⚫5. Materia oscura⚫
Lloyd's POV.
Me despierto en varias ocasiones, aunque a penas recuerdo lo que veo. Solo luces cambiantes, el rumor del sonido de un vehículo, olor a tierra, el tacto áspero de lo que parece ser una pared de piedra caliente y los grilletes que me lastiman las muñecas.
Cuando por fin recupero la conciencia podrían haber pasado horas o podrían haber sido días, no lo sé. Descubro que estoy recargado contra una pared, en una celda caliente, con las manos esposadas tras la espalda.
Me duele la cabeza y tengo la garganta seca. ¿Qué pasó? ¿En dónde estoy?
Trato de usar mis poderes para liberarme pero no funciona. Creo que no es sólo porque estoy débil, estos grilletes bloquean mi poder.
La puerta de la celda se abre. Una luz rojiza me ciega por un momento. Cuatro cyborg me quitan las esposas y me toman por los brazos. Me arrastran fuera de la celda y me llevan a un gran salón.
Este sitio... parece el interior de un volcán.
--Lo siento --murmura un Cyborg grande con una voz áspera.
--¿Qu- qué pasó? --pregunto.
--Nuestro líder pidió que hiciéramos esto --me responde una chica de pelo rosa--. Porque interferiste con la misión.
--No debiste seguir a Ben... --masculla otro Cyborg de pelo rubio.
--Ya dejen de hablar con el prisionero --ordena un pelirrojo que me toma del brazo... ese Cyborg... ellos cuatro...
--Ustedes... --musito con voz acusadora.
--Descuida, no dolerá --me informa la chica.
--¿Qué me va a hacer?
--Lo mismo que le hará a todos los demás maestros elementales --contesta con recelo el que creo que se llama Ben, sin mirarme.
--En ese caso, si ven a mis amigos podrían decirles que lo lamento.
--¿Por qué haríamos eso? --pregunta el rubio, extrañado.
--Porque creo que tal vez no son tan malos como aparentan.
Los cuatro se dan la vuelta y no me miran más. Me llevan frente a un trono grande de piedra. Creo... creo que es agradable estar aquí, en el suelo, frente a este trono. Es más frío que en otras partes de la habitación.
--Perece que nos volvemos a ver, ninja verde --me dice una voz conocida.
A penas tengo fuerzas para levantar la cabeza.
—¿C-Clouse? —pregunto, pero al acercarse más veo que no es él.
—Lloyd Garmadon, reciente habitante de Spinjago, ¿Tus amigos te esperan allí?
El hombre tiene una aterradora cicatriz que le recorre un ojo... ¿Quién es? ... creo, que es el ladrón de los prismas. Parece saber mucho de nosotros como... como si nos hubiese estado vigilando.
--Tú... te robaste... los prismas --digo con un hilo de voz--, devuélvelos a dónde pertenecen...
--¿Sabes? Creo, creo que te diré quién va después de ti... tal vez sea la chica... ¿Cómo se llamaba?
--¡Ni se te ocurra lastimar a Mei! --grito con la poca fuerza que me queda.
--¡Uf! Creo que ya encontré tú talón de Aquiles... ¿Ella te importa, no es así?
--No te saldrás con la tuya. Mis amigos y yo te detendremos.
--Descuida, no lo harán. Porque, no saben quién soy, no saben qué busco, tú tal vez ya lo estés suponiendo pero, no podrás decírselos.
Dicho esto, pone frente a mí un cetro rematado por una gema de color gris que refleja mi rostro. Cansado, herido, así es como se ve el ninja verde. Así es como me recordará este sujeto.
Cierro los ojos para no ver lo que pasará. Lo único que sé es que la gema, fría, me toca la frente y siento algo apoderándose de mí. Es materia oscura, maldad en su más puro estado.
Kai's POV.
