaban tan asustados como yo.

—¡Debemos hacer todo lo posible para llegar al laboratorio!— exclamó Zane.

—¡Estamos a cinco minutos del lugar, pero será difícil llegar con esos demonios emboscando mi...!

Y ahí se fue otra oración perdida en el aire. Un destello verde iluminó toda la nave, y con un fuerte estruendo, todas las ventanas se hicieron añicos obligandonos a dejar de sujetarnos y taparnos la cabeza. La nave REX de Ronin parecía haber caído de una cuerda floja, de la que se desplomó en picada hacia el duro suelo mientras todos los monitores explotaban y echaban chispas.

En un abrir y cerrar de ojos, REX se estrelló.

LLOYD'S POV

Al levantarme los cristales resbalaron por mi traje, volviéndose a romper en mil pedazos al tocar el suelo. Rápidamente me llegó el olor a quemado, pero no fue tan insoportable como el dolor que se extendía desde mi hombro hasta la muñeca del brazo izquierdo, »caí sobre él« me dije a mí mismo al vano intento de moverlo como se debía.

—¡Ahí vienen!— exclamó un hombre con la voz entrecortada, se trataba de Ronin.

A unos escasos metros de distancia, contemplé la nave carmesí que unos momentos antes había sido nuestra salvación. REX estaba derrumbado contra un edificio viejo construido con piedra, la nave estaba partida a la mitad del lado en el que íbamos nosotros, pues ahí fue donde había caído el disparo de energía. Desde los escombros, pude visualizar a Ronin y Zane saliendo a tambaleos de la nave en llamas, mientras que Jay y Kai intentaban levantarse del suelo un poco más cerca de la nave que yo.

—¡Vienen por allá!— Zane señaló al cielo detrás de mí.

Al darme la vuelta, me quedé paralizado por un momento al ver dos docenas de demonios grisáceos surcando los aires con sus enormes alas hacia nosotros.

—¡Debemos llegar al laboratorio!— gritó Zane —Kai, ¿aún tienen el La Imperial?

La pregunta me hizo darme la vuelta. Si Kai había perdido La Imperial nos costaría mucho encontrar alguna forma de derrotar a Oliver.

—¡Se me cayó!— Kai exclamó asustado buscando con la mirada en todas direcciones.

—¡Debemos encontrarlo!— fui corriendo hacia el REX.

Era posible que la máquina haya quedado oculta bajo los escombros, pero yo sólo rogaba por no encontrarla rota.

—¡Ustedes busquenla! ¡Ronin y yo contendremos a los demonios!— dijo Zane corriendo hacia su dirección con Ronin de mala gana siguiéndolo.

Los tres nos acercamos hasta la nave en llamas, era casi imposible ver entre todo el humo que la máquina desprendía, pero era primordial encontrar La Imperial y salir de ahí cuento antes para ir a los laboratorios.

—¡La tengo!— exclamó Jay victorioso sacando el timón de debajo de un propulsor roto, la máquina se había quedado intacta.

Los tres salimos rápidamente de REX para liberarnos de la gran nube de humo que desprendía, al instante nos encontramos a Ronin disparándoles con arpones a los demonios y trataban de acercarse, lo mismo hacia Zane, pero con hielo.

—¡Ya la encontramos Zane!— gritó Kai para que ambos dejaran de pelear.

Pero en vez de eso, los dos siguieron luchando con más fuerza, y la cantidad de demonios incrementaba a cada segundo.

—¡Ustedes continúen!— dijeron Zane y Ronin al unísono sin dejar de combatir.

—¡Eh!— Jay se quejó y le arrojó La Imperial a Kai —¡Ni creas que te dejaremos!— avanzó a grandes zancadas hacia Zane.

—¡Jay! ¡Tenemos que irnos!— me interpuse en su camino.

—¡No lo dejaré! ¡No lo dejaré como hice con Cole!— sus ojos echaban chispas de la furia.

—¡Jay! ¡Deben irse!— gritó Zane también echando chispas —¡AHORA!

Jay dejó de intentar pasarme y se quedó mirando a Zane, se notaba por todos lados su aspecto melancólico, y con el alma rota, se dio media vuelta y echó a correr calle arriba junto Kai y conmigo.

