Prólogo
—Atsushi-kun, Kyōka-chan~ —la cantarina voz de Dazai llamó la atención de los jóvenes mencionados.
—¿Ocurre algo, Dazai-san?—preguntó Atsushi mientras se acercaba con unos papeles en la mano.
Kyōka lo siguió de cerca, mirando al adulto castaño.
—Necesito que me hagáis un favorcito—dijo el de ojos marrones mientras cerraba su manual de suicidio.
—¿Qué clase de favor?—preguntó la pelimorada.
—Es algo que no puedo contaros aquí—Dazai se echó hacia delante y susurró mientras se tapaba el lado izquierdo de la boca con la mano—. Cuando terminéis vuestro turno en la agencia, esperadme fuera. Nadie más que nosotros tres puede saberlo—el castaño miró hacia su lado derecho—. A excepción de Ranpo-kun, pero ya he comprado su silencio.
Tanto Atsushi como Kyōka observaron al detective engullir una bolsa entera de ganchitos de queso.
—Está bien—Kyōka miró a Dazai de forma seria.
Atsushi suspiró mientras asentía. Presentía que el "favorcito" de Dazai no sería algo fácil. En cierta manera, no se equivocaba.
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—¿Qué piensas que puede ser el favor que Dazai-san nos pida?—preguntó Kyōka mientras miraba el cielo anaranjado del crepúsculo.
—Debe ser lo suficientemente malo como para querer que nadie se entere y comprar el silencio de Ranpo-san—dijo Atsushi mientras veía cómo Dazai salía por las puertas del edificio de la agencia.
Los dos jóvenes se acercaron a él, ansiosos por conocer el secreto del castaño. Éste les indicó que le siguieran con un simple gesto, y los tres comenzaron a caminar por las calles de Yokohama. Kyōka miró a Atsushi con gesto interrogativo, a lo que él respondió alzando los hombros.
Llegaron delante de un bloque de edificios oscuros. Atsushi supuso que aunque fuera alquilar uno le costaría un ojo de la cara, ya que vio unos pasos allá, un portero en la entrada del edificio, canchas de tenis al lado de los edificios y oyó chapoteos, por lo que intuyó que también habría piscina.
Dazai avanzó. El portero lo dejó pasar echándose a un lado, lo que dejó aún más confundido a sus jóvenes subordinados. Entraron a un ascensor y el castaño apretó el botón del último piso mientras introducía una llave en la cerradura del lado derecho del botón.
El trayecto fue silencioso sin contar la típica musiquita de ascensor que suele haber en los hoteles. El ascensor se paró y al abrir las puertas, tanto Atsushi como Kyōka abrieron la boca de par en par.
El último piso era un ático bastante espacioso. La primera habitación que había al entrar era el salón, con sofás grandes y alfombras tapizadas en el suelo. Había unos cuántos cuadros en las paredes, y sorprendentemente ninguna fotografía.
Kyōka dio un paso hacia delante. Un chirrido se escuchó, por lo que la chica levantó el pie mientras miraba debajo de éste:había pisado un pato de goma.
—¿Para qué nos has traído aquí, Dazai-san?—preguntó Atsushi.
—Veréis, el Jefe me ha mandado a una misión a la que negarme no era una opción—Dazai puso una mueca de resignación—, y necesito que cuidéis algo mientras no esté.
—Bueno, eso es fácil, ¿no?—Kyōka miró al castaño.
—Depende—dijo Dazai.
Antes de que ninguno de los dos jóvenes pudieran abrir la boca, ambos vieron una cabecita asomándose por una de las puertas de la sala. Apenas se le veía, sólo se podía distinguir su cabellera marrón claro y sus ojos color celeste.
Atsushi y Kyōka se miraron entre ellos, confundidos.
—Satoshi—la voz de Dazai se hizo presente.
El niño avanzó lentamente hasta llegar a donde el castaño estaba. Se aferró a su pierna derecha y miró con miedo a los desconocidos para él.
—Satoshi, te presento a Atsushi y Kyōka. Chicos, éste es mi hijo, Satoshi Dazai—Dazai tomó en brazos al niño, quien de inmediato se abrazó a Dazai.
El niño movió la mano a modo de saludo. Los jóvenes estaban boquiabiertos, ya que no sabían que Dazai tuviera descendiencia, y a consecuencia de esto, posiblemente también tuviera pareja.
—¿Tenemos que cuidar de este niño mientras tú estás en esa misión?—dedujo Atsushi mientras sonreía a Satoshi.
El castaño asintió mientras Kyōka miraba al pequeño con curiosidad.
—¿Y su madre?—preguntó mientras Satoshi envolvía su dedo índice con su pequeña mano.
—No tiene madre—habló Dazai. Hizo una mueca—. Bueno, no es una mujer, en todo caso.
Kyōka fue a decir que si no era mujer, cómo era que Dazai había tenido un hijo con esa persona, pero el ruido del ascensor subiendo la cortó mientras Satoshi pasaba corriendo a su lado, feliz.
—¡Papi!—ambos jóvenes vieron como el niño era aupado por unas manos enguantadas.
—¿Papi?—gritaron al unísono Atsushi y Kyōka al ver a la persona que acababa de entrar en la sala.
Ante ellos se encontraba Chūya Nakahara, uno de los ejecutivos de la Port Mafia.
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¡Hola a todos!
Este primer capítulo de mi nueva historia está dedicado a SoMoon1, quien ha ganado el reto nº5 de mi libro "Retos x Shots".
Me dijo que quería la opción A, y es esta. Espero te guste la historia y te dejo por abajo un dibujo relacionado con la historia, Satoshi, el hijo del Soukoku :D
Eso era todo. ¡Adiós, y nos vemos en el siguiente capítulo!
Ah, y atentos al siguiente reto ;)
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