Vemos a Cyrus Borg avanzar hasta nosotros en su silla de ruedas. Cole y yo nos ponemos en posiciones de defensa, no demasiado obvias pero tampoco dejamos nuestra guardia baja. Zane analiza con su computadora, Mei oculta el ratón roto detrás de ella y Jay permanece en la silla (que ni siquiera es suya).
—S-señor Borg —exclama Jay, poniéndose de pie y sacudiendo el asiento—. Jeje, lo estábamos esperando. No tocamos sus cosas, sólo… las cui-dabamos.
El ninja azul esboza una sonrisa radiante. Borg avanza hacia el escritorio conforme nosotros nos movemos en diagonal con dirección al ascensor.
—¿Qué quiere decir con que no debimos ver eso? —pregunto, serio. Mis músculos se tensan.
—Sólo… déjenme explicarles —pide, con cautela.
—No, ¿Por qué Bolobo parecía infectado con materia oscura? —añade Cole, receloso.
—Ninjas, si tan sólo me permiten…
—Y el polvo que fabrica su compañía… —dice Mei, lentamente—. Lo encontramos justo donde… donde Lloyd desapareció.
—¿Qué? —Borg alza las cejas y sus anteojos se mueven un poco de lugar. Los acomoda nuevamente y continúa hablando, pero sus ojos rasgados aún reflejan temor—. Le prometí a su sensei que no les diría nada al respecto…
Nos miramos entre nosotros, alterados.
—… pero según las circunstancias actuales…
—Expliquelo, sin rodeos —insisto, molesto.
—Hace unos días las cámaras de seguridad captaron lo que ustedes acaban de ver. Se lo informé de inmediato a Wu. Parecía estar muy afectado, por lo visto, me pidió que lo mantuviera en secreto mientras intentaba averiguar como solucionarlo.
¿Qué? ¿Por qué razón el sensei Wu no nos diría algo como eso? Y en lugar de pedirnos investigar sobre esto nos mandó a buscar un diario que no tiene nada que ver… Alto, al menos supimos de la existencia de los prismas elementales.
—¡Que bien! —exclama Jay—. Primero los prismas elementales desaparecen, luego Lloyd… ¡Y ahora esto!
—¿Prismas elementales, has dicho? —lo interrumpe Borg y su cara es una exhibición perfecta de expresiones de horror.
—¿Sabe algo sobre ellos? —le pregunta Zane.
El hombre se pasa las manos varias veces por el cabello.
—Será mejor que busquen al sensei Harrison.
—Pero…
—Háganlo… —va hasta donde estamos, oprime el botón del ascensor y literalmente nos empuja al interior—. Y, Mei… ¿Ése es el ratón de mi computadora?
—Eh… le conseguiré uno nuevo —promete la chica, devolviéndole el objeto descompuesto.
Las puertas del ascensor se cierran, pero justo antes escuchamos a Borg murmurar.
--¿Por qué ahora? ¿Por qué Lloyd?
Está bien...
Llegamos al dojo de la familia Harrison al atardecer. Éste es el único edificio que no cambió en nada cuando Ciudad Nueva Ninjago se "modernizó", por lo que parece como si, al doblar la esquina, te encontraras en un mundo completamente diferente, en el Ninjago de antes. Atravesamos los muros que forman una muralla alrededor del patio frontal.
Un camino de madera hace de puente para atravesar el estanque que da la bienvenida al antiguo hogar de Mei. Peces de distintos tamaños y colores atraviesan bajo nosotros, nadando con gracia y moviendo sus colas como largos abanicos. Aunque me pone algo nervioso estar sobre el agua, la mayor parte del tiempo, en realidad estar aquí me relaja. Es como si el fuego dentro de mí se apaciguara.
Recuerdo cuando tenía cinco años y escuché hablar sobre éste lugar, en una visita a una aldea con mi padre. Estábamos tocando de puerta en puerta, intentando vender algunas armas que días anteriores él había forjado en la herrería. Escuché a unos chicos hablar sobre un dojo.