Cruzamos otra avenida apresurando el paso, sólo era cuestión de tiempo para que más demonios nos emboscaran y terminaramos como Zane y Ronin sin poder encontrar una solución al problema. Debíamos llegar a los laboratorios a toda costa. Pero, ¿qué íbamos a hacer sin Zane estando ahí? Jay también sabía de mecánica, pero La Imperial manejaba una forma muy diferente de funcionar.

—¿Cuándo dijo Ronin que faltaba para llegar?— preguntó Kai con cansancio.

—Cinco minutos.— respondió Jay —¿O eran tres? No recuerdo.

De pronto, tuvimos que detenernos en seco. El batir de unas enormes alas se presento detrás de nosotros, acompañada con una potente risa maligna, avanzaba hacia nosotros. Era Oliver. El maldito demonio nos había alcanzado.

—¿CREEN QUE IBAN A LOGRAR ESCAPAR DE MÍ?— rió acercándose cada vez mas.

—¡Esto es por Cole, basura!— gritó Jay sacando una ballesta de la nada y disparandole a Oliver.

El movimiento de Jay fue tan repentino, que la fecha alcanzó a Oliver dándole victoriosamente en el hombro izquierdo. Éste chilló de dolor arrancándose la flecha del hombro y arrojándola con brusquedad al suelo. Fascinado, contemplé como el hueco en su hombro volvía a generarse en un segundo.

—¡Tonto! ¡No puedes herir a ningún demonio así!— gritó Oliver riendo al tiempo que lanzaba un rayo verde hacia Jay.

El rayo le dio justo en el pecho, el cuerpo de Jay se elevó en el aire como lo había hecho Cole con anterioridad, y del mismo modo, cayó como un muñeco de trapo contra el suelo.

—¡Noooo!— grité alarmado corriendo hacia Jay.

Pero el agarre de Kai me detuvo, jalandome desesperadamente hacia un callejón de la derecha, donde a causa de su tamaño, Oliver ya no pude seguirnos. Kai se dejó caer detrás de un cubo de basura, jadeando por el cansancio y sujetándose fuertemente el brazo izquierdo.
Por primera vez, sentí miedo. Kai no dejaba de jadear, su piel estaba tan gris que podría confundirse con un cadáver, y unas enormes venas moradas le recorrían todo el cuerpo. Se estaba convirtiendo en un demonio.

—¿Te mordieron, no es así?— pregunté con un hilo de voz.

Kai levantó la vista, contemplandome con sus ojos castaños, que era lo único que aún no cambiaba de su aspecto normal. Su cabello de puerco espín que tanto me encanraba, se estaba tornando poco a poco negro.

—Lo...siento....— masculló bajando la vista, dejando escurrir dos enormes lágrimas.

Lo rodee con mis brazos, y el lo aceptó. No podía ni pensar en perder a alguien más, ya no. No soportaría la idea de perderlos a todos, de quedarme completamente solo. Pero ya lo estaba, ya no quedaba nadie mas, y Kai, a cada segundo se iba convirtiendo en una máquina asesina.

—Toma— Kai rompió el abrazo entregándome una ballesta idéntica a la de Jay —También tomé una de la mochila de Ronin.

Sujete la ballesta entre mis manos, sin comprender.

—¿Para qué usaré esto?— pregunté.

Kai me miró un momento, pero al fin respondió:

—Para matarme.

Se me heló el corazón, Kai no podía estar pidiéndome que hiciera esto. Yo no podía cumplir esa tarea, no podía. Kai era como algo mas que mi hermano, con él siempre había sentido una conexión más fuerte. Y pensar en que va a morir...en que yo tengo que matarlo...preferiría que todo esto fuera un simple sueño, y que en realidad el equipo nunca se hubiera vuelto a juntar. Sólo así, nadie habría muerto.

—No, Kai, no puedo.— dije aterrado regresandole la ballesta, pero él la rechazó.

—Hazlo antes de que te mate, por favor.— dijo sin energía, jadeando.

Una lágrima resbaló por mi ojo, esto no podría ser cierto.

—No...no puedo hacer esto solo...— dije con la voz entrecortada.

Kai esbozó una débil sonrisa.

—Sí, claro que puedes.— dijo alcanzandome La Imperial —Úsala.

La sujeté con la otra mano, nuevamente confundido.

—¿Q-qué?