—... dicen que te enseñan los mejores estilos de pelea.
Me volví hacía mi padre, con una sonrisa en el rostro.
—¡Papá!, ¿Escuchaste éso?... ¿Podemos ir?
Mi padre tenía los ojos fijos en el suelo. Un semblante triste ensombreció su cara.
—No, Kai —pasó su mano libre por mi cabello—. Está demasiado lejos. Tienes que quedarte aquí, en donde está tu familia.
Y así lo hice. Me quedé a cuidar a mi hermana cuando ellos se fueron. Algunas noches, miraba por la ventana de la herrería, preguntándome cuan lejos quedaría la ciudad. Abandonaba la idea casi de inmediato. La ciudad no es lugar para dos niños huérfanos. Me pregunto si, de haber decidido emprender el viaje habría conocido a Mei antes, si sus padres también nos habrían criado a nosotros, o si hice bien en quedarme en mi hogar, peleando solo, por salir adelante.
Mei toca la enorme puerta de la entrada con los nudillos. Su madre la abre después de un rato. Mei es idéntica a ella, a excepción del tono de cabello y ojos. Su madre, Midori, tiene el cabello negro y ojos color esmeralda, igual a... a Morro. A pesar de ser del mismo color, no siento que esté viendo al mismísimo maestro del viento a los ojos. No sé si se deba a que al ver a Midori inmediatamente me llega la imagen de Mei a la mente, pero sin duda no es la misma mirada.
—Hola chicos, ¿Qué los trae por aquí? —nos saluda, con una sonrisa.
—¿Papá está adentro? Necesitamos hablar con él.
—Está en la cocina, pasen.
Midori abre la puerta por completo, la única iluminación procede del interior de la casa y del pálido brillo naranja del día que termina detrás de nosotros, aunque el resplandor basta para proyectar nuestras sombras sobre el suelo de madera. Al entrar lo primero que vemos es el recibidor. No es demasiado grande. Unos sillones y un escritorio. La puerta de la izquierda lleva al área de entrenamiento, mientras que la de la derecha, por donde pasamos, conduce a la sala.
—Debe estar preparando la cena —nos dice Midori, al tiempo que nos guía hacia la cocina—. ¿No quieren quedarse a cenar?
Mi estómago ruge en ése preciso instante. La verdad es que estoy hambriento, no hemos comido nada en todo el día. Y el aroma procedente de la cocina...
—No —repone Mei, de mala manera—. Estamos bien.
Miro a Jay, Cole y Zane, con una mueca.
—Bien, estaré arriba, por si me necesitan —dice Midori, con una sonrisa triste, luego se dirige a nosotros—. Adiós, chicos. Fue un gusto volver a verlos.
—Adiós —respondemos, al unísono.
Mei lanza un bufido de impaciencia, o tal vez tristeza y baja la mirada.
—Vamos, mi padre debe estar por acá —nos dice sin mirarnos, levanta la cabeza y retoma el paso.
—¿Está molesta con su madre? —le pregunta Zane a Cole en voz baja.
El pelinegro suspira.
—Sí, desde que sabe lo de Morro....
—Bueno, yo también estaría molesto si mis padres nunca me hubiesen dicho que tengo un tío loco —comenta el pelirrojo.
—Éso es porque no sabes que es una pérdida de tiempo... —mascullo, al tiempo que mis ojos recorren los retratos familiares colgados sobre las paredes del pasillo—. Tú tienes a tus padres contigo, pero yo... Cuando los pierdes te arrepientes de cosas como ésa, de molestarte con ellos por algo insignificante.
—Lo siento, Kai... yo no quería... —empieza a balbucear Jay, para disculparse.
—Descuida.