—Úsala. Enciendela y úsala como lo hizo...— se quedó un momento pensando —como lo hizo...Oliver.

—Pero...él...yo...él dijo que...

—Dijo que sólo la podía usar el primer y último candidato, que es igual a tú y él.

—Pero...dijo que se necesitaba la esencia de todos los demás. Aquí sólo queda la de Oliver y Dylan.— dije observando el timón.

—¿Aún no lo haz entendido?— Kai volvió a sonreír débilmente — Tú...eres la esencia de todos los demás.

—Yo...pero..

—Lloyd, puedes utilizarlo. Lo sé. Derrota a Oliver. Y salvanos a todos.— sonrió.

—No voy a dejarte.

—Vete Lloyd...— la sonrisa se borró —vete...ahora...por favor...si fuiste alguna vez mi amigo, debes matarme...por favor...vete

—Pero, Kai, yo...

—¡VETE!— gritó con voz ronca y comenzó a retorcerse en el suelo —¡HU-HUYE!

Estaba pasando, Kai se estaba convirtiendo en un demonio.
Me levanté a toda velocidad con La Imperial en una mano y la ballesta en la otra, este callejón era muy largo, sin embargo, no ponía en duda que Oliver me está esperando allá afuera listo para atacar. Mientras corría, no podía dejar de sentir melancolía cuando escuchaba los gritos de Kai, pero cuando dejó de gritar, fue cuando de verdad me asusté.
Volteé hacia atrás sin dejar de correr, y lo que vi casi me hizo perder el equilibrio. Kai, una versión gris alada y con asquerosas venas moradas, corriendo a toda velocidad a cuatro patas, hacia mí.
Apresure el paso, lo último que quería hacer era enfrentarme con Kai, pero si salía con él detrás, no tendría ni oportunidad de hacer funcionar La Imperial.

Unos gruñidos a mis espaldas me hicieron darme cuenta que Kai me pisaba los talones, y al echar otro vistazo hacia atrás, el demonio grisáceo desplegó alas y se echó encima de mí, haciéndome soltar La Imperial y quedar atrapado entre él y el suelo en mi espalda.

Kai hacia sonar sus afilados dientes, moviendo la lengua de serpiente de un lado a otro como si ya pudiera saborearme. Pero sus ojos, sus ojos ya no eran de un castaño hermoso y leal, sino que ahora eran unas simples rendijas verdes apostando por deborarme.

—¡Kai, reacciona! ¡Por favor!— supliqué.

—Me pregunto a qué sabrá el verde, enano— rió mostrando sus dientes.

Kai estaba demasiado distraído para ver los lentos movimientos que yo hacía con mi mano libre. Sujete la ballesta, y traté de apuntarle a lo más cerca que estuviera del pecho. Kai sólo me observaba, degustandome con la vista, preguntándose cuál parte de mi cuerpo debería probar primero.

—Tal vez debería empezar por la cabeza, está linda— rió.

Pensé en mi mejor amigo, en todos los momentos que habíamos pasado juntos y en todas las veces que nos habíamos salvado la vida mutuamente, pensé en las risas, las conversaciones y también en los otros tres, que ya no estaban en este momento, que ya ninguno podía consolarme ni decirme que lo que voy a hacer es lo correcto, porque ya no había nadie, ya no había un Kai, un Cole, un Jay o un Zane. Sólo estaba yo, contra un demonio y el mundo. Yo, con un arma asesina que en poco odiaré eternamente.

Y con el corazón explotando dentro del pecho, accioné el arma. Y me quedé solo.

                     •      •      •       •       •

Iba corriendo, hacia el final del callejón con un timón compuesto por una rueda, diez frascos para la sangre y una tecnología extraterrestre en el centro. Las paredes a mis costados desaparecieron, y me encontré y un parque pequeño, donde algunos niños debían de haber jugado en esos columpios meses o días atrás incluso. El parque era iluminado por el sol, que lo único que podía hacer era llenar el ambiente de un color parecido al de la sangre.

—Te estaba esperando.— la voz del gran demonio rojo salió de por encima de los árboles —Veo que te has quedado solo...jajaja

—No estoy solo.— repliqué en voz alta para que pudiera oírme.

Oliver fijó la vista en La Imperial que sostenía sobre mi pecho.