(***)
Midori tenía razón, el sensei Walter se encuentra en la cocina, la cual es enorme. Veo que cocina algo en una sartén, no sé qué sea pero ése olor me da más hambre. El padre de Mei apaga la estufa y retira de la sartén un delicioso Hot cake esponjoso que coloca encima de una pila de más Hot cakes esponjosos. Las tripas se me revuelven.
—¡Ah! Hija, chicos ¿Qué los trae por aquí? —nos pregunta el sensei Walter, cuando nota nuestra presencia. Nos recorre con la mirada y luego arquea una ceja— ¿En dónde está Lloyd?
Nos miramos entre nosotros, con nerviosismo.
—Am... es de lo que queremos hablarte —murmura Mei.
—Bien, ¿No quieren un Hot cake mientras me lo cuentan?
—¡SÍ! —nos lanzamos a gritar Jay, Cole y yo.
—Creo que ésta no es una de las cosas que se dicen mientras se está comiendo.... —comenta Zane. Claro, como él es un robot y no necesita comer.... ¿Y por qué grita Cole también?
—De acuerdo —el sensei hace a un lado su plato y centra su atención en nosotros—. Díganme.
--Borg nos mandó con usted --dice Zane.
--¿Cyrus Borg? ¿Por qué haría eso? Todo Ninjago sabe que no conozco nada sobre la tecnología.
--A no ser... --murmura Mei--. Tú, aparte del sensei Wu... ¿Conoces algo sobre los prismas elementales?
--No sé que sea eso --niega el padre de Mei... sospechoso.
--Papá, por favor, Lloyd desapareció, te necesitamos.
El sensei abre mucho los ojos.
--Mei, no sé en qué se hayan metido con los prismas elementales, pero sea lo que sea, es mejor que se olviden de ellos.
--Pero, ¿Qué hay de Lloyd? --pregunto.
--... No creo poder ayudarlos.
No comprendo nada. ¿Por qué cree Mei que los prismas tienen algo que ver con Lloyd? ¿Por qué siempre nos corren de lugares cuando mencionamos los prismas? Sospecho que esos prismas son más poderosos de lo que pensamos.
Jay's POV.
Sin más a dónde ir, nos sentamos en la plaza para pensar qué haremos para encontrar a Lloyd. Ya ha oscurecido por lo que la única luz proviene de los faroles que están dispersos por doquier. Comienzo a frustrarme. Si Lloyd no está y ésos prismas elementales tampoco todo apunta a que algo malo se aproxima, siempre es así, siempre. Aunque, todos están muy callados últimamente…
--Bien, esto es lo que sabemos --dice Mei--; Borg conoce a las personas que se llevaron a Lloyd, mi padre tal vez conozca a quién se llevó los prismas...
--¿Y por qué piensas que esas dos cosas están relacionadas? --pregunta Kai, confundido.
--Porque quién se llevó a Lloyd y quién tomó los prismas, son la misma persona --responde Zane.
--¡Claro! --exclamo, poniéndome de pie--... ¿Ósea qué quién?
--Cybermad --responde alguien detrás de nosotros.
Nos damos la vuelta y vemos a Cyrus Borg... ¿Qué hace él aquí? Él nunca sale de su edificio a no ser que se trate de una emergencia.
--¿Quién es Cybermad? --pregunta Cole, extrañado.
--Un demente.
--¿Quiere decir que un demente capturó a Lloyd y a los prismas? --pregunto, Cyrus asiente--. ¡Oh claro, solo es otro día más en Ninjago!
--¿Y cómo lo encontramos? --pregunta Kai.
--Él los encontrará antes a ustedes --responde Borg, trago saliva—Escuchen, ninjas. Tienen que detenerlo a toda costa, si esos prismas elementales caen en manos equivocadas causaría pánico y caos.
—Sí, no queremos nada de eso —comenta Jay.
-¿Y por qué nos envió con el padre de Mei? --pregunta Cole.
--Porque es el único que conoce sobre los prismas elementales y por tanto, el único que puede ayudarlos a detener a Cybermad... y yo también quiero ayudarlos.