—¿Qué vas a hacer con eso?— rió —¿Golpearme?

—Voy a vencerte, y los salvaré a todos.

—¿Bromeas, no? ¿De dónde vas a sacar la sangre de rus amigos muertos?

—Toda y cada persona de este mundo, que tenga un corazón noble y generoso...soy yo.— dije.

Oliver se quedó perplejo un segundo, pero volvió a reir.

—¡JAJ! ¡Tus metáforas no te ayudaran en nada!— se burló.

Lo ignoré, y mientras reía a carcajadas, yo hice girar el timón enfrente de mí. La máquina giró y giró, cada vez con más velocidad suspendida sobre el aire, el Fangbatium del centro comenzó a brillar con la misma intensidad que lo había hecho cuando Oliver lo usó, pero este brillo, era diferente, este brillo, era dorado. Lo último que pude ver antes de que la luz me cegara, fue a Oliver mirándome boquiabierto.

La luz al fin me dejó descansar los ojos, haciéndome sentir libre y fresco desde todos los puntos de mi cuerpo. Volvía estar en aquel parque rojizo iluminado por el sol negro, y Oliver me miraba de hito en hito a una distancia considerada. Mi aspecto no había cambiado mucho, pero no traje se había tornado dorado, cada parte de mi desprendía un brillo sorprendente, pero lo que más me asombró, fue que no estaba en el suelo, sino volando unos metros de distancia más arriba, con unas hermosas alas de ángel.

—¡Eso es imposible!— gritó Oliver contrariado.

—No. No lo es.— dije mirándolo con severidad.

Oliver volteó al cielo, específicamente de donde gran canditad de demonios salían de una grieta dirigiéndose a nuestra dirección, tenía que cerrar el portal.

—¿Qué? ¿Temes que no vengan a ayudarte?

—¡No necesito la ayuda de esas bestias para vencerte!— gritó furioso.

—Es gracioso que digas eso, considerando tu aspecto, claro— reí.

Oliver estaba a punto de gritarme algo, pero lo interrumpió mi siguiente acción: junté mis manos a la altura del pecho, cerrando uña potente esfera de luz dorada. Cuando la consideré a buen tamaño la dirigí hacia el portal en el cielo. El rayo dorado atravesó el aire a gran velocidad, y apenas tocó el portal, este se cerró rapidamente.

—¡No!— rugió Oliver —¡Pagaras por eso!

Avanzó surcando el aire, generando en una de sus manos elevadas una esfera de energía roja, que no tardó más de un segundo en arrojarme. Usando mis nuevas alas, la esquivé moviéndome para un lado, contraatacando de la misma forma que lo hizo él, pero con dos esferas de luz.
Él, aunque era más grande, era igual de ágil que yo, pero estaba furioso de que haya cerrado su portal. Generó una gran esfera de luz roja con negra y avanzó hacia mí con gran velocidad, yo hice lo mismo, dirigiendome a él con todas mis fuerzas. Nuestro poder chocó generando un gran estallido naranja que a los dos nos impulsó hacia atrás obliganfonos a retroceder. Pero Oliver no iba a permitir que aquello pasara otra vez: generó una nueva esfera en su pecho, y un potente rayo rojo salió surcando el aire hacia mi dirección. No me quedé atrás, genere un rayo dorado y lo guíe desde mis manos hacia él.
El poder chocó provocando un nuevo estallido, pero ninguno se movió de posición, sino que contemplamos como la energía seguía discutiéndose entre nosotros, intentando de ganarle a la otra, pero estábamos demasiado igualados, y parecía que nunca podría vencer al otro.

—¡Estás solo!— gritó Oliver para que pudiera oírlo —¡¿De qué sirve vencerme si ya no te queda nada?!

Los recuerdos volvieron a embargar mi mente, y con desesperación pude observar como el poder de Oliver avanzaba sobre el mío, consumiéndolo para siempre. Me estaba acabando.
Pero entonces, recordé algo más.

—¡Estás equivocado, Oliver!— grité poniendo más potencia en mis manos —¡No estoy solo! ¡Ellos están conmigo! ¡Y esto que hago...es por ELLOS!

La luz dorada incrementó expontaneamente, arrasando con toda la energía carmesí que Oliver había lanzado, hasta que al final, e extinguió.

—¡NOOOOOOOOO!— gritó el demonio, por última vez.

Cuando el poder dorado alcanzó a Oliver, un estallido blanco salió hacia todas direcciones. Pude sentir como el poder en mi interior se desvanecía, y todo mi campo visual, se convertía en un espacio blanco.

Había terminado. Ord' Oliver Montrose, había sido derrotado.








































                                    











































                                         UN AÑO DESPUÉS

La lluvia de mayo parecía no haber llegado este año, el sol brillaba con intensidad sobre la ciudad de San Francisco, y no podía haber un mejor clima para la celebración de esta noche: el aniversario de cuando un demonio, de otra dimensión destruida, llamado Ord' Oliver Montrose, había intento conquistar la Tierra utilizando un poder innombrable. Pero había sido destruido, todos los demonios habían regresado a su dimensión, y la paz había gobernado otra vez en el planeta, y sobre todo, en San Francisco.

Me ajusté la corbata verde y me miré en el espejo, ahí estaba yo, con el cabello rubio atado por la gel y el traje de etiqueta listo para lucir en la celebración de esta noche en el parque de la ciudad. Pero antes, tenía que hacer unas cosas.

Salí por la puerta de roble, cerrando con llave la puerta de mi casa para que nadie se pudiera quejar de que la había dejado abierta. Comencé a caminar por la calle, mientras las miradas amistosas me saludaban y sonreían. Hasta que una, me pareció particularmente conocida.

—Hola Lloyd, ¿vas a ir a la fiesta de esta noche?

—Sí, ¿y tú?

—Seguro. ¿No vas muy temprano?

—Voy al cementerio a reunirme con los demás.

—Oh, bien, hasta luego.

—Hasta luego, Ronin.

Seguí mi camino, crucé un jardín, otras dos cuadras, y al fin llegué a la entrada del cementerio. Era gracioso que en las películas los pongan muy sombríos, porque en esta ciudad en realidad es muy bonito.
Caminé a un lado de las lapidas, hasta que llegué a las que estaba buscando, con las cuatro personas que desde hace horas me estaban esperando. Todos vestían igual que yo.

Uno dejó un ramo de flores sobre una de las lapidas, y otro, simplemente vio la de al lado con melancolía.

Uno de ellos advirtió mi presencia y giró hacia mí.

—Llegaste— anunció mi llegada.

—Perdón por la tardanza, tuve problemas con la corbata— dije acercandome hasta ellos.

Miré las lapidas, y luego al chico que había dejado las flores. De todos parecía el más conmovido.

—Ella está en un mejor lugar ahora, Cole— dijo Zane poniéndole una mano de apoyo en el hombro.

—Lo sé...pero me gustaría que estuviera aquí...

—¿Nadie le trajo nada a Xander, en serio?— preguntó Jay viendo la lapida de al lado.

Kai metió una mano al bolsillo, y lo que sacó lo puso sobre la lapida de Xander Render.

El objeto no era más que un control de x-box negro usado del número del año pasado.

—¿Es en serio?— preguntó Jay arqueando las cejas.

—¿Qué?— Kai alzó los hombros —Él simple me ganaba en Puño a Cara 11

—Okey, eh, ¿qué les parece si vamos a la fiesta? El año pasado no fue muy bonita desde el hospital— dijo Jay sonriente.

—Creí que nunca lo dirían— dice Zane.

—Sí, ya me estoy muriendo de hambre.— dijo Cole tocándose el la pansa —Por cierto, el pastel, ¿saben de qué sabor es?

Los tres se dieron media vuelta encaminándose hacia la salida del cementerio, yo estaba en camino, si no fuera por un gemido que soltó Kai al darme la vuelta, de detuve. Giré y lo encontré con una mano apoyada contra la lapida de Xander y la otra en medio del abdomen, haciendo un gesto de dolor.

—¿Te ha vuelto a doler?— pregunté acercandome preocupado.

Kai alzó rápidamente la vista y volvió a recobrar la postura.

—No, que va— sonrió poniéndome un brazo por encima del hombro —sólo ha sido un poquito.

Sonreí.

—Cuanto tiempo ha pasado— dije volteando al frente.

El sol comenzaba a ocultarse.

—Sí— Kai también volteó, con felicidad —Vamos, nuestro destino y ese pastel esperan.
























                                                           F I N




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top