--¿No nos volverá a echar de su compañía? --pregunta Kai, le doy un codazo para que se calle.
--¿Qué es lo que quiere? --pregunta Mei.
--¿Otro más que está loco por el poder? --sugiero.
--Bueno, eso no lo sé con exactitud, pero será mejor ir con el Sensei Walter cuanto antes. Sospecho que Cybermad también puede estar buscando información sobre los prismas elementales.
Cole's POV.
La puerta esta entreabierta. Se abre fácilmente cuando Mei la empuja para entrar. El interior está oscuro, a excepción de los rayos luz de los faroles de la entrada que entran por la ventana. Todo está en silencio.
—¿Papá? —lo llama Mei, mientras va a las escaleras.
Por mi parte, voy al dojo y encuentro los instrumentos de pelea tirados en el suelo. La habitación está hecha un desastre. Me acerco a uno de los maniquíes y encuentro el mismo polvo azul que vimos en aquel callejón.
—Ah, Mei…
La chica aparece en el umbral de la puerta en unos segundos.
—¿Qué pasa? —me pregunta.
Me pongo de pie y me hago a un lado para que pueda ver el polvo azul esparcido sin orden por el suelo de madera.
Los ojos de Mei reflejan miedo cuando me mira.
—Mi mamá tampoco está… —su boca se curva un poco hacia abajo. La chica mira el suelo, con temor y remordimiento—. ¿Qué hice? —murmura, horrorizada, sacudiendo la cabeza.
—Tranquila —me acerco a ella y levanto su cara con delicadeza—. Los vamos a encontrar.
—¡Cole, Mei! —nos llama Jay, desde el patio—. ¡Será mejor que vengan! Zane encontró algo.
Mei me mira una vez más con una expresión de súplica, trato de esbozar una sonrisa alentadora y los dos salimos con los demás.
El patio también parece en calma y las únicas sombras son las de las plantas que se mecen suavemente, como si realizaran una danza con el viento, y el gran muro de color rojo carmesí que bordea la casa.
Al verlo me llega un recuerdo de aquella vez que le pregunté a Mei sobre el lugar del que venia, de su hogar.
—Es una casa bonita… —me dijo, con sencillez. Noté la sombra de una mueca en su rostro.
—Pero… —cuestioné, juntando las cejas.
Mei levantó la mirada hacia mí.
—A veces me sentía algo confinada ahí…
—¿Qué quieres decir? —pregunté, confundido.
—Amo a mi familia, pero cuando pasas tu vida entera en una jaula de oro lo que más quieres es descubrir el mundo.
Ahora entiendo a qué se refería. Debió sentirse atrapada en éste muro y entiendo que antes de conocer al sensei Wu jamás había salido de la ciudad.
—¿Qué ocurre? —le pregunto a Zane, al acercarnos a donde están.
—Detecte unas marcas en el muro, indican que alguien lo escaló para llegar al otro lado.
—Bueno, pero… ¿Qué más?
—Son recientes.
Miro a Jay y Kai.
—¿Q-qué tanto? —pregunta Mei, dudosa.
—No deben estar muy lejos.
—Andando —dice la chica, colocándose su máscara ninja con determinación.
Los cuatro asentimos.
Conseguimos llegar al otro lado del muro en menos de lo que canto una estrofa y seguimos a la ninja morada a través de las calles nocturnas de la ciudad que son iluminadas por grandes letreros neón.
En algunas cuadras distinguimos cuatro siluetas cargando a una persona, y no sólo eso, alguien más está tras ellos. No somos los únicos que los siguen.
—¡Allá están! —exclama Jay—. ¿¡Pero quién rayos es ése!?
—¡No lo descubriremos si no nos damos prisa! —dice Mei, viéndonos de reojo—. ¡No voy a dejar que se lleven a mi familia!
—¡Zane, frenalos con tu hielo! —ordeno, tomando el control.
—¡A la orden, Cole!
El nindroide abandona el equipo. Corre hacia un edificio y utiliza la pared externa para tomar impulso y saltar. Una vez en el aire lanza esferas de hielo que van directo hacia el asfalto, poco detrás de los secuestradores.
—¡Jay, iluminalos!
—¡Sí, capitán!
El pelirrojo da una voltereta en el aire y dispara rayos hacia el alumbrado público. Una línea de electricidad salta de un farol a otro hasta llegar a una pantalla que anuncia una pasta de dientes. El anuncio emite una luz blanca cegadora que hace retroceder a los captores e incluso a la persona que los sigue. Todos terminan resbalandose con el hielo bajo ellos.
—Mei, Kai —los llamo y ellos me miran enseguida. Mi expresión seria se torna en una sonrisa, había olvidado lo bien que se siente ser el líder—. Conmigo.
Ambos esbozan una sonrisa y corren detrás de mí. Bajo un poco la velocidad para permitirles rebasarme. Dan una vuelta completa en el aire y una espiral de fuego y agua se forma a su alrededor. Rodean a los desconocidos con Spinjitzu para centrarlos en un solo punto y ahí es cuando me toca.
Tomo impulso y doy un gran salto. Golpeo el suelo al caer, con mis puños. La calle tiembla y unas grandes rocas se levantan detrás de nuestro objetivo. Eso les dificultara escapar.
—Ahora, veamos de quienes se trata —digo, con una sonrisa, avanzando hacia ellos al mismo tiempo que mis amigos.
Tal como dijo Zane se trata de los captores del señor Harrison y él mismo, quien parece estar inconsciente. La persona que los seguía es nada menos que la madre de Mei.
—¿Mamá? —pregunta Mei, aliviada, ayudando a Midori a ponerse de pie.
—¡Se están escapando! —exclama ella, apuntando a los cuatro extraños que usan unas pistolas de plasma para hacer añicos las rocas que cree.
Kai crea una barrera de fuego entre los captores y nosotros, para impedir que vuelvan a llevarse al señor Harrison.
—¡Vamos tras ellos! —ordeno—. ¡Deben ser la clave para recuperar a Lloyd!
Los cuatro extraños se miran entre sí, asienten, y cada uno corre en una dirección contraria. Nosotros también nos dividimos para seguirlos. Mei y yo vamos tras el que, estoy casi seguro, fue a quien Lloyd siguió está mañana.
Miro al frente y veo que la calle se divide en dos.
—Ésta calle es una rotonda —me dice Mei, corriendo a mi lado—. Tú ve por el otro lado, yo lo seguiré por éste. Nos encontraremos en poco.
—De acuerdo.
Nos separamos.
Ella va justo detrás de ése sujeto. Sé que no hay porqué preocuparse, le cerraré el paso dentro de poco.
Algo detrás de mí llama mi atención.
Salta del techo de un edificio a otro y me sigue muy de cerca. Es imposible que sea alguno de los tres acompañantes de quien persigo ahora, sé fueron por calles que no están conectadas a ésta. Tal vez no son solo cuatro enemigos…
—¿Qué acaso no eran cuatro? —murmuro, en voz alta.
El sujeto salta frente a mí. No puedo ver bien sus facciones, pero estoy seguro de que el tono de su piel es gris. La clase de gris como la piel de Bolobo en la grabación. Después, mi vista baja a sus vestimentas. Mi respiración se corta. No puedo creerlo. El sujeto lleva puesto un gi ninja… de color… verde.
—N-no… —tartamudeo, alarmado, dando un paso hacia atrás.
Convirtieron a Lloyd, igual a como lo hicieron con Bolobo…
⚫✳⚫✳⚫✳⚫✳⚫
Nota: la madre de Mei es la maestra del viento y hermana menor de Morro.
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